“Dijo que recordaba al doctor Juan José Castelli, en
el ejército del Alto Perú,
jurándole que un hombre libre es igual a otro
hombre libre,
y que donde fuesen las armas de la libertad darían
tierra,
pan, trabajo y escuelas a blancos, negros e
indios.”
Andrés Rivera (1928-2016), escritor argentino.
Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta clase de
este curso.
Ante todo, pido disculpas por la demora. Escribo
el texto de cada clase y eso lleva tiempo, dados los múltiples cursos que dicto
a la vez. Prometo intentar presentar las clases en tiempo y forma. Veremos si
soy capaz de cumplirlo.
Hoy nos toca examinar una parte del Libro II de la
República del filósofo griego Platón
(c. 427-347 a. C.). [1] Nuestro objetivo consiste en presentar la concepción
platónica de la sociedad griega (la polis),
sobre todo en lo que hace a las causas del conflicto social. Esto nos servirá
para tratar la cuestión de la democracia, algo que haremos a partir de nuestro
próximo encuentro. Además de la República, emplearé como material auxiliar el
artículo de la historiadora canadiense Ellen Meiksins Wood (1942-2016), “El
trabajo y la democracia antigua y moderna”. [2]
Pasemos ahora a la clase.
¿Por
qué hablar de Atenas [3] y de las polis
griegas en 2020, sobre todo en un curso dedicado a estudiar el Estado y la democracia?
¿Qué sentido tienen para nosotros las reflexiones acerca de la política
formuladas por los filósofos griegos, quienes vivieron 2400 años?
Son
preguntas pertinentes, que suelen hacerse los estudiantes, aunque no se animen
a formularlas frente al profesor. Supongo que los alumnos de este curso no son
la excepción; más de uno estará maldiciendo a las lecturas, a las clases, al
profesor. Es un buen síntoma, pues puede ser indicador de un espíritu que se
niega a aceptar sin más lo explicado y que necesita que se fundamente aquello
que se enseña.
En
verdad no tengo respuestas para esas preguntas (estoy tentado a decir que no
tengo respuestas para casi nada). Sin embargo, podemos formular nuevas
preguntas y, de ese modo, plantear de otro modo el problema del estudio de los
griegos en particular y, más en general, de las sociedades precapitalistas. [4]
A la
pregunta de ¿por qué hablar de Atenas y de las polis griegas en 2020? puedo
responder preguntando a su vez: ¿Por qué no? Esta pregunta nos lleva a
identificar la existencia de elementos comunes entre esa sociedad y la nuestra
y, lo que es más importante todavía, la existencia de elementos y RS diferentes
entre una y otra. Una de las principales dificultades del estudio de nuestra
sociedad radica en que no conocemos otra forma de organización social, de modo
que tendemos a ver como “natural” la manera en que vivimos. Esto puede
llevarnos a pensar que el capitalismo, el mercado, el trabajo asalariado,
existieron siempre y que cualquier otra forma de organizar la sociedad es
inviable, porque iría en contra del “orden natural”. Si aceptamos este punto de
vista, cuestiones tales como las desigualdades económicas, sociales, de género,
etc., etc., pueden llegar a ser concebidas como “naturales”, lo cual equivale a
decir, de un modo más sofisticado por cierto, cosas tales como: “pobres hubo
siempre”.
Que
Atenas y los filósofos griegos estén tan lejos de nosotros es una ventaja, pues
esa distancia permite examinar desde lejos a nuestra sociedad. Tomar distancia
y comparar. Comparar para comprender mejor nuestra forma de organización
social, al confrontarla con otras formas muy diferentes.
Atenas
era una polis, es decir, una forma
específica de organización social precapitalista. Estaba constituida por una
ciudad y por un territorio que rodeaba a aquélla, en la que vivían campesinos
que trabajaban la tierra. Esos campesinos, a diferencia de lo que ocurría en
buena parte del mundo antiguo, eran libres y participaban del gobierno de la polis: eran ciudadanos. La democracia
ateniense se caracterizaba por un hecho inusitado: los trabajadores formaban
parte del gobierno y participaban de la toma de decisiones. Estos
campesinos-ciudadanos no elegían representantes, como lo hacemos nosotros, que
dejamos en manos de éstos las tareas de hacer las leyes y gobernar, sino que eran el gobierno.
