(Esta nota es la continuación de: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/06/historia-del-movimiento-socialista-14.html)
Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.
21. Thomas Hodgskin (1787-1869) (1)
Economista que participó activamente en el movimiento por el desarrollo de los sindicatos obreros. Fue uno de los fundadores del London Mechanics Institute. Expuso sus ideas en las conferencias dadas en dicha institución en 1823. Consideró que los Mechanics Institutes deberían ser los órganos para educar a los obreros en la lucha contra el capitalismo. Se enfrentó a quienes pensaban que los intereses de obreros y capitalistas coincidían, y que pensaban, por tanto, que la tarea de estas instituciones era la mejora técnica del trabajador. Hodgskin y sus compañeros fueron vencidos; la dirección del London Mechanics Institute pasó a manos de Georges Birbeck (1776-1841) y Francis Place (1771-1854), radicales ortodoxos utilitaristas. (2). Sin embargo, Hodgskin se mantuvo en el instituto como conferenciante. (3). Más tarde, abandonó el radicalismo y se convirtió en uno de los principales redactores de THE ECONOMIST. (I: 117-118).
"La doctrina de Hodgskin es esencialmente una doctrina de la lucha de clases entre trabajadores y propietarios. Afirma que el trabajador es el único que produce valor; pero bajo el sistema capitalista está sometido a todo el rigor de una ley férrea que reduce su salario al nivel de subsistencia. Las ventajas del aumento de la producción son para el propietario y para el capitalista, que sostienen injustamente que el obrero se mantiene gracias al capital que ellos proporcionan; cuando en realidad el obrero se mantiene de lo que él mismo produce. La sociedad no necesita ni de los capitalistas ni de propietarios del suelo. Todo lo que necesita son obreros de las distintas clases de producción." (I: 117).
El trabajador debía recibir el producto completo de su trabajo; el mercado fijaría su participación individual en condiciones de competencia absolutamente libre. Era partidario de la propiedad privada, complementada con la competencia libre. Creía en la existencia de una "ley natural" de la propiedad. Negaba que la política pudiera dar respuesta a los problemas económicos: "Decía que las condiciones económicas determinan necesariamente el desarrollo político." (I: 117).
22. John Gray (1799-1850?) (4)
Economista que comenzó su actividad como oweniano partidario de las cooperativas y que terminó como un defensor de la reforma del sistema monetario. Su punto de partida fue la tesis de que el valor está basado en el trabajo. Negaba el derecho a la propiedad privada y a percibir renta por ella. Sin embargo, se concentró en la reforma monetaria.
En Social System (1831) defendió el crédito barato para financiar una producción completa. "Quiere una banca nacional que proporcione este crédito a los productores, y como medidas necesarias es partidario del papel moneda y de la abolición del patrón oro." (I: 118).
23. William Thompson (1785?-1833) (5)
Economista que comenzó interpretando la teoría utilitarista de la mayor felicidad del mayor número desde el punto de vista de la política social, y terminó incorporando a la misma la teoría de Owen.
Su obra principal, An Inquiry ... (1824), es una mezcla de utilitarismo y de las ideas de Owen. "...el trabajo es el único creador de valor (...) el hecho de que el capitalista robe al obrero limita la producción y es la causa del desempleo y de la crisis. El trabajador (...) debe recibir todo el producto de su esfuerzo, menos la depreciación del capital empleado, y, bajo ciertas condiciones, una renta limitada a los dueños del capital. Pero el capitalista, no satisfecho con este ingreso, exige toda la plusvalía producida con la ayuda del capital y somete al obrero a un salario de subsistencia, mientras que el derecho del obrero es innegable tanto desde el punto de vista de los principios de la utilidad como desde los principios de la justicia social. El trabajador no sólo tiene sin duda alguna derecho al valor, porque él lo produce, sino que esto está también justificado por la utilidad, porque un consumo difundido ampliamente producirá mayor felicidad humana que el despilfarro de unos pocos, mientras los demás sufren escasez." (I: 120).
Del párrafo anterior se desprenden dos cuestiones: a) Thompson adhiere a la teoría del subconsumo como causa de la crisis; b) las referencias a la utilidad y a la justicia social pecan del mismo error mencionado en una nota anterior al criticar a los ricardianos de izquierda en general. La justicia social no puede ser el argumento último de la lucha anticapitalista. La explotación no es un problema moral. Si uno lucha por la justicia, no debe olvidar que se trata de principios de la justicia burguesa que ignoran la concepción de las clases sociales y que transforman la justicia en una cuestión de individuos. Si se respetan a rajatabla esos principios, uno está obligado a respetar también la propiedad privada de los capitalistas. En definitiva, la "revolución" queda reducida a una mejora de las condiciones de la distribución, y no a una modificación radical de las condiciones de la producción misma.
