“Salvo en una sociedad completamente justa,
lo mejor de la vida
es ser jefe.”
Roque Dalton (1935-1975), poeta salvadoreño
Bienvenidas y bienvenidas a la octava clase del curso.
Ante todo, algunas novedades: en estos días están
recibiendo las calificaciones correspondientes al primer parcial. En
condiciones normales tendríamos una devolución personalizada de sus trabajos,
con comentarios, sugerencias y recomendaciones de mi parte. Como resulta
imposible realizarlo de modo presencial, lo haré en cada uno de los correos
electrónicos en los que consta la nota. Eso lleva tiempo. Es uno de los tantos
inconvenientes de una cursada virtual y de tener la desgracia de compartir el
curso con un profesor que vive en el siglo XVIII.
En la clase de hoy comenzaremos la parte de la materia
dedicada a los problemas epistemológicos de las ciencias sociales. Esto
requiere una breve explicación, a modo de pasaje entre dos segmentos diferentes
de la cursada.
La ciencia
social moderna surge a la par del desarrollo del capitalismo, la forma de organización social dominante en la
actualidad. [1] Dicho de manera esquemática, ciencia social y capitalismo van
de la mano. De hecho, las primeras ciencias sociales modernas fueron la ciencia
política y la economía política, que acompañaron desde la teoría el surgimiento
del Estado moderno y la consolidación de la economía capitalista. [2] Es por
ello que, a diferencia de las ciencias
naturales, la ciencia social es inseparable de los debates políticos y las
luchas sociales de cada sociedad. Lo mismo ocurría con la filosofía política, la forma de estudio de la sociedad antes de la
ciencia social. [3] Esto nos lleva a considerar de modo diferente la cuestión
de la objetividad y, más en general,
las diversas cuestiones del CC. De ahí la necesidad de un abordaje específico
de las ciencias sociales desde el punto de vista epistemológico.
Sé que me atrasé en la presentación de esta clase. No
tengo excusas, fuera de la ya gastada alusión al volumen de trabajo que vengo
realizando desde el comienzo del cuatrimestre. Espero poder regularizarme esta
semana.
Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente
dicha.
Para estudiar los problemas epistemológicos de las
ciencias sociales opté por un enfoque centrado en el desarrollo histórico de
las mismas. Es por eso que comenzamos esta parte de la materia con el artículo
del profesor Palma sobre el problema de la naturaleza [4], pues en él se aborda
la filosofía política, la forma de
teoría social que precedió a la ciencia social moderna.
El texto del profesor Palma se divide, desde el punto
de vista de su contenido, en tres partes:
a)
La presentación del
problema del todo y la parte [5];
b)
La noción de NH en
la filosofía política [6];
c)
El tratamiento de
la NH en las ciencias biomédicas [7].
En la clase de hoy abordaremos los dos primeros puntos
de esta enumeración; en la clase siguiente concluiremos el análisis del
artículo con la presentación del punto c. Dado que el texto es claro y para
evitar repeticiones, me limitaré a poner la atención en algunos aspectos del artículo
que resultan especialmente importante para los fines del curso.
El problema del
todo y la parte:
¿Por dónde comenzar el estudio de la sociedad?
La pregunta que acabamos de formular está en la base
de la teoría social desde el momento
en que los SH comenzaron a reflexionar sobre la organización social. A lo largo
de milenios se han dado múltiples respuestas; ustedes verán varias de ellas a
lo largo de sus carreras y, eventualmente, adoptarán una de ellas (o una
mixtura de ellas) como propia.
En este momento nos interesan dos de las respuestas al
problema enunciado en la pregunta. En rigor, cada una de las respuestas postula
una forma específica de pensar la organización social. Se trata de respuestas
antagónicas, esto es, aceptar una de ellas implica rechazar la otra, pues
constituyen explicaciones opuestas, que no pueden no son compatibles.
Pasemos, pues a describirlas.
Una corriente de la teoría social sostiene que la
sociedad es una totalidad y que, por
tanto, cualquier estudio de la misma debe partir del todo. Por supuesto,
quienes adherimos a esta corriente sabemos que la sociedad está compuesta por
individuos, esto es innegable. Sin embargo, estos individuos se forman, son
moldeados, en el seno de la totalidad social; por ejemplo, su pensamiento es
imposible sin la vida en sociedad, pues el lenguaje (el instrumento para
pensar) es un producto social. Dicho en otros términos, la sociedad es un
conjunto de relaciones sociales (relaciones entre individuos), y la interacción
entre las personas produce estructuras y representaciones que o existen en
ellas en tanto individuos. Las instituciones, las representaciones, emergen de
las relaciones que se establecen entre las personas. Esta corriente recibe la
denominación de emergentismo
(también es conocida como enfoque de la totalidad u holismo).
