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viernes, 23 de octubre de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 11: TEORÍA DE LA IDEOLOGÍA

 


“Es verdad que, mientras no hacía otra cosa que considerar

las costumbres de las demás personas, no encontraba en ellas

casi nada seguro, y hallaba en ellas casi tanta diversidad como

había encontrado antes entre las opiniones de los filósofos. “

René Descartes (1596-1650), filósofo francés.

 

Bienvenidas y bienvenidos a la undécima clase del curso.

El encuentro de hoy es una continuación del anterior, pues desarrollaremos mi artículo sobre la ideología [1], del que ya presentamos su objetivo y estructura. El tema de hoy es la objetividad. Para ello examinaremos algunas de las teorías de la ideología.

Vayamos a la clase propiamente dicha.


El supuesto fundamental del empirismo consiste en la afirmación de que el conocimiento surge de la información proporcionada por los sentidos. Los datos brindados por nuestros sentidos provienen directamente de las cosas, sin la mediación de teorías o conceptos previos. Los conceptos, las definiciones, las teorías nacen a partir de los datos de los sentidos, no son previos a la percepción.

Los empiristas sostienen que en el proceso de conocimiento existe una etapa de recolección de información, donde la mente humana actúa como una hoja en blanco en la que se inscriben los datos. La existencia de esa etapa es la base en que se apoya la noción de objetividad defendida por la CNE de las CS. Más todavía, esa base es la justificación última de todas las teorías tecnocráticas, que sostienen que los problemas sociales pueden ser resueltos por la ciencia y la tecnología, puesto que ambas tienen un punto de partida neutral, objetivo.

Por ejemplo, cuando un economista quiere justificar un plan de ajuste que reducirá los ingresos de los asalariados, se escuda en que ese plan expresa los postulados de la ciencia económica, y esos postulados son objetivos pues se apoyan en datos que son imparciales. En las CS la afirmación de la neutralidad de la ciencia permite justificar la intervención de los científicos en defensa de determinados intereses de clase. Esa intervención se presenta como indiscutible, pues está “blindada” bajo el paraguas de la ciencia “neutral”. [2]

Para la CNE, la ciencia se define a sí misma como incondicionada, en el sentido de que sus datos y sus teorías no se hallan condicionados por el contexto histórico y social en que son producidos. Según esta perspectiva, el científico social se halla por encima de los intereses de los grupos sociales enfrentados. El conocimiento que produce es superior al producido por esos grupos sociales porque tiene carácter “neutral”.

Ahora bien, las cosas son bien diferentes en el mundo de la ciencia real. Como hemos visto en clases anteriores, la filosofía política utilizó la noción de NH para justificar determinadas relaciones de poder en la sociedad (por ejemplo, el esclavismo). También analizamos cómo la CNE de las CS se dio en el marco del desarrollo de las RS capitalistas y cómo esas CS contribuyeron al desarrollo y estabilización de la sociedad capitalista. Si bien se trata de ejemplos muy esquemáticos, sirven a los fines de mostrar que las CS se hallan condicionadas por el ambiente histórico y social en que son producidas.

La teoría de la ideología proporciona nuevos elementos para la comprensión del carácter condicionado de las CS. En este punto es necesario aclarar que bajo la denominación “teoría de la ideología” agrupo un conjunto de teorías (muchas de ellas enfrentadas entre sí) que intentan explicar la ideología. Como habrán observado, en el artículo que estamos analizando no se formula ninguna definición definitiva del concepto de ideología, sino que se hace referencia a las definiciones elaboradas por varios autores. Para facilitar la lectura, voy a proporcionar aquí una definición provisional.

La noción de ideología designa al conjunto de ideas y representaciones acerca del mundo y de la sociedad, desarrolladas por un grupo de personas que comparten entre sí condiciones similares de vida.

Así, por ejemplo, cabe hablar de una ideología de los empresarios, de los trabajadores, de los campesinos, etc.

Lo fundamental en esta manera de definir la ideología consiste en comprender que las ideas y representaciones son el resultado de la vida social y no a la inversa. Parafraseando a Karl Marx (1818-1883), el ser social determina la conciencia.

A poco que reflexionemos sobre lo dicho hasta aquí, se comprende que la teoría de la ideología asesta un golpe decisivo a la concepción de una ciencia incondicionada, neutral y objetiva. De ahí se deriva la importancia del conocimiento de esa teoría para encarar el problema de la objetividad de las CS.

No vamos a repetir aquí lo dicho en el artículo, pues ello sería redundante. Pero sí es conveniente comentar los puntos fundamentales del texto, pues eso reforzará la crítica del carácter incondicionado de las CS y, por ende, de la concepción de objetividad propuesta por la CNE.

Los primeros en abordar científicamente el estudio de la ideología fueron los “ideólogos”. Este término es utilizado por los historiadores para denominar a un grupo de filósofos franceses que participaron en la Revolución de 1789. Ellos adherían al pensamiento de la Ilustración, que defendía la igualdad de los SH y consideraba que el feudalismo y la monarquía absoluta eran instituciones que iban en contra de la NH. Los “ideólogos” ocuparon cargos en el sistema educativo construido por la Revolución. Se concentraron en la tarea de eliminar los residuos del pensamiento aristocrático y feudal mediante el desarrollo de un programa educativo centrado en las ideas de igualdad y libertad. Pero pronto tropezaron con la gran resistencia opuesta por el pensamiento antiguo a las ideas revolucionarias. Eso los llevó a preocuparse por el estudio de las ideas, concibiendo el proyecto de una nueva ciencia, la “ideología”. Su razonamiento era sencillo: si podíamos conocer el origen de las ideas, sería posible crear nuevas formas de pensar y nuevos conceptos, adecuados a las condiciones sociales del período posrevolucionario.

Napoleón Bonaparte (1769-1821), quien asumió el título de emperador en 1804, despojó de sus cargos a los “ideólogos” y persiguió sus ideas. El nuevo gobernante afirmó que la ciencia de la ideología ponía en riesgo la creencia en el carácter sagrado de las instituciones, pues mostraba el origen de esas instituciones. Un dios que tiene fecha de nacimiento deja de ser dios, por la sencilla razón de que hubo un período de tiempo en que no existió.

