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martes, 10 de junio de 2025

APUNTES SOBRE LA ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD

 


Lenin entrevistado por H. G. Wells


Ariel Mayo (ISP. Dr. J. V. González / UNSAM)


La entrevista es el método de recolección de datos más utilizado en las ciencias sociales, a punto tal que se estima que es utilizada en el 90% de las investigaciones empíricas. 

La masividad de su empleo va de la mano, sin embargo, con el relativo desconocimiento acerca de sus características. Por ello hemos optado por elaborar una ficha en la que se describen sus rasgos principales.

Referencia bibliográfica

Piovani, J. I. (2007). La entrevista en profundidad. En Marradi, A., Metodología de las ciencias sociales. (pp. 215-225). Buenos Aires, Argentina: Emecé. 

Noticia del autor:

Juan Ignacio Piovani, sociólogo argentino. Especialista en métodos y técnicas de investigación sociológica.


A diferencia de otros instrumentos de recolección de datos, la entrevista nos resulta familiar porque se halla entrelazada íntimamente con nuestras prácticas cotidianas. En la vida diaria, la conversación constituye uno de los principales métodos de interacción entre las personas. Más aun, “en la vida cotidiana estamos recurrentemente implicados en prácticas conversacionales que implican el intercambio de información” (p. 216). Al lado de las conversaciones informales, en lo cotidiano también existen intercambios más formalizados, que pueden ser caracterizados como entrevistas profesionales: la selección de personal, la entrevista médica, la sesión de terapia, etc. En otras palabras, poseemos una mayor sensibilidad hacia la entrevista porque la utilizamos a diario en forma de conversación. 

Ahora bien, la entrevista en profundidad puede ser definida como: 

“Una forma especial de conversación entre dos personas (...), dirigida y registrada por el investigador con el propósito de favorecer la producción de un discurso conversacional continuo y con cierta línea argumental por parte del entrevistado, acerca de un tema de interés definido en el marco de la investigación.” (p. 216)

Para precisar la definición anterior hay que tener en cuenta que existen diversos tipos de entrevista. Para clasificar esos tipos se emplean dos criterios: a) la presencia o ausencia de un contacto visual entre el entrevistador y el entrevistado; b) el grado de libertad concedido a los actores en la situación de entrevista, ya sea al preguntar o al responder. En definitiva, el segundo criterio es el más utilizado y en base a él se clasifican las entrevistas según su mayor o menor nivel de estructuración (tanto en lo que hace a la formulación de las preguntas como a las respuestas).

De modo que las entrevistas se clasifican en: a) entrevista personal estructurada (es el caso de la encuesta); b) entrevista personal semiestructurada; c) entrevista personal no estructurada. Estas dos últimas pueden ser consideradas propiamente como entrevistas en profundidad.

Para caracterizar la entrevista en profundidad hay que destacar que se trata de relación social entre dos personas. Ello implica que el entrevistador debe tener la capacidad para guiar al entrevistado hacia las cuestiones que se desea indagar en el marco del problema de investigación; esto requiere habilidad y experiencia, pues en la entrevista no se pregunta acerca de cuestiones de hecho (aunque también pueden formularse preguntas sobre ellas), sino que se aborda todo lo referente a la subjetividad del entrevista. Dicho de otra manera, el entrevistador procura llevar al entrevistado acerca de los modos en que realiza “la apropiación individual de la vida colectiva” (p. 219) Por ejemplo: al entrevistador no le importa tanto a quíen va a votar el entrevistado en las próximas elecciones, sino los motivos que lo llevan a votar por el candidato x

En definitiva, “cabe recordar que la entrevista se basa en la interacción verbal, y requiere por tanto una apertura a la comunicación tanto como la aceptación de sus reglas” (p. 220).

Llegados a este punto, corresponde preguntar por las ventajas y limitaciones de la entrevista en profundidad. Aquí la cuestión es relativamente sencilla: la principal ventaja de su uso radica en que mediante ella se puede acceder a la perspectiva de los actores, “para conocer cómo ellos interpretan sus experiencias en sus propios términos” (p. 220). Es por ello que el uso de la entrevista en profundidad se difundió en los estudios sobre el pasado próximo y sobre las formas de apropiación individual y colectiva (memoria) de este pasado. Además, posee la ventaja de que genera mayor intimidad y eso permite conocer cuestiones que el entrevistado no expresaría con otros tipos de instrumentos (por ejemplo: la encuesta). 

