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viernes, 16 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 15: DURKHEIM

 


“Hay que renunciar a la costumbre, muy extendida, de juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como si fuesen buenas o malas en sí mismas y por sí mismas, para todos los tipos sociales sin distinción.”

Emile Durkheim (1858-1917)

 

Bienvenidas y bienvenidos a la decimoquinta clase del curso.

En esta clase concluiremos la presentación de la teoría del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917). Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1] En clases anteriores desarrollamos los conceptos de hecho social y de prenociones; hoy abordaremos la cuestión de la distinción entre lo normal y lo patológico; para ello trabajaremos con la introducción y el primer apartado del capítulo III de la obra mencionada.

Dejemos la presentación y pasemos a la clase.


Cabe recordar que Durkheim dedica el capítulo I de Las reglas del método sociológico a establecer qué son los HS, esto es, el objeto de estudio de la sociología. Luego pasa a esbozar en el capítulo II cuál es el método para estudiarlos, además de formular los rasgos principales de la teoría de las prenociones (el conocimiento de sentido común de los fenómenos sociales).

Al observar los HS, se plantea el problema de la distinción entre: a) “los que son todo lo que debe ser” (fenómenos normales); b) “los que deberían ser diferentes a como son” (fenómenos patológicos) (p. 102). Durkheim formula el problema en los términos siguientes: “¿Dispone la ciencia de los métodos que permiten establecer esta distinción?” (p. 102)

A partir de la respuesta a dicho interrogante, es posible establecer el papel que corresponde a la ciencia (en especial, a las CS). Nuestro autor comienza por distinguir la siguiente postura:

La ciencia no enseña nada sobre lo que debemos ser. Su objeto son los hechos. Todos ellos tienen el mismo valor e interés. Observa los hechos y no los explica; no los juzga. “A sus ojos el bien y el mal no existen. Ciertamente, puede decirnos como ciertos efectos, pero no qué fines son los que hay que perseguir.” (p. 103).

Como corolario de lo anterior, se desprende que la ciencia pierde eficacia práctica:



“Siempre hay varios caminos que llevan a una determinada meta, por tanto, hay varios caminos que elegir entre ellos. Ahora bien, si la ciencia no puede prestarnos ayuda en la elección del mejor fin, ¿cómo podrá enseñarnos cuál es el mejor camino para alcanzarlo? ¿Por qué habrá de recomendarnos el más rápido más bien que el más económico, el más seguro más bien que el más sencillo o al revés? Si no puede guiarnos en la determinación de los fines superiores, no es menos importante cuando se trata de fines secundarios o subordinados que llamamos medios.” (p. 103).

Durkheim omite señalar que la ciencia gana su mayor eficacia práctica al servicio de la acumulación de capital. Dicho de manera burda: sirve para que los empresarios ganen dinero. La ciencia no es una actividad ajena a la lógica del capital. Suponer que se encuentra desconectada de dicha lógica implica romper la totalidad dialéctica que es la sociedad, y que constituye la base del método marxista. No existen fines desinteresados para la práctica científica.

La sociología ideológica, cuyos máximos exponentes fueron Auguste Comte (1798-1857) y Herbert Spencer (1820-1903), era consciente del problema. Si la ciencia no puede determinar qué fines son más valiosos, la fijación de estos fines se llevaba a cabo por medios extra científicos (por ejemplo, la religión). Pero los cultores del “método ideológico” (ver el capítulo 2 de Las reglas)

“Eran demasiado racionalistas como para admitir que la conducta humana no tuviese necesidad de ser dirigida por la reflexión; y sin embargo, no verían nada en los fenómenos - considerados en sí mismos y con independencia de todo dato subjetivo - que permitiese clasificarlos de acuerdo con su valor práctico. Parecía, por tanto, que el único medio de juzgarlos era referirlos a algún concepto que lo dominase; de este modo, el empleo de nociones que rigiesen el cotejo de los hechos, en lugar de derivar de ellos, se convertía en algo indispensable en toda sociología racional; pero sabemos que, si en estas condiciones la práctica se convierte en algo reflexivo, la reflexión así utilizada no es algo científico.” (p. 103-104).

El problema es más amplio de lo que plantea Durkheim. No se trata sólo de establecer una jerarquía entre los fines (los valores), sino también de formular criterios de distinción entre los fenómenos significativos (que deben ser estudiados) y aquellos que son irrelevantes. De este modo, al fijar dichos criterios la teoría estará en condiciones de guiar la observación.

