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viernes, 25 de septiembre de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 7: NATURALEZA HUMANA EN ARISTÓTELES

 

“Salvo en una sociedad completamente justa,

lo mejor de la vida

es ser jefe.”

Roque Dalton (1935-1975), poeta salvadoreño


Bienvenidas y bienvenidos a la séptima clase del curso.

En la clase de hoy comenzaremos la parte de la materia dedicada a los problemas epistemológicos de las ciencias sociales. Esto requiere una breve explicación, a modo de pasaje entre dos segmentos diferentes de la cursada.

La ciencia social moderna surge a la par del desarrollo del capitalismo, la forma de organización social dominante en la actualidad. [1] Dicho de manera esquemática, ciencia social y capitalismo van de la mano. De hecho, las primeras CS modernas fueron la ciencia política y la economía política, que acompañaron desde la teoría el surgimiento del Estado moderno y la consolidación de la economía capitalista. [2] Es por ello que, a diferencia de las ciencias naturales, la CS es inseparable de los debates políticos y las luchas sociales de cada sociedad. Lo mismo ocurría con la filosofía política, la forma de estudio de la sociedad antes de la CS. [3] Esto nos lleva a considerar de modo diferente la cuestión de la objetividad y, más en general, las diversas cuestiones del CC. De ahí la necesidad de un abordaje específico de las CS desde el punto de vista epistemológico.

Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.


A manera de introducción:

Para estudiar los problemas epistemológicos de las CS opté por un enfoque centrado en el desarrollo histórico de las mismas. Es por eso que comenzamos esta parte de la materia con el artículo del profesor Palma sobre el problema de la naturaleza humana [4], pues en él se aborda la filosofía política, la forma de teoría social que precedió a la CS moderna.

El texto del profesor Palma se divide, desde el punto de vista de su contenido, en tres partes:

a)   La presentación del problema del todo y la parte [5];

 

b)   La noción de NH en la filosofía política [6];

 

c)   El tratamiento de la NH en las ciencias biomédicas [7].

En la clase de hoy abordaremos los dos primeros puntos de esta enumeración; en la clase siguiente concluiremos el análisis del artículo con la presentación del punto c. Dado que el texto es claro, y con el objetivo de evitar repeticiones, me limitaré a poner la atención en algunos aspectos del artículo que resultan especialmente importantes para los fines del curso.


El problema del todo y la parte:

¿Por dónde comenzar el estudio de la sociedad?

La pregunta que acabamos de formular está en la base de la teoría social desde el momento en que los SH comenzaron a reflexionar sobre la organización social. A lo largo de milenios se han dado múltiples respuestas; ustedes verán varias de ellas a lo largo de sus carreras y, eventualmente, adoptarán una de ellas (o una mixtura de ellas) como propia.

En este momento nos interesan dos de las respuestas al problema. En rigor, cada una de ellas postula una forma específica de pensar la organización social. Se trata de respuestas antagónicas, esto es, aceptar una de ellas implica rechazar la otra, pues constituyen explicaciones opuestas, incompatibles entre sí.

Pasemos a describirlas.

Una corriente de la teoría social sostiene que la sociedad es una totalidad y que, por tanto, cualquier estudio de la misma debe partir del todo. Por supuesto, quienes adherimos a esta corriente sabemos que la sociedad está compuesta por individuos, esto es innegable. Sin embargo, estos individuos se forman, son moldeados, en el seno de la totalidad social. Por ejemplo, su pensamiento es imposible sin la vida en sociedad, pues el lenguaje (el instrumento para pensar) es un producto social. Dicho en otros términos, la sociedad es un conjunto de relaciones sociales (relaciones entre individuos), y la interacción entre las personas produce estructuras y representaciones que o existen en ellas en tanto individuos. Las instituciones, las representaciones, emergen de las relaciones que se establecen entre las personas. Esta corriente recibe la denominación de emergentismo (también es conocida como enfoque de la totalidad u holismo).

Otra corriente sostiene que el punto de partida de la teoría social son los individuos, pues sin ellos no existiría la sociedad. Por lo tanto, todo lo que sucede en la sociedad se explica a partir de las características de los individuos que la componen. En otras palabras, los fenómenos sociales se reducen a conductas y acciones de los individuos. Según los partidarios de esta corriente, denominada reduccionismo (también conocida como individualismo metodológico), las CS tienen que comenzar por el estudio del individuo.

En el artículo del profesor Palma se desarrollan las posiciones del emergentismo y del reduccionismo. Por ello es innecesario decir más al respecto. Sin embargo, quiero insistir en algo que es fundamental: emergentismo y reduccionismo constituyen posiciones enfrentadas sobre la sociedad. Ese enfrentamiento no puede ser negociado o minimizado; se trata de formas incompatibles de concebir la sociedad, la organización social.

En esta clase  y en la siguiente tendremos oportunidad de revisar ambas corrientes a través de algunos ejemplos: por un lado, examinaremos la perspectiva de la totalidad a través de la concepción aristotélica (el SH como ser social); por otro, el individualismo metodológico tal como aparece en el contractualismo del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679).

Antes de comenzar el análisis de los ejemplos mencionados corresponde explicar el procedimiento adoptado por el profesor Palma para presentar los rasgos fundamentales del emergentismo y el reduccionismo. Palma toma la noción de NH y la utiliza para explicar el enfoque reduccionista. ¿Cómo es esto? El concepto de NH fue empleado por los filósofos políticos como herramienta para explicar la realidad social. Así, la estructura de la sociedad se derivaba (reduccionismo) de los rasgos de la NH. Ahora bien, algunos filósofos sostenían que la sociedad era una totalidad cuya estructura se explicaba a partir de la NH; en cambio, otros filósofos afirmaban que la sociedad era una creación de los individuos y que, por lo tanto, las características de la sociedad así creada existían previamente en la NH.

