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sábado, 5 de febrero de 2022

LA FORMULACIÓN KANTIANA DE UNA NUEVA METAFISICA: COMENTARIOS AL PRÓLOGO A LA 1º EDICIÓN DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA (1781)




La teoría social moderna no puede ser comprendida si no se estudia seriamente la obra de Karl Marx (1818-1883). Ahora bien, la obra de Marx no puede ser comprendida si no se estudia seriamente la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Por su parte, la obra de Hegel es ininteligible si no se estudia seriamente la obra de Immanuel Kant (1724-1804). En consecuencia, es imposible comprender la teoría social moderna si no hacemos el esfuerzo de entender a Kant. Es muy posible que este razonamiento, con sus premisas y conclusión, resulte extemporáneo a muchos lectores, pero el autor se ha fijado como norma el remar contra la corriente y traer constantemente a colación temas que no suelen estar de moda en estos días.

La obra fundamental de Kant es la Crítica de la razón pura (1º edición: 1781; 2º edición: 1782) (1). La Revolución Científica de los siglos XVI y XVII había puesto en cuestión todas las certezas acerca del mundo natural, y el tema del conocimiento había pasado a ocupar el centro de la escena en los debates filosóficos. En el período comprendido entre los siglos XVII y XVIII la filosofía reaccionó al desafío presentado por los nuevos desarrollos científicos elaborando dos concepciones gnoseológicas: el racionalismo y el empirismo. Esta última corriente postulaba que los sentidos eran la fuente de nuestro conocimiento del mundo. David Hume (1711-1776), un destacado filósofo inglés, desarrolló la teoría empirista del conocimiento, marcando claramente sus limitaciones. Kant, en la obra mencionada, retomó el debate en el punto en que lo había dejado Hume y se propuso construir una teoría del conocimiento que pudiera superar las críticas que se le habían formulado al empirismo, sin renegar del reconocimiento de que los sentidos eran nuestra principal fuente de información acerca del mundo.

El filósofo Herbert Marcuse (1898-1979) resume así la situación: "El contraataque idealista fue provocado no por la visión empirista de Locke y Hume, sino por su refutación de las ideas generales. Hemos intentado mostrar cómo el derecho de la razón a configurar la realidad depende de la habilidad del hombre para alcanzar verdades pretendidamente válidas. La razón es capaz de ir más allá del hecho bruto de lo que es hacia el percatarse de lo que debe ser, sólo en virtud de la universalidad y necesidad de sus conceptos (los cuales a su vez son el criterio de su verdad). Los empiristas negaban estos conceptos. Las ideas generales, decía Locke, son «las invenciones y las criaturas del entendimiento, creadas por él para su propio uso, y se refieren sólo a signos... Por ende, cuando abandonamos lo particular, lo general que queda es sólo una criatura creada por nosotros...» Para Hume, las ideas generales son abstracciones de lo particular y «representan» lo particular y sólo lo particular. No pueden nunca ofrecer reglas o principios universales. Si se aceptase a Hume, tendría que rechazarse la exigencia de la razón de organizar la realidad. Pues, como ya vimos, esta exigencia se fundaba en la facultad de la razón para alcanzar verdades cuya validez no se deriva de la experiencia y que podían, de hecho, oponerse a la experiencia. (....) Esta conclusión de las investigaciones empiristas hizo algo más que minar la metafísica. Confinaba al hombre dentro de los límites de lo «dado», dentro del orden existente de cosas y acontecimientos. (...) Si la experiencia y la costumbre han de ser la única fuente del conocimiento y de la creencia, ¿cómo actuar en contra de la costumbre, cómo actuar de acuerdo con ideas y principios que no han sido todavía aceptados y establecidos? La verdad no podría oponerse al orden dado ni la razón hablar en contra de él. El resultado de todo esto no era sólo el escepticismo sino también el conformismo. La restricción empirista de la naturaleza humana al conocimiento de lo «dado» suprimía tanto el deseo por trascenderlo como la desesperación ante él." (p. 24-25) (2)

Kant se propone, pues, salvar la posibilidad misma de las ideas generales y garantizar así la capacidad de la razón para transformar la realidad. De modo que en su obra el problema epistemológico es directamente un problema político. No debe olvidarse que Kant saludó con aprobación el comienzo de la Revolución Francesa en 1789, pues dicha revolución era, en su opinión, la demostración de que la razón podía emprender la tarea de transformar al mundo.

