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martes, 20 de octubre de 2020

CIENCIA POLÍTICA CURSO 2020 – CLASE N° 11bis: MARX

 

“Mas toda lucha de clases es una lucha política.”

Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895)



Bienvenidas y bienvenidos a la segunda parte de la undécima clase del curso.

La clase de hoy está dedicada a la teoría marxista del Estado. Es una continuación de nuestro encuentro anterior, en el que hicimos la presentación del Manifiesto comunista (1848). Ahora nos toca analizar el capítulo 1 de dicha obra, con el objetivo de esbozar el planteo de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895) sobre el Estado. [1] Dada la limitación de tiempo, apenas si podré mencionar (y mucho menos desarrollar) otras obras en las que Marx examinó la cuestión estatal. Sin embargo, me veré obligado a incursionar en la teoría marxista de la sociedad; ello es necesario para comprender mejor la argumentación de Marx y Engels.

Sin más dilación, arranquemos con la clase propiamente dicha.


Clase trabajadora, socialismo y marxismo

El marxismo surgió como resultado de las luchas del movimiento obrero europeo en las primeras décadas del siglo XIX. [2] Esto representa una diferencia significativa con la teoría social anterior. Los filósofos siempre habían pertenecido, por su origen social, a la clase dominante, y lo mismo ocurría con los economistas. Por tanto, los filósofos y los economistas elaboraron teorías para justificar el orden existente; ninguno de ellos desarrolló una teoría pensada desde la perspectiva de la clase trabajadora; siempre justificaron los objetivos y las aspiraciones de la clase dominante en todas las épocas. [3]

La irrupción de la clase obrera quebró las reglas de juego de la teoría social. Los campesinos, la clase trabajadora de las sociedades precapitalistas, se hallaban dispersos en un territorio muy vasto y, por lo general, eran analfabetos; sólo excepcionalmente pudieron organizarse a nivel nacional. El trabajador asalariado, en cambio, residía en las ciudades y se incorporó rápidamente a los sistemas educativos nacionales que se desarrollaron a lo largo del siglo XIX. Desde muy temprano se organizó en sindicatos, que desafiaron la dominación del capital. Además, y esto es central para los propósitos de este curso, comenzaron a desarrollar su propia concepción de la sociedad capitalista. [4]

El MC es el punto de confluencia de los procesos que acabamos de esbozar. Marx y Engels (sobre todo el primero) provenían de los medios intelectuales y se habían acercado a la clase trabajadora. Esto los llevó a romper con su ideología anterior y a desarrollar una nueva teoría de la sociedad. Esto aparece plasmado en obras como la Ideología alemana (un extenso manuscrito redactado en 1845-1846 y publicado recién en 1932), y Miseria de la filosofía (1847).

El MC tuvo origen en la solicitud que hizo la Liga de los Comunistas a Marx y Engels, quienes militaban en esa organización constituida por obreros y artesanos alemanes exiliados en varios países europeos, para que pusieran por escrito el programa del grupo. Esto hizo que el MC fuera, a la vez, un documento político y un texto de teoría social. Los comunistas pensaban que era necesario fundamentar su crítica de la sociedad, y que el programa de un partido socialista debía estar basado en un análisis científico de la realidad. Cabe decir que el MC constituye un brillante ejemplo de combinación de estrategia política y teoría social, independientemente de la opinión que se tenga del socialismo.

Así como no podemos tratar en este curso los múltiples aspectos de la teoría marxista, tampoco estamos en condiciones de desarrollar de modo acabado la argumentación del MC. Nuestros objetivos serán más limitados. Nos concentraremos en tres cuestiones: a) la teoría del capitalismo; b) la teoría de las clases sociales (burguesía y clase trabajadora); c) la teoría de la política. Para ello propondré una lectura particular, con saltos frecuentes de un capítulo a otro de la obra. [5]


La teoría del capitalismo:

Marx y Engels eran perfectamente conscientes del carácter novedoso de la organización social capitalista. A lo largo de la historia hubo múltiples formas de sociedad, pero ninguna tan peculiar ni tan expansiva como el capitalismo. Mientras que los imperios antiguos y el feudalismo habían sido estructuras políticas que modificaron poco y nada la manera de trabajar y las condiciones de vida de los campesinos (la mayoría de la población), el capitalismo, en el plazo de unas pocas décadas, introdujo modificaciones sin precedentes en las sociedades. La expresión “unas pocas décadas” no es un recurso retórico; el capitalismo moderno surgió con la primera Revolución Industrial, y está comenzó entre 1760 y 1770. El MC, por su parte, se publicó a principios de 1848, unos 80 años después del comienzo de esa revolución. En un plazo históricamente breve, el capitalismo modificó dramáticamente la vida de las personas. [6]

El primer capítulo del MC describe la magnitud de los cambios sociales bajo el capitalismo. Resulta casi paradójico que hayan sido dos socialistas quienes escribieron el elogio de la capacidad de la burguesía para transformar el mundo: “La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario.” (p. 37).

¿Cuál es el sentido de esta afirmación?

“La burguesía, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación a vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo de la tierra como por encanto. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?” (p. 41).

El capitalismo, a diferencia de las formas de organización social que lo precedieron, se caracteriza por una fenomenal capacidad para desarrollar las fuerzas productivas, esto es, la potencia para producir mercancías, constituida por el saber y la habilidad de los trabajadores, las herramientas y máquinas, la organización del proceso laboral, la ciencia y la tecnología. Marx y Engels señalaron que la burguesía se había apropiado la ciencia y la utilizaba para sus propios fines, modelándola a su imagen y semejanza. Nosotros, que vivimos en un mundo dominado por la tecnología (¡este curso sería imposible sin computadoras e internet!) comprendemos mejor que sus contemporáneos el significado de esa apropiación de la ciencia por el capital.

Pero ¿cuál es el motor de las transformaciones llevadas a cabo por la burguesía? La respuesta proporcionada por Marx y Engels es sencilla. La burguesía vive de explotar la fuerza de trabajo:

“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.” (p. 43).