En el pensamiento antiguo, cuyo exponente más destacado fue el filósofo griego Aristóteles (384-322 a. C.), la noción de NH servía para fundamentar la desigualdad entre los SH. En el pensamiento moderno, ejemplificado aquí por Hobbes, la NH permitía justificar la tesis de la igualdad de los SH.

Veamos esto en la práctica.


La NH y la desigualdad de los SH:

El filósofo griego Platón (c. 427-347 a. C.) desarrolló la tesis de la desigualdad de los SH a partir del uso de la noción de NH. El profesor Palma menciona el “mito de los metales”, un claro ejemplo de esa utilización. [8]

Nosotros dedicaremos especial atención a la justificación aristotélica de la desigualdad humana, tal como aparece en el Libro Primero de la Política. [9]

Aristóteles comienza la Política afirmando que el objeto de estudio de la filosofía política es la polis [10]

“[Puesto que] toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien, es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad cívica.” (1252a; 45-46)

La polis es la comunidad superior, pues tiende al bien supremo e incluye a todas las otras comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas). La polis es la “comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para el vivir bien.” (1252b; 49).

Aristóteles concibe a la polis como una comunidad unida en torno al propósito de lograr una vida buena. Dejando de lado las finalidades éticas y morales, lo cierto es que la comunidad pretende lograr esa vida buena en un sentido material. De ahí la centralidad de la noción de autosuficiencia (la polis perfecta es aquella que se basta a sí misma en lo que hace a proveer lo necesario para satisfacer sus necesidades) y por ende el interés, (expresado en el tercer tema del Libro Primero) por las cuestiones materiales que requiere esa autosuficiencia. En otras palabras, la economía adquiere una importancia fundamental para la concreción de la vida buena. Es verdad que la polis excluye a los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Pero, desde la perspectiva aristotélica, esto no implica ruptura de la unidad, pues son grupos inferiores en relación a los hombres libres y necesitan ser tutelados por éstos, debido a que carecen de autonomía. Las cosas son bien distintas en el capitalismo, donde la unidad se encuentra desgarrada en clases sociales con intereses antagónicos. En la sociedad capitalista la unidad consiste en la imposición del dominio de una clase y, si se me permite la aplicación de la expresión, la polis son varias polis: la polis de los capitalistas y la polis de los pobres.

Aristóteles se propone refutar la afirmación de que entre el gobierno de una polis (ejercido, por ejemplo, por el rey) y el administrador de una casa o el amo de sus esclavos hay sólo una diferencia cuantitativa; en otras palabras, discute la concepción de que la diferencia entre esas formas se deriva de la cantidad de personas que caen bajo su gobierno. Para encarar la tarea recurre a dos métodos: análisis, “dividir lo compuesto hasta sus elementos más simples” (1252a, 3; 46); historia, “si se observa desde su origen la evolución de las cosas” (1252a, 3; 46).

El punto de partida del filósofo griego es el reconocimiento de la existencia de un orden natural [11], una jerarquía que ordena a todas las cosas:

“En efecto, el que es capaz de pensar con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al señor y al esclavo interesa lo mismo.” (1252a, 2; 47). [12]

Aristóteles afirma que los seres humanos son desiguales por naturaleza: unos están preparados para mandar, por ello tienen el saber y pueden obrar con autonomía; otros están preparados para trabajar y carecen de autonomía. Por ende, amo y esclavo están en una relación de mutua conveniencia. En otras palabras, ambos se necesitan.

Existen distintos tipos de comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas), la ciudad. Esta última es “la comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene (…) el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para vivir bien” (1252b, 8; 49).

“Toda ciudad es por naturaleza, si también lo son las comunidades primeras. La ciudad es el fin de aquéllas, y la naturaleza es el fin. En efecto, lo que la cosa es, una vez cumplido su desarrollo, decimos que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de una cosa. Además, aquello por lo que existe algo y su fin es lo mejor, y la autosuficiencia es, a la vez, un fin y lo mejor.” (1252b, 8-9, 2; 49-50).

En el pasaje anterior, Aristóteles presenta los fundamentos de su filosofía política. La naturaleza presenta dos características: es inmutable (estática) y jerárquica. Cada cosa en el mundo natural y en el mundo social tiene un fin determinado, que existe de antemano (teleología). Todas las cosas están ordenadas en una jerarquía, que también es estática. La teleología suprime la evolución, entendida en el sentido darwiniano del término.

A continuación, presenta su tesis de más amplio alcance en la teoría social, que plantea que el ser humano es un animal social por naturaleza:

“La ciudad es una de las cosas naturales, (…) el ser humano es por naturaleza un animal social [13], y que el insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior al ser humano.” (1252b, 9)

No hay manera de minimizar el significado de la tesis aristotélica. Ella expresa de manera clara una de las principales divisiones de aguas en el terreno de la teoría social. De un lado están aquellos que pensamos que la sociedad es la forma natural de existencia de los seres humanos; del otro, quienes sostienen que la sociedad es artificial y que sólo existen de manera natural los individuos. A esta última corriente de pensamiento se la denomina individualismo metodológico y surgió con los filósofos contractualistas de los siglos XVII y XVIII.

¿Por qué el ser humano es un animal social por naturaleza?

