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martes, 5 de mayo de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 6


“Una vez, tu finado padre nos dijo que no se puede medir
el tiempo por días, como el dinero por centavos o pesos,
porque los pesos son iguales y cada día es distinto
y tal vez cada hora.”
Jorge Luis Borges (1899-1986), escritor argentino.



Bienvenidas y bienvenidos a nuestro sexto encuentro.
Esta clase está dedicada a dos cuestiones. En primer lugar, abordaremos el problema del progreso científico a través de una revisión de la noción de inconmensurabilidad del epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996). En segundo lugar, examinaremos las perspectivas del empirismo lógico y del filósofo de la ciencia Karl Popper (1902-1994) sobre la cuestión del progreso.
La presente es una clase de transición, en la que cerramos nuestra visita a la epistemología anglosajona, hacemos un balance del recorrido y sentamos las bases para la siguiente parte de la materia, dedicada a los problemas epistemológicos de las ciencias sociales.
El texto base de la clase es el artículo del profesor Palma, “La ciencia como proceso”. [1]
Pero antes de iniciar la clase propiamente dicho es necesario decir unas palabras sobre una cuestión que los preocupa, el tema del examen. Éste va a ser el instrumento de evaluación utilizado por mí en las circunstancias excepcionales en que se desarrolla esta cursada. Para bajar el nivel de ansiedad: las consignas del parcial se refieren a los temas que estuvimos trabajando en estas clases y a los textos de lectura obligatoria. Mi objetivo es que la evaluación forme parte del proceso de aprendizaje, y no que se vuelva una especie de tortura que termine por hacerles sentir odio y hastío hacia la materia.
Comencemos, pues, con la clase.

El concepto de paradigma está en el centro de la teoría de Kuhn. La dinámica de cada ciencia está marcada por el pasaje de un paradigma a otro, en un proceso al que denomina revolución científica. Esa revolución, a la que Kuhn atribuye rasgos semejantes a las de las revoluciones políticas [2], se resuelve con la instauración de un nuevo paradigma, que es reconocido por el conjunto de la comunidad científica. Comienza así un nuevo período de ciencia normal, en el que los integrantes de esa comunidad resuelven los enigmas utilizando el aparato conceptual y técnico del paradigma. Tal es el proceso que sigue toda ciencia a lo largo de la historia.
La noción de paradigma no tiene un significado unívoco en la obra de Kuhn. De hecho, los críticos de la ERC (1962) lo hicieron notar ya en la primera edición de la obra. En un primer momento, Kuhn lo utilizó en el sentido de una forma peculiar de ver la realidad o de concepción del mundo. Ahora bien, pensar el paradigma como una manera específica de ver el mundo complejiza la cuestión del progreso científico.
En la epistemología anglosajona predominó la idea del progreso científico, concebido de manera lineal. La expresión más conocida de esta concepción la constituye la historiografía whig, que veía a la historia de la ciencia como un avance ininterrumpido desde los “tiempos oscuros”, en que predominaba el pensamiento mágico y la ignorancia, hasta el presente “glorioso”, signado por la introducción del pensamiento científico en todos los ámbitos de la vida humana. Según este punto de vista el progreso de la ciencia es algo indiscutible y se mide por nuestro mayor conocimiento de las leyes de funcionamiento de la naturaleza y la sociedad.
En ERC, Kuhn expone una perspectiva diferente. No niega la existencia de progreso en los períodos de ciencia normal, en los que los científicos dedican su tiempo a resolver los enigmas que deja el paradigma.  Durante los períodos de ciencia normal el progreso consiste precisamente en la resolución de un número cada vez mayor de enigmas.