La primera de las teorías de la ideología surgió, pues, en el contexto de la Revolución Francesa, cuando la burguesía arrebató el poder político a la nobleza. Algo semejante ocurrió con el marxismo, que retomó y desarrolló una nueva teoría de la ideología en el marco del surgimiento del movimiento obrero moderno.

Karl Marx y Friedrich Engels (1820-1895) contribuyeron de modo decisivo al desarrollo de la teoría socialista. [3] Ambos retomaron la noción de ideología, caída en el olvido luego de la derrota de los “ideólogos”, en un extenso manuscrito titulado precisamente La ideología alemana, redactado entre 1845 y 1846. [4] Ese texto ocupa un lugar importante en el desarrollo de la teoría marxista, dado que representó los resultados de una larga evolución intelectual.

Marx y Engels militaron inicialmente en las filas del liberalismo (tal como era entendido en Alemania en la década de 1840). En esa época un grupo de seguidores de la filosofía de Georg Hegel (1770-1831), los Jóvenes hegelianos, utilizaban las ideas de dicho filósofo para el combate contra el absolutismo reinante en Prusia, el más importante de los numerosos Estados en que se dividía el territorio alemán.

Marx y Engels integraron durante un tiempo el grupo de los Jóvenes hegelianos. Sin embargo, terminaron por convencerse de la impotencia del liberalismo alemán y fueron acercándose al movimiento obrero, que estaba dando los primeros pasos en Alemania, pero que ya tenía un desarrollo importante en Gran Bretaña y Francia. En este sentido, La ideología alemana expresa el ajuste de cuentas con el idealismo dominante en la filosofía alemana de la época. A su vez, la obra constituye la primera presentación de los fundamentos de la teoría marxista de la sociedad.

Los filósofos idealistas, entre los que se contaban los Jóvenes hegelianos, pensaban que las ideas creaban la sociedad. [5] Por lo tanto, si esas ideas se modificaban, la sociedad cambiaba. En el caso concreto del régimen absolutista imperante en Prusia, había que criticar la idea del absolutismo, demostrar que iban en contra del desarrollo pleno de la personalidad humana, para deshacerse de ese régimen político.

Marx y Engels adoptaron un punto de partida diferente. Para ellos, el ser social determina la conciencia. Esto significa que nuestro modo de vida condiciona las ideas con que pensamos ese modo de vida. [6]

La realidad material condiciona la realidad espiritual.

La afirmación anterior es la base de la crítica a las concepciones idealistas, pero también a las empiristas, de la ciencia. El científico social no se encuentra por encima de la realidad social de su tiempo. Todo lo contrario. Sus ideas y sus teorías se encuentran condicionadas por las relaciones sociales en que se hallan insertos los científicos. En este punto podemos relacionar el planteo de Marx y Engels con la teoría del epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), que acuñó la noción de paradigma.

Sin embargo, Marx y Engels no se limitan a señalar que las ideas se hallan condicionadas por el contexto histórico y social. Al examinar las características de las diversas formas de organización social que se dieron a lo largo de la historia, encontraron que en cada una de ellas existía una clase dominante y unas clases dominadas. [7] Como es lógico, la clase dominante buscaba perpetuar su dominación; para lograrlo, cada clase dominante procuró difundir su ideología al conjunto de la sociedad.

La tesis de la ideología dominante plantea que las ideas dominantes en cada sociedad son las ideas de la clase dominante.

Esto requiere de un trabajo específico: una parte de los integrantes de la clase que ejerce la dominación se dedican a desarrollar las ideas de su clase y a difundirlas a las otras clases de la sociedad. Son los intelectuales de la clase dominante.

La ideología dominante se difunde en el interior de las clases dominadas, adoptando la forma de falsa conciencia. Esto significa que la experiencia de vida de esas clases es deformada por la ideología. Repito un ejemplo: los empresarios aparecen como el “sector productivo” en la sociedad, en tanto que los trabajadores, quienes producen efectivamente, se ven a sí mismos como un sector subordinado. [8]

La “falsa conciencia” es presentada en La ideología alemana como un efecto de la tarea de los intelectuales. De ese modo, parece ser que basta con revelar la falsedad de la ideología, con mostrar cómo funciona efectivamente la realidad, para disipar los efectos de la “falsa conciencia”. El planteo de Marx y Engels se asemeja al de los filósofos de la Ilustración, quienes sostenían que el conocimiento liberaba a los SH. Este es el punto más débil de la teoría de la ideología esbozada en La ideología alemana. El problema con esa teoría es el siguiente: a) la ideología se deriva de las condiciones de vida de los SH, pero b) la ideología se erradica informando sobre cuáles son las condiciones reales de vida de esos SH. Entre a y b existe una contradicción, pues la información, el conocimiento, no erradican las condiciones materiales de vida que originan a la ideología. Es cierto que Marx y Engels proponen en La ideología alemana otra forma de terminar con la ideología de la burguesía: la revolución socialista, que elimina la propiedad privada de los medios de producción y, con ello, las condiciones que producen la ideología burguesa. Pero persiste la dificultad planteada por la concepción de la ideología como “falsa conciencia”.

A la dificultad mencionada hay que agregarle otra cuestión, estrechamente relacionada con aquella. Si bien Marx y Engels afirman que la ideología es producto del ser social, parece desprenderse del texto la afirmación de que los intelectuales de la clase dominante son los principales productores de la ideología dominante. En otras palabras, la ideología es una creación de los intelectuales. Pero si esto es así, la concepción materialista de la ideología, (el reconocimiento de que ésta se origina en las condiciones sociales) se ve debilitada.

Voy a concluir aquí la clase para no hacerla demasiado extensa. En nuestro próximo encuentro continuaremos revisando diferentes teorías de la ideología, comenzando por la teoría del fetichismo de la mercancía.

 

Les agradezco mucho su atención.

 

Villa del Parque, viernes 23 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CNE = Concepción naturalista-empirista / CS = Ciencias sociales / NH = Naturaleza humana / RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos


NOTAS:

[1] Mayo, A. (2012), “La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 223-247).