“La razón por la cual el ser humano es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el ser humano es el único animal que no tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque no naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del ser humano frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunicativa de estas cosas constituye la casa y la ciudad.” (1252b, 10-12)

Aristóteles justifica la condición social del ser humano sosteniendo que la palabra lo distingue de los demás animales, y la palabra es esencialmente un medio de comunicación. Existe porque los seres humanos se relacionan entre sí y, a la vez, la palabra profundiza las relaciones entre las personas, hace que el mismo pensamiento de cada individuo adquiera un carácter relacional. Pero además hay otro argumento a favor de la condición social del ser humano: “la ciudad es anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte.” (1252b, 13; 51) En otras palabras, Aristóteles postula una especie de “colectivismo” metodológico, es decir, considera que el todo es anterior a las partes y por eso el todo es la clave para la explicación de la parte.

Aristóteles complemente el principio metodológico de la prioridad del todo sobre las partes con el que afirma que las cosas se definen por su función: “Todas las cosas se definen por su función y por sus facultades, de suerte que cuando éstas ya no son tales no se puede decir que las cosas son por sí mismas, sino del mismo nombre.” (1252b, 13-14; 52)

En base a lo anterior, puede escribir que “la justicia (…) es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la comunidad civil” (1252b, 16; 52-53). Coincide con el filósofo inglés Thomas Hobbes, quien decía que fuera de la sociedad no existe lo justo y lo injusto. [14] En otras palabras, el orden social, su plasmación en la legislación y en una moral determinada, son una construcción social.

El esencialista Aristóteles, para quien, como ya se indicó, los seres humanos son desiguales por naturaleza, explora aquí las fronteras de ese esencialismo; la justicia es un determinado orden de la polis. Si bien el filósofo griego insiste una y otra vez que ese orden obedece a un orden jerárquico y teleológico existente en el cosmos, es posible recorrer otro camino a partir del reconocimiento aristotélico del carácter social de la justicia: concebir a esa justicia como el resultado de la lucha de clases.


La defensa de la esclavitud por Aristóteles:

A continuación, Aristóteles comienza su argumento sobre la esclavitud explicando en qué consiste la administración de la casa, pues la polis se compone de casas.

Enseguida nos encontramos con un primer llamado de atención: “La casa perfecta la integran esclavos y libres.” (1253b, 1; 53). Las partes de la casa son: amo y esclavo, marido y esposa, padre e hijos. Se trata de tres relaciones: heral [15], conyugal y procreadora. Los tres casos son definidos como relaciones jerárquicas, de dominación. En todos ellos el que manda es el varón. Además, y eso es algo que corresponde enfatizar, rige la desigualdad como rasgo propio de la esencia de los seres humanos. [16]

A continuación, Aristóteles desarrolla la cuestión de la necesidad de la propiedad: “sin las cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien.” (1253b, 4; 54). Por ello,

“Las posesiones son un instrumento para la vida y la propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo es una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento previo a otros instrumentos.” (1253b, 2: 54).

El amo manda sobre el subordinado (el esclavo), quien, a su vez, manda sobre los instrumentos inanimados.

Aristóteles reconoce que las cosas podrían ser de otra manera:

“Si cada uno de los instrumentos pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a ellos, si (…) las lanzaderas tejieran solos y los plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los amos esclavos.” (1253b, 3 – 1254a, 1; 55 - el resaltado es mío – AM-).

La automatización es concebida como liberación del trabajo manual. Ahora bien, dada la existencia de clases sociales, el trabajo manual queda a cargo de los “subordinados”, de los dominados. Aristóteles sugiere que la cuestión se origina en un problema técnico (el bajo desarrollo de las fuerzas productivas). Alguien tiene que hacer “el trabajo sucio”. Jamás se le ocurre – como hace Thomas More (1478-1535) en Utopía – abolir la propiedad privada y repartir el trabajo entre todos. Hay que recordar que el argumento aristotélico pro-esclavitud se basa en la desigualdad natural de los SH.

Aristóteles establece una distinción entre producción, cuyo objetivo es producir un producto, que permanece luego de acabada la acción de producir; y acción [praxis], cuyo fin es la misma actividad y que no produce un resultado aparte.

“Los llamados instrumentos lo son de producción, mas las posesiones son los instrumentos de acción. En efecto, la lanzadera [instrumento] produce algo aparte, pero el vestido y el lecho [posesiones], sólo su uso. (…) La vida es acción, no producción, y por ello el esclavo es un subordinado para la acción.” (1254a, 4-5; 55).

De modo que la condición del esclavo se ve rebajada radicalmente: no puede vivir su vida como acción, sino que debe limitarse a producir para que los hombres libres gocen de la acción.

“El amo es solamente dueño del esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del amo, sino que le pertenece enteramente.” (1254a, 5; 56).

El amo es el todo – su naturaleza puede ser todo -; el esclavo es la parte, sólo puede llevar a cabo su producción para otros. Por ende, la esclavitud lo es por naturaleza:

“Cuál es la naturaleza del esclavo y cuál su facultad resulta claro de lo expuesto; el que, siendo ser humano, no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, ese es por naturaleza esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la posesión es un instrumento activo y distinto.” (1254a, 6; 56)

¿La esclavitud va contra la naturaleza?, ¿es mejor y justo para alguien ser esclavo o no?

La respuesta es contundente:

“Mandar y obedecer no sólo son cosas necesarios, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay muchas formas de mandar y obedecer, y siempre es mejor el mando sobre subordinados mejores.” (1254a, V2; 56).

Todo proceso de trabajo implica divisiones funcionales: alguien que dirija una acción determinada; otros que ejecuten las órdenes de esa persona. Pero Aristóteles transforma la dominación en un atributo de la NH.

