4. Babeuf y la Conspiración de los Iguales (1796)
¿Por qué tomar 1789 como punto de partida para una historia del socialismo? Cole da esta respuesta: “Este es el momento desde el cual es posible seguir, no sólo un desarrollo continuo en la esfera del pensamiento, sino también una conexión creciente entre el pensamiento y los movimientos que tratan de darle expresión práctica.” (I: 19).
La Revolución Francesa tuvo como una de sus consecuencias que la cuestión social se ubicara “por primera vez en el primer plano, no sólo como problema moral para un grupo de intelectuales y reformadores, sino como tema práctico reincidente que implicaba un conflicto real y amenazador entre los ricos y los pobres, entre los propietarios y los no propietarios, entre las clases privilegiadas de la antigua sociedad y los no privilegiados del «tercer estado».” (I: 20). Cole menciona a Chappuis, quien presentó proyectos ante la Asamblea Constituyente, en los que proponía la creación de comunidades colectivas (anticipando en esto a los falansterios de Fourier).
En la Revolución Francesa los campesinos consiguieron la tierra y la liberación de las exacciones feudales. Los artesanos y los obreros de las ciudades no obtuvieron ventajas económicas. En 1793 la Constitución les aseguró los derechos políticos, pero ésta nunca llegó a aplicarse. Los pobres de las ciudades pasaron a engrosar las filas de los grupos más radicales, combinando el reclamo de los derechos del ciudadano con las exigencias de trabajo y pan (I: 20-21).
Cole sintetiza así la importancia de la Revolución Francesa para el desarrollo del movimiento socialista: “…los acontecimientos del período comprendido ente 1789 y la derrota de la «Conspiración de los Iguales» [marcaron] por primera vez, [hicieron] de la lucha de clases, aunque en pequeña escala y momentáneamente, una realidad manifiesta en la sociedad moderna, y en el curso de la batalla entre ricos y pobres condujo a que fuesen formuladas las doctrinas socialistas que, no siendo seguidas nunca más que por un pequeño número de partidarios, representaba, sin embargo, un nuevo elemento en el desarrollo histórico de la sociedad occidental.” (I: 21). “Lo que hizo la Revolución Francesa no fue crear el socialismo como un movimiento social, sino, más bien, convertir por primera vez en una lucha política el antagonismo entre ricos y pobres, y sustituir con este antagonismo los anteriores entre las clases privilegiadas y las no privilegiadas, preparando el terreno para las prolongadas luchas sociales de la Europa del siglo XIX, de las cuales nació el movimiento socialista moderno.” (I: 26-27).
Hay que situar la emergencia de François-Noël Babeuf (1760-1797) y su grupo en un contexto de tensión de guerra y de derrota y decapitación del jacobinismo (y de la consiguiente ola de Terror Blanco que siguió a la ejecución de Robespierre). Corresponde a Babeuf la elaboración de “un plan casi completo de comunismo proletario, el cual puede considerarse como el precursor no sólo de las doctrinas socialistas posteriores de propiedad y explotación colectiva de los medios de producción, sino también de la idea de la dictadura del proletariado como manera de someter a las demás clases y de derrotar los intentos de contrarrevolución.” (I: 25).
La Conspiración de los Iguales fue “el primer movimiento socialista del pueblo” (I: 25). Sus ideas de comunismo y de igualdad social habían sido tomadas de Mably (1709-1785) y de otros filósofos utopistas del siglo XVIII. “Lo nuevo era la transformación de estas ideas utópicas en una forma de movimiento social que aspiraba al cambio inmediato de la sociedad existente y de sus instituciones, tanto económicas como políticas.” (I: 25). Fue un movimiento minoritario, que alcanzó a dirigir a sólo una parte del “proletariado” urbano. Fue una conspiración de pocos y no un movimiento de masas; trató de ganarse a los descontentos generados por el hambre y la carestía que signaron el período posterior a la caída de los jacobinos.
