“Una
vez, tu finado padre nos dijo que no se puede medir
el
tiempo por días, como el dinero por centavos o pesos,
porque
los pesos son iguales y cada día es distinto
y
tal vez cada hora.”
Jorge
Luis Borges (1899-1986), escritor argentino.
Bienvenidas
y bienvenidos a nuestro sexto encuentro.
Esta
clase está dedicada a dos cuestiones. En primer lugar, abordaremos el problema del progreso científico a
través de una revisión de la noción de inconmensurabilidad
del epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996). En segundo lugar,
examinaremos las perspectivas del empirismo lógico y del filósofo de la ciencia
Karl Popper (1902-1994) sobre la cuestión del progreso.
La
presente es una clase de transición, en la que cerramos nuestra visita a la
epistemología anglosajona, hacemos un balance del recorrido y sentamos las
bases para la siguiente parte de la materia, dedicada a los problemas
epistemológicos de las ciencias sociales.
El
texto base de la clase es el artículo del profesor Palma, “La ciencia como proceso”.
[1]
Pero
antes de iniciar la clase propiamente dicho es necesario decir unas palabras
sobre una cuestión que los preocupa, el tema del examen. Éste va a ser el instrumento de
evaluación utilizado por mí en las circunstancias excepcionales en que se
desarrolla esta cursada. Para bajar el nivel de ansiedad: las consignas del
parcial se refieren a los temas que estuvimos trabajando en estas clases y a
los textos de lectura obligatoria. Mi objetivo es que la evaluación forme parte
del proceso de aprendizaje, y no que se vuelva una especie de tortura que
termine por hacerles sentir odio y hastío hacia la materia.
Comencemos,
pues, con la clase.
El
concepto de paradigma está en el
centro de la teoría de Kuhn. La dinámica de cada ciencia está marcada por el
pasaje de un paradigma a otro, en un proceso al que denomina revolución científica. Esa revolución,
a la que Kuhn atribuye rasgos semejantes a las de las revoluciones políticas
[2], se resuelve con la instauración de un nuevo paradigma, que es reconocido
por el conjunto de la comunidad
científica. Comienza así un nuevo período de ciencia normal, en el que los integrantes de esa comunidad
resuelven los enigmas utilizando el
aparato conceptual y técnico del paradigma. Tal es el proceso que sigue toda
ciencia a lo largo de la historia.
La
noción de paradigma no tiene un significado unívoco en la obra de Kuhn. De
hecho, los críticos de la ERC (1962) lo hicieron notar ya en la primera edición
de la obra. En un primer momento, Kuhn lo utilizó en el sentido de una forma
peculiar de ver la realidad o de concepción del mundo. Ahora bien, pensar el
paradigma como una manera específica de ver el mundo complejiza la cuestión del
progreso científico.
En la
epistemología anglosajona predominó la idea del progreso científico, concebido
de manera lineal. La expresión más conocida de esta concepción la constituye la
historiografía whig, que veía a la historia de la ciencia como un avance
ininterrumpido desde los “tiempos oscuros”, en que predominaba el pensamiento
mágico y la ignorancia, hasta el presente “glorioso”, signado por la
introducción del pensamiento científico en todos los ámbitos de la vida humana.
Según este punto de vista el progreso de la ciencia es algo indiscutible y se
mide por nuestro mayor conocimiento de las leyes de funcionamiento de la
naturaleza y la sociedad.
En
ERC, Kuhn expone una perspectiva diferente. No niega la existencia de progreso
en los períodos de ciencia normal, en los que los científicos dedican su tiempo
a resolver los enigmas que deja el paradigma.
Durante los períodos de ciencia normal el progreso consiste precisamente
en la resolución de un número cada vez mayor de enigmas.
Pero
la cuestión se complica cuando Kuhn analiza el pasaje de un paradigma a otro. Recordemos
que cada paradigma constituye una forma de ver el mundo. El profesor Palma
señala que se trata de “un conjunto de principios organizativos de la
percepción”. [3] Esto significa que cada paradigma permite visualizar cosas
diferentes o, si se prefiere, aspectos diferentes de las cosas. Si se acepta
como buena esta definición, resulta imposible realizar una comparación entre
dos paradigmas, pues cada uno de ellos ve objetos y fenómenos diferentes. En
otras palabras, los conceptos, los experimentos, las observaciones mismas,
serían incomparables entre paradigmas. Los científicos que pertenecen a
diferentes paradigmas perciben cosas distintas, que no tienen nada en común.
