Este texto es la continuación de: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/06/norberto-galasso-y-el-socialismo.html
Tal como indicamos al final de la nota anterior, vamos a seguir a Galasso en la tarea de transformar el contenido del socialismo. No se trata de una cuestión menor. El movimiento socialista, cuyo objetivo inicial era la liberación de los trabajadores (y de la humanidad en general) de la opresión y de la explotación capitalistas, tiene que ser transmutado en nacionalismo. El alquimista Galasso (aunque sería más correcto denominarlo "aprendiz de brujo") realiza varias operaciones para lograr la mencionada transmutación. El resultado obtenido no es el oro que buscaban los alquimistas, sino una sustancia indefinida, que no es ni nacionalismo ni socialismo, ni chicha ni limonada.
La primera dificultad que tiene que afrontar Don Norberto consiste en el carácter internacionalista que Marx y Engels imprimieron al socialismo. Nuestro héroe empieza por aclarar que el internacionalismo proletario es una respuesta al nacionalismo reaccionario de los países más desarrollados. (5). Sin embargo, y con ser correcto, este argumento es unilateral. Marx y Engels no adoptan el internacionalismo como una mera reacción a la ideología de la burguesía. Constituye, en cambio, una estrategia política fundada en el reconocimiento del carácter internacional del capital. Si bien cada burguesía precisa de sus respectivos mercados nacionales, su despliegue se completa en el mercado mundial, y allí se realiza definitivamente la ley del valor. Es por ello que la clase obrera precisa de una política internacionalista para enfrentar adecuadamente a la clase capitalista.
Lo expuesto en el párrafo precedente no implica validar como correcta una política centrada en lo internacional, que tienda a descuidar lo nacional por considerarlo "de cabotaje". Poner como eje de las reivindicaciones de un partido socialista en Argentina la defensa de las conquistas de los trabajadores griegos no es una buena forma de hacer política; por el contrario, es un verdadero suicidio político. Pero esto no quita que el internacionalismo un componente imprescindible de una política socialista.
Don Norberto procede de un modo distinto. El internacionalismo constituye una molestia en su planteo, pues obliga a revisar los mecanismo por los que el capitalismo y la ley del valor se imponen en el mercado mundial Así que, simplemente, descarta toda consideración en este sentido. Si Marx y Engels defendieron el internacionalismo, ello se debe a que ambos estaban imbuidos del clima cultural de la Europa de mediados del siglo XIX. Esto equivale a decir mucho... y a no decir nada. Gran gambeteador de las cuestiones importantes, Galasso elude con una frase la dificultad de tener que analizar la conexión entre el internacionalismo de Marx y Engels y la estructura del capitalismo.
Luego de haber transformado el internacionalismo de Marx y Engels en un fenómeno culturalmente determinado, Galasso puede avanzar hacia nuevas posiciones: "este internacionalismo de Marx no plantea (...) una política socialista al margen de los problemas nacionales, ni propone tampoco la posibilidad de una táctica común, universal, para todos los partidos socialistas del mundo (...) a un siglo de Manifiesto, Marx hubiese reprobado absolutamente la pretensión stalinista dirigida a someter a todos los partidos comunistas del mundo - que operan en condiciones históricas distintas - a una misma táctica política." (p. 31). Hay que recordar que Don Norberto estaba luchando contra el internacionalismo de Marx y Engels, y no contra el nacionalismo ruso de Stalin y cia. ¿Estamos ante un desliz producto de las ansias guerreras de nuestro luchador? No. Es otra gambeta que aleja a Galasso de los problemas de una política socialista. Recapitulemos. Galasso estaba discutiendo el carácter del internacionalismo de Marx y Engels; llegado a este punto, efectuó un viraje en la discusión e introdujo la idea (correcta, por cierto) de que Marx y Engels no estaban en contra de una política socialista nacional, entendiendo por esto una política tendiente a que la clase obrera conquiste el poder en cada país. Así las cosas, es imposible no darle la razón a Don Norberto. Sin embargo, nuestro autor omite lo fundamental: el eje de la política socialista pasa por la búsqueda de la emancipación de los trabajadores de la explotación capitalista, y esto implica necesariamente cuestionar las relaciones de producción capitalistas. A su vez, y dado el carácter internacional del capital, esto supone establecer una relación estrecha entre política nacional e internacional, pues únicamente de este modo es posible enfrentar con éxito al capitalismo.