[2] En esta clase utilizo los términos “objetividad” y “neutralidad” como sinónimos.

[3] Aquí sólo es posible hacer una presentación sumamente esquemática de la trayectoria intelectual y política de Marx y Engels. Los interesados en profundizar esta cuestión pueden consultar: Löwy, M. (2010). [1° edición: 1970]. La teoría de la revolución en el joven Marx. Buenos Aires: Herramienta y El Colectivo.

[4] La ideología alemana no se publicó en vida de Marx y Engels. La primera edición de la obra data de 1932.

[5] Todo lo dicho aquí implica una visión muy esquemática del idealismo alemán, con el objetivo de simplificar las cosas para su mejor comprensión en la clase. Los interesados en esta corriente filosófica, cuyo principal exponente es Hegel, pueden consultar: Marcuse, H. (1986). Razón y revolución: Hegel y el surgimiento de la teoría social. Madrid: Alianza.

[6] Marx y Engels sostienen que es el ser social (la forma en que obtenemos lo que necesitamos para vivir, la manera en que nos relacionamos con nuestros semejantes, etc.) quien determina la conciencia. En otras palabras, nuestras ideas sobre el mundo y la sociedad surgen a partir del modo concreto en que vivimos. Un empresario piensa a la sociedad de manera diferente a un trabajador, y esa diferencia surge de que tienen modos diferentes de vivir. Pero en la sociedad capitalista existe una clase dominante, la burguesía, cuya dominación se deriva de que es propietaria de los medios de producción. Con la tesis de la ideología dominante, Marx y Engels plantean que las ideas dominantes en la sociedad son las ideas de la clase dominante. La clase que tiene el poder económico ejerce también el poder ideológico en la sociedad; una de las fuentes de ese poder es la propiedad privada de los medios de comunicación, que son controlados por la burguesía. Mediante ese poder, la clase dominante inculca una "falsa conciencia" a las otras clases sociales. Es falsa en la medida en que distorsiona las condiciones reales de vida, haciendo que sean percibidas de un modo conveniente a la clase dominante. Por ejemplo: los trabajadores producen la riqueza de un país; sin embargo, es habitual escuchar decir a trabajadores que los empresarios les dan trabajo. De ese modo se ven a sí mismos como desempeñando un rol pasivo en el proceso productivo

[7] Excluyo de esta caracterización a las sociedades de cazadores y recolectores, en las que no existían clases sociales.

[8] La noción de "falsa conciencia", elaborada por Marx y Engels en su obra La ideología alemana. Ambos autores plantean que las ideas están condicionadas por la forma en que los individuos producen su existencia. De ese modo, las ideas no crean la realidad, sino que se hallan condicionadas por esa realidad. En toda sociedad dividida en clases sociales las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en la sociedad. Por eso Marx y Engels hablan de "ideología dominante" cuando se refieren a la ideología de la burguesía, que es la clase dominante en el capitalismo. La burguesía está interesada, para mantener su dominio sobre el resto de las clases de la sociedad, en presentar sus puntos de vista como naturales, como los únicos posibles, y de inculcarlos a las otras clases. De esta manera, las clases dominadas terminan adhiriendo a una ideología que presenta de manera falsa los motivos de su situación. A esto lo denominan "falsa conciencia". 

viernes, 16 de octubre de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 10: CONCEPCIÓN NATURALISTA-EMPIRISTA

 


“Es verdad que, mientras no hacía otra cosa que considerar

las costumbres de las demás personas, no encontraba en ellas

casi nada seguro, y hallaba en ellas casi tanta diversidad como

había encontrado antes entre las opiniones de los filósofos. “

René Descartes (1596-1650), filósofo francés.

 

Bienvenidas y bienvenidos a la décima clase del curso.

Nuestro encuentro de hoy estará dedicado al artículo del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales” [1], cuyo análisis fue iniciado en la clase anterior. Además, comenzaremos el estudio del artículo “La teoría de la ideología”. [2]

Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.


En nuestro encuentro anterior examinamos algunos aspectos de la CNE de las CS. Esa concepción predominó en el siglo XX, a punto tal que fue denominada concepción estándar de las CS. [3] Eso significa que las diferentes teorías de la economía, de la sociología, de la ciencia política, etc., se basaron en los supuestos epistemológicos de dicha concepción. En otras palabras, esas teorías pensaron la sociedad desde la concepción estándar. Por supuesto, hubo perspectivas diferentes, siendo el marxismo un ejemplo de estas últimas.

La CNE presenta una serie de inconvenientes, que fueron advertidos rápidamente por muchos científicos sociales. El primero de los problemas de la CNE radica en la separación entre el científico y su objeto de estudio (en este caso, la sociedad). La dificultad radica en que un economista, un sociólogo, etc., forma parte de la sociedad que estudia, forma parte de su objeto de estudio. Si esto es así, ¿cómo puede escindirse en una persona que vive en una sociedad determinada, por un lado, y en un científico social que estudia dicha sociedad por el otro?

La cuestión planteada en el interrogante anterior se vuelve más compleja si se tiene en cuenta que los científicos sociales producen conocimiento en el marco de una sociedad dividida en clases sociales que tienen intereses opuestos, antagónicos. Dicho en forma esquemática, el capitalismo es una forma de organización social que posee las siguientes características: un grupo de personas, los capitalistas, concentra la propiedad de los medios de producción, en tanto que otro grupo de personas, los trabajadores (cuyo número es mucho mayor que el de los capitalistas) se ve obligado a trabajar para los primeros y así obtener en forma de salario el dinero necesario para comprar las mercancías que requiere para vivir. En otras palabras, empresarios y trabajadores viven de modo diferente y, además, tienen intereses antagónicos, más allá de los diferentes tipos de acuerdos que tengan en momentos determinados. Sé que esto es extremadamente esquemático, pero se trata de una presentación general del problema.