 

Durkheim quiere resolver el problema reivindicando los derechos de la razón y desechando la ideología. Para ello tiene que encontrar “un criterio objetivo, inherente a los hechos”, que permita distinguir la salud (“buena y deseable”) de la enfermedad (“cosa mala, que debe ser evitada”) en los fenómenos sociales. De este modo la ciencia proporcionará un criterio para decidir en la vida práctica y mantendrá, a la vez, el método científico (“tratar los hechos como cosas”). (p. 104)

Aclara que el estado de “salud” se establece para el conjunto, no para el individuo, porque la ciencia todavía no puede decir nada de éste. Pero ese estado será “punto de referencia para orientar la conducta” (p. 104

Durkheim dedica el primer apartado del capítulo III (p. 105-114) a establecer ese criterio. Para ello aplica el método presentado en el capítulo II. En concreto, la regla enunciada en p. 90: mediante signos exteriores, distingue entre los fenómenos normales y los fenómenos patológicos.

Utiliza un criterio “estadístico” para establecer la demarcación entre ambos tipos de hechos. Aquí corresponde indicar que presenta a la sociología como continuación de la biología, pero sin justificar esto de modo convincente.

Todo hecho social puede presentar dos tipos de formas:

1) “Unas son generales en toda la extensión de la especie, se encuentran si no en todos los individuos al menos en la mayor parte de ellos y si no se repiten de idéntico modo en todos los casos en que se observan, sino que varían de un sujeto al otro, esas variaciones están comprendidas dentro de límites muy próximos.” (p. 110-111).

2) “Hay otras formas que son excepcionales; no sólo se encuentran en menos casos, sino que incluso cuando se producen lo más frecuente es que no duren toda la vida del individuo. Son una excepción tanto en el tiempo como en el espacio.” (p. 111).

A partir de allí construye el tipo medio = “ser esquemático que se formaría reuniendo en un mismo todo, en una especie de individualidad abstracta, a los caracteres más frecuentes en la especie junto con sus formas más frecuentes.” (p. 111).

El tipo medio es una construcción y constituye “el objeto de estudio inmediato de la ciencia y viene a ser el mismo que el tipo genérico.” (p. 111).

Agrega que las condiciones de salud y enfermedad no pueden ser definidas en abstracto ni son válidas para todos los HS. Cada tipo social tiene formas normales y patológicas de los HS que les son propios.


El corolario de lo anterior es:

“Así, pues, un hecho social sólo puede ser llamado normal en una especie social determinada en relación con una fase igualmente determinada de su desarrollo; por consiguiente, para saber si tiene derecho a recibir esta denominación, no basta con observar bajo qué forma se presenta en la generalidad de las sociedades que pertenecen a esta especie, sino que hay que tener cuidado también con considerarlos en la fase correspondiente de su evolución.” (p. 113).

La normalidad no es una esencia abstracta que define de una vez y para siempre a la cosa. Es histórica y, por tanto, mutable. Este rasgo de la sociología de Durkheim impide hacer “la fácil” de clasificarla como una variante del funcionalismo - entendiendo por éste una concepción estática de la sociedad -.

Ahora bien, la anormalidad no puede ser el rasgo de una especie. No puede concebirse una especie cuyo carácter definitorio fuese la enfermedad. En consecuencia, “la especie es la norma por excelencia y, por consiguiente, no podría ser anormal bajo ningún concepto.” (p. 113).

Los caracteres que constituyen el tipo medio son los más frecuentes porque son los más ventajosos para la conservación de la especie. La mayor frecuencia estadística - criterio para seleccionar los caracteres que forman el tipo medio - es producto de la utilidad. Detrás está el supuesto de la sociedad concebida como organismo, es decir, la idea de que la sociedad es naturalmente armónica. Pero si se concibe la sociedad como una totalidad contradictoria, este tipo medio es funcional a la conservación de esas contradicciones. El tipo medio es el conjunto de caracteres propio de una sociedad de clases antagónicas. La normalidad expresa la relación de fuerzas entre las clases propia de una determinada distribución del poder social (ante todo, de la propiedad de los medios de producción). Pero esto excede largamente los límites de esta clase.

La próxima clase estará dedicada al sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), otro de los exponentes de la sociología clásica.

Les agradezco la paciencia y atención.

 

 

Villa del Parque, viernes 16 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CS = Ciencias sociales / HS = Hechos sociales (o hecho social)


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

 


lunes, 12 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 14: DURKHEIM

 

“El ser humano no puede vivir en medio de las cosas

sin forjarse ideas, de acuerdo con las cuales regula su conducta.”

Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés.

 


Bienvenidas y bienvenidos a la decimocuarta clase del curso.

Por lo pronto, en esta clase continuaremos el análisis de la teoría del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917). Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1] En el encuentro pasado desarrollamos el concepto de hecho social; hoy presentaremos el de prenociones. Ambas cuestiones son fundamentales para la comprensión de la sociología clásica en su variante francesa. Más adelante abordaremos la vertiente alemana, cuyo máximo exponente es Max Weber (1864-1920).

