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sábado, 31 de marzo de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (28): PROUDHON (1809-1865). TERCERA PARTE.



El índice completo de esta serie se encuentra disponible en: http://miseriadelasociologia.blogspot.com.ar/2011/06/historia-del-movimiento-socialista.html

Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

La exaltación del individuo por Proudhon y su rechazo hacia el Estado tenían como correlato una opinión negativa sobre la democracia representativa: "Negaba que la multitud pudiese adivinar los méritos de los candidatos que se presentasen en una elección o que exista ningún 'principio especial de justicia en lo colectivo que pueda ser elegido mediante el voto secreto'." (I: 214).

Proudhon consideraba que la política llevaba a la centralización: "Significa una concentración de poder y una pérdida correspondiente de libertad en el individuo, que puede encontrar su libertad sólo si se ve libre de autoridad y de una situación legal para decidir sus propios asuntos mediante contratos libres. Creía firmamente en la capacidad creadora del individuo; pero creía que esta capacidad podía ejercerse mejor en pequeña escala, en cuestiones en que el indivjiduo mismo podía manejar y controlar, y acerca de lo que, por consiguiente, era de esperar que juzgase racionalmente." (I: 214-215).
[Proudhon estaba influido fuertemente por las ideas liberales acerca de la política, aunque de ningún modo se lo pueda considerar un liberal ortodoxo. Su defensa del individuo, de la libertad individual y del contrato, su desconfianza haca la política y el Estado, permiten situarlo en las coordenadas del pensamiento liberal. En este punto, cabe decir que su oposición al monopolio también forma parte del núcleo del liberalismo. Proudhon pensaba que la reforma de la sociedad pasaba por la creación de condiciones que permitieran la libre acción del individuo; una vez establecidas dichas condiciones, serían los propios individuos los que modelarían una sociedad justa. Pero las condiciones que promovía Proudhon no eran otra cosa que el ordenamiento jurídico favorable a la producción de mercancías. Su defensa de la pequeña propiedad y su convicción de que era preciso tomar medidas para preservarla de los monopolios iban en contra de la sacrosanta iniciativa individual alabada por los teóricos del liberalismo; sin embargo, no puede considerarse que represente una ruptura con la matriz liberal. El anarquismo de Proudhon era mucho más burgués que proletario.]

Como era de esperarse, el individualismo de Proudhon lo llevó a oponerse a la acción política de los trabajadores: "La desconfianza de Proudhon hacia la política le condujo más tarde a negar la doctrina marxista; según la cual el proletariado puede emanciparse por sí mismo mediante una acción política o revolucionaria. El proletariado, dice, carece de directivos de la capacidad requerida para elegir entre ellos, excepto para asuntos de poca importancia, ni puede tener esperanza de adueñarse de la dirección de la sociedad, a menos que consiga aliarse con los aldeanos y los maestros artesanos, que son sus aliados naturales contra los políticos y los grandes financieros." (I: 215).

Proudhon era partidario de la conciliación entre la pequeña burguesía y la clase obrera, y era a la primera a la que correspondía el papel dirigente en esa alianza política. Su defensa de las condiciones de la producción mercantil iba de la mano con el apoyo a la pequeña burguesía como clase dirigente de la reforma de la sociedad.

La posición pequeñoburguesa de Proudhon se refleja en sus opiniones sobre la religión y sobre la familia.

Respecto a la religión, "toda su vida fue decididamente contrario a la Iglesia católica, oponiendo a la concepc,ión eclesiástica de justicia con la idea de justicia social que, según él, está representada por la gran Revolución Francesa." (I: 215). "Le parecía que todas estas religiones nuevas y antiguas defendían un principio de autoridad que negaba a las personas el derecho y la capacidad para decidir su propia forma de vida mediante sus esfuerzos personales y su colaboración voluntaria en fines comunes. (...) no negó a Dios, aunque atacó a la religión organizada. Consideraba a las iglesias, como al Estado, como imposiciones ilegítimas sobre la libertad humana, y que embaucaban la credulidad humana para sus propios fines. Creía que la verdadera religión es asunto personal, que no exige ni autoridad ni organización, sino únicamente el servicio voluntario del espíritu humano individual." (I: 215-216).

La oposición de Proudhon a las religiones organizadas fue un elemento importante en el desarrollo del laicismo francés del siglo XIX. Hay que tener presente que el laicismo fue instrumental a la lucha de los intelectuales orgánicos de la burguesía contra los intectuales tradicionales. En este caso, como en tantos otros, Proudhon no trasciende el horizonte intelectual de la burguesía.

En el caso de la familia, "Proudhon no compartía la opinión de muchos de sus contemporáneos socialistas acerca de la emancipación de la mujer. Para él, el lugar de la mujer era el hogar, es decir, el hogar campesino en el cual la mujer desempeñaba una parte principal como compañera, aunque compañera inferior, de su marido en el trabajo de la tierra y con el ganado y en las muy diversas actividades del gran hogar. Sobre esta base afirmaba la supremacía del varón como cabeza del grupo familiar." (I: 216).

