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domingo, 13 de febrero de 2011

DE CÓMO EINSTEIN APRENDIÓ A VENDER CELULARES: REFLEXIONES SOBRE CIENCIA, IDEOLOGÍA Y CAPITALISMO

La omnipresencia de la ciencia y de la tecnología[1] en nuestras sociedades oculta el hecho de que la inmensa mayoría de las personas desconocen los rudimentos del pensamiento científico. Debido a que la “ciencia” es utilizada para vender todo tipo de productos y servicios (“comprá este cepillo de dientes porque ha sido científicamente testeado”, etc., etc.), nos vemos llevados pensar que la ciencia ocupa un lugar de privilegio en la vida cotidiana, desplazando a otras formas de pensar el mundo (por ejemplo, a la religión). Sin embargo, nada más alejado de esto. Al contrario, si hay algo que caracteriza el mundo en que vivimos en lo que a formas de pensamiento se refiere, es el predominio de manifestaciones irracionales, que supuestamente permiten acceder a las verdades últimas sobre el universo y la sociedad. En este sentido, parece que la ciencia (y la tecnología) sirve para hacer más “confortable” nuestra existencia, pero es desechada o dejada de lado al momento de explicar nuestra realidad. Utilizamos los bienes y servicios que nos proporciona la tecnología, pero no nos esforzamos en aprender y en comprender los principios científicos que permiten el funcionamiento de esos bienes y servicios tecnológicos. Si alguna vez Aristóteles (384-322 a. C.) dijo que “el asombro es la madre de la filosofía”, en nuestros días puede decirse que la ausencia de asombro es la base de una vida “confortable”.

¿A qué se debe esta desconexión entre la utilización de la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana, y el desconocimiento de la mayoría de las personas acerca del pensamiento científico?

Para responder a esta pregunta hay que empezar por discutir algunos prejuicios habituales acerca del conocimiento científico, los cuales se encuentran estrechamente relacionados con la función social de la ciencia y de la tecnología.

En primer lugar, es falso que el progreso científico sea consecuencia de la acción de algunos “genios” que cambiaron el curso de la historia (por ejemplo, los casos harto repetidos de Galileo, Newton, Darwin, Einstein, etc.). La idea de que la ciencia es cosa de genios tiende a separar aún más a la misma de la vida cotidiana. Si la ciencia es ciencia gracias a los “genios”, resulta imposible decir nada acerca de ella, pues la genialidad es por definición algo imprevisible, algo que no se somete a las regularidades. Si esto es así, la sociedad en la que vive el “genio” no ejerce ninguna influencia sobre la ciencia. Este enfoque, que promueve la escisión entre los “genios” que hacen la ciencia y los “mortales” incapaces de comprenderla, abona el terreno para la exclusión de las mayorías de la formulación de políticas científicas (esto es, de políticas que establecen qué áreas de investigación tienen que ser financiadas por el Estado).

En segundo término, no es verdad que el objetivo de la ciencia sea la búsqueda del conocimiento “puro”. Como en el caso del “genio”, la afirmación de que la ciencia va en busca del conocimiento, sin contaminarse con ningún objetivo mundano, fortalece la separación entre los científicos y el resto de las personas (y esta separación deja, como en el caso anterior, malparados a los “mortales”, que aparecen como seres incapaces de comportarse de acuerdo con ideales “elevados”).

En tercer lugar, es errónea la creencia que afirma que la ciencia está alejada de toda relación con la política, constituyendo un terreno “neutral”, cuya misma “neutralidad” autoriza a los científicos a emitir opiniones “autorizadas” (“científicas”) sobre los problemas de la comunidad. En otras palabras, si la ciencia es neutral (si no se encuentra movida por ningún interés económico o político), sólo los científicos pueden decirnos qué corresponde hacer frente a cada situación en particular. En el límite, las decisiones políticas deberían quedar en manos de los científicos y de los técnicos, excluyendo a los ciudadanos comunes.