Precisemos
lo anterior con un ejemplo.
La
física anterior a Galileo (1564-1642) y a Newton (1643-1727) era una física de
las cualidades, no de las cantidades. Aristóteles (384-322 a. C.), que además
de un gran filósofo fue un gran físico, se interesó por las diferencias
cualitativas entre las cosas: lo frío y lo caliente, lo húmedo y lo seco, lo
duro y lo blando, etc. En su obra no hay espacio para la medición de los
fenómenos físicos, pues carece de importancia. Eso no hace de Aristóteles un mal
físico; simplemente el Estagirita veía los fenómenos físicos desde una
perspectiva diferente a la de Newton. [4]
El
ejemplo anterior sirve para comprender a qué se refiere Kuhn con el concepto de
inconmensurabilidad. Aristóteles y Newton ven mundos diferentes. Esto es
consecuencia de que se mueven en paradigmas distintos. Kuhn analiza situaciones
como ésta y concluye que no hay comparación posible entre ambos paradigmas; son
inconmensurables.
Si
los paradigmas son inconmensurables entre sí (insisto, esto significa que son
incomparables), no existe progreso entre ellos. Definir a un paradigma como una
forma de ver el mundo implica que no puede decirse qué paradigma es más
avanzado. Son formas diferentes de ver el mundo o, todavía mejor, visiones de
mundos diferentes. Como los paradigmas no se pueden comparar, es imposible
hablar de progreso científico entre paradigmas.
Pasemos
en limpio lo dicho hasta aquí. Kuhn rechaza la noción de progreso científico
imperante en la epistemología anglosajona. No cabe hablar de progreso lineal,
continuo. En su concepción de la dinámica de la ciencia, un paradigma sucede a
otro por medio de una revolución científica. Esa revolución marca un corte en
el desarrollo científico; si es exitosa, se inicia un nuevo camino, diferente
al anterior. Entre paradigmas no hay progreso, sino cortes que delimitan formas
diferentes de ver el mundo y de hacer ciencia.
Sin
embargo, Kuhn admite la existencia de una forma de progreso científico. Es la
que se da al interior de un paradigma, en el período de ciencia normal, con la
resolución de enigmas.
Existe
progreso al interior de un paradigma, el período de ciencia normal. No hay
progreso entre paradigmas, son inconmensurables.
Como
puede verse, no es que Kuhn rechace de plano la existencia de progreso en la
ciencia. Reconoce la existencia de éste, pero la limita al interior de cada
paradigma.
Llegados
a este punto es necesario plantear la cuestión del progreso científico en un
plano más general, que abarque al conjunto de la CH, de la que Kuhn es el
crítico más conocido. Esto permitirá, a la vez, tener un panorama más amplio
del recorrido realizado hasta aquí.
Antes
de empezar esa revisión, es preciso efectuar un rodeo previo. La cuestión del
progreso científico se planteó por vez primera con la Revolución Científica de
los siglos XVI y XVII y la consiguiente transformación del pensamiento
filosófico (surgimiento del empirismo
y del racionalismo). Para los
filósofos de la Modernidad el progreso científico era innegable y constituía la
garantía del progreso de la Humanidad. [5] En otras palabras, pensaban que los
avances de la ciencia mejorarían la vida humana, terminando con las fatigas y
penurias de los trabajos agotadores y rutinarios.
El
positivismo del siglo XIX llevó al extremo la fe en el progreso científico y su
poder para redimir a la humanidad. Los positivistas pensaban que el
conocimiento científico era la única forma válida de conocimiento y sostenían
que los científicos debían participar activamente de los gobiernos, pues eran
los únicos capacitados para encontrar las soluciones eficaces a los problemas
sociales y económicos. Cabe agregar que las ciencias sociales (con excepción de
la economía, consolidada como disciplina independiente a fines del siglo XVIII)
surgieron en el marco del predominio de la filosofía positivista. Como veremos
en nuestros próximos encuentros, el influjo del positivismo sobre las ciencias
de la sociedad se expresó en la tendencia a seguir el modelo de las ciencias
naturales. [6]
El positivismo sufrió un golpe formidable
con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que enfrentó a los países más
civilizados del mundo en una matanza sin precedentes en la historia. La ciencia
y la tecnología sirvieron para la producción de armas de destrucción masiva.