El capitalista compra el uso de la fuerza de trabajo por un tiempo determinado, y se preocupa por obtener el mayor rendimiento posible de ese uso, dado que se apropia los frutos de ese trabajo gracias a la propiedad privada de los medios de producción. La riqueza generada en el proceso productivo le pertenece y dispone de ella, comandando por lo tanto la economía de la sociedad. No se trata de un mero interés egoísta del empresario (aunque el egoísmo es el motor del capitalista en tanto individuo), sino que el capitalista encarna los intereses, la lógica del capital.

“Ser capitalista significa ocupar, no sólo una posición personal en la producción, sino también una posición social. El capital es un producto colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por la actividad conjunto de todos los miembros de la sociedad. El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social.” (p. 54).

La frase anterior es particularmente significativa, pues muestra que Marx y Engels concebían al capitalismo como un sistema de relaciones sociales que condicionaban la conducta de los individuos, y no como el resultado de las decisiones individuales. En otros términos, el capitalismo es un sistema específico de relaciones sociales. Esto va en contra del sentido común dominante en nuestra época, que se expresa en frases tales como “pobre es el que quiere”, como si las posiciones sociales que ocupan las personas fueran el producto del carácter individual de cada una de ellas. Marx y Engels no niegan el papel del individuo, de su determinación, de su carácter, pero nos dicen que debemos prestar atención a las condiciones sociales que permiten que prosperen o se frustren sus decisiones individuales. De este modo, Marx y Engels estaban construyendo una ciencia social.

El capitalista dirige el proceso productivo; ello lo lleva a promover el desarrollo de nuevas técnicas y herramientas para volver más eficiente el proceso. En pocas palabras, trata de ahorrar el máximo posible de materiales utilizados en la producción, abaratando así los costos. Eso le permite afrontar la competencia con otros capitalistas y, en el plano internacional, la competencia entre países y bloques regionales. Por eso la burguesía debe desarrollar constantemente las fuerzas productivas.

Los resultados de las tendencias mencionadas ya estaban a la vista en 1848 y aparecen reflejados en MC.

a) “Una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio” (p. 36). Desde la primera Revolución Industrial (1760-1830), se han sucedido otras revoluciones industriales y grandes transformaciones tecnológicas. Ello no es producto de la casualidad ni de una mayor inventiva de los seres humanos, sino que es consecuencia de la necesidad de la burguesía de buscar mejores métodos para triunfar en la competencia con otros capitalistas y reducir el valor de la fuerza de trabajo (salarios).

b) “La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población.” (p. 40). El capital se centraliza cada vez más, las grandes empresas absorben o controlan a las más chicas. Esto es consecuencia de que las empresas con mayor proporción de capital desarrollan métodos y técnicas más eficientes de producción, lo cual les permite triunfar en la competencia.

c) “La gran industria ha creado el mercado mundial. (..) El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra.” (p. 36). El mercado mundial, si bien contaba ya con una historia de varios siglos, se hallaba en pañales en 1848. Su desarrollo no dejó de profundizarse hasta la actualidad. Esto se nota, por ejemplo, en la difusión de las mismas técnicas, la misma moda, la misma música, etc., en todos los países.

d) “Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países.” (p. 39).

Estas tendencias permiten caracterizar el capitalismo. Marx dedicó toda su vida intelectual a profundizar el estudio del modo de producción capitalista; ese trabajo quedó plasmado en El capital, cuyo Libro Primero fue publicado por primera vez en 1867. Sin embargo, la presentación de dichas tendencias en MC resulta insuperable por su claridad y poder de síntesis.


La teoría de las clases sociales:

La sociedad capitalista se basa en la propiedad privada de los medios de producción. Éstos pertenecen a una parte de la población, mientras que el resto se encuentra excluido de dicha propiedad. [7] Marx y Engels sostienen que esta forma específica de propiedad se encuentra en la base de la estructura de clases de la sociedad moderna:

“La propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros.” (p. 53).

Esa propiedad privada (la de los medios de producción) requiere de la colaboración de los trabajadores para ponerse en movimiento. Dicho de manera burda, las materias primas y las máquinas no crean mercancías por sí solas, hace falta un trabajador que las acciones.

“[El trabajo asalariado] lo que crea es capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para explotarlo a su vez. En su forma actual, la propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado.” (p. 53-54).

Como ya indicamos en el encuentro anterior, y a diferencia de lo que ocurre en las sociedades precapitalistas, la clase dominante en el capitalismo (la burguesía) está interesada en expandir la producción, en desarrollar las fuerzas productivas. Esa expansión no es armónica sino contradictoria, se da en el marco de la lucha entre el capital y el trabajo, entre empresarios y trabajadores.

La burguesía y la clase trabajadora se crean (y re-crean a cada momento) mutuamente.

“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.” (p. 43).

Este punto es importante, pues el énfasis que pone el MC en la lucha de clases no debe hacer olvidar que esa lucha presupone la relación de dependencia recíproca de las clases en conflicto. Dicho conflicto surge, precisamente, del tipo de relación que se entabla entre burgueses y proletarios en el proceso productivo, y no de las cualidades personales de unos y otros. En otras palabras, empresarios y trabajadores luchan por intereses materiales, no por egoísmo individual.

El desarrollo de la producción capitalista aumenta el número de asalariados, así como también modifica las condiciones materiales en que producen los trabajadores:

“La industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente inferior.” (p. 46).

No importa en este momento discutir si los pronósticos de Marx y Engels sobre la capacidad de la clase trabajadora para derrocar al capitalismo y construir una nueva sociedad eran correctos; con el diario del lunes en la mano es evidente que esto no fue así (o, por lo menos, no ha sido así hasta el presente). Lo importante aquí es destacar que la clase obrera es moldeada por el desarrollo del capitalismo, y que este desarrollo está condicionado por el tipo de relación que se establece entre capitalistas y trabajadores. La burguesía crea a los trabajadores; los trabajadores crean a la burguesía.