"...bajo un sistema económico justamente ordenado, todo hombre debe tener libertad para escoger su ocupación y cambiarla a voluntad (...) los productores deben estar completamente libres para cambiar sus productos entre sí, de tal modo que les asegure el goce completo del fruto obtenido por los diferentes trabajos." (I: 121). La reorganización del proceso de producción es condición necesaria para garantizar la existencia y el goce de la libertad por los trabajadores. En el fondo, Thompson retoma un tema caro a la tradición liberal, pero le da un contenido diferente, pues se interesa en la libertad de los trabajadores. Para el liberalismo clásico, éstos últimos: a) se encuentran fuera del horizonte visual; o, b) su embrutecimiento y pasividad son la consecuencia no deseada pero inevitable de la implantación de un sistema económico destinado a generar riqueza. No hay que olvidar, y menos en tiempos de triunfos capitalistas, que el liberalismo clásico fue (y es) una ideología que, en última instancia, tenía que "resolver" la contradicción entre el "autoritarismo" de la burguesía en el proceso de trabajo y la "libertad" en el plano de las relaciones de ciudadanía.
Sus propuestas para reorganizar la sociedad están expuestas en Labour Rewarded (1827) (6). Defiende a los sindicatos, pues considera que serán la herramienta para establecer la cooperación. Los sindicatos deben establecer cooperativas, para hacer la competencia a la industria capitalista. Thompson es consciente de que esto no bastaría para establecer una nueva sociedad, "porque los sindicatos obreros todavía tendrían que pagar renta por la tierra y los edificios y por todo el equipo necesario." (I: 122). Para remediar estas dificultades propuso adoptar la vida en comunidad propugnada por Owen. Pensaba que "bajo ese sistema, los obreros llegarían a ser copropietarios de todo lo necesario para la vida y la producción cooperativa, y que el capital que estuviese en otras manos desaparecería y por lo menos se reduciría hasta llegar a ser insignificante." (I: 122). Para lograrlo propone la acción directa de los productores; el gobierno no debía intervenir en la creación del nuevo sistema. "Pertenece a la escuela que considera que al gobierno como sostenedor del sistema antiguo y malo del monopolio privado de los medios de producción; y confía sobre todo en los obreros para encontrar los medios de su propia emancipación." (I: 122).
La dificultad principal de la posición de Thompson radica en que, aún reconociendo el carácter de clase del Estado y la necesidad de los trabajadores de organizarse para lograr su emancipación, deja abandonado el campo político a la burguesía y al Estado burgués. La propuesta de construir una sociedad nueva a partir de las cooperativas, aún concibiendo a las mismas como órganos de clase, anticapitalistas, implica negar en la práctica el carácter de clase del Estado burgués. En definitiva, parte del supuesto ingenuo de que la burguesía aceptará de buen grado la instauración de una forma más eficiente, más "humana" de organización social, y que no peleará con uñas y dientes por mantener su dominación. Campea la vieja idea de la Ilustración de que basta el conocimiento de la "Verdad" para hacer cambiar de opinión a las personas, aún las más recalcitrantes. Ahora bien, pasando a la práctica. Si los obreros juntan dinero (elemento que, por cierto, nunca les sobra) y montan las cooperativas, tendrán que moverse en el marco de las relaciones sociales capitalistas. Marx demostró que las leyes de la producción mercantil se transforman en leyes de la apropiación capitalista. Entonces, no habrían ganado nada con las instauración de las cooperativas (por lo menos en el sentido de la construcción de una sociedad socialista). Para evitar quedar entrampados en las reglas del capitalismo, las cooperativas deberían comenzar por suprimir la propiedad privada de los medios de producción. En este punto se tropezaría con la resistencia capitalista, y ella sólo podría ser quebrantada por medio de la violencia organizada de los trabajadores (conquista del Estado).
Thompson "fue quien más contribuyó a la nueva versión obrerista del owenismo que Owen ya encontró existente a su regreso de New Harmony; y a él, más que a nadie, se debió la alianza de los sindicatos obreros y de las cooperativas de Owen, que llegaron a dominar la acción de la clase obrera en los años inmediatamente siguientes a la (...) Reform Act de 1832." (I: 122).
