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martes, 8 de diciembre de 2015

TRIACA: AJUSTE Y SINDICALISMO

El sainete sobre el traspaso del mando entre Cristina Fernández y Mauricio Macri ocupó la atención de los medios de comunicación en los últimos días. La desmesurada banalidad de la cuestión da cuenta tanto de la función social de dichos medios y como de la clase social a la que sirven. Sin embargo, si se pone atención en medio del océano de tonterías, es posible encontrar declaraciones significativas acerca del contenido del ajuste económico impulsado por el macrismo.

Jorge Triaca es el ministro de Trabajo del gabinete que acompañará a Mauricio Macri a partir del 10 de diciembre. No es preciso hacer mención a su “prontuario”, pues éste ha sido difundido en varias oportunidades por los medios alternativos. Triaca ocupará un lugar importante en el esquema de gobierno del macrismo, pues tendrá a su cargo la negociación con los sindicatos, vital para evitar que el conflicto social se desborde y complique la marcha del ajuste. Triaca es consciente de su tarea, tal como aparece expuesto en una entrevista brindada al canal de noticias TN y reproducida por el diario LA NACIÓN (Viernes 4/12/2015). El reportaje fue realizado luego de la reunión entre el presidente electo (Macri), y el titular de la CGT Azopardo (Hugo Moyano).

Triaca expresa con claridad cuál es el núcleo del diagnóstico del macrismo acerca de las causas del estancamiento de la economía argentina: “Vemos una economía a la que le falta un flujo de inversiones y creemos que hace falta credibilidad y confianza para conseguirlo.” En otros términos, el ajuste no es otra cosa que la puesta en marcha de un nuevo ciclo de acumulación de capital a partir de un incremento de la inversión de los empresarios. ¿A qué se refiere con “credibilidad y confianza”? A que los capitalistas tengan “confianza” en que el gobierno será implacable en la ofensiva contra los trabajadores, dirigida a reducir los salarios y a generar condiciones (sobre todo la expectativa de mayores ganancias) que hagan atractivo invertir en nuevos negocios.

En este marco, el macrismo precisa de sindicatos plenamente integrados al proyecto del capital. De ahí el énfasis de Triaca en la unidad del sindicalismo: "Nosotros necesitamos acordar para que todos los elementos donde haya conflicto se canalicen a través de las instituciones, por eso necesitamos que esas instituciones [en referencia a una CGT unificada] tengan fortaleza.” No es casual que el pasaje que acabamos de indicar esté inmediatamente antes de la referencia a las inversiones mencionada en el párrafo anterior. La “confianza” requiere como condición necesaria que el ataque a los ingresos de los trabajadores no se vea perturbado por la resistencia de éstos. La existencia de un movimiento obrero fragmentado crea un caldo de cultivo para la acción de la militancia de base, sobre todo la vinculada a los partidos de izquierda, pues debilita la capacidad de control de la burocracia sindical. El macrismo apuesta a la unidad de la CGT porque sabe que nada malo puede esperar de los jerarcas sindicales, pues tradicionalmente han operado como un aparato de dominación estatal. ¿Qué el pago de sus servicios suele ser muchas veces desproporcionadamente elevado? Por supuesto que sí, y Triaca sabe esto por experiencia familiar (Triaca padre amasó una fortuna como dirigente del sindicato de los trabajadores de la industria del plástico). Pero esto se compensa con los servicios que prestan al capital.

La burocracia sindical, de la que Hugo Moyano es el exponente más importante en esta época, tiene dos objetivos que orientan su acción: conservar el control de los sindicatos (fuente de su poder político) y asegurar el funcionamiento normal de la economía capitalista. Por eso Triaca puede decir: “Hay un proceso de unidad en el sindicalismo de Moyano y nuestra visión. Coincidimos con Moyano en que hace falta previsibilidad en la economía". Si se tiene en cuenta que más de un tercio de los trabajadores en actividad son “no registrados”, es decir, sus empleadores no pagan por ellos contribuciones a la seguridad social y al sistema previsional, y que el 50 % de los trabajadores ocupados gana menos de 6000 pesos mensuales, es posible entender a qué se refiere en qué consiste la mentada “previsibilidad de la economía”: la aceptación por parte del movimiento obrero del deterioro en sus condiciones de vida. Esa es la función primordial que el macrismo asigna al sindicalismo en la etapa que se inicia.

