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domingo, 28 de noviembre de 2010

APUNTES SOBRE LA MILITANCIA

El 17 de noviembre se conmemoró el Día de la Militancia, que recuerda el regreso a la Argentina de Juan Domingo Perón (1895-1974) en 1972, luego de un exilio de 18 años. En ese marco, el gobernador de la provincia de La Rioja, Luis Beder Herrera (n. 1951), afirmó que "el militante tiene que ser idealista, persistente, algo loco (...) creer en ideales, como lo hizo Néstor Kirchner, que fue uno de los últimos militantes y lo pudimos palpar, lo pudimos ver." (1). Lo curioso del caso es que estas referencias al idealismo y a la "locura" del militante fueron realizados en China, donde el gobernador se hallaba procurando la concreción de inversiones mineras. Hay que recordar que China, lugar desde donde Beder Herrera resaltó el idealismo del militante, es uno de los países del mundo donde los trabajadores son más explotados. Hay que recordar también que el propósito del viaje del gobernador al país desde donde exaltó la "locura" del militante, fue atraer a a empresas mineras para invertir en Argentina; hay que recordar, por último, que las empresas mineras se caracterizan por su escasa preocupación por la seguridad de los trabajadores y por los daños que provocan al medio ambiente.

A primera vista, la conjunción del elogio al idealismo del militante y de la seducción a las empresas mineras chinas parece una mezcla difícil de comprender. Es cierto que puede recurrirse a la noción de realpolitik y clausurar con ello la cuestión; en otras palabras, la política es una actividad sucia y los políticos tienen que manejarse con un alto grado de hipocresía. Sin embargo, creo que el comentario de Beder Herrera merece un análisis más cuidadoso, pues expresa de manera casi caricaturesca una concepción acerca de la militancia política muy difundida en nuestra época.

En los últimos años (sobre todo a partir de la derrota del gobierno de Cristina Fernández frente a la burguesía agraria en 2008), desde el espacio político al que podemos denominar genéricamente como kirchnerismo, se ha impulsado una revalorización de la militancia política. Esta valorización alcanzó su pico con la muerte de Néstor Kirchner (1950-2010); desde distintos medios, y a través de declaraciones de funcionarios y de dirigentes políticos, y de artículos de muchos intelectuales, la condición de militante, ligada cada vez más a la condición de joven, se convirtió en sinónimo de acción abnegada por la transformación de la Argentina.

En principio, la revalorización del militante político es un hecho positivo. Hay que tener presente que en la década del '90, auge del neoliberalismo mediante, la práctica política de los partidos mayoritarios estuvo a cargo, en buena medida, de la figura del "operador político", es decir, de alguien que ponía en primer lugar las "relaciones" y la negociación en las cúpulas, relegando el contacto cotidiano con las bases. Sin embargo, hay que decir también que la militancia, entendida en el sentido "antiguo", se mantuvo viva en los partidos de izquierda y en las distintas organizaciones populares que enfrentaron las políticas neoliberales. En todo caso, habría que señalar que la revalorización mencionada se da, sobre todo, en el seno del peronismo y, para ser más precisos, en las distintas corrientes que constituyen el denominado kirchnerismo.

La revalorización de la militancia va de la mano con el rescate de valores tales como el idealismo, el compromiso y la pasión. Belder Herrera, inclusive, incluye a la "locura" como un valor más del militante. La militancia es concebida como una actividad comprometida con la sociedad, y el militante aparece como el arquetipo del desinterés personal. De ningún modo vamos a negar que es preferible el compromiso al desinterés, ni tampoco vamos a poner en duda que esta revalorización del compromiso resulta un cambio saludable frente al individualismo imperante en los años neoliberales. Pero también es cierto que la cuestión tienen que ser puesta en perspectiva.

La militancia como compromiso no es patrimonio exclusivo del peronismo, ni de las agrupaciones de izquierda, ni de los sectores populares en su conjunto. Desde el punto de vista del compromiso es tan militante un nacionalista católico como un adherente del PO o un miembro de la Cámpora. Además, y esto ya lo había planteado en el párrafo anterior, el compromiso militante (entendido como tarea en favor de la transformación de la sociedad) se mantuvo vigente tanto en las agrupaciones de izquierda como en las organizaciones populares. De modo que el compromiso no puede ser el único criterio para valorar positivamente a la militancia, ni cabe transformarlo en un valor en sí mismo en política.

A mi entender, la caracterización política de la militancia tiene que derivarse del contenido político de esa militancia, más que de la abnegación o del compromiso de los militantes. Dicho en otros términos, el criterio para valorar la militancia está dado por los objetivos que se propone la l militancia y por los enemigos contra los que combate (siempre se hace política en favor de un proyecto y en contra de determinados sectores sociales). Al decir esto no estoy afirmando nada nuevo. Sin embargo, el individualismo y la desmovilización generados por el neoliberalismo, y el auge del discurso del "consenso", han oscurecido de manera notable la conciencia política. De manera que es preciso recordar cosas que fueron dichas hasta el cansancio.

