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lunes, 8 de febrero de 2016

MARX Y EL RECHAZO DE LOS MODELOS: EL CASO DE RUSIA

“Esto es hacerme demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio.”
Marx, sobre la pretensión de Mijailovki de convertir al marxismo en una filosofía de la historia.




Los partidos de la izquierda revolucionaria suelen adherir a una visión mecánica del proceso histórico. Dicho de otro modo, estas organizaciones consideran que existe un modelo de partido (el bolchevique) y un modelo de acción política (ya sea el etapismo o el Programa de Transición) que deben ser seguidos pase lo que pase, pues sólo ellos garantizan el éxito. En este artículo no discutiré los resultados de esta práctica política, sino que me limitaré a esbozar la concepción de Karl Marx (1818-1883) acerca de los modelos en la historia y, más en general, sobre la validez misma de una teoría suprahistórica. Para ello emplearé el caso de Rusia y su importancia en la reflexión marxista.

En la década de 1870 Marx dedicó una parte importante de su esfuerzo intelectual al estudio de la situación de Rusia. Hubo dos motivos que lo llevaron a emprender dicha tarea: la preocupación por concluir la redacción del Libro Tercero de El Capital y el ascenso del movimiento revolucionario en Rusia. Ambas cuestiones se hallaban enlazadas íntimamente. En 1861 los campesinos fueron liberados de la servidumbre feudal; esta medida puso en marcha un proceso de disgregación de las viejas relaciones sociales en el campo y aceleró el desarrollo del capitalismo en Rusia. La combinación de autocracia zarista, pervivencia de las relaciones feudales e implantación del capitalismo, generó un fuerte descontento social, cuya expresión fue el surgimiento de diversas agrupaciones revolucionarias.

La situación de Rusia representó un desafío para Marx. La disgregación de la comunidad rural (mir) por acción de las relaciones mercantiles derivó en un proceso de desarrollo capitalista diferente al experimentado por Inglaterra, el caso estudiado en El Capital (1867). Esto llevó a Marx a revisar su concepción acerca del surgimiento y expansión del capitalismo, teniendo en vista el análisis de la propiedad agraria realizado en el Libro III de la obra mencionada. Pero Rusia representaba un desafío mayor, pues allí el grueso de la población trabajadora estaba constituido por campesinos, no por obreros en el sentido occidental. Si bien se produjo un despertar del proletariado en los años 70 del siglo XIX, el eje del conflicto social se situaba en el campo. Una parte significativa de la intelectualidad rusa adhería a las ideas populistas y pensaba que el campesinado era la fuerza que llevaría adelante la revolución en Rusia. Otros intelectuales, más afines al socialismo occidental, sostenían que el único camino posible para la revolución rusa era el desarrollo del capitalismo y la expansión del proletariado; descartaban así al campesinado como el motor del movimiento revolucionario.

Marx hizo frente al desafío precisando su concepción del desarrollo histórico. Frente a quienes postulaban una teoría lineal y evolutiva de la historia, calcada de la experiencia inglesa, opuso una teoría más compleja, cuya tesis central es el reconocimiento de la existencia de múltiples vías de desarrollo. Estructura económica y lucha de clases se funden en una totalidad que pulveriza los enfoques mecánicos.

En la “Carta a la Redacción de «Otiéchestviennie Zapiski»” (1877) (1) (2) expone con claridad sus conclusiones sobre el caso ruso. Marx responde en ella al artículo del sociólogo populista N. K. Mijailovski (1842-1904), “Karl Marx juzgado por Y. Zhuboski” (OZ, núm. 10, 1877).

Mijailovki da por supuesto que Marx rechaza la tesis de que Rusia puede seguir una vía de desarrollo diferente a la de Europa occidental. Marx rechaza de manera tajante la pretensión del sociólogo ruso:

“Pero como a mí no me gusta dejar que nadie «adivine» lo que pienso, voy a expresarme sin rodeos. Para poder enjuiciar con conocimiento propio las bases del desarrollo de Rusia, he aprendido el ruso y estudiado durante muchos años memorias oficiales y otras publicaciones referentes a esta materia. Y he llegado al resultado siguiente: si Rusia sigue marchando por el camino que viene recorriendo desde 1861, desperdiciará la más hermosa ocasión que la historia ha ofrecido jamás a un pueblo para esquivar todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista.” (p. 63).

