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martes, 14 de diciembre de 2010

SOLDATI, O EL "REGRESO" DE LA CUESTIÓN SOCIAL

A poco de producirse el fallecimiento de Néstor Kirchner (1950-2010), la presidenta Cristina Fernández (n. 1953) y varios funcionarios y dirigentes políticos oficialistas declararon su voluntad de "profundizar" el modelo económico y social instaurado por el difunto ex presidente. Según ellos, dicho modelo estaba transformando el país en dirección a un horizonte de justicia social y equidad.

En este triste diciembre, la realidad se ha ocupado de refutar minuciosamente las afirmaciones de los principales dirigentes del "kirchnerismo". El crecimiento de la economía argentina desde 2002 no ha "derramado" sus beneficios sobre la mayoría de los trabajadores y los sectores populares más empobrecidos. Soldati ha demostrado de manera irrefutable que el crecimiento acelerado de la economía precisó de trabajadores precarizados, tercerizados, esclavizados, en una palabra: EXPLOTADOS. Así, por ejemplo, ¿cómo explicar el desarrollo de la industria textil sin esa masa siempre disponible de inmigrantes, condenada a trabajar como esclavos en las condiciones que exige el patrón?, ¿cómo explicar el crecimiento de la industria de la construcción sin los miles y miles de compatriotas bolivianos y paraguayos que tienen que aceptar lo que les ofrecen?, ¿cómo explicar el auge de los sojeros sin esa enorme cantidad de trabajadores "en negro", que el pudor del Ministerio de Trabajo prefiere denominar "no registrados"?

Los ocupantes de terrenos en Soldati y en otros lugares, los vecinos de los ocupantes enfurecidos en muchos casos con las tomas y casi tan pobres como los desesperados que están en el parque, son la expresión más extrema de la gigantesca miseria y degradación que son necesarias para lograr un crecimiento a "tasas chinas" de la economía. Soldati no es una casualidad. Soldati no es el producto de las conspiraciones de la autodenominada "oposición" o del Gobierno Nacional. Soldati es el resultado necesario de un modelo económico y social articulado en torno al respeto irrestricto al capital y a las relaciones laborales establecidas en la década del '90. Soldati significa la crisis de una política que pensó que los aumentos salariales para los trabajadores en blanco y la Asignación Universal por Hijo bastaban para resolver los problemas sociales. Soldati, en definitiva, pone al "kirchnerismo" ante su crisis más profunda, pues lo coloca ante los resultados de su política de crecimiento basada en la explotación intensiva de los trabajadores, cuyo ejemplo más extremo es el inmigrante indocumentado esclavizado en los talleres textiles.

En este contexto, la frase "profundizar el modelo" cobra un sentido diferente al imaginado por los dirigentes del "kirchnerismo". Soldati muestra que ya no se puede seguir gobernando del mismo modo que en estos últimos años. Durante mucho tiempo el "kirchnerismo" aprovechó los efectos benéficos del crecimiento económico sobre la desocupación, que permitieron aliviar las tensiones sociales. La satisfacción por poder acceder a un empleo y el restablecimiento del consumo popular gracias al tibio keynesianismo impulsado por Néstor Kirchner, permitieron disimular que el modelo garantizaba las ganancias de los empresarios mediante el mantenimiento de la legislación laboral que permitía la precarización de la situación de los trabajadores. Soldati muestra que las enormes tensiones sociales que se han generado a lo largo de esta década no pueden ser desactivadas apelando a gestos simbólicos y a medidas puntuales.

En definitiva, Soldati ha puesto a la presidenta Cristina Fernández frente a una disyuntiva ineludible. O bien se profundiza el modelo, y entonces el Gobierno Nacional se verá obligado a sancionar la creciente desigualdad social por medio de la represión, lo cual evaporará rápidamente los aspectos progresistas de su política. O bien se modifica el modelo, reconociendo la imposibilidad de conjugar el respeto incondicional al dominio del capital con una política favorable a la reducción de la desigualdad; en política, como en la vida, es válido el refrán que dice "no se puede estar bien con dios y con el diablo". El problema para el "kirchnerismo" consiste en que la segunda opción implica confrontar con LOS MONOPOLIOS (los dueños del capital), y no sólo con UN monopolio, como es el caso de Clarín. Para nosotros resulta claro que esta segunda posibilidad es remota, pues el "kirchnerismo" no se ha preparado ni teórica ni prácticamente para confrontar con los sectores dominantes. La derrota en el asunto de la 125 marcó con claridad las limitaciones del "kirchnerismo" en este terreno.