A Don Norberto todos los problemas mencionados al final del párrafo anterior lo tienen sin cuidado. Su preocupación va más allá de esas minucias. A él le interesa demostrar que la cuestión nacional es el tema fundamental del socialismo. Esto significa afirmar que la cuestión social (la relación entre los capitalistas y los trabajadores) pasa a ser un tema secundario.
Galasso sigue avanzando: "el socialismo lucha por la subversión del statu quo y por la creación de un orden social superior y por tanto su táctica y su programa se adecuan a las condiciones históricas del país de que se trate." (p. 35). Ya veremos cómo este adecuarse a las "condiciones históricas de país de que se trate" significa, lisa y llanamente, transformar el socialismo en nacionalismo, subordinando la lucha de clases a las necesidades de la burguesía "nacional".
En el capítulo 3 (p. 49-73), Galasso empieza a poner las cartas sobre la mesa. Nuestro autor desarrolla el argumento de que las fallas ("culturales") de la concepción del socialismo en Marx y Engels fueron resueltas por Lenin, quien supo comprender la centralidad de la cuestión nacional. Acompañemos al maestro en su trabajo: "La óptica europea con que Marx había elaborado los fundamentos del socialismo científico (...) [dió lugar] a que él no revisase expresamente, con referencias a las colonias, su concepción de que 'los obreros no tienen patria'." (p. 49). En verdad, sería desconcertante que Marx hubiera desarrollado una concepción china, o rioplatense, o congoleña, del capitalismo, pues esta forma de organización social surgió en Europa, y Marx dedicó su vida a estudiar ese capitalismo, que era el único existente a mediados del siglo XIX. Nótese que Galasso, que plantea tamaña exigencia a Marx, se muestra sumamente perezoso al momento de estudiar el capitalismo de nuestra época. En este sentido, puede mencionarse la insuficiencia de su periodización del capitalismo, que distingue sólo entre una etapa competitiva y una etapa imperialista. Que hay toda una historia del capitalismo con posterioridad a 1917 (o a 1945) es otra minucia que no inquieta al maestro.
Volvamos al hilo de su argumentación: "ni Marx ni Engels podían ir más allá de los límites que les imponía la época histórica en que vivían". (p. 51). Es por ello que no pudieron comprender las tareas del socialismo en los países coloniales (p. 31, 49). Como consecuencia de esta incomprensión y de los efectos de la política imperialista sobre los países centrales, surgió una generación de "socialistas que creen que la lucha de clases, entendida como enfrentamiento proletariado-burguesía, es una receta aplicable automática y mecánicamente como si en todas las sociedades estuviese resuelta la cuestión nacional y el antagonismo principal se diera entre burgueses y proletarios." (p. 50). Galasso califica de "mecanicistas" (p. 50) a estos socialistas. Es significativa la forma en que Don Norberto arriba al punto que le interesa (la cuestión nacional). Para birlar al socialismo su contenido fundamental (la lucha de clases) recurre a esa variante del socialismo que fue la socialdemocracia de la II Internacional.. Luego de plantear las limitaciones culturales de Marx, pasa a confrontar con los marxistas de la socialdemocracia europea, para de ese modo mostrar el "abandono" de la cuestión nacional. Al hacer esto, Galasso formula mal la cuestión. El problema consiste en postular una opción entre lucha de clases (burguesía, proletariado) y cuestión nacional, sino comprender que la lucha de clases es mucho más compleja que la confrontación burguesía-proletariado.