El instrumento político para concretar la alianza entre el nuevo gobierno y los sindicatos es el “pacto social”: “Vamos a convocar a un acuerdo social en el cual creemos que todos los sectores deben estar representados. Es una condición necesaria el pacto social para salir adelante, es parte del proceso de reconstrucción.” Por supuesto, la militancia clasista quedará excluida de dicho pacto.

Triaca culmina la entrevista volviendo otra vez sobre el tema principal, la búsqueda de nuevas inversiones. Sostiene que por medio de ella podrá combatirse al trabajo en negro, cuya extensión es mayor de lo que indican las estadísticas oficiales. Traducido a un lenguaje más llano: el macrismo procurará pagar con un aumento del empleo (generado por las nuevas inversiones) el apoyo de los sindicatos a la tarea de contención de las posibles resistencias obreras al ajuste.

Por último, la claridad con que Triaca expone su política es signo de la confianza que tiene la burguesía argentina en poder llevar adelante el ajuste. En este sentido, el PRO expresa la conciencia de que el período iniciado en 2001 se encuentra terminado y que es posible avanzar a fondo en la ofensiva contra los trabajadores.


Villa del Parque, martes 8 de diciembre de 2015

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA POLÍTICA DETRÁS DE LA TÉCNICA: EL GABINETE DE MAURICIO MACRI

El anuncio de la composición del gabinete ministerial del presidente electo Mauricio Macri desató una ola de entusiasmo entre los intelectuales orgánicos de la burguesía argentina. Periodistas, profesores y presentadores de televisión elogiaron la “capacidad técnica” de los futuros funcionarios. Por supuesto que estos elogios tienen mucho de interesados y poco de interesantes, pero así son las reglas de juego en una sociedad mercantil. Todo se compra y se vende; por ende, las opiniones de nuestros intelectuales se rigen por las leyes de la oferta y le a demanda, tal como sucede con cualquier hijo de vecino. Sin embargo, y a pesar de la tosquedad y el mal gusto en la confección, los productos vendidos en el mercado presentan algún interés. No se trata de los productos mismos, sino de su objetivo.
El gobierno de Mauricio Macri gira en torno a la concreción de una tarea primordial: lanzar un nuevo ciclo de acumulación de capital, superando el estancamiento de los últimos cuatro años mediante una recuperación de la inversión y de la tasa de ganancia. Este, y no otro, es el contenido del “ajuste”. Para llevar a su propósito, el macrismo está obligado a lanzar una ofensiva sobre el movimiento obrero, para lograr que éste acepte una reducción de salarios y el empeoramiento de las condiciones laborales. El núcleo del Plan Macri es una ofensiva directa contra los ingresos de los asalariados (la terapia de “shock”), para de ese modo generar “confianza” entre los inversores (los capitalistas) y así lograr que inviertan, dadas las perspectivas de mayores ganancias.

Es evidente que el macrismo no puede decir la verdad respecto al ajuste. La burguesía suele tener claro que en materia de negocios cuentan los resultados y no la pureza de los principios. El macrismo, primera fuerza política declaradamente de derecha en acceder al poder en Argentina por la vía electoral, se encuentra obligado a combinar la defensa de la valorización del capital con la construcción de una hegemonía que haga su proyecto político tenga continuidad en el tiempo. Es muy pronto para examinar cuáles son los medios que utilizará para dicha construcción, pero estamos en condiciones de analizar los primeros pasos de la misma a través de la línea política esbozada por los intelectuales orgánicos más lúcidos de la burguesía argentina, entre los que se destaca Carlos Pagni, editorialista político del diario LA NACIÓN.