Otra corriente de teoría social sostiene que los
individuos son lo fundamental en la sociedad, pues sin ellos esta última no
existiría. Por lo tanto, todo lo que sucede en la sociedad se explica a partir
de las características de los individuos que la componen. En otras palabras, los
fenómenos sociales se reducen a conductas y acciones de los individuos. Según
los partidarios de esta corriente, denominada reduccionismo (también conocida como individualismo metodológico), el estudio de la sociedad tiene que
comenzar por el estudio del individuo.
En el artículo del profesor Palma se desarrollan las
posiciones del emergentismo y del reduccionismo. Por ello, es innecesario decir
más al respecto. Sin embargo, quiero insistir en algo que es fundamental:
emergentismo y reduccionismo constituyen posiciones enfrentadas sobre la sociedad.
Ese enfrentamiento no puede ser negociado o minimizado; se trata de formas
incompatibles de concebir la sociedad, la organización social.
En esta clase y
en la siguiente tendremos oportunidad de revisar ambas corrientes a través de
algunos ejemplos: por un lado, examinaremos la perspectiva de la totalidad a
través de la concepción aristotélica (el SH como ser social); por otro, el
individualismo metodológico tal como aparece en el contractualismo del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679).
Antes de comenzar el análisis de los ejemplos
mencionados corresponde explicar el procedimiento adoptado por el profesor
Palma para presentar los rasgos fundamentales del emergentismo y el reduccionismo.
Palma toma la noción de NH y la utiliza para explicar el enfoque reduccionista.
¿Cómo es esto? El concepto de NH fue empleado por los filósofos políticos como
herramienta para explicar la realidad social. Así, la estructura de la sociedad
se derivaba (reduccionismo) de los rasgos de la NH.
Ahora bien, algunos filósofos sostenían que la
sociedad era una totalidad cuya estructura se explicaba a partir de la NH; en
cambio, otros filósofos afirmaban que la sociedad era una creación de los
individuos y que, por lo tanto, las características de la sociedad así creada
existían previamente en la NH.
En el pensamiento antiguo, cuyo exponente más
destacado fue el filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.), la noción de NH
servía para fundamentar la desigualdad entre los SH. En el pensamiento moderno,
ejemplificado aquí por Hobbes, la NH permitía justificar la tesis de la
igualdad de los SH.
Veamos esto en la práctica.
La NH y la
desigualdad de los SH:
El filósofo griego Platón (c. 427-347
a. C.) desarrolló la tesis de la desigualdad de los SH a partir del uso de la
noción de NH. El profesor Palma mención el “mito de los metales”, un claro
ejemplo de esa utilización. [8]
Nosotros dedicaremos especial atención
a la justificación aristotélica de la desigualdad humana, tal como aparece en
el Libro Primero de la Política. [9]
Aristóteles comienza la Política afirmando que el objeto de
estudio de la filosofía política es la polis [10]
“[Puesto que] toda ciudad es una
cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien,
es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al
supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la
llamada ciudad y comunidad cívica.” (1252a; 45-46)
La polis es la
comunidad superior, pues tiende al bien supremo e incluye a todas las otras
comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas). La polis es la
“comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene el nivel más alto de
autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste
para el vivir bien.” (1252b; 49).
Aristóteles concibe a la polis como
una comunidad unida en torno al propósito de lograr una vida buena. Dejando de
lado las finalidades éticas y morales, lo cierto es que la comunidad pretende
lograr esa vida buena en un sentido material. De ahí la centralidad de la
noción de autosuficiencia (la polis perfecta es aquella que se
basta a sí misma en lo que hace a proveer lo necesario para satisfacer sus
necesidades) y por ende el interés, (expresado en el tercer tema del Libro
Primero) por las cuestiones materiales que requiere esa autosuficiencia. En
otras palabras, la economía adquiere una importancia fundamental para la
concreción de la vida buena. Es verdad que la polis excluye a
los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Pero, desde la perspectiva
aristotélica, esto no implica ruptura de la unidad, pues son grupos inferiores
en relación a los hombres libres y necesitan ser tutelados por éstos, debido a
que carecen de autonomía. Las cosas son bien distintas en el capitalismo, donde
la unidad se encuentra desgarrada en clases sociales con intereses antagónicos.
