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viernes, 2 de septiembre de 2022

EL CONCEPTO DE IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA



 


El sociólogo estadounidense Charles Wright Mill (1916-1962) acuñó el término imaginación sociológica. Este concepto, ampliamente difundido en sociología y otras ciencias sociales, fue desarrollado por su autor en la obra The Sociological Imagination (Oxford University Press, 1959). Esta ficha está dedicada al capítulo 1 de dicha obra, donde Mills esboza el sentido y los alcances del concepto.

Referencia

Mills, Ch. W. [1° edición: 1959]. (1979). La imaginación sociológica. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica. 217 p. (Sección de Obras de Sociología). Traducción de Florentino M. Torner. Incluye prólogo de Gino Germani.

Abreviaturas:

IS= Imaginación sociológica / SH= Seres humanos


Capítulo 1: La promesa (pp. 23-43) [1]

En el comienzo del capítulo está el planteo del problema de la época actual. [2] Los SH tienen la “sensación de estar atrapados”. El motivo: los cambios acelerados experimentados por la sociedad a nivel mundial (crecimiento económico y transformaciones tecnológicas, desarrollo del campo socialista - URSS y China -, independencia política de las antiguas colonias, etc.). Frente a todo ello, las personas no saben qué hacer, pues no acostumbran pensar sus problemas personales en términos de “cambios históricos” y “contradicciones institucionales”; los valores que defienden resultan impotentes frente a la magnitud de los cambios: “los hombres advierten consternados que los viejos modos de sentir se han ido abajo y que los comienzos más recientes son ambiguos hasta el punto de producir parálisis moral.” (p. 24)

Lo que necesitan las personas para enfrentar el problema de la sociedad actual es la imaginación sociológica, esto es, la “cualidad mental que les ayude a usar la información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que quizá esté ocurriendo dentro de ellos” (p. 25)

A continuación de estas afirmaciones, Mills divide el contenido del capítulo en seis apartados. 

El primer apartado (pp. 25-27) está dedicado a esbozar cómo la IS muestra la relación entre la historia y la biografía, entre lo social y lo individual. La IS pone el acento en la conexión entre el escenario histórico más amplio y la vida interior de las personas.

“El primer fruto de esta imaginación  - y la primera lección de la ciencia social que la encarna - es la idea de que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino localizándose a sí mismo en su época; de que puede conocer sus propias posibilidades en la vida si conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias.” (p. 25)

Para Mills, “la imaginación sociológica nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad. Esa es su tarea y su promesa.” (pp. 25-26) Más adelante indica que la IS “es la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas a las características más íntimas del yo humano, y de ver las relaciones entre ambas cosas” (p. 27). En otras palabras, 

“Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez es ser capaz de descubrir esos vínculos entre una gran diversidad de medios; y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica.” (p. 30)

Esa es la tarea que caracterizó al análisis social clásico (ejemplos: Spencer, Marx, Comte, Durkheim, Weber, etc.), que se dedicó a los problemas de la biografía, de la historia y de sus interacciones dentro de la sociedad. 

El análisis social clásico se planteó tres preguntas clave: 1) ¿cuál es la estructura de esta sociedad particular en su conjunto?; 2) ¿qué lugar ocupa esta sociedad en la historia humana?; 3) ¿qué variedades de hombres y de mujeres prevalecen en esta sociedad y en este período?

El segundo apartado (pp. 27-30) desarrolla la distinción más importante que utiliza la IS: “inquietudes personales del medio” y “problemas públicos de la orientación social”. Las inquietudes corresponden al individuo como entidad biográfica y dentro del ámbito de su ambiente inmediato; los problemas públicos van más allá del ámbito del individuo, se relacionan con muchos ambientes que, en conjunto, forman la estructura de la sociedad.

Ejemplo: desempleo. Si en una comunidad de 1 millón de habitantes hay un desempleado, ello constituye una inquietud personal y para resolver la cuestión hay que revisar el carácter particular de ese individuo, sus capacidades y su constitución inmediata. Si en un país de 50 millones de personas hay 5 millones de desempleados, ello constituye un problema público y hay que revisar la estructura de oportunidades.

Las transformaciones en medios diversos y específicos son efecto de cambios estructurales. 