Pero si de miserias se trata, Soldati ha puesto también de manifiesto el contenido de las propuestas de la autodenominada "oposición" para resolver la cuestión social. Mauricio Macri ha dado en estos días una verdadera lección de cuál es la posición de los dueños del país frente a la miseria y los sufrimientos de los sectores populares. Ellos de ninguna manera niegan la existencia de la desigualdad y la pobreza; al contrario, en declaraciones realizadas en el día de ayer y levantadas hoy por el diario Clarin, Macri sostiene que "A pesar del crecimiento de la Argentina, la distribución de la riqueza no fue la correcta y hay igual o más pobres que hace una década" (Clarín, 14/12/2010). Este reconocimiento es interesante viniendo de donde viene, pues, más allá de la obvia intención política de pegarle al gobierno, significa que ni aún la derecha más ligada al capital puede dejar de reconocer el los dueños del capital se han enriquecido en esta última década a costa de un aumento de la desigualdad social. Pero, este reconocimiento va de la mano con la atribución de este aumento de la desigualdad a causas externas al sistema de producción imperante; los empresarios argentinos no tienen ninguna intención de redistribuir sus ganancias con los trabajadores, cosa que hay que remarcar frente a tantos intelectuales y académicos que elogian a la mítica "burguesía nacional" o a los empresarios Pymes. En la visión de Macri, la pobreza no es el resultado de un modelo de acumulación que crea pobres para poder seguir creciendo a "tasas chinas"; es, en cambio, el producto de la acción de "narcotraficantes", "inmigración descontrolada", "bandas", etc. Sus dichos van dirigidos a construir un "otro" que actúe de chivo expiatorio de los males de nuestro sistema social. Y ese otro justifica el tercer elemento del argumento del ingeniero Macri. Las tomas (y demás episodios de conflicto social) tienen que ser tratados por la "ley: ¿Qué significa la ley para nuestro sensible ingeniero? Lisa y llanamente la acción de los palos de la policía sobre el cuerpo de quienes protestan. A esto se reduce la política social de Macri y de la autodenominada "oposición".

Soldati, en definitiva, ha mostrado que la cuestión social "está de vuelta". Con su sola presencia ha cambiado los ejes de la campaña electoral y nos obligará a todos a debatir y a actuar en torno a cuestiones más sustanciales. Ya no será tan fácil esconder la cabeza debajo de la tierra...

Buenos Aires, martes 14 de diciembre de 2010


sábado, 11 de diciembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE LOS HECHOS DE SOLDATI

...Como todos sabemos, nuestra sociedad está libre de todo prejuicio social y los inmigrantes que llegan en busca de una vida mejor son recibidos con los brazos abiertos y con toda la generosidad propia de nuestra naturaleza. Como somos además un país que ha desterrado todo vestigio de explotación del hombre por el hombre y el trabajo constituye un goce y no una carga para las personas, nos sentimos felices de compartir nuestra dicha con tantos hermanos que arriban a nuestras tierras, y a los que llamamos hermanos y no extranjeros porque una larga experiencia nos ha mostrado adonde conduce el temor al otro...

A veces es bueno comenzar el análisis de una situación que produce asco e indignación planteando una pequeña fantasía que, por contraste, nos muestre hasta qué punto nos hallamos hundidos en un pozo de degradación. La fantasía actúa sobre la naturalización de nuestras condiciones de vida, mostrándonos en que medida lo que creemos normal es una muestra de barbarie e insensatez.

Voy al grano. Los sucesos de Soldati, que hasta el momento han ocasionado cuatro muertos y numerosos heridos, muestran al desnudo la realidad de las relaciones de fuerza entre las distintas clases y grupos sociales de nuestro país, y expresan con todas sus miserias el contenido de las dos principales corrientes que han hegemonizado la política argentina desde el 2003 hasta la actualidad. La pelea de pobres contra pobres muestra también la tremenda impotencia que tienen los sectores populares para revertir la situación.

