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domingo, 28 de agosto de 2016

DURKHEIM Y LA DISTINCIÓN ENTRE LO NORMAL Y LO PATOLÓGICO


Nota bibliográfica:

La fuente para la redacción de estas ficha es: Durkheim, Emile. (1998). ⦗1º edición: 1895⦘. Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales. Barcelona: Altaya. La traducción al español corresponde a Santiago González Noriega. Trabajé con el capítulo III, “Reglas relativas a la distinción entre lo formal y lo patológico” (pp. 102-131). En la redacción utilicé las notas de lectura de mi compañera Pez López.

En esta ficha trabajé específicamente con la introducción y el primer apartado del mencionado capítulo III. En fichas posteriores presentaré el segundo y tercer apartados.



A modo de presentaciòn, cabe recordar que Durkheim dedica el capítulo I de Las reglas del método sociológico (1895) a establecer qué son los hechos sociales (HS a partir de aquí), esto, es, el objeto de estudio de la sociología. Luego pasa a esbozar en el capítulo II cuál es el método para estudiarlos, además de esbozar los rasgos principales de la teoría de las prenociones (el conocimiento de sentido común de los fenómenos sociales). Ambos capítulos ya han sido presentados en fichas anteriores

Al observar los HS, se plantea el problema de la distinción entre: a) “los que son todo lo que debe ser” (fenómenos normales); b) “los que deberían ser diferentes a como son” (fenómenos patológicos) (p. 102).

Durkheim formula el problema en los términos siguientes: “¿Dispone la ciencia de los métodos que permiten establecer esta distinción’” (p. 102)

A partir de la respuesta a dicho interrogante, es posible establecer el papel que corresponde a la ciencia (en especial, a las ciencias sociales). Nuestro autor comienza por distinguir la siguiente postura:

La ciencia no enseña nada sobre lo que debemos ser. Su objeto son los hechos. Todos ellos tienen el mismo valor y el mismo interés. Observa los hechos y no los explica; no los juzga. “A sus ojos el bien y el mal no existen. Ciertamente, puede decirnos como ciertos efectos, pero no qué fines son los que hay que perseguir.” (p. 103).

Como corolario de lo anterior, se desprende que la ciencia pierde eficacia práctica:

“Siempre hay varios caminos que llevan a una determinada meta, por tanto hay varios caminos que elegir entre ellos. Ahora bien, si la ciencia no puede prestarnos ayuda en la elección del mejor fin, ¿cómo podrá enseñarnos cuál es el mejor camino para alcanzarlo? ¿Por qué habrá de recomendarnos el más rápido más bien que el más económico, el más seguro más bien que el más sencillo o al revés? Si no puede guiarnos en la determinación de los fines superiores, no es menos importante cuando se trata de fines secundarios o subordinados que llamamos medios.” (p. 103).

[Durkheim omite señalar que la ciencia gana su mayor eficacia práctica al servicio de la acumulación de capital. Dicho de manera burda: sirve para que los empresarios ganen dinero. La ciencia no es una actividad ajena a la lógica del capital. Suponer que se encuentra desconectada de dicha lógica implica romper la totalidad dialéctica que es la sociedad, y que constituye la base del método marxista. No existen fines desinteresados para la práctica científica.]

La sociología ideológica (cuyos máximos exponentes fueron Comte y Spencer) era consciente del problema. Si la ciencia no puede determinar qué fines son más valiosos, la fijación de estos fines se llevaba a cabo por medios extracientíficos (por ejemplo, la religión). Pero los cultores del “método ideológico” (ver el capítulo 2) “eran demasiado racionalistas como para admitir que la conducta humano no tuviese necesidad de ser dirigida por la reflexión; y sin embargo, no verían nada en los fenómenos  - considerados en sí mismos y con independencia de todo dato subjetivo - que permitiese clasificarlos de acuerdo con su valor práctico. Parecía, por tanto, que el único medio de juzgarlos era referirlos a algún concepto que lo dominase; de este modo, el empleo de nociones que rigiesen el cotejo de los hechos, en lugar de derivar de ellos, se convertía en algo indispensable en toda sociología racional; pero sabemos que si en estas condiciones la práctica se convierte en algo reflexivo, la reflexión así utilizada no es algo científico.” (p. 103-104).