Sin más, pasemos a la clase.


A modo de preámbulo:

Luego de establecer en el capítulo I de Las reglas del método sociológico (1895) qué son los HS, Durkheim pasa a estudiar cuál es el método para estudiarlos. A los fines de la exposición, dividiré así los temas del texto:

1) Las prenociones y su papel en la sociología.

2) Crítica de la sociología ideológica.

3) El método de “tratar los HS como si fuesen cosas”.

4) Corolarios del método adoptado.


Las prenociones y su papel en la sociología:

Durkheim comienza el capítulo constatando que las CS son precedidas por una forma de conocimiento más simple, las prenociones. En otras palabras, la reflexión sobre los fenómenos sociales es anterior a las modernas ciencias sociales. No puede ser de otro modo. La sociedad no está constituida únicamente por “imágenes sensibles” (la información percibida por medio de los sentidos), sino que incluye también representaciones (conceptos), de esas imágenes. Esas representaciones son imprescindibles para vivir en sociedad, pues las personas necesitamos conocer el suelo que estamos pisando, el entorno que nos rodea. Por tanto, existan o no las CS, siempre construiremos conceptos que expliquen lo que sucede a nuestro alrededor.

“La reflexión es anterior a la ciencia, que no hace sino servirse de ella con más método. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin forjarse ideas, de acuerdo con las cuales regula su conducta.” (p. 69).

Ahora bien, como nuestra experiencia de los fenómenos sociales es muy limitada [2], las prenociones [3] terminan por reemplazar a esa experiencia.

“Como estas nociones nos son más próximas y están más a nuestro alcance que las realidades a que corresponden tenemos una tendencia natural a sustituir a éstas por aquéllas y a hacer de ellas el tema mismo de nuestras especulaciones. Entonces, en lugar de observar las cosas, de descubrirlas y de compararlas nos contentamos con tomar conciencia de nuestras ideas, con analizarlas y combinarlas.” (p. 69-70).

El sociólogo francés describe así la función de las prenociones:

“Estas nociones o conceptos (...) no son los legítimos sustitutos de las cosas. Productos de la experiencia vulgar tienen por objeto, ante todo, el poner a nuestras acciones en armonía con el mundo que nos rodea; están formados por la práctica y para ella.” (p. 70).

Si bien las prenociones se encuentran presentes en toda actividad humana, es en el campo de las CS donde su acción es más poderosa. Durkheim explica del siguiente modo la razón de este predominio:

“Los hombres no han esperado al advenimiento de la ciencia social para forjarse ideas sobre el derecho, la moral, la familia, el Estado o la propia sociedad, pues no podían prescindir de ellas para vivir. Ahora bien, es sobre todo en la sociología donde estas prenociones (...) están en situación de dominar a las inteligencias y de sustituir a las cosas. Las cosas sociales sólo se realizan por medio de los hombres: son el producto de la actividad humana. Así pues, parece que no son otra cosa que la puesta en ejecución de ideas, innatas o de otro tipo, que llevamos dentro de nosotros, que su aplicación a diversas circunstancias que se dan en las relaciones mutuas entre los hombres. De este modo, la organización de la familia, del contrato, de la represión, del Estado y de la sociedad parecen ser algo así como un mero desarrollo de las ideas que tenemos sobre la sociedad, el Estado o la justicia. Por consiguiente, estos hechos y los que son semejantes a ellos parece que no tienen realidad más que en y por las ideas en las que están en germen y que, por tanto, se convierten en el objeto de estudio propio de la sociología.” (p. 72-73; el resaltado es mío - AM-).

De este modo, la puesta en marcha de una sociología científica requiere, en primera instancia, la superación de las prenociones. Pero antes de examinar cómo lleva adelante esa superación, es preciso prestar atención a la manera en que salda cuentas con la sociología anterior.


Crítica de la “sociología ideológica”:

Para construir su sociología científica, Durkheim comienza por romper con la sociología anterior. Luego de formular su teoría de las prenociones (que es el conocimiento de sentido común sobre la sociedad, desarrollado por las personas que no hacen de la sociología su medio de vida), sostiene que toda la sociología anterior a la suya comenzó por las ideas (los conceptos) y no por los HS.

Pone como ejemplos de esa forma de hacer sociología a Auguste Comte (1798-1857), de quien afirma que “lo que constituye el tema principal de su sociología es el progreso de la humanidad en el tiempo” (p. 74); y a Herbert Spencer (1820-1903), quien postulaba que la esencia de la vida social era “el principio de la cooperación” (p. 75). En ambos casos, se confunde el desarrollo histórico con la noción que se tiene de él y se hace desaparecer la cosa de la que se habla para poner en su lugar a la prenoción que tiene el autor de la teoría (p. 74-75). Durkheim resume así el método de estos autores: se “enuncia como una cosa lo que no es sino una concepción intelectual (...) es (...) un cierto modo de concebir la realidad social, que sustituye a la realidad.” (p. 76).