En la sociedad capitalista la unidad consiste en la imposición del dominio de
una clase y, si se permite la aplicación de la expresión, la polis son
varias polis: la polis de los capitalistas y
la polis de los pobres.
Aristóteles se propone refutar la
afirmación de que entre el gobierno de una polis (ejercido,
por ejemplo, por el rey) y el administrador de una casa o el amo de sus
esclavos hay sólo una diferencia cuantitativa; en otras palabras, discute la
concepción de que la diferencia entre esas formas se deriva de la cantidad de
personas que caen bajo su gobierno. Para encarar la tarea recurre a dos
métodos: análisis, “dividir lo compuesto hasta sus elementos más
simples” (1252a, 3; 46); historia, “si se observa desde
su origen la evolución de las cosas” (1252a, 3; 46).
El punto de partida del filósofo
griego es el reconocimiento de la existencia de un orden natural [11], una
jerarquía que ordena a todas las cosas:
“En efecto, el que es capaz de pensar
con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con
su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al
señor y al esclavo interesa lo mismo.” (1252a, 2; 47). [12]
Aristóteles afirma que los seres humanos
son desiguales por naturaleza: unos están preparados para mandar, por ello
tienen el saber y pueden obrar con autonomía; otros están preparados para
trabajar y carecen de autonomía. Por ende, amo y esclavo están en una relación
de mutua conveniencia. En otras palabras, ambos se necesitan.
Existen distintos tipos de
comunidades: la casa, la aldea (formada por varias
casas), la ciudad. Esta última es “la comunidad perfecta de varias
aldeas (…) que tiene (…) el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a
causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para vivir bien” (1252b,
8; 49). Campea la teleología:
“Toda ciudad es por naturaleza, si
también lo son las comunidades primeras. La ciudad es el fin de aquéllas, y la
naturaleza es el fin. En efecto, lo que la cosa es, una vez cumplido su
desarrollo, decimos que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de
una cosa. Además, aquello por lo que existe algo y su fin es lo mejor, y la
autosuficiencia es, a la vez, un fin y lo mejor.” (1252b, 8-9, 2;
49-50).
En el pasaje anterior, Aristóteles
presenta los fundamentos de su filosofía política. La naturaleza presenta dos
características: es inmutable (estática) y jerárquica. Cada cosa en el mundo
natural y en el mundo social tiene un fin determinado, que existe de antemano
(teleología). Todas las cosas están ordenadas en una jerarquía, que también es
estática. La teleología suprime la evolución, entendida en el sentido
darwiniano del término.
A continuación, presenta su tesis de
más amplio alcance en la teoría social, que plantea que el ser humano es
un animal social por naturaleza:
“La ciudad es una de las cosas
naturales, (…) el ser humano es por naturaleza un animal social [13], y que el
insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior al
ser humano.” (1252b, 9)
No hay manera de minimizar el
significado de la tesis aristotélica. Ella expresa de manera clara una de las
principales divisiones de aguas en el terreno de la teoría social. De un lado
están aquellos que pensamos que la sociedad es la forma natural de existencia
de los seres humanos; del otro, quienes sostienen que la sociedad es artificial
y que sólo existen de manera natural los individuos. A esta última corriente de
pensamiento se la denomina individualismo
metodológico y surgió con los filósofos contractualistas de los
siglos XVII y XVIII.
¿Por qué el ser humano es un animal
social por naturaleza?
“La razón por la cual el ser humano
es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es
evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el ser humano es
el único animal que no tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del
placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque no naturaleza
llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros.
Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo
justo y lo injusto. Y esto es lo propio del ser humano frente a los demás
animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo
injusto, y de los demás valores, y la participación comunicativa de estas cosas
constituye la casa y la ciudad.” (1252b, 10-12)
Aristóteles justifica la condición
social del ser humano sosteniendo que la palabra lo distingue de los demás
animales, y la palabra es esencialmente un medio de comunicación. Existe porque
los seres humanos se relacionan entre sí y, a la vez, la palabra profundiza las
relaciones entre las personas, hace que el mismo pensamiento de cada individuo
adquiera un carácter relacional. Pero además hay otro argumento a favor de la
condición social del ser humano: “la ciudad es anterior a la casa y a cada uno
de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte.” (1252b, 13;
51) En otras palabras, Aristóteles postula una especie de “colectivismo”
metodológico, es decir, considera que el todo es anterior a las partes y por
eso el todo es la clave para la explicación de la parte.