“Dondequiera que uno manda y otro obedece, hay una obra común. (…) En todo lo que consta de varios elementos y llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen siempre el dominante y el dominado.” (1254 a, 5, 3-4; 56-57)

Para justificar la existencia de la desigualdad natural entre las personas, el Estagirita recurre a la distinción entre alma y cuerpo. Ésta se da, según el filósofo, en todos los seres vivos. Según esta distinción, “uno manda por naturaleza y el otro es mandado.” (1254a, 5, 4; 57). El filósofo establece las siguientes distinciones: el alma gobierna al cuerpo, dominio señorial; la inteligencia gobierna al apetito, dominio político y regio; el hombre gobierna a los animales domésticos; el macho gobierna a la hembra por naturaleza, “uno es superior y otro inferior, uno manda y otro obedece.” (1254b, 8, 7; 57-58).

Sobre el final del Libro Primero, vuelve a insistir en la idea de que las relaciones de subordinación se originan en la diferente participación de las personas en las “virtudes morales”: “todos deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino sólo en la medida en que es preciso a cada uno para su función.” (1260a, 8; 82). Desde su nacimiento, cada individuo está encadenado a una función en la sociedad; las diferencias entre las personas son naturales y obedecen a un orden que abarca todo el universo.

¿Qué es, pues, un esclavo?

“Todos los seres que se diferencian de los demás tanto como el alma del cuerpo y como el ser humano del animal (se encuentran en esta relación todos cuantos su trabajo es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor de ellos), estos son esclavos por naturaleza, para los cuales es mejor estar sometidos a esta clase de mando (…) Pues es esclavo por naturaleza el que puede ser de otro (y por eso precisamente es de otro) y el que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla, pues los demás animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus instintos.” (1254b, 8-9; 58 – el resaltado es mío- AM).

Entre el amo y el esclavo la diferencia es esencial: sólo el primero puede ser autónomo (no depender de otro), puesto que posee la Razón. Como ocurre en la crítica de Platón a la democracia, el peso del argumento está puesto en el conocimiento (los que saben o los que tienen la razón), no en la relación. Esa diferencia de conocimiento se origina en la naturaleza humana, está inscripto en ella: “Así, pues, está claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es conveniente y justo.” (1255a; 59)

Como el esclavo por naturaleza sólo alcanza a percibir la razón, pero no la posee, necesita de un amo que vele por sus intereses. A cambio, el esclavo realiza el trabajo físico. La esclavitud, lejos de ser una imposición por la violencia, es una relación de beneficio para ambas partes.

Aristóteles también examina la cuestión de las diferencias entre los esclavos y los artesanos:

“Pues mientras el esclavo participa de la vida de su amo, el artesano está más alejado, y sólo le concierne la virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el obrero manual tiene una especie de servidumbre limitada, mientras el uno es esclavo por naturaleza, no así el zapatero ni ningún otro artesano.” (1260a, 13 – 1260b, 14; 83-84)

Les pido disculpas por haberme extendido tanto. En mi descargo puedo decir que la comprensión del argumento aristotélico sobre la esclavitud es de enorme utilidad para el estudiante interesado en comprender la estructura de la sociedad. En él se encuentran mecanismos justificatorios que reaparecen una y otra vez en la teoría social posterior. Y, en definitiva, siempre es provechoso leer a un clásico.

En nuestro próximo encuentro concluiremos la revisión del texto de Palma. Además, comenzaremos el análisis del artículo del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales”. [17]

Villa del Parque, viernes 25 de septiembre de 2020


ABREVIATURAS:

CC = Conocimiento científico / CS = Ciencias sociales (o Ciencia social) / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos


NOTAS:

[1] Aquí corresponde hacer una digresión, que agrego a las notas para no hacer demasiado extenso el texto de la clase. Si bien estamos acostumbrados a hablar de ciencias sociales y, de hecho, el sistema universitario perpetúa la división del ámbito de lo social en disciplinas separadas (sociología, ciencia política, economía, etc.), corresponde decir que dicha división puede ser cuestionada (y, en la práctica, eso ocurrió en diversas oportunidades), dado que obedece a la visión de la sociedad propia de la burguesía, la clase dominante en la sociedad capitalista. Por ejemplo, la teoría social de Karl Marx (1818-1883) concibe a la sociedad como una totalidad que debe ser estudiada como tal y no como un conjunto de campos separados entre sí. Precisamente, el dilema entre pensar a la sociedad como totalidad o como una serie de compartimentos estancos constituye uno de los problemas epistemológicos de las ciencias sociales. No es un problema meramente teórico, sino que cada científico social se enfrenta a él y lo resuelve a su manera, en función de sus intereses científicos, políticos e ideológicos. La función de este curso consiste, en todo caso, en proporcionar elementos que permitan comprender mejor la diferencia entre ambas perspectivas de abordaje de lo social.

[2] No puedo profundizar este tema, pues nos iríamos por las ramas. Quienes estén interesados en una presentación general del problema del surgimiento de la CS moderna, pueden consultar el trabajo del sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero (1934-2007): Portantiero, J. C. (1998). “Introducción a La sociología clásica”. En: Di Tella, Torcuato Salvador y Lucchini, Cristina, comps. (1998). Fundamentos de sociología. Buenos Aires: Biblos (pp. 13-29).

[3] Ya habrán advertido que la afirmación sobre las ciencias naturales es puramente esquemática, y sólo sirve a los fines de acentuar el carácter eminentemente político de las ciencias sociales. Un estudio riguroso de las ciencias naturales mostraría su relación con el contexto económico, político y social. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Charles Darwin (1809-1882) logró una rápida aceptación gracias a que fue formulada en un ambiente marcado por la Revolución Industrial y el auge del capitalismo.

[4] Palma, H. (2012), “El problema de la “naturaleza humana” en los estudios sobre  la sociedad”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social. Buenos Aires: Biblos(pp. 177-222).