⦗El problema es más amplio de lo que plantea Durkheim. No se trata sólo de establecer una jerarquía entre los fines (los valores), sino también de formular criterios de distinciòn entre los fenómenos significativos (que deben ser estudiados) y aquellos que son irrelevantes. De este modo, al fijar dichos criterios la teoría estará en condiciones de guiar la observación.⦘

Durkheim quiere resolver el problema reivindicando los derechos de la razón y desechando la ideología. Para ello tiene que encontrar “un criterio objetivo, inherente a los hechos”, que permita  distinguir la salud (“buena y deseable”) de la enfermedad (“cosa mala, que debe ser evitada”) en los fenómenos sociales. De este modo la ciencia proporcionará un criterio para decidir en la vida práctica y mantendrá, a la vez, el método científico (“tratar los hechos como cosas”). (p. 104)

Aclara que el estado de “salud” se establece para el conjunto, no para el individuo, porque la ciencia todavía no puede decir nada de éste. Pero ese estado será “punto de referencia para orientar la conducta” (p. 104).




Durkheim dedica el primer apartado del capítulo III (p. 105-114) a establecer ese criterio. Para ello aplica el método presentado en el capítulo II. En concreto, la regla enunciada en p. 90. Mediante signos exteriores, distingue entre los fenómenos normales y los fenómenos patológicos.

Utiliza un criterio “estadístico” para establecer la demarcaciòn entre ambos tipos de hechos. Aquí corresponde indicar que presenta a la sociología como continuaciòn de la biología, pero sin justificar esto de modo convincente.

Todo hecho social puede presentar dos tipos de formas:

1) “Unas son generales en toda la extensiòn de la especie, se encuentran si no en todos los individuos al menos en la mayor parte de ellos y si no se repiten de idéntico modo en todos los casos en que se observan, sino que varían de un sujeto al otro, esas variaciones están comprendidas dentro de límites muy próximos.” (p. 110-111).

2) “Hay otras ⦗formas⦘ que son excepcionales; no sólo se encuentran en menos casos, sino que incluso cuando se producen lo más frecuente es que no duren toda la vida del individuo. Son una excepciòn tanto en el tiempo como en el espacio.” (p. 111).

A partir de allí construye el tipo medio = “ser esquemático que se formaría reuniendo en un mismo todo, en una especie de individualidad abstracta, a los caracteres más frecuentes en la especie junto con sus formas más frecuentes.” (p. 111).

El tipo medio es una construcción y constituye “el objeto de estudio inmediato de la ciencia y viene a ser el mismo que el tipo genérico.” (p. 111).

Agrega que las condiciones de salud y enfermedad no pueden ser definidas en abstracto ni son válidas para todos los HS. Cada tipo social tiene formas normales y patológicas de los HS que les son propios.

Hay que renunciar a la costumbre, muy extendida, de juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como si fuesen buenas o malas en sí mismas y por sí mismas, para todos los tipos sociales sin distinción.” (p. 112; el resaltado es mío -AM-).

El corolario de lo anterior es: “Así, pues, un hecho social sólo puede ser llamado normal en una especie social determinada en relación con una fase igualmente determinada de su desarrollo; por consiguiente, para saber si tiene derecho a recibir esta denominación, no basta con observar bajo qué forma se presenta en la generalidad de las sociedades que pertenecen a esta especie, sino que hay que tener cuidado tambièn con considerarlos en la fase correspondiente de su evolución.” (p. 113).

⦗La normalidad no es una esencia abstracta que define de una vez y para siempre a la cosa. Es histórica y, por tanto, mutable. Este rasgo de la sociología de Durkheim impide hacer “la fácil” de clasificarla como una variante del funcionalismo - entendiendo por éste una concepción estática de la sociedad - ⦘

Ahora bien, la anormalidad no puede ser el rasgo de una especie. No puede concebirse una especie cuyo carácter definitorio fuese la enfermedad. En consecuencia, “la especie es la norma por excelencia y, por consiguiente, no podría ser anormal bajo ningún concepto.” (p. 113).