Para poder apreciar en su justo valor esta revalorización de la militancia, es preciso, pues, tener en cuenta el proyecto que defienden y los enemigos que combaten. Para poder llevar a cabo esta tarea hay que empezar primero por delimitar la militancia que es revalorizada. Como señalé más arriba, la mencionada revalorización se relaciona con el peronismo, pues la tradición de militancia no se había cortado ni en las agrupaciones de izquierda ni en las otras organizaciones populares. El peronismo es el sujeto de este "revival"de la militancia. Esto no es casualidad, pues fue justamente el peronismo el partido que más experimentó los efectos del neoliberalismo (y que parió, para decirlo literalmente, al principal exponente político del neoliberalismo en Argentina, el inefable Carlos Saúl Menem). Hilando todavía más fino, hay que decir que la revalorización de la militancia comenzó a verificarse a partir del conflicto en torno a la Resolución 125 en 2008. En ese momento, Néstor Kirchner comprendió que era necesario contar con una militancia propia en las calles para enfrentar la ofensiva destituyente de los agrarios. Al mismo tiempo, muchos militantes y simpatizantes de corrientes de izquierda se acercaron progresivamente al kirchnerismo a partir del conflicto de la 125.

Ahora bien, al momento definir el proyecto que encarna esta nueva militancia tenemos que establecer la diferencia entre las intenciones declaradas y las realidades concretadas. A esta cuestión voy a dedicarle una serie de notas en este espacio. Pero, para enmarcar la discusión, quiero comenzar por plantear una cuestión que ha quedado sepultada debajo de las apelaciones a los sentimientos y a la "mística" de la militancia. Aquí, otra vez Beder Herrera nos sirve de disparador de ideas. Cuando el gobernador de La Rioja elogia el idealismo y la "locura" de la militancia y, a la vez, negocia inversiones mineras en China, hace una confesión involuntaria acerca de las limitaciones del modelo de la nueva militancia. Para ilustrar esta cuestión hay que recurrir a un ejemplo de la primera historia del movimiento peronista. En marzo de 1955, el líder de los empresarios, José Ber Gelbard (1917-1997), criticó la posición que "asumen en muchas empresas las comisiones internas que alteraron el concepto de que es misión del obrero dar un día de trabajo honesto por una paga justa (...) tampoco es aceptable que por ningún motivo el delegado obrero toque el silbato en una fábrica y la paralice." (2). En 1955 Argentina no había perdido, por cierto, su carácter de economía capitalista, pero los trabajadores miraban a los empresarios sin agachar la cabeza. En 2010 los trabajadores, y esto es más grave en el caso de los tercerizados y de quienes trabajan "en negro", se ven obligados a agachar la cabeza frente a los empresarios. Beder Herrera comprende perfectamente esta nueva realidad y por eso combina el elogio a la militancia con la seducción al capital. Su idealismo y su "locura" no implican una impugnación al "derecho" del capital a oprimir a os trabajadores.

Nuestra sociedad se caracteriza, entre otras cosas, por la desigualdad en la distribución del poder. Esta desigualdad se articula en torno a la desigualdad entre empresarios y trabajadores en la fábrica, en la oficina, en el comercio, etc. Como es sabido, la mayoría de las personas pasan la mayor parte de sus vidas en dichos lugares, trabajando para ganarse la vida. En consecuencia, la mayoría de las personas pasan la mayor parte de sus vidas sometidos a la autoridad de los empresarios y de los patrones. Esto significa que pasan sus vidas aprendiendo el sometimiento y acostumbrándose a las pequeñas humillaciones cotidianas, siempre temerosas de perder su trabajo. ¿Cómo es posible la autonomía y la libertad de las personas en estas condiciones? De la respuesta que se dé a esta pregunta depende, en última instancia, la caracterización política de la nueva militancia.

Domingo 28 de noviembre de 2010

PS: Con posterioridad a la redacción de la nota llegó la noticia de que la gestión de Beder Herrera había sido exitosa. Finalmente, consiguió las inversiones mineras que estaba buscando (Ver Clarín, edición digital: http://www.ieco.clarin.com/economia/China-buscara-oro-Rioja_0_190800010.html). Creo que esto no hace más que reforzar lo expuesto en el texto de la nota.

NOTAS:

(1) Declaraciones publicadas en EL ARGENTINO, 18 de noviembre de 2010, p. 3.
(2) La cita transcribe declaraciones de Gelbard en el Congreso de la Productividad, celebrado durante el 2º gobierno de Perón, en marzo de 1955. La reproduce el historiador inglés Daniel James en la página 86 de su obra Resistencia e integración. Poseo la siguiente edición: James, Daniel. (2005). Resistencia e integración: El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina.

28 comentarios:

Myriam dijo...

Ariel: plenamente de acuerdo con vos. Y me parece que apuntás justamente al nudo de la cuestión: el peronismo propugna la conciliación entre las clases, con las diferencias que vos marcás entre el primer peronismo y el kirchnerismo. Este es el tipo de valoración de la militancia que pueden hacer cuando el contenido no es más que un populismo de gestos.

Anónimo dijo...

Que díficil se les hace a las sectas no tener un jefe político que sea llorado por el pueblo en una plaza.

Los 90 fue el auge del neoliberalismo y del trotskismo, década infame que vino a terminar el jefe Néstor.

Conciliación de clases? Nos bombardearon la plaza y nos desaparecieron 29.900 compañeros.

Tenemos, como Néstor predicó, un compromiso contra el neoliberalismo y contra el trotskismo. Amantes que engendraron los 90!

Deja de usar palabras esdrújulas pa confundirme, nabo!

Me voy a comer un choripan con Hebe y Curto...