Entre las limitaciones, pueden enumerarse las siguientes: a) la desventaja en términos de tiempo (la realización de entrevistas en profundidad demanda mucho tiempo tanto en su realización - una entrevista de este tipo puede durar entre 45 minutos y varias horas- como en la transcripción y análisis de lo obtenido); b) menor capacidad para detectar fenómenos con gran dispersión territorial y/o tipológica; c) menor capacidad para generalizar sus resultados. 

La entrevista en profundidad no tiene reglas fijas, más allá de algunas generalidades; dado su carácter no estructurado o semiestructurado, depende en buena medida del conocimiento personal y de la experiencia del entrevistador. 

Sin embargo, hay reglas generales que deben respetarse. En otras palabras, sin perjuicio de su carácter poco estructurado, corresponde elaborar una planificación que debe tomar en cuenta los siguientes aspectos: 

1-La selección de las personas a entrevistar. Es claro que la entrevista no es un instrumento estandarizado dirigido a la obtención de datos cuantitativos. Por lo tanto, no entran aquí cuestiones estadísticas (caso del muestreo aleatorio simple). Se aplica el muestreo intencional, el investigador selecciona a los sujetos a entrevistar a partir de una serie de criterios relevantes (su relevancia se deriva del problema de investigación). En el caso de investigaciones donde es simple identificar a los entrevistados (por ejemplo, en estudios sobre inmigrantes ilegales), se recurre a la técnica de bola de nieve (snowball): “a partir de uno o unos pocos contactos iniciales, y valiéndose de las redes personales de los mismos, se busca ampliar progresivamente el grupo de potenciales entrevistados que comparten aquellas características que los hacen minoritarios o poco visibles y accesibles” (p. 222). También se emplea el llamado muestreo oportunista, que sirve para seleccionar “aquellos sujetos proclives a colaborar en el estudio a los cuales el investigador tiene garantizado el acceso” (p. 223)

En las encuestas el número de encuestados está establecido de antemano. En las entrevistas se procede por saturación, esto es, se realizan entrevistas hasta que no se obtiene nueva información sobre los temas estudiados. 

En cuanto al contenido de la entrevista, debe confeccionarse una guía (o guión) que debe seguir el entrevistador. En este punto hay que señalar que debe evitarse que la guía se convierta en la base para un interrogatorio. Por eso, la guía tiene que constar de una serie de puntos a desarrollar a lo largo de la entrevista, no en una lista de preguntas a formular. La entrevista no es una encuesta (entrevista estandarizada). Inclusive, se sugiere que la entrevista se prolongue una vez concluida (cuando ya se agotaron los temas a indagar), en forma de charla informal, para distender el clima y, eventualmente, acceder a nueva información.

Por último, es particularmente conveniente la grabación de la entrevista, pues ello facilita el análisis de la información. Pero debe pedirse siempre el consentimiento al entrevistado. Hay que recordar que la confidencialidad de los datos, su carácter anónimo, es fundamental para garantizar la calidad de la información.


Balvanera, martes 10 de junio de 2025



martes, 3 de junio de 2025

LA ENCUESTA EN VERSIÓN TE LO RESUMO ASÍ NOMÁS



George Gallup

Ariel Mayo (ISP Dr. Joaquín V. González / UNSAM)


El sondeo (más conocido como encuesta) constituye el instrumento de recolección de datos más conocido en el ámbito de las ciencias sociales. Utilizado para casi cualquier cosa, amado y odiado por los políticos, los periodistas y el público en general, resulta tan discutido como desconocido en su funcionamiento. Para contribuir a mitigar ese desconocimiento vaya este conjunto de apuntes cuya base es un artículo de la socióloga argentina Nélida Archenti (Buenos Aires, 1944).

Referencia para bibliófilos:

Archenti, N. (2007). “El sondeo”. EN: Marradi, A. (2007). Metodología de las ciencias sociales. Buenos Aires: Emecé. (pp. 71-85).


En el principio eran… algunas definiciones

Ante todo, hay que decir que el sondeo (también conocido popularmente como encuesta) corresponde a la etapa de recolección de datos de la investigación (esto, por supuesto, en las investigaciones que requieren datos que no sean de tipo bibliográfico o que no puedan recabarse de fuentes secundarias).

Sondeo= Método científico de recolección de datos, a través de la utilización de cuestionarios estandarizados, administrados por entrevistadores entrenados o distribuidos para su autoadministración a una muestra.

Sirve para relevar propiedades referidas a muchos individuos. Más específicamente, se emplea para recolectar datos sobre intenciones de votos en grandes poblaciones, pautas de consumo, hábitos y prejuicios predominantes, 

Sus ámbitos de aplicación son: la investigación académica, los estudios de opinión pública sobre temas políticos y económicos, las investigaciones de mercado.