Para poder hacer frente al desafío del empirismo, Kant se propuso reconstruir la metafísica. Las razones de la necesidad de esta reconstrucción (o, mejor dicho, refundación) están tratadas en el prólogo a la 1º edición de la obra (1781) (3). A continuación efectuaremos una breve exposición del argumento desarrollado en dicho texto.

Kant comienza el prólogo argumentando en favor de la necesidad de la metafísica. Así, afirma que la filosofía se remonta de manera inevitable desde principios "cuyo uso es inevitable en el curso de la experiencia y está a la vez lo suficientemente acreditado por ésta" (p. 5) hacia regiones del pensamiento cada vez más alejadas de la experiencia, hasta que se ve "obligada a recurrir a principios que sobrepasan todo uso posible de la experiencia y que sin embargo parecen tan libres de sospecha, que incluso la común razón humana está de acuerdo con ellos." (p. 5-6). Ahora bien, puesto que los principios que sirven para explicar las cuestiones más generales no admiten ninguna bajada a la experiencia, el terreno de la metafísica se convierte en un campo de batalla interminable, sin que se llegue a ningún resultado duradero.

De la argumentación presentada en el párrafo anterior pueden retenerse dos cosas. Por un lado, Kant sostiene que la causa de la metafisica es la razón misma, pues ésta última se formula preguntas cuya respuesta está más allá de toda experiencia. En este sentido, el hacer metafísica parece ser algo intrínseco a la condición humana tal como la entiende Kant. Por otra parte, en el alejamiento radical de la metafísica respecto a toda experiencia se encuentra la raíz del problema que intentará resolver Kant en la CRP. Dado que la metafísica tiene vedado el recurso a la experiencia, su existencia misma degenera en una disputa inacabable entre escuelas filosóficas. Kant describe dos intentos de respuesta al problema de la fundamentación de una metafísica. En un primer momento, los metafísicos recurrieron al dogmatismo para justificar sus elucubraciones. Sin embargo, esta respuesta resultó a la postre insuficiente, dado que los filósofos descubrieron bien pronto que para un dogmatismo no hay nada peor que otro dogmatismo; en otros términos, los dogmatismos se enfrentaron entre sí de manera constante a lo largo de la historia de la metafísica. Posteriormente, John Locke (1632-1704) procuró resolver la cuestión analizando el funcionamiento del entendimiento humano. Kant apunta aquí que esta solución se vio pronto invalidada, pues la misma "se deducía del vulgo de la experiencia común" (p. 7). El fracaso de la tentativa de Locke marcó un retorno del dogmatismo, con su consiguiente lucha inacabable entre escuelas, hasta que, finalmente, la metafísica derivó en el indiferentismo. La metafísica entonces, derivó en una especie de gimnasia de charlatanes, que resultó duramente criticada por Hume: "Me parece que los únicos objetos de las ciencias abstractas o de la demostración son la cantidad y el número, y que todos los intentos de extender la clase más perfecta de conocimento más allá de estos límites es mera sofistería e ilusión (...) Todas las demás investigaciones de los hombres conciernes sólo a cuestiones de hecho y existencia (...) Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas, ¡qué estragos deberíamos hacer! Tomemos en nuestra mano, por ejemplo, un volumen cualquiera de teología o de metafísica escolástica y preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto acerca de la cantidad y el número? ¿No? ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de los hechos y cosas existentes? ¿Tampoco? Pues entonces arrojémoslo a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que sofismas y engaño?" (3)

Resumiendo todo lo anterior. Kant sostiene que hacer metafísica es inherente a la naturaleza humana, pues las preguntas que se formula esta disciplina son inherentes a dicha esencia de los seres humanos. Podemos decir entonces que Kant considera que la metafísica, que fue "expulsada" por la puerta por los empiristas, termina entrando por la ventana y de la peor manera, dado que las personas no podemos dejar de plantearnos las preguntas que no tienen ninguna relación con la experiencia. Por otra parte, el estado calamitoso de la metafísica termina por hacer convincentes los ataques de sus críticos. Es por ello que decide emprender la reformulación de la metafísica, para constituirla en una disciplina científica al estilo de la física y la astronomía.