Ale

Myriam dijo...

Perdón, no gobernaron ustedes en los '90? (me refiero a los peronistas, por supuesto). Ahora, si no entendés lo que leés porque hay esdrújulas, para qué opinás? Pedile a alguen que te explique el texto primero. Che, anónimo es esdrújula, pescau.

Anónimo dijo...

Cualquier política que no contenga la doctrina peronista después del 45 no se considera Nac&Pop en ningun lugar de este mundo. El mundo sufre hoy las consecuencias de no leer "La Comunidad Organizada". Por suerte en la UNASUR la mayoría leyeron y entendieron a Perón.

No es lo mismo un militante peronista que un militante de otra expresión política. El militante peronista es del pueblo y el resto de los huevos.

El abuso de esdrujulas es proporcional al nivel de antinaciolismo del escritor. Somos, claramente, un pueblo agudo y grave.

El peronismo vino a erradicar de este país las tres patas donde se sostuvo el desastre de los noventa: los neoliberales peronistas, los progresistas conservadores y los trotskista vende humo.

Y todo... todo... lo empezo Néstor. Gracias Néstor!

Ahora arranco el parque, me hago un asado que me pica el bagre...

Remolinovencedor dijo...

La militancia debería distinguirse de las modas. El kirchnerismo es la reestructuración de los intereses de la clase dominante mediante un discurso oportunamente reformista. Es una auto-reforma limitada. Es el gobierno “progresista” "nacional y popular" que más deuda externa pagó. Es la remera con la cara del Che en una tienda pop. Creo que no tiene esdrújulas.

Anónimo dijo...

El kirchnerismo es la reestructuración de los intereses de la clase dominante. Sí, la clase dominante es el pueblo. Que lloro a su líder y abrazó a la Presidenta.

El Kirchnerismo es la Revolución del Pueblo que los avaros neoliberales y los individualistas trotskistas odian.

Los K somos el amor del Pueblo que se construye. Las izquierdas y las derechas son el odio de los que nunca acceden al Pueblo, ni al amor.

A la izquierda y a la derecha estan los antipopulares y como el mundo es redondo, se entremezclan para destruir a los pueblos.

Ansioso espero ser parte de ese pueblo, ser peronista... ese día ya no escribire mas aquí... porque no hay cosa mas antipopular que discutir con troskos.

Consiganse una Patria y un pueblo que los amé, cipayos!

Linda hora pa una siesta y en unos días a cobrar un plan sin hacer na de na...

Ariel Mayo (1970) dijo...

Va un comentario que hizo Fernando Iacovone por correo electrónico (y que luego me dedicaré a comentar):

"Cuando se habla de la militancia, se comete el mismo tipo de error que se manifiesta cuando se habla de peronismo, se pierde el sentido de la palabra debido a la amplitud de conceptos de la misma. Estoy de acuerdo en que es necesario caracterizar la militancia desde un sentido político, y a partir de ahí, recién se puede determinar su carácter positivo o negativo. Lo mismo pienso que debe hacerse cuando se habla de peronismo. El peronismo se ha transformado en una palabra tan amplia que hasta Mariano Grondona aseguró sentirse un poco identificado con el peronismo llevado a cabo por Juan Perón su esposa y Lopez Rega en los 70.
Es así, que cuando se habla de militancia peronista, parece que no se está caracterizando demasiado el tipo de militancia. Es por esto que creo, que una definición más específica es la militancia K, entiendo que el kirchnerismo rescata los valores principales del primer peronismo, en lo que refiere a la revalorización de la clase trabajadora, la recuperación de derechos sociales, el carácter popular, acompañado de un revisionismo histórico notable que viene a poner de cabeza a toda nuestra bibliografía actual de primaria y secundaria, agregándole aditamentos propios, buenos y no tan buenos.
La relación que tiene el gobernador de La Rioja con la militancia, empieza y termina en la demagogia, es por esto que podemos encontrar en él, contradicciones tan visibles como las que aclaraste. Sin embargo, hoy en día es fácil encontrar contradicciones en la propia Cristina o en el más encarnizado militante Kirchnerista que tenga funciones en el gobierno, los que se presentan impolutos, sin ningún tipo de contradicción, son lo que señalan desde afuera y critican, son los partidos de izquierda (salvo excepciones donde puede verse al Movimientos Socialista de los Trabajadores y partidos de izquierda junto a la pequeña burguesía y la oligarquía terrateniente, contradicción insalvable) que levantan su dedo acusador. Es imposible evitar las contradicciones cuando se está llevando adelante un proceso de transformación gradual, durante el proceso convivirán lo trasformado y lo que se quiere transformar y serán contradictorios entre sí para los que miren y señalen desde afuera, no así para los que tienen claro sus objetivos desde adentro y los plazos de ejecución. Una revolución sin contradicciones necesita de tribunales populares, y otras instituciones revolucionarias, que están ya a mi entender y quizás también a mi pesar, fuera de época.".

Ariel Mayo (1970) dijo...

Ale,agradezco los tres comentarios (supongo que son tuyos los otros dos comentarios no firmados), por más que estamos en desacuerdo en casi todas las cosas, salvo, por supuesto, en el gusto por el chori. Más allá de las palabras, sigue en pie la cuestión de cuáles fueron las razones que llevaron al peronismo a llevar adelante el proyecto neoliberal en los '90. Tal vez sea más interesante discutir eso que dedicarse a la chicana. Saludos,
Ariel

Ariel Mayo (1970) dijo...