En cuarto lugar, es incorrecto postular que el conocimiento científico es la única forma de conocimiento, en tanto que el saber que posee el resto de las personas (y que les permite manejarse en la vida cotidiana) no puede ser denominado conocimiento. Este argumento, que ya fue defendido por algunos filósofos en épocas muy antiguas, lleva al establecimiento de una división tajante entre los “sabios”, que son los que tienen acceso al verdadero conocimiento, y los seres “comunes”, condenados a chapotear en un pantano de incertidumbres y opiniones siempre falibles.

Todos los argumentos expuestos hasta aquí forman parte de un verdadero universo de prenociones[2] acerca de la ciencia y la tecnología. A primera vista puede parecer sorprendente que buena parte de nuestro conocimiento sobre la ciencia (y sobre el mundo en general) adopte la forma de prenociones, pero esto no resulta tan llamativo si se tiene en cuenta que éstas forman parte de la ideología. Dado que este último es un término que emplearemos repetidas veces en este curso, dedicaremos el párrafo siguiente a desarrollar su significado.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) escribió que “no se piensa lo mismo en una choza que en un palacio”. Nada más oportuno como punto de partida para explicar el concepto de ideología. La ideología es el conjunto de ideas acerca del mundo y de la sociedad, generado por un determinado grupo social a partir de su experiencia vital específica. ¿Qué significa esto? En una sociedad, las personas no tienen todas la misma experiencia, esto es, sus padres tienen trabajos diferentes, ellas van a colegios distintos, trabajan en diversos oficios o son empresarios, etc., etc. ¿Qué es lo que determina estas diferencias en dicha experiencia vital? Ante todo, y simplificando en extremo la cuestión, son las posiciones que ocupan en el proceso de trabajo las que dan origen a esas diferencias. Al decir posiciones distintas en el proceso productivo nos estamos refiriendo a si son dueños de los medios de producción (máquinas, fábricas, campos, transportes, canales de televisión, etc.) o si, por el contrario, carecen de la propiedad de estos medios. Así, por ejemplo, quienes no poseen medios de producción y se ven obligados a subsistir como asalariados, tienden a ver el trabajo como algo desagradable, como una actividad que deben realizar porque no les queda más remedio. En cambio, quienes viven del laborar ajeno tienden a ensalzar las virtudes del trabajo. Estas formas disímiles de concebir la actividad productiva constituyen, precisamente, ejemplos de ideologías. De un lado, la ideología de los trabajadores; del otro, la ideología de los empresarios.[3]

Las prenociones sobre la ciencia que presentamos en los párrafos anteriores forman parte de la ideología dominante en nuestra sociedad[4]. La ciencia y la tecnología no son “libres”, en el sentido de que su desarrollo no obedece a la necesidad de dar respuesta a nuestra capacidad de “asombro” o a la búsqueda de mejoras a nuestra calidad de vida. La sociedad en que vivimos no es cualquier sociedad, sino que está fundada sobre la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado de la mayoría de la población. En ella no se produce para satisfacer necesidades humanas, sino que el objetivo primordial es vender[5]. La ciencia y la tecnología son, como todas las demás cosas, susceptibles de apropiación privada. Así, el reconocimiento al mérito en la investigación se ha transformado en propiedad intelectual. La ciencia y la tecnología son valiosas en la medida en que contribuyen a producir nuevos productos para vender. La ciencia, lejos de ser una actividad que contribuye a desplegar las cualidades contenidas en potencia en los seres humanos, se convierte en una herramienta al servicio de los poderosos (que en la sociedad capitalista son los empresarios). La ciencia pierde su capacidad liberadora y se ve ella misma encadenada en la locura de la mercancía[6].