Veamos un ejemplo para ilustrar lo anterior. Supongamos que un economista elabora una teoría sobre el salario, en la que sostiene que es preciso reducir los ingresos de los asalariados para mejorar la competitividad de la economía. Esa teoría puede estar apoyada en pruebas empíricas, puede estar expresada en fórmulas matemáticas. Como es de esperarse, será aceptada por los empresarios, que suelen ver con buenos ojos una rebaja de los salarios. Sin embargo, los trabajadores asalariados la rechazarán, por ir en contra de sus intereses. Por más pruebas científicas que presente el economista, los trabajadores considerarán a su teoría como una expresión de los intereses del empresariado. Como puede verse, pasamos del terreno científico al político.

Dejo aquí el ejemplo, cuya única finalidad es presentar una de las dificultades implicadas en la CNE de las CS: el rechazo del carácter político de las CS. Si vivimos en una sociedad contradictoria y desigual, ¿por qué podríamos tener CS neutrales frente a esas contradicciones y desigualdades?

La crítica anterior a la CNE fue desarrollada, entre otros, por Karl Marx (1818-1883, sobre todo en su obra El capital (1867), donde discute los fundamentos de la economía política. El profesor Pardo, por su parte, menciona otra de las críticas a la CNE, cuya expresión fue la llamada reacción comprensivista. [4] 

Los comprensivistas, cuyos principales exponentes son los sociólogos Max Weber (1864-1920) y Alfred Schütz (1899-1959) defendieron la existencia de una distinción fundamental entre CN y CS. Mientras que en las primeras los científicos podían abordar a su objeto de estudio como algo ajeno (algo exterior a ellos), en las CS los científicos no podían separarse de su objeto. Mientras que para los positivistas (una de las variantes de la CNE) las CN y las CS formaban parte de un continuum, los comprensivistas sostenían la existencia de una separación radical entre ambos tipos de ciencia. Esta separación pasaba no sólo por la diferente posición del científico respecto al objeto de estudio en unas y otras, sino también por los métodos que debían utilizar los científicos naturales y los científicos sociales.

El profesor Pardo resume los rasgos característicos del comprensivismo en la página 114. Allí define la noción de comprensión:

“«Conocer» en ciencias sociales ya no será subsumir – desde la objetividad – fenómenos particulares mediante leyes (explicar), sino «comprender»: esto es, desocultar significados, alcanzar – desde la propia subjetividad del intérprete – la subjetividad del actor social. El conocimiento de las ciencias sociales posee, entonces, un ineludible componente de empatía: se trata de desentrañar los propósitos e intenciones del otro; algo así como acceder al alma del otro. Sólo así sería posible entender el proceso social.”

Aquí es necesario tener presente dos cosas: en primer lugar, el comprensivismo fue minoritario dentro de las CS, pues la corriente mayoritaria en el siglo XX siguió adhiriendo a los postulados de la CNE. En segundo lugar, desde el principio el comprensivismo fue criticado por subjetivismo o psicologismo. El profesor Pardo explica así esta última cuestión:

“El problema de la concepción naturalista-empirista radicaba en la desmedida pretensión metodológica de un punto de partida objetivo que permitiera la formulación de leyes generales explicativas. La particular dificultad de las ciencias sociales de establecer leyes de ese tipo derivaba, por un lado, en la afirmación de una esencial inferioridad de éstas en comparación con las disciplinas físico-matemáticas («ciencias blandas», «ciencias duras»); y por otro, en una descripción del quehacer del científico social que no hace justicia de la especificidad de su labor: hacer ciencias sociales no es sólo una actividad explicativa, o al menos mediante esta actividad no se da cuenta totalmente de la tarea llevada a cabo en una investigación social. Ahora bien, si la concepción estándar peca de reduccionismo, la visión comprensivista lo hace de psicologismo y, por ende, de subjetivismo. ¿Qué significa esto? Que, en la medida en que la comprensión – modo de conocimiento propio de las ciencias sociales – es concebida como empatía, vale decir, como acceso al pensamiento o a la mente del autor, no es controlable científicamente. ¿Cómo sería posible establecer – con ciertos criterios de cientificidad – lo que ocurre en la mente de otra persona? Si comprender es recrear en la subjetividad del investigador las intenciones, los sentimientos y los propósitos del otro, en tanto objeto de estudio, es inevitable la objeción de psicologismo y de subjetividad a-metodológica y, por tanto, a-científica.” [5]

Los partidarios de la concepción estándar atacaron al comprensivismo y mantuvieron sus posiciones hegemónicas en las CS. A despecho de las críticas de marxistas y comprensivistas [6], la CNE siguió proveyendo a los científicos sociales de fundamentos epistemológicos para sus teorías. Sin embargo, los comprensivistas no permanecieron quietos. En la segunda mitad del siglo XX elaboraron un método que reforzaba la objetividad de la comprensión: ese método fue la hermenéutica.

 

El profesor Pardo describe la hermenéutica en el tercer apartado de su artículo [7] el desarrollo de la incorporación de la hermenéutica a las CS. Hay que tener presente que la hermenéutica se originó como una disciplina externa a las CS. En rigor, surgió como método para la interpretación de los libros sagrados de la religión y de allí pasó al estudio de los textos literarios. Fueron dos filósofos, el alemán Hans-Georg Gadamer (1900-2002) y el francés Paul Ricoeur (1913-2005), quienes desarrollaron la aplicación de este método a las CS.

La idea central de los hermeneutas consiste en dotar de bases objetivas a la interpretación de los motivos de la acción de los individuos. Para ello recurren a los instrumentos forjados en el marco de la interpretación del sentido de los textos literarios. De ese modo intentan eliminar los factores subjetivos del proceso de comprensión. Pardo resume así la posición de los hermeneutas:

“Afirmar el carácter interpretativo de todo conocimiento implica, en primer lugar, reconocer que a esa supuesta primera relación de sujeto-objeto en la que se asienta la «objetividad» la antecede otra más originaria: la ligazón del ser humano con un mundo, con una tradición. Y esa relación previa a la subjetivación, suelo ineludible de todo posible teorizar, es lo que en la hermenéutica se denomina pertenencia. Entonces no sólo las ciencias sociales estarán determinadas por ese círculo entre el intérprete y el objeto, sino que el conocimiento todo se mueve dentro de una cierta circularidad: al fin y al cabo, siempre hablamos «desde» algún lugar.” [8]

El profesor Pardo sostiene que las nociones de tradición y pertenencia son fundamentales para la entender los aportes de la hermenéutica al comprensivismo. Desde esta perspectiva, la sociedad es concebida como una “comunidad de prejuicios condicionantes” [9]; si se acepta esto, es inaceptable la CNE, pues resulta imposible fundamental la objetividad, dado que el propio científico pertenece a esa “comunidad”.