Myriam:

Gracias por los comentarios. Coincido en que el peronismo planteó siempre la conciliación de clases. Eso es claro. Pero también es cierto que, proponiendo eso, terminó por generar uno de los mayores despelotes de la historia argentina, si se me permite el término técnico. Como diría el amigo Cooke, "el hecho maldito del país burgués". Claro que también generó sus propios "anticuerpos" para ese despelote, como don López Rega y otros tantos santos varones.
Eso, dicho de manera muy rápida, expresa la enorme complejidad del peronismo.
Saludos,
Ariel

Remolinovencedor dijo...

Con respecto a la militancia y sin chicanas, quería compartir esto que pensé. Creo que después de la deslegitimación de los partidos políticos, estos buscaron una estructura de alianzas que les permitiera obtener la mayoría electoral. Ahora presenciamos la debilidad de esas alianzas electoralistas y por eso creo que los partidos tradicionales (exceptuando a la izquierda) están reivindicando la militancia. Incluyo al radicalismo porque fue Ricardo Alfonsín el que rescató el valor de Kirchner como militante. Están buscando una nueva forma de legitimación. Vacíos de ideología o identidad política: por la dictadura, el neoliberalismo, la propia posmodernidad; abrieron la militancia a la coyuntura. Creo que hay un deslizamiento de la composición militante de la ideología a la coyuntura. Creo que esto se da porque el kirchnerismo, que es quien marca la ruta, inconsistente en un principio de aparato y militancia, tuvo que construir su poder político desde el poder institucional. La conformación de una militancia y el día a día, se encadenaron. Habría que distinguir entre una militancia ideológica y una coyuntural. Por eso el kirchnerismo abre el reclutamiento de sectores que antes “no se interesaban en política”.

Anónimo dijo...

Che, catedráticos de las masas que caben en un remis... ¿Por qué ninguna masa los ama?

Yo creo que a ustedes les falta amor.

Ojo, lo digo sin chicanear. Es algo que estuve reflexionando durante unos largos 15 segundos y lo queria compartir con ustedes.

Ariel Mayo (1970) dijo...

Transcribo los comentarios que me envió Felipe Derqui por correo electrónico. Como son muy extensos, los tuve que dividir en dos partes:
"Por empezar es buena la contextualiación histórica que marcas. Y el contrapunto con Beder Herrera va en ese sentido.
Está claro que el renacimiento de la militancia es en el peronismo y, como bien remarcas, más bien en el kirchnerismo.
También acuerdo con la caracterización que haces de la militancia. Para ello hay que partir del piso del compromiso, pasión, idealismo, con una cuota importante de desinterés personal en pos de un interés general o, mejor dicho, más abarcativo porque si hay militancia es porque existe una lucha frente a otros. A esto le agregaría una característica más: la obediencia (pero no la debida). La militancia le cabe a la base de un movimiento que debe seguir a los líderes o, más gramscianamente, a los dirigentes. Una cuestión a ver será que en la medida en que la formación y conciencia del movimiento que los convoca sea mayor permita que se horizontalicen las tomas de decisiones y las discusiones respecto de los objetivos de la práctica militante.
Si hablamos de militancia en abstracto, está bien en sumarle otra característica: transformar la sociedad (incluso en los movimientos reaccionarios, pues se mueven para desarticular lo que genera resistencia, es decir cambio social). Pero al concretizarlo más que cabe la pregunta sobre el sentido. Y acá un primer desmarque del gobernador riojano, donde la apelación a la militancia sirve para legitimar el sentido regresivo que marcan las inversiones mineras. Y se plantea el primer límite serio a la progresividad del kirchnerismo: la necesidad de conservar alianzas con las recalcitrantes elites del interior para mantener la cohesión del peronismo. Problema más que serio ya que en las condiciones actuales la única alternativa real de conservar y seguir avanzando en medidas progresivas (la verdad que no me gusta el término pero por ahora no encuentro uno mejor, ud. sabe que el positivismo no es lo mío) es el peronismo."

Ariel Mayo (1970) dijo...