Pero la cuestión se complica cuando Kuhn analiza el pasaje de un paradigma a otro. Recordemos que cada paradigma constituye una forma de ver el mundo. El profesor Palma señala que se trata de “un conjunto de principios organizativos de la percepción”. [3] Esto significa que cada paradigma permite visualizar cosas diferentes o, si se prefiere, aspectos diferentes de las cosas. Si se acepta como buena esta definición, resulta imposible realizar una comparación entre dos paradigmas, pues cada uno de ellos ve objetos y fenómenos diferentes. En otras palabras, los conceptos, los experimentos, las observaciones mismas, serían incomparables entre paradigmas. Los científicos que pertenecen a diferentes paradigmas perciben cosas distintas, que no tienen nada en común.
Precisemos lo anterior con un ejemplo.
La física anterior a Galileo (1564-1642) y a Newton (1643-1727) era una física de las cualidades, no de las cantidades. Aristóteles (384-322 a. C.), que además de un gran filósofo fue un gran físico, se interesó por las diferencias cualitativas entre las cosas: lo frío y lo caliente, lo húmedo y lo seco, lo duro y lo blando, etc. En su obra no hay espacio para la medición de los fenómenos físicos, pues carece de importancia. Eso no hace de Aristóteles un mal físico; simplemente el Estagirita veía los fenómenos físicos desde una perspectiva diferente a la de Newton. [4]
El ejemplo anterior sirve para comprender a qué se refiere Kuhn con el concepto de inconmensurabilidad. Aristóteles y Newton ven mundos diferentes. Esto es consecuencia de que se mueven en paradigmas distintos. Kuhn analiza situaciones como ésta y concluye que no hay comparación posible entre ambos paradigmas; son inconmensurables.
Si los paradigmas son inconmensurables entre sí (insisto, esto significa que son incomparables), no existe progreso entre ellos. Definir a un paradigma como una forma de ver el mundo implica que no puede decirse qué paradigma es más avanzado. Son formas diferentes de ver el mundo o, todavía mejor, visiones de mundos diferentes. Como los paradigmas no se pueden comparar, es imposible hablar de progreso científico entre paradigmas.
Pasemos en limpio lo dicho hasta aquí. Kuhn rechaza la noción de progreso científico imperante en la epistemología anglosajona. No cabe hablar de progreso lineal, continuo. En su concepción de la dinámica de la ciencia, un paradigma sucede a otro por medio de una revolución científica. Esa revolución marca un corte en el desarrollo científico; si es exitosa, se inicia un nuevo camino, diferente al anterior. Entre paradigmas no hay progreso, sino cortes que delimitan formas diferentes de ver el mundo y de hacer ciencia.
Sin embargo, Kuhn admite la existencia de una forma de progreso científico. Es la que se da al interior de un paradigma, en el período de ciencia normal, con la resolución de enigmas.
Existe progreso al interior de un paradigma, el período de ciencia normal. No hay progreso entre paradigmas, son inconmensurables.
Como puede verse, no es que Kuhn rechace de plano la existencia de progreso en la ciencia. Reconoce la existencia de éste, pero la limita al interior de cada paradigma.
Llegados a este punto es necesario plantear la cuestión del progreso científico en un plano más general, que abarque al conjunto de la CH, de la que Kuhn es el crítico más conocido. Esto permitirá, a la vez, tener un panorama más amplio del recorrido realizado hasta aquí.
Antes de empezar esa revisión, es preciso efectuar un rodeo previo. La cuestión del progreso científico se planteó por vez primera con la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII y la consiguiente transformación del pensamiento filosófico (surgimiento del empirismo y del racionalismo). Para los filósofos de la Modernidad el progreso científico era innegable y constituía la garantía del progreso de la Humanidad. [5] En otras palabras, pensaban que los avances de la ciencia mejorarían la vida humana, terminando con las fatigas y penurias de los trabajos agotadores y rutinarios.