No es preciso proseguir con esta cuestión. Los que están interesados en profundizar el tema de la hermenéutica pueden consultar la bibliografía mencionada en el artículo del profesor Pardo. [10]

Antes de concluir el análisis del texto de Pardo quiero indicar la importancia de los ejes problemáticos señalados al principio del artículo. [11] Se trata de ejes en torno a los cuales gira el debate epistemológico en las CS: el objeto de estudio, el método y el estatus epistemológico. Ya hemos hablado de los dos primeros ejes; respecto a la cuestión del estatus epistemológico, muchas personas piensan que las CS no son ciencias: tal es la influencia de la CNE. En este punto cabe situar el debate entre la CNE y el comprensivismo (hay que agregar a los marxistas, con una posición diferente a las de los otros dos contendientes). Repito algo que ya hemos dicho, desde el punto de vista de la CNE, las CS sólo pueden ser ciencias en la medida en que acepten los postulados naturalistas-empiristas.

Sobre el final del artículo, el profesor Pardo enumera los rasgos del escenario posnaturalista y posempirista [12], esto es, de las corrientes que cuestionaron a la CNE a partir de la década de 1960. La descripción de cada rasgo es precisa en el texto, así que no es necesario repetirla aquí. Pero resulta conveniente prestar atención a alguno de esos rasgos: en primer lugar, el giro lingüístico:

“Con esta denominación volvemos a referirnos al cambio fundamental que reviste la consideración del lenguaje, el cual ya no es comprendido al modo de un medio de comunicación, de un mero instrumento para intermediar la relación del hombre con las cosas, sino como «materia prima del mundo social», esto es, como horizonte último de la inteligibilidad de los procesos históricos y sociales. La realidad social y, a la vez, el hombre mismo, su racionalidad, son lenguaje.” [13]

En segundo lugar, el supuesto hermenéutico, que implica una ruptura con el empirismo propio de la CNE. Si se acepta este supuesto: “La tarea de las ciencias sociales es interpretar una realidad que ya ha sido interpretada por otros, por los actores sociales. A esto suele hacerse referencia con el concepto de doble hermenéutica.” [14]

Por último, está la pertenencia del intérprete a una tradición, es decir, a una comunidad de sentido aceptada por el conjunto de los individuos que viven en una sociedad determinada, incluyendo en este conjunto a los científicos sociales. Esta pertenencia es previa a toda práctica que busca la objetividad.

Luego del análisis del texto de Pardo tenemos que pasar a mi texto sobre la ideología. Para no hacer demasiado extensa a esta clase voy a limitarme a presentar la estructura de este último artículo, cuyo examen concluirá la clase siguiente.

El artículo sobre ideología tiene el objetivo de plantear los alcances de la objetividad en las CS. Recordemos que la CNE concibe a la objetividad como toma de distancia, como distanciamiento respecto al objeto de estudio. La puesta en práctica del distanciamiento implica que el científico está obligado a desechar sus supuestos previos sobre el hecho o los hechos que está estudiando (sus teorías, sus prejuicios, su ideología, etc.), dedicándose a recopilar y examinar los hechos “desnudos” (insisto, dejando de lado todo marco conceptual anterior a ese examen de los hechos).

La teoría de la ideología permite discutir esta noción de objetividad. Mediante dicha teoría es posible establecer los límites de la objetividad en las CS o, todavía mejor, las características que asume la objetividad en las CS. No se trata de rechazar toda noción de objetividad y convertir así a las CS en un lugar donde se puede decir cualquier cosa. Nada de eso. La teoría de la ideología permite comprender los alcances de nuestra objetividad como científicos sociales. Ya veremos esto con más detalle.

Desde el punto de vista de su estructura, el artículo se divide en tres partes: a) presentación de la teoría de la ideología y su relación con la cuestión de la objetividad [15]; b) ejemplos de teorías de la ideología. Esta parte, la más extensa del texto, está dedicada a la descripción de algunas de las teorías de la ideología. En ella desfilan los “ideólogos”, la teoría de la falsa conciencia (Marx y Engels), la teoría del fetichismo de la mercancía (Marx), la teoría de las prenociones (Durkheim) [16]; c) una síntesis en la que se desarrolla la relación entre ideología y objetividad en las CS. [17]

En la próxima clase trataremos los contenidos del artículo, en especial las teorías de la ideología de Marx.

Como les digo siempre, agradezco mucho su atención.

 

Villa del Parque, viernes 16 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CN = Ciencias naturales / CNE = Concepción naturalista–empirista / CS = Ciencias sociales / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos


NOTAS:

[1] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 103-126).

[2] Mayo, A. (2012), “La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 223-247).

[3] El profesor Pardo menciona a la concepción estándar en la pág.108 del artículo que estamos trabajando. Lamentablemente carecemos de tiempo para mencionar las corrientes teóricas agrupadas bajo ese término (y mucho menos para analizarlas). Basta decir que la sociología empírica estadounidense, adhirió a los supuestos de la concepción estándar.

[4] Pardo, op. cit., pp. 112-115.

[5] Pardo, op. cit., p. 115.

[6] Como ya indicamos en repetidas oportunidades, el marxismo constituyó desde sus orígenes una alternativa al modelo de CS desarrollado desde la Revolución Industrial. En este sentido, su planteo epistemológico difiere esencialmente de los postulados de la CNE y del comprensivismo. Más adelante proporcionaremos algunos elementos para entender las diferencias entre el marxismo y las otras corrientes epistemológicas.

[7] Pardo, op. cit., pp. 115-121.

[8] Pardo, op. cit., p. 118-119.

[9] Pardo, op. cit., p. 119.