El tercer apartado (pp. 30-33) examina cuáles son los mayores problemas públicos y las inquietudes personales en la época en que se escribió la obra. Para ello sostiene que hay que establecer cuáles son los valores preferidos y amenazados, y cuáles son preferidos y apoyados. Ello implica indagar qué contradicciones internas de la estructura pueden estar implicadas.

Mills afirma que “la primera tarea política e intelectual - porque aquí coinciden ambas cosas - del científico social consiste hoy en poner en claro los elementos del malestar y la indiferencia contemporáneos.” (p. 32)

El cuarto apartado (pp. 33-37) está dedicado a la cuestión del estilo de pensamiento propio de la era contemporánea. No se trata de modas de pensamiento, que dejan poca huella; un estilo de pensamiento es un común denominador de una época intelectual. Dos ejemplos de estilos de pensamiento son: la física newtoniana y la biología darwiniana. Ambas constituyen el común denominador de respectivas épocas intelectuales.

En la época moderna, las ciencias físicas y biológicas fueron común denominador del pensamiento serio y de la metafísica popular. Pero ni esas ciencias ni la literatura representan hoy un común denominador del pensamiento. En nuestra época pasan a ser reemplazadas por la IS, la cual: 

“es una cualidad mental que parece prometer de la manera más dramática la comprensión de nuestras propias realidades íntimas en relación con las amplias realidades sociales.” (p. 34)

En el quinto apartado (pp. 37-41) señala que el propósito del libro es “definir el significado de las ciencias sociales para las tareas culturales de nuestro tiempo” (p. 37). Esto lo lleva a hacer una breve descripción de la situación de las ciencias sociales en EE. UU. 

En opinión del autor, los cientistas sociales experimentan “un malestar generalizado, tanto intelectual como moral, por la dirección que está tomando la disciplina de su elección” (pp. 38-39). Algunos elementos que generan malestar: a) el acento en el refinamiento de los métodos y las técnicas de investigación; b) el énfasis en el formalismo y en la formulación de conceptos aislados de la realidad; c) los estudios en primera escala, sin tomar en cuenta su relación con la totalidad. 

No obstante lo anterior, la IS “se está convirtiendo en un denominador común de nuestra vida cultural general” (p. 41)

En el sexto apartado (pp. 41-43) esboza el desarrollo de la sociología, pues esta disciplina “se ha convertido en el centro de reflexión acerca de la ciencia social” (p. 41)

La sociología se movió en tres direcciones generales, cada una de ellas expuesta a deformaciones: 

Tendencia I: hacia una teoría de la historia. La sociología es entendida como “una empresa enciclopédica, relativa a la totalidad de la vida social del hombre. Es al mismo tiempo histórica y sistemática: histórica porque trata materiales del pasado y los emplea; sistemática porque lo hace con objeto de distinguir ‘las etapas’ del curso de la historia y las regularidades de la vida social” (p. 42). Esta senda puede deformarse al punto de convertirse en un “molde trans-histórico donde se meten a la fuerza los materiales de la historia humana y del cual salen visiones proféticas” (p. 42)

Tendencia II: hacia una teoría sistemática de la ‘naturaleza del hombre y de la sociedad’. En este camino, la sociología se propone construir conceptos para clasificar todas las relaciones sociales y conocer sus características (a las que se considera invariables). Corre el riesgo de deformarse si se abandona la historia; en ese caso, se convierte en formalismo.

Tendencia III: hacia el estudio empírico de los hechos y de los problemas sociales contemporáneos. Esto puede derivar (deformación) en la elaboración de una serie de datos de ambiente sin relación entre sí y con poca significación.

Con esto concluye el capítulo.

 

Villa del Parque, viernes 2 de septiembre de 2022

 


Notas

[1] Mills informa que el capítulo 1 fue presentado en forma abreviada en la American Political Science Association, en septiembre de 1958 en St. Louis.

