Nota bibliográfica:
La primera edición de La miseria del historicismo apareció en 1957.
Para la redacción de este trabajo utilicé la traducción de Pedro Schwartz:
Popper, Karl. (1992). La miseria del historicismo. Madrid: Alianza.
Popper
comprende bajo el término de “doctrinas historicistas” a todas las teorías que
afirman que:
a) la tarea de
las ciencias sociales es poner al descubierto la ley de evolución de la sociedad, para poder predecir su futuro (p.
119)[1];
b) tienden a
confundir a las tendencias (que dependen siempre de condiciones iniciales) con
las leyes[2] (que,
como tales, éstas incondicionadas), transformando a las primeras en “leyes de desarrollo” que llevan de
manera irresistible en una cierta dirección hacia el futuro. De esta manera,
formulan profecías incondicionales,
apoyándose en estas tendencias devenidas en leyes (p. 143);
c) pretenden
transformar a las ciencias históricas, cuyo eje es la búsqueda y
experimentación de proposiciones singulares, en ciencias teóricas, cuyo interés
principal es la búsqueda y experimentación de leyes universales[3]. Para
efectuar esta transformación se concentran en las cuestiones de origen, es decir, las cuestiones que giran en torno a
averiguar el cómo y el por qué. En esa búsqueda se enfocan en el descubrimiento
de las leyes del proceso histórico y dejan de lado los acontecimientos
singulares (p. 158-160).
Las doctrinas
historicistas antinaturalistas son aquellas que plantean el contraste entre un
mundo social cambiante y un mundo físico que se modifica. De ahí que se
caracterizan por sostener la especificidad de lo social frente a lo físico. Por
eso se las llama “antinaturalistas” (p. 120).
Las doctrinas
historicistas pronaturalistas representan en cambio “un esfuerzo mal dirigido
por copiar los métodos de las ciencias naturales” (p. 119). De ahí que terminan
por afirmar que la tarea de las ciencias sociales consiste en establecer las
leyes de la evolución de la sociedad,
de modo análogo a lo que suponen que es la tarea de la biología[4].
Las doctrinas
antinaturalistas y las pronaturalistas coinciden en reconocer la existencia de
leyes evolutivas de la sociedad. Aquí confluyen la creencia antinaturalista de
que lo específico de la sociedad es el cambio frente al carácter estático del
mundo físico (y, por tanto, es preciso encontrar las leyes de ese cambio), y la
creencia pronaturalista de que la sociedad tiene leyes evolutivas semejantes a
las de la biología (Popper destaca aquí la influencia de la moda del
evolucionismo en la moda del historicismo) (p. 119-120).
El autor procura establecer la diferencia entre las leyes universales y las hipótesis históricas.
Las leyes universales tienen validez en
todos los casos que están regidos por ellas y no se encuentran condicionadas,
es decir, no dependen de condiciones iniciales (de allí se deriva, justamente,
su carácter general). “Hacen afirmaciones que (…) conciernen a algún suceso
invariable: es decir, que conciernen a todos los procesos de una cierta clase”
(p. 122-123). Son propias de las ciencias teóricas (p. 143). Ejemplos: leyes de
la herencia, la segregación y la mutación (p. 121).
Las hipótesis históricas tienen carácter
singular, y su persistencia “depende de ciertas condiciones iniciales
específicas (las cuales a su vez pueden ser tendencias)” (p. 142)[5]. La
evolución, según Popper, es una hipótesis y puede considerarse como una
“proposición histórica singular” (p. 121).
Popper plantea dos alternativas para el estudio de las hipótesis históricas:
Popper
sostiene que los partidarios de una ley de la evolución[6]
pueden adoptar dos posiciones alternativas:
a) Negar la
afirmación de que el proceso evolucionario es único. Esta posición se apoya en
la creencia, de gran antigüedad, que sostiene que existe un ciclo de la vida,
que se repite constantemente. De este modo, se intenta refutar la tesis de la
unicidad (el carácter singular) del proceso evolutivo. Popper sostiene que esta
posición no tiene en cuenta que “todos estos casos de repetición implican
circunstancias profundamente diferentes y que quizá ejerzan una influencia
importante sobre el desarrollo futuro.” (p. 125). Popper termina afirmando que
esta alternativa constituye un caso de teoría metafísica aparentemente
confirmada por los hechos. (p. 125).