Aristóteles complemente el principio
metodológico de la prioridad del todo sobre las partes con el que afirma que
las cosas se definen por su función:
“Todas las cosas se definen por su
función y por sus facultades, de suerte que cuando éstas ya no son tales no se
puede decir que las cosas son por sí mismas, sino del mismo nombre.” (1252b,
13-14; 52)
Afirmar que no se puede hacer teoría
social sin haber leído y comprendido a Aristóteles es, sin duda, una
exageración, pero no por ello deja de ser válida. Una página del Estagirita
vale más que muchos libros. Aquí, en pocas líneas, expone el carácter social de
los seres humanos, el papel del lenguaje en la humanización esos seres humanos,
la preeminencia de la totalidad sobre la parte. Cuando se piensa en ello, en la
enormidad del aporte aristotélico, uno se siente abrumado y con razón.
En base a lo anterior, puede escribir
que “la justicia (…) es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la
comunidad civil” (1252b, 16; 52-53). Coincide con el filósofo inglés Thomas
Hobbes, quien decía que fuera de la sociedad no existe lo justo y lo injusto.
[14] En otras palabras, el orden social, su plasmación en la legislación y en
una moral determinada, son una construcción social.
El esencialista Aristóteles, para
quien, como ya se indicó, los seres humanos son desiguales por naturaleza,
explora aquí las fronteras de ese esencialismo; la justicia es un determinado
orden de la polis. Si bien el filósofo griego insiste una y otra
vez que ese orden obedece a un orden jerárquico y teleológico existente en el
cosmos, es posible recorrer otro camino a partir del reconocimiento
aristotélico del carácter social de la justicia: concebir a esa justicia como
el resultado de la lucha de clases.
A continuación, Aristóteles comienza
su argumento sobre la esclavitud explicando en qué consiste la administración
de la casa, pues la polis se compone de casas.
Enseguida nos encontramos con un
primer llamado de atención: “La casa perfecta la integran esclavos y libres.”
(1253b, 1; 53). Las partes de la casa son: amo y esclavo, marido y esposa,
padre e hijos. Se trata de tres relaciones: heral [15], conyugal y procreadora.
Los tres casos son definidos como relaciones jerárquicas, de dominación. En
todos ellos el que manda es el varón. Además, y eso es algo que corresponde
enfatizar, rige la desigualdad como rasgo propio de la esencia de los seres
humanos. [16]
A continuación, Aristóteles
desarrolla la cuestión de la necesidad de la propiedad: “sin las
cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien.” (1253b, 4;
54). Por ello,
“Las posesiones son un instrumento
para la vida y la propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo
es una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento previo a
otros instrumentos.” (1253b, 2: 54).
El amo manda sobre el subordinado (el
esclavo), quien, a su vez, manda sobre los instrumentos inanimados.
Aristóteles reconoce que las cosas
podrían ser de otra manera:
“Si cada uno de los instrumentos
pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a
ellos, si (…) las lanzaderas tejieran solos y los
plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los
amos esclavos.” (1253b, 3 – 1254a, 1; 55 - el resaltado es mío – AM- ).
La automatización es concebida como
liberación del trabajo manual. Ahora bien, dada la existencia de clases
sociales, el trabajo manual queda a cargo de los “subordinados”, de los
dominados. Aristóteles sugiere que la cuestión se origina en un problema
técnico (el bajo desarrollo de las fuerzas productivas). Alguien tiene que
hacer “el trabajo sucio”. Jamás se le ocurre – como hace Thomas More en Utopía
– abolir la propiedad privada y repartir el trabajo entre todos. Hay que
recordar que el argumento aristotélico pro-esclavitud se basa en la desigualdad
natural de los seres humanos.
Aristóteles establece una distinción
entre producción, cuyo objetivo es producir un producto, que
permanece luego de acabada la acción de producir; y acción [praxis],
cuyo fin es la misma actividad y que no produce un resultado aparte.
“Los llamados instrumentos lo son de
producción, mas las posesiones son los instrumentos de acción. En efecto, la
lanzadera [instrumento] produce algo aparte, pero el vestido y el lecho
[posesiones], sólo su uso. (…) La vida es acción, no producción, y por ello el
esclavo es un subordinado para la acción.” (1254a, 4-5; 55).