[2] Para comprender mejor el sentido del texto hay que recordar que la primera edición de la obra data de 1959. En esa época el mundo capitalista experimentaba una prolongada etapa de desarrollo económico, iniciada luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, el mundo socialista experimentaba su etapa más próspera en términos económicos; la URSS había iniciado la exploración del espacio con el lanzamiento del primer satélite artificial, el Sputnik (1957) y se encontraba en pleno deshielo político luego de la muerte de Stalin (1953). Finalmente, los países de la periferia se encontraban en pleno proceso de descolonización, la cual incluía, en muchos pasos, la adopción de formas económicas identificadas con el socialismo soviético. 1959 fue el año del triunfo de la Revolución Cubana.

lunes, 14 de marzo de 2016

FICHA: MILLS, CH. W. “SOBRE ARTESANÍA INTELECTUAL” (1979). [1° EDICIÓN: 1959]




Noticia bibliográfica:
Para la redacción de esta ficha utilicé la traducción española de Florentino M. Torner, incluida en: Mills, Charles Wright. (1979). [1° edición: 1959]. La imaginación sociológica. México D. F: Fondo de Cultura Económica. (pp. 206-236).


Mills escribe este texto como Apéndice a su obra La imaginación sociológica (1959). En ella esboza una crítica de la sociología norteamericana y formula, aquí y allá, indicaciones sobre la metodología predominante en dicha escuela de teoría social. Pero sólo en el Apéndice aborda de lleno la discusión de los métodos.

Como lo indica el título, Mills reivindica los “métodos artesanales” frente a la estandarización imperante en el mundo académico.

“Para el investigador social individual que se siente como parte de la tradición clásica, la ciencia social es la práctica de un oficio.” (p. 206).

Mills define al sociólogo como un artesano:

“…habréis advertido que, como estudiantes, tenéis la excepcional oportunidad de proyectar un tipo de vida que estimule los hábitos de la buena artesanía. El trabajo intelectual es la elección de un tipo de vida tanto como de una carrera; sépalo o no, el trabajador intelectual forma su propio yo a medida que trabaja por perfeccionarse en su oficio para realizar sus propias potencialidades y aprovechar las oportunidades que se ofrezcan en su camino, forma un carácter que tiene como núcleo las posibilidades del buen trabajador.” (p. 206).

El sociólogo-artesano rechaza la separación entre su trabajo y su vida. De ahí que Mills proponga que el sociólogo debe utilizar su propia experiencia de vida en su trabajo intelectual. Una parte fundamental del trabajo del sociólogo consiste en examinar e interpretar la mencionada experiencia. Para poder afrontar ese trabajo de interpretación, el sociólogo tiene que organizar un archivo, es decir, “llevar un diario” (p. 207).

“En el archivo que voy a describir, están juntas la experiencia personal y las actividades profesionales, los estudios en marcha y los estudios en proyecto. En ese archivo, vosotros, como trabajadores intelectuales, procuraréis reunir lo que estáis haciendo intelectualmente y lo que estáis experimentando como personas. No temáis emplear vuestra experiencia y relacionarla con el trabajo en marcha. Al servir como freno de trabajo reiterativo, vuestro archivo os permite también conservar vuestras energías. Asimismo, os estimula a captar «ideas marginales»: ideas diversas que pueden ser sub-productos de la vida diaria, fragmentos de conversaciones oídas casualmente en la calle, o hasta sueños. Una vez anotadas, esas cosas pueden llevar a un pensamiento más sistemático así como prestar valor intelectual a la experiencia más directa.” (p. 207).

Mills argumenta que el hombre moderno tiene poca experiencia personal y que ésta debe ser atesorada cuidadosamente, porque es fundamental “como fuente de trabajo intelectual original” (p. 207). “He llegado a creer que el ser fiel a su experiencia sin fiarse demasiado de ella es una señal de madurez del trabajador. Esa confianza ambigua es indispensable para la originalidad en todo trabajo intelectual, y el archivo es un medio por el que podéis desarrollar y justificar tal confianza.” (p. 207). Llevar un archivo permite también “mantener despierto vuestro mundo interior”, “ayuda a formaros el hábito de escribir”, “controlar vuestra propia experiencia”. (p. 208).

[Cabe hacer notar que la preocupación por la “originalidad” contrasta con la estandarización de la sociología académica, así como también la preocupación de Mills por recoger la propia experiencia choca con el énfasis en las estadísticas propio de dicha sociología.]

Mills critica la costumbre de escribir “planes” sólo al momento de requerir fondos para la investigación. Afirma que el sociólogo termina cultivando un “arte de vender”. Para evitar esto:

“Un investigador social activo que avanza en su camino debe tener siempre tantos planes, que es tanto como decir ideas, que se pregunte constantemente: ¿En cuál de ellos trabajaré?, ¿debo trabajar, después? Y debe llevar un pequeño archivo especial para su agenda principal, que escribirá una y otra vez para sí mismo y quizá para discutirla con amigos.” (p. 208-209).