El
órgano supremo de gobierno en Atenas era la asamblea. Podían participar de ella
todos los ciudadanos. ¿Quiénes eran ciudadanos? Los hombres libres, atenienses
y mayores de edad. Quedaban fuera de la ciudadanía las mujeres, los esclavos,
los extranjeros. Esto es bien conocido y ha llevado a que muchos califiquen a
Atenas de “democracia esclavista”, poniendo el acento en el hecho de que
quienes realizaban la mayoría de los trabajos (los esclavos) estaban excluidos
de la ciudadanía.
Sin
embargo, la caracterización anterior es incorrecta por dos razones. En primer
lugar, el grueso de los trabajos agrícolas y urbanos era realizado por
trabajadores libres (campesinos y artesanos) y no por esclavos. En segundo
lugar, esos trabajadores libres eran ciudadanos con plenos derechos y participaban
de la asamblea. Esto último marca una diferencia fundamental no sólo con el
resto de las sociedades precapitalistas, sino también con nuestra sociedad, en
la que los trabajadores eligen representantes, pero no participan de ninguna de
las decisiones del gobierno.
La
democracia ateniense estaba basada en la figura del trabajador ciudadano
(campesino o artesano), que participaba directamente en el gobierno.
E. M.
Wood sintetiza así la especificidad del régimen democrático en Atenas:
“Los griegos no
inventaron la esclavitud, pero en cierto sentido inventaron la mano de obra
libre. Aunque la esclavitud creció en proporciones sin precedentes en la Grecia
clásica y sobre todo en Atenas, en el mundo antiguo no había nada novedoso en
el trabajo obligatorio o en la relación entre el amo y el esclavo. Pero el
trabajador libre que disfrutaba el estatus de ciudadano en una sociedad
estratificada, específicamente el ciudadano campesino, con la libertad
jurídica/política que esto implicaba y la liberación de diversas formas de
explotación mediante la coerción directa por parte de los terratenientes o los
Estados, fue sin duda una formación distintiva y que señalaba una relación
única entre las clases apropiadoras y las productoras.” [5]
Cabe
recordar que las clases dominantes en las sociedades precapitalistas mantenían
su estilo de vida, sus lujos, sus castillos y viviendas, apropiándose el
excedente de la producción de los campesinos mediante el uso de la violencia
física. Esa dominación era personal: un señor feudal gobernaba a decenas y cientos
de familias campesinas, y ese señorío se transmitía a sus hijos, que gobernaban
a las mismas familias campesinas.
En
las sociedades precapitalistas la dominación era personal.
El
carácter personal de la dominación implicaba que nadie (ni los señores feudales
ni los campesinos) podía salir de su condición de nacimiento. El señor feudal
nacía señor feudal en el seno de una familia noble. El campesino nacía
campesino en el seno de una familia campesina. Ni el señor feudal ni el
campesino podían cambiar su condición social a lo largo de la vida. Esto es
bien diferente del capitalismo, donde la posesión de dinero, de mucho dinero,
convierte a un trabajador en capitalista (si se decide a explotar a
trabajadores asalariados).
Durante
toda su vida el campesino x debía
pagar tributo al señor feudal y. El
Estado (generalmente la monarquía) era propiedad de la clase feudal; es decir,
siempre estaba a cargo de un miembro de la nobleza. El rey era primus inter pares (primero entre
pares). La función del Estado era asegurar la apropiación del excedente
campesino por la nobleza y, a su vez, sacar su propia tajada de esa apropiación
vía impuestos y tributos. El Estado aplastaba las rebeliones campesinas y
organizaba expediciones de saqueo o conquista contra otros países. Los
campesinos y artesanos no podían tener voz y voto en ese Estado, pues ello
habría debilitado la dominación de la clase feudal.
Lo
anterior permite comprender el carácter peculiar de la democracia ateniense, en
tanto incluía al ciudadano trabajador (y lo incluía en la toma de todas las
decisiones importantes de gobierno).
E. M.
Wood afirma lo siguiente:
“El estatus de que
gozó el trabajo libre de la Atenas democrática no tiene ningún precedente y no
ha sido igualado desde entonces. El ciudadano campesino de la Antigüedad
clásica representa una forma social única que, en grados variables, es una
característica de la sociedad tanto griega como romana, pero que en ningún
lugar se desarrolló tanto como en la democracia ateniense.” [6]
No
podemos desarrollar aquí el proceso histórico que terminó con la instauración y
consolidación de la democracia en Atenas. Basta con señalar que la democracia
fue el resultado de un proceso de lucha de clases entre la nobleza ateniense
(las familias propietarias de las mayores extensiones de tierra) y los campesinos,
y que en el curso de esa lucha los campesinos demostraron la suficiente
capacidad de organización para imponerse al poder de las familias
aristocráticas.
