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domingo, 24 de julio de 2011

NORBERTO GALASSO Y EL "SOCIALISMO NACIONAL" (V)


En la nota final de esta serie nos ocuparemos de la crítica formulada por Galasso a las distintas corrientes de la izquierda en Argentina.

Galasso hace una crítica general a toda la izquierda, y luego plantea una serie de críticas particulares a cada una de las expresiones de dicha izquierda. Examinemos, por tanto, las formulaciones de Don Norberto en el mismo orden en que éste las presenta.

En el comienzo mismo del texto, Galasso hace referencia a una izquierda que desconoce a "la cuestión nacional existente en la Argentina". (p. 7).

¿Cuál es la causa de este desconocimiento?

Galasso sostiene que el socialismo en Argentina fue, desde sus orígenes, un producto extraño, traído por los inmigrantes extranjeros de fines del siglo XIX. "El socialismo aparece así en la Argentina, no como el resultado natural de una sociedad capitalista en plena expansión donde los obreros se nuclean en grandes fábricas, sino como un producto importado por esos inmigrantes (...) Estos luchadores sociales europeos importan un socialismo ya inficionado de reformismo, en franco aburguesamiento y uno de cuyos elementos claves es la desviación nacionalista reaccionaria. En estos inmigrantes, la bandera del internacionalismo se constituirá en una de sus reivindicaciones más irreductibles pero detrás de ese internacionalismo aparente permaneció siempre vivo el chovinismo alemán o francés, acrecido por la lejanía de la patria y manifestado permanentemente en una fervorosa adhesión a la «civilización» que, por supuesto, no es posible crear desde la Argentina bárbara sino importar desde la Europa adelantada." (p. 43-44).

El pasaje transcrito es significativo, pues marca que el "nacionalista" Galasso adopta una posición "cosmopolita" para analizar la cuestión del socialismo en Argentina. En vez de realizar un estudio cuidadoso de las formas y los caminos peculiares por los que se fue implantando el socialismo (y, corresponde decirlo, al momento de fundarse el Partido Socialista - 1896 -, el socialismo tenía una larga historia en nuestro país), Galasso parte de una "tesis universal", de un esquema "transnacional". Según Don Norberto, el socialismo es el "resultado natural" de la expansión del capitalismo, de la aparición de las grandes fábricas.

Ahora bien, y antes de seguir con el análisis, es preciso dejar sentadas dos cuestiones: a) el socialismo (incluido el "nacional") es un producto europeo, pues el capitalismo, nos guste o no, tuvo su origen en Europa (concretamente, en algunas zonas de Europa occidental); b) la expansión del socialismo, su desarrollo, sigue una evolución calcada del patrón europeo (grandes fábricas = socialismo).

No es casual que Galasso se manifieste respecto de los orígenes del socialismo en Argentina en la misma forma que lo hacen los auténticos nacionalistas, esos que no precisan de una cobertura socialista para justificar su ideología. Dichos nacionalistas razonan del siguiente modo: lo único genuino es lo nacional, es decir, aquello que tuvo origen en esta tierra; el socialismo es foráneo, pues fue traído de Europa; el socialismo es malo, pues no es nacional. Galasso, mucho más "ilustrado" que estos nacionalistas, no califica de "malo" al socialismo; en vez de usar esos calificativos, prefiere decir que es "antinacional". Don Norberto se queda muy orondo con su razonamiento, pero no advierte que, al hacer esto, se da la mano con nuestros nacionalistas que, por lo general, han hecho un culto de la lucha contra los intereses populares.