En sus Practical Directions... (1830), preparados para el Congreso de las cooperativas owenianas, Thompson propuso planes detallados para el desarrollo del sistema de Owen. En Appeal of One Half of the Human Race (1825) propuso una completa igualdad política y económica para los dos sexos.
24. Otros autores anticapitalistas del período.
John Minter Morgan (1782-1854) fue el primero en recurrir a los planes de Owen de 1817, aunque rechazó la hostilidad de éste hacia la religión. (I: 123). (7).
George Mudie, impresos y periodista de Edimburgo. Publicó THE ECONOMIST (1821-1822), el primer periódico cooperativista de tendencia oweniana. En 1821 fundó la primera sociedad oweniana (8), que dirigió la propaganda y llevó a cabo a cabo el primer intento de establecer una comunidad obrera con arreglo a las ideas de Owen. Luego tomó parte en el experimento oweniano que se hizo en Orbiston. (I: 123).
T. R. Edmonds (1803-1889) adhirió a las ideas de Owen en Practical, Moral and Political Economy (1828). Recurre a los ricos para que ayuden a introducir el socialismo fundando comunidades según los principios de Owen. (I: 123).
NOTAS:
(1) Sus obras principales son: Labour Defended against the Claims of Capital (1825); Popular Politica Economy (1827), cuya edición orignal está disponible on line en http://www.archive.org/stream/popularpolitica00hodggoog#page/n10/mode/2up; Natural and Artificial Right of Property Contrasted (1832). (I: 117).
Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.
21. Thomas Hodgskin (1787-1869) (1)
Economista que participó activamente en el movimiento por el desarrollo de los sindicatos obreros. Fue uno de los fundadores del London Mechanics Institute. Expuso sus ideas en las conferencias dadas en dicha institución en 1823. Consideró que los Mechanics Institutes deberían ser los órganos para educar a los obreros en la lucha contra el capitalismo. Se enfrentó a quienes pensaban que los intereses de obreros y capitalistas coincidían, y que pensaban, por tanto, que la tarea de estas instituciones era la mejora técnica del trabajador. Hodgskin y sus compañeros fueron vencidos; la dirección del London Mechanics Institute pasó a manos de Georges Birbeck (1776-1841) y Francis Place (1771-1854), radicales ortodoxos utilitaristas. (2). Sin embargo, Hodgskin se mantuvo en el instituto como conferenciante. (3). Más tarde, abandonó el radicalismo y se convirtió en uno de los principales redactores de THE ECONOMIST. (I: 117-118).
"La doctrina de Hodgskin es esencialmente una doctrina de la lucha de clases entre trabajadores y propietarios. Afirma que el trabajador es el único que produce valor; pero bajo el sistema capitalista está sometido a todo el rigor de una ley férrea que reduce su salario al nivel de subsistencia. Las ventajas del aumento de la producción son para el propietario y para el capitalista, que sostienen injustamente que el obrero se mantiene gracias al capital que ellos proporcionan; cuando en realidad el obrero se mantiene de lo que él mismo produce. La sociedad no necesita ni de los capitalistas ni de propietarios del suelo. Todo lo que necesita son obreros de las distintas clases de producción." (I: 117).
El trabajador debía recibir el producto completo de su trabajo; el mercado fijaría su participación individual en condiciones de competencia absolutamente libre. Era partidario de la propiedad privada, complementada con la competencia libre. Creía en la existencia de una "ley natural" de la propiedad. Negaba que la política pudiera dar respuesta a los problemas económicos: "Decía que las condiciones económicas determinan necesariamente el desarrollo político." (I: 117).
22. John Gray (1799-1850?) (4)
Economista que comenzó su actividad como oweniano partidario de las cooperativas y que terminó como un defensor de la reforma del sistema monetario. Su punto de partida fue la tesis de que el valor está basado en el trabajo. Negaba el derecho a la propiedad privada y a percibir renta por ella. Sin embargo, se concentró en la reforma monetaria.
En Social System (1831) defendió el crédito barato para financiar una producción completa. "Quiere una banca nacional que proporcione este crédito a los productores, y como medidas necesarias es partidario del papel moneda y de la abolición del patrón oro." (I: 118).
23. William Thompson (1785?-1833) (5)
Economista que comenzó interpretando la teoría utilitarista de la mayor felicidad del mayor número desde el punto de vista de la política social, y terminó incorporando a la misma la teoría de Owen.
