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sábado, 19 de febrero de 2011

COMENTARIOS A "CIENCIA, POLÍTICA Y CIENTIFICISMO" (1969) DE OSCAR VARSAVSKY (SEGUNDA PARTE)





La ideología de la “neutralidad” se manifestó en la Universidad por medio de la corriente de pensamiento denominada cientificismo. Varsavsky define al investigador cientificista como aquél que “se ha adaptado a este mercado científico [de las sociedades consumistas], que renuncia a preocuparse por el significado social de su actividad, desvinculándola de los problemas políticos, y se entrega de lleno a su ‘carrera’, aceptando para ella las normas y valores de los grandes centros internacionales, concretados en un escalafón.” (p. 35).

En el plano político, el cientificismo implica la subordinación de la Universidad y de las políticas científicas de un país a las necesidades de los centros capitalistas y de las corporaciones. Esto no se verifica de un modo mecánico, sino a través de numerosas mediaciones. La ilusión de una ciencia “pura” (encarnada en la física) se expresa a través del fomento de las llamadas “ciencias duras”, las que son orientadas cada vez más hacia aplicaciones prácticas favorables al mercado por medio de los subsidios gubernamentales y privados. Dado que estas ciencias requieren, por su mismo desarrollo, cada vez más dinero para financiar sus investigaciones, la agenda de temas de investigación pasa a ser controlada por quienes ponen el dinero para investigar. Le guste o no a los científicos, la Universidad y el laboratorio asumen un papel crecientemente empresarial. La ciencia “pura” esconde la desesperación por acceder a subsidios, becas y otras formas de financiamiento.

Es por lo expuesto en el párrafo anterior que puede decirse que el cientificismo oculta el sometimiento de la ciencia a las necesidades de la economía capitalista. A este respecto es fundamental comprender el análisis que hace Varsavsky de las distintas posiciones políticas de los investigadores. En CPC distingue entre los “fósiles”, a quienes identifica con las posiciones más reaccionarias, ancladas en la defensa de una Universidad aristocrática y alejada de la práctica; los “totalitarios”, quienes difunden las concepciones del comunismo en su versión soviética, que supeditan el desarrollo científico a las necesidades del partido; los “reformistas”, que plantean la necesidad de reestructurar la Universidad, adoptándola a los requerimientos de una economía capitalista moderna.; los “rebeldes”, que se oponen al sistema social vigente, considerando que la Universidad sólo podrá ser transformada mediante una revolución.

Dada esta la mencionada división política al interior de la Universidad, Varsavsky afirma que la fortaleza de los “reformistas” (defensores del cientificismo) consiste en que plantean las cosas de una manera simplificada, mediante el uso del procedimiento al que llama “falacia triangular”. Así, los reformistas se ven a sí mismos como los adalides de la investigación “desinteresada” frente a “fósiles” y “totalitarios”, que pretenden encadenar a la Universidad y a la ciencia a intereses políticos. Pero, y en esto consiste la falacia del argumento de los “reformistas”, éstos ignoran que existe otra alternativa, que es el grupo de los “rebeldes”. De este modo, los “reformistas” naturalizan la organización social existente (como diría el personaje del viejo Voltaire, “vivimos en el mejor de los mundos posibles”) y evitan pronunciarse acerca de la posibilidad de ir más allá de los límites del orden vigente.

Otra consecuencia del analisis realizado en CPC es que obliga a repensar los marcos de la filosofía de la ciencia. En este punto, podría afirmarse que la obra se encuentra vinculada al marco conceptual utilizado por Thomas Samuel Kuhn (1922-1996), quien en La estructura de las revoluciones científicas (1962) había defendido la tesis de que el estudio de la ciencia exigía necesariamente incluir a la historia (12) . De hecho, la década de 1960 estuvo marcada por una transformación de la epistemología, que la alejó de las concepciones del neopositivismo lógico y la acercó cada vez más al análisis de la práctica científica. No obstante esto, y siendo que CPC no tiene pretensiones académicas (Varsavsky nos cuenta que escribió deliberadamente un ensayo), la obra plantea una concepción mucho más rica que la de la epistemología académica, pues parte de la existencia de una conexión indisociable entre ciencia, política y sociedad. Más allá de sus mayores o menores méritos académicos, los epistemólogos tienden a naturalizar a la sociedad actual, lo que les impide percibir el carácter capitalista de la ciencia actual. Esto puede resultar curioso si se tiene en cuenta que muchos estudios de los epistemólogos e historiadores de la ciencia han contribuido a desnaturalizar las ciencias de épocas anteriores. Pero, la curiosidad deja de ser tal si se entiende que los filósofos de la ciencia pertenecen al mundo académico y tiene, por tanto, que respetar las reglas de este si pretenden sobrevivir y prosperar. Dicho mal y pronto, no quieren sacar los pies del plato de las becas y los subsidios.