Durkheim dice que este “carácter ideológico propio de las sociologías de Comte y Spencer es aún más acusado en las ramas especiales de la sociología” (p. 77). Realiza a continuación una breve descripción del estado de la moral (pp. 77-78) y de la economía política (pp. 78-81), que considero innecesario comentar aquí.


Método de “considerar a los hechos sociales como cosas”:

El punto de partida para una sociología científica debe ser diferente al de Comte o Spencer. El punto de partida no pueden ser las ideas que se tiene sobre los hechos, sino los hechos mismos. De ahí que Durkheim propone tratar a los HS como cosas [4]:

Los fenómenos sociales son cosas y deben ser tratados como cosas. (...) Basta con constatar que son el único datum que se ofrece al sociólogo. En efecto, es cosa todo lo que se da, se ofrece o, más bien, se impone a la observación. Tratar como cosas a los fenómenos es tratarlos en calidad de data que constituyen el punto de partida de la ciencia. Indudablemente los fenómenos sociales presentan ese carácter. Lo que nos es dado no es la idea que los hombres se hacen del valor, pues es inaccesible: son los valores que se intercambian realmente en el curso de las relaciones económicas. No es tal o cual concepción del ideal moral; es el conjunto de las reglas que determinan efectivamente la conducta. Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo de ciertas nociones, pero, suponiendo que esto sea cierto, tales nociones no nos son dadas de modo inmediato. (...) tenemos que considerar a los fenómenos sociales en sí mismos, independientemente de los sujetos que se forman una representación de ellos; hay que estudiarlos desde fuera, como cosas exteriores o, pues es en calidad de tales como se presentan a nosotros.” (p. 82; el resaltado es mío - AM-).

El argumento durkheimiano está contenido en el párrafo anterior. Contiene una crítica del idealismo que lo aproxima al marxismo; también arremete contra el convencionalismo (las instituciones sociales son producto de convenciones establecidas entre los seres humanos) base de la filosofía política iusnaturalista: “Una cosa se reconoce principalmente por el hecho de que no puede ser modificada por un simple decreto de la voluntad.” (p. 83). Los HS tienen esta propiedad: “Lejos de ser un producto de nuestra voluntad la determinan desde fuera; vienen a ser como unos moldes en los que nos vemos obligados a vaciar nuestras acciones.” (p. 83).

Por eso la sociología debe abandonar el estadio subjetivo en que se encuentra (los casos de Comte y Spencer), y pasar a la fase objetiva, centrada en tomar a los HS (no a las ideas) como punto de partida.


Corolarios del método propuesto:

El conocimiento de la centralidad de los HS para la sociología no es condición suficiente para asegurar el establecimiento de la sociología objetiva. Es preciso que el sociólogo lleve adelante una rigurosa disciplina, cuyas reglas son enunciadas por Durkheim al final del capítulo II, a modo de corolarios del principio de tratar los HS como cosas.

1ª “Hay que desechar sistemáticamente todas las prenociones.” (p. 86; el resaltado es mío – AM-).



Durkheim plantea que no hay nada novedoso en este corolario. Es “la base de todo método científico” (p. 86). Tanto la duda metódica (Descartes) como la teoría de los idola (Bacon) están de acuerdo en este punto esencial de desechar a las prenociones. En otras palabras, racionalismo y empirismo coinciden en su posición respecto a las prenociones.

Despojarse de las prenociones es especialmente complicado para el sociólogo,

“dada la tendencia a ser parcial que con frecuencia afecta a los sentimientos. Nos apasionamos por nuestras creencias políticas y religiosas y por nuestras prácticas morales de modo bien distinto que por los objetos del mundo físico; a consecuencia de éstos ese carácter pasional se comunica al modo como concebimos y explicamos las primeras. Tenemos tanto apego a las ideas que nos formamos en estos campos, así como a los objetos a que se refieren estas ideas, que adquieren una tal autoridad que no admiten la contradicción.” (p. 87).

Al respecto, el sociólogo debe tener claro que “el sentimiento es objeto de estudio de la ciencia, no criterio de la verdad científica”. (p. 88).

2ª “No tomar nunca como objeto de nuestra investigación más que un grupo de fenómenos previamente definidos por ciertos caracteres exteriores que les son comunes e incluir en la misma investigación a todos aquellos que corresponden a esta definición.” (p. 90; el resaltado es mío – AM-).

La dificultad radica aquí en que el sociólogo casi siempre se encuentra con definiciones ya elaboradas sobre sus objetos de investigación. Son, por supuesto, definiciones de sentido común, que son formuladas por las personas para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana. Pero adoptar estas definiciones significa, para la ciencia, capitular ante las prenociones.

