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jueves, 15 de noviembre de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (31): LOS ORÍGENES DEL SOCIALISMO ALEMÁN (III)


Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

 c) El “socialismo feudal”

La derrota definitiva de Napoleón en 1815 y la restauración monárquica que le sucedió, congelaron el desarrollo de las ideas socialistas en Alemania. Desprovista de una clase obrera numerosa debido a lo exiguo de la industria alemana (1), y reducidas a la clandestinidad las organizaciones republicanas y demócratas en el resto del continente, el socialismo carecía de estímulos para su crecimiento. De hecho, hasta la Revolución de 1830 el socialismo fue una curiosidad intelectual en Alemania.

Sin embargo, y a pesar de lo afirmado en el párrafo anterior, en el período comprendido entre 1815 y 1830 encontramos una especie de “socialismo feudal”, cuyo representante más destacado es Franz von Baader. Conviene aclarar las cosas. El pensamiento de Baader tiene muy poco de “socialista”, salvo que se entienda por socialismo a la preocupación por el impacto social de la difusión del capitalismo. Baader era, ante todo, un conservador, cuyo ideal era la sociedad feudal:

“Baader y otros políticos reaccionarios, que estaban también dominados por una conciencia social, seguían pensando en una sociedad dominada por la agricultura y por una producción artesanal en pequeña escala.” (I: 226). Para ellos, la política “social” podía convertirse en una reaseguro contra las ideas liberales y democráticas, pues al garantizar al “proletario” (Baader usaba este término) “un nivel de vida tolerable” (I: 226) se lograría su adhesión al absolutismo y al régimen feudal. No obstante, tanto la impotencia del liberalismo alemán como el raquitismo del movimiento obrero, hicieron que este socialismo “feudal” quedara confinado al plano de las ideas.

d) El socialismo de Wilhelm Weitling (1808-1871)

La situación comenzó a cambiar a partir de la influencia de la Revolución Francesa de 1830, que marcó un reavivamiento del liberalismo a nivel europeo. 

En la década de 1830, Alemania se volvió más receptiva al pensamiento socialista. El progreso del socialismo fue muy lento. Los sansimonianos enviaron “misioneros” a Alemania, pero obtuvieron pocos resultados. Como ya había sucedido en el período anterior a 1815, el pensamiento alemán se vio encerrado en el terreno de la filosofía. En este sentido, Hegel (1770-1831) dominó la escena intelectual alemana. A su muerte, la escuela hegeliana se dividió en dos grupos principales, la derecha (los Viejos Hegelianos) y la izquierda (los Jóvenes Hegelianos). De esta última surgió, andando el tiempo, el socialismo marxista. Pero, durante la década de 1830 la izquierda hegeliana se movió en el terreno del liberalismo y no del socialismo.

En 1830-1840 el socialismo se difundió entre los artesanos, que no tenían contacto con los filósofos de la “izquierda”. En este medio, la influencia de las ideas francesas fue importante, pero los trabajadores alemanes consiguieron dotarse de dirigentes propios, que elaboraron una teoría diferente a las que provenían de Francia.

En 1846 llegó a EE. UU. En 1848 regresó a Alemania para participar de la revolución. Al producirse el reflujo revolucionario, se exilió definitivamente. En EE. UU. prosiguió realizando propaganda revolucionaria entre los obreros norteamericanos. (3).

Wilhelm Weitling (1808-1871) fue el representante más destacado del socialismo alemán de esta época. (2) Cole afirma que era un socialista de “inspiración francesa” (I: 227).

Weitling, hijo natural de un oficial francés y de una criada alemana, era sastre, y en tal condición viajó por Alemania. Emigró a Francia hacia 1836, para escapar del servicio militar prusiano. Recibió la influencia de los grupos ligados a Blanqui y a Cabet; se unió a los exiliados alemanes agrupados en París bajo la protección de Félix Schuster. 

Weitling desarrolló una intensa actividad en París. Redactó el manifiesto del grupo de Schuster, El hombre tal como es y tal como debiera ser (1838). Estuvo implicado en el levantamiento de Blanqui (1839) y debió exiliarse en Suiza al fracasar este. 

Prosiguió su actividad política durante su exilio suizo. Publicó su obra más importante, Garantías de la armonía y la libertad (1842). Encarcelado en 1843, fue entregado al gobierno prusiano, que le ofreció emigrar a EE. UU. Con tal de que no molestara en territorio alemán.

Camino al continente americano, se instaló en Londres y entró en relación con el grupo de socialistas alemanes exiliados (Moll, Schapper, Eccarius), sobre el que ejerció fuerte influencia. Luego, se trasladó a Bruselas, donde mantuvo discusiones con Marx.

La influencia de Weitling fue enorme entre los exiliados alemanes de Londres, París y Bruselas. Dicho influjo duró hasta 1846, cuando se exilió en EE. UU.

El socialismo de Weitling combinaba la creencia en “una igualdad social absoluta” (tomada de Babeauf, Blanqui y Cabet) con la defensa del golpe de mano para adueñarse del poder e instaurar el socialismo (concepción tomada de Blanqui) (I: 228). Mostraba una marcada desconfianza hacia los intelectuales, pues tendían a la división de los grupos socialistas; pensaba al respecto “que la emancipación de los obreros tenía que ser obra de ellos mismos” (I: 228).

“Su comunismo era en realidad una doctrina muy sencilla de fraternidad humana (…) Quería acción por parte de los obreros, acción en el espíritu del Cristianismo del Nuevo Testamento; entre los jóvenes hegelianos se hallaba fuera de su centro y reaccionaba desconfiando de ellos como analistas lógicos que se deshacían a sí mismos y que no sentían nada respecto a las masas.” (I: 228).