Ya hemos visto como el capitalismo supone la modificación incesante de las condiciones de producción social; esto se traduce en una mayor explotación de la clase trabajadora. Marx y Engels describen así este proceso:

“El creciente empleo de máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter sustantivo y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Este se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo [de su fuerza de trabajo], como el de toda mercancía, es igual a su costo de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios. Más aún, cuando más se desenvuelven el maquinismo y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas.” (p. 44).

Este aumento de la explotación de la clase trabajadora potenció la lucha de esta contra la burguesía. Desde la perspectiva de Marx y Engels, toda la historia humana era historia de la lucha de clases; al respecto, la frase que figura al comienzo del MC es una de las más conocidas de la obra:

“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.” (p. 34).

Pero la lucha de clases asumió un carácter diferente en la sociedad capitalista. Por primera vez en la historia una clase oprimida (la clase trabajadora) desarrolló a su interior un proyecto teórico y político cuyo objetivo era la supresión de las clases sociales y no el mero ascenso al poder político de una nueva clase. [8] Esto fue posible, entre otras cosas, por las condiciones sociales creadas por la misma producción capitalista:

“Pero la industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el número de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduciendo el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente inferior.” (p. 46).

No importan en este momento los errores del diagnóstico; con el tiempo, la burguesía desarrolló la capacidad de integrar al capitalismo a la clase trabajadora. Pero lo cierto es que el capitalismo generó las condiciones para que los trabajadores pudieran organizarse en sindicatos y partidos políticos, algo que no había ocurrido con las clases oprimidas en las sociedades anteriores.

En MC se encuentra una periodización de las etapas de la lucha de la clase obrera contra la burguesía. No es una secuencia lineal, pues los mismos Marx y Engels admiten que los triunfos obreros son “efímeros”. Aquí operan dos tendencias: de un lado, el aumento de la cohesión, gracias al desarrollo de la producción capitalista; del otro, la disgregación a partir de la competencia promovida por esa misma producción.

“A veces los obreros triunfan: pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros. Esta unión es favorecida por el crecimiento de los medios de comunicación, creados por la gran industria y que ponen en contacto a los obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se centralicen en una lucha nacional en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una lucha política. (…) Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político, es sin cesar socavada por la competencia entre los propios obreros.” (p. 47).

La mencionada periodización puede resumirse así:

“Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados; después, por los obreros de una misma fábrica; más tarde, por los obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgués aislado que los explota directamente. No se contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de producción, y los dirigen contra los mismos instrumentos de producción: destruyen las mercancías extranjeras que les hacen competencia, rompen las máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar por la fuera la posición perdida del trabajador de la Edad Media.” (p. 45-46).

El punto más alto de la lucha de los trabajadores está dado por el desarrollo de una organización política independiente de la burguesía. En términos más concretos, se trata de la constitución de partidos socialistas, cuyo objetivo es la abolición del capitalismo y la construcción de una nueva forma de organización social, el socialismo.


La teoría de la política:

El MC es, precisamente, la expresión de una organización política de la clase obrera; por eso, en él se conjugan el análisis científico del capitalismo y el desarrollo de una propuesta política para reemplazarlo por otra organización social.

Aquí sólo podemos bosquejar los rasgos más generales de la concepción política contenida en el MC. El punto de partida es la afirmación del carácter de clase del Estado:

“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.” (p. 37). [9]

La clase trabajadora, cuyas luchas se vuelven cada vez más nacionales, en el sentido de que abarcan todo el territorio de un país, está obligada a derrocar el poder político de la clase capitalista:

“Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primariamente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía. (…) revolución abierta y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación.” (p. 50).

Esta revolución tiene por objetivo la conquista del Estado:

“El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del Poder político por el proletariado.” (p. 52).

En otras palabras, la organización política constituye el punto más alto del proceso de unión y organización de la clase trabajadora, el momento en que los miembros de esta clase adquieren la conciencia de ser una masa opuesta a la burguesía. Esa conciencia se expresa, precisamente, en la construcción de la autonomía política de la clase, es decir, en la construcción de un proyecto político propio, independiente de los partidos políticos que responden a la burguesía. Si bien en MC se afirma más de una vez que la tendencia de la clase trabajadora a la organización sindical y política es inexorable y que, a la larga, termina indefectiblemente en la revolución, la verdad es que se trata de una tendencia, contrarrestada por otra tendencia indicada en la obra: la competencia entre los trabajadores. [10]

Por último, en el MC se enfatiza la necesidad de la organización internacional de los trabajadores, puesto que el capitalismo es un sistema mundial.

“Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder político, elevarse a la condición de clase nacional, constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués. El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que les corresponden.” (p. 89).

Marx y Engels plantean que “la acción común del proletariado, al menos el de los países civilizados, es una de las primeras condiciones de su emancipación” (p. 59-60). De ahí que el MC termine con el conocido llamamiento: ¡Proletarios de todos los países, uníos!

Con esto termina nuestra breve exposición del MC. En la clase siguiente nos dedicaremos a describir el enfoque leninista del problema del Estado.

Muchas gracias por su atención y paciencia.

 

 

Villa del Parque, martes 20 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

MC = Manifiesto comunista


NOTAS:

[1] En la redacción de esta clase se utilizó la siguiente edición: Marx, K. y Engels, F. (1986). Manifiesto del partido comunista. Buenos Aires, Argentina: Anteo.  A esta edición, que incluye los distintos prefacios redactados por Marx y Engels, así como también los Principios del comunismo, redactados por Engels, pertenecen todas las citas incluidas en el texto.

[2] Para un resumen de los orígenes del marxismo, centrado en la trayectoria intelectual de Marx, consultar: Mayo, A. (2005). La epistemología del conocimiento: Introducción a los modelos epistemológicos de las ciencias sociales. Buenos Aires, Argentina: Jorge Baudino (Capítulo 4).