Queda claro que no existe una única vía de desarrollo histórico, pues en el texto se explicita que Rusia podía seguir un camino no capitlaista. Dicho en otros términos, Marx rechaza la existencia de una única línea de desarrollo, idéntica para todos los casos. Para evitar malentendidos, precisa los alcances del famoso capítulo 24 del Libro Primero de El Capital:

“El capítulo de mi libro que versa sobre la acumulación originaria se propone señalar simplemente el camino por el que en la Europa occidental nació el régimen económico capitalista del seno del régimen económico feudal.” (p. 63).

El alcance del capítulo 24, más allá de la concepción general de que el capitalismo requiere la expropiación de los campesinos y la concentración de la propiedad de los medios de producción en manos privadas, se encuentra circunscripto a Europa occidental (sería más preciso hablar exclusivamente de Inglaterra). No puede aplicarse mecánicamente a otros países.

“Ahora bien, ¿cuál es la aplicación que mi crítico puede hacer a Rusia de este bosquejo histórico? Solamente ésta: si Rusia aspira a convertirse en un país capitalista calcado sobre el patrón de los países de la Europa occidental – y durante los últimos años, hay que reconocer que se han infligido no pocos daños en este sentido -, no lo logrará sin antes convertir en proletarios a una gran parte de sus campesinos; y una vez que entre en el seno del régimen capitalista, tendrá que someterse a las leyes inexorables, como otro pueblo cualquiera. Esto es todo.” (p. 64).

Mijailovski interpreta de modo diferente el argumento del capítulo 24, convirtiéndolo en
“una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ellos concurran”. (p. 64).

Ahora bien, esta forma de pensar la cuestión es radicalmente diferente a la desarrollada por Marx. En la Carta que estamos comentando, Marx se limita a mostrar, a través de una breve exposición de la suerte de los plebeyos en Roma, cómo dos situaciones semejantes pueden dar origen a desarrollos completamente diferentes.

“Los proletarios romanos no se convirtieron en obreros asalariados, sino en una plebe ociosa cuyo nivel de vida era más bajo aún que el de los «blancos pobres» de los Estados Unidos (…) He aquí, pues, dos clases de acontecimientos que, aun presentando palmaria analogía, se desarrollan en diferentes medios históricos y conducen, por tanto, a resultados completamente distintos.” (p. 65).

Aquí lo central es la referencia a los “diferentes medios históricos”. Con esa expresión se refiere a una combinación de factores, siendo uno de los más importantes la lucha de clases. Las clases en conflicto poseen distinto nivel de organización, una experiencia diferente, dirigentes y cuadros con niveles disímiles de conciencia y de habilidad política, etc. Más allá de que los límites de la lucha se hallan condicionados por factores objetivos (el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas), el margen de variación es sumamente amplio. De ahí que sea imposible fijar un esquema lineal de desarrollo histórico. Por ende, Marx rechaza caracterizar a su concepción de la sociedad como una “filosofía de la historia” y elige el camino del estudio de cada caso concreto:

“Estudiando cada uno de estos procesos históricos por separado y comparándolos luego entre sí, encontraremos fácilmente la clave para explicar estos fenómenos, resultado que jamás lograríamos, en cambio, con la clave universal de una teoría general de la filosofía de la historia, cuya mayor ventaja reside precisamente en el hecho de ser una teoría suprahistórica.” (p. 65).

El rechazo hacia la filosofía de la historia no es simplemente una cuestión teórica. Es también una opción política. Defender una concepción lineal y mecánica del desarrollo histórico equivale a postular modelos universales de acción política. Hacer esto limita a la clase trabajadora en su tarea de construir hegemonía para enfrentar a la burguesía. No estamos haciendo una inferencia arbitraria. En el caso que nos ocupa, aceptar la tesis de un modelo único de desarrollo histórico suponía dejar de lado la cuestión del campesinado, limitándose a la organización de la clase obrera moderna, única clase capaz, según ese modelo, de enfrentar con éxito al capitalismo.

El marxismo entendido como teoría revolucionaria obliga a dejar de lado los esquemas y los lugares comunes, para dedicarse en cambio al análisis de las realidades concretas, que siempre están constituidas por “múltiples determinaciones”.


Villa del Parque, lunes 8 de febrero de 2016

NOTAS:

Para la redacción de este artículo utilicé la traducción española de Félix Blanco, incluida en: Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1980). Escritos sobre Rusia: II. El porvenir de la comuna rural rusa. México D. F.: Ediciones Pasado y Presente. (pp. 62-65).