3ª “Cuando el sociólogo se propone explorar un orden cualquiera de hechos sociales debe esforzarse por considerarlos desde un ángulo en que se presentan aislados de las manifestaciones individuales.” (p. 100; el resaltado es mío – AM-).

La razón de ser de esta regla es que los individuos utilizamos la sensación para conocer el mundo social. Ahora bien, en este punto de partida (la sensación) coinciden tanto la ciencia como el sentido común:

“Es por medio de la sensación como no es dada la parte externa de las cosas (...) para ser objetiva, la ciencia debe partir de la sensación, y no de conceptos que se ha formado de ella. Debe tomar directamente de los datos sensibles los elementos de sus definiciones iniciales. (...) Es de la sensación de donde resultan todas las ideas generales, verdaderas o falsas, científicas o no científicas. El punto de partida de la ciencia o conocimiento especulativo no podría ser, pues, distinto del del conocimiento vulgar o práctico. Es sólo más adelante, en el modo como es elaborada esta materia común, cuando surgen las divergencias.” (p. 98).

Pero la sensación acarrea una serie de problemas, derivados de su condición de subjetiva. Es por eso por lo que “es requisito indispensable en las ciencias de la naturaleza el dejar de lado los datos sensibles que podrían depender excesivamente de la persona del observador, y retener exclusivamente los que presentan un grado suficiente de objetividad.” (p. 98).

El sociólogo está obligado a ejercer una vigilancia implacable sobre sus sensaciones, para evitar que éstas introduzcan a las prenociones en la investigación. De este modo, la construcción de la sociología científica descansa en la subjetividad de los sociólogos, en su voluntad de dejar fuera de la ciencia a sus prenociones. Señalo este punto porque resulta problemático. Por el momento nos vemos obligados a dejar inconclusa la discusión de este punto. En la próxima clase concluiremos la revisión de la sociología durkheimiana con la exposición de la distinción entre lo normal y lo patológico.

Les agradezco la paciencia y atención.

 

 

Villa del Parque, domingo 11 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CS = Ciencias sociales / HS = Hechos sociales (o hecho social)


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

[2] La extensión de la división del trabajo determina que la esfera de actividad de cada individuo sea cada vez más limitada, más reducida. Salvo excepciones (por ejemplo, los artesanos), las personas ni siquiera producen un objeto completo. Todo lo que hacen es fragmentario. Esto limita extraordinariamente su área de conocimiento directo, de primera mano. Durkheim escribe: “como los detalles de la vida social exceden ampliamente el poder de la conciencia, ésta no los percibe de forma lo suficientemente fuerte como para sentir su realidad. Al no estar unidos a ellos por vínculos lo suficientemente sólidos y próximos, es muy fácil que nos dé la impresión de que todo eso no depende de nada y flota en el vacío, como si fuese algo irreal y dotado de una plasticidad infinita. (...) Pero, aunque los detalles - las formas concretas y particulares de la existencia colectiva - se sustraen a nuestro conocimiento, al menos nos hacemos una idea de los aspectos comunes de la misma, en líneas generales y de modo aproximado, y es precisamente de esas representaciones esquemáticas y sumarias de las que nos servimos para los problemas corrientes de la vida. (...) No sólo están en nosotros, sino que, como son un producto de experiencias repetidas, reciben de la repetición y de la costumbre producida por ella, una especie de ascendiente y autoridad. (...) Todo contribuye, pues, a hacernos ver estas representaciones como la verdadera realidad social.” (p. 73).

[3] Durkheim toma el término prenociones del filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), quien lo empleaba para describir una forma errada de proceder en el terreno de las ciencias físicas, practicada por los estudiosos de su época. En su obra Novum Organum, Bacon sostenía que las notiones vulgares o praenotiones se hallaban en el origen de todas las ciencias y que venían a ocupar el lugar de los hechos. Son los idola, una especie de fantasmas que desfiguran las cosas y que terminar por ocupar el lugar de ellas. (p. 72).

[4] El primer párrafo del capítulo II dice: “La primera regla, y la de carácter más fundamental, es la de considerar a los hechos sociales como cosas.” (p. 69).

domingo, 11 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 13: DURKHEIM

 

“Es indiscutible que la mayor parte de nuestras ideas

y de nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros,

sino que nos vienen de fuera.”

Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés.




Bienvenidas y bienvenidos a la decimotercera clase del curso.