En CPC la crítica al cientificismo va más allá de la descripción de los procedimientos por medio de los cuales la Universidad y los científicos se someten a las normas empresariales de producción. Al revisar la experiencia de la Facultad de Ciencias Exactas, Varsavsky plantea que el cientificismo iba de la mano del proyecto desarrollista (13) . En su opinión, la construcción de una ciencia centrada en dar respuesta a los problemas de la economía (una economía que seguía controlada por las corporaciones extranjeras y las grandes empresas nacionales) era funcional a un proyecto de país que consideraba al crecimiento económico como el objetivo supremo del Estado. Así, mientras que los defensores del cientificismo consideraban que la elaboración de una ciencia “neutral” o “profesional” representaba una contribución al progreso nacional, Varsavsky veía en esto una muestra de dependencia cultural (14). En CPC, el desarrollismo y el cientificismo constituían las dos patas de un mismo modelo económico, centrado en mantener a la Argentina en la órbita de la economía capitalista conservando su relación de subordinación a los centros capitalistas.

Ahora bien, al efectual el análisis de la relación entre desarrollismo y cientificismo, Varsavsky amplía los límites de lo que podría llamarse sociología de la ciencia (o, más genéricamente, de ese cúmulo de elementos de diferentes disciplinas agrupado bajo la denominación de “estudios sociales de la ciencia”. Pero lo más significativo es que dicha ampliación trasciende largamente los marcos de los estudios académicos. CPC se planta en el terreno político, en el reconocimiento de la necesidad de transformar revolucionariamente la sociedad, y esto le permite a Varsavsky desmitificar los planteos habituales sobre la neutralidad de la ciencia y de la tecnología. El “librito” es una obra extraña en el mundo académico, y esa “extrañeza” no es uno de sus menores méritos.

Varsavsky publicó su libro en 1969, año del Cordobazo, que representó el comienzo de un ciclo de movilización popular sin precedentes en la Argentina. Entre 1969 y 1976, los sectores populares potenciaron su capacidad organizativa y pusieron en jaque a las clases dominantes. En este marco, particularmente estimulante, surgió CPC. De ahí que hayamos optado por una lectura política de la obra. En definitiva, esto es lo que nos habría reclamado Varsavsky.

Buenos Aires, sábado 19 de febrero de 2011


NOTAS:

(12) En la filosofía de la ciencia del siglo XX se produce una tensión entre los partidarios de concentrar la epistemología en el estudio del contexto de justificación (el análisis de la coherencia lógica de las teorías científicas y de los argumentos con que las mismas se demuestran), y aquellos que defendían el énfasis en el contexto de descubrimiento (todo aquello que incidía en la concreción de un descubrimiento científico, y que incluía factores económico, políticos, sociológicos, religiosos, etc.). Al proponer que la filosofía de la ciencia tenía que darle un lugar a la historia, Kuhn se estaba situando en el marco de las epistemologías que reivindicaban la centralidad del contexto de descubrimiento para entender qué es la ciencia. Esta distinción entre contextos se debe al filósofo alemán Hans Reichenbach (1891-1953).

(13) El desarrollismo fue el proyecto económico y político promovido por el presidente Arturo Frondizi (1908-1995), quien gobernó el país entre 1958 y 1962. Frondizi sostenía que para superar los problemas de la economía argentina era necesario desarrollar la industria pesada, las industrias de bienes de consumo duraderos y mejorar la extracción de petróleo. Para llevar adelante este proyecto, Frondizi impulsó la radicación de capitales extranjeros, considerando que la inversión externa (sobre todo de las grandes empresas multinacionales) era el factor que dinamizaría a la industria nacional. Si bien Frondizi fue derrocado por un golpe militar en 1962, los lineamientos fundamentales del desarrollismo se mantuvieron vigentes a lo largo del resto de la década de 1960, más allá de las diferencias políticas entre los distintos gobernantes que se sucedieron en ese período.

(14) Lo que significa la autonomía cultural está en general claro, salvo justamente en lo que respecta a la ciencia (…) No es mucha la autonomía científica que podemos conseguir sin cambiar de sistema social o sin que ese sea nuestro objetivo. Y no cambiaremos gran cosa el sistema si no logramos independizarnos científicamente aunque sea en parte.” (p. 39). Dicho de manera todavía más explícita: “Aceptar la tecnología del Norte significa producir lo mismo que ellos, competir con ellos en el terreno que ellos conocen mejor, y por lo tanto, en definitiva, perder la batalla contra sus grandes corporaciones, suponiendo que se desee darla. Y digo esto último porque si aceptamos su ciencia y su tecnología, o sea si aceptamos que nos enseñan a pensar, haremos lo mismo que ellos, seremos como ellos, y entonces pierde sentido toda lucha por la independencia económica o incluso política. La solución lógica en tal caso es la que eligió Puerto Rico.” (p. 39-40). En estos pasajes se comprende el sentido de la impugnación que Varsavsky hace la desarrollismo.

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