La
democracia fue combatida por la mayoría de los filósofos [7]; entre ellos, el
más conocido es Platón. La filosofía adoptó esta actitud de rechazo a la
democracia porque este régimen presuponía la igualdad de los SH (entendida aquí
como igualdad entre los varones que gozaban de la condición de ciudadanos). La
filosofía, en cambio, apoyaba la tesis de la desigualdad esencial de los SH.
[8] Desde la perspectiva de los filósofos la democracia era sencillamente
inaceptable. Platón desarrolló de manera consecuente esa perspectiva.
“Para decirlo lisa
y llanamente, la división entre dirigentes y productores es el principio
fundamental de la filosofía de Platón, no sólo de su pensamiento político sino
también de su epistemología. En su obra podemos apreciar en toda su plenitud el
estatus del trabajo en la democracia ateniense. (…) Los escritos de Platón son
(…) una negación deliberada de la cultura democrática.” [9].
República contiene lo fundamental de los
argumentos platónicos contra la democracia ateniense. En ella se encuentra el “mito
de los metales”, con su justificación de la desigualdad humana, y la propuesta
del gobierno de los filósofos, los únicos capacitados para gobernar porque son
los únicos que poseen la sabiduría para hacerlo. Pero también contiene el
diagnóstico de la situación social de Atenas, causa del surgimiento del régimen
democrático y de la crisis de la polis.
Dicho diagnóstico, que se encuentra contenido en el Libro II de la obra,
incluye varias observaciones de importancia para los fines de nuestro curso.
[10]
Ante
todo, Platón consideraba que la democracia era la expresión de la crisis de la
polis. [11] Como ya dijimos, la polis
era una organización económica, social y política. Los griegos no concebían la
vida fuera de la polis; de ahí que el
destierro fuese una pena terrible en Atenas. Demócratas y aristócratas
coincidían en la centralidad de la polis
en la vida de los individuos; diferían, en cambio, respecto a la forma de
organización política que debía tener ella.
Platón
desarrolló una crítica sistemática de la democracia. Esa crítica se sustentó en
un análisis de la organización social ateniense; una parte sustancial del mismo
se encuentra en el Libro II. Aquí no podemos desarrollar toda la riqueza del
texto; nos limitaremos a comentar los aspectos fundamentales del mismo.
El
texto que tienen en sus manos (o en sus pantallas) puede dividirse en tres
partes: a) los fines de la sociedad; b) la exposición de las características
del Estado “sano”; c) las características del Estado “enfermo” (y las razones
por las que se pasa de una a otra forma de Estado).
a)
El origen y los
fines de la sociedad:
Para
empezar, es necesario aclarar una confusión que surge del texto de la República. Platón habla constantemente
de Estado en vez de sociedad [12], cosa que lleva a confusiones, porque
históricamente existieron sociedades sin Estado. La sociedad preexiste al
Estado. La existencia del Estado implica
que las relaciones entre grupos sociales se han vuelto conflictivas, a punto
tal que se vuelve necesaria la existencia de una institución que asegure la
dominación de la clase dominante. Esa institución (o conjunto de instituciones
cuan la sociedad se vuelve más compleja) es el Estado.
Una
vez dicho lo anterior, aclaro que en esta clase utilizo el término Estado como
sinónimo de sociedad.
Platón
sostiene que la sociedad surge para satisfacer las necesidades de las personas.
[13] Esta afirmación parece presuponer la existencia de una situación en la que
no hay Estado, porque cada persona produce todo lo que necesita para sí misma.
A la luz de lo visto hasta ahora podemos discutir la afirmación platónica. Los
SH somos seres sociales, es decir, vivimos en sociedad, necesitamos
relacionarnos con otros individuos para vivir. La vida humana es imposible
fuera de la sociedad. De modo que la afirmación platónica es errónea.
Una
vez aceptado el carácter esencialmente social de los SH podemos pasar adelante.
La vida en sociedad supone la existencia de alguna forma de DT; una persona no
puede realizar por sí misma todas las tareas (cazar y/o cosechar, confeccionar
su ropa, construir su casa, elaborar todas las materias primas y utensilios
necesarios para la vida cotidiana, etc.), pues ello significaría una gran
pérdida de tiempo. Es por eso que las tareas se dividen al interior de cada
sociedad: algunas personas se dedican a producir alimentos, otras a
confeccionar vestimentas, etc., etc.