Buenos Aires, sábado 31 de marzo de 2012

viernes, 23 de marzo de 2012

24 DE MARZO

En vísperas de un nuevo aniversario del golpe militar de 1976 vuelven a reiterarse los lugares comunes sobre esta fecha. En algunos casos no está mal, pues para calificar la hijoputez de los valerosos militares argentinos, héroes de la picana, el submarino y el secuestro de bebés, los adjetivos se agotan pronto y abundan las repeticiones. Sin embargo, hay otras reiteraciones que terminan por banalizar el significado político de la fecha, al transformar en liturgia aquello que es parte de nuestra vida cotidiana desde los días del golpe militar. 

Es conveniente empezar diciendo, de una vez por todas, que la dictadura obtuvo un triunfo político rotundo en los objetivos políticos que se propuso, y que la relación de fuerzas sociales que cristalizó mediante el uso concentrado de la violencia (secuestros, torturas y asesinatos) permanece inalterada en nuestros días. En otras palabras, el proyecto político de la dictadura sigue victorioso, por más que sus ejecutores se hallen absolutamente desprestigiados y sometidos a la acción de los tribunales.

La dictadura militar o, mejor dicho, la clase dominante argentina (cosa que suele olvidarse en muchas de las celebraciones de estos días) se propuso destruir las bases de la capacidad de resistencia de los trabajadores y los sectores populares. Desde que el capitalismo existe, los empresarios producen en función de su tasa de ganancia. La organización de los trabajadores, independientemente de que ésta sea de carácter reformista o revolucionario, es uno de los factores que afecta dicha tasa de ganancia. Traducido al criollo, la organización de los trabajadores jode al capital, porque impide desarrollar plenamente su marca de nacimiento, que es la búsqueda de ganancias siempre crecientes. 

En Argentina, la irrupción de los trabajadores en el centro de la escena política con el peronismo (1945), tuvo como una de sus consecuencias la expansión de los sindicatos y el desarrollo de formas de poder obrero al interior de la fábrica (comisiones internas y delegados). Los sindicatos peronistas no discutían el dominio del capital, pero se mostraban fuertes al momento de discutir las condiciones de venta de los trabajadores en el mercado (la magnitud de los salarios, condiciones laborales, accidentes de trabajo, seguridad social, etc.). Esto ponía en entredicho la capacidad del capital para dictar las condiciones del proceso de producción en particular, y del proceso económico en general.

En la medida en que imperó el modelo de sustitución de importaciones (centrado en un proceso de industrialización basado en el reemplazo de productos importados por bienes producidos en el país), fue posible conciliar relativamente los intereses del capital y de los sindicatos peronistas, pues ambos tenían interés en el mercado interno. Sin embargo, en las fases recesivas de ese modelo, cuando el ritmo de crecimiento industrial se detenía o desaceleraba, los empresarios volvían a cargar sobre los "privilegios" de los sindicatos, pues los percibían como un obstáculo para el desenvolvimiento de las políticas de reestructuración necesarias para salir de la crisis. En este sentido, la tan mentada comunidad de intereses entre capital y trabajo fue una más una especie de guerra fría que una relación armónica.

La situación descripta en el párrafo anterior se agravó durante la dictadura del general Onganía (1966-1970), pues el intento de reestructurar la economía en favor del capital más concentrado dejó sin aire a los sindicatos peronistas, quienes entre 1966-1969 se vieron desplazados de las mesas de negociación. En este marco, y a partir del Cordobazo (1969), rebelión obrera-estudiantil que mostró las potencialidades políticas de los sectores populares, hizo eclosión una corriente de militantes obreros que rechazaba la conciliación con el capital y que ponía en el centro de su acción la lucha de clases entre obreros y empresarios. Además, la aparición de organizaciones guerrilleras fue visualizada por todas las fracciones de la clase dominante como un peligro para la dominación política del capital. En otras palabras, en el período comprendido entre 1969-1976, la clase dominante se sintió jaqueada por la presencia simultánea del peronismo (que, más allá de las políticas de su conductor, simbolizaba la irrupción de la clase obrera en la política argentina), el "clasismo" de muchos militantes obreros y las organizaciones político- militares de los sectores populares. 

A partir de 1969 la clase dominante experimentó una crisis de hegemonía, cuya expresión más significativa fue la incapacidad relativa de dicha clase para establecer los límites del debate político. La organización de los trabajadores y demás sectores populares (insisto, más allá del carácter reformista o revolucionario de dicha organización) ponía un límite bien concreto a cualquier intento de reestructuración capitalista (dirigida, por supuesto, a aumentar la tasa de ganancia). El fracaso del Rodrigazo (1975), un intento brutal por imponer las condiciones del capital a los trabajadores, mostró a las claras el enorme poder de resistencia de la clase trabajadora argentina. Ricardo Balbín, el principal dirigente del radicalismo de esa época, expresó con claridad el problema al hacer referencia a la necesidad de enfrentar a la "guerrilla fabril".

Los militares dieron el golpe con el objetivo primordial de aplastar las distintas formas de organización de los trabajadores. Éste fue el mandato que recibieron del conjunto de la clase dominante (incluyendo aquí a los sectores industriales). Es fundamental enfatizar esta cuestión. Si bien la política económica de la dictadura terminó favoreciendo a ciertas fracciones de la clase dominante, fue el conjunto de ésta la que proporcionó el aliento a la "gesta heroica" de los militares. Para los capitalistas argentinos, concentrados o pymes, nacionales o extranjeros, la organización de los trabajadores era un problema que había que resolver. Y los militares resolvieron el problema con un éxito contundente.