[3] Aquí podría objetarse que en el siglo XVIII los filósofos de la Ilustración combatieron el absolutismo monárquico. Ahora bien, dicho de modo esquemático, esa lucha fue parte del ascenso de la burguesía al poder político; la clase burguesa, sin embargo, contaba con el poder económico que derivaba de la propiedad privada de los medios de producción; por tanto, su situación era muy diferente a la de la clase trabajadora del siglo XIX.

[4] En este sentido, las primeras décadas del siglo XIX constituyeron un verdadero caldo de cultivo de corrientes ideológicas que alcanzarían gran difusión. El impacto de las transformaciones generadas por el capitalismo, la velocidad y la extensión geográfica de los cambios, hicieron que tanto los intelectuales como los militantes obreros discutieran entre sí el capitalismo y las perspectivas de su transformación. Eso aparece reflejado en el capítulo III del MC (“Literatura socialista y comunista”).

[5] Si bien el programa de la materia indica que sólo el capítulo 1 es de lectura obligatoria, las necesidades de la exposición obligan a traspasar ese límite. Confieso que no siento ninguna pena por ello.

[6] Es necesario limitar los alcances de esta afirmación. En 1848 el capitalismo moderno abarcaba Gran Bretaña, algunos países de Europa occidental (Bélgica y Francia) y los EE. UU.

[7] Engels redactó una nota para la edición inglesa de 1888 del MC. En ella definió así a las dos clases principales de la sociedad capitalista: “Por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas modernos, propietarios de los medios de producción social, que emplean el trabajo asalariado. Por proletarios se comprende a la clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir.” (p. 34).

[8] “Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de consolidar la situación adquirida sometiendo a toda la sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio modo de apropiación existente en vigor, y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.” (p. 49).

[9] La frase, que se encuentra en el Manifiesto del Partido Comunista, es harto conocida por militantes políticos, estudiantes y académicos. Cada vez que hay que resumir la concepción marxista del Estado se recurre a ella. Su sentido parece ser evidente: Marx y Engels enfatizan con ella el carácter de clase del Estado, su función de instrumento que garantiza la dominación de la burguesía. Sin embargo, si la función del Estado fuera tan visible, la dominación capitalista correría peligro. Un poder demasiado evidente es ineficaz. Los dominados se darían cuenta que se encuentran sometidos por un poder ajeno, que tiene por misión someterlos. En el límite, podrían llegar a pensar que el fundamento del Estado es la fuerza al servicio de la dominación de una clase particular. No obstante, la frase de Marx y Engels puede entenderse de otro modo, más complejo y rico en consecuencias políticas. La burguesía no es un todo homogéneo; se halla dividida en fracciones que defienden intereses específicos; los empresarios compiten entre sí. Pero la frase hace referencia a los “intereses generales” de la burguesía. ¿Cuáles pueden ser éstos? Ante todo, la preservación de la propiedad privada de los medios de producción y la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Pero puede darse el caso de que los intereses particulares de una fracción de la burguesía vayan en contra de esos intereses colectivos. Por ejemplo: los empresarios agrícolas prefieren exportar porque los precios del trigo son más altos en el mercado internacional que en el interno. Eso encarece el precio del pan en el país. En consecuencia, los trabajadores reclaman el alza de su salario, perjudicando así las ganancias de los empresarios que no producen ni trigo ni pan. El Estado interviene regulando el precio del pan y/o poniendo un tope a la cantidad de trigo que puede exportarse. De ese modo, resguarda los intereses colectivos de la clase capitalista.

La intervención del Estado en contra de una fracción particular de la burguesía tiene otro efecto, fundamental para la consolidación de la dominación del capital: crea la posibilidad de que el Estado aparezca como representante de los intereses de todos. De ese modo, se oscurece el clasismo del Estado. Denunciar el carácter de clase del Estado es sólo el primer paso; es preciso analizar los mecanismos políticos de la dominación capitalista. El análisis de la composición de la burguesía en cada caso concreto resulta imprescindible para entender la dialéctica entre sus intereses colectivos y los intereses particulares de sus diferentes fracciones. El conocimiento de esa dialéctica es central para entender las formas en que el capitalismo supera sus crisis. La concepción del Estado expuesta en el Manifiesto se resiste a los esquemas fáciles. Durante mucho tiempo, en épocas de ascenso del movimiento obrero (el destinatario último de la argumentación contenida en la obra) la frase citada fue interpretada en su sentido más evidente: el énfasis en el carácter de clase del Estado. Ahora, en una etapa de derrota de los trabajadores, quienes seguimos defendiendo la causa del socialismo estamos obligados a leer el otro significado contenido en la afirmación de Marx y Engels, pues hay que comprender cada uno de los mecanismos de que dispone el capitalismo para perpetuarse como régimen social.

[10] En la época en que Marx y Engels redactaron el MC, el Estado se dedicaba a combatir a las organizaciones obreras, por ejemplo, prohibiendo los sindicatos. Pero esta actitud fue cambiando a partir de la segunda mitad del siglo XIX: el reconocimiento legal de los sindicatos, el sufragio universal, etc. Estas medidas, que se fueron dando gradualmente y al calor de las luchas entre capital y trabajo, aumentaron notablemente la capacidad de la clase capitalista para erosionar la independencia política de los trabadores e integrarlos a las reglas de juego del sistema.


jueves, 15 de octubre de 2020

CIENCIA POLÍTICA CURSO 2020 – CLASE N° 11: MARX




“Juré que la Revolución no sería

un té servido a las cinco de la tarde.”

Andrés Rivera (1928-2016), escritor argentino.


Bienvenidas y bienvenidos a la undécima clase del curso.

La clase de hoy está dedicada a la teoría del Estado y la política de Karl Marx (1818-1883). La influencia del marxismo en las ciencias sociales y en la historia de los siglos XIX y XX es indiscutible, más allá de que se esté de acuerdo o no con los planteos marxistas; esa influencia es la fuente de polémicas incesantes, que enturbian el conocimiento de la obra del socialista alemán. Para nosotros resulta imposible resumir los aportes de Marx a la teoría política en una sola clase. Dada la escasez de tiempo disponible, hemos encarado un recorte feroz y nos hemos quedado con el primer capítulo del Manifiesto comunista [1], escrito por Marx junto a Friedrich Engels (1820-1895). La clase de hoy está dedicada al análisis de dicho texto.