Ahora bien, si lo único valioso (en un sentido positivo) es lo nacional, entonces sólo las teorías, ideas y concepciones desarrolladas por los pueblos originarios pueden pasar la prueba del criterio del amigo Galasso. Tanto el socialismo "nacional" de Galasso, como el nacionalismo, como el capitalismo, son creaciones europeas y, por tanto, "foráneas". ¿Por qué, entonces, endilgarle exclusivamente al socialismo algo que es un pecado general? Galasso no responde a este interrogante. En rigor, tal pregunta no existe para él. Don Norberto razona de un modo esquemático, totalmente alejado de las dificultades que implica estudiar lo concreto. Al igual que los nacionalistas "genuinos", Galasso piensa que existe una esencia de lo nacional (algo que algunas nacionalistas denominan el "Ser Nacional"). Para Galasso, esa esencia habita en el pueblo (en los "descendientes de las Montoneras" del siglo XIX), y solamente haciendo caso a esa esencia puede construirse un movimiento de liberación verdaderamente popular. Esta concepción es tan profundamente "foránea" (el nacionalismo moderno es producto del capitalismo) como disparatada. El socialismo moderno se construyó, precisamente, rompiendo con la tradición esencialista en el pensamiento social. Si existen las esencias en el sentido de matrices inmutables, idénticas a sí mismas, es imposible pensar la política. Sólo hay buenos y malos, que se enfrentan en una larga e interminable lucha. En Don Norberto, dicha lucha adopta la forma de confrontación entre el "socialismo nacional" (representado en la figura del mismísimo Galasso) y el "socialismo antinacional" (todos los demás).

El error fundamental radica en la forma misma en que Galasso plantea el problema. La cuestión no pasa por el origen nacional o "foráneo" (dejemos esta cuestión para los nacionalistas "genuinos", siempre tan preocupados por los problemas "europeos"), sino por la existencia o no de una voluntad política de construir una hegemonía popular que discuta el orden establecido por las clases dominantes. Galasso, inmerso en los problemas "europeos", deja la resolución de la cuestión en manos del peronismo.

En un sentido fuerte, todas las secciones del libro dedicadas a la crítica de la izquierda están de más. Esto es así porque, desde el comienzo, la izquierda argentina arrastra un "pecado original": tener un origen "foráneo". No obstante esto, Galasso dedica su esfuerzo crítico a "pulverizar a cada una de las manifestaciones de esa izquierda "antinacional".

El viejo Partido Socialista se lleva una parte importante de los palos de Don Norberto pues, al fin y al cabo, es el responsable directo del "pecado original". ¿Qué dice de los grupos socialistas que confluyeron en la fundación del Partido Socialista? "Su agrupamiento por nacionalidades, sus periódicos en lengua extranjera y sus festejos del 1º de mayo con cánticos en idioma natal, constituyen la mejor prueba de que no se trata de socialistas internacionalistas actuando en la Argentina sino del reflejo, en la Argentina, de los distintos grupos de la socialdemocracia europea, disimulando bajo la bandera internacionalista sus orgullos y pretensiones nacionales." (p. 44). Si no fuera porque ya conocemos el paño, habría que decir que este pasaje (¡cómo tantos otros!) es un insulto a los esfuerzos de tantos militantes anónimos, que trabajaron en condiciones extremadamente difíciles desde, por lo menos, principios de la década de 1870.

Juan B. Justo (1865-1928), uno de los fundadores y principal dirigente del Partido Socialista y quien tiene entre sus méritos el ser autor de la primera traducción al español del Libro Primero deEl capital de Karl Marx (1818-1883), es despachado así por Don Norberto: "pequeño burgués formado en la universidad oligárquica, Justo adhiere a los mitos que la oligarquía implanta a través de diarios, libros y escuelas, como reaseguro de su concubinato con el imperialismo." (p. 44).

El socialismo, producto "foráneo", queda reducido al carácter de "socialismo colonial, definidamente antinacional, que jugará siempre - fiel a su origen - como ala izquierda de la oligarquía." (p. 45). Definida su esencia, fija por los siglos de los siglos, ya no queda más que decir. Galasso se dedica, por tanto, a encontrar calificativos: "Ese partido socialista, alimentado por el liberalismo oligárquico antinacional y el reformismo socialdemócrata claudicante, constituyó así un importante aliado de la oligarquía y por ende del régimen semicolonial que ella y el imperialismo habían implantado en la Argentina." (p. 47).