La clase obrera salió de la dictadura debilitada en número y en capacidad de organización; la tercerización, el empleo "en negro" y la desocupación se volvieron características estructurales a partir de 1976. Los sindicatos perdieron poder de negociación y terminaron convirtiéndose en una especie de departamento de recursos humanos de las empresas, cuando no en empresarios exitosos. Todo esto se tradujo en una fenomenal debilidad política. A partir de 1983, con la reinstauración del régimen democrático de gobierno, el capitalismo se volvió el límite de toda propuesta política. La dominación de los empresarios fue aceptada como un fenómeno natural. El socialismo pasó a ser concebido como una "utopía" inofensiva defendida solamente por los "alienígenas" de la izquierda. En este sentido, el éxito de los militares puede mensurarse a partir de lo estrecho de los límites del debate político, que no puede cuestionar de ningún modo la dominación del capital, ni siquiera en un sentido reformista (por ejemplo, plantear la necesidad de mejorar los ingresos del conjunto de los trabajadores, y no sólo los de las capas "privilegiadas"; eliminar la precarización de la relación laboral, etc.). Hoy en día, los trabajadores ni siquiera pueden decidir las condiciones en que viajan a los lugares en que son explotados. Tal vez esto último sirva para entender cabalmente los alcances del éxito de la dictadura.

La crisis terminal experimentada en 2001 por el modelo de acumulación vigente a partir de 1976 pareció marcar un corte con los legados de la dictadura. No obstante ello, y sin entrar a discutir los aspectos del nuevo modelo de acumulación que comenzó a cristalizar a partir de la devaluación de 2002, es preciso hacer notar que la desarticulación de las formas de organización de los trabajadores (insisto, ya sea reformistas o revolucionarias) ha persistido como la herencia más significativa de la dictadura. El debate actual acerca de la necesidad de una mayor intervención estatal en la economía tiene por trasfondo la aceptación de que el capitalismo es la única forma racional (y natural) de organizar el proceso productivo. La frase de Cristina Fernández acerca de la necesidad de superar "el anarcocapitalismo" resume con precisión la derrota de los trabajadores, pues expresa que la única alternativa posible al capitalismo es...el capitalismo.

La dictadura sigue, pues, formando parte de la vida cotidiana. Toda vez que un trabajador es despedido a los dos meses y 29 días de trabajo, para no tener que efectivizarlo, reaparece en toda su dimensión la "revancha clasista" llevada adelante por los militares. La lucha contra la dictadura, que es una lucha actual y no una liturgia, es la lucha por la superación de la fragmentación y por la organización de la clase trabajadora y los sectores populares.

Buenos Aires, viernes 23 de marzo de 2012

sábado, 17 de marzo de 2012

DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO: LA INDEPENDENCIA ORGÁNICA DEL PARTIDO LABORISTA (1946)

[Nota introductoria: El Partido Laborista (PL) surgió por iniciativa de numerosos dirigentes sindicales que habían participado de la movilización del 17 de octubre de 1945, y que estaban dispuestos a conformar un partido político para lograr que Juan Domingo Perón (1895-1974) ganara las elecciones de febrero de 1946, consolidando así las conquistas obtenidas por los trabajadores a través de la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El Partido Laborista tuvo por presidente al dirigente de los telefónicos, Luis Gay (n. 1903), y por vicepresidente al dirigente del gremio de la Carne, Cipriano Reyes (1906-2001).
El Partido Laborista jugó un papel fundamental en el triunfo de la fórmula Perón-Quijano en las elecciones presidenciales de febrero de 1946. En esa oportunidad, el PL fue una de las tres fuerzas políticas que sostuvieron la candidatura presidencial de Perón, siendo las otras la UCR-JR (Unión Cívica Radical-Junta Renovadora) y el Partido Independiente.
Durante la misma campaña electoral, y luego del triunfo de Perón, el PL no aceptó ser un instrumento pasivo en manos de la conducción del general, negándose a aceptar todas las directivas que formulaba este. En mayo de 1946 Perón presionó al PL para que se fusionara con las otras dos fuerzas que habían apoyado su candidatura, conformando el Partido Único de la Revolución Peronista. La dirigencia del PL mostró resistencia, y Perón ordenó la disolución del partido el 23 de mayo de 1946. La inmensa mayoría de los dirigentes y de los militantes del PL acataron la orden, salvo el grupo de Cipriano Reyes, que mantuvo la sigla a pesar de las presiones cada vez más violentas ejercidas por Perón.] 

LA INDEPENDENCIA ORGÁNICA DEL PARTIDO LABORISTA

En los momentos inciertos y azarosos de Octubre, en que la siniestra conjuración de los traidores estuvo a punto de hacer malograr el esfuerzo heroico de las fuerzas armadas que salvaron a la República del caos a que la precipitaban la corrupción y el desenfreno imperantes en la caduca oligarquía, las bravas falanges de los descamisados - carne doliente de pueblo que sabe rendir tributo a la gratitud y a la lealtad - irrumpieron en las calles en reacción impetuosa y arrolladora, y decidieron por virtual imperio de su voluntad soberana, la salvación del ideario de la Revolución.