Una breve excursión por la epistemología… 

El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) plantea que las encuestas se basan en tres supuestos: 

1°- Todos los individuos tienen una opinión.

2°- Todos los individuos se cuestionan sobre los temas que se les pregunta.

3°- Todas las opiniones tienen la misma incidencia social.

Los dos primeros supuestos hacen alusión a la situación de encuesta que, no hay que olvidar, es un tipo de relación social entablada entre el encuestador y el encuestado. Así, el encuestado se siente obligado a contestar para no quedar como un ignorante en la cuestión sobre la que le pregunta el encuestador. Esto genera un problema referido a la veracidad de las respuestas (incertidumbre respecto a si las respuestas reflejan la opinión del encuestado o si son simplemente un recurso de este para evitar hacer notar su desconocimiento del tema). El procedimiento empleado por los investigadores para minimizar esta cuestión consiste en remarcar el carácter anónimo de la encuesta y la confidencialidad de la información proporcionada.

El tercer supuesto se apoya en las investigaciones sobre grandes poblaciones, donde cada individuo es considerado equivalente a los demás y, en consecuencia, unos son sustituibles por otros. Esto es lo que permite utilizar instrumentos estadísticos para el análisis de los datos obtenidos. Una consecuencia de este supuesto es que se pierde información referida a cada individuo en particular. 

Los sondeos tienen algunas limitaciones, que se presentan en las distintas etapas de la realización del sondeo: a) las referidas al cuestionario mismo, esto es, a la validez de los indicadores y la confiabilidad de las preguntas utilizadas; b) las referidas al trabajo de campo, es decir, a la aplicación de los formularios a los encuestados (por ejemplo: escaso entrenamiento de los encuestadores, bajo nivel de respuesta de los encuestados, etc.)

Tenés 5 minutos… es para una encuesta

Existen múltiples maneras de aplicar el cuestionario a los encuestados. Se denomina abordaje a la técnica que se utiliza para llegar a los sujetos que constituyen el target del estudio. 

Las encuestas se pueden clasificar en: 1) con participación del encuestador, cuyo exponente principal es la encuesta cara a cara o presencial (domiciliarias y coincidentales), y que incluyen también las telefónicas (hoy rápidamente en desuso); 2) sin participación del encuestador, como es el caso de las realizadas por internet, correo electrónico, telefónica automatizada).

Encuestas cara a cara

Son aquellas en las que el encuestador lee las preguntas al encuestado y anota sus respuestas. En las realizadas en la vía pública (método coincidental) es importante que el cuestionario sea breve, para evitar el fastidio y la dispersión de la atención del encuestado. En las efectuadas en el domicilio del encuestado, se pueden emplear cuestionarios más extensos, dado que la encuesta se realiza en condiciones confortables para la persona entrevistada.

Encuestas autoadministradas (sin encuestador)

Son encuestas en las que no participan encuestadores, sino que se provee el cuestionario al encuestado para que él complete los datos que se le solicitan. 

El procedimiento es sencillo. Primero, se selecciona una muestra potencial de la población a estudiar. Luego, se invita a participar a los integrantes de la muestra (a través de internet, empresa u organismo al que pertenezcan los entrevistados, etc.). 

La principal dificultad de las encuestas autoadministradas es la tasa de respuesta, dado que ésta puede ser baja.

Estudios longitudinales (o encuesta de panel)

Se trata de un estudio diacrónico. Su particularidad consiste en que el cuestionario se aplica a una misma muestra a lo largo del tiempo. Resulta útil para comprobar modificaciones en las opiniones y actitudes como efecto de la incidencia de un estímulo o factor determinado. Su principal defecto es la pérdida de elementos de la muestra (por mortalidad, traslado a otra región o país, etc.).


El discreto encanto de preguntar…

El cuestionario es el núcleo de la encuesta; en rigor, es el instrumento de recolección de datos utilizado en ella.

El cuestionario no es un mero revoleo de preguntas, confeccionado a las apuradas para sacarse de encima la tarea y poder pasar enseguida al trabajo de campo. Un mal cuestionario equivale a una mala encuesta, que incluso es peor que una encuesta no realizada. 

El cuestionario posee una lógica propia y constituye, en verdad, un arte que garantiza la confiabilidad de las respuestas y, por último pero no menos importante, que ellas brinden la información requerida por la investigación.