La propuesta kantiana para la metafísica gira en torno a la CRP. ¿Qué es la razón pura?

Ante todo, se trata de una indagación que tiene por objeto a la razón misma, dejando de lado tanto el dogmatismo de las viejas escuelas como las filtraciones empiristas que se habían generalizado con la filosofía moderna: no se trata de "una crítica de los libros y de los sistemas, sino de la facultad de la razón en general, en lo tocante a todos los conocimientos por los cuales ella pueda esforzarse independientemente de toda experiencia; por tanto, la decisión acerca de la posibilidad o imposibilidad de una metafísica en general, y la determinación tanto de sus fuentes, como del alcance y de los límites de ella; pero todo a partir de principios." (p. 8). La CRP es, por tanto, el preámbulo necesario para establecer una metafísica científica, que esté libre de dogmatismos y que pueda establecer efectivamente los principios generales, desechando la falsa fundamentación de estos por el empirismo. La CRP "se plantea la pregunta de cuánto puedo esperar alcanzar con ella, sin me son sustraídos toda materia y todo auxilio de la experiencia." (p. 9). Su pregunta fundamental es: "¿Qué, y cuánto, pueden conocer el entendimiento y la razón, despojados de toda experiencia?" (p. 11).

La empresa kantiana es, por tanto, el intento más acabado por reconocer la validez del principio de la experiencia empírica, es decir, la tesis que postula que todo nuestro conocimiento proviene, en última instancia, de los sentidos: "La capacidad (receptividad) de recibir representaciones gracias a la manera como somos afectados por objetos, se llama sensibilidad. Por medio de la sensibilidad , entonces, nos son dados objetos, y sólo ella nos suministra intuiciones; pero por medio del entendimiento ellos son pensados, y de él surgen conceptos. Todo pensar, empero, debe referirse en último término, por medio de ciertas características, a intuiciones, y por tanto, en nuestro caso, a la sensibilidad; porque ningún objeto nos puede ser dado de otra manera." (p. 87-88) (4). El uso por Kant de la palabra metafísica puede resultar, por tanto, engañoso, pues se trata de una metafísica que poco tiene que ver con la practicada por la filosofía medieval, pues la metafísica kantiana parte del reconocimiento de que todo nuestro conocimiento de las cosas proviene de los sentidos. Ahora bien, Kant no se conforma con esto y va a postular que sólo conocemos los fenómenos, es decir, aquello que percibimos a través de los sentidos, en tanto que las cosas en sí permanecen absolutamente incognoscibles para los sentidos. En este punto es donde entra a tallar la CRP kantiana, que mediante la utilización de instrumentos metodológicos tomados de las ciencias naturales (el experimento - ojo, luego desarrollaremos en qué consiste el peculiar experimento kantiano en metafísica -), se propone establecer los principios generales, los cuales tendrán el mismo valor científico que los conceptos de las ciencias naturales.

La CRP tiene que ser estudiada a fondo, entonces, por la fundamentación que hace de los principios generales. En el plano de la teoría social, esta fundamentación es imprescindible para formular mejor la crítica al individualismo metodológico.