No es nuestra intención hacer una defensa del Partido Socialista. Estamos muy lejos de eso. Sin embargo, hay que decir que resulta extraño que alguien que se dedica a la historia haga un análisis tan esquemático. En vez de acumular calificativos, sería más responsable estudiar las condiciones sociales que ejercieron influencia sobre el tipo específico de socialismo que se desarrolló en Argentina. Pero, claro está, hacer esto implicaría dejar de lado el punto de vista centrado en la disputa "lo nacional versus lo antinacional", y esto es imposible para un "socialista" como Galasso.

Toda la crítica a la izquierda en Argentina está signada por el enorme nivel de abstracción. Para Galasso, la Argentina es una "semicolonia" desde fines del siglo XIX y hasta 1973 inclusive. No hay cambios (salvo, por supuesto, los que implantó el peronismo en 1946-1955 y que fueron removido por el golpe de 1955). Dada la naturaleza semicolonial de la sociedad argentina, cualquier izquierdista que privilegie la lucha de clases (capitalistas versus trabajadores) es un cipayo al servicio de intereses foráneos. Si el lector piensa que esto es exagerado, le recomendamos el siguiente pasaje: "En un país colonial o semicolonial [Galasso nunca aclara la diferencia], la cuestión nacional es el problema fundamental a resolver. La clase dominante es una oligarquía (minera o agraria) asociada al imperialismo y el orden que prevalece, en favor de esa alianza, significa la opresión sobre el resto de las clases sociales. Allí está la contradicción fundamental y por eso los movimientos nacionales asumen un contenido revolucionario, aún cuando no se definan como antiimperialistas [Lo nacional es revolucionario, sea o no antiimperialista...¡Pobre socialismo, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!] Porque si bien el país subyugado sufre, en última instancia, la opresión del capitalismo como sistema mundial en su etapa imperialista, esa opresión no se manifiesta como desarrollo capitalista en la semicolonia, sino todo lo contrario, como insuficiencia de capitalismo. De ahí que los primeros avances nacional-democráticos de la semicolonia signifiquen al par que la liberación de la opresión imperialista, el crecimiento de las fuerzas productivas en el marco capitalista. Los seudo izquierdistas distraídos protestan entonces porque la pretendida liberación no avanza por el camino de la supresión de las clases sociales y después de escandalizarse porque esa revolución crea «nuevos ricos», pasan a la oposición donde inevitablemente la oligarquía reaccionaria los recibe con los brazos abiertos. En cambio, los desocupados, que no sufrían de capitalismo, sino de falta de capitalismo, se convierten en obreros e integran entusiastamente la caravana del movimiento nacional" (p. 60-61).

En su entusiasmo, Galasso olvida algunos detalles. En primer lugar, confunde al enemigo, porque el Partido Socialista nunca abogó decididamente por la supresión de la propiedad privada. En segundo lugar, y esto es mucho más importante, pasa por alto la necesidad de construir una alternativa política propia por parte de los trabajadores y de los sectores populares. Galasso propone sumarse al movimiento de liberación nacional (liderado por la burguesía "nacional") y punto. En otras palabras, incorporarse al peronismo. En esta cuestión, Don Norberto muestra, otra vez, hasta que punto dejó de ser socialista. La única garantía de que las luchas sociales deriven hacia una organización socialista de la sociedad es la construcción de una política autónoma por parte de los trabajadores. La burguesía, sea "foránea" o "nacional", no está interesada en el socialismo.