b) Afirmar que en
un proceso evolucionario, aunque único, puede distinguirse una dirección o
tendencia, y que, por tanto, es posible formular hipótesis que expresen esta
tendencia. Popper indica que los principales elementos de esta concepción son
la idea de una dinámica social (opuesta a una estática social), de movimientos
evolucionarios de la sociedad y de direcciones de estos movimientos, los cuales
no pueden retroceder sin quebrar las leyes del movimiento social. Popper refuta
esta posición afirmando que se trata de un caso de mala aplicación de los modelos
de la física y de la astronomía en las ciencias sociales: “puesto que no hay en
una sociedad movimiento en algún sentido semejante o análogo al del movimiento
de los cuerpos físicos, no puede haber tales leyes.” (p. 129). Además, y esto
se desarrolla en las respuestas a las preguntas siguientes, las leyes y las
tendencias son cosas radicalmente diferentes; uno de los errores centrales de
los historicistas consiste, justamente, en confundir ambas.
El sociólogo
francés Auguste Comte (1798-1857) defendía la existencia de leyes de sucesión, que determinaban la
sucesión de una serie “dinámica” de fenómenos en el orden en el cual los
observamos. Esta ley de sucesión le permitía explicar el orden en que se
suceden los hechos históricos. Popper refuta enérgicamente la idea misma de
leyes de sucesión, tanto en la naturaleza como en la sociedad, puesto que
“prácticamente ninguna secuencia de,
digamos, tres o más acontecimientos concretos con una conexión causal entre
ellos tiene lugar según una única ley de la naturaleza” (p. 131).
John Stuart
Mill (1806-1873) afirmaba, por su parte, que mediante el estudio y análisis de
los hechos generales de la historia podía llegarse al descubrimiento de una ley
del progreso, capaz de facilitar la predicción de acontecimientos futuros. Otra
vez como en el caso de Comte, Popper sostiene que se produce aquí una confusión
entre leyes y tendencias. (p. 132-133). A continuación
se encontrará una explicación más detallada de porqué las tendencias no son
leyes.
Las tendencias
no son leyes porque, mientras que las segundas tienen carácter universal y son
generales, es decir, no dependen de ciertas condiciones particulares, las primeras
tienen carácter singular y dependen de la existencia de ciertas condiciones
iniciales que las hacen posibles. Si desaparecen estas condiciones, dejan de
verificarse estas tendencias (p. 142-143).
La pobreza del historicismo consiste en
la incapacidad para imaginar todas las condiciones iniciales posibles que
pueden darse y bajo cuáles de ellas la tendencia desaparecería.
Popper rechaza
la concepción inductivista de que las hipótesis surgen a continuación de las
observaciones. Por el contrario, sostiene que la ciencia no puede empezar con
observaciones o con recolecciones de datos: “Antes de que podamos recolectar
datos debe despertarse en nosotros un interés por datos de una cierta clase: el problema
siempre viene en primer lugar. A su vez el problema puede ser sugerido por
necesidades prácticas o por creencias científicas o precientíficas que por una
u otra razón parecen necesitar una revisión.” (p. 136)[7].
Los problemas
científicos surgen, por lo general, de la necesidad de explicación. En este punto Popper sigue a Mill y distingue dos
casos principales de explicación: a) la explicación de determinado
acontecimiento individual o singular; b) la explicación de alguna regularidad o
ley. ¿Cómo describe Popper cada uno de estos tipos de explicación? En el caso
de la explicación de un acontecimiento singular, la misma “consiste en deducir
una proposición que describa este acontecimiento, de dos clases de premisas:
por una parte, de algunas leyes
universales, y, por otra, de algunas proposiciones singulares o
específicas, que podríamos llamar condiciones
iniciales específicas” (p. 137). La explicación causal de una regularidad
“consiste en deducir una ley (que contiene las condiciones bajo las cuales
tiene validez la regularidad propuesta) de un grupo de leyes más generales que
han sido experimentadas y confirmadas independientemente.” (p. 140).