(1)  Esta carta circuló durante mucho tiempo en copias manuscritas del original francés, siendo publicada luego en ruso, en 1886, en VÉSTNIK NARODNOI VOLI (El mensajero de la Voluntad del Pueblo) en Ginebra, y después en Rusia misma por la revista YURIDÍCHESKI VÉSTNIK (El mensajero jurídico). La reprodujo la revista francesa LE MOUVEMENT SOCIALISTE, en mayo de 1902 y fue incorporada como apéndice a la traducción al francés del libro de Danielson. (1902). Histoire du dévelopement économique de la Rusia. Paris: Giard et Brière. (pp. 507-509).


(2)  Otiéchestviennie Zapiski [Anales de la Patria]: Revista político-literaria, se publicó inicialmente en San Petersburgo, desde 1820; a partir de 1839 era una de las mejores publicaciones progresistas de la época. Sometida a continuas persecuciones por parte de la censura, la revista fue clausurada en 1884 por el gobierno zarista. [Información tomada de la edición mencionada, pág. 62].

domingo, 25 de diciembre de 2011

LA CONCEPCIÓN MARXISTA DEL PROCESO HISTÓRICO: LA CUESTIÓN DE LA COMUNA RURAL RUSA




En el mundo académico y sus aledaños es casi un lugar común aludir al mentado determinismo económico de la teoría social de Karl Marx (1818-1883). Según esta opinión, Marx elaboró una teoría de la sociedad en la que el factor económico es el elemento que determina los cambios de todas las demás instancias sociales. Aplicada a la historia, esta supuesta concepción de Marx se traduce en el dominio de la teleología en el proceso histórico. En otras palabras, Marx habría postulado que toda la historia humana tiene como fin inevitable el comunismo, y que los acontecimientos históricos no son otra cosa que eslabones necesarios en el camino hacia la forma más elevada de organización social.

Como suele ocurrir en estos casos, la afirmación del pretendido determinismo económico de la teoría de Marx es aceptada sin mayor discusión, entre otras cosas porque buena parte del mundo académico huye tanto de las lecturas de primera mano de los clásicos como de los autores incómodos (que muchas veces son esos mismos clásicos). En el mejor de los casos, aquellos que todavía no se hallan contaminados del todo por las mañas universitarias recurren al prólogo de 1859 a la Contribución a la crítica de la economía política (1) para sostener la tesis del carácter determinista económico de la teoría de Marx.

En el prólogo de 1859 puede leerse el siguiente pasaje: “A grandes rasgos puede calificarse a los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno de épocas progresistas de la formación económica de la sociedad.” (2). Esto es interpretado como una defensa del carácter lineal del proceso histórico, el cual recorrería siempre las mismas etapas en el mismo orden. Una consecuencia práctica de esta concepción consiste en la imposibilidad de que un país pueda saltar las etapas del proceso histórico, pasando directamente del feudalismo al socialismo, sin atravesar el estadio capitalista. De modo que los partidos socialistas en los países subdesarrollados estaban obligados a apoyar el fortalecimiento de las relaciones capitalistas, y sólo después de que éstas hubieran alcanzado un estadio desarrollado podía pasarse a la lucha por el socialismo. Esta concepción supone, por tanto, que los socialistas están obligados a adoptar una posición pasiva frente a la historia.

Sin embargo, la afirmación de que Marx defiende una posición determinista y teleológica acerca del proceso histórico resulta inaceptable a partir de la lectura de sus escritos. En esta nota no voy a detenerme en un examen del sentido del pasaje citado del prólogo, sino que expondré el planteo de Marx frente a la situación de la comuna rural rusa (mir) en el último tercio del siglo XIX, pues constituye una verdadera piedra de toque para comprender la forma en que concebía al desarrollo histórico. El examen de la posición de Marx frente al papel de la comunidad campesina en Rusia permite cuestionar también la interpretación del sentido común académico. Marx plantea el carácter esencialmente político de toda reflexión teórico, aspecto ignorado en el imaginario académico. Como veremos, la discusión en torno al carácter y a las posibilidades de desarrollo de la comunidad campesina en Rusia tiene sentido en función de la revolución en Rusia en particular y en Europa en general.