Va la segunda parte del comentario de Felipe Derqui:
"Pero volviendo a la pregunta del sentido bien decís que hay que nutrir a la militancia de contenido político: Los objetivos que se propone y los enemigos que combate. Creo que es esto justamente lo que termina delimitando qué es ser de izquierda. Y la izquierda está resumida en la tesis 11. Son esos objetivos (escasos en absoluto, gigantes en relación a los últimos 30 años) y frente a estos enemigos lo que permite modificar el mundo como proponía Marx. Y como ya te dije los cambios hoy, nos guste o no, vienen centralmente por lo que haga el peronismo. Creo que hay una parte importante de la izquierda que sabe leer esta coyuntura y que se une al peronismo al tiempo que intenta estirar los límites que este mismo se permite. Mucho de esto pasó en los 60-70 aunque claro que las condiciones eran diferentes. Por de pronto sería bueno no creernos tan poderosos como los monto y la JP que creyeron que iban a dominar a Perón y la derecha peronista (que por suerte para nosotros el Pocho ya no está y la derecha seguirá siendo nefasta pero es un bebé de pecho frente a la triple A y cia.).
Me parece muy bueno lo que decís de la necesidad de reconstruir la autoestima de los trabajadores para retomar en mejores condiciones la lucha de poder frente a la patronal.
Una aclaración: en el último párrafo decís “Nuestra sociedad se caracteriza, entre otras cosas, por la desigualdad en la distribución del poder” pero lo que se distribuye no es el poder, que se construye ya que es una relación social, sino aquello que se produce, el valor nuevo, lo creado por el trabajo. Claro que esto determina las relaciones de poder pero no es “el” poder. Gracias a esto es que existe la posibilidad del cambio en la correlación de fuerzas.
Unas últimas líneas sobre la pregunta que haces al final sobre la posibilidad de autonomía y libertad. Totalmente válida y necesaria la pregunta. Esta es la famosa igualdad formal del liberalimo/capitalismo. Y hace falta resaltarla para deslegitimar el discurso dominante. Pero no caigamos en la idealización de la autonomía y la libertad. Estas en sí son inalcanzables ( a no ser que asumamos a rajatabla los principios del individualismo metodológico). Me remito a una frase de Gramsci: “... no existe una ´naturaleza humana´ abstracta, fija e inmutable (concepto que proviene del pensamiento religioso y de la trascendencia), sino que la naturaleza humana es el conjunto de las relaciones sociales históricamente determinadas ...” (la negrita es mía). En cualquier conjunto de las relaciones sociales históricamente determinadas la autonomía y la libertad están condicionadas".

Anónimo dijo...

Felipe Derqui: "Y se plantea el primer límite serio a la progresividad del kirchnerismo: la necesidad de conservar alianzas con las recalcitrantes elites del interior para mantener la cohesión del peronismo."

A vos porteño Felipe Derqui, que tenes menos federalismo que Uruguay porque no te haces sodomizar por los gobernantes de tu ciudad de elite PRO?

El pueblo prefiere un Beder Herrera borracho que una Vilma Ripoll lucída, entendes representante del antipueblo.

Nosotros, el pueblo, como nos enseñó el General Pocho defendemos al pueblo desde el pueblo de los gorilas. Y el mundo es redondo, papá... Y los gorilas vienen de lo que los imperialistas llaman derecha e izquierda.

Los mejores militantes peronistas van al cielo, los mejores militantes de izquierda van al peronismo. Quelevachacher!

Myriam dijo...

Ariel: estoy de acuerdo con la cuestión del “despelote” así como del bombardeo que recuerda el amigo del choripán con modorra. Ahora, eso en sí, no significa demasiado. La cuestión es si hay o no un criterio para definir qué es “revolucionario”, por poner un ejemplo. Porque entonces, cualquiera nos va a traer su propia definición y todas van a tener el mismo valor, por qué no? O mejor, su valor de verdad lo va a dar el hecho de que, cierta caracterización, encarne actualmente en una mayoría (que es a donde apunta el amigo indigestado). Y acá retomo lo que plantea Rolo: el criterio para la crítica no debe estar ni por fuera ni por encima de lo que examinamos, sino en las contradicciones que se pueden establecer entre las manifestaciones y formas de un fenómeno y su contenido. Entonces, el peronismo es Cooke y es Lopez Rega. Muy brevemente, y a mi entender, es una realización autóctona de lo que fue la revolución pasiva mundial encarnada en el “Estado de bienestar”.

Anónimo dijo...

Q cuadrazo q es esta Miryamtkopin! Q bombardeen una plaza peronista no significa nada!

Mamita querid! Las cosas q dicen los gorilas! Las cosas q dicen para dividir al pueblo y entregarlo a fuerzas extranjeras...

Cuanto odio tiene la camarada Miryamtkopin. Q le pasa? Acaso teme q este gobierno revolucionario le siga dando trabajo al Pueblo y en una de esas le toque uno a usted, camarada?

Felipe dijo...

Algunos comentarios: Parece que decir que alguien no es federal porque critica a las elites del interior (que también podemos encontrar en la capital, porque no se trata de una cuestión geográfica sino de ubicación ideológica) implica tener una visión un poco sesgada. Si por descarte la voté alguna vez a Ripoll, quedó claro que a partir de la 125 se olvide de contar conmigo. Ale-anónimo, yo dejo a un lado tus chicanas baratas y, si podes, deja de lado los preconceptos y discutamos ideas.
Con respecto a la cuestión de si el peronismo implica la conciliación de clases o no, es una cuestión perimida (no propone la lucha de clases pero genera algunos conflictos interesantes) y que en el contexto actual no suma sino más bien resta. Mientras la hegemonía en el peronismo este en manos de los que aportan del quilombo que menciona Ariel, creo que hay que sumarse. La batallas no se eligen, se dan las que la coyuntura nos permite, y en la medida de lo posible se llevará a un terreno más conveniente.
Saludos

Felipe

Anónimo dijo...

Felipe de Capital:

Las elites reclacitarntes que nombras son del Interior. Esto es porq en la Capital los K no tienen pactos espurios? Por favor! sos un elitista tanguero de París.

Chorreas unitarismo anti nacional capitalino! Tu ficha antinacional se huele hasta por la Web.

Votaste a Ripoll por descarte? Siemopre a contramano del pueblo humilde de tu Patria! Por qué siempre elegis o que te imponen las fuerzas extranjeras?