De modo que la condición del esclavo
se ve rebajada radicalmente: no puede vivir su vida como acción, sino que debe
limitarse a producir para que los hombres libres gocen de la acción.
“El amo es solamente dueño del
esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del
amo, sino que le pertenece enteramente.” (1254a, 5; 56).
El amo es el todo – su naturaleza
puede ser todo -; el esclavo es la parte, sólo puede llevar a cabo su
producción para otros. Por ende, la esclavitud lo es por naturaleza:
“Cuál es la naturaleza del esclavo y
cuál su facultad resulta claro de lo expuesto; el que, siendo ser humano, no se
pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, ese es por naturaleza
esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la
posesión es un instrumento activo y distinto.” (1254a, 6; 56)
¿La esclavitud va contra la
naturaleza?, ¿es mejor y justo para alguien ser esclavo o no?
La respuesta es contundente:
“Mandar y obedecer no sólo son cosas
necesarios, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están
destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay muchas formas de mandar y
obedecer, y siempre es mejor el mando sobre subordinados mejores.” (1254a, V2;
56).
Todo proceso de trabajo implica
divisiones funcionales: alguien que dirija una acción determinada; otros que
ejecuten las órdenes de esa persona. Pero Aristóteles transforma la dominación
en un atributo de la naturaleza humana.
“Dondequiera que uno manda y otro
obedece, hay una obra común. (…) En todo lo que consta de varios elementos y
llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen
siempre el dominante y el dominado.” (1254 a, 5, 3-4; 56-57)
Para justificar la existencia de la
desigualdad natural entre las personas, el Estagirita recurre a la distinción
entre alma y cuerpo. Ésta se da, según el
filósofo, en todos los seres vivos. Según esta distinción, “uno manda por
naturaleza y el otro es mandado.” (1254a, 5, 4; 57). El filósofo establece las
siguientes distinciones: el alma gobierna al cuerpo, dominio señorial; la
inteligencia gobierna al apetito, dominio político y regio; el hombre gobierna
a los animales domésticos; el macho gobierna a la hembra por naturaleza, “uno
es superior y otro inferior, uno manda y otro obedece.” (1254b, 8, 7;
57-58).
Sobre el final del Libro Primero,
vuelve a insistir en la idea de que las relaciones de subordinación se originan
en la diferente participación de las personas en las “virtudes morales”: “todos
deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino sólo en la medida
en que es preciso a cada uno para su función.” (1260a, 8; 82). Desde su
nacimiento, cada individuo está encadenado a una función en la sociedad; las
diferencias entre las personas son naturales y obedecen a un orden que abarca
todo el universo.
¿Qué es, pues, un esclavo?
“Todos los seres que se diferencian
de los demás tanto como el alma del cuerpo y como el ser humano del animal (se
encuentran en esta relación todos cuantos su trabajo es el uso del cuerpo, y
esto es lo mejor de ellos), estos son esclavos por naturaleza, para los cuales
es mejor estar sometidos a esta clase de mando (…) Pues es esclavo por
naturaleza el que puede ser de otro (y por eso precisamente es de otro) y el
que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla,
pues los demás animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus
instintos.” (1254b, 8-9; 58 – el resaltado es mío- AM).
Entre el amo y el esclavo la
diferencia es esencial: sólo el primero puede ser autónomo (no depender de
otro), puesto que posee la Razón. Como ocurre en la crítica de Platón a la
democracia, el peso del argumento está puesto en el conocimiento (los que saben
o los que tienen la razón), no en la relación. Esa diferencia de conocimiento
se origina en la naturaleza humana, está inscripto en ella.
“Así, pues, está claro que unos son
libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es
conveniente y justo.” (1255a; 59)
Como el esclavo por naturaleza sólo
alcanza a percibir la razón, pero no la posee, necesita de un amo que vele por
sus intereses. A cambio, el esclavo realiza el trabajo físico. La esclavitud,
lejos de ser una imposición por la violencia, es una relación de beneficio para
ambas partes.