Su obra principal, An Inquiry ... (1824), es una mezcla de utilitarismo y de las ideas de Owen. "...el trabajo es el único creador de valor (...) el hecho de que el capitalista robe al obrero limita la producción y es la causa del desempleo y de la crisis. El trabajador (...) debe recibir todo el producto de su esfuerzo, menos la depreciación del capital empleado, y, bajo ciertas condiciones, una renta limitada a los dueños del capital. Pero el capitalista, no satisfecho con este ingreso, exige toda la plusvalía producida con la ayuda del capital y somete al obrero a un salario de subsistencia, mientras que el derecho del obrero es innegable tanto desde el punto de vista de los principios de la utilidad como desde los principios de la justicia social. El trabajador no sólo tiene sin duda alguna derecho al valor, porque él lo produce, sino que esto está también justificado por la utilidad, porque un consumo difundido ampliamente producirá mayor felicidad humana que el despilfarro de unos pocos, mientras los demás sufren escasez." (I: 120).
Del párrafo anterior se desprenden dos cuestiones: a) Thompson adhiere a la teoría del subconsumo como causa de la crisis; b) las referencias a la utilidad y a la justicia social pecan del mismo error mencionado en una nota anterior al criticar a los ricardianos de izquierda en general. La justicia social no puede ser el argumento último de la lucha anticapitalista. La explotación no es un problema moral. Si uno lucha por la justicia, no debe olvidar que se trata de principios de la justicia burguesa que ignoran la concepción de las clases sociales y que transforman la justicia en una cuestión de individuos. Si se respetan a rajatabla esos principios, uno está obligado a respetar también la propiedad privada de los capitalistas. En definitiva, la "revolución" queda reducida a una mejora de las condiciones de la distribución, y no a una modificación radical de las condiciones de la producción misma.
"...bajo un sistema económico justamente ordenado, todo hombre debe tener libertad para escoger su ocupación y cambiarla a voluntad (...) los productores deben estar completamente libres para cambiar sus productos entre sí, de tal modo que les asegure el goce completo del fruto obtenido por los diferentes trabajos." (I: 121). La reorganización del proceso de producción es condición necesaria para garantizar la existencia y el goce de la libertad por los trabajadores. En el fondo, Thompson retoma un tema caro a la tradición liberal, pero le da un contenido diferente, pues se interesa en la libertad de los trabajadores. Para el liberalismo clásico, éstos últimos: a) se encuentran fuera del horizonte visual; o, b) su embrutecimiento y pasividad son la consecuencia no deseada pero inevitable de la implantación de un sistema económico destinado a generar riqueza. No hay que olvidar, y menos en tiempos de triunfos capitalistas, que el liberalismo clásico fue (y es) una ideología que, en última instancia, tenía que "resolver" la contradicción entre el "autoritarismo" de la burguesía en el proceso de trabajo y la "libertad" en el plano de las relaciones de ciudadanía.
Sus propuestas para reorganizar la sociedad están expuestas en Labour Rewarded (1827) (6). Defiende a los sindicatos, pues considera que serán la herramienta para establecer la cooperación. Los sindicatos deben establecer cooperativas, para hacer la competencia a la industria capitalista. Thompson es consciente de que esto no bastaría para establecer una nueva sociedad, "porque los sindicatos obreros todavía tendrían que pagar renta por la tierra y los edificios y por todo el equipo necesario." (I: 122). Para remediar estas dificultades propuso adoptar la vida en comunidad propugnada por Owen. Pensaba que "bajo ese sistema, los obreros llegarían a ser copropietarios de todo lo necesario para la vida y la producción cooperativa, y que el capital que estuviese en otras manos desaparecería y por lo menos se reduciría hasta llegar a ser insignificante." (I: 122). Para lograrlo propone la acción directa de los productores; el gobierno no debía intervenir en la creación del nuevo sistema. "Pertenece a la escuela que considera que al gobierno como sostenedor del sistema antiguo y malo del monopolio privado de los medios de producción; y confía sobre todo en los obreros para encontrar los medios de su propia emancipación." (I: 122).