[5] Palma, op. cit., pp. 177-185

[6] Palma, H., op. cit., pp. 187-203.

[7] Palma, H., op. cit., pp. 203-222.

[8] Palma, H., op. cit., p. 185.

[9] Aristóteles. (1988). Política. Madrid, España: Gredos. El Libro Primero está comprendido en las pp. 44-85. En las citas empleo la notación marginal, complementada con la paginación de la edición Gredos.

[10] Respecto a la definición del concepto de polis: “Cuando se habla de la polis (o ciudad-estado) no se debe perder de vista el hecho de que ella constituía el centro principal de la vida social de los griegos en la Antigüedad, corporación compuesta por un núcleo urbano (ásty) circundado por los campos de labor que constituían el territorio (khóra) de la polis conformando así una entidad indivisible. En dicho territorio, tenían sus parcelas los miembros reconocidos por la comunidad, siendo la apropiación privada de las tierras de cultivo en el marco de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos primordiales de su organización económica. Por otra parte, la ciudad era el marco de existencia permanente de las instituciones de gobierno, pero dentro de un esquema en el que no se daba un dominio de la ciudad sobre el campo sino un modo de articulación de las relaciones sociales en el que ciudad y campo no podían ser divorciados. Esto comportaba la constitución de una colectividad política, un Estado que puede definirse como un gobierno sin burocracia debido a la participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Entre las cuestiones centrales que debía regular se encontraba el acceso a los miembros de la comunidad a las parcelas de tierra a través de mecanismos relativamente igualitarios ligados a dicho marco político participativo. Por lo tanto, para poder acceder a la tierra resultaba necesario ser reconocido como integrante de la organización social, lo cual implicaba la existencia de prerrogativas reservadas exclusivamente para los miembros de la comunidad.” (Gallego, J., El campesinado en la Grecia Antigua, Buenos Aires, Eudeba, 2009, p. 31-32).

[11] “La naturaleza no hace nada con mezquindad (…) sino cada cosa para un solo fin.” (1252b 3; 47). En otras palabras, tiene una concepción teleológica de la naturaleza y la sociedad.

[12] Aristóteles se preocupa por dejar en claro la desigualdad natural entre el hombre y la mujer. “Por naturaleza está establecida una diferencia entre la hembra y el esclavo  (…) Pero entre los bárbaros, la hembra y el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello es que no tienen el elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad resulta de esclavo y esclava.” (1252b, 4; 47). Más adelante: “El hombre es por naturaleza más apto para mandar que la mujer – a no ser que se de una situación antinatural -, y el de más edad y maduro más que el más joven e inmaduro.” (1259b, 12, 1; 79).

[13] La expresión griega es politikón zôion. Más adelante se encuentra una justificación del carácter social del ser humano: “es evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque si cada uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.” (1252b, 14; 52; el resaltado es mío – AM-). Más todavía, el ser humano “apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos [los animales]. La injusticia más insoportable es la que posee armas, y el ser humano está naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlos para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad.” (1252b, 15-16; 52).

[14] Es curioso y alentador que dos filósofos tan opuestos entre sí en su concepción de la sociedad lleguen, sin embargo, a conclusiones semejantes. Hobbes afirma lo siguiente: “En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. (…) Justicia e injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran, podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus sensaciones y pasiones. Son, aquéllas, cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado solitario.” (Hobbes, Thomas, Leviatán, México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 104).

[15] Derivado de heril: 1. Adj. Perteneciente o relativo al amo. [Real Academia Española online].

[16] Aristóteles indica al pasar que algunos consideraban que la esclavitud no era natural, “que la dominación es contra naturaleza, pues el esclavo y el libre lo son por convención, pero en nada difieren por naturaleza. Por esta razón tampoco es justa, ya que es violenta.” (1253b, 4; 54). El punto es importante. No todos estaban de acuerdo con la esclavitud en el mundo griego. En Atenas, por ejemplo, Solón (c. 638-c. 558 a. C.) debió abolir la esclavitud por deudas, debido a los conflictos que generaba y que ponían en riesgo la estabilidad de la polis.

[17] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

MARX Y LA CUESTIÓN DE LA ESENCIA HUMANA


La contribución de Karl Marx (1818-1883) a la teoría de la sociedad y a la elaboración de una política de la clase trabajadora es tan vasta, que resulta difícil sintetizarla en pocas líneas. Cualquier intento resulta incompleto y genera confusiones. Aclarado esto, y si se quiere avanzar en el tema, puede decirse que los logros fundamentales de la teoría marxista son los siguientes: a) la centralidad del proceso de trabajo para la determinación del carácter de una sociedad; b) las nociones de clase social (entendida como el producto de las relaciones de producción) y de lucha de clases; c) el carácter histórico del capitalismo; d) el reconocimiento de que la clase trabajadora es la única que puede enfrentar con éxito a la burguesía y lograr el pasaje del capitalismo al socialismo.

Los logros mencionados en el párrafo anterior se apoyan en una serie de premisas de carácter más general. En mi opinión, una de las más importantes es aquella que se refiere a la cuestión de la esencia humana. Durante milenios, la filosofía política afirmó que los seres humanos se caracterizaban por poseer ciertos rasgos que los definían, precisamente, como tales. En otras palabras, lo humano se hallaba concentrado en una esencia. Ahora bien, esta esencia no era igual en todas las personas. Los grupos dominantes en la sociedad poseían una esencia que era diferente a la de los grupos explotados. Aristóteles (384-322 a.c.), el filósofo más notable de la Antigüedad clásica, sostenía que el hombre libre y el esclavo poseían esencias diferentes, siendo estas esencias las que determinaban la posición que ocupa cada uno de ellos en la sociedad. Así, el esclavo tenía una esencia que le impedía valerse por sí mismo, quedando determinada así su dependencia respecto al hombre libre.