Los caracteres que constituyen el tipo medio son los más frecuentes porque son los más ventajosos para la conservación de la especie. ⦗La mayor frecuencia estadística - criterio para seleccionar los caracteres que forman el tipo medio - es producto de la utilidad. Detrás está el supuesto de la sociedad concebida como organismo, es decir, la idea de que la sociedad es naturalmente armónica. Pero si se concibe la sociedad como una totalidad contradictoria, este tipo medio es funcional a la conservación de esas contradicciones. El tipo medio es el conjunto de caracteres propio de una sociedad de clases antagónicas. La normalidad expresa la relación de fuerzas entre las clases propia de una determinada distribución del poder social (ante todo, de la propiedad de los medios de producción). Pero esto excede largamente los límites de la presente ficha⦘


Villa del Parque, domingo 28 de agosto de 2016

domingo, 21 de agosto de 2016

ORDEN Y PROGRESO: LA IDEOLOGÍA DE LA BURGUESÍA EN LA OBRA DE COMTE


Nota bibliográfica:

Redacté esta ficha en base a la exposición de la teoría de Comte formulada por Irving Zeitlin. Utilicé la traducción española de Néstor A. Míguez: Zeitlin, Irving M. (1997). Ideología y teoría sociológica. Buenos Aires: Amorrortu. El autor dedica a Comte el capítulo 7 de la obra (pp. 85-94).



Es conveniente empezar por el final. Al concluir el capítulo, Zeitlin define así a la obra de Comte: “Toda la doctrina positiva de este pensador es ideológica, en el más estricto sentido del término, y la ciencia nunca logra mucha autonomía en su sistema doctrinario y totalitario. (...) A pesar del homenaje verbal que rinde a la ciencia, prácticamente cada una de sus observaciones se basa no en la experiencia y la observación, sino en valores y sentimientos, y primordialmente en los valores,sentimientos e intereses de la burguesía. No vio, o no quiso ver, que los principios de organización que enunció - sus a priori - estaban enraizados en un contexto sociohistórico específico.” (p. 94).

Para una adecuada comprensiòn de la obra de Auguste Comte (1798-1857) es preciso tener en cuenta que ella constituyó una respuesta a la filosofìa de la Ilustración y, por ende, a la Revolución Francesa de 1789. Desde el punto de vista comteano, la Ilustración era una filosofía negativa, en el sentido de que los iluministas se dedicaban a criticar el estado de cosas existentes, a negarlo con las armas de la crítica. Por tanto, “debían desacreditarse y repudiarse los principios críticos y destructivos de la filosofía negativa, para poder reemplazarlos por los principios afirmativos y constructivos de la filosofía positiva.” (p. 85). El término positivo constituía la negación filosófica de la destrucción (lo negativo) revolucionaria.

Comte consideraba que su época estaba signada por la “anarquía social” y que ésta sólo podría ser evitada mediante la aplicación de la física social al estudio de la sociedad. Comte justificaba la necesidad de esa nueva ciencia aduciendo que la anarquía social era el producto de la anarquía intelectual, la cual era generada, a su vez, por la decadencia de la filosofía teológica y por el escaso desarrollo de la filosofía positiva. En ese panorama, predominaba la filosofía negativa, con su incesante crítica de todo orden existente. (p. 86).

El orden y el progreso, que los antiguos consideraban irreconciliables, deben unirse de una vez por todas.” (p. 86; el resaltado es mío - AM -).

⦗El orden es la preservación de la estructura de distribución del poder existente, la conservación de las normas y costumbres funcionales a ese orden, el mantenimiento de la jerarquía social existente. El progreso es identificado con el desarrollo científico y tecnológico. El estadio teológico (predominio de la religión) se caracterizó por la vigencia del orden. El estadio positivo, en cambio, tiene por rasgo principal el progreso.⦘

El principio del orden y el del progreso encarnaban en partidos y clases sociales distintas. Los conservadores bregaban por la restauración del feudalismo; los “anárquicos”, por la plena vigencia del Iluminismo. (p. 86).

