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martes, 26 de octubre de 2010

UNA MISA POR EL "DIÁLOGO": JORGE TRIACA IN MEMORIAM

Se hace tan difícil mantener la serenidad al escribir, cuando la hipocresía es tan evidente que sólo la indignación es refugio para mantener la cordura...

Los hechos. El viernes 22 de octubre se celebró una misa en memoria del ciudadano Jorge Triaca (1930?-2008) en la Catedral de Buenos Aires, oficiada por el ciudadano Jorge Mario Bergoglio (n. 1936), quien en sus ratos de ocio se desempeña como arzobispo de Buenos Aires. Del simpático evento participaron numerosos sindicalistas y ciudadano Héctor Méndez, titular de la UIA (Unión Industrial Argentina), así como también algunas figurillas del mundo político y aledaños. Durante la misa, Bergoglio afirmó que "estamos en tiempos en que la crispación campea la conducta de los hombres. Necesitamos humildad, mansedumbre, paciencia (...) Jorge no se cansaba de escuchar, de componer. Su objetivo era siempre consensuar." "Jesús nos enseña la virtud de saber escuchar. Y si uno no está de acuerdo, decírselo, pero sin llegar a los gritos o a los insultos."

El empresario Méndez, por su parte, sostuvo que "Jorge fue un hombre de diálogo, y estoy convencido de que ese es el único camino, en tiempos en los que parece que vamos para el lado contrario".

Ahora bien, ¿Quién era el finado, este santo varón bendecido con la posesión de tantas virtudes?

Un resumen muy breve arroja lo siguiente. Jorge Triaca sí sabía escuchar, pero siempre a los empresarios y nunca a los trabajadores. Durante la dictadura militar de 1976-1983 fue el máximo exponente de la llamada CGT Azopardo, la entidad gremial más proclive al "diálogo" (casi escribo "colaboración") con la humanitaria dictadura, que se estaba encargando de mandar al reino de dios a las almas de miles de trabajadores que no habían entendido todavía las virtudes del diálogo y del consenso. Dirigente del sindicato de los trabajadores del plástico, fue proverbial su habilidad para los negocios, a punto tal que se hacía muy difícil establecer si era un sindicalista devenido empresario o un empresario con algunas veleidades sindicalistas. Jorge había entendido en la dura escuela de la dictadura que el dinero es la puerta que abre todos los diálogos y que la compañía de los empresarios era mucho más redituable que la de los trabajadores. Mucho antes de que la década del '90 nos regalara una multitud de sindicalistas orgullosos de su faceta empresaria, Triaca había marcado el contenido del verdadero diálogo entre el capital y el trabajo: a cambio de dinero, prebendas y el reconocimiento de los dueños del capital, los sindicalistas como Triaca se comprometían a facilitar la implementación de las medidas de flexibilización laboral requeridas por los economistas neoliberales. Desocupación, subocupación, precarización y tercerización fueron los resultados de la estrategia impulsada por economistas neoliberales, empresarios a quienes les interesaba el país y sindicalistas urgidos por hacer dinero fácil. Uso de patotas para amedrentar a opositores, connivencia con la patronal, los gobiernos y los jueces, ataques furiosos contra toda forma de democracia sindical fueron las constantes del accionar de los sindicalistas como Jorge. En la década menemista Jorge coronó su larga carrera de servicios al capital al desempeñarse como ministro de Trabajo (1989-1992) del presidente ciudadano Carlos Saúl Menem (n. 1930), período en el que se implementaron al máximo las políticas de flexibilización, mientras la desocupación y la actuación de sindicalistas que habían aprendido en la escuela de Jorge debilitaban cualquier intento de reacción obrera.

Este es, pues, el hombre del que se alaba su capacidad de diálogo, su habilidad para componer posiciones sin llegar al insultos. En verdad, los ciudadanos Bergoglio y Méndez dijeron mucho más de lo que pretendían. ¿Qué significa políticamente este elogio del diálogo, formulado dos días después del asesinato de Marcelo Ferreyra a manos de la patota de la Unión Ferroviaria? Significa que los empresarios, avalados por la Iglesia, plantean que los sindicatos deben subordinarse plenamente a los intereses del capital, tal como hizo toda su vida Triaca. Lisa y llanamente eso. Si los sindicalistas quieren una mayor cuota de poder, que se conviertan en empresarios. Este es el único "diálogo" posible según los empresarios y el señor ciudadano arzobispo Bergoglio. Todo expresado, como no podía ser de otra manera, en un lenguaje timorato e hipócrita, como no podía ser menos tratándose de tan virtuosos personajes.

Nos guste o no, estos son los límites reales de la política en Argentina. Trascenderlos, ir más allá para plantear otras cuestiones mucho más interesantes para los sectores populares, implica organizarse y prepararse para luchar contra los defensores del diálogo. Así sea, pues Jorge nos ha enseñado cabalmente cómo no debe actuar un militante obrero. Amén.

Buenos Aires, miércoles 27 de octubre de 2010

NOTAS:

La información de la misa celebrada en la catedral de Buenos Aires está tomada de LA NACIÓN, edición del sábado 23 de octubre de 2010.



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