Luego de examinar brevemente la teoría marxista de la sociedad, llegamos a la sociología clásica. Se denomina así a la etapa en que la sociología comenzó a institucionalizarse, es decir, se convirtió en una disciplina reconocida en el mundo universitario. Desde el punto de vista temporal abarca desde 1880 hasta 1920, aproximadamente. Incluye distintas teorías de la sociedad, entre las que destacan las del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) y Max Weber (1864-1920). En este curso dedicaremos atención a la obra de dichos autores, haciendo la aclaración de que no se trata ni de una presentación exhaustiva de la producción de ambos sociólogos, ni de un recorrido completo por esta etapa de la teoría sociológica, que abarca muchos autores relevantes.

Por lo pronto, en esta clase comenzaremos el análisis de la teoría de Durkheim. Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1]

Sin más dilación, vayamos a la clase propiamente dicha.


El proyecto de construcción de una sociología científica:

La atribución de carácter científico a una reflexión sobre la sociedad no es una cuestión meramente académica, sino que implica una legitimación de dicho discurso en detrimento de otras posiciones. Esto es así porque el prestigio alcanzado por las ciencias naturales y el enorme impacto de estas en la vida cotidiana a través de la tecnología termina por comunicarse a toda actividad rotulada con el término ciencia. En otros términos, reconocer la cientificidad de una teoría social tiende a confundirse con la negación del carácter ideológico de dicho discurso, en tanto expresión de una clase de esa sociedad. Para comprender esto resulta importante examinar la forma peculiar en que Emile Durkheim (1857-1917) atribuye carácter científico a su teoría social. [2]

Durkheim desarrolló su proyecto de construir una sociología científica en las obras de la década de 1890, sobre todo en Las reglas del método sociológico (1895). Para poder realizar esta tarea, emprendió la crítica del individualismo metodológico. En esa línea afirmó que la sociología tenía que basarse en los hechos sociales y no en las opiniones de los individuos, para así poder hacer afirmaciones de carácter objetivo.

En el programa durkheimiano, la constitución de la sociología como disciplina científica es inseparable de la crítica de la economía clásica, de la psicología utilitarista y de la utilización de explicaciones metafísicas en ciencias sociales. Paradójicamente, para hacer frente a la “crisis intelectual” de la burguesía, debió adoptar un punto de vista que presenta algunas similitudes con el del materialismo histórico. Ante todo, la sociología durkheimiana se presentó como una ciencia de la sociedad en su conjunto, rechazando la división en compartimentos estancos propia de la concepción burguesa de la sociedad. También señaló con precisión el origen histórico de las ideologías sociales, rechazando todo esencialismo. (2)

La delimitación del concepto de HS es fundamental en el establecimiento de la sociología científica preconizada por Durkheim. La definición de HS va de la mano con la delimitación del objeto de estudio de la sociología o, en otras palabras, con la conformación de la sociología como disciplina científica separada de la biología, la psicología y la economía (y también, aunque Durkheim no lo explicite, del materialismo histórico de Marx).  

Durkheim comienza por constatar la imprecisión del término HS, su ambigüedad:

|       “De ordinario se la emplea para designar casi todos los fenómenos que ocurren en el seno de la sociedad, por poco que presenten, junto con una cierta generalidad, algún interés social. Pero, si se consideran las cosas de esa manera, no hay, por así decir, acontecimiento humano que no pueda ser llamado social.” (p. 56).

Si se toma de esta manera a los HS, la sociología no se distingue de la biología ni de la psicología. Demarcarse de la psicología implica demarcarse del IM. Las críticas a Herbert Spencer (1820-1903) muestran la importancia otorgada por Durkheim a la refutación del IM. No es posible desarrollar este punto aquí, pero las críticas al IM aproximan a Durkheim a la concepción marxista. Pero la diferente manera en que Durkheim y Marx piensan a la totalidad sirve para precisar los rasgos fundamentales del MH.

Durkheim porfía en que existe en toda sociedad un grupo de fenómenos específicos, a los que cabe la denominación de HS. Ellos son el objeto de estudio de la sociología y permiten distinguirla de las otras ciencias de la naturaleza. (p. 56). Esta afirmación resultó especialmente conflictiva en su época, pues chocó con la concepción de sentido común que sostenía que la sociedad estaba compuesta por individuos. [4]


El concepto de HS:

La mayor parte del capítulo 2 de Las reglas está dedicado a presentar las características de los HS. A continuación, presento un resumen de estas:

1) Son “modos de obrar, de pensar y de sentir que presentan esta notable propiedad de existir fuera de las conciencias individuales.” (p. 57).

Durkheim explica que las personas nos encontramos desde nuestro nacimiento con deberes que no hemos creado:

“no soy yo quien las he hecho, sino que los he recibido por medio de la educación. (…) De igual manera el fiel se ha encontrado al nacer ya hechas las creencias y las prácticas de su vida religiosa; si éstas existían antes de él, es que existen fuera de él.” (p. 57). [5]

2) “Estos tipos de conducta o de pensamiento no sólo son exteriores al individuo, sino que están dotados de un poder imperativo y coercitivo en virtud del cual se imponen a él, lo quiera o no.” (p. 57).