Las opciones que plantea Galasso son falsas si nos paramos a analizarlas desde el punto de vista de una política socialista. Para Galasso se trata: a) "coincidir con los sectores conservadores usufructuarios del coloniaje" (p. 62); o, b) "apoyar esta revolución en marcha luchando por la profundización del proceso"(p. 62). En ambos casos, los socialistas son veletas que apuntan hacia donde sopla el viento. Perón(1895-1974), cuya maestría para construir un movimiento a partir de fuerzas heterogéneas está fuera de discusión, precisaba de una izquierda que se moviera entre las opciones planteadas por Galasso.

La izquierda argentina, a lo largo del siglo XX, ha mostrado una gigantesca incapacidad para construir una política alternativa a la de las clases dominantes. Frente a este problema, que es nada más ni nada menos que el de construir una política propia, Galasso responde planteando la necesidad de esconderse en las filas del "movimiento nacional". Esta solución muestra claramente la renuncia a la elaboración de toda política socialista.

Hay que decir, para ser honestos con Don Norberto, que nuestro autor tiene conciencia de la crítica que acabamos de formular. Así, se preocupa por responder de antemano: "Durante el período de ascenso del nacionalismo democrático en la semicolonia, el auténtico socialismo sólo cumple un papel revolucionario si apoya críticamente el proceso, asumiendo el papel de ala izquierda de la Revolución Nacional y pugnando porque la clase obrera se convierta, cada vez más en actor protagonista del proceso. En vez de condenar al movimiento nacional porque haya burgueses en su seno (...) ese socialismo luchará porque la clase obrera tenga hegemonía en el frente nacional, profundizando así su vigor revolucionario y dándole al antiimperialismo un contenido socialista." (p. 62-63). Todo esto es muy lindo, pero ¿cómo conquistar la hegemonía en ese "frente nacional" si la política propuesta por Galasso consiste en esconder la cabeza y en reemplazar al socialismo por el nacionalismo? No hay que olvidar que todo el texto gira en torno a la idea de que la cuestión nacional es más importante que la lucha de clases y que la renta colonial ha reemplazado a la extracción de plusvalor como la fuente principal del poder capitalista. Hablar de hegemonía de la clase obrera cuando se ha destruido a conciencia la base teórica de esa hegemonía es, por lo menos, poco serio.

Para terminar, porque esta nota se ha extendido mucho más allá de lo previsto, observemos como Don Norberto despacha al resto de las corrientes de la izquierda argentina.

El Partido Comunista es presentado como una organización "foránea", manejada a control remoto por la mano de Stalin (1879-1953): "el nuevo grupo representaba otro socialchovinismo [la comparación es con el Partido Socialista] que sacrificaba toda posible acción revolucionaria en aras de la exaltación y propaganda del proceso ruso (...) La stalinización del Partido Comunista de la Argentina lo convierte, entonces, enun mero títere que brinca, salta, hace reverencias y cae con las piernas abiertas sobre el escenario, según lo determinan los hilos que lo atan a Moscú." (p. 91). Hacer esta afirmación es demasiado fácil, y no exige gran esfuerzo mental. Sin embargo, creemos que es más interesante, para la causa socialista, rastrear las raíces "nacionales" del reformismo del Partido Comunista.

Por último, y hay que tener en cuenta que Galasso escribe su ensayo en 1973, nuestro autor reserva algunos dardos para la guerrilla no peronista (el PRT-ERP). Como era de suponerse, ubica a la misma en las filas del socialismo "antinacional". Su crítica incluye dosis de paternalismo (un reconocimiento del "heroísmo" de los combatientes del ERP) y de suficiencia doctrinaria (los califica de jóvenes de la pequeña burguesía alejados de las masas). Así, "ambos [El PRT y el PST], más allá de sus distintos métodos, propugnan una política proletaria pura cuyo único programa es un socialismo neto que obsequisamente ofrecen a la clase trabajadora mientras sindican al resto de los partidos y del pueblo como agentes de la burguesía. Por supuesto, no operan progresivamente en la política argentina, sino que repiten los viejos vicios del socialismo antinacional." (p. 99). El análisis de Galasso, como tantas otras veces, resulta vacío de todo contenido real, pues su crítica al PRT-ERP omite, precisamente, lo fundamental del contexto de 1973, que es la situación prerrevolucionaria abierta por el Cordobazo en 1969. Don Norberto, que escribe en medio de una situación inédita en la historia argentina, se aferra a los viejos patrones de análisis y pierde toda conciencia del momento que estaba viviendo. En este sentido, su esencialismo le juega otra mala pasada.