En nuestra sociedad, que es una sociedad capitalista[7], la ideología dominante tiene como uno de sus rasgos distintivos la transformación del conocimiento científico en una mercancía. Esto significa no sólo que los productos de la ciencia se pueden comprar y vender en el mercado, sino también que el conocimiento posee valor en la medida en que es una mercancía (es decir, que el conocimiento científico y tecnológico pueda producir mercancías). En el capitalismo, no existen otros fines socialmente valiosos que no sean los relacionados con la producción y ventas de mercancías. Esto implica vaciar de sentido al conocimiento científico.

¿Por qué es esta la ideología dominante? Porque en una sociedad capitalista, la clase social que tiene la propiedad de los medios de producción concibe al trabajo como un proceso orientado a la obtención de ganancias. Si no hay ganancias, la producción es inútil, independientemente de cuál sea el producto que se haya fabricado. De modo que la ideología dominante tiene como dos de sus características principales: a) la glorificación del éxito económico, elevado a la condición de objetivo fundamental de las personas; b) la transformación de las cosas, personas, actividades, en medios para el logro de dicho éxito. En este contexto hay que ubicar las prenociones sobre el conocimiento científico.

La ideología dominante concibe a la ciencia como un medio para obtener ganancias, y no como una actividad que hace mejores a los seres humanos al permitir el desarrollo de sus potencialidades, La ciencia es pensada como una cosa, cuyos fines son cada vez más ajenos a los de las personas. Es por ello que éstas tienden a concebir a la ciencia como algo que está fuera de su experiencia cotidiana y de su comprensión. No es algo que pueda ser hecho por personas comunes.

La aparente paradoja entre la omnipresencia de la ciencia y de la tecnología, y el desconocimiento casi absoluto de las personas sobre una y otra, expresa uno de los rasgos distintivos de la sociedad capitalista, esto es, que en ella las personas están al servicio de las cosas. En otras palabras, las personas no trabajan para satisfacer sus necesidades, sino para que el capital de los empresarios obtenga cada vez más ganancias. La producción escapa al control de los “mortales”, y aún los mismos empresarios (los dueños aparentes del juego) se ven obligados a actuar por las leyes de la competencia. La ciencia, alejada de los seres humanos, se convierte en un “misterio”. El espíritu científico, que contiene los gérmenes que conducen a la autonomía del pensamiento (esto significa pensar por sí mismo y sin intermediarios, ya sean éstos políticos o sacerdotes), se vuelve una superstición más, siendo funcional a una sociedad en la que hacer dinero es el fin último de la vida.

Mataderos, domingo 13 de febrero de 2011

NOTAS:

[1] Para los fines de este texto, vamos a definir a la ciencia como la actividad dirigida a producir conocimiento de tipo teórico sobre un área específica de la realidad, en tanto que la tecnología es la aplicación práctica de dicho conocimiento. Así, por ejemplo, las leyes de la termodinámica son ciencia y forman parte de la física, en tanto que la máquina de vapor (basada en la aplicación de dichas leyes al problema práctico de generar energía para fines determinados) es tecnología.

[2] Al hablar de prenociones hacemos referencia a las nociones que nos sirven para explicar el mundo en el que vivimos y que no son fruto de la propia experiencia, sino que han sido adquiridas a partir de la interacción con familiares, amigos, compañeros de estudio y de trabajo, etc. Se trata de afirmaciones que son aceptadas de manera acrítica, sin pararse a pensar en lo que significan o en qué medida se sostienen sobre pruebas sólidas.

[3] Hay que insistir en que este planteo constituye un esquema que simplifica la cuestión a los fines didácticos. En rigor, existen muchas más ideologías en una sociedad. Pero hemos optado por concentrarnos en estas porque se derivan directamente del proceso de trabajo, el cual constituye a nuestro juicio la instancia fundamental para poder estudiar una sociedad dada.

[4] En la sociedad existe una ideología dominante porque el poder no se encuentra repartido de manera igualitaria. En otros términos, existe una ideología dominante debido a que hay un sector de la sociedad que posee más poder que el resto de los integrantes de esta. Este poder emana, siguiendo el esquema adoptado en este texto, de la propiedad sobre los medios de producción.