Si el socialismo puede distinguirse como corriente política autónoma, es porque coloca a la lucha de clases como el eje de las luchas políticas.Además, esta lucha de clases tiene un contenido específico, pues remite a las condiciones económicas y sociales de una sociedad capitalista. Desde el punto de vista de los socialistas, los conflictos políticos giran en torno a la propiedad privada de los medios de producción y a la distribución del poder social condicionada por la misma. Esto no significa afirmar que todos los antagonismos políticos y sociales remitan inmediatamente a la disputa en torno a la propiedad privada, sino que la existencia de la propiedad privada de los medios de producción modifica radicalmente la forma en que se manifiesta en todos los antagonismos. Así, por ejemplo, la lógica del funcionamiento del capital no requiere del mantenimiento de la opresión de las mujeres por los hombres; se abre, así, un amplio espacio para la concreción de medidas tendientes a igualar la condición jurídica, social y económica de las mujeres y los hombres. Sin embargo, en el capitalismo una mujer puede acceder plenamente a las ventajas de esa igualación en la medida en que otras mujeres se vean sometidas a una doble explotación (en su propio hogar y en la casa ajena en la que trabajan como mucamas, cocineras, etc., etc.). La joven empresaria exitosa requiere de la presencia invisible de la mucama que le resuelve las cuestiones del hogar. Es por ello que el logro de una efectiva emancipación de la mujer requiere de una emancipación de los seres humanos de la lógica del capital. El socialismo se distingue, pues, de las otras corrientes políticas en que plantea la centralidad de la propiedad privada en la moderna sociedad capitalista.
Dado lo expuesto en el párrafo anterior, podemos pasar a explicar en qué consiste el yerro de Don Norberto. En las condiciones del capitalismo, la "cuestión nacional" es también un enfrentamiento entre burguesía y proletariado. Esto último no sólo porque durante la etapa imperialista las metrópolis capitalistas se repartieron el planeta, sino principalmente porque el desarrollo capitalista implica la subordinación de todo el orbe a la lógica de la expansión del capital. Un mundo capitalista es un mundo impregnado de desigualdad, y esta se da tanto al interior de los países, como en las relaciones internacionales. Galasso, al proponer la centralidad de la cuestión nacional, tiende a dejar de lado el antagonismo principal (la lucha entre burguesía y proletariado). Pero, además, al plantear la antítesis lucha proletariado-burguesía vs. cuestión nacional, Don Norberto olvida que para Marx la lucha de clases es algo mucho más complejo que la dicotomía burguesía vs. proletariado. (6). En este sentido, simplificar las cosas favorece la posición de Galasso, puede puede mostrar la insuficiencia del esquema dual burguesía-proletariado frente a la complejidad de la cuestión nacional. Esta es la causa por la que adopta al marxismo de la II Internacional como el enemigo a vencer, dejando de lado a Marx por medio del recurso de aludir a los condicionantes culturales.
En la nota siguiente analizaremos la forma en que Galasso transforma a Lenin en un socialista "nacional".
Mataderos, domingo 3 de julio de 2011
NOTAS:
(5) Galasso indica que estos son países que han resuelto la cuestión nacional en un sentido burgués (p. 30).
(6) Ver, por ejemplo, el 18 Brumario de Luis Bonaparte.
5 comentarios:
Socialismo Nacional = Nacional Socialismo
todo lo demás es un hermoso cuento para negar la lucha de clases.
Saludos a Usted.
Muchas gracias por el comentario. Me permito disentir con la afirmación de que Galasso promueve el nacionalsocialismo. No se trate de esto, sino de que Galasso defiende un nacionalismo puro y simple, que justifica que la burguesía (nacional) acumule y acumule, con el argumento de que esa acumulación es necesaria para lograr la independencia "definitiva" del país. Mientras tanto, que los trabajadores se embromen. Saludos,
El nacionalismo no es un sistema de ideas, che. Tristemente el marxismo ha resultado el menos transformador de todos las corrientes filosóficas. Muy por el contrario hoy día se realiza una labor depuradora del marxismo puro, siendo está al soberano recontra pedo. ¿Qué versículo del capital están discutiendo muchachos?
Agradezco a Martín por haber comentado esta nota, así como también su enorme gentileza de no hacer referencia a ninguno de los temas tratados por mí en la misma.
¡Qué escritura más desmañada! En el comentario anterior, debí terminar diciendo "su enorme gentileza al no hacer ninguna referencia a los temas tratados por mí en el comentario de la obra de Galasso". Así está mejor, Saludos,
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