Sin más dilación, arranquemos con la clase propiamente dicha.


Ante todo, una introducción necesaria

Antes de empezar la lectura del MC corresponde hacerse una pregunta, de cuya respuesta depende todo lo demás: ¿Qué utilidad puede tener para nosotros, estudiar un texto escrito hace 172 años?

En un contexto todavía marcado por la caída de la URSS y los demás países “socialistas” (1989-1991), en el que casi nadie considera al socialismo como alternativa viable al capitalismo, la respuesta al interrogante cobra aun mayor importancia.

Responder a la pregunta no es sencillo, ni es algo que pueda hacerse en una clase. Sin embargo, es posible decir algunas cosas sobre el Manifiesto, que pueden ser de utilidad para ir armando una respuesta.

El MC es un escrito político, destinado a exponer las ideas y propuestas de una organización política [2] que se había propuesto como objetivo derribar al capitalismo e instaurar el socialismo. Por lo tanto, la justificación de su estudio debe pasar primordialmente por lo político. El MC tiene que contener algo que contribuya a clarificar los problemas políticos actuales de la clase trabajadora.

El MC es un conjunto de textos que abarca mucho más que el Manifiesto propiamente dicho. Así, incluye los prólogos que Marx y Engels redactaron para cada una de las ediciones de la obra. [3] Precisamente dos de esos prólogos sirven para justificar el estudio del Manifiesto.

En primer lugar, está el prefacio de Engels a la edición de 1888. [4] Allí encontramos dos afirmaciones fundamentales para comprender la utilidad política del MC.

1] La teoría de la sociedad elaborada por Marx y Engels, el materialismo histórico, no es una receta universal que se aplica a cualquier realidad y a cualquier coyuntura, sino que parte de analizar cuáles son las formas en que se organiza la producción, las relaciones sociales de producción. En este sentido, la tesis central del MC es la siguiente:

“En toda época histórica el modo dominante de producción y de cambio y la estructura social que necesariamente deriva de él, constituye la base sobre la cual se edifica la historia política e intelectual de esa época y solamente por él puede ser explicada; (…) de acuerdo con esto, toda la historia de la Humanidad (...) ha sido historia de las luchas de clases, luchas entre los explotadores y explotados, entre opresores y oprimidos; (…) la historia de estas luchas de clases representa un desarrollo que al presente alcanzó un grado en el que la clase explotada y oprimida – el proletariado – no puede alcanzar su liberación del yugo de la clase explotadora y opresora – la burguesía – sin liberar al mismo tiempo, de una vez por todas, a la sociedad entera de toda explotación y opresión, de todas las diferencias y de todas las luchas de clases.” (p. 20).

El MC conecta el pensar y el hacer. El eje del planteo es el estudio de la realidad para construir una política de la clase trabajadora. Este es el núcleo del MH.

La misma historia del MC relatada por Engels, confirma la afirmación del párrafo anterior.

“En el Congreso de la Liga [de los Comunistas], que tuvo lugar en Londres en noviembre de 1847, fueron encargados Marx y Engels de la publicación de un programa de partido completo, que habría de orientarla en su camino.” (p. 15).

Esto es importante, pues suele olvidarse que el MC es un texto directamente político, no un escrito académico. Por eso, los dos primeros capítulos del MC, en los que se esboza el desarrollo del capitalismo y la lucha entre capital y trabajo, constituyen el fundamento necesario de la acción política de la Liga de los Comunistas.

2] El estudio de la estructura social (el conjunto de relaciones sociales) sirve para pensar la estrategia y las tácticas dirigidas a enfrentar al capitalismo. En síntesis, para el marxismo, los tipos de acción, las tácticas, dependen del análisis que se haya hecho de la realidad.

Marx y Engels son claros cuando afirman que la aplicación práctica del programa del MC (1848) depende de las condiciones históricas existentes. Esto queda claro en el prefacio a la edición alemana de 1872. [5] Allí escribieron: “El mismo Manifiesto explica que la aplicación práctica de estos principios dependerá siempre, y en todas partes, de las circunstancias históricas existentes.” (p. 8).

Como ya dijimos, el MH no es una fórmula, algo que hay que aplicar en todos los tiempos, lugares y circunstancias. Por el contrario, pretende ser un método crítico de la realidad, una manera de entenderla para luego transformarla. Por esto no debe ser concebido como un dogma.

En el prefacio de 1872, los autores del MC señalan la necesidad de retocar “algunos puntos” del texto. ¡Y esto a sólo 24 años de la publicación de la primera edición de la obra!

¿Cuáles son los factores que exigían una modificación del MC?

Marx y Engels indican tres factores: a) “el desarrollo colosal de la gran industria en los últimos veinticinco años”; b) “el [desarrollo] de la organización del partido de la clase obrera”; c) la Comuna de París [1871], “que eleva por primera vez al proletariado durante dos meses, al Poder político” (p. 8). [6] Los puntos b y c están estrechamente relacionados, pues, tal como se lee en el MC, “toda lucha de clases es una lucha política” (p. 47).