[5] Hay que aclarar que esto no significa que los productos del trabajo (de cada trabajo particular) no satisfagan necesidades concretas de los seres humanos. Pero el hecho principal consiste en que esa satisfacción tiene que darse en función de que el producto sea vendido. Así, los alimentos satisfacen necesidades bien concretas, pero esto no tiene importancia si los hambrientos carecen del dinero para comprarlos.

[6] Una mercancía es todo bien o servicio que es producido para el mercado, esto es, para ser vendido en el mercado. Así, si cocino una docena de empanadas, las mismas son mercancías en la medida en que las vendo, y dejan de serlo si las destino a satisfacer mi apetito o el de mi familia y/o amigos.

[7] El capitalismo es una forma específica de sociedad en la que un polo de la población concentra la propiedad de los medios de producción y los emplea para producir mercancías, en tanto que la mayoría se encuentra desprovisto de éstos. En una sociedad capitalista impera el trabajo asalariado (las personas que carecen de medios de producción venden su capacidad de trabajo en el mercado a cambio de un salario).

16 comentarios:

Anónimo dijo...

cuando habla de "mortales" se refiere a personas comunes... incapaces de comprender el porq de la ciencia?

Ariel Mayo (1970) dijo...

Si,la palabra es una ironía, que intenta expresar la distancia entre las personas comunes y la ciencia que está implícita en esas prenociones. Quiero aclarar que esa incomprensión no obedece a una incapacidad natural de la mayoría de las personas para comprender la complejidad de las ciencias, sino a que nuestra organización social tiene un profundo interés en mantener la separación entre el trabajo científico y los trabajadores. Saludos,

Eliseo German Stenta dijo...

Muy bueno el texto, se lo podria prolongar por miles de paginas que nunca se terminaria, jaja.
pero este pequeño resumen basado en lo que se transformo la ciencia esta bien relatado

Ariel Mayo (1970) dijo...

Eliseo, muchas gracias por el comentario. Hay que decir que el desarrollo que presento en el texto es esquemático, y que tiene que ser confrontado con la realidad de cada una de las ciencias en el período posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial (1945). El principal defecto de la nota es la falta de datos concretos, así más no sea de una rama de la investigación científica en particular. Pero el contenido central del texto, la transformación de la ciencia en una mercancía, es correcto. Saludos,

Anónimo dijo...

Cuales son las prenociones

Ariel Mayo (1970) dijo...

Las prenociones son opiniones acerca de algo (en este caso particular, acerca de la ciencia), cuya característica principal consiste en que no surgen a partir de la experiencia directa del sujeto que las defiende. Al contrario, son tomadas del "medio ambiente" (nuestros padres, amigos, compañeros de colegio, de trabajo, etc.), sin ser sometidas a una evaluación crítica acerca de su veracidad. El concepto fue empleado por el sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) para designar la forma habitual que tiene nuestro conocimiento de lo social. Resulta paradójico que la mayor parte de lo que sabemos acerca de la sociedad no tiene su origen en la experiencia directa.
Saludos, Ariel

Anónimo dijo...

es decir que las prenociones, en el conocimiento cientifico son el positivismo Cientifismo Fisicalismo
Neopositivismo verdad?

Ariel Mayo (1970) dijo...

A ver (como no sé tu nombre me veo forzado a usar un lenguaje impersonal). Las prenociones remiten a un estadio precientífico de nuestras condiciones; dicho de modo más claro, son las ideas y opiniones sobre la ciencia del saber cotidiano, lo que se dice "en la calle" acerca de la ciencia y de la tecnología. Hay que tener presente que al hablar de prenociones nos estamos refiriendo, justamente, a un conocimiento no meditado, que es aceptado sin detenerse a pensar en las bases (en las pruebas) en que se apoya.
En cambio, el neopositivismo lógico (Círculo de Viena) es una concepción filosófica sobre la ciencia, que surge de la reflexión sobre ella. No es un conocimiento precientífico, y sus autores procuran justificar largamente sus opiniones sobre la ciencia. De modo que tanto el neopositivismo lógico como el positivismo son corrientes de la filosofía de la ciencia, y no prenociones (insisto, no surgen de tomar ideas de manera acrítica). Quiero hacer una aclaración sobre el fisicalismo. No es, propiamente, una corriente epistemológica separada de las demás, sino que es una característica de varios positivistas lógicos, que consideran que toda la ciencia puede reducirse a la física, es decir, que la física nos da la clave para explicar las ciencias más complejas (como, por ejemplo, la biología). Es, por tanto, una forma especial de reduccionismo.
Saludos,

