Nota bibliográfica:
Para la redacción de
esta ficha utilicé la traducción española de Federico Lorenc Valcarce:
Durkheim, Emile. (2003). Lecciones de
Sociología. Física de las costumbres y del derecho y otros escritos sobre el
individualismo, los intelectuales y la democracia. Buenos Aires: Miño y
Dávila.
Aclaración:
Los párrafos entre
corchetes intercalados en el texto corresponden a comentarios de mi autoría.
LECCIÓN SÉPTIMA. MORAL CÍVICA: FORMAS DEL ESTADO. LA
DEMOCRACIA
(pp. 139-147).
Durkheim presenta el
tema general: la cuestión de los deberes respectivos del Estado y de los
ciudadanos. Pero como resulta que éstos varían según las formas de los Estados, va a concentrarse en el estudio de estas
formas.
Sigue a Montesquieu
(1689-1755), quien define las formas de Estado por el número de gobernantes.
Sin embargo, el criterio cuantitativo empleado por este autor para clasificar
las formas de gobierno adolece de “superficialidad”. (p. 140). Durkheim dedica
las primeras páginas de la Lección 7° a mostrar las insuficiencias de la
mencionada clasificación.
Para encontrar una
clasificación adecuada hay que volver a la cuestión de la naturaleza del Estado en general (tema de la Lección
5°).
“El Estado es el
órgano del pensamiento social.” (p. 142)
Según el sociólogo
francés, existen dos fuentes del pensamiento
social:
“Uno proviene de la
masa colectiva y es difuso; está formado por aquellos sentimientos,
aspiraciones y creencias que la sociedad ha elaborado colectivamente y que
están dispersos en todas las conciencias. El otro es elaborado por este órgano
especial que llamamos Estado o gobierno.” (p. 142).
Si bien existen
relaciones estrechas entre una y otra fuente, no cabe duda que “hay dos formas
muy diferentes de vida psicológica colectiva. Una es difusa, la otra es
organizada y centralizada. Una, como consecuencia de esta difusión, se mantiene
en la penumbra del subconsciente. (…) Al contrario, la deliberación, la
reflexión, es la característica de lo que tiene lugar en el órgano
gubernamental. Es un verdadero órgano de reflexión, todavía rudimentario, pero
llamado a desarrollarse cada vez más.” (p. 142).
Durkheim apunta con
sagacidad que el Estado está organizado “en vistas de prevenir los movimientos
irreflexivos.” (p.142). [En otras palabras, la organización estatal tiene por
objetivo encuadrar, organizar, los movimientos de las clases subordinadas,
porque el desorden implica una negación implícita del orden social.] (1).
En síntesis, el
Estado representa a la reflexión frente a “la conciencia colectiva oscura” (p.
143). Pero la reflexión puede alojarse en órganos especializados, alejados de
la consideración del público, o bien puede quebrar este aislamiento y realizar
sus deliberaciones públicamente. Si sucede esto último, “todo el mundo
participa en esta conciencia sui generis,
todo el mundo se plantea las cuestiones que se plantean los gobernantes, todo
el mundo reflexiona o puede reflexionar sobre ellas. (…) Desde el momento en
que el pueblo se plantea las mismas cuestiones que el Estado, el Estado debe –
para resolverlas – tener en cuenta lo que el pueblo piensa.” (p. 144).
El Estado pierde así
su aureola religiosa. Se da así uno de los rasgos de la democracia:
“El poder gubernamental,
en lugar de seguir replegado sobre sí mismo, ha descendido a las capas
profundas de la sociedad, recibe allí una elaboración nueva y regresa al punto
de partida. Lo que sucede en los medios llamados políticos es observado,
controlado por todo el mundo, y el resultado de estas observaciones, de este
control de las reflexiones que de allí resultan, vuelve a influir sobre los
medios gubernamentales.” (p. 144).
Durkheim refuta la
tesis que defiende que “la democracia es la forma política de una sociedad que
se autogobierna, en la que el gobierno está disperso en toda la nación.
Semejante definición es contradictoria en sus términos. Es casi como decir que
la democracia es una sociedad política sin Estado.” (p. 145).
Dicha tesis es
incorrecta porque la existencia misma del Estado supone la separación de éste
respecto de la sociedad: “El Estado o no es nada, o es un órgano distinto del
resto de la sociedad. Si el Estado está en todas partes, no está en ninguna. Es
el resultado de una concentración que separa de la masa colectiva a un grupo de
individuos determinado, un espacio en que el pensamiento social está sometido a
una elaboración de tipo particular y logra un poder excepcional de claridad.”
(p. 145).
Es incorrecto aplicar
el nombre de “democracia” a las sociedades primitivas (“las tribus amorfas”),
porque en ellas no hay Estado.
Dos rasgos
característicos de la existencia de la democracia:
1) la existencia de un Estado; 2) el carácter maleable, flexible, de la
sociedad (esto es consecuencia de que la conciencia gubernamental se extendió
hasta abarcar cada vez más objetos).
Finalmente, nuestro
autor formula la siguiente definición de democracia:
“Cuanto más estrecha
se vuelve la comunicación entre la conciencia gubernamental y el resto de la
sociedad, más esta conciencia se extiende y más cosas engloba, y la sociedad
tiene un carácter más democrático. La noción de democracia se define por una
extensión máxima de esta conciencia y, por esos mismo, determina esta
comunicación.” (p. 147).
Villa del Parque,
martes 8 de septiembre de 2015
NOTAS:
(1)
Durkheim
agrega: “Los reproches que se lanzan contra la institución de las asambleas de
los consejos deliberantes carecen de fundamento. Estos consejos son los únicos
instrumentos de que dispone la colectividad para prevenir la acción
irreflexiva, automática, ciega.” (p. 143). ¿De dónde proviene esta acción
irreflexiva? “En cada uno de nosotros, hay a cada instante una multitud de
ideas, tendencias, hábitos, que influyen sobre nosotros sin que sepamos ni cómo
ni por qué. Apenas los percibimos, los distinguimos mal. Están en el
subconsciente. Sin embargo, afectan nuestra conducta y hay personas que no son
movidas por otros móviles que estos. (…) Nuestra personalidad consciente,
nuestro yo, no se deja arrastrar por las corrientes oscuras que pueden formarse
en las profundidades de nuestro ser.” (p. 143). El pasaje citado no tiene
desperdicio. Los problemas en la conducta de los individuos no obedecen a
causas sociales (a, por ejemplo, la estructura de la sociedad que modela a esos
individuos), sino a la constitución de nuestro subconsciente. La sociedad (el
Estado) representa lo racional [la racionalidad capitalista] frente a la
irracionalidad [el individuo que busca el goce]. De ahí que la sociedad se
ocupe en todo momento de modelar al individuo. Es claro que desde este punto de
vista el conflicto social obedece a causas muy diferentes a la lucha de clases.
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