Ante todo, un poco de historia. Vera Zasúlich (1849-1919) era una revolucionaria rusa que militaba en las filas del populismo (3) y que se encontraba exiliada en Suiza. A principios de la década de 1880 un debate sacudía las filas del movimiento revolucionario ruso. Los populistas sostenían que Rusia podía pasar directamente al socialismo sin tener que experimentar una etapa capitalista gracias a la existencia de la comunidad campesina, que constituía la base para el establecimiento de una forma social más avanzada que el capitalismo. En cambio, varios lectores rusos de El capital postulaban que Rusia tenía que pasar obligatoriamente por una etapa capitalista antes de poder pensar en luchar por la instauración del socialismo. En este contexto, Zasúlich se dirigió por carta a Marx para pedirle su opinión sobre las posibilidades revolucionarias de la comunidad campesina.

En la carta de Zasúlich, fechada en Ginebra el 16 de febrero de 1881, la cuestión se plantea en estos términos:

“Ésta es cuestión de vida o muerte (…) principalmente para nuestro partido socialista. Sea como quiera, de usted depende en esta cuestión incluso el destino personal de nuestros socialistas revolucionarios. Una de dos: o bien esta comuna rural, libre de las exigencias desmesuradas del fisco, de los pagos a los señores de la administración arbitraria, es capaz de desarrollarse por la vía socialista, o sea de organizar poco a poco su producción y su distribución de los productos sobre las bases colectivistas, en cuyo caso el socialismo revolucionario debe sacrificar todas sus fuerzas a la manumisión de la comuna y a su desarrollo.

O si, por el contrario, la comuna está destinada a perecer no queda al socialista, como tal, sino ponerse a hacer cálculos, más o menos mal fundados, para averiguar dentro de cuántos decenios pasará la tierra del campesino ruso de las manos de éste a las de la burguesía y dentro de cuántos siglos, quizá, tendrá el capitalismo en Rusia un desarrollo semejante al de Europa occidental. Entonces deberán hacer su propaganda tan sólo entre los trabajadores de las ciudades, quienes continuamente se verán anegados en la masa de los campesinos que, a consecuencia de la disolución de la comuna, se encontrarán en la calle, en las grandes ciudades, buscando un salario.

En los últimos tiempos hemos solido oír que la comuna rural es una forma arcaica que la historia, el socialismo científico, en una palabra, todo cuanto hay de indiscutible, condenan a perecer. Las gentes que predican esto se llaman discípulos por excelencia de usted: «marxistas». El más ´poderoso de sus argumentos suele ser: «Lo dice Marx». (…)

Comprenderá entonces, ciudadano, hasta qué punto nos interesa su opinión al respecto y el gran servicio que nos prestaría exponiendo sus ideas acerca del posible destino de nuestra comunidad rural y de la teoría de la necesidad histórica para todos los países del mundo de pasar por todas las fases de la producción capitalista.” (4)

Marx se hallaba profundamente interesado en la evolución de la economía rural de Rusia. Luego de la publicación del Libro Primero de El capital (1867) se había concentrado en el estudio de la agricultura rusa, pues consideraba imprescindible realizar esta tarea para poder completar los libros siguientes de El capital. En su opinión, la evolución de la agricultura rusa cumpliría el mismo papel en la exposición que el papel jugado por la historia del desarrollo de la industria inglesa en el Libro Primero. Además, Marx y Engels seguían las acciones del movimiento revolucionario ruso en la década de 1870. La consulta de Zasúlich se ligaba, por tanto, con un tema de gran importancia para Marx y Engels.

Marx, cuya capacidad de trabajo se encontraba mellada por el agotamiento y la enfermedad, dedicó gran atención al requerimiento de Zasúlich. De hecho, preparó varios borradores antes de escribir el texto definitivo de su respuesta a la revolucionaria rusa. (5).

En su respuesta, Marx se preocupa por disipar la idea de que en El capital se encuentra una teoría lineal y teleológica del proceso histórico. A continuación transcribo los pasajes más significativos:

“Analizando la génesis de la producción capitalista digo:

En el fondo del sistema capitalista está, pues, la separación radical entre productor y medios de producción…la base de toda esta evolución es la expropiación de los campesinos. Todavía no se ha realizado de una manera radical más que en Inglaterra…Pero todos los demás países de Europa occidental van por el mismo camino. (El capital, edición francesa, p. 316).