Son odiadores. Odian el interior. Odian el conurbano. Odian los carnavales y las Sociedades de Fomento. Odian a Perón y odian a Sarmiento. Odian a Néstor y odian a Rosas. Son puro odio.

Así que el peronismo resta, pa vos. Y claro, tritri... si somo populares y nacionales y ustedes son cipayos y vendepatria.

O que te pensas? Q quizas en una de esas tenemos cosas en común el Pueblo y ustedes? Naaaaaaa.... ni por descarte, gilastrun.

Ahora me estoy yendo... Voy a repartir unos planes y a quedarme con el diego pa comprar pintura y pintar en las paredes de mi barrio... GRACIAS NÉSTOR!

Myriam dijo...

Bueno, personalmente, no creo que plantear la conciliación de las clases o su imposibilidad sea una cuestión perimida, más bien, todo lo contrario. Y creo que sí, que uno elige la batalla y el bando. Me parece saludable participar en las propias y no en las ajenas, como en el caso de la 125, donde se buscó limitar las opciones al alineamiento con alguno de los dos bandos defensores de los intereses del capital.

Felipe dijo...

Lo que está perimido no es la lucha de clases sino el hecho de discutir si el peronismo la propone o no. Está claro que no es revolucionario en el sentido marxista.
Corrijo lo dicho antes ” La batallas no se eligen, se dan las que la coyuntura nos permite” . Las batallas sí se eligen, es decir contra quién, y en ella uno debe buscar alianzas y creo que el kirchnerismo en muchos aspectos es un aliado. Lo que no se puede elegir es la forma de la batalla y esto está condicionado por la coyuntura.

Myriam dijo...

No, si yo entendí lo que dijiste. Pero definitivamente, no creo que eso esté claro para muchos. Estoy de acuerdo con vos en que la coyuntura pone un límite. Pero no para caracterizar lo que es el kirchnerismo, que es donde tenemos el problema. Enfrentar el ALCA, pero firmar con la Barry Gold, la minería a cielo abierto, el pago por adelantado al FMI; el gesto del juicio a los viejos genocidas, pero con presos políticos y quita de fueros sindicales justamente a los “quilomberos”; la exaltación de la política y la militancia con sostén de la burocracia sindical y el trabajo precarizado. Las agresiones de las patotas sindicales que, definitivamente, no comenzaron con el asesinato de Mariano. Y la ley de Recalde para estimular el interés personal en la producción? Entonces me pregunto: aliado de quién?

Ariel Mayo (1970) dijo...

Vamos por partes. Quiero empezar por hacer algunos comentarios a lo escrito por Fernando.
"Es imposible evitar las contradicciones cuando se está llevando adelante un proceso de transformación gradual, durante el proceso convivirán lo trasformado y lo que se quiere transformar y serán contradictorios entre sí para los que miren y señalen desde afuera, no así para los que tienen claro sus objetivos desde adentro y los plazos de ejecución." Es cierto que es imposible hacer política sin contradicciones. La pureza sólo existe en los libros de teología. Eso está claro. Si me interesa discutir el contenido de las transformaciones llevadas adelante por el kirchnerismo, para establecer en qué medida puede hablarse de una transformación "revolucionaria" como afirman algunos compañeros. Para poder determinar esto hay que empezar por estudiar en qué consiste la estructura de clases en la Argentina y cuáles son los instrumentos y los mecanismos que tienen los sectores dominantes para ejercer su dominación. Establecido esto, es posible verificar si los gobiernos de Néstor y Cristina han podido modificar esos mecanismos, abriendo un campo de nuevas posibilidades a los sectores populares. Ese es el objetivo de esta nota y de la que titulé "Apuntes sobre el poder en Argentina". Los Kirchner han modificado notoriamente el discurso y algunas prácticas de la política argentina (sobre todo a partir del cimbronazo de la 125), pero no han querido modificar ninguna de las estructuras del núcleo duro del poder en Argentina (en el campo, el dominio de los sojeros y de un esquema productivo volcado hacia la producción de alimentos y materias primas para la exportación; en la industria, trabajo en negro, tercerización, precarización, trabajo esclavo, etc.). La reactivación económica se ha llevado adelante en buena medida gracias a una sobreexplotación de la fuerza de trabajo, derivada de la no modificación del marco legal que estableció el menemismo para las relaciones laborales. En este punto, creo que el kirchnerismo representa un proyecto de las clases dominantes, y esto tiene que entenderse en el marco de la crisis política de 2001, que dejó en claro que la Argentina no podía seguir siendo gobernada como en los '90.
Ahora bien, decir que el kirchnerismo encarna un proyecto de las clases dominantes no implica negar su capacidad para realizar transformaciones importantes en la política argentina. Está claro que Néstor o Cristina no son Duhalde o Macri. Pero es justamente por esto que es necesario entender cuáles son los límites de su proyecto, teniendo en mente la construcción de un proyecto político propio de los trabajadores y demás sectores populares.
Un abrazo,
Ariel

Ariel Mayo (1970) dijo...