La bandera ya casi arriada volvió a ser izada al tope del mástil, el adalid restituido al cálido abrigo de su pueblo pudo estrechar contra su pecho el corazón de las multitudes que lo aclamaban delirantes como al supremo apóstol de sus más caras reivindicaciones. Disipado el eclipse pavoroso, volvía el sol a irradiar la ventura de su luz y su calor en la conciencia de la ciudadanía. ¡La Patria se había salvado!

Pronto la eclosión de aquella fuerza incontenible cristalizó en una promisoria realidad de profunda significación social y política, contribuyendo a la formación del conglomerado que, bajo el rótulo de Partido Laborista, en los comicios del 24 de febrero puso en evidencia su fuerte raigambre popular y acreditó con su clamorosa victoria una personería legítima e indiscutida.

Se pretende ahora negar a esa gran fuerza el derecho inalienable a mantener su fisonomía propia, obligándola a desintegrar sus cuadros para confundirse con núcleos de desteñida actuación en el escenario político del país.

El Partido Laborista no puede someters a tal decisión, que importaría un avasallamiento de sus fueros y una negación de los principios que fundamentan su constitución orgánica. La vulneración de estas normas es una violación de los atributos esenciales de su propia ideología demorática y republicana.

El mantenimiento de la independencia del criterio partidario es de incumbencia exclusiva de sus propios organismos directivos. Son éstos los que conforme a las prescripciones estatutarias, deben decidir sobre sus propios destinos.

PRENSA LABORISTA, órgano oficial del Partido Laborista,
Buenos Aires, año I, n° 3,  jueves 30 de mayo de 1946, p. 1

[Tomado de Font, Elena Susana. (1984). Partido Laborista: Estado y sindicatos. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. (pp. 142-143).] 

Mataderos, sábado 17 de marzo de 2012

domingo, 11 de marzo de 2012

DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO ARGENTINO: PROGRAMA POLÍTICO DEL PARTIDO LABORISTA (1946)

[Nota introductoria: El Partido Laborista (PL) surgió por iniciativa de numerosos dirigentes sindicales que habían participado de la movilización del 17 de octubre de 1945, y que estaban dispuestos a conformar un partido político para lograr que Juan Domingo Perón (1895-1974) ganara las elecciones de febrero de 1946, consolidando así las conquistas obtenidas por los trabajadores a través de la acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. El Partido Laborista tuvo por presidente al dirigente de los telefónicos, Luis Gay (n. 1903), y por vicepresidente al dirigente del gremio de la Carne, Cipriano Reyes (1906-2001).

El Partido Laborista jugó un papel fundamental en el triunfo de la fórmula Perón-Quijano en las elecciones presidenciales de febrero de 1946. En esa oportunidad, el PL fue una de las tres fuerzas políticas que sostuvieron la candidatura presidencial de Perón, siendo las otras la UCR-JR (Unión Cívica Radical-Junta Renovadora) y el Partido Independiente.

Durante la misma campaña electoral, y luego del triunfo de Perón, el PL no aceptó ser un instrumento pasivo en manos de la conducción del general, negándose a aceptar todas las directivas que formulaba este. En mayo de 1946 Perón presionó al PL para que se fusionara con las otras dos fuerzas que habían apoyado su candidatura, conformando el Partido Único de la Revolución Peronista. La dirigencia del PL mostró resistencia, y Perón ordenó la disolución del partido el 23 de mayo de 1946. La inmensa mayoría de los dirigentes y de los militantes del PL acataron la orden, salvo el grupo de Cipriano Reyes, que mantuvo la sigla a pesar de las presiones cada vez más violentas ejercidas por Perón.] 



PROGRAMA POLÍTICO DEL PARTIDO LABORISTA, SOSTENIDO EN LAS ELECCIONES NACIONALES DEL 24 DE FEBRERO DE 1946

Política

1.- Realización integral de la democracia política, con el saneamiento de las prácticas institucionales y administrativas actuales que la entorpecen, así como la aspiración de realizar la democracia económica como mejor medio de hacer efectiva la primera.

2.- Mantenimiento de una política de colaboración mundial basada en el respeto de la soberanía de las naciones, pero también con amplia comprensión para superar los exclusivismos en beneficio de los intereses de la humanidad.

3.- Repudio de todas las doctrinas contrarias a nuestro espíritu Nacional, amante de la paz interior, del respeto a todas las creencias religiosas y enemigo de todos los sectarismos que predican odios políticos o raciales.

4.- Amplia colaboración americana, con el desarrollo de una verdadera conciencia de solidaridad entre naciones que tienen las mismas inquietudes y aspiraciones.

5. Extensión de los derechos políticos a la mujer. Representación parlamentaria para todo el país.

Economía

6.- Nacionalización de los servicios públicos y de las fuentes minerales esenciales para el desarrollo de nuestra industria, así como adopción de todas aquellas medidas que nos lleven a crear las bases de nuestra independencia económica.

7.- Estabilidad de la moneda, para normalizar el poder adquisitivo de la misma.