En base a lo anterior, Marx y Engels plantean que “este programa ha envejecido en algunos de sus puntos” (p. 8). Dicen que las experiencias políticas de la clase trabajadora en el período 1848-1872 obligan a modificar la posición del MC respecto al Estado:

“La Comuna ha demostrado, sobre todo, que «la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines»” (p. 8). [7]

De modo que los autores del MC consideraban que la posición tomada en 1848 frente al Estado tenía que ser modificada radicalmente a partir de las experiencias de lucha de la clase trabajadora. El Estado no puede ser utilizado tal como está para construir el socialismo; el Estado es un instrumento de opresión y, como tal, no puede ser un instrumento de liberación. [8]

En síntesis, Marx y Engels consideraban en 1872 que el MC había “envejecido” en tres ítems, mencionados expresamente en el prefacio de ese año. En primer lugar, el programa contenido al final del cap. 2 (p. 62-63); en segundo término, la cuestión del Estado; en tercer lugar, el cap. 3, dedicado a la “crítica de la literatura socialista”, al que consideran “incompleto”; por último, el cap. 4, dedicado a la actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición. [9]

Ahora bien, si ya en 1872 los propios autores del MC afirmaban que era necesario modificar partes de este debido a la transformación de las condiciones económicas, sociales y políticas, ¿qué duda puede quedar hoy, en 2020, acerca de la necesidad de no considerar al MC – y a cualquier otro texto de los clásicos y los no tan clásicos – como un dogma? Esto nos lleva a adoptar la misma posición de Engels en el prefacio de 1888: el MH es un método para analizar la realidad, no un conjunto de proposiciones válidas para toda época y lugar.

Una vez aceptada la proposición que figura al final del párrafo precedente, el camino a seguir es claro: hay que aplicar las categorías del método del MH al análisis de la realidad concreta, de nuestra realidad concreta. Si esas categorías no sirven, corresponde modificar las categorías o crear otras nuevas. Si no se entiende esto, estamos condenados a cometer una y otra vez los mismos errores.

Por lo tanto, proponemos una lectura del MC centrada en la búsqueda de herramientas útiles para el estudio de nuestra realidad. En este sentido, consideramos que el MC contiene varias afirmaciones fundamentales: 1) la centralidad de la relación capital – trabajo; 2) la lucha de clases como motor de la historia; 3) el carácter de clase del Estado; 4) el rechazo al nacionalismo y el carácter internacional de la lucha de clases de los trabajadores; 5) la revolución como salida al capitalismo.


El periódico de ayer. Contexto histórico del MC

En línea con lo que acabamos de decir, es necesario poner en contexto el MC, pues eso nos permitirá tener una mejor comprensión de sus alcances y limitaciones.

En el período que va de 1843 a 1845, Marx realizó un intenso trabajo intelectual. Esta tarea lo condujo a la superación de la filosofía de Hegel (1770-1831) y del liberalismo, y determinó su adhesión al socialismo.

El pasaje del hegelianismo y del liberalismo al socialismo no fue un proceso exclusivamente intelectual. Asumir esta postura supondría adoptar una concepción idealista del desarrollo del marxismo, la cual representaría la negación misma de la ruptura teórica realizada por Marx respecto a los viejos modelos filosóficos. La revisión crítica del liberalismo y de la filosofía hegeliana fue disparada por dos cuestiones prácticas: a) el fracaso del liberalismo alemán en obtener reformas de parte de la monarquía prusiana; b) el ascenso de las luchas obreras en Inglaterra y en el continente europeo a lo largo de la década de 1840.

1.      El fracaso del liberalismo alemán

A principios de la década de 1840 la situación política alemana estaba caracterizada por la hegemonía de Prusia y de los regímenes políticos absolutistas, herederos de los vencedores de la Francia napoleónica. Hay que tener en cuenta que Alemania se encontraba dividida en una multitud unidades políticas (entre las que sobresalía el reino prusiano), siendo esta división una causa tanto de atraso económico (Alemania no constituía un mercado unificado) como político (mantenía la situación de relativo aislamiento entre las regiones, dificultando la aparición de un movimiento político nacional que quebrara la hegemonía de los príncipes alemanes). Sin embargo, desde la victoria de la Revolución de 1830 en Francia, se había producido un ascenso paulatino del liberalismo, motivado, en primer lugar, por el desarrollo económico que había robustecido la posición social de la burguesía. Las regiones más occidentales del reino prusiano, como Renania (provincia que limitaba con Francia) se beneficiaron con esta expansión de la economía.

En el plano de las ideas, el ascenso de la burguesía se expresó de dos modos: a) la difusión de las tesis del liberalismo político, cuya expresión práctica más conocida era la Revolución Francesa (1789-1794). Dicha Revolución se había plasmado en el plano de la teoría política en los principios enunciados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789); b) las críticas de izquierda a la filosofía hegeliana, la que había pasado a representar cada vez más la ideología del Estado prusiano (esto a despecho de las ideas liberales del mismo Hegel - quien había sido partidario convencido de la Revolución Francesa-, y del método dialéctico presente en sus obras).

De modo semejante a sus compañeros de ideas en Francia e Inglaterra, los liberales alemanes reclamaban la participación de la burguesía en el gobierno. Esto suponía la desaparición del absolutismo, así como una transferencia de poder político desde la monarquía y los señores feudales hacia la burguesía de las regiones occidentales y las ciudades. Sin embargo, los liberales estaban lejos de reclamar la abolición de la monarquía. Se contentaban, en cambio, con la instauración de una monarquía constitucional, que simbolizara un nuevo equilibrio de las fuerzas sociales. Su radicalismo estaba moderado por el recuerdo de la República Jacobina de 1793-1794, la cual era vista por la burguesía como un sinónimo de desorden y de anarquía.

La muerte del monarca prusiano Federico Guillermo III (1770-1840) y la llegada al trono de Federico Guillermo IV (1795-1861) potenció las expectativas reformistas de la burguesía. El nuevo rey pareció favorecer inicialmente las aspiraciones liberales. A este respecto resulta significativo que algunos Jóvenes Hegelianos [10] hayan saludado con entusiasmo el advenimiento del nuevo soberano. En este marco, Marx comenzó su carrera como periodista en el periódico Rheinische Zeitung (1842).

La primavera reformista duró poco. Federico Guillermo IV ratificó el carácter absolutista de la monarquía prusiana. La censura a la prensa se endureció, los periódicos liberales debieron optar entre claudicar o cesar de publicarse, los profesores de tendencias liberales fueron expulsados de la Universidad. En la práctica, los liberales no consiguieron imponer ninguno de sus reclamos. De hecho, hasta el estallido de la Revolución de 1848, la burguesía alemana siguió enriqueciéndose en términos económicos, pero dejó de lado la lucha por el control del poder político.

