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domingo, 8 de julio de 2012

DE LA CASA AL TRABAJO Y DEL TRABAJO A LA CASA: EL KIRCHNERISMO Y LOS TRABAJADORES


“Y cuando el buey agotado
 todo el trabajo hubo hecho,
aramos dijo el mosquito,
 muy orondo y satisfecho”


Hernán Brienza, editorialista político del diario Tiempo Argentino, nos ofrece en su artículo “Los dilemas de la CGT” una clase de “realismo político”, tal como lo entiende hoy día el “kirchnerismo”. La excusa es la división de la CGT (Confederación General del Trabajo) entre el sector liderado por Hugo Moyano y la pléyade de dirigentes sindicales más o menos acomodados con el gobierno de Cristina Fernández. 

Pido disculpas a los lectores, aunque no me corresponde a mi hacerlo, por el tono presuntuoso que se desprende de las citas de Brienza, pero deben comprender que la “alta política” esbozada por este señor no es materia sencilla para los mortales que sufren la realidad a diario. 

Desde el comienzo, Brienza muestra que sólo se preocupa por las cosas “importantes” y que le preocupa un bledo la situación de los trabajadores. Así procede un verdadero “realista” de la política: 

“Y como no hay mal que por bien no venga, el berrinche de Hugo Moyano de las últimas semana sirve, claro, para detenerse a revisar qué tipo de sindicalismo queremos los trabajadores argentinos y, sobre todo, qué estrategias sindicales, políticas, nacionales, pueden darse a sí mismas, no las agrupaciones de representación minoritarias, sino las formaciones gremiales con vocación mayoritaria.”

¡Clarísimo! Brienza no está para cosas chiquitas, tales como construir pacientemente organizaciones de trabajadores que no transen con la patronal. ¡No!, eso cosa propia de la “paleo-izquierda” (Horacio Verbitsky), que en este siglo XXI sigue pensando que existe la explotación de los trabajadores, y no de los periodistas consustanciados con la “causa nacional y popular” como el señor Brienza. Así que nada de agrupaciones de “representación minoritaria” que no le interesan a nadie. Vamos con las “formaciones gremiales con vocación mayoritaria”. Es cierto que este cuento tiene algunas fallas, tales como el hecho de que las “formaciones gremiales con vocación mayoritaria” se preocupan todo el tiempo por denunciar a los trabajadores que osan enfrentar a las patronales por salarios y demás condiciones laborales. Como los trabajadores saben (los trabajadores de carne y hueso, no los que practican el “realismo político”) los sindicatos están en connivencia con las empresas y recurren a todos los recursos a su alcance (incluyendo la intervención de las simpáticas barras bravas para “persuadir” a los opositores). La CGT puede dividirse y los dirigentes de las “formaciones gremiales con vocación mayoritaria” dedicarse al “rosqueo” sistemático, pero de ninguna manera una “agrupación minoritaria” puede pretender desafiar el régimen de lista única existente en los sindicatos. A este comportamiento “democrático” Brienza lo define como “vocación mayoritaria”.

Apaleados los opositores (¿recuerda Brienza el caso de Mariano Ferreyra, asesinado por las “formaciones gremiales con vocación mayoritaria”?) y establecido el régimen de lista única, el señor Brienza puede dedicarse a… contar los porotos, esto es, a practicar el “realismo político”.

“Ya es tiempo de dejar atrás el debate sobre la equivocación estratégica del líder de la CGT y pensar en los futuros reacomodamientos y, sobre todo, en el rol fundamental que deberán cumplir en los próximos años en el sostén de un modelo económico basado en los sectores productivos.”

Ya estamos en el terreno de la “alta política”. Pero para contrarrestar la tendencia del señor Brienza a volar por las nubes, es conveniente recurrir al testimonio de algunos exponentes de la “paleo izquierda”, con el objeto de poder caracterizar el modelo económico al que deben sostener las “formaciones gremiales con vocación mayoritaria”.

En primer lugar, cedo la palabra a la señora presidenta Cristina Fernández: 

“Yo quiero dirigirme a todos los argentinos para decirles que hay 9 millones de argentinos registrados, tenemos un 32 por ciento que está sin registro, trabajo en negro, más un 7 por ciento de desocupación porque está muy en boga este tema del impuesto a las ganancias, que en realidad más que impuesto a las ganancias es un impuesto a los altos ingresos, que existe en todas partes del mundo. Y yo quiero decirles que de acuerdo con nuestros archivos, a la información que contiene el SIPA, que tiene la AFIP, solamente de esos 9 millones 159 mil el 19 por ciento paga impuesto a las ganancias o a los altos ingresos; el 81 por ciento de los trabajadores no llega a los mínimos no imponibles, estoy hablando de los registrados. Vuelvo a reiterar: tenemos un 32 en negro y un 7 por ciento de desocupados que están cubiertos con la Asignación Universal por Hijo que cubre a 3.800.000 pibes y 1.800.000 familias. Estoy hablando de los que tienen la suerte de tener trabajo, obra social y jubilación asegurada, PAMI, etcétera.” (Palabras de la Presidenta en el lanzamiento de un nuevo plan de créditos para jubilados (ARGENTA), 26 de junio de 2012.)