8.- En una Nación con destino marítimo por la enorme extensión de sus costas, es indispensable acelerar el desarrollo de nuestra flota mercante. Adopción de medidas que favorezcan la navegación en nuestros ríos, dando a nuestra navegación fluvial condiciones que no la pongan en inferioridad frente a otros medios de transporte. Fomento y desarrollo de nuestra actividad portuaria. Aprovechamiento de nuestros ríos para la industrialización del país.

9.- Desarrollo de todos los medios de transporte con una acertada política vial y de canalización, para la unificación de todo el país por sus medios de comunicación, creando así facilidades para la colocación en los núcleos más distantes de los productos de las distintas zonas. 

10.- Eliminación en la medida de lo posible del intermediario en todos aquellos artículos de necesidad esencial, hasta llegar a la comercialización por el Estado.

 11.- Creación de fuentes de trabajo en todo el país diversificando la producción; realización de obras públicas en aquellas zonas en que es grande el exceso de mano de obra, así como también creación de actividades industriales para evitar la concentración en los pocos centros densamente poblados del territorio nacional.

12.- Utilización de todas las fuentes de materias primas y desarrollo de la industrialización de las mismas dentro del país con la modernización y ampliación de las plantas industriales. Créditos del Estado y exenciones impositivas que favorezcan la industria nacional. Educación de las masas obreras para la capacitación técnica que requiera la industria, y fuente de este tipo de enseñanza como medio de acelerar la industrialización del país. 

13.- Planificación racional de nuestra economía agraria con la división de la tierra y la consiguiente eliminación del latifundio. Adopción de medidas que tiendan a favorecer a los pequeños agricultores como medio de crear una clase media rural. Apoyo del Estado para el favorecimiento de la agricultura en aquellas zonas en que es necesario el procedimiento técnico para hacerlas más aptas. Fomento de la inmigración adaptable y especializada para acelerar el desarrollo de ciertas regiones del interior del país. 

14.- Formación de Cooperativas de productores, especialmente en aquellas fuentes de producción en que resulte antieconómica la subsistencia individual, y ayuda del Estado como participante de las mismas.

15.- Eliminación de la especulación con el establecimiento de los costos de producción y la regulación de las ganancias. Control del Estado en todos aquellos artículos indispensables para la subsistencia. 

Legislación obrera

16.- Reconocimiento de las asociaciones profesionales como instituciones de bien público, cuya intervención en los problemas fundamentales del país es indispensable. Intervención de representantes de los obreros y empleados en todas aquellas instituciones creadas o a crearse en que estén representados otros sectores de la producción.

17.- Extensión del régimen jubilatorio de los trabajadores de la industria, del campo y del servicio doméstico, a las profesiones liberales y de todo otro sector de trabajadores actualmente desprotegido. Coordinación de las leyes del trabajo y de la previsión social y ampliación de las mismas, tendiente a organizar un sistema de previsión que cubra todos los riesgos de los habitantes del país, compatible con el de la jubilación ya arraigada en el mismo. Realizar todos los planes de reajuste de mano de obra a los efectos de solucionar la desocupación que pudiese producirse en el futuro. Sostener para tal fin como base de solución la reducción proporcional de la jornada de trabajo, sin rebajar los salarios.

18.- Reconocimiento del derecho de todos los trabajadores a tener participación en las ganancias. Sanción de las leyes que rijan la substanciación de los diferendos colectivos con intervención de las representaciones patronales y obreras. Establecimiento del salario mínimo obligatorio para todo el país, ya sea para los trabajadores del Estado o los particulares. 

19.- Reglamentación del trabajo agrícola y de aquellas actividades aún excluidas. Reglamentación higiénica del trabajo en las fábricas. Medidas de seguridad del mismo a los fines de evitar los riesgos profesionales. 

20.- Aprobación parlamentaria de todas aquellas medidas de carácter social dictadas por el gobierno de la revolución del 4 de Junio. Reconocimiento por la ley de la jurisdicción nacional de la legislación del trabajo. Elevación a la categoría de Ministerio del Trabajo de la actual Secretaría de Trabajo y Previsión.

21.- Fomento de la construcción de viviendas, en todo el territorio nacional, especialmente en aquellas zonas en que las condiciones actuales son sumamente deplorables. Estímulo en tal sentido de la industria privada. 

Finanzas

22.- Impuesto progresivo a la herencia a los efectos de que sea subordinada por el Estado cuando exceda determinada cantidad. Impuesto directo y progresivo sobre la tierra para aquellos propietarios que no la conviertan en un bien de producción.

23.- Rebajas hasta llegar a su eliminación de aquellos impuestos que graven los artículos de primera necesidad. Eliminación y rebaja de todas las patentes que graven las profesiones o las ramas útiles de la industria y el comercio.


Cultura y Asistencia Social


24.- Extensión de la enseñanza hasta los lugares más apartados del país, combatiendo el analfabetismo, ya sea con la intervención directa del gobierno central o con subsidios, a tal fin, a las provincias. Facilitación de acceso a la enseñanza media y superior. Creación del régimen económico que los haga factibles. 


25.- Intensificación de la enseñanza técnica con la creación de escuelas de aprendizaje y de formación industrial, y fomento de las ya existentes. Creación de escuelas regionales adaptadas a la naturaleza de la producción de las distintas zonas del país. Establecimiento de períodos escolares en las zonas que no coincidan con los de trabajo, para permitir la asistencia de los menores en forma regular.