Los conservadores (Comte tenía en mente a autores como Bonald, Maistre, etc.) querían lisa y llanamente la vuelta al Ancien Régime, sin comprender que éste se había desintegrado por la acción de la ciencia y la industria. La restauración del feudalismo era imposible porque seguirían operando las mismas fuerzas desintegradoras. (p. 86-87).

La acción de los pensadores del Iluminismo fue necesaria, pues contribuyó a erosionar los fundamentos intelectuales del orden teológico, permitiendo de ese modo el desarrollo del progreso. Pero en el siglo XIX la filosofía negativa era un impedimento a la unificación del orden y el progreso. Había que emprender la tarea de demostrar que los principios del Iluminismo ya no eran útiles para la consolidación de un orden positivo. Entre estos principios se encontraban la libertad de conciencia, la igualdad, la soberanía del pueblo. (p. 87). Comte sostenía que la reorganización de la sociedad requería de la unidad y la unanimidad, de modo que no podía permitirse la libertad de conciencia ni la crítica permanente de los fundamentos de la sociedad. (p. 87).

“Debe lograrse de alguna manera (...) una síntesis de las ideas opuestas de orden y progreso, porque solo mediante la unión y armonía intelectuales puede restaurarse la armonía social.” (p. 86). “La crisis social se mantendrá mientras las dos doctrinas antagónicas  - la teológica y la metafísica - prevalezcan. No es posible ningún orden hasta tanto ambas no sean superadas por la etapa positiva, que será más orgánica que la teológica y más progresista que la metafísica.” (p. 88).

Comte consideraba que la causa de los problemas sociales debía buscarse en las ideas y las costumbres, no en las instituciones económicas y políticas existentes. (p. 89).

“El quid es, pues, no entrometerse en las instituciones existentes o cambiarlas, sino realizar una reorganización moral, eufemismo para indicar la aceptación por parte de las clases inferiores de su condición social. No habrá orden ni progreso mientras los hombres no reconozcan que su sufrimiento es ⟪de naturaleza moral⟫, no física.” (p. 89).




El advenimiento de la filosofía positiva (p. 89-91)

La escuela conservadora condenaba a la época moderna en su totalidad; la escuela metafísica hacía lo mismo con los períodos anteriores a la Revolución de 1789. La superioridad de la filosofía positiva residía en que era la única que concebía a la época actual como el resultado de una evolución, en la que la etapa teológica y la etapa metafísica eran fases necesarias. (p. 89).

El objetivo de la instauración de la filosofía positiva era político: “evitar la revolución y lograr que la multitud se resignara a las condiciones del orden existente.” (p. 89).

Comte explica así el papel de la filosofía positiva:

“El espíritu positivo tiende a consolidar el orden mediante la elaboración racional de una sabia resignación ante los males políticos incurables (...) Una verdadera resignación  - esto es, una disposición permanente a soportar con firmeza y sin esperanza de compensación todos los males inevitables - sólo puede provenir de una profunda comprensión del vínculo existente entre todos los tipos de fenómenos naturales y leyes invariables. Si hay males políticos (y no dudo de que los hay) que, como en el caso de algunas dolencias personales, la ciencia no puede remediar, ella al menos nos demuestra que son incurables, con lo cual calma nuestro desasosiego bajo el dolor, inculcándonos la convicción de que son irremediables en virtud de leyes naturales.” (p. 90) (1)

La élite científica es la encargada de ar la última palabra sobre las cuestiones políticas. De este modo, se evitaba la participación de las masas en la toma de decisiones, garantizando así el cierre de la etapa revolucionaria. (p. 90-91).



El método positivo y su aplicación a los fenómenos sociales (p. 91-94)

El método positivo tiene por característica principal la subordinación de la imaginación a la observación, de la razón a los “hechos”. (p. 91). Su objetivo es poder establecer una predicción certera, que facilitará el control social. (p. 91).