La definición filosófica de la esencia humana se caracterizaba por ser ahistórica e inmutable, es decir, que la esencia se hallaba fuera de la historia y que no experimentaba ningún cambio. Esto tiene una importancia capital, pues cuando se produjo el ascenso de la burguesía y la nueva filosofía política pasó a revisar la cuestión del carácter desigual de la naturaleza humana, proclamando que todos los seres humanos eran iguales, los filósofos de la burguesía estuvieron en condiciones de afirmar que la esencia humana poseía los atributos del empresario capitalista (egoísmo, búsqueda de maximizar los propios beneficios, afán competitivo, etc.). Como la esencia humana era histórica e inmutable, el capitalismo era un fenómeno natural y cualquier conducta anticapitalista era contraria a la naturaleza humana. ¿Por qué había desigualdad en el capitalismo? Justamente porque la competencia, derivada de la esencia humana, determinaba que las personas más emprendedoras ocuparan los puestos superiores en la sociedad, en tanto que los inferiores quedaban en manos de aquellos que no habían demostrado habilidad en la competencia.

La definición de esencia humana esbozada en el párrafo precedente, y el individualismo, constituyeron los dos pilares filosóficos del capitalismo. Todo lo que pueda decirse acerca de su función legitimante es poco. Debe tenerse en cuenta que la utilización de la teoría de la esencia humana como instrumento para legitimar la desigualdad social se encontraba respaldada por una práctica milenaria. Este es el contexto en el que irrumpe Marx.

Sin vueltas. Marx revoluciona la filosofía política al dinamitar las bases mismas de la teoría de la esencia humana. El contenido de esta revolución se encuentra condensado en las Tesis sobre Feuerbach, tesis n° 6. Discutiendo con el Feuerbach (1804-1872), afirma lo siguiente:

“La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” (p. 667) (1)

En dos líneas, Marx ajusta cuentas con la tradición filosófica. En primer lugar, al plantear que la naturaleza humana no es algo que se halla contenido en el interior de cada individuo, rompe con la tradición clásica y con el individualismo burgués. En segundo lugar, al sostener que la naturaleza humana es un conjunto de relaciones pasa a postular un enfoque relacional de dicha naturaleza, opuesto al esencialismo de la tradición filosófica.

Si la esencia humana deja de ser ahistórica e inmutable, no es posible justificar las diferencias sociales a partir de la naturaleza de los individuos. Es preciso recurrir a otro criterio. Si la esencia humana es el conjunto de relaciones sociales, ese criterio no puede ser otro que otro el análisis de la estructura formada por el conjunto de las relaciones sociales, el cual determina el carácter de la naturaleza humana, y también el carácter de la sociedad. Eso no es todo. Si la esencia humana es el conjunto de relaciones sociales, es claro que la misma se enriquece o empobrece según sean estas relaciones. En otras palabras, la esencia humana es perfectible, si se entiende por ello el acrecentamiento de la riqueza de las relaciones sociales. Si la naturaleza humana es perfectible, es posible un cambio radical de la sociedad, pues nada está obligado a permanecer igual a sí mismo por los siglos de los siglos.

La transformación radical del concepto de esencia humana es un caso particular del modo en que Marx dinamita la noción tradicional de esencia. Expresado de un modo más sencillo: La filosofía tradicional construía definiciones a partir de rasgos que se suponía inmutables. La esencia era, pues, la última palabra sobre las cosas y, por ende, la definición construida sobre la misma era definitiva.

En la tesis n° 6, expresado de modo lacónico, está contenida una revolución filosófica, que permitió el desarrollo de la crítica del capitalismo. Es por ello que merece ubicarse en un listado de los logros fundamentales de la teoría marxista.


Villa del Parque, sábado 13 de diciembre de 2014

NOTAS:

Marx, Karl, Tesis sobre Feuerbach. Incluida en: Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1985) La ideología alemana. Buenos Aires: Pueblos Unidos y Cartago.

jueves, 4 de noviembre de 2010

NATURALEZA HUMANA Y ORDEN SOCIAL: NOTAS A "CONEXIONES" DE HÉCTOR PALMA





Conexiones: Ciencia, política y orden social, es el título de un texto publicado por el Dr. Héctor Palma en 2001 (Buenos Aires: Proyecto Editorial). Mi propósito aquí consiste en comentar los capítulos 1 y 2 de la obra, dedicando especial atención al análisis de la función legitimadora del concepto de naturaleza humana.

Para empezar, ¿qué entiende el autor por naturaleza humana? Dice que se denomina así a "un conjunto de determinaciones esenciales y ahistóricas definitorias de lo humano." (p. 9). A primera vista, puede parecer que el problema de la naturaleza humana es una cuestión que compete exclusivamente a los que se dedican a la antropología filosófica. Sin embargo, el debate en torno a la naturaleza humana excede largamente tanto el ámbito de esta disciplina, como el de la filosofía en general, dado que "la historia del pensamiento nos muestra que de los intentos por «definir» la naturaleza humana han resultado planteos teóricos funcionales a, o han surgido con la finalidad implícita o explícita de, la legitimación de propuestas concretas de organización social, política o económica diversas." (p. 11). En definitiva, y esto es demostrado por Palma en el capítulo 2 de la obra, la cuestión de la naturaleza humana constituye un problema de carácter eminentemente político. Así, "cada forma de concebir esta naturaleza humana tendrá como correlato consistente, alguna forma de organización social." (p- 10).