Aristóteles también examina la
cuestión de las diferencias entre los esclavos y los artesanos:
“Pues mientras el esclavo participa
de la vida de su amo, el artesano está más alejado, y sólo le concierne la
virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el obrero manual tiene una
especie de servidumbre limitada, mientras el uno es esclavo por naturaleza, no
así el zapatero ni ningún otro artesano.” (1260a, 13 – 1260b, 14;
83-84)
Sobre el final del argumento sobre la
esclavitud se encuentra un pasaje que muestra la diferencia entre la mentalidad
del amo en Atenas y la del empresario capitalista. Aristóteles se está
refiriendo a la ciencia del amo, que es la de saber mandar a los esclavos,
decirles a éstos lo que tienen que hacer. Y concluye: “por eso todos los que
tienen la posibilidad de evitar personalmente sufrir malos ratos confían este
cargo a un administrador, y ellos se dedican a la política y a la filosofía.”
(1255b, 7, 5; 63)
La diferencia con el comportamiento y
los ideales del empresario capitalista es abismal. El amo tiene que limitarse a
recibir la renta, el excedente generado por los campesinos, ya sean éstos
libres, siervos, esclavos, etc.).
Les pido disculpas por haberme extendido
tanto. En mi descargo puedo decir que la comprensión del argumento aristotélico
sobre la esclavitud es de enorme utilidad para el estudiante interesado en
comprender la estructura de la sociedad. En él se encuentran contenidos
mecanismos justificatorios que reaparecen una y otra vez en la teoría social
posterior. Y, en definitiva, siempre es provechoso leer a un clásico.
En nuestro próximo encuentro concluiremos
la revisión del texto de Palma. Además, comenzaremos el análisis del artículo
del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales”. [17]
Villa del Parque, miércoles 27 de mayo de
2020
ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos
NOTAS:
[1] Aquí
corresponde hacer una digresión, que agrego a las notas para no hacer demasiado
extenso el texto de la clase. Si bien estamos acostumbrados a hablar de
ciencias sociales y, de hecho, el sistema universitario perpetúa la división
del ámbito de lo social en disciplinas separadas (sociología, ciencia política,
economía, etc.), corresponde decir que dicha división puede ser cuestionada (y,
en la práctica, eso ocurrió en diversas oportunidades), dado que obedece a la
visión de la sociedad propia de la burguesía, la clase dominante en la sociedad
capitalista. Por ejemplo, la teoría social de Karl Marx (1818-1883) concibe a
la sociedad como una totalidad que debe ser estudiada como tal y no como un
conjunto de campos separados entre sí. La cuestión de pensar a la sociedad como
totalidad o como una serie de compartimentos estancos constituye uno de los
problemas epistemológicos de las ciencias sociales. No es un problema meramente
teórico, sino que cada científico social se enfrenta a él y lo resuelve a su
manera, en función de sus intereses científicos, políticos e ideológicos. La
función de este curso consiste, en todo caso, en proporcionar elementos que
permitan comprender mejor la diferencia entre ambas perspectivas de abordaje de
lo social.
[2] No puedo
profundizar este tema, pues nos iríamos por las ramas. Quienes estén
interesados en una presentación general del problema del surgimiento de la
ciencia social moderna, pueden consultar el trabajo del sociólogo argentino
Juan Carlos Portantiero (1934-2007):
Portantiero, J. C. (1998). “Introducción a La sociología clásica”. En:
Di Tella, Torcuato Salvador y Lucchini, Cristina, comps. (1998). Fundamentos
de sociología. Buenos Aires: Biblos (pp. 13-29).
[3] Ya habrán advertido que la afirmación sobre las ciencias
naturales es puramente esquemática, y sólo sirve a los fines de acentuar el
carácter eminentemente político de las ciencias sociales. Un estudio riguroso
de las ciencias naturales mostraría su relación con el contexto económico,
político y social. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Charles Darwin
(1809-1882) logró una rápida aceptación gracias a que fue formulada en un
ambiente marcado por los éxitos de la Revolución Industrial y el desarrollo del
capitalismo.
[4] Palma, H. (2012), “El problema de la
“naturaleza humana” en los estudios sobre la sociedad”, en Palma, H.
y Pardo, R. (edit.), Epistemología de las ciencias
sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de
lo social. Buenos Aires: Biblos. (pp. 177-222).
[5] Palma, op. cit., pp. 177-185.
[6] Palma, H., op. cit., pp. 187-203.
[7] Palma, H., op. cit., pp. 203-222.
[8] Palma, H., op. cit., p. 185.