El orden es el aspecto estático de la sociedad: “se refiere a la armonía que prevalece entre las diversas condiciones de la existencia” (p. 91).

El progreso es el aspecto dinámico de la sociedad, “apunta al desarrollo ordenado de la sociedad, de acuerdo con leyes sociales naturales” (p. 91).

La sociedad debe concebirse como un todo orgánico. “Por lo tanto, ni siquiera con propósitos analíticos han de contemplarse separadamente los elementos sociales, como si tuvieran una existencia independiente. Todas las partes del sistema constituyen un todo armonioso, el cual, por definición, carece de elementos conflictivos, contradictorios y antagónicos.” (p. 92).

El progreso es el resultado de una tendencia natural, que no precisa de ninguna acción política especial dirigida al cambio. “La dinámica social es el estudio de los patrones de progreso evolutivo en el que las sucesivas etapas de desarrollo son necesarias e inevitables.” (p. 92). No se pueden saltar etapas, ni modificar el orden de las mismas. Toda la humanidad debe pasar por las tres etapas de desarrollo (teológica, metafísica, positiva).

Comte destacó la importancia de las técnicas de observación, experimentación y comparación. (p. 92). Respecto a la observación, señaló que “es imposible sin la teoría, primero para dirigirla y luego para interpretar lo observado. Los hechos no pueden hablar por sí mismos (...) los hechos deben vincularse con las leyes del desarrollo social, al menos mediante una hipótesis de ensayo.” (p. 92-93).

Para finalizar, una “perla” que pinta de cuerpo entero a nuestro autor. Comte considera que “la subordinación de la mujer es natural y se mantendrá en la ⟪nueva⟫ sociedad: el sexo femenino se halla en un estado de infancia perpetua.” (p. 93).


Villa del Parque, domingo 21 de agosto de 2016


NOTAS:

(1) Zeitlin cita a Comte en la versión inglesa: Comte, Auguste. (1893). The Positive Philosophy. London: Kegan Paul. La cita de marras se encuentra en las págs. 37-38.

domingo, 14 de agosto de 2016

DURKHEIM Y EL MÉTODO SOCIOLÓGICO: "TRATAR LOS HECHOS SOCIALES COMO COSAS"



“Una cosa se reconoce principalmente por el hecho de que no
puede ser modificada por un simple decreto de la voluntad.”
Emile Durkheim


Nota bibliográfica:
La fuente para la redacción de estas ficha es: Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales. Barcelona: Altaya. La traducción al español corresponde a Santiago González Noriega. Trabajé con el capítulo II, “Reglas relativas a la observaciòn de los hechos sociales” (pp. 69-101) y el apartado 1 del prefacio de la 2ª edición (pp. 37-41). En la redacción utilicé las notas de lectura de mi compañera Pez López.

Luego de establecer en el capítulo I de Las reglas del método sociológico (1895) qué son los hechos sociales (HS a partir de aquí), Durkheim pasa a estudiar cuál es el método para estudiarlos. Para los fines de la exposición, divido así los temas del texto:

1) Las prenociones y su papel en la sociología.
2) Crítica de la sociología ideológica.
3) El método de “tratar los HS como si fuesen cosas”.
4) Corolarios del método adoptado.



Las prenociones y su papel en la sociología:

Durkheim comienza el capítulo constatando que las ciencias sociales (CS a partir de aquí) son precedidas por una forma de conocimiento más simple, las prenociones. En otras palabras, la reflexión sobre los fenómenos sociales es anterior a las modernas ciencias sociales. No puede ser de otro modo. La sociedad no está constituida únicamente por “imágenes sensibles” (la información percibida por medio de los sentidos), sino que incluye también representaciones (conceptos), de esas imágenes. Esas representaciones son imprescindibles para vivir en sociedad, pues las personas necesitamos conocer el suelo que estamos pisando, el entorno que nos rodea. Por tanto, existan o no la filosofía o las CS, formularemos conceptos que cumplan el rol de explicación de lo que sucede a nuestro alrededor.