Anónimo dijo...

El articulo me parece muy interesante. No obstante me gustaría preguntarle/pedirle aplie sobre la perspectiva del uso de la ciencia en cuanto a producto se refiere.
Si no interprete mal usted hace referencia a que el avance tecnológico se debe a que como nos encontramos en una sociedad capitalista y la misma necesita generar ganacias a causa de la venta de mas productos esto mismo es lo que se convierte en el principal motivo del avance científico. El cual según su lineamiento si no llega a ser "producto" la Sociedad no lo valora. Ahora pregunto de que otra forma que no sea "producto" el saber científico se hace accesible para los mortales?

Ariel Mayo (1970) dijo...

Gracias al último anónimo por su apreciación sobre la nota. A la cuestión que me plantea puedo responder lo siguiente. En una sociedad capitalista se producen mercancías, y no productos. Me explico, una mercancía es todo bien que se produce para su venta en un mercado. Un producto, en cambio, puede ser el resultado tanto de un proceso de producción mercantil (cuyo objetivo es el mercado) como de alguna otra forma social de producción. No hay que confundir la forma mercancía que adquieren los logros científicos y tecnológicos en el capitalismo con la ciencia y la tecnología en general. Si así lo hiciéramos, la única vía posible para el desarrollo científico y tecnológico sería el capitalismo.
En mi artículo intenté esbozar algunos de los efectos que tiene la mercantilización de la ciencia. Saludos,

Celia dijo...

Al leer este artículo me resuena el Argumento de Lewkowicz "Sobre la determinación del capital financiero" disponible en http://www.estudiolwz.com.ar/textos/texto.htm

Ariel Mayo (1970) dijo...

Celia:

Muchas gracias por el comentario. No conozco el artículo de Lewcowitz. Prometo leerlo.
Saludos,

Lisa dijo...

Atraida por el título leí el artículo que me pareció por demás interesante. Si no es mucho pedir ¿podrías recomendarme algún artículo o bibliografía que me permita fundamentar los cambios que produjo en la comunicación el uso de la telefonía celular? Tengo que analizar las implicancias políticas, económicas , culturales , históricas e ideológicas de este "polo industrial". Es para completar un trabajo de sociología . Gracias Lisa

Anónimo dijo...

Estein-reflexiones sobre ciencia...
Lo que pienso es que solo por medio de la ciencia, hoy día , será capaz de cambiar los serios problemas en que la misma tecnología nos indujo... Crea o no, es por medio de la ciencia y la tecnología, que experimentaremos un mundo menos contaminante (gases,contaminación , etc). Resumiendo: aquél que produjo todo el problema de la misma , lo que sea radioactiva, por ej. "la misma ciencia", tiene que responder o resolverlos inmediatamente...por el bien de los meros "mortales"...Creo en la Tecnología y la ciencia,pero primero a los
hombres de bien...