2.      El ascenso de las luchas obreras en la década de 1840

La Revolución Industrial había comenzado alrededor de 1760 en Inglaterra. Dejando de lado el incremento de la riqueza y las transformaciones tecnológicas, sus efectos sociales más importantes fueron el fortalecimiento de la posición social de la burguesía y la aparición del proletariado moderno. Esta nueva clase trabajadora, surgida de las masas de campesinos que fluían a las ciudades, de la desintegración de los gremios de artesanos, de la pauperización de los trabajadores independientes frente a la competencia de las máquinas y de la disciplina draconiana impuesta por los capitalistas, comenzó a luchar por mejorar sus condiciones de vida.

No tenemos tiempo para describir aquí el proceso de las luchas de los trabajadores. Basta decir que ya en la década de 1830 hubo intentos de crear una organización sindical que agrupara a todos los obreros de Gran Bretaña. La Reforma Electoral de 1832 amplió la participación de la burguesía en las elecciones, pero dejó afuera a varios sectores de la misma burguesía y a la clase obrera.

El movimiento cartista fue una expresión política propia del proletariado inglés, surgida a fines de la década de 1830, cuyo objetivo fundamental era obtener el derecho de voto para los trabajadores varones. Su capacidad para movilizar a las masas obreras detrás de sus consignas fue impresionante, a pesar de su inoperancia para lograr resultados concretos en el plano de la legislación electoral. Por otra parte, entre las décadas de 1820 y 1830, algunos economistas radicales desarrollaron en un sentido socialista la teoría del valor trabajo del economista clásico David Ricardo (1772-1823), denunciando que la fuente del poder de la burguesía radicaba en el trabajo no pagado al proletariado, que era apropiado por los capitalistas. Además, militantes obreros como Robert Owen (1771-1858) se preocupaban por encontrar formas alternativas (cooperativismo) al sistema capitalista.

Todas estas experiencias, en algunos casos opuestas entre sí, expresaban la búsqueda de respuestas a la miseria y a la desigualdad engendradas por la expansión de las relaciones sociales capitalistas. La nueva pobreza resultaba particularmente indignante, porque se daba en medio de la multiplicación de la riqueza, en proporciones nunca vistas en la historia. La prédica de los economistas liberales ya no resultaba tan convincente como en las primeras décadas del siglo XX, en parte porque las masas trabajadoras quedaban fuera de las nuevas riquezas generadas por la expansión industrial, así como también porque la sucesión de crisis periódicas sumía a muchos miembros de la pequeña burguesía en la incertidumbre y, en numerosos casos, los hundía en las filas de los trabajadores. En este marco, la burguesía mostraba una menor capacidad para encuadrar ideológicamente a las masas trabajadoras. [11] La clase obrera disponía de muchos más recursos para construir una contrahegemonía capaz de disputar el poder a los capitalistas.

En la década de 1830 los efectos de la Revolución de Julio de 1830 en Francia se empezaron a sentir en el continente europeo. Sin entrar en detalles, la situación fue más grave porque el continente estaba dominado por regímenes que no concedían ningún derecho de protesta a los trabajadores. De este modo, la incipiente lucha de los trabajadores contra la burguesía se enredaba con su confrontación contra los resabios del absolutismo y del feudalismo. Francia, con su tradición revolucionaria jacobina, es el ejemplo clásico de esta situación. Salvo el caso de la insurrección parisina de junio de 1848 [12], todas las rebeliones en que participaron los trabajadores estuvieron signadas por la utilización de consignas republicanas.

Alemania presenta características peculiares respecto a lo dicho en el párrafo anterior. El desarrollo industrial de este país era escaso y no existía el movimiento obrero como tal. Sin embargo, la insurrección de los tejedores de Silesia (1844) marcó el comienzo de una nueva etapa de la lucha de clases. Por otra parte, los artesanos y trabajadores alemanes residentes en Francia, Inglaterra y Suiza, cuya ideología combinaba el republicanismo con distintas variantes de socialismo, constituyeron el caldo de cultivo del que surgió la primera organización internacional de los trabajadores, la Liga de los Comunistas. El MC fue justamente el documento programático de la nueva organización, y fue publicado poco antes del estallido de la Revolución de Febrero de 1848.

3.      La incorporación de Marx y Engels al movimiento socialista

Como ya hemos dicho, a partir de la Revolución de 1830 en Francia se verificó un ascenso del movimiento socialista y de las ideas socialista en varios países europeos. Sin entrar en detalles, puede afirmarse que la década de 1840 significó el momento del despegue del socialismo, que coexistía con el liberalismo y el republicanismo pequeñoburgués. [13] La lucha contra el absolutismo monárquico y el feudalismo eran los elementos que unificaban, en forma contradictoria e inestable, a la burguesía y a las masas de trabajadores de la ciudad y del campo. Sólo a partir de las derrotas de las Revoluciones de 1848-1849 comenzaron a delimitarse los campos de los partidos burgueses y los partidos socialistas (y esto, por cierto, de un modo sumamente complejo que se resiste a todo esquematismo). Puede decirse que, a mediados de la década de 1840, el socialismo era una especie de "moda intelectual", que había logrado traspasar los límites de sus orígenes obreros y había sido adoptado por muchos intelectuales de la clase media. De ahí la frase inicial del Manifiesto: "Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo" (p. 33).

 

El socialismo existía, por tanto, con anterioridad a la publicación del Manifiesto Comunista. Es por esto por lo que corresponde decir que Marx y Engels se incorporaron a un movimiento ya existente, que presentaba una gran variedad de tendencias en su seno. Pero esto nos obliga a plantearnos la cuestión de cuál fue la contribución específica de Marx y Engels a la teoría y práctica socialistas. En otros términos, ¿por qué puede decirse que el marxismo significó un antes y un después en la historia del socialismo? La formulación de una respuesta a esta pregunta nos lleva directamente al examen del Manifiesto Comunista.