La «fatalidad histórica» de este movimiento está, pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental. El porqué de esta restricción está indicado en este pasaje del capítulo XXXII:

La propiedad privada, fundada en el trabajo personal…va a ser suplantada por la propiedad privada capitalista, fundada en la explotación del trabajo de otros, en el sistema asalariado. (loc. cit., p. 340).

En este movimiento occidental se trata, pues, de la transformación de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. Entre los campesinos rusos, por el contrario, habría que transformar su propiedad común en propiedad privada.

El análisis presentado en El capital no da, pues, razones, en pro ni en contra de la vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que de ella he hecho, y cuyos materiales he buscado en las fuentes originales, me ha convencido de que esta comuna es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, mas para que funcionar como tal será preciso eliminar primeramente las influencias deletéreas que la acosan por todas partes y a continuación asegurarle las condiciones normales para un desarrollo espontáneo.” (6).

Marx se preocupa por aclarar que en El capital se esbozan las líneas generales de una forma específica de transición del feudalismo al capitalismo, es decir, la variante experimentada en Europa occidental. De ningún modo se trata de postular la validez universal de dicha forma de transición. En todo caso, Marx indica que el carácter de la transición depende de las formas sociales preexistentes al capitalismo. En los borradores de la carta a Zasúlich se encuentra un desarrollo más preciso de esta idea:

“Desde el punto de vista histórico, el único argumento serio aducido en favor de la fatal disolución de la comuna de los campesinos rusos es éste:

Remontándonos mucho, por todas partes hallamos en Europa occidental la propiedad común de un tipo más o menos arcaico; de todas partes ha desaparecido con el progreso social. ¿Por qué no habría de ocurrir lo mismo, exclusivamente, en Rusia?
Respondo: porque en Rusia, gracias a una excepcional combinación de circunstancias, la comuna rural, establecida todavía en escala nacional, puede irse desprendiendo de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva en escala nacional. Es precisamente gracias a la contemporaneidad de la producción capitalista como puede apropiarse de todas sus adquisiciones positivas y sin pasar por sus peripecias (terribles) espantosas. Rusia no vive aislada del mundo moderno; y tampoco es presa de un conquistador extranjero como en las Indias orientales.

Si los rusos que gustan del sistema capitalista negaran la posibilidad teórica de semejante evolución, yo les plantearía esta cuestión: Para explotar las máquinas, los navíos de vapor, los ferrocarriles, etc., ¿se vio obligada Rusia a hacer como el Occidente, a pasar por un largo período de incubación de la industria mecánica? Que me expliquen además cómo han hecho para introducir en su país en un abrir y cerrar de ojos todo el mecanismo de los intercambios (bancos, sociedades de crédito, etc.) cuya elaboración costó siglos a Occidente.

(…) Otra circunstancia favorable a la conservación de la comuna rusa (por la vía del desarrollo) es que no sólo es contemporánea de la producción capitalista (en los países occidentales) sin que ha sobrevivido además a la época en que el sistema social se presentaba todavía intacto y que en cambio lo halla, en Europa occidental como en Estados Unidos, en lucha tanto contra la ciencia como contras las masas populares, y con las fuerzas productivas que engendra (…) Lo halla, en una palabra, en una crisis que sólo terminará con su eliminación, con la vuelta de las sociedades modernas al tipo «arcaico» de la propiedad común…” (7)

Como puede verse, la concepción marxista del proceso histórico es mucho más compleja que la postulada por sus intérpretes académicos. En la extensa cita que precede a este párrafo pueden destacarse un par de aspectos, los cuales tendrán que ser desarrollados en futuras notas. En primer lugar, Marx esboza los lineamientos básicos de una teoría del desarrollo desigual y combinado del capitalismo. El modo de producción capitalista se caracteriza por la coexistencia de relaciones sociales propias de otros modos de producción y que han sido incorporadas al capitalismo cuando se produjo la expansión de éste. Por lo tanto, el análisis del capitalismo deberá tener en cuenta, de manera obligada, los elementos pertenecientes a otros modos de producción y la forma en que los mismos se reconfiguran al insertarse en las relaciones sociales capitalistas. Pero, además, la persistencia de relaciones sociales propias de otras formas de sociedad acarrea también una reconfiguración del capitalismo, cuyo desarrollo adopta una forma peculiar debido a la combinación de relaciones sociales diversas. Es precisamente por esto que no puede hablarse de un desarrollo lineal ni del capitalismo en particular ni del proceso histórico en general. Sin perder de vista su carácter capitalista genérico, el capitalismo ruso posee una configuración particular, que incluye a la comuna rural y su desarrollo se ve condicionado por la persistencia de ésta.