Platón
describe el desarrollo de la DT al interior de la polis. Comienza enumerando los oficios que sirven para satisfacer
las necesidades básicas (comer, vestirse, tener un lugar donde habitar, etc.) e
indica que la DT permite producir más en menor tiempo (mayor productividad).
“La primera y más
importante de nuestras necesidades es la provisión de alimentos con vistas a
existir y a vivir. (…) La segunda de tales necesidades es la vivienda y la
tercera la vestimenta”. [14]
En
este sentido, el núcleo de la vida social es la satisfacción de necesidades.
Esto va en línea con lo dicho al principio de la cursada, cuando dijimos que el
proceso de producción era la llave para la comprensión de la sociedad. Platón
es enfático al respecto, al Estado “lo forjarán nuestras necesidades”. [15]
Con
la expansión de la DT se satisfacen mejor las necesidades de más personas. Se
llega así a lo que Platón denomina un “Estado sano”, en el que cada persona
obtiene lo necesario para vivir.
b)
El Estado “sano”:
Es
aquella etapa de la polis en la que
existe equilibrio entre la producción de bienes y la satisfacción de
necesidades. Las personas no desean más porque tienen lo que necesitan y no
conocen todavía el lujo ni las riquezas. El mencionado equilibrio entre
producción y consumo se basa en el hecho de que la polis produce casi todo lo que necesita; en otras palabras, la
polis es autárquica, se autoabastece.
El
conflicto social no existe, pues las personas están satisfechas. Uno de los
interlocutores de Sócrates en el diálogo califica de “un Estado de cerdos” [16]
a esta situación, porque las personas se alimentan de manera frugal,
consumiendo alimentos sencillos.
El equilibrio
existente en el Estado “sano” implica la existencia de una jerarquía entre los
individuos. Esto significa que éstos no son iguales, sino que desempeñan tareas
diferentes a partir de constituciones naturales que son diferentes. Para Platón
la DT se desarrolla a partir de la existencia previa de disposiciones “naturales”
diferentes; en otras palabras, la DT surge para satisfacer mejor las
necesidades humanas, pero se basa en la NH, que es desigual entre los
individuos. O, dicho más claro, somos desiguales por naturaleza.
Veamos,
por ejemplo, cómo describe Platón a los trabajadores:
“Hay aún otros
tipos de servidores que no son muy valiosos para nuestra sociedad en
inteligencia pero que poseen la fuerza corporal suficiente para las tareas
pesadas. Porque ponen en venta el uso de su fuerza y denominan «salario» a su
precio son llamados «asalariados».” [17]
En
otras palabras, las personas que son forzudas pero poco inteligentes (y estas
condiciones vienen de nacimiento) están destinadas a ser trabajadores, porque
harían mal cualquier otra tarea. Platón afirma así la existencia de un orden “natural”,
basado en la NH. Ese orden es jerárquico, implica que hay personas que deben
gobernar mientras otras se ocupan de trabajar. Nosotros ya examinamos “el mito
de los metales”, así que no es necesario decir más al respecto.
Todo
lo anterior permite aseverar que Platón piensa que gobierno debe estar en manos
de los filósofos, porque ellos poseen el saber para hacerlo. Los gobernantes
deben procurar mantener la ausencia de conflicto, y para ello es imprescindible
evitar el aumento de la riqueza en la sociedad.
c)
El Estado “enfermo”:
Una
vez esbozadas las características del Estado “sano”, Platón pasa a describir al
Estado “enfermo”. La pregunta que surge inmediatamente es ¿por qué se pasa de un
Estado a otro? La respuesta es el surgimiento de nuevas necesidades, las que no
pueden ser satisfechas con los productos de la polis y requieren el desarrollo del comercio.
Platón
no indaga en las causas de esas nuevas necesidades. Le basta con afirmar que
esto es así, y luego pasa a examinar los efectos del comercio. En principio, éste
surge entre las distintas sociedades, que intercambian aquello que producen en
exceso. Ahora bien, la expansión del comercio genera el surgimiento de la clase
de los mercaderes y de toda una serie de oficios relacionados, como por ejemplo
los marinos y los constructores de barcos. Se profundiza así la DT. Todo ello
hace que la sociedad se vuelva más compleja y que, en su interior, algunas
personas comiencen a acumular más riqueza que otros. Los mercaderes obtienen
pingües beneficios del tráfico comercial con otras regiones, y eso hace que se
enriquezcan.