Pagni dedicó un par de artículos al tema de la composición del gabinete ministerial del macrismo (“Un perfil gerencial y un plan político”, 26/11/2015; “Seis cambios que auguran un nuevo orden político”, 30/11/2015). En ellos desarrolla dos ideas principales. En primer lugar, sostiene que la irrupción del macrismo marca el cierre definitivo de la etapa iniciada con la caída del gobierno de De La Rúa en 2001. En segundo lugar y acorde con el inicio de esta nueva etapa histórica, Macri viene a inaugurar una nueva forma de gestión de los asuntos públicos, basada en el saber gerencial. Para Pagni, la gran cantidad de funcionarios provenientes del ámbito empresarial imprimirá la impronta de la “cultura gerencial” al funcionamiento del aparato estatal, volviéndolo más eficiente. Subyace la idea de que Macri elaboró su gabinete con el criterio de que estén los “mejores”, es decir, los “técnicos”.

“En la selección de los ministros y funcionarios sobresale un rasgo: el profesionalismo, entendido como capacidad gerencial. Ese criterio no debe sorprender en alguien que, como Macri, se formó en una empresa.” (LN, 26/11/2015).

Al seleccionar a estos gerentes generales Macri se propone infundir en su gobierno los criterios de eficiencia, innovación y marketing que dominan la racionalidad empresarial. Para comprender sus movimientos será más útil consultar en las escuelas de negocios que en las de ciencias políticas.” (LN, 30/11/2015).

Pagni, habitualmente lúcido en sus análisis, se ve obligado aquí a forzar las cosas.  Hace falta mucha ingenuidad para pensar que Sergio Bergman es especialista en temas de Medio Ambiente;  mucho candor para imaginar que Patricia Bullrich conoce los temas de Seguridad como la palma de su mano; o un optimismo incurable para pensar que Juan Cruz Ávila, el productor de “Animales Sueltos”, tiene la formación necesaria para conducir la Secretaría de Políticas Universitarias. Seguir con esta enumeración sería fastidioso. Los funcionarios del futuro gobierno de Macri combinan aptitud en algunos casos con la más crasa ignorancia en otros, más o menos en la misma proporción en que se ambos factores se han combinado en otros gobiernos. Este no es el problema de fondo. Al plantear el tema de la capacidad técnica de los ministros, se pretende desviar la atención de la cuestión principal, que es el contenido de las tareas que debe emprender el inminente gobierno macrista.

El kirchnerismo se mostró ineficaz para relanzar la acumulación de capital. No es necesario profundizar aquí esta afirmación, basta con señalar los últimos cuatro años de estancamiento económico. El kirchnerismo cumplió la función de recomponer (en colaboración con el duhaldismo) la mencionada acumulación luego de la crisis de 2001. Pero el contexto de movilización popular de esa etapa y el debilitamiento del sistema de partidos políticos, obligaron a Néstor Kirchner a armar una construcción política que incluyera algunas concesiones a los sectores populares y las capas medias. Ahora bien, esa construcción mostró ser altamente ineficaz para resolver la nueva crisis, aún cuando sus dirigentes estaban (están) de acuerdo en la necesidad del ajuste en los mismos términos propuestos por Macri.

El macrismo llega al gobierno con plena consciencia de su tarea y con un diagnóstico de cuáles han sido los errores económicos del kirchnerismo. La preeminencia de “técnicos” en el gabinete está en relación directa con su decisión de emprender el ajuste cueste lo que cueste y con la confianza de la clase dominante en que será posible doblegar cualquier resistencia popular. Doce años de kirchnerismo generaron la domesticación de la inmensa mayoría de las organizaciones sociales que participaron en las grandes movilizaciones de 2001 y 2002. El movimiento obrero se encuentra controlado por la burocracia sindical. El macrismo confía en que estas condiciones le permitirán pasar la prueba sin demasiados sobresaltos.

Los “técnicos” del gabinete de Macri expresan la decisión del nuevo gobierno de lanzar el ataque sobre la clase obrera y relanzar un ciclo de acumulación de capital. La burguesía siente que ha llegado la hora de avanzar. Como siempre, la velocidad  y los alcances de ese avance dependerán de la resistencia ofrecida por los trabajadores. En definitiva, se trata de la política y no de la “técnica”.



Villa del Parque, miércoles 2 de diciembre de 2015