Buenos Aires, lunes 28 de junio de 2010

Abreviaturas:
CRP: Crítica de la razón pura.
Notas:
(1) Todas las referencias a la Crítica de la razón pura están tomadas de la traducción de Mario Caimi (Buenos Aires: Colihue, 2007).
(2) Marcuse, Herbert. (1986). Razón y revolución: Hegel y el surgimiento de la teoría social. Madrid: Alianza.
(3) La cita pertenece al Tratado de la naturaleza humana, publicado en 1748 por David Hume y está tomada de Palma, Héctor. (2008). Filosofía de las ciencias. San Martín: UNSAMedita, pág. 31-32.
(4) Es importante tener en cuenta a qué se refiere Kant al hablar de entendimiento en este pasaje. El entendimiento es la facultad que nos permite descomponer la realidad en "una multitud de cosas determinadas, demarcadas unas de otras. Cada cosa es una entidad distinta y delimitada que está relacionada como tal con otras entidades igualmente delimitadas. Los conceptos que se desarrollan a partir de estos comienzos, y los juicios que se elaboran con estos conceptos, implican y tratan con cosas aisladas y las relaciones fijas entre dichas cosas. Las determinaciones del individuo se excluyen unas a otras como si fuesen átomos o mónadas. Una no es la otra y nunca puede convertirse en la otra. Naturalmente, las cosas cambian, como también sus propiedades, pero cuando esto sucede, una propiedad o determinación desaparece y otra toma su lugar." (Marcuse, op. cit., pág. 49)

3 comentarios:

Ariel Mayo (1970) dijo...

Transcribo el comentario de un participante en otro foro acerca de estos comentarios. Desde ya agradezco la deferencia de haber escrito unas observaciones sobre estas notas.

«Aquí dejo algún otro comentario de Adorno y Horkheimer en su "Diálectica de la Ilustración".

Al margen....¿alguien conoce a algún kantiano? ¿cómo es un hombre kantiano que se tome en serio a Kant? Es una persona que no se mete en nada, porque eso sería perturbar la armonía fenomenica que flota en la superficie. Además de que se la pasan resolviendo los problemas de lógica más complejos (son gente análitica), o para distraerse, resuelven el suduku de contratapa de diario dominical.


La distancia del pensamiento con respecto a la tarea de ordenar lo que es, la salida del círculo predestinado de la realidad,significa -para el espíritu científico- la muerte y la autodestrucción, tal como lo era para el mago primitivo la salida del círculo que había trazado para el exorcismo. Y en ambos casos se toman las disposiciones necesarias para que la violación del tabú tenga incluso en la realidad consecuencias dañosas para el sacrílego. El dominio de la naturaleza traza el cícrculo en el que la crítica de la razón pura ha encerrado al pensamiento. Kant unió la tesis de su fatigoso e incesa te progreso hasta el infinito con la insistencia inflexible sobre su insuficiencia y eterna limitación. La respuesta que ha dado es el veredicto de un oráculo. No hay ser en el mundo que no pueda ser penetrado por la ciencia, pero aquello que puede ser penetrado por la ciencia ya no es el ser. De tal suerte, según Kant, el juicio filosófico mira a lo nuevo pero no conoce nunca nada nuevo, puesto que repite siempre sólo aquello que la razón ha puesto ya en el objeto. Pero a este pensamiento, protegido y garantizado en los diversos departamentos de la ciencia - por los sueños de un visionario- le es presentada luego la cuenta: el dominio universal sobre la naturaleza se retuerce contra el mismo sujeto pensando, del cual no queda más que ese mismo, eternamente igual "ich denke" que debe poder acompañar todas mis representaciones. Sujeto y objeto se anulan entre sí.»
CHESTERTON.

Ektor Henrique Charkomen dijo...

Exactamente, lo que yo les digo siempre a mis alumnos:
"La teoría social moderna no puede ser comprendida si no se estudia seriamente la obra de Karl Marx (1818-1883). Ahora bien, la obra de Marx no puede ser comprendida si no se estudia seriamente la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831). Por su parte, la obra de Hegel es ininteligible si no se estudia seriamente la obra de Immanuel Kant (1724-1804)" Ariel Mayo.
Buen aporte, saludos.

Ariel Mayo (1970) dijo...

Muchas gracias, Charcomen. Saludos,