[9] Aristóteles. (1988). Política. Madrid, España:
Gredos. El Libro Primero está comprendido en las pp. 44-85. En las citas empleo
la notación marginal, complementada con la paginación de la edición Gredos.
[10] Respecto a la definición del concepto de polis: “Cuando se habla
de la polis (o
ciudad-estado) no se debe perder de vista el hecho de que ella constituía el
centro principal de la vida social de los griegos en la Antigüedad, corporación
compuesta por un núcleo urbano (ásty) circundado por
los campos de labor que constituían el territorio (khóra) de la polis
conformando así una entidad indivisible. En dicho territorio, tenían sus
parcelas los miembros reconocidos por la comunidad, siendo la apropiación
privada de las tierras de cultivo en el marco de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos
primordiales de su organización económica. Por otra parte, la ciudad era el
marco de existencia permanente de las instituciones de gobierno, pero dentro de
un esquema en el que no se daba un dominio de la ciudad sobre el campo sino un
modo de articulación de las relaciones sociales en el que ciudad y campo no
podían ser divorciados. Esto comportaba la constitución de una colectividad
política, un Estado que puede definirse como un gobierno sin burocracia debido
a la participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Entre las
cuestiones centrales que debía regular se encontraba el acceso a los miembros
de la comunidad a las parcelas de tierra a través de mecanismos relativamente
igualitarios ligados a dicho marco político participativo. Por lo tanto, para
poder acceder a la tierra resultaba necesario ser reconocido como integrante de
la organización social, lo cual implicaba la existencia de prerrogativas
reservadas exclusivamente para los miembros de la comunidad.” (Gallego, J., El campesinado en la Grecia
Antigua, Buenos Aires,
Eudeba, 2009, p. 31-32).
[11] “La naturaleza no hace nada con mezquindad (…) sino cada
cosa para un solo fin.” (1252b 3; 47). En otras
palabras, tiene una concepción teleológica de la naturaleza y la sociedad.
[12] Aristóteles se preocupa por dejar en claro la
desigualdad natural entre el hombre y la mujer. “Por naturaleza está
establecida una diferencia entre la hembra y el esclavo (…) Pero entre los
bárbaros, la hembra y el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello
es que no tienen el elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad
resulta de esclavo y esclava.” (1252b, 4; 47). Más
adelante: “El hombre es por naturaleza más apto para mandar que la mujer – a no
ser que se de una situación antinatural -, y el de más edad y maduro más que el
más joven e inmaduro.” (1259b, 12, 1; 79).
[13] La expresión griega es politikón zôion. Más adelante se
encuentra una justificación del carácter social del ser humano: “es evidente
que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque si cada uno
por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante a las
demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad, o no necesita nada por su propia
suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.” (1252b, 14; 52;
el resaltado es mío – AM-). Más todavía, el ser humano “apartado de la ley y de
la justicia, es el peor de todos [los animales]. La injusticia más insoportable
es la que posee armas, y el ser humano está naturalmente provisto de armas al
servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlos para las cosas
más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su
lascivia y voracidad.” (1252b, 15-16; 52).
[14] Es curioso y alentador que dos filósofos tan opuestos
entre sí en su concepción de la sociedad lleguen, sin embargo, a conclusiones
semejantes. Hobbes afirma lo siguiente: “En esta guerra de todos contra todos,
se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e
ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. (…) Justicia e
injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran,
podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan
sus sensaciones y pasiones. Son, aquéllas, cualidades que se refieren al hombre
en sociedad, no en estado solitario.” (Hobbes, Thomas, Leviatán, México D. F.,
Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 104).
[15] Derivado de heril: 1. Adj. Perteneciente o relativo al
amo. [Real Academia Española online].
[16] Aristóteles indica al pasar que algunos consideraban que
la esclavitud no era natural, “que la dominación es contra naturaleza, pues el
esclavo y el libre lo son por convención, pero en nada difieren por naturaleza.
Por esta razón tampoco es justa, ya que es violenta.” (1253b, 4; 54). El punto es importante. No todos estaban de acuerdo
con la esclavitud en el mundo griego. En Atenas, por ejemplo, Solón (c. 638-c.
558 a. C.) debió abolir la esclavitud por deudas, debido a los conflictos que
generaba y que ponían en riesgo la estabilidad de la polis.
[17] Pardo, R. (2012), “El desafío de las
ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo,
R. (edit.) (2012), Epistemología de las
ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas
de lo social, Buenos Aires, Biblos.
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