[10] Respecto al comprensivismo, pueden consultar: Mayo, A. (2013). Ficha de lectura. Alfred Schütz: «El sentido común y la interpretación científica de la acción humana» (1953). Blog Miseria de la Sociología: 11/07/2013.

[11] Pardo, op. cit., p. 105-106.

[12] Pardo, op. cit., pp. 121-124.

[13] Pardo, op. cit., p. 121.

[14] Pardo, op. cit., p. 123.

[15] Mayo, “La teoría de la ideología”, op. cit., pp. 223-226.

[16] Mayo, “La teoría de la ideología”, op. cit., pp. 226-241

[17] Mayo, “La teoría de la ideología”, op. cit., pp. 241-247.


viernes, 9 de octubre de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 9: CONCEPCIÓN NATURALISTA-EMPIRISTA

 

“[La razón] debe obligar a la naturaleza a responder a sus preguntas,

más no debe dejarse conducir por ella como si fuera llevada del cabestro.”

Immanuel Kant (1724-1804)

 


Bienvenidas y bienvenidos a la novena clase del curso.

Nuestro encuentro de hoy girará en torno al artículo del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales” [1]; nos dedicaremos a examinar el origen y desarrollo de las ciencias sociales. Desde el punto de vista histórico es la continuación del tema del encuentro pasado, la filosofía política.

Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.


Las CS modernas surgieron entre los siglos XVIII y XIX. Su desarrollo está ligado de modo inseparable a la expansión del capitalismo. Esta forma de organización social experimentó un desarrollo exponencial a partir de la primera Revolución Industrial (cuyos orígenes se dieron en Inglaterra, de 1760 en adelante). En el transcurso de un siglo casi todos los territorios del planeta quedaron comprendidos bajo la economía capitalista; ninguna otra organización social en la historia había experimentado una expansión semejante.

El capitalismo constituye una forma de organización de la producción radicalmente distinta a las anteriores (por ejemplo, el feudalismo); a diferencia de otras clases dominantes a lo largo de la historia, la burguesía se involucró directamente en el proceso productivo; el empresario capitalista organiza y controla dicho proceso. Todo esto hizo que las cuestiones económicas adquirieran una relevancia fundamental bajo el capitalismo. No tiene nada de extraño, pues, que la economía política fuera la primera CS moderna. [2] En el siglo XIX, los problemas de la transición del feudalismo al capitalismo y los conflictos entre capitalistas y trabajadores dieron origen a la sociología. Posteriormente, el proceso de conquista y colonización por las potencias europeas de África, Asia y Oceanía tuvo como una de sus consecuencias el surgimiento de la antropología. Por último, la expansión del derecho de voto hizo que apareciera la ciencia política en el sentido moderno del término. [3]

Las nuevas CS (“nuevas” con relación a su ilustre antepasado, la filosofía política) adoptaron en sus comienzos el método (y ciertas ideas sobre el funcionamiento del mundo) de las ciencias naturales. No hay nada de extraño en esta elección: a fines del siglo XVIII, cuando surgió la economía política, los éxitos de la física eran notables; por ejemplo, los físicos podían predecir con exactitud la posición y las características de un planeta desconocido por los astrónomos a partir de las perturbaciones en el movimiento de otros cuerpos celestes ya conocidos. [4]

Las CN ofrecían, pues, un modelo atractivo para las flamantes CS: la observación objetiva de los hechos permitía derivar de ellos, aplicando la inducción, leyes a partir de las cuales podían derivarse, a su vez, predicciones sobre el comportamiento de los objetos estudiados. A esto hay que sumarle que las CN cumplían (o parecían cumplir) uno de los ideales de la Modernidad, el llamado a priori matemático: las relaciones entre los diversos objetos y fenómenos podían expresarse (y explicarse) en términos matemáticos. [5]

Los científicos sociales procuraron adoptar para sí los métodos (y aún las metáforas y conceptos) de las CN. [6] Por ejemplo, el filósofo y sociólogo francés Auguste Comte (1798-1857), quien acuñó el término “sociología”, pensaba que la ciencia de la sociedad tenía que denominarse “física social” y la concebía como una aplicación a la sociedad de las leyes y métodos de la física.

La influencia de las CN sobre las CS no se ejerció únicamente a través de la física; la biología, que experimentó un auge notable en el siglo XIX [7], fue tomada como modelo por varios científicos sociales. Herbert Spencer (1820-1903), sociólogo inglés de enorme influencia en su época, utilizó una adaptación de la teoría de la evolución para explicar el desarrollo de las sociedades. Por su parte, Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés, utilizó la metáfora del organismo para describir la estructura de la sociedad.

Resulta innecesario multiplicar los ejemplos de influencia de las CN sobre las CS. El clima cultural de la época, hegemonizado por el positivismo, consideraba que la física y la biología eran las CIENCIAS con mayúsculas. Los primeros científicos sociales se encontraron ante la disyuntiva de: o adoptar los métodos de las CN o ser catalogados como ensayistas y/o charlatanes. Para comprender mejor esa situación basta con mencionar una situación conocida por muchos de ustedes: cuando le comentan a alguien que estudian “ciencias sociales” (no importa cuál de ellas), esa persona se encoge de hombros y los mira con compasión. Para la mayoría de las personas las CS son una especie de charla de café con algo más de sofisticación. Si bien hay que reconocer que los científicos sociales contribuimos a que las personas tengan esa imagen de nosotros (estudiamos muchas veces cuestiones absolutamente irrelevantes con conceptos igualmente irrelevantes), también es cierto que las CN siguen siendo el modelo de CIENCIA (con mayúsculas) en la actualidad.

El profesor Pardo describe los rasgos principales de las CS, tal como se desarrollaron en el siglo XIX bajo la influencia de las CN, y denomina concepción naturalista-empirista al modelo dominante en dichas ciencias. [8] No voy a ahondar en la cuestión, pues remito a lo expuesto por Pardo. Sin embargo, conviene detenerse en algunos puntos del texto.