Mills concibe a la comunidad de sociólogos como un espacio de “intercambio amplio e informal” de esos archivos de planes de los investigadores. La comunidad mantiene orientada y bajo control la investigación mediante ese intercambio libre acerca de problemas, métodos y teorías. Rechaza la idea de una comunidad asentada en torno a un bloque monolítico de problemas. (p. 209).

Propone estructurar el archivo en un fichero de “proyectos” con muchas subdivisiones. Allí se incluyen las ideas propias, notas personales, resúmenes de libros, notas bibliográficas y esbozos de proyectos.

Remarca la importancia de tomar notas de todo libro leído:

“El primer paso en la traducción de la experiencia, ya de los escritos de otros individuos, ya de vuestra propia vida, a la esfera intelectual, es darle forma.” (p. 210).

Mills utiliza dos tipos de notas: 1) las dirigidas a captar la estructura del razonamiento del autor en libros importantes; 2) las que se toman de partes de libros desde el punto de vista de algún tema particular.

El archivo es un “depósito de hechos y de ideas que crece sin cesar, desde las más vagas a las más precisas” (p. 210). El principal desafío para el sociólogo-artesano consiste en aprender a utilizarlo en la producción intelectual. Mills no encuentra mejor manera de ilustrar este problema que narrar su propia experiencia como investigador: para ello describe cómo llegó profundizó en el concepto de “estratificación” y cómo llegó por ese camino a estudiar las minorías. (p. 210-215).

¿Qué ocurre cuando termina el trabajo sobre otros libros?

“Todo lo que necesitáis está en vuestras notas y resúmenes; y en los márgenes de esas notas, así como en un fichero independiente, están las ideas para estudios empíricos.” (p. 215).

Mills considera que la primera parte de la investigación (el trabajo con las propias ideas y con los libros) es la parte fundamental, en tanto que la “investigación empírica” está condenada a ser “ligera y poco interesante” (p. 215).

“No hay más virtud en la investigación empírica como tal que en la lectura como tal. La finalidad de la investigación empírica es resolver desacuerdos y dudas acerca de hechos, haciendo así más fructíferos los razonamientos basando todos sus lados más sólidamente. Los hechos disciplinan la razón; pero la razón es la avanzada en todo campo de saber.” (p. 215; el resaltado es mío – AM-).

Nuestro autor sostiene que la investigación empírica debe realizarse una vez terminado el trabajo bibliográfico y sólo cuando sea estrictamente necesario. El trabajo de campo debe [a] “ofrecer incitaciones para construcciones teóricas”; [b] los proyectos deben ser eficaces y claros y, si es posible, ingeniosos. Quiero decir con esto que deben prometer rendir gran cantidad de materiales en proporción con el tiempo y el esfuerzo que suponen.” (p. 216).

Alienta la idea de que la manera más económica de plantear un problema consiste en

“hacerlo del modo que permita resolver la mayor parte de él por el razonamiento solo. Por el razonamiento tratamos de a) aislar cada cuestión de hecho que aún queda; y b) resolver esas cuestiones de hecho de tal manera que las soluciones prometan ayudarnos a resolver nuevos problemas con nuevos razonamientos.” (p. 216).

Mills plantea que los problemas de investigación se dividen en cuatro etapas: 1) los elementos y definiciones; 2) las relaciones lógicas entre esas definiciones y elementos (construcción de modelos preliminares); 3) eliminación de opiniones falsas debidas a omisiones de elementos necesarios, a definiciones impropias o confusas de los términos o a conceder indebida importancia a alguna parte del asunto; 4) formulación y reformulación de cuestiones de hecho que queden. (p. 217). El autor ilustra esto con un ejemplo de su experiencia de investigador (su estudio de los altos círculos de la sociedad norteamericana) (p. 217-222).

A continuación, ¿cuándo vienen las ideas? No existe una respuesta a la pregunta, más allá de “hablar de las condiciones generales y de algunas técnicas sencillas que parecen haber aumentado mis posibilidades de revelar algo” (p. 222).