La unidad del
método científico significa, en términos de Popper, que todas las ciencias
teóricas o generalizadoras, ya sean ciencias naturales o ciencias sociales,
usan el mismo método. Popper quiere decir con esto que en ciencia,
independientemente de la ciencia de que se esté tratando, los científicos
siempre se ocupan de explicaciones, predicciones y experimentos; ahora bien, el
método para experimentar las hipótesis es siempre el mismo en las ciencias
teóricas. Se trata del método hipotético
deductivo[8].
Popper define
al método científico como el método consistente en proponer hipótesis para
resolver problemas que surgen de la práctica. De esa hipótesis se deduce un
pronóstico que se confronta con los resultados de observaciones experimentales
u otras. El acuerdo entre el pronóstico y las observaciones se considera como
corroboración de la hipótesis, aunque no constituye una prueba final de ella;
si, en cambio, el pronóstico está en discordancia con las observaciones, se
toma esto como una refutación o falsación. Popper denomina a este método como
HIPOTÉTICO DEDUCTIVO (o, también, como método de hipótesis o método deductivo
inverso). Este método se basa en el reconocimiento de una asimetría entre
verdad y falsedad, que sostiene que las hipótesis nunca pueden ser verificadas
(cuando resisten la prueba de la experiencia, se dice que han sido
corroboradas), mientras que sí pueden ser refutadas de manera concluyente. (p.
145-148).
En el contexto
de descubrimiento, el científico propone enunciados o sistemas de enunciados
para explicar un ámbito de la realidad, y los contrasta paso a paso. En el
contexto de justificación, los epistemólogos ofrecen un análisis lógico del
proceder de los científicos. En otras palabras, el contexto de descubrimiento
hace referencia a todas las cuestiones que dan origen a una nueva hipótesis
sobre el funcionamiento de un sector de la realidad; el contexto de
justificación, por su parte, agrupa a todas las actividades dirigidas a
comprobar la validez lógica de los procedimientos de los científicos[9].
Así las cosas,
Popper establece una separación de incumbencias entre lo que denomina psicología de la ciencia, que tiene que
ocuparse de los hechos empíricos relacionados con el descubrimiento científico
(el campo de incumbencia de la sociología de la ciencia y la historia de la
ciencia tradicionales), y la lógica del
conocimiento, que se ocupa de las relaciones lógicas entre los enunciados
científicos.[10]
Popper entiende por individualismo
metodológico a un postulado que plantea que “la tarea de la ciencia social
es la de contruir y analizar nuestros modelos sociológicos cuidadosamente en
términos descriptivos o nominalistas, es decir, en términos de individuos, de sus actitudes, esperanzas,
relaciones, etc.” (p. 151). En otras palabras, el individualismo metodológico
supone comenzar el análisis de cualquier problema o fenómeno social a partir de
los individuos.
El esencialismo metodológico, en cambio,
implica afirmar que los modelos teóricos con los que analizamos la realidad son
cosas concretas. Popper indica que “la mayoría de los objetos de la ciencia
social, si no todos ellos, son objetos abstractos, son construcciones teóricas. (Incluso «la guerra» o «el
ejército» son conceptos abstractos, por muy extraño que esto suene a algunos.
Lo que es concreto es las muchas personas que han muerto, o los hombres y
mujeres de uniforme, etc.). Estos objetos, estas construcciones teóricas usadas
para interpretar nuestra experiencia, resultan de la construcción de ciertos modelos (especialmente de instituciones),
con el fin de explicar nuestras experiencias” (p. 150-151). El esencialismo
consiste en olvidar que esos modelos no son otra cosa que hipótesis o teorías,
y que no son la realidad misma. Popper sostiene que lo real, lo que existe, son
los individuos (de ahí su adhesión al individualismo metodológico), en tanto
que las instituciones son modelos y no cosas concretas.
Popper elabora el método cero como respuesta a los problemas de las ciencias sociales. [11].
Popper
denomina así al “método de construir un modelo en base a una suposición de
completa racionalidad (y quizá también sobre la suposición de que poseen
información completa) por parte de todos los individuos implicados, y luego de
estimar la desviación de la conducta real de la gente con respecto a la
conducta modelo, usando esta última como una especie de coordenada cero.” (p.
156). De este modo, tomando al modelo de conducta completamente racional, es
posible explicar las conductas reales a partir de las desviaciones que
presentan respecto a dicho punto fijo.