26.- Establecimiento de la enseñanza superior de cursos de extensión de materias filosóficas y sociales con carácter obligatorio. Institución de becas a cargo del Estado para el perfeccionamiento científico, humanístico o técnico, dentro y fuera del país.



27.- Fomento de la producción intelectual en todas sus formas. Favorecimiento de la iniciativa individual en la creación de modificaciones favorables para la industria. Creación de institutos que sirvan a estos fines y aseguramiento al hombre de estudio de una situación económica que favorezca la creación intelectual.


28.- Ampliación del régimen de medicina preventiva y curativa, farmacéutica y hospitalaria a cargo del Estado, hasta llegar a la socialización de la misma. Instalación de colonias sanitarias de campaña. Reforma del régimen de asilo y humanización del carcelario de acuerdo con las nuevas orientaciones.

[Tomado de Font, Elena Susana. (1984). Partido Laborista: Estado y sindicatos. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina. (pp. 134-138).]

Mataderos, domingo 11 de marzo de 2012



NOTA:


Para otros documentos del Partido Laborista, consultar: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/search/label/DOCUMENTOS


domingo, 4 de marzo de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (27): PROUDHON (1809-1865). SEGUNDA PARTE.

Esta nota es la continuación de: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2012/01/historia-del-movimiento-socialista-26.html


Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

La teoría social de Proudhon se apoya en dos supuestos básicos:

a) La sociedad es concebida "como si se tratase de una actividad económica en pequeña escala y de pequeños grupos sociales. En realidad pensaba especialmente en familias aldeanas que cultivaran pequeñas granjas, o en artesanos individuales dedicados a la producción en pequeña escala, y consideraba la tendencia hacia una organización industrial en gran escala como el resultado principal de una desigualdad económica y de condiciones sociales injustas." (I: 210-211). [La caracterización de la gran industria se comprende porque al concentrar los medios de producción creaba un monopolio que aplastaba a los pequeños productores.] as

b) La reforma de la sociedad es posible porque "existe una economía natural basada en el cambio mutuo, que aseguraría un equilibrio de intereses, mientras no interviniesen en ella ni el Estado ni los monopolios." (I: 213).

A partir de estos supuestos, Proudhon edificó su concepción de las vías para lograr la transformación de la sociedad. Es a partir de ellas que cobran sentido tanto el papel que asigna al Estado como el énfasis en la creación de un sistema de crédito gratuito.

En su opinión, la instauración de un sistema de cambio libre de los monopolios permitiría aprovechar los beneficios de la división del trabajo que, en las condiciones del capitalismo, degradaba a los trabajadores. En un régimen de cambio libre y de producción individual, la división del trabajo produciría abundancia, pues por medio de ella se potenciarían las capacidades individuales. Lo mismo ocurriría con la competencia que, de fuente de opresión para los obreros en la sociedad actual, "sería un bien bajo las condiciones del cambio libre, porque entonces estaría abierta a todos y no limitada a aquellos que tuviesen un monopolio de la propiedad del capital y del acceso a los mercados." (I: 213).

La supresión del monopolio se hallaba en estrecha relación con la concepción del valor sustentada por Proudhon. Según él, "no existe  verdadera diferencia económica entre la producción, distribución y cambio. Todas ellas no hacen más que cambiar la forma de las cosas. (...) todo trabajo útil crea valor, y merece retribución en la medida en que lo estime el comprador.  Las oscilaciones de un mercado verdaderamente asegurarán a cada hombre el equivalente del valor que haya creado, ya sea como productor directo o porque ayude al consumidor a obtener  lo que necesita. Todo trabajador útil tiene derecho en justicia a recibir el valor que su trabajo tenga para los otros hombres." (I: 214). Para Proudhon, las clases productoras se componían de obreros asalariados, artesanos maestros de pequeños talleres y los comerciantes, pues todos ellos efectuaban un trabajo útil. Los detentores de monopolios, en cambio, se aprovechaban de su posición privilegiada (obtenida generalmente por medios políticos) para apropiarse del valor generado por los productores. De ahí se deriva la necesidad de eliminar los monopolios, para encauzar el sistema económico a su funcionamiento "natural", esto es, la producción mercantil.


La posición de Proudhon frente al tema de la propiedad se deriva de sus concepciones económicas. A pesar de que en su obra más famosa, Qu' est-ce que la propriété, definió a la propiedad como un robo, "no quería decir con esto que toda la propiedad privada debiera terminar. Se oponía a ella únicamente cuando adquiría la forma de una propiedad absoluta, de tal modo que implicaba la negación de la existencia de interés social (...) Deseaba asegurar a cada hombre la posesión privada de la propiedad que necesitase la producción, y durante todo el tiempo que él y sus herederos la utilizasen, pero no más tiempo. Pensaba que esto podía hacerse en el caso de los campesinos entregando la propiedad de la tierra a las comunidades, pero reconociendo de una manera completa el deseo de asegurar la posesión como un medio necesario para asegurar los frutos de su trabajo. De ahí que propusiese un sistema de derecho garantizado a ocupar la tierra,siempre que fuese utilizada de una manera productiva, incluyendo el derecho del campesino a transmitir la tierra a sus herederos con las condiciones de que pudiesen continuar cultivándola." (I: 212-213).


