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lunes, 2 de enero de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (25): LAMENNAIS



Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página. Lamennais (1782-1854)

39. Lamennais (1782-1854).

Cole aclara que Hugues-Felicité-Robert de Lamennais "no era socialista" (I: 191). [De hecho, por lo que se desprende de su biografía, era un intelectual del catolicismo, más allá de que sus posiciones se hayan lejos del rechazo en bloque de la modernidad propuesto por la jerarquía eclesiástica en el siglo XIX]. En sus obras atacó a owenistas, fourieristas, icarianos, sansimonianos. (I: 191).


Defendió el
sufragio universal, al que consideró "un primer paso indispensable hacia la emancipación económica y social. Llegó a creer firmemente que el pueblo, teniendo voto, podría obtener de sus representates las leyes que necesitaba para remedio de sus desdichas, y de acuerdo con esto su petición constante era la democracia política completa." (I: 191). Rechazó que el Estado fuera el responsable de la creación de la nueva sociedad." (I: 191). Ponía el acento en la asociación, "tanto para la ejecución colectiva de tareas comunes como, aún más, para contratos colectivos, los cuales creía que podían utilizarse para obligar a y que los salarios se elevasen hasta un nivel satisfactorio y para vencer el poder monopolizador del capital." (I: 192).Conjugó la defensa de los sindicatos obreros y las demandas políticas de la extrema izquierda francesa de las décadas de 1830 y 1840, con el rechazo de los medios violentos para obtener estos fines. "Pensaba que a los hombres había que convencerlos, antes de que se pudiese esperar que actuasen o, incluso, que aceptasen los actos benéficos de los demás; y, creyendo en la libertad individual como objeto último de los hombres, sospechaba que todo proyecto que implicara el ejercicio de la autoridad ocultaba el deseo de poder, que sería ejercido sobre el pueblo y no por el pueblo." (I: 192). [Es el dilema de todo de todo reformador social. Trata de lograr la revolución, el reemplazo del orden capitalista, por medio de la persuasión, del convencimiento de la mayoría de la población. Se comporta como un liberal (respeto a la individualidad) y un demócrata (respeto a la voluntad de la mayoría y rechazó las imposiciones por parte de las minorías esclarecidas) consecuentes. Pero esto termina por engendrar inconsecuencias frente a la principios sustentados. ¿Por qué? En una sociedad capitalista la clase dominante cuenta con dos mecanismos para "convencer" a las clases trabajadoras. Uno, el más visible, consiste en la propiedad privada de los medios de producción de ideas (en las sociedades modernas, los medios de comunicación de masas). El otro, velado, es el conjunto de las condiciones que generan la coerción económica, esto es, la creación de una compulsión a trabajar y a obedecer la lógica capitalista, internalizada en los individuos. Estos mecanismos operan constantemente (sólo se debilitan parcialmente en períodos de crisis) y cierran el paso a cualquier tarea individual de propaganda anticapitalista. Los esforzados varones que procuran convencer al "público" de la conveniencia de otras relaciones sociales termina por "actuar" para minorías (a las que, justemente, no es necesario convencer). De todos modos, la advertencia de Lamennais contra el ejercicio de la autoridad sigue siendo válida. El problema consiste en que la revolución es obligadamente autoritaria.]

Fue un crítico del
socialismo de las décadas de 1830 y 1840. (I: 196-197). Algunas de esas críticas dan en el blanco: "La mayor parte de las sectas (...) cometen el error de volver la espalda a la política, y en lugar de trabajar a favor de la soberanía popular basada en el sufragio universal, se concentran en proyectos para regular la propiedad." (I: 197). [El ataque no es válido, por supuesto, para los cartistas. Hay que decir a Lamennais concibe la política de manera unilateral, esto es, como una operación de persuasión y convencimiento. No llega a una concepción de clase del Estado.] "...la propiedad es indispensable para la libertad humana, y debe estar difundida y no concentrada. (...) La concentración de la propiedad en manos del Estado significa, por consiguiente, la tiranía del Estado sobre la familia y el individuo. El verdadero problema no consiste en abolir el proletariado, sino en hallar la manera de establecer un sistema en el cual 'toda persona sea propietaria'. El comunismo no conducirá a la libertad y la hermandad, sino al 'restablecimiento de las castas', las castas gobernantes dominando sobre un pueblo esclavidado." (I: 197). [Dejemos de lado la cháchara sobre la propiedad (propone, en definitiva, la propiedad privada mercantil, que conduce al capitalismo). La observación acerca del comunismo es importante. La lucha de clases no termina con el triunfo de los trabajadores y la conquista del Estado. En un sentido, es sólo el comienzo. A partir de ahí se trata de construir un poder que garantice la libertad, el pleno despliegue de las potencialidades humanas. Ese poder tiene que sustentarse en la libre acción de los trabajadores, en la organización política autónoma de éstos. Si los trabajadores son incapaces de organizarse más allá de la misma toma del poder, serán derrotados por la fuerzas de la vieja sociedad, que poseen mucha mayor experiencia en la organización de la dominación. De hecho, la historia de la Revolución Rusa muestra como la derrota de la organización de los trabajadores conduce inevitablemente a una restauración de los mecanismos de dominación clasistas.]

La importancia del poder político: "Las clases desposeídas, teniendo poder política y el derecho de asociación, podrán adquirir propiedad por sí mismas y reducir la propiedad actual de los ricos a una cuestión sin importancia. El trabajador, libre para contratar con su patrono de igual a igual, se negará a aceptar condiciones explotadoras. Podrá insistir en su derecho a una educación gratuita y para todos, y a aprender las artes y las ciencias que sea capaz de dominar. El rico perderá su monopolio de acceso al saber y a las técnicas superiores de producción; los trabajadores llegarán a ser dueños de sí mismos y capaces, mediante la asociación, de reunir el capital que necesiten. Todo esto no podrá suceder en un día, pero una vez que el poder político haya pasado a las manos del pueblo, lo demás vendrá por sí mismo a su debido tiempo como consecuencia natural." (I: 198-199). [Lamennais se queda en la esfera de la circulación, de ahí el énfasis en los derechos y libertades. Deja de lado el ámbito de la producción, en donde las propiedad privada de los medios de producción constituye la institución más sólida de la sociedad capitalista.]

"Constituye un eslabón importante entre Saint-Simon, que tenía la idea de una evolución histórica, pero no del conflicto entre capitalistas y trabajadores, y Marx, que fue más allá de Lamennais, uniendo las dos ideas en la concepción materialista de la historia. Pero, por supuesto, en Lamennais la concepción de la historia era idealista, y la lucha de clases, tal como la concebía, habría de ser emprendida con Dios como inspirador de la cruzada proletaria." (I: 201).


Buenos Aires, lunes 2 de enero de 2012

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