El positivismo del siglo XIX llevó al extremo la fe en el progreso científico y su poder para redimir a la humanidad. Los positivistas pensaban que el conocimiento científico era la única forma válida de conocimiento y sostenían que los científicos debían participar activamente de los gobiernos, pues eran los únicos capacitados para encontrar las soluciones eficaces a los problemas sociales y económicos. Cabe agregar que las ciencias sociales (con excepción de la economía, consolidada como disciplina independiente a fines del siglo XVIII) surgieron en el marco del predominio de la filosofía positivista. Como veremos en nuestros próximos encuentros, el influjo del positivismo sobre las ciencias de la sociedad se expresó en la tendencia a seguir el modelo de las ciencias naturales. [6]
El positivismo sufrió un golpe formidable con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que enfrentó a los países más civilizados del mundo en una matanza sin precedentes en la historia. La ciencia y la tecnología sirvieron para la producción de armas de destrucción masiva. Posteriormente, la Revolución Rusa de 1917 puso en jaque al capitalismo (o, por lo menos, generó esa sensación durante algunos años). En ese marco ganaron influencia las filosofías metafísicas, tan criticadas en el Manifiesto del Círculo de Viena. [7]
La CH representó una reacción a las corrientes intelectuales que rechazaban la herencia de la Modernidad, sobre todo la tesis de la capacidad de la razón para conocer el mundo. El empirismo lógico defendió la primacía del conocimiento científico frente a otras formas de conocimiento. Para los empiristas lógicos el progreso científico era indudable y podía ser acelerado si se utilizaba el método del análisis lógico de los enunciados, pues éste permitía reducir todas las proposiciones a otras proposiciones más simples, susceptibles de verificación empírica. Los empiristas lógicos consideraban que la factibilidad de esta reducción permitía fundamentar el progreso del CC, pues abría la puerta para observaciones y experimentos.
La distinción entre contextos, desarrollada por el Círculo de Viena, fortaleció esta concepción del progreso científico. La filosofía de la ciencia (una de cuyas corrientes era el empirismo lógico) tenía que proporcionar a los científicos el método correcto. En el caso de los empiristas lógico, ese método era el inductivismo. Los científicos tenían que recopilar la mayor cantidad posible de enunciados de nivel 1; una vez acumulada la cantidad suficiente, era posible formular una ley empírica, o enunciado de nivel 2.
El desarrollo científico consistía en el aumento del número de los enunciados de nivel 2, que cubrían cada vez mayores campos de la actividad humana. La ciencia progresaba por el incremento del número de verificaciones (enunciados de nivel 2 que resistían la prueba de los hechos). Ese aumento era lineal y prometía un futuro de prosperidad para los seres humanos (tal como había hecho el positivismo del siglo XIX).
Popper fue uno de los críticos más firmes del empirismo lógico. Sin embargo, permaneció debajo del paraguas de la CH, pues reconoció la pertinencia de la distinción entre contextos y el carácter prescriptivo de la epistemología. No obstante, Popper efectuó un giro significativo, al sostener que era imposible verificar la verdad de los enunciados de nivel 2, pero que era factible su falsación. Según el falsacionismo, el progreso científico consistía en la formulación de hipótesis cada vez más audaces, susceptibles de contrastación empírica. En otras palabras, la ciencia avanzaba demostrando la falsedad de las hipótesis corroboradas provisionalmente, y no su verdad.
La CH mantuvo la confianza en el progreso de la ciencia, aunque sus distintas vertientes concibieron de modo diferente a ese progreso (como aumento del número de verificaciones en el empirismo lógico, como falsación de las hipótesis vigentes en el caso del falsacionismo). Fue Kuhn, tal como se indicó más arriba, quien quebró esta manera de concebir el progreso de la ciencia.
Pero el quiebre no fue sólo obra de la filosofía de la ciencia. El aporte principal para romper ese modelo de progreso científico provino de disciplinas que quedaban fuera del contexto de justificación en el esquema de división del trabajo propio de la CH. Se trató de la historia de la ciencia, cuyas investigaciones mostraron que la imagen de un progreso lineal era insostenible. Sin esta base, la obra de Kuhn habría sido imposible. [8]
En este punto podemos volver a Kuhn y, en definitiva, abrir una perspectiva más amplia, que nos lleva al terreno de las ciencias sociales.