“La reflexión es anterior a la ciencia, que no hace sino servirse de ella con más método. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin forjarse ideas, de acuerdo con las cuales regula su conducta.” (p. 69).

Ahora bien, como nuestra experiencia de los fenómenos sociales es muy limitada (2), las prenociones (3) terminan por reemplazar a esa experiencia.

“Como estas nociones nos son más próximas y están más a nuestro alcance que las realidades a que corresponden tenemos una tendencia natural a sustituir a éstas por aquéllas y a hacer de ellas el tema mismo de nuestras especulaciones. Entonces, en lugar de observar las cosas, de descubrirlas y de compararlas nos contentamos con tomar conciencia de nuestras ideas, con analizarlas y combinarlas.” (p. 69-70).

El sociólogo francés describe así la función de las prenociones:

“Estas nociones o conceptos (...) no son los legítimos sustitutos de las cosas. Productos de la experiencia vulgar tienen por objeto, ante todo, el poner a nuestras acciones en armonía con el mundo que nos rodea; están formados por la práctica y para ella.” (p. 70).

Si bien las prenociones se encuentran presentes en toda actividad humana, es en el campo de las CS donde su acción es más poderosa. Durkheim explica del siguiente modo la razón de este predominio:

“Los hombres no han esperado al advenimiento de la ciencia social para forjarse ideas sobre el derecho, la moral, la familia, el Estado o la propia sociedad, pues no podían prescindir de ellas para vivir. Ahora bien, es sobre todo en la sociología donde estas prenociones (...) están en situación de dominar a las inteligencias y de sustituir a las cosas. Las cosas sociales sólo se realizan por medio de los hombres: son el producto de la actividad humana. Así pues, parece que no son otra cosa que la puesta en ejecución de ideas, innatas o de otro tipo, que llevamos dentro de nosotros, que su aplicación a diversas circunstancias que se dan en las relaciones mutuas entre los hombres. De este modo, la organización de la familia, del contrato, de la represión, del Estado y de la sociedad parecen ser algo así como un mero desarrollo de las ideas que tenemos sobre la sociedad, el Estado o la justicia. Por consiguiente, estos hechos y los que son semejantes a ellos parece que no tienen realidad más que en y por las ideas en las que están en germen y que, por tanto, se convierten en el objeto de estudio propio de la sociología.” (p. 72-73; el resaltado es mío - AM-).


Crítica de la “sociología ideológica”:

Para construir su sociología científica, Durkheim comienza por romper con la sociología anterior. Luego de formular su teoría de las prenociones (que es el conocimiento de sentido común sobre la sociedad, desarrollado por las personas que no hacen de la sociología su medio de vida), sostiene que toda la sociología anterior a la suya comenzó por las ideas (los conceptos) y no por los HS.

Pone como ejemplos de lo expresado en el párrafo anterior a Auguste Comte (1798-1857), de quien afirma que “lo que constituye el tema principal de su sociología es el progreso de la humanidad en el tiempo” (p. 74); y a Herbert Spencer (1820-1903), quien postulaba que la esencia de la vida social era “el principio de la cooperación” (p. 75).

En ambos casos, se confunde el desarrollo histórico con la noción que se tiene de él y se hace desaparecer la cosa de la que se habla para poner en su lugar a la prenoción que tiene el autor de la teoría. (p. 74-75). Durkheim resume así el método de estos autores: se “enuncia como una cosa lo que no es sino una concepción intelectual (...) es (...) un cierto modo de concebir la realidad social, que sustituye a la realidad.” (p. 76).

Durkheim dice que este “carácter ideológico ⦗propio de las sociologías de Comte y Spencer⦘ es aún más acusado en las ramas especiales de la sociología” (p. 77). Realiza a continuación una breve descripción del estado de la moral (pp. 77-78) y de la economía política (pp. 78-81).