Hasta aquí llega la clase de hoy. Por razones de extensión he decidido dividir en dos partes el análisis del MC. En el siguiente encuentro nos abocaremos al análisis del capítulo 1.

Muchas gracias por su atención.

 

Villa del Parque, jueves 15 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

MC = Manifiesto comunista


NOTAS:

[1] En la redacción de esta clase se utilizó la siguiente edición: Marx, K. y Engels, F. (1986). Manifiesto del partido comunista. Buenos Aires, Argentina: Anteo.  A esta edición, que incluye los distintos prefacios redactados por Marx y Engels, así como también los Principios del comunismo, redactados por Engels, pertenecen todas las citas incluidas en el texto.

 [2] El MC fue redactado a pedido de la Liga de los Comunistas, organización en la que militaban Marx y Engels. La Liga estaba conformada por artesanos y obreros alemanes, la mayoría de los cuales se encontraba fuera de su país ya sea por razones políticas o laborales. Esta circunstancia hizo que la Liga tuviera desde sus comienzos un carácter internacional, pues sus miembros se hallaban dispersos en Francia, Inglaterra, Bélgica y la propia Alemania. El MC fue el programa de la Liga. Sus miembros participaron en las revoluciones de 1848-49 (sobre todo en Francia y en Alemania). Fue disuelta en 1850, cuando la policía prusiana detuvo a varios de los miembros de la Liga y los llevó a juicio.

[3] El MC está compuesto por: a) el Manifiesto propiamente dicho; b) prefacio a la edición alemana de 1872, coescrito por Marx y Engels; c) prefacio a la edición rusa de 1882, coescrito por Marx y Engels; d) prefacio a la edición alemana de 1883, escrito por Engels; e) prefacio a la edición inglesa de 1888, escrito por Engels; f) prefacio a la edición alemana de 1890, escrito por Engels; g) prefacio a la edición polaca de 1892, escrito por Engels; h) prefacio a la edición italiana de 1893, escrito por Engels; i) Principios del comunismo, trabajo redactado por Engels a fines de octubre y principios de noviembre de 1847, como proyecto de programa de la Liga de los Comunistas, y que terminó siendo reemplazado por el MC.

[4] El prefacio está fechado en Londres el 30 de enero de 1888. Fue redactado para la edición inglesa del MC, cuya traducción estuvo a cargo de Samuel Moore (1838-1911). Moore fue colaborador de Engels durante varios años; se había encargado anteriormente de la traducción al inglés de la mayor parte del Libro I de El capital de Marx.

[5] Fechado en Londres el 24 de junio de 1872 y firmado por Marx y Engels.

[6] En marzo de 1871 la población de París, compuesta mayoritariamente por trabajadores, se negó a entregar las armas al Gobierno Provisional con sede en Versalles. En París se constituyó un nuevo gobierno, la Comuna, que se enfrentó con las fuerzas de Versalles. La lucha culminó en mayo de ese año con el aplastamiento de la Comuna, coronado por fusilamientos masivos de los comuneros a manos de los versalleses. Marx dedicó su obra La guerra civil en Francia (1871), manifiesto de la Asociación Internacional de Trabajadores [1° Internacional] sobre la Comuna de París, redactado en abril-mayo de 1871.

[7] Ese pasaje se encuentra en La guerra civil en Francia (1871).

[8] “Pero el proletariado no puede, como lo hicieron las clases dominantes y sus diversas fracciones rivales inmediatamente después de su triunfo, tomar simplemente posesión del cuerpo del Estado existente y hacer funcionar ese aparato para sus propios fines. La primera condición para conservar el poder político es transformar el mecanismo actuante y destruirlo en tanto que instrumento de dominación de clase. (…) El instrumento político de su sumisión no puede servir de instrumento político de su emancipación.” (Marx, K., Borrador II de La guerra civil en Francia, citado por Rubel, M. y Janover, L., Marx anarquista, Buenos Aires, Madreselva, 2010, p. 61).

[9] Respecto al cap. 4: “si las observaciones que se hacen sobre la actitud de los comunistas antes los diferentes partidos de oposición (…) son exactas todavía en sus trazos generales, han quedado anticuadas en sus detalles, ya que la situación política ha cambiado completamente y el desarrollo histórico ha borrado de la faz de la tierra a la mayoría de los partidos que allí se enumeraban.” (p. 9).

[10] Denominación del grupo de los hegelianos de izquierda, cuyas figuras más representativas eran el filósofo Bruno Bauer (1809-1882) y el filósofo y periodista Arnold Ruge (1802-1880).

[11] Los sindicatos estaban prohibidos y la respuesta de los gobiernos frente a las demandas de los trabajadores era, por lo general, la represión.

[12] La Revolución de Febrero de 1848 abarcó buena parte del continente europeo, pero tuvo su epicentro en Francia. Marx dedicó dos trabajos a examinar esa experiencia: Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 y El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. En la segunda de estas obras, Marx analiza la insurrección obrera de junio de 1848 en París: “el acontecimiento más gigantesco en la historia de las guerras civiles europeas. Venció la república burguesa. A su lado estaban la aristocracia financiera, la burguesía industrial, la clase media, los pequeños burgueses, el ejército, el lumpemproletariado organizado como Guardia Móvil, los intelectuales, los curas y la población del campo. Al lado del proletariado de París no estaba más que él solo. Más de 3000 insurrectos fueron pasados a cuchillo, después de la victoria, y 15000 deportados sin juicio.” (Marx, K, Trabajo asalariado y capital, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985, p. 142). La derrota del levantamiento obrero de junio de 1848 marcó profundamente a Marx y Engels, quienes a partir de ese momento bregaron por evitar la soledad política de la clase trabajadora.

[13] Entendemos por liberalismo a la ideología política propia de la burguesía, cuyos pilares son la defensa de la propiedad privada y de los derechos individuales. El republicanismo, en cambio, expresa las aspiraciones de la pequeña burguesía. Sostiene los mismos principios que el liberalismo, pero le agrega una preocupación por la desigualdad en las fortunas. Su exponente más claro fueron los jacobinos de 1793-1794.