[Proudhon se manifiesta en todo momento como un celoso defensor de la pequeña propiedad. Su defensa de los trabajadores se apoya en la idea de que la sociedad tiene que garantizar la propiedad del producto del trabajo a los obreros. Como ya señalamos varias veces, Proudhon se mueve dentro de órbita intelectual de la producción mercantil, cuyo eje es la propiedad privada de los medios de producción y cuya consecuencia es el capitalismo. Hay que decir que Proudhon nunca llegó a comprender la fuerza de la gran propiedad capitalista, y quedó encerrado en la dicotomía monopolio vs propiedad individual.]

La desconfianza de Proudhon hacia el Estado se derivaba de su teoría política. Su ideal era la gran Revolución Francesa de 1789, que había dado a luz las concepciones de justicia social y de libertad individual. En su opinión, justicia y libertad eran inseparables, y la expansión de las funciones del Estado conspiraba contra la libertad individual. Proudhon pensaba que "todas las formas de gobierno son injustas, porque todas se basan en la negación de la igualdad humana, y establecen una relación injusta entre los hombres. (...) aspiraba a que al fin los hombres se viesen completamente liberados del gobierno; y a que la futura organización de la sociedad se redujese a las relaciones entre hombre y hombre en circunstancias de libertad mutua completa." (I: 210). 

[Esta concepción de la política va de la mano con su defensa de la pequeña propiedad y de la producción en pequeña escala. Proudhon concibe al Estado en términos precapitalistas (es decir, el Estado anterior al surgimiento de la gran industria). De este modo, define la opresión estatal de manera abstracta, como una coerción ejercida sobre el individuo mpas que como un órgano de opresión de clase. Dado el punto de partida de Proudhon, las clases sociales quedan relativamente invisibilizadas, en detrimento de los individuos, que pasan a ocupar el centro de la escena. En este sentido, cabe decir que Proudhon está muy cercano al liberalismo.]

Proudhon propone al contrato como forma de organización capaz de resolver las dificultades planteadas por el Estado. "La esencia del 'contrato' (...) es que cada hombre debe ser libre para hacer los arreglos que le plazcan con otros hombres, bajo condiciones que garanticen que todos pueden contratar libremente, y que ningún monopolio de poder o de la riqueza altera la justicia del contrato. 'Contrato', para Proudhon, es esencialmente el hecho de contraer libremente una obligación por parte de un individuo responsable, por consiguiente, la forma necesaria de actuar de los hombres que viven en una sociedad libre. Llegan a esta concepción del 'contrato' hasta el punto de desconfiar de todas las formas de asociación que requieren la renuncia de los hombres a la acción directa de su capacidad individual, en favor de una acción mediante cualquier clase de agente colectivo o representativo que les prive de su responsabilidad personal. Admitía que cuando, por razones técnicas, es necesario organizar las industrias y los servicios en gran escala, la asociación no puede evitarse, pero quería que se redujese a un mínimo. Creía que la mayor parte de la labor de la sociedad podía realizarse a base de la acción individual sin necesidad de organización colectiva." (I: 210).


[Como se indicó anteriormente, la concepción política de Proudhon no roza la problematica del Estado moderno. Se trata de una teoría política propia de un período de transición, en el cual la mayor parte de la producción gira en torno a relaciones sociales que han quedado desfasadas frente a nuevas formas organizativas. Proudhon representa la fuerza de la pequeña propiedad en Francia, y su resistencia frente a la expansión de las relaciones capitalistas, que amenazaban a muchoes de los pequeños propietarios con el deslizamiento hacia las filas del proletariado. Esto no debe llevar a pensar que Proudhon era un sentido burgués en sentido peyorativo. No debe olvidarse que los pequeños propietarios que defendía eran mayoritariamente productores directos (campesinos y artesanos), no rentistas ni explotadores de la fuerza de trabajo ajena.]

Buenos Aires, domingo 4 de marzo de 2012

jueves, 1 de marzo de 2012

MACRI, CAMPEÓN DE LA DIGNIDAD DE LOS TRABAJADORES

"Como no puedo mentir ni ser cómplice de esta grave situación.."
Mauricio Macri

Mañana lluviosa en Buenos Aires. Llueve desde la madrugada y eso, como se sabe, tiene una consecuencia inmediata en el tránsito hacia la ciudad. Todo se vuelve más pesado. Los colectivos, los trenes, los subtes, van más llenos que lo habitual, o por lo menos eso parece para el sufrido trabajador que disfruta de las comodidades que ofrecen dichos medios de transporte.
Pero, puesto que es sabido que si las cosas van mal siempre pueden estar peor, el panorama se presentó más complicado el día de hoy. La causa fue la decisión de la empresa Metrovías de cerrar las bocas de acceso a las estaciones, pues el Gobierno nacional había anunciado el día de ayer, a través de la ministra de Seguridad Nilda Garré, que la Policía Federal sería retirada del subte a partir del día de hoy. La UTA (sindicato que nuclea, entre otros, a los choferes de colectivos y que pretende encuadrar también a los trabajadores del subte) ya había anunciado un paro para el día de hoy en protesta por la falta de seguridad generada por la retirada policial. Mauricio Macri, con una celeridad desacostumbrada en él, dio por cancelado el acuerdo de traspaso de los subterráneos y "se los devolvió" al Gobierno nacional.