Método de “considerar a los hechos sociales como cosas”:

El punto de partida para una sociología científica debe ser otro. No pueden ser las ideas que se tiene sobre los hechos, sino los hechos mismos. De ahí que Durkheim propone tratar a los HS como cosas (4):

Los fenómenos sociales son cosas y deben ser tratados como cosas. (...) Basta con constatar que son el único datum que se ofrece al sociólogo. En efecto, es cosa todo lo que se da, se ofrece o, más bien, se impone a la observación. Tratar como cosas a los fenómenos es tratarlos en calidad de data que constituyen el punto de partida de la ciencia. Indudablemente los fenómenos sociales presentan ese carácter. Lo que nos es dado no es la idea que los hombres se hacen del valor, pues es inaccesible: son los valores que se intercambian realmente en el curso de las relaciones económicas. No es tal o cual concepción del ideal moral; es el conjunto de las reglas que determinan efectivamente la conducta. Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo de ciertas nociones, pero, suponiendo que esto sea cierto, tales nociones no nos son dadas de modo inmediato. (...) tenemos que considerar a los fenómenos sociales en sí mismos, independientemente de los sujetos que se forman una representación de ellos; hay que estudiarlos desde fuera, como cosas exteriores o, pues es en calidad de tales como se presentan a nosotros.” (p. 82; el resaltado es mío - AM-).

El argumento durkheimiano está contenido en el párrafo anterior. Contiene una crítica del idealismo que lo aproxima al marxismo; también arremete contra el convencionalismo (las instituciones sociales son producto de convenciones establecidas entre los seres humanos) base de la filosofía política iusnaturalista:

“Una cosa se reconoce principalmente por el hecho de que no puede ser modificada por un simple decreto de la voluntad.” (p. 83). Los HS tienen esta propiedad: “Lejos de ser un producto de nuestra voluntad la determinan desde fuera; vienen a ser como unos moldes en los que nos vemos obligados a vaciar nuestras acciones.” (p. 83).

Es por eso que la sociología debe abandonar el estadio subjetivo en que se encuentra (los casos de Comte y Spencer), y pasar a la fase objetiva, centrada en tomar a los HS (no a las ideas) como punto de partida.


Corolarios del método propuesto:

El conocimiento de la centralidad de los HS para la sociología no es condición suficiente para asegurar el establecimiento de la sociología objetiva. Es preciso que el sociólogo lleve adelante una rigurosa disciplina, cuyas reglas son enunciadas por Durkheim al final del capítulo II, a modo de corolarios del principio de tratar los HS como cosas.

1ª “Hay que desechar sistemáticamente todas las prenociones.” (p. 86).

Durkheim plantea que no hay nada novedoso en este corolario. Es “la base de todo método científico” (p. 86). Tanto la duda metódica (Descartes) como la teoría de los idola (Bacon) están de acuerdo en este punto esencial de desechar a las prenociones. En otras palabras, racionalismo y empirismo coinciden en su posición respecto a las prenociones.

Despojarse de las prenociones es especialmente complicado para el sociólogo, “dada la tendencia a ser parcial que con frecuencia afecta a los sentimientos. Nos apasionamos por nuestras creencias políticas y religiosas y por nuestras prácticas morales de modo bien distinto que por los objetos del mundo físico; a consecuencia de éstos ese carácter pasional se comunica al modo como concebimos y explicamos las primeras. Tenemos tanto apego a las ideas que nos formamos en estos campos, así como a los objetos a que se refieren estas ideas, que adquieren una tal autoridad que no admiten la contradicción.” (p. 87). Al respecto, el sociólogo tiene que tener claro que “el sentimiento es objeto de estudio de la ciencia, no criterio de la verdad científica”. (p. 88).

2ª “No tomar nunca como objeto de nuestra investigación más que un grupo de fenómenos previamente definidos por ciertos caracteres exteriores que les son comunes e incluir en la misma investigaciòn a todos aquellos que corresponden a esta definición.” (p. 90).

La dificultad radica aquí en que el sociólogo casi siempre se encuentra con definiciones ya elaboradas sobre sus objetos de investigación. Son, por supuesto, definiciones de sentido común, que son formuladas por las personas para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana. Pero adoptar estas definiciones significa, para la ciencia, capitular ante las prenociones.