Sigo.Para Remolinovencedor:

Ante todo, gracias por tus comentarios. Dos cosas. Por un lado, coincido en que el gobierno de Néstor y Cristina constituye una reestructuración de la política desde los intereses de la clase dominante. En este sentido, no puede entenderse el gobierno de Néstor sin la crisis de 2001 y tampoco sin la reacción multitudinaria a los asesinatos de Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. Argentina no podía seguir siendo gobernada como en los '90, y esto imponía límites muy fuertes al menú de opciones de la clase dominante. Y Kirchner leyó muy bien esta realidad. Gestos como el de poner en el palco a las Madres de Plaza de Mayo o bajar el retrato de Videla serían impensables en Duhalde o Reutemann, por ejemplo. Claro está que estos gestos (que no son solamente simbólicos, aclaro - lo simbólico forma parte también de la realidad material -) no impidieron que Kirchner dejara el campo libre a los sojeros o que mantuviera la legislación laboral de los '90 que fomentaba la tercerización y la precarización del empleo. Por otra parte, me parece muy inteligente tu comentario sobre la naturaleza de la nueva militancia. El neoliberalismo, al instaurar un "pensamiento único" en política, vació de todo contenido a los partidos mayoritarios, que se limitaron cada vez más a gestionar los intereses de los dueños del mercado. La política, que no podía modificar la relación de fuerzas existente entre las clases sociales, se convirtió en gestión. El operador político reemplazó al militante (siempre refiriéndonos a los partidos mayoritarios). Quebrado el consenso neoliberal en diciembre de 2001,los partidos mayoritarios se vieron obligados a modificar sus planteos políticos. Esto trajo otra vez a la luz, de manera bastante tardía, por cierto, la cuestión de la militancia. Kirchner carecía de militantes propios en 2003 y esto fue un problema durante toda su presidencia. Pero sólo a partir del cimbronazo de la 125 se convenció de que tenía que volver a ocupar las calles con militantes. En este punto, me parece pertinente la distinción que hacés entre militantes ideológicos y coyunturales. El problema del kirchnerismo, hoy por hoy, consiste en transformar los militantes coyunturales en ideológicos. Pero, para hacerlo, tiene que definir mucho más el contenido de su política (radicalizarse, pues muy difícil construir una militancia multitudinaria sin confrontar de algún modo con el orden existente).
Un abrazo,

Anónimo dijo...

La lucha de clases es una idea imperialista que intentó dividir a los pueblos y que entretiene a los nenes bien en las Universidades haciendo una Revolución de happy hours.

Los revolucionarios son amados por el pueblo. Un proceso es revolucionario cuando el pueblo llora a su líder, a su jefe, a su papá.

Querés hacer la revolución: logra que las ancianas lloren, que los jóvenes canten y que los adultos lleven a sus crios a la Plaza a despedir al héroe. Hacé eso y serás un revolucionario.

Sino, podés seguir siendo un Goriila, solo, odiando, sin entender a las masas, al pueblo, a los humildes, rechinando los dientes al ver a la juventud, justificando genocidios mirando pa otro lado o sin homenajear a los que se morfaron una bomba en la capocha porq eran peronistas.

Nosotros, seguimos, hasta que ustedes los Gorilas se cansen y vuelvan a salir a cazarnos con su odio, con venganza, sedientos, pa entregarle nuestro trabajo quebrarnos el espiritú. Veremos si esta vez pueden los antipatria como vos quebrar al pueblo.

Hay peronismo, aca estamos, nos encontramos de nuevo otra vez, a pesar de las mentiras troskas y neoliberales (mentiras gorilas). Estamos y vamos a durar, por lo menos 30 años más. Gracias Néstor!

Ariel Mayo (1970) dijo...

Seguimos. A Felipe:

"en las condiciones actuales la única alternativa real de conservar y seguir avanzando en medidas progresivas (...) es el peronismo." Aquí empiezan, en todo caso, nuestras diferencias. Sería necio decir que Cristina es igual a Macri o a Duhalde. Y también es cierto que, frente a una tentativa destituyente (las hubo en 2008 y 2009), hay que salir a defender al gobierno. Si llegara a la presidencia cualquiera de los candidatos de la autodenominada oposición, habría probablemente un intento de regreso a las prácticas neoliberales. Todo eso está claro y lo concedo. Pero eso no significa creer que el gobierno de Cristina sea un gobierno dispuesto a confrontar efectivamente con el poder en Argentina. Fijate que las relaciones laborales impuestas en los ´90 no se han modificado y que, si dejamos de lado la pelea con los medios, el gobierno no ha mostrado mucho interés en confrontar con los "monopolios". Ahora bien, para confrontar con los "monopolios" y modificar las relaciones de fuerza en Argentina es preciso movilizar a mucha gente. Los que son indiferentes tienen que comprometerse. Esto es imposible si las personas están aplastadas en sus trabajos todos los días. No se puede construir una sociedad más igualitaria si no se logra el compromiso activo de la mayoría de los sectores populares. A su manera, Néstor vio esto en el 2008, cuando vio que las calles eran ganadas por los caceroleros "pro campo". Pero para lograr compromiso masivo con un proyecto es preciso demostrar que se modifican las condiciones de la vida cotidiana. ¿Puede hacerse esto sin tocarse la estructura del poder en Argentina? Mi respuesta es negativa, y es por eso que creo que hay que construir un proyecto de poder desde la izquierda (sé que en las condiciones actuales suena ridículo, pero es una tarea NECESARIA). Para eso hay que: 1) marcar en todo momento las limitaciones del kirchnerismo, sin caer en la tontería de despachar la cuestión diciendo meramente "es un gobierno burgués"; 2) aglutinar los esfuerzos dispersos de tantos militantes que no forman parte orgánicamente de las agrupaciones de izquierda; 3) construir una estrategia política dirigida hacia el poder, a plantearse como alternativa real. A mi juicio, sólo es posible hacer esto por fuera del kirchnerismo.
Un abrazo,

Ariel Mayo (1970) dijo...