La
acumulación de riquezas profundiza, a su vez, la DT, pues aparecen oficios
vinculados con la satisfacción de las necesidades de los ricos (por ejemplo,
los joyeros, los perfumistas). Cuanta más rica es una polis, mayor es la DT. Crece la población y se expanden las
necesidades, que ya no pueden ser satisfechas con lo producido en el
territorio. Comienzan las expediciones de conquista, dirigidas a saquear otras polis o, lisa y llanamente, a apoderarse
de nuevos territorios.
Surge
la guerra y con ella la necesidad de mantener un ejército, ya sea para la
defensa, ya sea para emprender conquistas. A su vez, el éxito en las conquistas
y la expansión territorial profundizan la acumulación desigual de riquezas al
interior de la polis. Terratenientes, comerciantes, militares afortunados,
todos ellos pasan a tener mucho más que el resto de la población. En el otro
extremo de la pirámide social surgen los esclavos.
La
desigualdad de riqueza, las guerras, producen nuevos conflictos en la polis. Se
llega así a la situación del Estado “enfermo”. Por eso Platón termina el Libro
II dedicándose al examen de las características que tienen que tener los
guardianes y a la censura a los poetas.
En la
próxima clase veremos cómo Platón sostiene que la democracia potencia todos los
males sociales. A la vez, analizaremos los argumentos de los demócratas. Para
ello trabajaremos una parte del Protágoras de Platón. Por supuesto, les enviaré
una copia del texto vía correo electrónico.
Villa
del Parque, jueves 14 de mayo de 2020
ABREVIATURAS:
DT = División del trabajo / NH = Naturaleza
humana / RS = Relaciones sociales / SH = Seres humanos
NOTAS:
[1]
Utilizo la traducción española de Conrado Eggers Lan: Platón. (1988). Diálogos IV: República. Madrid, España:
Gredos.
[3] Wood, E M.
(2000). “El trabajo y la democracia antigua y moderna”. EN: Wood, E. M. (2000).
Democracia contra capitalismo: La renovación del materialismo histórico.
México D. F.: Siglo XXI. (pp. 211-237).
[3] La referencia a Atenas se
fundamenta en el hecho de que fue la polis
griega (utilizo aquí este término como sinónimo de ciudad-Estado) en la que
alcanzó mayor desarrollo la democracia. Grecia era en la Antigüedad un mosaico
de polis grandes, medianas y
pequeñas, que nunca conformaron una unidad política. En ese mosaico había
realidades sociales y políticas diferentes. El caso más conocido es el de
Esparta, la polis más fuerte en
términos militares, que se enfrentó a Atenas en la guerra del Peloponeso (431-404
a. C.), resultando victoriosa.
[4] Para las sociedades precapitalistas
ver: Mayo, A. (2015). La ideología del
conocimiento. Buenos Aires: Jorge Baudino. (Cap. 1).
[5] E. M. Wood, op.
cit., p. 211.
[6] E. M. Wood, op.
cit., p. 216.
[7] Una parte de los filósofos, básicamente
algunos sofistas, apoyaron el régimen democrático. En la próxima clase
examinaremos el argumento a favor de la democracia del más conocido de los filósofos
sofistas, Protágoras (c. 485-c. 411 a. C.).
[8] Dedicamos la clase N° 3 del curso al análisis
del “mito de los metales”, fragmento de la República
de Platón, en donde se expone la tesis de la desigualdad de los SH.
[9] E. M. Wood, op.
cit., pp. 222-223.
[10] Platón. (1988). Diálogos IV: República, op. cit., pp. 121-146.
[11]
Por supuesto, los demócratas tenían una opinión bien diferente a la de Platón.
Esto se verá cuando trabajemos el Protágoras,
diálogo de Platón en el que éste expone el argumento del filósofo sofista sobre
la democracia.
[12]
No sé griego antiguo y mucho menos soy filólogo; por tanto, no puedo entrar en
el tema de cuál es el término griego que utiliza Platón para designar al Estado
(y si esa palabra admite múltiples acepciones). Prefiero concentrarme en lo
importante para este curso, es decir, la teoría social de Platón. En este
sentido, acepto la palabra utilizada por C. Eggers Lan, el traductor, y empleo
el término ‘Estado’ como sinónimo de sociedad.
[13] “El
Estado nace cuando cada uno de nosotros no se autoabastece, sino que necesita
de muchas cosas”. (Platón, República,
op. cit., p.121.
[14]
Platón, República, op. cit., p. 122.
[15]
Platón, República, op. cit., p. 122.
[16]
La calificación es obra de Glaucón. Ver Platón, República, op. cit., p. 127.
[17]
Platón, Republica, op. cit., p. 126.
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