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tanta luz.
Pienso en que esta sociedad capitalista tiene apenas 400 años. Que antes, en el feudalismo la dinámica no era mucho mejor.
Pienso en todas las sociedades de las cuales no tenemos registro o difusión, por ejemplo los pueblos originarios de las tierras llamadas "América".
Pienso en la cantidad y variedad de organizaciones sociales existieron.
Entiendo que la realidad es la que usted plantea Mayo, científicamente testeado.
Entiendo que todo es un juego de dominios. La organización feudal no fue consensuada con todas las personas, el sistema capitalista no fue el deseo de todos los seres humanos, estos sistemas se imponen a sangre y esclavitud por unos pocos grupos con intereses muy fuertes contra un gran resto.
Pero creo que esta dinámica se corta.
Pronostíco, ya que es gratis, que en la actualidad y en el futuro más inmediato esta dinámica se cortará ante la imposición de algo más fuerte que cualquier organización social imperante. Algo que contiene a todos los hombres y sus organizaciones y que nada pueden hacer estos últimos para cambiar roles. Me refiero a la naturaleza, al planeta tierra.
Tarde o temprano con pensamiento científico, religioso o mera intuición nos daremos cuenta que nuestra organizacion como sociedad debe basarse plenamente en las leyes naturales que nos proveen la vida. La tierra, el aire, el agua, la biodiversidad. Con la sociedad organizada como está todo esto está deteriorándose y con ello nuestra vida.
Existen evidentemente personas que son capaces de pensar autonomamente y darse cuenta de esto.
Y aquí la globalización (entendida como un gran movimiento que incluye la fluidez de información y la apertura de su acceso a una gran cantidad de personas) juega un rol importante junto a la comunicacion.
Nada de lo actualmente vigente e imperante sobrevive con una ideología que priorice la naturaleza.
El tema es si es posible generar un nuevo grupo de personas con esta ideología y con la fuerza necesaria para el cambio (como los burgos de la revolución francesa) y si es posible lograrlo más temprano que tarde.
Pienso, que se yo. En realidad no pienso autónomamente y menos científicamente.
Creo que las ecovillas basadas en la permacultura son ejemplos de los "burgos", pero un buen sentido.
Santiago.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tanta luz.
Pienso en que esta sociedad capitalista tiene apenas 400 años. Que antes, en el feudalismo la dinámica no era mucho mejor.
Pienso en todas las sociedades de las cuales no tenemos registro o difusión, por ejemplo los pueblos originarios de las tierras llamadas "América".
Pienso en la cantidad y variedad de organizaciones sociales existieron.
Entiendo que la realidad es la que usted plantea Mayo, científicamente testeado.
Entiendo que todo es un juego de dominios. La organización feudal no fue consensuada con todas las personas, el sistema capitalista no fue el deseo de todos los seres humanos, estos sistemas se imponen a sangre y esclavitud por unos pocos grupos con intereses muy fuertes contra un gran resto.
Pero creo que esta dinámica se corta.
Pronostico, ya que es gratis, que en la actualidad y en el futuro más inmediato esta dinámica se cortará ante la imposición de algo más fuerte que cualquier organización social imperante. Algo que contiene a todos los hombres y sus organizaciones y que nada pueden hacer estos últimos para cambiar roles. Me refiero a la naturaleza, al planeta tierra.
Tarde o temprano con pensamiento científico, religioso o mera intuición nos daremos cuenta que nuestra organización como sociedad debe basarse plenamente en las leyes naturales que nos proveen la vida. La tierra, el aire, el agua, la biodiversidad. Con la sociedad organizada como está todo esto está deteriorándose y con ello nuestra vida.
Existen evidentemente personas que son capaces de pensar autónomamente y darse cuenta de esto.
Y aquí la globalización (entendida como un gran movimiento que incluye la fluidez de información y la apertura de su acceso a una gran cantidad de personas) juega un rol importante junto a la comunicación.
Nada de lo actualmente vigente e imperante sobrevive con una ideología que priorice la naturaleza.
El tema es si es posible generar un nuevo grupo de personas con esta ideología y con la fuerza necesaria para el cambio (como los burgos de la revolución francesa) y si es posible lograrlo más temprano que tarde.
Pienso, que se yo. En realidad no pienso autónomamente y menos científicamente.
Creo que las ecovillas basadas en la permacultura son ejemplos de los "burgos", pero en buen sentido.