Posteriormente, la Revolución Rusa de 1917 puso en jaque al capitalismo (o, por
lo menos, generó esa sensación durante algunos años). En ese marco ganaron
influencia las filosofías metafísicas, tan criticadas en el Manifiesto del
Círculo de Viena. [7]
La CH
representó una reacción a las corrientes intelectuales que rechazaban la
herencia de la Modernidad, sobre todo la tesis de la capacidad de la razón para
conocer el mundo. El empirismo lógico defendió la primacía del conocimiento
científico frente a otras formas de conocimiento. Para los empiristas lógicos
el progreso científico era indudable y podía ser acelerado si se utilizaba el
método del análisis lógico de los enunciados, pues éste permitía reducir todas
las proposiciones a otras proposiciones más simples, susceptibles de
verificación empírica. Los empiristas lógicos consideraban que la factibilidad
de esta reducción permitía fundamentar el progreso del CC, pues abría la puerta
para observaciones y experimentos.
La
distinción entre contextos, desarrollada por el Círculo de Viena, fortaleció
esta concepción del progreso científico. La filosofía de la ciencia (una de
cuyas corrientes era el empirismo lógico)
tenía que proporcionar a los científicos el método correcto. En el caso de los
empiristas lógico, ese método era el inductivismo.
Los científicos tenían que recopilar la mayor cantidad posible de enunciados de
nivel 1; una vez acumulada la cantidad suficiente, era posible formular una ley
empírica, o enunciado de nivel 2.
El
desarrollo científico consistía en el aumento del número de los enunciados de
nivel 2, que cubrían cada vez mayores campos de la actividad humana. La ciencia
progresaba por el incremento del número de verificaciones (enunciados de nivel
2 que resistían la prueba de los hechos). Ese aumento era lineal y prometía un
futuro de prosperidad para los seres humanos (tal como había hecho el
positivismo del siglo XIX).
Popper
fue uno de los críticos más firmes del empirismo lógico. Sin embargo, permaneció
debajo del paraguas de la CH, pues reconoció la pertinencia de la distinción entre
contextos y el carácter prescriptivo de la epistemología. No obstante, Popper
efectuó un giro significativo, al sostener que era imposible verificar la
verdad de los enunciados de nivel 2, pero que era factible su falsación. Según
el falsacionismo, el progreso
científico consistía en la formulación de hipótesis cada vez más audaces, susceptibles
de contrastación empírica. En otras palabras, la ciencia avanzaba demostrando
la falsedad de las hipótesis corroboradas provisionalmente, y no su verdad.
La CH
mantuvo la confianza en el progreso de la ciencia, aunque sus distintas
vertientes concibieron de modo diferente a ese progreso (como aumento del
número de verificaciones en el empirismo lógico, como falsación de las
hipótesis vigentes en el caso del falsacionismo). Fue Kuhn, tal como se indicó
más arriba, quien quebró esta manera de concebir el progreso de la ciencia.
Pero
el quiebre no fue sólo obra de la filosofía de la ciencia. El aporte principal
para romper ese modelo de progreso científico provino de disciplinas que
quedaban fuera del contexto de justificación en el esquema de división del
trabajo propio de la CH. Se trató de la historia
de la ciencia, cuyas investigaciones mostraron que la imagen de un progreso
lineal era insostenible. Sin esta base, la obra de Kuhn habría sido imposible. [8]
En
este punto podemos volver a Kuhn y, en definitiva, abrir una perspectiva más
amplia, que nos lleva al terreno de las ciencias sociales.