Aquí se trata de cultivar la imaginación sociológica, que consiste en una parte considerable “en la capacidad de pasar de una perspectiva a otra y en el proceso de formar una opinión adecuada de una sociedad total y de sus componentes. Es esa imaginación, naturalmente, lo que separa al investigador social del mero técnico.” (p. 222; el resaltado es mío – AM -).

Propone modos definidos de estimular la imaginación sociológica:

1)    Reordenar el fichero como modo de incitar a la imaginación.

2)  Una actitud de juego hacia las frases y las palabras con que se definen diversas cuestiones. Buscar sinónimos de palabras clave en diccionarios y libros términos, con el objeto de conocer toda la extensión de sus acepciones. Definir con menos palabrerío y más precisión. Descomponer un enunciado general en sentidos más concretos. Elevar el grado de generalidad.

3)    Muchas nociones generales se convierten en tipos al reflexionar sobre ellas. Desarrollar una clasificación nueva. Adquirir la costumbre de la clasificación transversal

4)    Pensar los extremos para lograr mayor profundidad en el conocimiento del problema.

5) Invertir deliberadamente el sentido de la proporción (ejemplo: imaginar aldeas analfabetas con una población de 30 millones de habitantes).

6)    Obtener impresiones comparativas.

7)    Distinguir entre tema (una tendencia señalada de alguna concepción importante, o una distinción clave, como la de racionalidad y razón) y asunto (es una materia, como “las carreras de ejecutivos de empresas”).

Dedica todo el apartado 5 del Apéndice (p. 227-233) a la crítica del lenguaje de la sociología académica.

“Yo sé que estaréis de acuerdo en presentar vuestro trabajo en un lenguaje tan sencillo y claro como lo permitan el asunto y vuestras ideas acerca de él. Pero como podéis haber advertido, en las ciencias sociales parece prevalecer una prosa ampulosa y palabrera.” (p. 227).

La jerigonza imperante en la sociología académica “tiene poco o nada que ver con la complejidad de la materia y nada en absoluto con la profundidad del pensamiento. Con lo que tiene que ver mucho es con ciertas confusiones del escritor académico sobre su propia posición.” (p. 228). Mills sostiene que el lenguaje del sociólogo académico es un intento de evitar que se lo considere un “periodista”. Intenta obtener prestigio en un medio social que está completamente en contra de él.

Termina resumiendo su argumento:

1)    Ser artesanos. Huir de procedimientos rígidos. Desarrollar la imaginación sociológica. Evitar el fetichismo del método y la técnica.´

2)    Desarrollar la expresión clara y sencilla.

3)    Formular interpretaciones trans-históricas, pero no olvidar jamás la necesidad de estar siempre en contacto con la realidad histórica.

4)    Huir de la limitación del estudio de pequeños ambientes. Poner en relación estos ambientes con las estructuras sociales.

5)  Evitar la especialización imperante en las ciencias sociales. Buscar la plena comprensión comparativa de las estructuras sociales.

6)    Trabajar los problemas de la historia, de la biografía y de la estructura social.

7)    Saber que se es heredero de la tradición del análisis social clásico. Comprender por tanto a los hombres y mujeres como actores históricos y sociales, no aislados.

8)    “No permitáis que las cuestiones públicas, tal como son formuladas oficialmente, ni las inquietudes tal como son privadamente sentidas, determinen los problemas que escogéis para estudiarlos. Sobre todo, no renunciéis a vuestra autonomía moral y política, aceptando en los términos de cualquier otra persona la practicidad antiliberal del ethos burocrático ni la practicidad liberal de la dispersión moral.” (p. 235-236).

[La posición de Mills, aunque simpática, resulta insostenible bajo las condiciones actuales de producción de conocimiento científico. El sistema académico implica la estandarización, la cuantificación de la producción como criterio de calidad y la conformación de equipos de trabajo lanzados a la casa de fuentes de financiamiento. Todo ello va de la mano con la mercantilización del conocimiento científico en el marco del capitalismo. En este marco, Mills nos proponer volver a una utópica “autonomía” del científico social, que no sirve ni para luchar contra el capitalismo ni para integrarse al sistema moderno de producción de conocimiento. Su análisis de las causas del predominio de la sociología académica es muy superficial (véase su análisis de la jerigonza sociológica). ]


Villa del Parque, lunes 14 de marzo de 2016