Mientras tanto, los trabajadores hacían malabarismos para subir a un colectivo.

Macri, recién desembarcado en la Tierra luego de su último crucero a Júpiter, se encontró con noticias "asombrosas": ""Los trenes de la línea A tienen 90 años de antigüedad, y mientras en España los renuevan cada 37 años, acá no se sabe cómo los sostenemos". Ante esta realidad, nuestro héroe, que acababa de descubrir la pólvora, montó en cólera: "Las inversiones que no se han hecho en estos 10 años ponen en riesgo los servicios y el funcionamiento de los subtes, la seguridad y la comodidad, y la dignidad que debe tener la gente a la hora de viajar en términos de frecuencia, ventilación y equipamiento". Don Mauricio no podía aminorar su bronca: ¿Cómo puede menoscabarse la realidad de la gente? ¿Cómo es posible que el Estado subsidie a las empresas "a las que les interesa el país" y deje de lado a los trabajadores, a los ciudadanos de a pie?

La furia de nuestro guerrero no se hizo esperar; enseguida pasó a la acción. 
"No podemos hacernos cargo de estos diez años de falta de inversión. Por esta razón, hoy se pone en peligro la seguridad de la gente. Como no puedo mentir ni ser cómplice de esta grave situación, decidimos suspender el traspaso". Don Mauricio, sabiendo que lo esperaba una larga lucha, se retiró a...sus oficinas en la Jefatura de Gobiero porteño. Total, todo el mundo sabe que el poder reside en otra parte.

Tras reponer fuerzas, el campeón de la dignidad popular volvió a la carga: "La seguridad en el subte es una responsabilidad del gobierno nacional, se les pidió que nos la pasen junto con los recursos, pero quisieron sólo traspasar la responsabilidad. Nunca la Policía Metropolitana se puede hacer cargo de reemplazar a la Policía Federal". Ahora sí podía retirarse otra vez a la jefatura. 

Mientras tanto, los trabajadores seguían padeciendo el descalabro del transporte. 

Don Mauricio se autoproclamó, hace no tanto tiempo,"el exponente de la nueva política". En días como hoy, queda al desnudo el contenido de esa "nueva política". Las palabras sobran; mejor dicho, son sus propias palabras las que eximen de mayor comentario. En todo caso, posee en grado superlativo el cinismo y la desvergüenza de nuestra burguesía, ya sea la "nacional" o la "otra".

Luego de la masacre de Once, y ante hechos que no pueden ser ocultados, los políticos del sistema han debido expedirse ante el desastre del transporte público en Argentina. En este blog ya nos hemos referido largamente a las respuestas dadas por el "kirchnerismo". Ahora, Don Mauricio aporta la suya. Y no tiene desperdicio. Hasta hace una semana, a Don Mauricio le importaba un bledo (ahora también, pero se ve obligado a decir públicamente otra cosa) la situación en la que viajaban los trabajadores. El propio cronista de LA NACIÓN encargado de cubrir la conferencia de ayer del Jefe de Gobierno, cometió el "desliz" de registrar lo siguiente: "Consultados funcionarios locales sobre si habían realizado una denuncia a la Justicia en virtud del mal estado del subte, que, según palabras de Macri, hacía "peligrar" a los pasajeros, indicaron que no lo habían hecho. Y que esperaban una respuesta del gobierno nacional para determinar los pasos por seguir." (El resaltado es mío).

La masacre de Once ha puesto en el centro de la escena política algo que sabe todo aquél que utiliza los medios de transporte público: la falta de inversiones, la carencia de un plan centralizado, la subordinación del sistema a la lógica del mercado. Las acciones del Grupo Cirigliano, con toda su hijoputez, no son otra cosa que una consecuencia necesaria de la lógica perversa del sistema, la cual puede resumirse diciendo que el Estado pone el dinero para que funcionen los transportes, mientras que los empresarios se llevan las ganancias. Frente a la realidad de la conducta de la "burguesía nacional", Don Mauricio, otro digno exponente de esa burguesía, opta por echarle la culpa a otro hasta que aclare la cosa.

No queda ninguna duda. Los trabajadores pueden estar tranquilos. Viven en el mejor de los mundos posibles, a menos que comiencen a recordar aquella vieja frase que dice:

"La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos".


Buenos Aires, jueves 1 de marzo de 2012

NOTAS:

Los dichos de Macri fueron tomados de la versión publicada por LA NACIÓN. Aclaro esto porque algún lector desprevenido, al leer lo expresado por este hombre que no ejerce ningún cargo ejecutivo de responsabilidad, puede llegar a pensar que hemos tergiversado las palabras del Jefe de Gobierno, llevados por nuestro furor antiliberal. Dejo el enlace: http://www.lanacion.com.ar/1452751-macri-enfrenta-al-gobierno-y-suspende-el-traspaso-del-subte

El título de LA NACIÓN, "Macri enfrenta al gobierno" es una perla que no nos atrevemos a comentar aquí (bonito enfrentamiento en el que sufren....los laburantes).