Ante todo, es preciso comenzar por enmarcar las acciones de los actores que participan en este drama. En primer lugar, la Argentina experimentó un fenomenal crecimiento económico desde el 2° semestre de 2002. Sin entrar a examinar la naturaleza de dicho crecimiento, corresponde decir que la Argentina produce hoy más bienes y servicios que al momento de producirse la crisis de 2001. En otras palabras, hubo un incremento notable de la riqueza. En segundo lugar, uno de los puntales de ese crecimiento fue la producción de alimentos, claro que buena parte de la misma estuvo destinada a la exportación. En tercer lugar, durante esta década la construcción experimentó un verdadero auge, a tal punto que puede hablarse de un boom de esta actividad. En síntesis, Argentina experimentó casi una década de crecimiento económico, expansión de la producción de alimentos y auge de la construcción. Este es el contexto más general de los hechos de Soldati.

Paso al análisis de las dos corrientes centrales de la política argentina. Los gobiernos de Néstor Kirchner (1950-2010) y Cristina Fernández (n. 1953) acompañaron el crecimiento de la economía, procurando no poner “trabas” al enriquecimiento de los empresarios. Por supuesto, hubo modificaciones al modo de acumulación imperante en los ´90. La crisis del neoliberalismo en 2001 mostró que el país no podía seguir siendo gobernado como en la década anterior. Además, la devaluación y el default de la deuda hicieron que una parte del empresariado se volviera otra vez hacia el mercado interno; las modificaciones del contexto internacional ocasionaron un aumento de los precios de las materias primas y de los alimentos, favoreciendo así a las exportaciones argentinas. Néstor Kirchner promovió la expansión del gasto público y el aumento de los salarios para expandir la demanda y revitalizar el mercado interno. Sin embargo, se cuidó de modificar las relaciones laborales heredadas de los ’90.

La economía creció y descendió la tasa de desocupación. Pero buena parte de los trabajadores permanecieron en condiciones de precariedad, inseguridad y enorme explotación. En el caso de los asalariados “en blanco”, hubo aumentos de salarios y una mejora en el nivel de vida en relación a la década anterior, pero esto no alcanzó al conjunto de los trabajadores ni alcanzó para modificar las relaciones de fuerza al interior del lugar de trabajo.

En resumidas cuentas, el “kirchnerismo”, la principal fuerza política de la primera década de este siglo, llevó adelante un reformismo tibio, que no tocó las posiciones del empresariado y no transformó las relaciones de fuerza entre capitalistas y trabajadores. En todo caso, las modificaciones que impuso el kirchnerismo en la política argentina pasaron de largo en lo que hace a la fábrica, la oficina y los comercios. Esto se notó especialmente en la situación de las capas más vulnerables de los sectores populares. En este sentido, no se emprendió ningún plan de fondo para erradicar las villas miserias y asentamientos, y no se llevaron adelante iniciativas para cambiar las condiciones de vida de los sectores más pobres en las provincias. Ello implicó condenar a centenares de miles de niños y jóvenes a vivir en medio de la miseria y la humillación cotidianas. Todo esto en medio de un clima de crecimiento económico. En consecuencia, las tensiones sociales no hicieron más que aumentar, expresándose en un incremento alarmante de la violencia cotidiana.

Del otro lado, y de un modo muy paulatino luego del desastre del neoliberalismo en 2001, se fue conformando un espacio, sin un líder definido, que procuró disputar el gobierno al kirchnerismo desde un discurso y unas políticas derivadas directamente del neoliberalismo. Dentro de este espacio fue cobrando especial importancia la figura de Mauricio Macri (n. 1959), sobre todo porque sus carencias dejaban al descubierto los rasgos esenciales de este otra gran corriente de la política argentina en la primera década del siglo XXI. Macri carece de todo refinamiento y sólo hay en el un enorme egoísmo de clase y un cálculo electoral llevado al paroxismo. Por eso, por esta ausencia de todo recato, es conveniente seguir sus dichos para entender cuál es la propuesta de esta corriente.