Es este carácter coercitivo el que permite distinguir a los HS de los fenómenos orgánicos, “ya que consisten en representaciones y en acciones”, y de los fenómenos psíquicos, “que no tienen existencia más que en la conciencia individual y por ella.” (p.58; el resaltado es mío - AM -).

Como no se trata ni de fenómenos orgánicos ni psíquicos,

“constituyen una nueva clase de hechos y es a ellos, y sólo a ellos, a los que se debe dar el calificativo de sociales; éste es el calificativo adecuado, pues resulta claro que al no tener por sustrato al individuo, no pueden tener otro que la sociedad, sea la sociedad política en su totalidad, sea alguno de los grupos parciales que encierra: confesiones religiosas, escuelas políticas y literarias, corporaciones profesionales, etc.” (p. 59; el resaltado es mío - AM-).

Y concluye que los HS: “son el ámbito propio de la sociología.” (p. 59; el resaltado es mío - AM-).

Esta coerción no se percibe habitualmente, pues los individuos aceptan las reglas que regulan su existencia en sociedad. Sin embargo, cuando rechazan dichas reglas, la coerción salta a la luz. En otras palabras, el carácter coercitivo de los HS se expresa en la resistencia que genera la violación de las reglas sociales.

En el caso de las reglas del derecho:

“Si intento quebrantar las reglas de derecho éstas reaccionan contra mí a fin de impedir mi acto si aún hay tiempo, o de anularlo y restablecerlo en su forma normal si se ha realizado ya y puede ser reparado, o de hacerme expiar sus consecuencias, si no puede ser reparado de otro modo.” (p. 57-58).

En el caso de las máximas puramente morales: “La conciencia pública reprime todo acto que las ofende por medio de la vigilancia que ejerce sobre la conducta de los ciudadanos y las penas especiales de que dispone.” (p. 58).

En el caso de las convenciones sociales:

“Si no me someto a las convenciones de la sociedad, si en mi forma de vestir no tengo en cuenta en absoluto los usos aceptados en mi país y en mi clase, la risa que provoco y el alejamiento social en que me mantienen producen los mismos resultados que un castigo propiamente dicho, aunque de forma más atenuada.” (p. 58).

Los HS consisten tanto en creencias y prácticas instituidas (reglas jurídicas y morales, dogmas religiosos, sistemas financieros, etc.) como en corrientes sociales (por ejemplo, los movimientos de entusiasmo, indignación o de piedad que se producen en una asamblea). Todos ellos tienen en común que se manifiestan como una presión (coerción) en tanto el individuo se resiste a ellos. (p. 59-60). [6]

Durkheim afirma que

“es indiscutible que la mayor parte de nuestras ideas y de nuestras tendencias no son elaboradas por nosotros, sino que nos vienen de fuera (...) sólo pueden penetrar en nosotros imponiéndose, y eso es todo lo que significa nuestra definición.” (p. 59).

El ejemplo más contundente es la educación:

“Toda educación consiste en un esfuerzo continuo para imponer al niño modos de ver, de sentir y de obrar que no se les habría ocurrido espontáneamente. (...) la educación tiene por objeto precisamente el hacer el ser social.” (p. 61).

 

La coerción externa que los HS ejercen sobre los individuos puede manifestarse a través de la existencia de una sanción determinada, o bien por la resistencia que impone a todo intento individual de zafar de las prescripciones colectivas. (p. 65).

3) Los HS están constituidos “por las creencias, las tendencias y las prácticas del grupo tomado colectivamente” (p. 62; el resaltado es mío - AM-).

Durkheim aclara que dichos estados colectivos son diferentes a las formas que revisten en los individuos. Esto permite demostrar categóricamente que se trata de “dos naturalezas distintas”. (p. 62):

“A causa de la repetición algunas de esas maneras de obrar o de pensar adquieren una especie de consistencia que, por así decir, hace que se produzca un precipitado y los aísle de los acontecimientos particulares que las reflejan. Adquieren así un cuerpo y una forma sensible que les es propia y constituyen una realidad sui generis, muy distinta de los hechos individuales que son manifestación suya. La costumbre colectiva no sólo existe en forma inmanente en los sucesivos actos que determina, sino que, en virtud de un privilegio del que no encontramos parangón en el reino biológico, se expresa de una vez por todas en una fórmula que se repite de boca a boca, que se transmite por la educación o que incluso se fija por escrito.” (p. 62). Ejemplos: reglas jurídicas y morales, aforismos y dichos populares, los artículos de fe que condensan las creencias de las sectas religiosas o políticas, los códigos de las escuelas literarias, etc. (p. 62).