La tesis de la inconmensurabilidad de los paradigmas se encuentra en ERC. Más allá de las aclaraciones realizadas más arriba (que Kuhn reconoce el progreso de la ciencia al interior de un paradigma), lo cierto es que Kuhn no se quedó tranquilo con su formulación de la inconmensurabilidad. Más de una vez declaró públicamente que su objetivo no era afirmar que la ciencia no progresaba, como afirmaban algunos de sus críticos. También fue consciente de los problemas derivados de la multiplicidad de significados del término paradigma. [9]
Lo anterior llevó a Kuhn a revisar las tesis de la ERC. Así, modificó la noción de paradigma, incorporando la idea de que los paradigmas podían ser concebidos como idiomas diferentes y no como formas de ver el mundo. Esta modificación le permitió responder, a la vez, a sus críticos en la cuestión del progreso. Si los paradigmas son idiomas, pueden existir traductores que traduzcan el viejo paradigma para los científicos que adhieren al nuevo paradigma. Aunque ninguna traducción es perfecta, permite la comparación de los paradigmas y, en definitiva, establecer si el paradigma resultante de una revolución científica representa un progreso para esa disciplina científica.
El impacto de la ERC, sumado a las contribuciones de diversos autores, produjo una modificación completamente el terreno de la filosofía de la ciencia y, más en general, de los estudios sobre la ciencia. No obstante, nuestro recorrido por la epistemología anglosajona culmina en este punto. [10]
Ahora bien, la contribución decisiva de Kuhn a la epistemología no consiste ni en su noción de paradigma ni en las modificaciones que introdujo en este concepto. Su aporte principal radica en la incorporación de la historia a la filosofía de la ciencia. Con esto no queremos decir la simple inclusión de una nueva disciplina (la historia) en el terreno de los estudios sobre la ciencia, pues ésta ya existía desde mucho antes de Kuhn. Significa algo más profundo: la aceptación de que la ciencia es histórica en el sentido más fuerte del término.
Decir que la ciencia es histórica significa que la validación de las teorías científicas también es un proceso histórico. En otras palabras, el método científico está influido por el contexto económico, político y social en que se desarrolla el CC. No es casualidad que una sociedad capitalista, basada en la contabilidad estricta del tiempo de trabajo necesario para producir las mercancías, haya generado un clima cultural favorable a los métodos de prueba cuantitativos.
Pero si la historia es inescindible de la ciencia, si la distinción entre contextos es insostenible, la ideología forma parte de la ciencia. Más adelante dedicaremos una clase al estudio del problema de la ideología. Por el momento alcanza con decir que la ideología es la concepción del mundo desarrollada por un grupo social que comparte condiciones semejantes de vida. La aceptación de que la ideología integra también (o, en un sentido más general, influye sobre) las teorías científicas obliga a repensar la cuestión de la objetividad.
El problema de la ideología y su relación con la objetividad conduce a la cuestión de las ciencias sociales, tantas veces ninguneadas porque se les achaca ser ideológicas. La epistemología anglosajona (y en esta afirmación incluimos a Kuhn) se concentró en las ciencias naturales y su modelo fue la física. La ERC, con todo su énfasis en la historia, dice poco y nada acerca de las ciencias sociales. La omisión puede obedecer a diversas razones: una de ellas interesa especialmente a quienes trabajamos en el ámbito de la teoría social. A diferencia de las ciencias naturales, en las que funciona el esquema de una comunidad científica cohesionada en torno a un paradigma, en las ciencias sociales no existe nada parecido a una comunidad científica unificada. Todo lo contrario. Ciencias como la economía, con varios siglos de historia, siguen siendo el terreno de debates interminables entre corrientes teóricas enfrentadas. En este sentido, los economistas de orientación neoclásica y los de orientación marxista no se ponen de acuerdo en la manera en que debe ser definido el concepto de valor.
Si un modelo teórico tiene dificultades para examinar la realidad, es nuestra obligación modificarlo o dejarlo de lado. Esto es lo que sucede con el modelo de Kuhn cuando es aplicado a las ciencias sociales. Pero dejemos esta cuestión por el momento. En la próxima clase comenzaremos nuestro examen de las ciencias sociales. Para ello utilizaremos el artículo del profesor Palma, “El desafío de las ciencias sociales”. [11]

Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el intercambio.