Popper
sostiene que el método cero es propio de las ciencias sociales, debido a que
las mismas estudian situaciones sociales, que se diferencias de las situaciones
estudiadas por la física en que siempre existe en ellas un elemento de racionalidad. Esto no quiere decir, por
supuesto, que los seres humanos actúen siempre de una manera completamente
racional; por el contrario, casi nunca lo hacen así. Sin embargo, actúan de
todas formas más o menos racionalmente, lo cual permite la utilización del
método cero como herramienta metodológica. Popper se apoya en esta cuestión de
la racionalidad en las conductas humanos para defender la tesis de que las
ciencias sociales son, en este sentido, menos complejas que las naturales, en
las que no aparece la racionalidad en el comportamiento de los objetos estudiados
(racionalidad entendida como un comportamiento guiado de algún modo por el
conocimiento de los fines buscados). (p. 155-156).
Lo dicho en el
párrafo anterior supone diferencias también en el papel jugado por la
explicación causal. Popper afirma que en las ciencias teóricas, las
explicaciones causales son medios para un fin: la experimentación de leyes
universales. En las ciencias históricas, las explicaciones causales son medios
para la explicación de un acontecimiento singular.
El análisis
histórico tiene dos tareas importantes. a) la explicación causal de
acontecimiento específicos; b) la descripción de un acontecimiento específico
como tal. Esto trae como consecuencia el doble carácter del análisis histórico,
que hace que un acontecimiento singular pueda ser considerado a la vez como
típico, desde el punto de vista de la explicación causal, y como único, desde
el punto de vista de la descripción de acontecimiento interesantes en su
peculiaridad o unicidad. (p. 162).
Para Popper
las doctrinas historicistas llenan un vacío importante en las explicaciones históricas (al menos en aquellas que se basan los relatos de los grandes
hombres y en una búsqueda de la objetividad).
Popper explica
este punto apoyándose en la descripción que hace el escritor ruso Tolstoi de la
invasión napoleónica a Rusia en 1812 (en su célebre novela La guerra y la paz). Tolstoi está interesado en mostrar la falsedad
de las explicaciones históricas que se basan exclusivamente en la conducta de
los “grandes hombres” para explicar el desarrollo de los hechos históricos. En
su novela, demuestra como los principales acontecimientos de la campaña de 1812
tuvieron como causa el comportamiento de una multitud de “pequeños hombres” y
que los “grandes hombres” se vieron arrastrados por dichas conductas. Tolstoi
intenta también demostrar que existe una necesidad histórica subyacente en
estos acontecimientos históricos. Es por ello que Popper plantea que en Tolstoi
se combinan el individualismo con el colectivismo metodológico. En un sentido
más general, el historicismo viene a llenar, entonces, el vacío dejado por “el
ingenuo método de interpretar la historia política meramente como la historia
de los grandes tiranos y de los grandes generales” (p. 163-164). El
individualismo metodológico permite explicar, según Popper, el comportamiento
de los individuos, pero se muestra endeble cuando se trata de analizar tanto la
lógica de las situaciones (el papel
jugado por la necesidad y no por las decisiones en los acontecimientos
históricos) como los movimientos sociales, es decir, la manera en que las
instituciones sociales permiten a las ideas extenderse y hacer carne en los
individuos
La importancia
de la interpretación histórica radica en que sólo en las ciencias históricas el
interés está concentrado en la explicación causal de un acontecimiento singular. Esto no lo ven los
historicistas, para quienes la historia tiene que entenderse como la búsqueda
de leyes universales del desarrollo del proceso histórico (p. 159).
Popper
contrapone la teoría institucional del progreso histórico a las teorías de
Comte y de Mill, quienes afirman que dicho progreso puede explicarse a partir
de la reducción a las leyes de la naturaleza humana. En otras palabras, la
historia tiene que explicarse, según ellos, a partir de la psicología. (p.
168).
Popper está
profundamente en desacuerdo con la afirmación anterior. En todo momento se
encuentra preocupado por refutar el malentendido que consiste en transformar al
individualismo metodológico (la
posición epistemológica defendida por Popper) en psicología, pues esto
impediría ver que el individualismo se sustenta en una concepción del carácter
racional del comportamiento de los individuos. Popper define al individualismo
metodológico como la doctrina que sostiene que “debemos intentar entender todos
los fenómenos colectivos como debido a las acciones, interacciones, fines,
esperanzas y pensamientos de los hombres individuales y como debidos a las
tradiciones creadas y conservadas por los individuos” (p. 173). Ahora bien, el
psicologismo reduce estos fines y tradiciones a cuestiones de la naturaleza
humana; Popper demuestra que la naturaleza humana no es inmutable, sino que
“varía considerablemente con las instituciones sociales y su estudio” (p. 173).