Comienzo a transcribir un largo comentario que mandó Facundo Larosa. Desde ya agradecemos la gentileza de haber redactado un extenso comentario:

NADIE PUEDE COMPETIR CON LO SAGRADO

Quiero comentar esta nota por
haberme sido presentada por un amigo que me introdujo a la misma. Realmente es
una apreciación desbalanceada que necesita una urgente, aunque tardía,
contestación. No me expresaré demasiado sobre la tendencia (¿inconsciente?) a
adjudicarle una pasividad poco analizada al personaje histórico de Néstor
Kirchner. Otros lo han hecho. A lo largo de la nota se lo retrata como una
víctima de la circunstancias y el cortoplacismo político que, amplificada, se
revela como una descalificación poco desarrollada y fundamentada. Más allá de
los lugares comunes que abundan en la publicación (sinceramente, he leído una
decena de “análisis” como éste) deseo centrar la discusión en si cambió la
estructura de poder, que además es la única consideración seria del texto. No
intento parecer descalificatorio y desarrollaré más adelante las razones de
esta afirmación. Los invito a hacer el siguiente ejercicio: imaginemos por un
momento que estamos en 2001 o 2002 y retornamos a nuestros viejos yoes de entonces.
Recordamos la facilidad de aquellos tiempos de los medios masivos de
comunicación (léase TN) para implantar todo tipo de falsas discusiones y
sofismas de estilo. Tardaban semanas en disiparse mientras eran religiosamente
comentadas en las colas de cada verdulería, quiosco y buffet de facultad del
país. Hoy ya no es así. Una parte apreciable de la población lee varios diarios
o escucha diferentes noticieros para comparar y obtener su propia conclusión.
En la cola de la verdulería, alguien dice: "No me contestes con el Clarín,
pensá por vos mismo". Eso es cambiar la estructura de poder. El “hombre
promedio de la estadística” se ha dado una libertad limitada de pensamiento."

Ariel Mayo (1970) dijo...

Va la 2º parte del comentario de Facundo Larosa, titulado NADIE PUEDE COMPETIR CON LO SAGRADO.

"En otra línea, antes, un
homosexual era Guido Suller en el programa de Mauro Viale. Durante “la era
kirchnerista” hablamos de matrimonio, hablamos de amor, hablamos de libertades
individuales, léase, de necesidades y convicciones íntimas del hombre. El
matrimonio igualitario sacó el concepto de homosexualidad de la marginalia
social y le dio un lugar en el centro de la sociedad. Se puede argumentar que
esto es más en la teoría que en la práctica, pero tal acusación no va al centro
de la cuestión sino que es en sí misma empequeñecedora. La supuesta “falta de
debate” previa aprobación de la ley dejó al descubierto que los contrarios a su
sanción no eran más que un grupo minoritario que malinterpretaron el alcance de
sus religiones cuando intentaron imponérsela a otros… quienes no se lo
agradecían demasiado.


El (llamado) “conflicto del campo”
nos demostró que redistribuir es sacarle a uno para darle al otro. En el
sistema cerrado que es el universo de las ganancias, captar rentas
extraordinarias es la única forma de invertir en infraestructura social
destinada a combatir los problemas estructurales o circunstanciales de la
pobreza y el atraso."

Ariel Mayo (1970) dijo...

Va la 3º parte del comentario de Facundo Larosa, NADIE PUEDE COMPETIR CON LO SAGRADO.

"A lo largo de la nota se ocultan
deliberadamente logros muy caros a todos como los alcances de la asignación
universal por hijo, el 6,5% del PBI destinado a la educación, el plan de
infraestructura y obras públicas, la política de desarrollo universitaria y de
ciencia y tecnología, el apoyo a Madres y Abuelas para que pasaran al rol
activo de generar cultura y vivienda, así como los juicios a los cuadros
superiores, medios e inferiores de la estructura represiva del Estado, etc.


Lamentablemente, y ahora paso a
fundamentar el gran defecto de la nota discutida: el discurso está dado desde
un lugar común adoptado por la izquierda argentina y de otras naciones. Ese
lugar es el de que algún día vendrá una hipotética revolución en que las
estructuras de poder actuales serán barridas y en un abrir y cerrar de ojos se
instaurará una dictadura del proletariado que iniciará una Edad de Oro la cual,
por supuesto, durará por siempre. Realmente merece ser estudiada dentro de las
variantes del pensamiento mesiánico y ser, por tanto, objeto de la antropología
de religiones más que de la ciencia política. Esta clase de pseudo análisis son
confusos en sí ya que no indican cómo se llevaría a cabo todas estas gestas
épicas (sumarían en realidad... se volverían terrestres...) aunque sirven como
punto de referencia absoluto (cero absoluto) para comparar (y deslucir) a
cualquiera. ¿Quién puede competir con la belleza de la Sagrada Ilión? ¿Puede un
proceso democrático que recibió un país quebrado, lo “sacó del pozo” y lo
gobernó sólo siete años… soportar la comparación con un mundo ideal que reside
fuera del tiempo y el espacio?"