Varias clases atrás nos referimos a la relación entre la Modernidad y el capitalismo. Más concretamente, el desarrollo de la producción mercantil (las cosas se producen para ser vendidas en el mercado) y del mercado mundial, la acumulación de capital en manos de la burguesía, la Revolución Industrial y el surgimiento de la fábrica, fueron procesos que modificaron la percepción del mundo y de la sociedad por las personas. En la primera parte de este curso examinamos la influencia de estos factores en la Revolución Científica (así como también el modo en que esta última modificó nuestra forma de ver el mundo).

El profesor Pardo inicia su análisis de la CNE planteando la relación entre las CS y el proyecto filosófico de la Modernidad.

“Según éste [el proyecto de la Modernidad], debe procurarse trasladar ese progreso tan vertiginoso como impresionante que han experimentado las ciencias naturales desde la revolución científica de los siglos XVI y XVII al ámbito del conocimiento y control del mundo social.” [9]

Conviene agregar que se trata del proyecto filosófico del capitalismo, esa forma de organización social que modificó dramáticamente la vida de las personas. Dicho de otro modo, el proyecto de las CS es el capitalismo, su consolidación y expansión. Todas las CS que surgieron entre los siglos XVIII y XX tuvieron como objetivo solucionar los problemas derivados de la transición del feudalismo al capitalismo, fortalecer el orden político y social capitalista y construir representaciones y subjetividades acorde con dicho orden. Es por eso por lo que no puede ubicarse al marxismo (o materialismo histórico) dentro del corpus de las CS, pues aquél se plantea como objetivo la superación radical de la sociedad capitalista. Si bien desarrollaremos esta cuestión en la próxima clase, quería dejar indicado este punto, pues permite comprender mejor los rasgos específicos de las CS.

El profesor Pardo enumera y describe las características de la CNE en las páginas 109-112 de su artículo. Si bien no voy a hacer un examen de cada una de ellas, considero necesario enfatizar un par de temas que aparecen en dicha enumeración.

En primer lugar, la cuestión del supuesto naturalista, es decir, el estudiar a la sociedad del mismo modo que las CN tratan a la naturaleza. El núcleo del supuesto reside en la frase “consiste en homologar el mundo social al físico, entendiendo a ambos como estructuras invariantes en las que es posible encontrar regularidades empíricas”. [10] No podemos discutir aquí la medida en qué este supuesto es válido para el mundo físico; sí corresponde indicar que de ningún modo puede considerarse a la sociedad como una “estructura invariante”. El desarrollo de las fuerzas productivas y las consiguientes transformaciones en las relaciones sociales, en las instituciones y en las representaciones, hacen que “todo lo sólido se desvanezca en el aire”. [11]

Pero los problemas con el supuesto naturalista no terminan allí. No se trata únicamente de que el objeto de estudio (la sociedad) permanezca invariante. El supuesto implica afirmar que los SH son un objeto pasivo, en el sentido de que sus conductas y sus relaciones no se ven modificadas por el conocimiento de esas mismas conductas y relaciones. Dicho de otro modo, las personas reaccionan frente a las teorías sociales, las adoptan y modifican a su antojo, en función de sus propios intereses; las personas comunes y silvestres también elaboran explicaciones sobre su sociedad y, muchas veces, esas explicaciones tienen más influencia que las teorías de los economistas y los sociólogos. En otras palabras, la idea de un objeto pasivo que se deja estudiar por los científicos sociales resulta cómoda para estos últimos, pues parece ponerlos por encima de los conflictos sociales y, de ese modo, les permite intervenir en ellos como si se tratara de sujetos neutrales.

En un sentido más general, la adopción del supuesto naturalista implica la alineación de las CS con el capitalismo. Los científicos sociales se “alejan” del conflicto social para poder intervenir en él desde la perspectiva de la clase dominante. Esta cuestión, que aquí sólo podemos esbozar, se encuentra ligada al segundo punto de la enumeración: el reduccionismo cientificista [12] Este principio supone que el conocimiento científico es la única forma válida de conocimiento. ¿De dónde proviene esta validez? Del supuesto de que los científicos sociales proceden del mismo modo que los científicos naturales, es decir, tomando distancia, separándose del objeto de estudio.

La separación del objeto de estudio (la sociedad, los distintos grupos humanos, las relaciones entre éstos) implica que el científico social no toma partida por ninguna de las partes en conflicto en la sociedad, sino que se limita a emitir un dictamen científico para cada situación. Ese dictamen es “racional”, es “científico” porque resulta de la mencionada toma de distancia. Sin embargo, y esto es algo que intentaremos demostrar en la próxima clase, esa separación no es otra cosa que la aceptación de la ideología de la clase dominante. Por ejemplo, cuando los economistas hablan de productividad, siempre la consideran desde la perspectiva del empresario (del capital) y no de la fuerza de trabajo (los trabajadores).

Lo que acabamos de decir se ve claramente en el séptimo principio, la objetividad. El profesor Pardo señala lo siguiente: “Por objetividad debe entenderse la capacidad del sujeto de elevarse por sobre todo condicionamiento histórico y subjetivo y tomar la distancia respecto del objeto a conocer, como para adoptar el punto de vista de un observador neutral.” [13]

Ahora bien, ningún científico social puede estar por encima de “todo condicionamiento histórico y subjetivo”. Esa es una idea ideológica, si se me permite la expresión. Tanto la filosofía política como las ciencias sociales se construyeron tomando posición en los conflictos sociales de cada época. Pero ya trataremos esta cuestión en la próxima clase.

Concluyo aquí para no excederme en la extensión. En nuestro próximo encuentra concluiré la revisión del texto de Pardo y comenzaremos el análisis del artículo sobre la ideología. [14]

Intercalo a continuación algunas consultas (y mis respuestas) formuladas por estudiantes durante el primer cuatrimestre de este año. Me parece que les pueden resultar de utilidad para la mejor comprensión de los temas que venimos trabajando.


Preguntas, respuestas, intercambios varios:

¿Puede ser que el uso político-ideológico de la NH esté relacionado con la manipulación, justificación y aceptación de la condición del SH en la edad clásica, así como también en la era moderna, obviamente relacionado con las desigualdades?