Algunos elementos a tener en cuenta al momento de redactar el cuestionario: a) las primeras preguntas deben ser sencillas y no remitir a cuestiones conflictivas, con el propósito de generar confianza; b) los temas que exigen mayor compromiso o apunten a los núcleos de mayor intimidad tienen que estar ubicados en el centro del cuestionario; c) las últimas preguntas deben ser fáciles y dar lugar a una despedida cordial, así el encuestado queda predispuesto a participar de nuevos sondeos; d) la cantidad de preguntas no debe ser excesiva, para no prolongar la duración de la encuesta (pues ello deriva en fastidio del encuestado y en el consiguiente deterioro de la información proporcionado).

Aquí hay que retomar la definición del sondeo y entender que la encuesta utiliza un cuestionario estandarizado. Esto significa, entre otras cosas, que las preguntas tienen que ser las mismas para todos los encuestados y formuladas en el mismo orden. En este sentido, es conveniente dividir el cuestionario en bloques temáticos, para asegurarse de no dejar afuera ninguna de las cuestiones indagadas.

Desde el punto de vista de su estructuración, los cuestionarios se dividen en: estructurados, en los que predominan las preguntas cerradas (un menú cerrado de respuestas precodificada); semiestructurados, semejantes a los anteriores, pero que incluyen preguntas abiertas, en las que el encuestado tiene libertad para formular la respuesta con sus propias palabras; no estructurados, en los que la mayoría de las preguntas son abiertas (más que en la encuesta, este tipo de cuestionario corresponde a la entrevista en profundidad).

Las preguntas cerradas presentan opciones de respuesta preestablecidas por el investigador. Se clasifican en a) dicotómicas, en las que las respuestas posibles son dos (si/no; de acuerdo/en desacuerdo). Sirven para dividir a la muestra en dos grupos en oposición, relativos a una temática; y b) de alternativa múltiple, en las que la pregunta presenta más de dos alternativas de respuesta entre las que el encuestado elegirá una (en este caso se dice que se trata de una pregunta de respuesta múltiple).


Balvanera, martes 3 de junio de 2025


martes, 4 de febrero de 2025

FICHA: ESPING-ANDERSEN (1999) TRANSFORMACIONES SOCIALES DE LAS SOCIEDADES POSINDUSTRIALES, CAP. 3

 

 

Gøsta Esping-Andersen

 

Gøsta Esping-Andersen (Næstved, Dinamarca; 1947) es un sociólogo y profesor universitario danés. Cursó estudios en la Universidad de Copenhague y en la Universidad de Wisconsin, Madison.  Trabajó como profesor en la Universidad de Harvard y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Se especializó en el estudio del llamado Estado de Bienestar. En su libro The Three Worlds of Welfare Capitalism (Cambridge: Polity Press & Princeton: Princeton University Press, 1990) desarrolló su tipología de los tres modelos de EB: liberal, conservador y socialdemócrata.

La presente ficha de lectura está dedicada al capítulo 3 de su obra Transformaciones sociales de las sociedades postindustriales, en el que analiza los diferentes regímenes de bienestar, su gestión de los riesgos sociales y los modelos de solidaridad.

Abreviaturas:

EB=Estado(s) de Bienestar.

Referencia bibliográfica:

Esping-Andersen, G. [1° edición: 1999]. (2000). Transformaciones sociales de las sociedades posindustriales. Barcelona, España: Ariel. 272 p. Traducción de Francisco Ramos.


Cap. 3: Riesgos sociales y Estado del Bienestar (pp. 49-67)

El punto de partida del autor es la constatación de que los diferentes EB nacionales adhieren a nociones de igualdad distintas; a la vez, al interior de cada Estado coexisten diversos conceptos de igualdad. También varía qué es lo que se quiere igualar.

El igualitarismo es la consecuencia derivada del primer objetivo de la política social: “asegurar a la población contra los riesgos sociales” (p. 49). Aquí lo central es definir cómo, en qué medida y qué tipo de riesgos se comparten colectivamente.

Hay tres formas de gestionar los riesgos sociales: EB, familia, mercado.

El modo en que se comparten los riesgos define el tipo de EB.

El autor aclara que el EB “es una construcción histórica concreta” que se desarrolló entre las décadas de 1930 y 1960. Surgió para reescribir el contrato social entre el gobierno y la ciudadanía. Se creó para atender a “una distribución de población históricamente concreta, con una estructura de riesgos históricamente concreta” (p. 50) En otras palabras, el EB fue hijo de la Gran Depresión de la década de 1930, la crisis más grande del capitalismo registrada hasta la fecha y una de cuyas características principales fue la magnitud y la extensión en el tiempo de la desocupación de una parte significativa de la clase obrera. El EB se moldeó, por tanto, en una sociedad en la que el cliente prototípico era el trabajador industrial masculino.