En este sentido, la misma psicología es una ciencia social. De ahí que la
psicología no pueda ser la base de la ciencia social.
Popper propone
entonces dos tareas para explicar el progreso histórico. Por un lado, imaginar
las condiciones bajo las cuales el progreso histórico se detendría. Esto
muestra que las propensiones psicológicas, por sí solas, no bastan para
garantizar la continuidad del progreso, pues éste depende de otras condiciones
además de las psicológicas (en esto consiste su refutación de la concepción del
progreso defendida por Comte y por Mill). Por otro lado, realizar un análisis institucional de las
condiciones del progreso. ¿Qué significa esto último? Para poder verificarse,
el progreso necesita de instituciones sociales[12]. En
otras palabras, existe todo un entramado de instituciones sociales que
garantiza lo que Popper denomina la libre
competencia de pensamiento en la ciencia. Sin esa libertad, la ciencia
derivaría en el estancamiento y en el dogma.
Villa del Parque, lunes 8 de julio de 2013
[1] Sostiene que esta idea
puede describirse como la “doctrina historicista central” (p. 120).
[2] Afirma que esta es “la
equivocación central del historicismo” (p. 143). Según Popper, los
historicistas no llegan a concebir que las tendencias dependen de condiciones
iniciales, y que “existen incontables posibles condiciones y [que] para poder
examinar todas las posibilidades en nuestra búsqueda de la verdadera condición
de una tendencia debemos intentar imaginar en todo momento las condiciones bajo
las cuales la tendencia desaparecería.” (p. 144). En este sentido, Popper
afirma que “la miseria del historicismo es (…) una miseria e indigencia de
imaginación” (p. 145).
[3] Para que se entienda
mejor. Popper da el siguiente ejemplo de la distinción entre ciencias teóricas
y ciencias históricas: la sociología, la teoría económica y la teoría política
son ciencias teóricas, en tanto que la historia política, social y económica
son ciencias históricas (p. 158).
[4] Una aclaración. Popper sostiene que los historicistas pronaturalistas
comprenden mal el método de las ciencias naturales. La biología, a diferencia
de lo que piensan los historicistas, es una ciencia histórica, en el sentido de
que se ocupa de acontecimientos singulares. Para Popper la evolución no es una
ley universal, sino una hipótesis (p.
120).
[5] “…son por regla general, proposiciones no universales, sino
singulares, sobre un acontecimiento individual o un número determinado de tales
acontecimientos” (p. 121).
[6] En esta respuesta, toda vez que Popper se refiera a la evolución,
tiene que estar claro que está haciendo alusión a la historia, porque concibe
tanto a la evolución biológica como a la historia humana como procesos
singulares que no admiten ser explicados mediante leyes universales.
[7] Popper sostiene en varias
de sus obras que no existe la observación de datos “desnudos”, es decir, datos singulares que carecen de toda teoría
previa. Frente a esta posición, Popper va a defender la “carga teórica de la
observación”, es decir, toda observación se encuentra guiada por una teoría
previa (o, al menos, por concepciones teóricas implícitas que establecen qué es
significativo, qué debe observarse).
[8] Para la descripción del MHD (Método hipotético deductivo), también
llamado método deductivo inverso.
[9] La distinción entre el contexto de descubrimiento y el contexto de
justificación fue elaborada por el filósofo alemán de la ciencia Hans
Reichenbach (1891-1953), integrante del Círculo de Berlín.
[10] El contenido de esta
respuesta está tomado de Popper, La
lógica de la investigación científica, págs. 27-30.
[11] También lo designa como
método de la construcción racional o lógica.
[12] Popper da como ejemplos
de instituciones sociales al lenguaje, los laboratorios de investigación, las
revistas científicas, los congresos y conferencias científicas, las
universidades y las escuelas, los libros, la imprenta, etc. (p. 169).
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