El profesor Palma apunta en su artículo [15] a los usos ideológicos de la concepción de la NH. Esto significa que la filosofía política desarrolló una teoría de las características que nos definen como SH, cuyo objetivo central era justificar las relaciones de poder imperantes en la sociedad. Por ejemplo: en una organización social esclavista (basada en el trabajo de los esclavos), los filósofos defendían la idea de que los SH eran desiguales. O sea, los hombres libres eran los únicos capacitados para ser autónomos (no depender de nadie) y, por ende, podían mandar sobre los demás. En cambio, los esclavos estaban incapacitados para ser autónomos. La naturaleza de los hombres libres y los esclavos era diferente. Recuerden, en este sentido, nuestro análisis del argumento de Aristóteles (384-322 a. c.) en defensa de la esclavitud. [16] Palma presenta la cuestión en las páginas 184-185 de su artículo. Allí encontrarán un mejor desarrollo del tema.

Quería consultarle una duda surgida sobre la pregunta 1. Al desarrollar los usos político-ideológicos de la naturaleza humana, ¿debemos abarcar desde la antigua Grecia hasta Marx?

La primera pregunta del parcial [me refiero al parcial que tomé durante el primer cuatrimestre] está centrada en la descripción de los usos políticos de la concepción de la NH. Una forma de responder puede ser la siguiente: en primer lugar, se puede explicar en general el uso de la noción de NH por los filósofos políticos. Palma desarrolla esto en las páginas 184-185 del artículo. Luego de aclarar esto, el paso siguiente para redondear la respuesta puede consistir en explicar un uso político concreto de la noción de NH, es decir, tomar el ejemplo de Aristóteles o el de Hobbes (1588-1679). No me parece conveniente describir las teorías de ambos porque esto implicaría extender demasiado la respuesta. Por supuesto, se trata de una sugerencia.

Comencé a hacer el parcial y me surgió una duda. Necesitaría en lo posible que me oriente en la primera pregunta. No entiendo a qué se refiere cuando dice: "describa los usos político-ideológicos de la noción de NH", ¿se refiere a las afirmaciones/ideas/pensamientos sobre la noción de naturaleza humana de los filósofos políticos (mencionados en el capítulo) a lo largo de la historia? 

Le pido perdón si repito cosas ya dichas. Pero en temas de parciales es preferible la repetición en la medida en que sirva para comprender lo pedido. Paso a contestar. En el punto 1 del examen se hace referencia al modo en que la concepción de la NH fue empleada en un sentido político-ideológico, con el objetivo de legitimar una forma determinada de orden social (por ejemplo, el feudalismo) o para luchar contra ella (es el caso de Rousseau y su enfrentamiento contra el Antiguo Régimen). Una forma de responder a la cuestión es comenzar describiendo los rasgos generales de la concepción de la NH, desarrollados por Palma en las páginas 184-185 de su artículo, y luego continuar con la descripción de uno de los ejemplos de uso político-ideológico de la NH (Aristóteles, Hobbes, etc.).

  

Villa del Parque, viernes 9 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CN = Ciencias naturales / CNE = Concepción naturalista–empirista / CS = Ciencias sociales / NH = Naturaleza humana / SH = Seres humanos


NOTAS:

[1] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 103-126).

[2] Los historiadores de las ciencias sociales consideran que la obra La riqueza de las naciones (1776) del economista escocés Adam Smith (1723-1790) marca el nacimiento de la economía política moderna. Utilizo el término economía política para designar a la nueva ciencia porque era el término empleado por los primeros economistas y porque permite acentuar la ligazón entre economía y política. Algunos autores, entre los que se destaca el sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero (1934-2007), afirman que la primera ciencia social moderna fue la ciencia política, cuyo desarrollo arranca con el filósofo italiano Maquiavelo (1469-1527).

[3] Esta enumeración es incompleta y tiene una finalidad ilustrativa. La lista de ciencias sociales es más extensa y no podemos tratarla aquí, pues no disponemos de tiempo suficiente ni es un tema central en la cursada. De todos modos, en la clase próxima dedicaremos tiempo a presentar algunos rasgos fundamentales del marxismo, que se erigió en alternativa al modelo de ciencias sociales dominante en el siglo XIX.

[4] Me refiero aquí al descubrimiento del planeta Urano (1846), cuya existencia había sido establecida por matemáticos y físicos a partir de los datos de las órbitas de los planetas Júpiter, Saturno y Neptuno, que no se comportaban de acuerdo con lo esperado por las leyes de Kepler (1571-1630) y Newton (1643-1727). Los interesados en este tema pueden consultar la Wikipedia (artículos Neptuno y Urano).

[5] Para una presentación del método inductivo, consultar: Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 51-55). Para una descripción de los fundamentos filosóficos de la Modernidad, entre los que se encuentra el a priori matemático, consultar: Pardo, R. (2012), “La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento científico”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 35-38).

[6] En este curso, a diferencia de otros anteriores, no dedicamos espacio al estudio del uso de la metáfora en las ciencias. El estudiante interesado en el tema puede consultar: Palma, H. (2018), “Ciencia y metáforas. Crítica de una razón incestuosa”, en Palma, H. (2018) (edit.) Conexiones y fronteras. Desafíos filosóficos de las ciencias sociales en el siglo XXI, Buenos Aires, Biblos, 2018, pp. 201-226.

[7] La biología moderna surgió en 1859, con la publicación del libro El origen de las especies, del naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882). Su influencia sobre las CS fue enorme.

[8] Ver Pardo, “El desafío de las ciencias sociales”, pp. 107-112.

[9] Pardo, op. cit., p. 107.

[10] Pardo, op. cit., p. 109.

[11] La frase es de Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), y aparece en el Manifiesto Comunista (1848).

[12] Pardo, op. cit., p. 109.

[13] Pardo, op. cit., p. 111.

[14] Mayo, A. (2012), “La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.

[15] Palma, H. (2012), “El problema de la “naturaleza humana” en los estudios sobre la sociedad”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social. Buenos Aires: Biblos(pp. 177-222).

[16] Ver la clase N° 7, Miseria de la Sociología, viernes 25 de septiembre de 2020.