La
tesis de la inconmensurabilidad de los paradigmas se encuentra en ERC. Más allá
de las aclaraciones realizadas más arriba (que Kuhn reconoce el progreso de la
ciencia al interior de un paradigma), lo cierto es que Kuhn no se quedó
tranquilo con su formulación de la inconmensurabilidad. Más de una vez declaró
públicamente que su objetivo no era afirmar que la ciencia no progresaba, como
afirmaban algunos de sus críticos. También fue consciente de los problemas
derivados de la multiplicidad de significados del término paradigma. [9]
Lo
anterior llevó a Kuhn a revisar las tesis de la ERC. Así, modificó la noción de
paradigma, incorporando la idea de que los paradigmas podían ser concebidos
como idiomas diferentes y no como formas de ver el mundo. Esta modificación le
permitió responder, a la vez, a sus críticos en la cuestión del progreso. Si
los paradigmas son idiomas, pueden existir traductores que traduzcan el viejo
paradigma para los científicos que adhieren al nuevo paradigma. Aunque ninguna
traducción es perfecta, permite la comparación de los paradigmas y, en
definitiva, establecer si el paradigma resultante de una revolución científica
representa un progreso para esa disciplina científica.
El
impacto de la ERC, sumado a las contribuciones de diversos autores, produjo una
modificación completamente el terreno de la filosofía de la ciencia y, más en
general, de los estudios sobre la ciencia. No obstante, nuestro recorrido por
la epistemología anglosajona culmina en este punto. [10]
Ahora
bien, la contribución decisiva de Kuhn a la epistemología no consiste ni en su
noción de paradigma ni en las modificaciones que introdujo en este concepto. Su
aporte principal radica en la incorporación de la historia a la filosofía de la
ciencia. Con esto no queremos decir la simple inclusión de una nueva disciplina
(la historia) en el terreno de los estudios sobre la ciencia, pues ésta ya
existía desde mucho antes de Kuhn. Significa algo más profundo: la aceptación
de que la ciencia es histórica en el sentido más fuerte del término.
Decir
que la ciencia es histórica significa que la validación de las teorías
científicas también es un proceso histórico. En otras palabras, el método
científico está influido por el contexto económico, político y social en que se
desarrolla el CC. No es casualidad que una sociedad capitalista, basada en la
contabilidad estricta del tiempo de trabajo necesario para producir las
mercancías, haya generado un clima cultural favorable a los métodos de prueba
cuantitativos.
Pero
si la historia es inescindible de la ciencia, si la distinción entre contextos
es insostenible, la ideología forma
parte de la ciencia. Más adelante dedicaremos una clase al estudio del problema
de la ideología. Por el momento alcanza con decir que la ideología es la
concepción del mundo desarrollada por un grupo social que comparte condiciones
semejantes de vida. La aceptación de que la ideología integra también (o, en un
sentido más general, influye sobre) las teorías científicas obliga a repensar
la cuestión de la objetividad.
El
problema de la ideología y su relación con la objetividad conduce a la cuestión
de las ciencias sociales, tantas veces ninguneadas porque se les achaca ser
ideológicas. La epistemología anglosajona (y en esta afirmación incluimos a
Kuhn) se concentró en las ciencias naturales y su modelo fue la física. La ERC,
con todo su énfasis en la historia, dice poco y nada acerca de las ciencias
sociales. La omisión puede obedecer a diversas razones: una de ellas interesa
especialmente a quienes trabajamos en el ámbito de la teoría social. A
diferencia de las ciencias naturales, en las que funciona el esquema de una
comunidad científica cohesionada en torno a un paradigma, en las ciencias
sociales no existe nada parecido a una comunidad científica unificada. Todo lo
contrario. Ciencias como la economía, con varios siglos de historia, siguen
siendo el terreno de debates interminables entre corrientes teóricas
enfrentadas. En este sentido, los economistas de orientación neoclásica y los
de orientación marxista no se ponen de acuerdo en la manera en que debe ser
definido el concepto de valor.
Si un
modelo teórico tiene dificultades para examinar la realidad, es nuestra
obligación modificarlo o dejarlo de lado. Esto es lo que sucede con el modelo
de Kuhn cuando es aplicado a las ciencias sociales. Pero dejemos esta cuestión
por el momento. En la próxima clase comenzaremos nuestro examen de las ciencias
sociales. Para ello utilizaremos el artículo del profesor Palma, “El desafío de
las ciencias sociales”. [11]
Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el
intercambio.