Ø  Pasando a la cuestión por la que molesto hoy, es una duda que me surgió mientras trataba de homogenizar conceptos y contenido. Lo que llegue a entender por  Concepción heredada fue, y le pido su corrección, es: La CH es una rama de la epistemología la cual se encuentra dividida en el empirismo lógico, el que luego se transformara en positivismo y en el racionalismo critico, también llamado falsacionismo, propuesto por Popper criticando al Círculo de Viena. Ahora mi duda es, dentro de la CH, ¿Conviven dos métodos que se contradicen? Y si estos dos métodos toman a la ciencia como producto, ¿quedaría fuera de la CH la idea de concepción como proceso?
La epistemología o filosofía de la ciencia (recuerden que en este curso empleamos ambos términos como sinónimos) es un campo científico en el que coexisten distintas orientaciones teóricas. Una de ellas (la más influyente) es la epistemología anglosajona, la cual se haya constituida a su vez por dos vertientes teóricas: el empirismo lógico (Círculo de Viena) y el falsacionismo o racionalismo crítico de Popper. Ambas integran la corriente a la que denominamos CH. El empirismo lógico propone como método al inductivismo, el cual fue criticado por Popper. Éste último, a partir de las críticas, propuso un nuevo método, el hipotético-deductivo. Recuerden que la CH es una epistemología prescriptiva, en el sentido de que prescribe a los científicos qué método deben utilizar. El inductivismo y el método hipotético-deductivo son propuestas diferentes (que, a su vez, se fueron modificando a partir de las críticas que recibieron), pero ambas se mueven dentro de la distinción de contextos (descubrimiento y justificación) propia de la CH.
Por último, la CH concibe a la ciencia como producto. El aporte de Kuhn, al introducir la historia en el terreno de la filosofía de la ciencia, desarma la distinción entre contextos y, por ende, queda fuera del terreno de la CH.



Villa del Parque, lunes 4 de mayo de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / ERC = Estructura de las revoluciones científicas

NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 77-102).
[2] Como ustedes están cursando en paralelo Historia General, pueden efectuar una comparación con la Revolución Francesa de 1789-1794.
[3] Palma, H., “La ciencia como proceso”, op. cit., p. 81.
[4] La obra principal de Aristóteles en este campo se titula precisamente Física.
[5] El filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue la excepción a la regla. Rousseau planteó que el progreso de la ciencia no se traducía en progreso de la humanidad, sino que más bien era al revés: a mayor progreso de las ciencias y las artes, mayor deterioro de la condición humana. El estudiante interesado en el enfoque de Rousseau puede leer su obra Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (1755). Hay varias ediciones en castellano.
[6] Ver al respecto Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos.
[7] Carnap, R., et al, “La concepción científica del mundo: el Círculo de Viena”, en REDES N° 18, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
[8] En las décadas de 1950 y 1960 varios filósofos de la ciencia (que, a la vez, trabajaron en el terreno de la historia) realizaron un acercamiento entre la epistemología y las otras disciplinas que estudiaban el CC y las prácticas de los científicos. El profesor Palma realiza una breve descripción del trabajo de estos autores al comienzo de su artículo, “La ciencia como proceso”, op. cit., pp. 77-79.
[9] El profesor Palma analiza el problema de la inconmensurabilidad en un apartado de su artículo “La ciencia como proceso”, op. cit., pp. 86-88, así como también el debate en torno a la cuestión del progreso de la ciencia, pp. 88-90.
[10] El estudiante que quiera acceder a un panorama somero del desarrollo de los estudios sobre la ciencia puede consultar el mencionado artículo de H. Palma, “La ciencia como proceso”, op. cit., pp. 94-102.
[11] Palma, H. (2012), “El problema de la “naturaleza humana” en los estudios sobre  la sociedad”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social. Buenos Aires: Biblos. (pp. 177-222).


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