La conducta del ingeniero Macri en los sucesos de Soldati tiene que ser estudiada como un verdadero modelo del programa político de la autodenominada “oposición”. Macri en ningún momento llevó adelante medidas para paliar la crisis habitacional que sufren los sectores populares. El boom de la construcción, que tuvo uno de sus centros en la ciudad de Buenos Aires, estuvo dirigido a los sectores con demanda solvente, es decir, aquellos capaces de pagar las sumas fabulosas que implica comprar una vivienda en la ciudad de Buenos Aires. Macri alentó el negocio de las empresas constructoras y permitió que éstas arrasaran el perfil arquitectónico de muchos barrios de la ciudad. A la vez, y esto en connivencia con el Ministerio de Trabajo, hizo la vista gorda a las violaciones a las condiciones de seguridad en el trabajo que cometían dichas empresas constructoras.

Macri alentó el modelo de una ciudad para ricos y para los sectores medios, en la que toda la vida cotidiana estuviera regulada por las necesidades de vender las mercancías. En este esquema los pobres tienen que ser expulsados hacia otros lugares, para que no “afeen” los negocios. Para ello llevó adelante una política sistemática destinada a empeorar las condiciones de vida en el sector sur de la ciudad. Su política para los pobres combina el clientelismo y los palos aplicados por la fuerza de seguridad de turno. Sus patéticas declaraciones del día de ayer, reclamando la intervención de la Policía Federal y de la Gendarmería, no son únicamente el producto de un cálculo político; representan la esencia de la política de la autodenominada “oposición” para los sectores populares. En todo caso, Macri es quien expresa abiertamente lo que los demás piensan en privado.

Un capítulo aparte merecen las apelaciones a la xenofobia realizadas por el ingeniero Macri. Estas son mucho más graves porque no se trata solamente de un exabrupto de Macri. De hecho, no fueron expresadas el primer día de los hechos sino que fueron expuso su posición ante la situación, y luego fueron repetidas por los principales funcionarios de la administración Macri. La xenofobia defendida por Macri está utilizada como una estrategia electoral. Macri y sus asesores pensaron que con ella refuerzan la adhesión de muchos segmentos de la clase media porteña, que odian a los extranjeros en la medida en que éstos sean bolivianos, paraguayos y peruanos. Macri culpó a los “inmigrantes” de los disturbios. Con ello pretendió sacarse la responsabilidad de encima y ganar el apoyo de los sectores que han hecho de la frase “boliviano de mierda” un dicho proverbial. De más está decir que, además del contenido de clase de estas manifestaciones, Macri expresa una enorme irresponsabilidad ante los sucesos, echando más leña al fuego a la bronca que muchos vecinos de la zona sienten hacia los ocupantes de los terrenos. Nada de esto resulta extraño viniendo de un sector social que no dudó en 2008 en cortar rutas e impedir la llegada de alimentos a las ciudades para evitar pagar impuestos.

Respecto a la actitud del gobierno nacional y del gobierno de la ciudad ante los hechos, cabe hacer una reflexión final. Ambas partes han especulado de manera descarada con los sucesos, esperando someter a la otra parte a un desgaste con miras a las elecciones del año próximo. Han desnudado, por tanto, sus miserias más profundas y han manifestado en los hechos su nulo interés en resolver los problemas de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. Esto es especialmente grave en el caso de Cristina Fernández, pues sus mentadas propuestas de transformación social son imposibles sin una profunda movilización popular. Ahora bien, esta movilización no puede lograrse si no se promueven modificaciones concretas en las condiciones de vida de los sectores populares. La Asignación Universal por Hijo fue un paso significativo, pero su influjo es desesperadamente insuficiente frente a la magnitud de las carencias, magnitud que se ve agigantada si se tiene en cuenta que se da en un marco de crecimiento económico y de enriquecimiento de los empresarios.

Mientras escribo estas líneas, en Soldati sigue muriendo gente. Hasta ayer había tres muertos, hoy ya son cuatro. Está visto que los exponentes de las dos principales corrientes de la política nacional no tienen mayor interés en los problemas de la “negrada”. Frente a esto sólo queda perseverar en la organización popular. No hay otra salida.

Buenos Aires, sábado 11 de diciembre de 2010