“En realidad, el babouvismo fue esencialmente producto de la decepción revolucionaria. Se había esperado demasiado de la revolución [Este “demasiado” es, por lo menos, un anacronismo. En una revolución las masas liberan toda su energía, todas sus esperanzas (como decía Amado, “la revolución es la fiesta de los pobres”). Sería absurdo políticamente pedir que autolimitaran sus expectativas y sus acciones a las “posibilidades” de la clase que dirige políticamente la revolución – tengo en mente al escribir esto a la burguesía en las revoluciones burguesas -. Cole desconoce con esta frase la naturaleza de la ruptura representada por las revoluciones, que hace imposible mensurarlas según las normas políticas ordinarias.]; y lo que parecía haberse logrado para la parte más pobre de la población urbana, fue mayor miseria y sufrimiento. Los campesinos habían obtenido tierra, los obreros sólo hambre y falta de trabajo. Alguien sería culpable de esto, la revolución tenía que haber sido traicionada por alguno. ¿Por quién? Seguramente por los ricos, que habían seguido viviendo con lujo mientras que la inmensa mayoría sufría, y por quienes en nombre de la propiedad habían permitido que sucedieran estas cosas. Pero las protestas no fueron muy eficaces, a pesar de las calamidades; porque dividían a los revolucionarios, incluso en las ciudades, y no hallaban ningún eco en las aldeas.” (I: 26). Esta impotencia política de las masas trabajadoras urbanas era el resultado tanto del carácter burgués de la revolución como de la carencia de un proyecto político autónomo, sustentado en un diagnóstico certero de la transición del feudalismo al capitalismo. Las herramientas teóricas eran insuficientes. Pero, aún disponiendo de ellas, subsistía el problema (terriblemente complejo) de cómo lograr la unificación de obreros, artesanos y campesinos detrás de un proyecto político común. Si esto último no podía concretarse, el resultado inevitable era “el solo fúnebre del proletariado”, al que aludía Karl Marx (1818-1883).
¿Cómo se desarrolló la Conspiración de los Iguales?
Babeuf dirigía la Union du Pantheón, una sociedad secreta en la que confluían elementos políticos y sociales heterogéneos. Babeuf y un pequeño grupo se retiraron de ella cuando el Directorio suprimió la Union. Formaron una conspiración secreta, que trató de ganarse el apoyo de los dirigentes clandestinos de los jacobinos. Los conspiradores planeaban apoderarse del poder y formar un gobierno revolucionario, apoyado en las sociedades locales de Paris, que debía convocar a una asamblea nacional, elegida en base a los derechos concedidos por la Constitución de 1793 (que, como dijimos, nunca había sido implementada en la práctica). Mientras era convocada esta asamblea nacional, Babeuf se proponía implantar una dictadura temporal, apoyada en los “obreros” de Paris. En el Manifiesto de los iguales, redactado por Sylvain Maréchal (1750-1803), se encuentra el programa de esta dictadura revolucionaria. Cole califica a este documento como “la primera declaración política socialista” (I: 29).
El programa de Babeuf y su grupo incluía:
a) Expropiación inmediata de toda propiedad que perteneciese a las corporaciones y a los enemigos del pueblo. Hay que enfatizar que no proponían sólo la expropiación de la tierra, sino también de las grandes compañías industriales (más bien, de las grandes manufacturas). Esta acción encontraba su justificación en el principio consignado en la 1º sección del mencionado Manifiesto: “La naturaleza ha dado a todos los hombres el mismo derecho a gozar de todos los bienes.” (I: 28).
b) Abolición de todos los derechos de herencia (así, aplicando esta norma, en una generación toda la propiedad de Francia sería colectiva).
c) La propiedad comunal sería administrada por funcionarios de elección popular que cobrarían igual salario que los trabajadores. Para ello Francia sería dividida en nuevos distritos administrativos.
d) El trabajo sería obligatorio para todos; sólo las personas que realizaran un trabajo útil podrían votar. Cabe aclarar que, en cuanto al voto, se ceñían a lo establecido por la Constitución de 1793, que concedía este derecho a todos los varones (las mujeres quedaban excluidas, a pesar de su importante participación en la Revolución Francesa).
e) La educación sería universal, y estaría dirigida a inculcar en el pueblo los principios de la nueva sociedad.
La Conspiración fue desbaratada fácilmente por el Directorio. Uno de los militares involucrados en ella era un infiltrado, que denunció a los jefes en vísperas de la insurrección. Fueron detenidos y sometidos a juicio. Babeuf y Darthé (1769-1797) fueron guillotinados. Otros dirigentes, como el ya citado Maréchal y Philippe-Michel Buonarotti (1761-1837), fueron deportados.
Buonarotti, descendiente de Miguel Ángel, publicó La Conspiration pour l’egalité (Bruselas, 1828), en la que dió a conocer por primera vez de manera completa los sucesos. Este texto se convirtió en un verdadero manual de revolucionarios durante la década de 1830 y hasta la Revolución de 1848. Fue traducida al inglés y comentada por Bronterre O’Brien, Buonarroti’s History of Babeuf’s Conspiracy (1836), ejerciendo influencia sobre la izquierda cartista.
La derrota de Babeuf significó un duro revés para el socialismo igualitario en Francia, a punto tal que sólo logró reaparecer como movimiento político revolucionario luego de la Revolución de 1830. Cole afirma que, luego de desbaratada la Conspiración de los Iguales, “durante algún tiempo no fue posible ningún movimiento político basado sobre todo en un llamamiento a las clases obreras.” (I: 44).
Buenos Aires, domingo 2 de enero de 2011