Weitling fue internacionalista y anti-militarista: “Daba mucha importancia a la fraternidad entre todos los hombres y al carácter necesariamente cosmopolita del movimiento obrero.” (I: 229).
Marx jugó un papel significativo en el olvido en que quedó sumida la figura de Weitling. Si bien en sus comienzos lo valoró como el primer representante genuino de los trabajadores alemanes, posteriormente combatió a Weitling porque consideraba que su predilección por el golpe de mano perjudicaba el crecimiento político de la clase obrera alemana. Así, pues, no fue sólo el alejamiento de Weitling la causa de la pérdida de su influencia, sino también la propaganda en su contra desarrollada por Marx y Engels. (I: 228).

e) El socialismo entre los artesanos alemanes residentes en el exterior.

Los obreros alemanes residentes en el exterior comenzaron a organizarse en París hacia 1832. En rigor, se trataba de artesanos especializados, que trabajaban en París, Bruselas, Londres, etc. Sus continuos traslados de una ciudad a otra facilitaban la comunicación y el establecimiento de lazos relativamente sólidos. 

Hacia 1832 se formó un grupo en París en torno al zapatero Efrahen, quien hacia 1833 publicó un folleto que pedía la unió de todas las sociedades de artesanos. (I: 229).

1834: Fundación de la Liga de los Desterrados, liderada por el abogado Theodor Schuster, influido por los sansimonianos y por Sismondi. Al poco tiempo se le unió el grupo de Efrahen. La Liga reunió en su seno a varios grupos socialistas, y a un ala moderada de no socialistas.

1836: Liderados por Schuster, los socialistas se separaron de la Liga de los Desterrados y formaron la Liga de los Justos. Esta última tuvo una relación estrecha con la Societé des Saisons (Blanqui). La nueva Liga contenía a grupos rivales; uno de ellos se proclamaba comunista, “en el sentido de que aspiraba a una república con igualdad completa mediante un levantamiento revolucionario.” (I: 229). Otro grupo, en cambio, abogaba por una campaña en favor del sufragio universal (I: 229). En este contexto, Wilhelm Weitling influyó sobre la Liga, para la cual escribió el folleto El hombre tal como es y tal como debiera ser (1839). (I: 229).

1839: El fracaso del levantamiento liderado por Blanqui dispersó a la Liga de los Justos. En este sentido, 1839 marcó un punto de inflexión en el movimiento socialista alemán. Algunos de sus miembros se establecieron en Londres; allí fueron Karl Schapper (1812-1870), Joseph Moll (1818-1849) y Heinrich Bauer (n. 1813). En dicha ciudad encontraron el apoyo del sastre Georg Eccarius (1819-1889), quien ya tenía contactos con el movimiento obrero inglés. (I: 230). Posteriormente, el grupo londinense fundó una Sociedad Educativa de Obreros Alemanes, dedicada a difundir el socialismo. En 1842, Friedrich Engels (1820-1895), al llegar a Inglaterra, se puso en contacto con este grupo. (I: 230).

Un segundo grupo de miembros de la Liga de los Justos se trasladó a Bruselas. (I: 230).

Un tercer grupo permaneció en Paris y pronto recibió el refuerzo de nuevos artesanos venidos de Alemania. Fue en París donde se libraron las contiendas más fuertes acerca del camino a seguir por el socialismo alemán. Inicialmente, el grupo parisino se halló influido por Karl Grün (1817-1887), quien estaba en contacto directo con Proudhon. En 1843, Marx arribó a París y chocó enseguida con Grün. En un primer momento, procuró convencer a Proudhon de separarse de Grün; no obstante esto, pronto se produjo la ruptura entre Marx y Proudhon. En 1845, Marx fue expulsado de Paris y se radicó en Bruselas. (I: 230).

La historia posterior de los grupos de exiliados socialistas alemanes se encuentra ligada, cada vez más, a Marx y Engels. Fue Engels quien entró primero en contacto con los círculos de obreros y quien proporcionó a Marx el primer conocimiento de las teorías socialistas que circulaban en Gran Bretaña. (I: 230).

La partida de Weitling a EE. UU. allanó el camino a Marx y Engels. Este último había recibido la invitación de integrarse al grupo de Londres, pero no aceptó. (I: 231).

1847: Moll viajó de Londres a Bruselas para invitar a Marx a que cooperase en la unión de las sociedades alemanas en un movimiento comunista único; Marx y Engels accedieron. (I: 231). En el verano de ese año, Engels asistió en Londres a una reunión en la que se decidió dar pasos para conformar la Liga Comunista. El objetivo de máxima era crear un movimiento internacional. Allí se acordó la redacción de un manifiesto que sirviera de presentación a la nueva organización. (I: 231-232). Pocos meses después, Marx viajó a Londres, donde pronunció un discurso a favor de Polonia; participó en una conferencia preparatoria de los grupos socialistas. Nuevamente se le encargó la redacción del mencionado manifiesto. Marx completó esa tarea (con la colaboración de Engels) en enero de 1848 en Bruselas. (I: 232).

Villa del Parque, jueves 15 de noviembre de 2012
NOTAS:

(1)  “En realidad no existía en Alemania un movimiento obrero aparte de las antiguas sociedades de artesanos especializados; y éstos, si tenían algún carácter político, se unían a los movimientos liberales por la reforma constitucional.” (I: 226-227).

(2)  Cole le dedica las pp. 227-229 del volumen I de su obra.

(3)  En EE. UU. fundó la “Liga de la emancipación”, y el periódico LA REPÚBLICA DE LOS TRABAJADORES (1850-1855), publicado en alemán y que abogaba en favor de los bancos obreros. (I: 229).