En definitiva, Galasso pretende mostrarnos el camino para la construcción de un socialismo "nacional". Por este camino (y no nos corresponde dudar de sus intenciones) llega a la renuncia de los principios teóricos fundamentales del socialismo y al abandono de cualquier intención de construir una organización política propia, capaz de disputarle poder a la burguesía. Dados estos resultados, resulta extraño que hoy en día (2011) Galasso aparezca, a los ojos de algunos, como una especie de prócer del pensamiento antiimperialista. En nuestra opinión, sólo la persistencia de las transformaciones estructurales impuestas por la dictadura militar de 1976-1983 puede dar cuenta de semejante disparate.

Mataderos, domingo 24 de julio de 2011

6 comentarios:

Adrian dijo...

Muy interesante el informe quedo muy claro porque hoy los pseudosocialistas están tras las filas del kirchnerismo.
Habría que preguntarle que piensa de la explotación, del trabajo precarizado, del trabajo en negro, etc. Quizás nos responda que estos son conceptos anti nacionales o quizás nos responda como nuestra presidenta en cuanto a la explotación; la explotacion se soluciona aumentando los sueldos; como si tambien nosotros fuéramos una mercancía.
Como reflexion: no hay que dejar en vano las luchas de muchas personas, que quedaron en el camino por un ideal. Prefiero mil veces defender una utopia y no los interes de un burgues.

Gracias, por llevarme a esta reflexion

Ariel Mayo (1970) dijo...

Adrián, muchas gracias por tu comentario. En cuanto al trabajo precarizado, Galasso diría que hay que esperar a la liberación nacional (que nunca llega, por cierto) para empezar a tratar esas cuestiones. Total, los pobres, los explotados, pueden esperar. El sufrimiento humano no forma parte de la patria.

Adrita dijo...

reyetoHola Ariel,
se te chispoteó la fecha del Cordobazo. a este comentario borralo pq solo es pq la fecha hace a la cuestión del absurdo análisis de galasso y la fractura del prt en el ´68 y el pst en el ´72 y etc
beso
pd: después comento pq merece un comentario ta bueno las notas

Ariel Mayo (1970) dijo...

Adrita, muchas gracias por avisarme. Ya lo corregí. Los años no vienen solos!
Saludos,

Adrita dijo...

jaj Ariel ahora invertiste las fechas ¡y m publicaste el comentario! que si lo tuyo es por los años que queda para mi jaj

Voy a releer la nota acerca del "sentido común" existente a la hora de votar en las elecciones últimas, porque la leí muy por arriba y a pesar de eso de todos los análisis que leí creo que el tuyo fue el acertado. Y con respecto a Galasso, lamentablemente este viejo tiene mucha influencia en sectores kirchneristas que "se consideran" de izquierda y la realidad es que terminan siendo contra-revolucionarios pq son los que le ponen un freno a las luchas y en lugar de sumar terminan restando. El que niega la lucha de las clases sociales no puede considerarse de izquierda. Y vos lo reflejás muy bien en tus notas, gracias a las cuales siempre aprendemos.

Beso

Ariel Mayo (1970) dijo...

Gracias! creo haber corregido de una vez por todas las malditas fechas. Tal cual, el reconocimiento de la lucha de clases (¡Y de que hay que estar del lado de los trabajadores en esa lucha!) es el criterio para distinguir entre el progresismo y la izquierda.
Un beso,