Palma explica que una vez que se ha comprendido el significado político del debate sobre la naturaleza humana, es posible pasar a concebir a las distintas propuestas de definición de la naturaleza humana como elementos ideológicos, cuya utilidad reside más en su poder de persuasión en la discusión política. ¿Por qué puede decirse que la concepción de la naturaleza humana es una cuestión ideológica? Porque se construye haciendo abstracción del devenir histórico. En otras palabras, cada autor toma los rasgos que le interesan de las personas de su época, históricamente condicionadas, y los transforma en las características de una supuesta naturaleza humana, que se encuentra fuera de la historia y que es, por tanto, inmutable. Palam dice que "todas las afirmaciones sobre la naturaleza humana son construcciones históricas emergentes de contextos propicios determinados." (p. 13).

No existe, por tanto, un ámbito autónomo y específico de la naturaleza humana, pues no existe algo que podamos llamar esencia humana que permanezca inalterada y que se sitúe fuera de la historia. Palma resuelve del siguiente modo el problema: "¿existe una «naturaleza humana» universal y ahistórica? Resulta útil aquí el argumento que Rousseau utilizara para criticar a los filósofos anteriores: todos parecen tornar el efecto por causa. En efecto, según el filósofo francés, todos creen estar describiendo al hombre por naturaleza, es decir, la esencia humana, y, en verdad, no hacen más que describir al hombre que están viendo a su alrededor en su situación histórica concreta (...) el origen de las distintas ideas sobre el estado de naturaleza hay que buscarlo en el contexto histórico en que los filósofos escriben y en las condiciones que a su juicio debe adquirir la sociedad y el gobierno." (p. 42).

El uso ideológico del concepto de naturaleza humana implica: 1) la naturalización de las relaciones sociales existentes, transformándose dicho concepto en un herramienta más para legitimar el orden establecido; o, 2) la crítica del statu quo a partir de concebir una naturaleza humana opuesta al derecho positivo y a las costumbres imperantes. En otras palabras, recurrir a la esencia humana no supone necesariamente que se es un defensor de la estructura de poder de una sociedad. Palma demuestra esto en su breve descripción de la evolución de la teoría del iusnaturalismo moderno (pp. 29-42).

El condicionamiento histórico y social de las distintas concepciones de la naturaleza humana se percibe especialmente en la transición entre las teorías propias del mundo clásico y medieval, y las que fueron elaboradas en el marco del desarrollo de las relaciones sociales mercantiles. Dos cuestiones son significativas: a) la postura frente a la relación entre el individuo y la sociedad; b) el tópico de la igualdad de las personas.

Con respecto a la primera de las cuestiones mencionadas en el final del párrafo anterior, hay que empezar por decir que para los filósofos clásicos el ser humano era un zoon politikón (animal social por naturaleza), y la vida humana no podía ser pensada fuera del ámbito de la sociedad. De ahí que sus reflexiones estuvieran orientadas hacia la totalidad social, y que descartaran la idea misma de un individuo separado de la sociedad. La vida humana tenía sentido en la polis, y la polis existía para que las personas pudieran desarrollar una vida humana. "Para todo el mundo griego la sociedad no resulta lo opuesto de lo individual o privado, sino muy por el contrario el individuo sólo puede realizar sus esencia en la medida en que participe de lo público, es decir, de la vida y conducción de la polis. Por ello, el estado político antes que antitético u opuesto a los intereses individuales, es más bien su realización y su finalidad." (p. 20). Hay que evitar hacer una idealización de la polis, pues no debe olvidarse que ese estado de unidad entre el individuo libre (el ciudadano) y la sociedad, se realizaba gracias al trabajo de los esclavos (Palma indica esto en pp. 27-28) y la exclusión de las mujeres de la vida política.

La filosofía política de los contractualistas marca un corte con la tradición clásica. El zoon politikón va a ser reemplazado por el homo oeconomicus y la sociedad va a dejar de ser el ámbito natural de los seres humanos. La expansión del mercado, la transformación de objetos, personas, acciones y sentimientos en mercancías, quiebran la vieja relación entre los individuos y la colectividad. Las personas quedan desnudas, libradas a la acción de los rigores de las leyes de la economía. Las teorías contractualistas crecen en este terreno. De hecho, el capítulo 13 del Leviatán de Thomas Hobbes (1588-1679) puede leerse no tanto como una descripción del hipotético estado de naturaleza, sino una aguafuerte de la sociedad mercantil en vías de expansión. El homo homini lupus (el hombre es el lobo del hombre) alude mucho más a la competencia en el mercado que a un supuesto estado presocial de los seres humanos.

Para los contractualistas, la sociedad pasa a ser un ente artificial, mientras que los individuos (concebidos como átomos aislados) se convierten en lo natural. Ahora bien, el motor de los individuos es su naturaleza humana. Ahora bien, el motor de los individuos es su naturaleza, cuyas propensiones determinan el carácter de las acciones de esos individuos y, por ende, de la sociedad. Palma indica que pueden distinguirse varias conceptualizaciones de la naturaleza humana, cada una de las cuales responde a un contexto histórico y social diferente. Así, el ya citado Hobbes escribe en un momento en que la burguesía, todavía débil para tomar el control del gobierno, necesitaba de un Estado fuerte, que pusiera en caja a la nobleza feudal. De ahí su defensa de la monarquía absolutista (p. 29).

