Eduardo Anguita dedica su artículo "Alpargatas sí, libros sí", publicado en el diario EL ARGENTINO en la edición del martes 12 de abril de 2011 (1), a presentar de manera elogiosa la política para la educación universitaria del gobierno nacional. Anguita hace referencia a los dichos del Rector de la flamante Universidad Nacional de Florencio Varela, Ernesto Villanueva, quien señaló que la mayoría de los estudiantes de esa Universidad (9 de cada 10) son primera generación de universitarios. Villanueva dijo también que la Universidad ha implementado un sistema de becas y ha dispuesto proporcionar de manera gratuita los libros de texto obligatorios en forma gratuita, para garantizar de manera efectiva la gratuidad de la enseñanza. Anguita menciona, además, el caso de la recién creada Universidad Nacional de Avellaneda, y termina alabando la política de Cristina Fernández en materia de educación universitaria. Las consideraciones de Anguita están dirigidos a mostrar que dicha polìtica es un eslabón necesario en la "transformación del país". En palabras de Anguita, "la Presidenta hizo suyo el desafío de que los desaparecidos sociales de los '90 puedan hoy tener un trabajo registrado y, también, la esperanza de aquel símbolo de movilidad social argentina consistente en que los padres inmigrantes argentinizaban a sus hijos con un título universitario (...) la Argentina empieza a tener herramientas de inclusión para revertir la movilidad social descendente como castigo y el sueño de la universidad norteamericana como premio de la clase media." En otros términos, Anguita propone la educación universitaria como herramienta para lograr la tan declamada "inclusión social".
Comencemos por el principio. No es nuestra intención cuestionar las medidas tendientes a garantizar la igualdad de oportunidades, ni en la Universidad ni en ningún otro campo de la vida social. En una sociedad capitalista como la nuestra, los pobres y los trabajadores viajan en tren y en colectivo, y los empresarios en autos importados. De modo que las medidas que favorezcan el acceso de los trabajadores y de los pobres a la educación son bienvenidas. Esto está claro. Ahora bien, el problema con la posición de Anguita radica en que habla de "exclusión" pero no dice una palabra sobre los mecanismos que hoy siguen fabricando pobres y "excluidos". Como diría el viejo Moro, nuestra sociedad produce "excluidos" para luego "incluirlos". Anguita no hace ninguna referencia al carácter capitalista de la sociedad argentina. En criollo, a Anguita le parece natural que haya empresarios que viajan en autos importados, y que los trabajadores y los pobres se transporten en trenes y bondis. Esa desigualdad no puede ser discutida, y por eso de ella no se habla.
Suele decirse que el "kirchnerismo" ha retomado las banderas de la militancia revolucionaria de los '70. Sin embargo, hay que apuntar que en los '70 la consigna predominante era "Liberación o Dependencia", en tanto que en la actualidad la consigna parece ser "Inclusión o Exclusión". La diferencia no es un tema menor. El pasaje de una consigna a otra expresa la profunda diferencia entre la militancia de los '70 y la militancia actual (para evitar malentendidos, pues la gente es mala y comenta, quiero aclarar que aquí me refiero exclusivamente al "kirchnerismo"). Esta diferencia pasa por los límites de la política para una y otra militancia. En los '70 el límite era elsocialismo, entendido, por supuesto, de diversas maneras, pero relacionado en todo caso con la lucha contra el imperialismo y por la discusión de la propiedad privada de los medios de producción. En el 2011 el límite es la "inclusión", es decir, el capitalismo. La inclusión no es otra cosa que la incorporación de los "marginales" a una economía capitalista en expansión desde el 2003, que requiere cantidades crecientes de trabajadores para producir cada vez más mercancías, y de compradores que compren esa producción siempre creciente. Nadie piense que pretendo negar que es preferible cobrar un salario estable y en blanco a vivir de changas y en un marco de precariedad permanente. Nada de esto. Sólo quiero indicar que la "inclusión" esinclusión en el capitalismo. Hasta no hace tanto tiempo se pensaba (Anguita incluido), que el capitalismo era sinónimo de explotación del hombre por el hombre y por el despilfarro de los recursos naturales, y que si un movimiento popular decidido a cambiar las cosas de raíz se veía obligado a tolerarlo era sólo porque la correlación de fuerzas no le daba como para reemplazarlo por otra forma de organización social. El capitalismo es explotación, y esta verdad sencilla puede ser constatada simplemente comparando dónde viven los empresarios y dónde viven los trabajadores. Pero los partidarios de la "inclusión" se han propuesto negar el carácter negativo y opresivo del capitalismo. Anguita lo hace implícitamente cuando compara la "pelea" de los intendentes del Conurbano bonaerense para abrir Universidades con la lucha de los mismos prohombres por "abrir fábricas". De este modo, los "herederos del setentismo" consideran que la tarea del momento pasa por abrir fábricas. La explotación, la desigualdad en el poder, el autoritarismo de los patrones son inventos de la izquierda "paleolítica".
La posición frente al capitalismo sigue siendo la divisoria de aguas entre la corriente de pensamiento "nacional y popular" y la izquierda. Nadie va a negar los logros del "kirchnerismo" en distintas áreas. No se trata de criticar al gobierno desde un purismo alejado de la realidad. Por el contrario, la izquierda está obligada a ser realista y a partir siempre de lo existente. Por eso mismo hay que enfatizar que lo existente es una reestructuración capitalista, que ha permitido a los empresarios hacer grandes ganancias desde el 2003 y que se ha apoyado en el mantenimiento de fuertes desigualdades al interior de los trabajadores (sectores en blanco y con convenios colectivos, trabajadores "en negro", trabajadores tercerizados, trabajo "esclavo", etc.). Afirmar logros tales como la Asignación Universal por Hijo y dejar de lado el carácter capitalista del modelo equivale a adoptar una visión sesgada de la realidad. Y la izquierda no puede darse ese lujo si pretende, alguna vez, convertirse en una real alternativa de poder.
Mataderos, martes 12 de abril de 2011
NOTAS:
(1) La nota de Anguita se encuentra disponible en formato digital en: http://www.elargentino.com/Content.aspx?Id=133840