Ø Pasando a la cuestión por la que molesto
hoy, es una duda que me surgió mientras trataba de homogenizar conceptos y
contenido. Lo que llegue a entender por Concepción heredada fue, y le
pido su corrección, es: La CH es una rama de la epistemología la cual se
encuentra dividida en el empirismo lógico, el que luego se transformara en
positivismo y en el racionalismo critico, también llamado falsacionismo,
propuesto por Popper criticando al Círculo de Viena. Ahora mi duda es, dentro
de la CH, ¿Conviven dos métodos que se contradicen? Y si estos dos métodos
toman a la ciencia como producto, ¿quedaría fuera de la CH la idea de
concepción como proceso?
La epistemología o filosofía de la
ciencia (recuerden que en este curso empleamos ambos términos como sinónimos) es
un campo científico en el que coexisten distintas orientaciones teóricas. Una
de ellas (la más influyente) es la epistemología anglosajona, la cual se haya
constituida a su vez por dos vertientes teóricas: el empirismo lógico (Círculo
de Viena) y el falsacionismo o racionalismo crítico de Popper. Ambas integran
la corriente a la que denominamos CH. El empirismo lógico propone como método
al inductivismo, el cual fue criticado por Popper. Éste último, a partir de las
críticas, propuso un nuevo método, el hipotético-deductivo. Recuerden que la CH
es una epistemología prescriptiva, en el sentido de que prescribe a los
científicos qué método deben utilizar. El inductivismo y el método
hipotético-deductivo son propuestas diferentes (que, a su vez, se fueron
modificando a partir de las críticas que recibieron), pero ambas se mueven
dentro de la distinción de contextos (descubrimiento y justificación) propia de
la CH.
Por último, la CH concibe a la
ciencia como producto. El aporte de Kuhn, al introducir la historia en el
terreno de la filosofía de la ciencia, desarma la distinción entre contextos y,
por ende, queda fuera del terreno de la CH.
Villa
del Parque, lunes 4 de mayo de 2020
ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada /
ERC = Estructura de las revoluciones científicas
NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la filosofía
de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en Palma, H. y Pardo,
R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas
y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires,
Biblos. (pp. 77-102).
[2] Como ustedes están cursando en paralelo
Historia General, pueden efectuar una comparación con la Revolución Francesa de
1789-1794.
[3] Palma, H., “La ciencia como proceso”, op.
cit., p. 81.
[4] La obra principal de Aristóteles en este
campo se titula precisamente Física.
[5] El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)
fue la excepción a la regla. Rousseau planteó que el progreso de la ciencia no
se traducía en progreso de la humanidad, sino que más bien era al revés: a
mayor progreso de las ciencias y las artes, mayor deterioro de la condición
humana. El estudiante interesado en el enfoque de Rousseau puede leer su obra Discurso sobre el origen y los fundamentos
de la desigualdad entre los hombres (1755). Hay varias ediciones en
castellano.
[6] Ver al respecto Pardo, R. (2012),
“El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo,
R. (edit.) (2012), Epistemología de las
ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas
de lo social, Buenos Aires, Biblos.
[7] Carnap, R., et al, “La concepción
científica del mundo: el Círculo de Viena”, en REDES N° 18, Buenos Aires,
Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
[8] En las décadas de 1950 y 1960 varios
filósofos de la ciencia (que, a la vez, trabajaron en el terreno de la
historia) realizaron un acercamiento entre la epistemología y las otras
disciplinas que estudiaban el CC y las prácticas de los científicos. El
profesor Palma realiza una breve descripción del trabajo de estos autores al comienzo
de su artículo, “La ciencia como proceso”, op. cit., pp. 77-79.
[9] El profesor Palma analiza el problema de la
inconmensurabilidad en un apartado de su artículo “La ciencia como proceso”,
op. cit., pp. 86-88, así como también el debate en torno a la cuestión del
progreso de la ciencia, pp. 88-90.
[10] El estudiante que quiera acceder a un
panorama somero del desarrollo de los estudios sobre la ciencia puede consultar
el mencionado artículo de H. Palma, “La ciencia como proceso”, op. cit., pp. 94-102.
[11] Palma, H. (2012), “El problema de la
“naturaleza humana” en los estudios sobre
la sociedad”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.), Epistemología de las ciencias
sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas
de lo social. Buenos Aires: Biblos. (pp.
177-222).
No hay comentarios:
Publicar un comentario