La dificultad principal de la posición de Thompson radica en que, aún reconociendo el carácter de clase del Estado y la necesidad de los trabajadores de organizarse para lograr su emancipación, deja abandonado el campo político a la burguesía y al Estado burgués. La propuesta de construir una sociedad nueva a partir de las cooperativas, aún concibiendo a las mismas como órganos de clase, anticapitalistas, implica negar en la práctica el carácter de clase del Estado burgués. En definitiva, parte del supuesto ingenuo de que la burguesía aceptará de buen grado la instauración de una forma más eficiente, más "humana" de organización social, y que no peleará con uñas y dientes por mantener su dominación. Campea la vieja idea de la Ilustración de que basta el conocimiento de la "Verdad" para hacer cambiar de opinión a las personas, aún las más recalcitrantes. Ahora bien, pasando a la práctica. Si los obreros juntan dinero (elemento que, por cierto, nunca les sobra) y montan las cooperativas, tendrán que moverse en el marco de las relaciones sociales capitalistas. Marx demostró que las leyes de la producción mercantil se transforman en leyes de la apropiación capitalista. Entonces, no habrían ganado nada con las instauración de las cooperativas (por lo menos en el sentido de la construcción de una sociedad socialista). Para evitar quedar entrampados en las reglas del capitalismo, las cooperativas deberían comenzar por suprimir la propiedad privada de los medios de producción. En este punto se tropezaría con la resistencia capitalista, y ella sólo podría ser quebrantada por medio de la violencia organizada de los trabajadores (conquista del Estado).
Thompson "fue quien más contribuyó a la nueva versión obrerista del owenismo que Owen ya encontró existente a su regreso de New Harmony; y a él, más que a nadie, se debió la alianza de los sindicatos obreros y de las cooperativas de Owen, que llegaron a dominar la acción de la clase obrera en los años inmediatamente siguientes a la (...) Reform Act de 1832." (I: 122).
En sus Practical Directions... (1830), preparados para el Congreso de las cooperativas owenianas, Thompson propuso planes detallados para el desarrollo del sistema de Owen. En Appeal of One Half of the Human Race (1825) propuso una completa igualdad política y económica para los dos sexos.
24. Otros autores anticapitalistas del período.
John Minter Morgan (1782-1854) fue el primero en recurrir a los planes de Owen de 1817, aunque rechazó la hostilidad de éste hacia la religión. (I: 123). (7).
George Mudie, impresos y periodista de Edimburgo. Publicó THE ECONOMIST (1821-1822), el primer periódico cooperativista de tendencia oweniana. En 1821 fundó la primera sociedad oweniana (8), que dirigió la propaganda y llevó a cabo a cabo el primer intento de establecer una comunidad obrera con arreglo a las ideas de Owen. Luego tomó parte en el experimento oweniano que se hizo en Orbiston. (I: 123).
T. R. Edmonds (1803-1889) adhirió a las ideas de Owen en Practical, Moral and Political Economy (1828). Recurre a los ricos para que ayuden a introducir el socialismo fundando comunidades según los principios de Owen. (I: 123).
Buenos Aires, lunes 11 de julio de 2011
NOTAS:
(1) Sus obras principales son: Labour Defended against the Claims of Capital (1825); Popular Politica Economy (1827), cuya edición orignal está disponible on line en http://www.archive.org/stream/popularpolitica00hodggoog#page/n10/mode/2up; Natural and Artificial Right of Property Contrasted (1832). (I: 117).
(2) Más tarde, el Instituto se convirtió en el Birkbeck College (hoy parte de la Universidad de Londres). (I: 118).
(3) Su ya mencionada Popular Political Economy se basa en unas conferencias que dio en el Instituto. (I: 118).
(4) Sus obras principales son: Lecture on Human Happiness (1825); Social System (1831), edición original disponible online en http://www.archive.org/stream/socialsystemtrea00grayrich#page/n5/mode/2up ; Lectures on Money (1848), disponible en edición original en http://www.archive.org/stream/lecturesonnatur00graygoog#page/n12/mode/2up . (I: 118).
(5) Sus obras principales son: An Inquiry into the Principles of the Distribution of Wealth most conductive of Human Happiness (1824), primera edición disponible on line en el link: http://www.archive.org/stream/inquiryintoprinc00thomuoft#page/n5/mode/2up; Appeal of One Half of Human Race (1825); Labour Rewarded (1827); Practical Directions for the Speedy and Economical Establishment of Communities on the Principle of Co-operation (1830). (I: 322-323).
(6) Es una respuesta a la mencionada obra de Hodgskin, Labour Defended... (1825). (I: 122).
(7) Sus obras principales son: The Practicability of Mr. Owen's Plan (1819); The Revolt of the Bees (1826); Hampden in the Nineteenth Century (1834). (I: 123).
(8) Se trató de la Sociedad Económica y Cooperativa, cuyo núcleo fue un grupo de impresores londinenses. Fracasó por falta de capital. (I: 123).
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