John Locke (1632-1704) escribe su Segundo tratado sobre el gobierno civil (1690) luego del triunfo de la Revolución de 1688, que consolidó el poder político de la burguesía inglesa. Es por ello que Locke deja de lado el homo hominis lupus y pasa a describir un estado de naturaleza en el que los individuos se forjan pacíficamente una propiedad mediante el trabajo. La propiedad y la libertad se derivan de la naturaleza humana, y el Estado se constituye con el fin exclusivo de preservar el goce de la propiedad y demás derechos naturales de las personas. La sociedad política funciona ante todo como un tribunal que permite dirimir los conflictos generados por la interacción de los individuos. El objetivo primordial de la sociedad política es la preservación de la propiedad; si el soberano incumple esta obligación, la rebelión es un recurso legítimo (pp. 35-36). El punto no es menor, porque muestra que la burguesía se siente lo suficientemente fuerte como para justificar el derecho a la rebelión. Es cierto que, para hacerlo, Locke transformó previamente a la propiedad en un derecho natural, anterior a la sociedad misma. De este modo, la rebelión contra el gobierno no puede afectar el derecho de propiedad (es más, se apoyaba en él, puesto que Locke veía a la rebelión como un freno a la intención del soberano de atentar contra la propiedad privada), que pertenece a una esfera prepolítica.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) es también un contractualista, pero su teoría es muy distinta a las anteriores. Rousseau concibe una naturaleza humana que no es mala ni egoísta en el sentido que le da Hobbes a estos términos. "El estado de naturaleza no es ni pacífico ni belicoso; antes bien es de aislamiento del hombre que vaga por las selvas procurándose su sustento. Es una situación de a-moralidad, no hay ni bien ni mal porque no existe contacto con el «otro». El hombre natural vive en paz y felicidad sin más necesidades que el sustento cotidiano que tiene al alcance de la mano." (p. 40). En la teoría de Rousseau, también los seres humanos terminan constituyendo la sociedad mediante un pacto. Pero hasta aquí llegan las semejanzas con los demás autores contractualistas.

Para Rousseau, la sociedad empeora a los individuos en vez de mejorarlos. Rousseau adopta aquí una posición absolutamente atípica entre los contractualistas, puede decirse que "la degradación y la decadencia humanas van de la mano del proceso de la cultura. Según Rousseau, en un momento dado de este proceso, y habiéndose desarrollado ya la división del trabajo y con ella el lujo y la explotación, los hombres habrían celebrado un pacto injusto que acabó legitimando la desigualdad económica y la injusticia política, condiciones que se fueron profundizando y endureciendo con el correr de los tiempos, y cuyo resultado era la sociedad francesa (y europea) del siglo XVIII." (p. 40). En otras palabras, la sociedad europea de la época va contra la naturaleza humana y tiende a encadenar a los individuos, que han nacido libres. En Rousseau queda claro que la concepción de la naturaleza humana no sólo sirve para legitimar el orden existente, sino que también puede emplearse para socavar la estructura de poder vigente. Rousseau, que escribe en las décadas anteriores a la Revolución Francesa (1789-1794), sostiene que las personas tienen que reemplazar la organización social imperante por un nuevo contrato social, que garantice el libre desarrollo de los individuos. Es por ello que Rousseau propone borrar la distinción entre hombre y ciudadano, "creando un nuevo sujeto histórico de inspiración clásica: la voluntad general, que no es sólo la suma de individualidades sino la concreción de una conciencia social supraindividual mediante el consciente abandono del egoísmo. Se acata la voluntad general como un acto de libertad ya que es como obedecerse a sí mismo, en tanto soberano." (p. 41).

En cuanto al tópico referido a la igualdad/desigualdad de las personas, la diferencia entre el pensamiento clásico y los contractualistas son también notorias. Y, otra vez, hay que poner en relación dichas diferencias con las características específicas de las sociedades en que fueron formuladas esas teorías.

Aristóteles (384-322 a.c.) va a formular una concepción de la desigualdad natural de los seres humanos. Esta desigualdad, que hace que unos pocos estén preparados naturalmente para mandar y otros para ser mandados, se da de la mano con la "cosmología" aristotélica, cuyos pilares son las nociones de jerarquía y de teleología. Cada cosa, cada animal, cada individuo, tiende a ocupar el lugar que le corresponde naturalmente. De este modo, la tesis de la desigualdad natural de los seres humanos está incluida en una concepción general del mundo físico y de la sociedad. Forma parte de un orden natural.

Los contractualista van a postular, en cambio, la noción de la igualdad natural de los seres humanos. Por ejemplo, Hobbes, que fue uno de los primeros en llevar a cabo una crítica consecuente de la filosofía política aristotélica, tomó como punto de partida la tesis de que los seres humanos son iguales por naturaleza, tanto en fuerza como en inteligencia. La introducción de la idea de igualdad natural implicó una serie de cambios fundamentales en la filosofía política. El más significativo de estos cambios, según el punto de vista de este comentario, es que a partir de ese momento fue necesario tener en cuenta el tema de la voluntad de los individuos en la constitución del gobierno. Aún Hobbes, partidario de la conformación de un Estado absolutista, sostuvo que el Leviatán surgía a partir de un acto voluntario de los individuos. La noción misma del contrato es difícil de pensar si no se parte de una concepción de la igualdad de los individuos.

Para finalizar, la problemática de la naturaleza humana puede pensarse de dos modos diferentes. Por un lado, puede afirmarse que la naturaleza humana es una cuestión de orden metafísico, y entonces nos internamos en un callejón sin salida, que termina ya sea en chamuyo al cuete o bien en una aparición disfrazada de la ideología. Por otro lado, puede postularse que la naturaleza humana tiene carácter histórico y social, y que se vuelve inteligible en la medida en que estudiamos lo que los individuos hacen. Así, cuanto más ricas y libres son nuestras realizaciones, más rica y libre es nuestra naturaleza.

Buenos Aires, jueves 4 de noviembre de 2010