3ª “Cuando el sociólogo se propone explorar un orden cualquiera de hechos sociales debe esforzarse por considerarlos desde un ángulo en que se presentan aislados de las manifestaciones individuales.” (p. 100).

La razón de ser de esta regla es que los individuos utilizamos la sensación para conocer el mundo social. Ahora bien, en este punto de partida (la sensación) coinciden tanto la ciencia como el sentido común:

“Es por medio de la sensación como no es dada la parte externa de las cosas (...) para ser objetiva, la ciencia debe partir de la sensación, y no de conceptos que se ha formado de ella. Debe tomar directamente de los datos sensibles los elementos de sus definiciones iniciales. (...) Es de la sensación de donde resultan todas las ideas generales, verdaderas o falsas, científicas o no científicas. El punto de partida de la ciencia o conocimiento especulativo no podría ser, pues, distinto del del conocimiento vulgar o práctico. Es sólo más adelante, en el modo como es elaborada esta materia común, cuando surgen las divergencias.” (p. 98).

Pero la sensación acarrea una serie de problemas, derivados de su condición de subjetiva. Es por eso que “es requisito indispensable en las ciencias de la naturaleza el dejar de lado los datos sensibles que podrían depender excesivamente de la persona del observador, y retener exclusivamente los que presentan un grado suficiente de objetividad.” (p. 98).

El sociólogo está obligado a ejercer una vigilancia implacable sobre sus sensaciones, para evitar que éstas introduzcan a las prenociones en la investigación.


Villa del Parque, domingo 14 de agosto de 2016




NOTAS:
(1) Los temas expuestos en esta ficha ya fueron tratados por mí en un trabajo anterior: “La cuestión de la cientificidad de la sociología en la obra de Emile Durkheim”. EN: Mayo, Ariel. (2004). Epistemología de las ciencias sociales. Buenos Aires: Jorge Baudino Ediciones. (pp. 15-56).
(2) ⦗La extensión de la división del trabajo determina que la esfera de actividad de cada individuo sea cada vez más limitada, más reducida. Salvo excepciones (por ejemplo, los artesanos), las personas ni siquiera producen un objeto completo. Todo lo que hacen es fragmentario. Esto limita extraordinariamente su área de conocimiento directo, de primera mano.⦘ Durkheim escribe: “como los detalles de la vida social exceden ampliamente el poder de la conciencia, ésta no los percibe de forma lo suficientemente fuerte como para sentir su realidad. Al no estar unidos a ellos por vínculos lo suficientemente sólidos y próximos, es muy fácil que nos dé la impresión de que todo eso no depende de nada y flota en el vacío, como si fuese algo irreal y dotado de una plasticidad infinita. (...) Pero aunque los detalles - las formas concretas y particulares de la existencia colectiva - se sustraen a nuestro conocimiento, al menos nos hacemos una idea de los aspectos comunes de la misma, en líneas generales y de modo aproximado, y es precisamente de esas representaciones esquemáticas y sumarias de las que nos servimos para los problemas corrientes de la vida. (...) No sólo están en nosotros sino que, como son un producto de experiencias repetidas, reciben de la repetición y de la costumbre producida por ella, una especie de ascendiente y autoridad. (...) Todo contribuye, pues, a hacernos ver estas representaciones como la verdadera realidad social.” (p. 73).
(3) Durkheim toma el término prenociones del filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), quien lo empleaba para describir una forma errada de proceder en el terreno de las ciencias físicas, practicada por los estudiosos de su época. En su obra Novum Organum, Bacon sostenía que las notiones vulgares o praenotiones se hallaban en el origen de todas las ciencias y que venían a ocupar el lugar de los hechos. Son los idola, una especie de fantasmas que desfiguran las cosas y que terminar por ocupar el lugar de ellas. (p. 72).
(4) El primer párrafo del capítulo II dice: “La primera regla, y la de carácter más fundamental, es la de considerar a los hechos sociales como cosas.” (p. 69).