En segundo lugar, y en estrecha relación con el punto anterior, la posibilidad de que la comunidad rural sea una base para el socialismo en Rusia es una cuestión que no se resuelve en el plano teórico (“la inexorabilidad del triunfo de las relaciones capitalistas”), sino que se dirime en el plano de la lucha de clases, entendiendo, por otra parte, que éstas se dan tanto en el plano nacional (la sociedad rusa) como en el plano internacional (el movimiento obrero en Europa occidental). En este sentido, son significativas las observaciones respecto a la contemporaneidad de la comuna rural y del socialismo occidental. Según Marx, la existencia de un proyecto socialista en Europa occidental, que supone la propuesta de un programa social alternativo al capitalista, potencia y transforma el significado mismo de la comunidad rural, que deja de ser una supervivencia “arcaica” y pasa a ser vista como una palanca para la instauración de formas socialistas de propiedad en el campo. Dicho en otros términos, Marx adhiere a una concepción dialéctica y no lineal del tiempo histórico, según la cual cada momento del proceso supone la existencia de diversas alternativas de desarrollo, siendo la elección de alguna de ellas una función de la capacidad de las distintas fuerzas sociales en conflicto. El tiempo histórico está, por tanto, pautado por la lucha de clases, asumiendo, claro está, que esa lucha de clases no es pura voluntad sino que se da en un marco en el que las opciones disponible son siempre limitadas y que esa limitación es el resultado del desarrollo de las fuerzas productivas.


Buenos Aires, domingo 25 de diciembre de 2011

NOTAS:
(1) Este prólogo fue escrito por Marx en Londres en enero de 1859 para la 1° edición de la Contribución a la crítica de la economía política. Dicha obra fue concebida como la primera parte de El capital, según se desprende de lo dicho por Marx en el prólogo: “Consideraré el sistema de la economía burguesa en la siguiente secuencia: el capital, la propiedad de la tierra, el trabajo asalariado; el estado, el comercio exterior, el mercado mundial. Bajo los tres primeros investigaré las condiciones económicas de vida de las tres grandes clases en las que se divide la sociedad burguesa moderna; la relación entre los otros tres rubros salta a la vista. La primera sección del primer libro, que trata del capital, consta de los siguientes capítulos: 1] la mercancía; 2] el dinero o la circulación simple; 3] el capital en general. Los dos primeros capítulos constituyen el contenido del presente fascículo.” (p. 3). En este marco, el prólogo fue concebido por Marx como una presentación sumamente resumida de su teoría de la sociedad, cuyo objetivo principal era situar correctamente sus estudios económicos dentro del contexto general de sus investigaciones. Hay que recordar que Marx era, para esta época, casi un desconocido en el mundo intelectual, a excepción de los grupos de alemanes exiliados en Inglaterra. La cita del prólogo ha sido tomada de: Marx, Karl. (2000). Contribución a la crítica de la economía política. México: Siglo XXI. (pp. 1-7)
(2) Marx (2000: 5)
(3) El populismo ruso sostenía que el pueblo (básicamente los campesinos) era el sujeto capaz de regenerar a la sociedad rusa, pues en él se encarnaban las mejores virtudes de ésta. Sin entrar a discutir aquí las profundas diferencias al interior del populismo, puede decirse que los populistas tenían en común la defensa de la comunidad campesina, a la que consideraban como la portadora de los gérmenes de una organización social más avanzada que el capitalismo occidental, individualista y egoísta. De ahí la polémica con algunos de los lectores de El capital en Rusia, quienes sostenían que la comunidad rural estaba destinada a desaparecer, pues esto era una ley del proceso histórico.
(4) El texto completo de la carta de Zasúlich a Marx está publicado en: Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1980). Escritos sobre Rusia: II. El porvenir de la comuna rural rusa. México D. F.: Pasado y Presente. (pp. 29-30).
(5) Los borradores de Marx están publicados en Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1980). Escritos sobre Rusia: II. El porvenir de la comuna rural rusa. México D. F.: Pasado y Presente. (pp. 31-59). La respuesta de Marx a Zasúlich, fechada en Londres el 8 de marzo de 1881, también se encuentra en dicha obra (pp. 60-61).
(6) Marx y Engels (1980: 60-61)
(7) Marx y Engels (1980: 32-33)