A continuación, cito el testimonio del periodista Alfredo Zaiat: 

“Los niveles de pobreza siguen siendo significativos, la informalidad laboral alcanza a un tercio de la población y aún persisten importantes bolsones de desigualdad. El déficit habitacional es agudo, un porcentaje de la población no accede a infraestructura básica de servicios esenciales y todavía existen sustanciales brechas educativas según estratos socioeconómicos. El desempleo y el subempleo involucran al 14,5 por ciento de la población económicamente activa, el regresivo Impuesto al Valor Agregado se ubica en un elevado 21 por ciento y las jubilaciones mínimas son insuficientes. Este marco general convive con años donde han avanzando indicadores sociales, económicos y laborales, mejoraron las condiciones materiales de los trabajadores y a la vez se revirtió la tendencia negativa en la distribución del ingreso, ganando posiciones los sectores postergados por décadas. Esto significa que pese a la recomposición de la situación sociolaboral aún se mantienen rasgos estructurales de profunda desigualdad.”( Página/12, 1 de julio de 2012 )

No creo que el señor Brienza se atreva a acusar a Cristina Fernández o a Alfredo Zaiat de partidarios de las agrupaciones de “representación minoritaria”. De modo que tendría que estar anoticiado de que el modelo de acumulación imperante no ofrece solamente rosas a los trabajadores. Pero nada de esto preocupa al señor Brienza. La explotación o la emancipación de los trabajadores son cosas del precámbrico. Ahora la “política realista” pasa porque los trabajadores se dediquen a apuntalar a…los patrones. 

Cedo otra vez la palabra a nuestro “realista”:

Y como telón de fondo, lo verdaderamente importante: el rol importantísimo que deberá cumplir el movimiento obrero organizado como sostén fundamental –porque a juzgar por los resultados mostrados por la siempre flácida burguesía nacional− del modelo productivo nacional. Porque de eso se trata: una vez más, los trabajadores van a ser los únicos responsables de mantener sus propias fuentes de trabajo porque –como algunos ejemplos así lo indican− muchos empresarios van a defeccionar de su rol como clase dirigente en los momentos de crisis.”

¿No será mucho? 

Lejos de cualquier veleidad de “emancipación nacional y social”, Brienza plantea que: a) vivimos en una economía capitalista y que la clase dirigente es la burguesía (los empresarios); b) los trabajadores tienen que dedicarse a trabajar y, a lo sumo, conseguir una mejor posición en la venta de su fuerza de trabajo (mejores salarios), pero sin ofender al patrón. Todo esto era conocido desde la época de los dinosaurios, incluido el antiquísimo lamento sobre la “incapacidad” de la burguesía “nacional”. Sin embargo, el señor Brienza llega al colmo de la desvergüenza (perdón, del “realismo”) cuando sostiene que son los trabajadores quienes tienen que preservar sus fuentes de trabajo. ¿Qué puede significar esto en un contexto de crisis como el actual? Nada más ni nada menos que trabajar sin chistar, aceptando todo lo que proponga la patronal. A esto se reduce la sabiduría política que el señor Brienza predica a los trabajadores.

¿Quedó alguna duda? Nuestro autor se ocupa de despejarla en el siguiente párrafo: 

“El modelo económico –sacudido por la crisis internacional− necesita de un estado –¿y por qué no un Estado?− de compromiso en el cual empresarios y trabajadores moderen sus ambiciones en la puja distributiva. ¿Serán capaces los empresarios argentinos de calmar su voracidad? No, seguramente no. Será el Estado, entonces, el encargado de controlar las ganancias de los capitalistas marcándoles, a través de la presión impositiva –que incluya una reforma progresiva, también− e incentivos particulares y sectoriales, los márgenes de ganancia y de distribución de los excedentes. La CGT deberá ser, entonces, un ariete contra la codicia de los empresarios –industriales y (fundamentalmente) agroexportadores− pero nunca un factor de desestabilización del propio modelo. Y mucho menos llevar adelante medidas de fuerza irracionales que terminen favoreciendo a los sectores empresariales.”

El Estado, que como todos sabemos “nunca ha favorecido a los empresarios” (¡Líbrenos dios de pensar que es un Estado de la clase dominante!), debe regular las relaciones entre empresarios y trabajadores. Esto significa que los empresarios serán reconvenidos a moderar sus ganancias, pero no mucho, no vaya a ser que dejen de invertir. (De paso, hay que decir que esto implica aceptar la vigencia de la explotación de los trabajadores, aunque el “realista” Brienza seguramente piensa que hablar de explotación es absolutamente utópico y ridículo). Esto significa que los trabajadores tienen que aceptar los ofrecimientos de aumentos de salario de la patronal y no exigir una recomposición del salario real. El Estado, en esta relación, tiene que refrendar el hecho de que unos nacen para mandar y otros para laburar. Y aquí termina la cosa. Si hay quejas, seguramente serán motivadas por las “agrupaciones minoritarias”, que, como todos sabemos, no pinchan ni cortan en el mundo laboral. 

Amigo lector: tal vez piense que los dichos de Brienza son un poco increíbles o que exageré deliberadamente la nota. Dejo entonces, para su solaz, esta frase de Brienza que no tiene desperdicio:

“…se sabe, mientras no se invente “Un mundo feliz”, el trabajo es la única herramienta que tiene el laburante para pelearle a la pobreza a la que lo condena el capitalismo, y más precisamente el capitalismo neoliberal.”

O sea que el capitalismo condena a los trabajadores a la miseria…, pero no es “realista” pensar en organizarse para combatirlo. Lo único que puede hacer usted, amigo lector, es trabajar mucho, acostarse temprano y dejar de pensar en tonterías. No en vano nuestro autor invoca la figura de Augusto Timoteo Vandor al momento de referirse a un sindicalismo “realista”.

…Hace mucho tiempo, los trabajadores pensaban que las “únicas herramientas para pelearle a la pobreza” eran la organización y la lucha. Es muy probable que si se hubiera impuesto el “realismo” de los Brienza jamás hubiera habido, por ejemplo, un 17 de octubre de 1945, porque los trabajadores se hubieran dedicado a laburar en vez de marchar sobre Plaza de Mayo. Toda una paradoja del “realismo político”.

Buenos Aires, domingo 8 de julio de 2012