4) Los HS son generales (es decir, son comunes a toda la sociedad o a la mayor parte de los miembros de ésta) porque son colectivos.

En palabras de Durkheim,

“Es un estado del grupo, que se repite en los individuos porque se impone a ellos. Está en la parte por estar en el todo, lo que es bien distinto de que esté en el todo por estar en las partes.” (p. 64; el resaltado es mío - AM-). [7]

Esta característica de los HS es producto de la crítica del IM propio de la economía y de la sociología de Spencer. Mientras que el IM sostiene que las partes (los individuos) forman el todo, le dan sentido al mismo, Durkheim propone el punto de vista opuesto. Al tomar a la totalidad como punto de partida del análisis, el sociólogo francés se aproxima al marxismo.

 

Puesto que la noción de representaciones colectivas juega un papel central en la sociología durkheimiana, conviene revisar la presentación del concepto en Las reglas. En el prefacio de la 2º edición, escribió:

“Para comprender el modo como la sociedad se representa a sí misma y al mundo que lo rodea, lo que hay que considerar es la naturaleza de la sociedad y no la de los particulares. Los símbolos bajo los cuales se piensa cambian de acuerdo con lo que ella es.” (p. 43-44).

El corolario de esta afirmación es que la “psicología individual” no sirve para el estudio de las representaciones colectivas, pues se refiere a “órdenes de realidad” diferentes a los de la sociología.

En otras palabras,

“en ningún caso la sociología podría limitarse pura y simplemente a tomar prestadas de la psicología tal o cual proposición para aplicarla sin más a los hechos sociales. Por el contrario, el pensamiento colectivo en su totalidad, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en y por sí mismo, con la conciencia de lo que tiene de singular, y hay que dejar al porvenir el cuidado de buscar en qué medida se parece al pensamiento de los individuos.” (p. 46). [8]

Al final del capítulo, Durkheim presenta la definición completa de HS:

Es hecho social todo modo de hacer, fijo o no, que puede ejercer una coerción exterior sobre el individuo; o, también, que es general en todo el ámbito de una sociedad dada y que, al mismo tiempo, tiene una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales.” (p. 68).

Una vez esbozada la noción de HS podemos seguir adelante. Pero eso será la próxima clase. Les agradezco mucho su atención.

 

Villa del Parque, domingo 11 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

HS = Hechos sociales (o hecho social) / IM = Individualismo metodológico / MH = Materialismo histórico


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

[2] Este párrafo está tomado casi literalmente de mi artículo “La cuestión de la cientificidad de la sociología en la obra de Emile Durkheim”, incluido en: Mayo, Ariel, comp. (2004). Epistemología de las Ciencias Sociales. Buenos Aires: Jorge Baudino Ediciones. (pp. 15-56). El párrafo citado se encuentra en p. 33.

[3] Ídem anterior.

[4] “Pero, como la sociedad sólo se compone de individuos, al sentido común le parece que la vida social no podría tener otro sustrato que la conciencia individual; de otro modo parece que carece de base y flota en el vacío.” (p. 41).

[5] Por ejemplo: “El sistema de signos de que me sirvo para expresar mi pensamiento, el sistema de monedas que empleo para pagar mis deudas, los instrumentos de crédito que utilizo en mis relaciones comerciales, las prácticas aceptadas en mi profesión, etc., funcionan independientemente del uso que de ellas hago.” (p. 57).

[6] “...si este poder de coerción extrema se afirma con tal claridad en los casos de resistencia, eso quiere decir que existe en los casos contrarios, aunque de forma inconsciente. En esos casos somos víctimas de una ilusión que nos hace creer que nosotros mismos hemos elaborado lo que se ha impuesto a nosotros desde fuera. Pero, aunque la complacencia con que nos hemos dejado llevar por ella oculta la presión que hemos experimentado, no la suprime. De igual manera, el aire no deja de ser pesado, aunque ya no sintamos su peso. Incluso cuando hemos participado activa y espontáneamente en la emoción común, la impresión que hemos sentido es completamente distinta de la que habríamos experimentado si hubiéramos estado solos. (...) lo que decimos a propósito de esas explosiones pasajeras es igualmente válido a propósito de esos movimientos de opinión más duraderos en cuestiones religiosas, políticas, literarias, artísticas, etc., que se producen sin cesar a nuestro alrededor, sea en todo ámbito de la sociedad, sea en círculos más restringidos.” (p. 60-61). Emplea este argumento para fundamentar la distinción entre la sociología y la psicología: “Los hechos sociales no sólo son cualitativamente distintos de los hechos psíquicos: tienen otro substrato, no evolucionan en el mismo medio, ni dependen de las mismas condiciones.

[7] Esta cita está tomado del prefacio de la 2° edición de la obra.