El estado en la red del bienestar (pp. 51-54)

Esping-Andersen plantea en este punto algunas distinciones conceptuales. En primer lugar, la política social no es igual a EB. Puede haber política social sin EB, pero no a la inversa. La política social es “algún tipo de acción colectiva a la hora de abordar los riesgos sociales” (p. 51) En cambio, el EB es algo más que una política social: “se trata de una construcción histórica única, de una redefinición explícita de todo lo relativo al estado” (p. 52) De este modo, tanto el New Deal del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt (1882-1945) como la “Patria de los Pueblos” de la socialdemocracia sueca, fueron intentos paralelos de reescribir la relación entre el ciudadano y el Estado.

En segundo lugar, la expresión régimen de bienestar designa “la forma conjunta e interdependiente en que se produce y distribuye el bienestar por parte del Estado, el mercado y la familia” (p. 52).

Respecto a la familia, suele afirmarse que su papel económico desapareció con el EB; quedando limitada al papel de contención emocional. Sin embargo, el feminismo resaltó el papel de la mujer en el trabajo doméstico; es más, el sesgo del EB de la segunda posguerra en favor del varón como fuente de ingresos se pudo mantener gracias al servicio social que prestaban las familias. En consecuencia, en el análisis no se puede dejar de lado a la familia, pues sus decisiones influyen en el EB y en el mercado.

En tercer lugar, los regímenes de bienestar se deben identificar en términos de la tríada interrelacionada de Estado, mercado y familia. Cada uno de los integrantes de la tríada representa un principio de gestión de riesgo. En la familia, el principio de asignación predominante es el de la reciprocidad; en el mercado, la distribución a través del nexo monetario; en el Estado, la forma de redistribución autorizada.

En el nivel macro, la producción de bienestar de cualquiera de los tres componentes se halla relacionada con lo que ocurre en los otros dos. En el nivel micro, el bienestar de cada individuo depende de como agrupe los inputs procedentes de los tres.

Por último, pero no menos importante, la familia “es el destino último del consumo y el reparto de bienestar”. Es la unidad de “riesgo”” (p. 54).

Fundamentos de los regímenes de bienestar: gestión de los riesgos (pp. 55-59)

Como se indicó más arriba, la política social significa gestión pública de los riesgos sociales.

La gestión de los riesgos se ha vuelto cada vez más colectiva. Un riesgo individual se convierte en social por tres motivos: a) cuando el destino de un individuo (o el de muchos individuos) tiene consecuencias colectivas (por ejemplo: la desocupación puede hacer que las personas se opongan al cambio tecnológico, con consecuencias negativas para la acumulación de capital); b) la sociedad reconoce que determinados riesgos individuales son merecedores de la atención pública; c) la complejidad creciente de la vida social hace que las fuentes de ciertos riesgos escapen al control de los individuos. [1]

El mercado de trabajo sin restricciones puede poner en peligro la supervivencia social. Esto se debe a que un mercado libre “puro” funciona si todos los participantes se ajustan perfectamente a las variaciones de la oferta y la demanda; esto no ocurre si dichos participantes poseen fuentes de ingresos alternativas, en ese caso el ajuste no se da de manera automática. Pero si los individuos carecen de esas fuentes, su capacidad de ser agentes del mercado se ve limitada. Ejemplo: uno de los supuestos del mercado libre es que el individuo puede retener el producto [no venderlo] hasta que obtenga el precio adecuado, pero eso es imposible cuando está en juego la supervivencia del vendedor [el trabajador necesita vender su fuerza de trabajo para obtener un salario y comprar comida]. En consecuencia, “el mercado de trabajo sólo puede ser un mercado de trabajo cuando (…) ha sido distorsionado, reducido y domesticado; cuando los participantes tienen acceso a fuentes de bienestar distintas a sus ingresos.” (p. 56) El sindicalismo y la negociación colectiva cumplen el papel de domesticar al mercado y liberar al trabajador.

Hay tres razones teóricas por las que los mercados resultan insuficientes: competencia imperfecta, fallo del mercado, fallo de la información.

Distribución de los riesgos y modelos de solidaridad (pp. 59-67)

Los regímenes de bienestar se construyen sobre los riesgos sociales. Hay riesgos aleatorios, pero la mayoría se dan con regularidad sociológica. A estos últimos se los clasifica en función de tres ejes distintos: riesgos de clase, riesgos de la trayectoria vital, riesgos intergeneracionales.

Los riesgos de clase y los intergeneracionales requieren una solución vinculada con el EB. Si el Estado absorbe los riesgos, la satisfacción de la necesidad resulta desfamiliarizada (sustraída a la familia) y desmercantilizada (sustraída al mercado).

El riesgo de clase implica la probabilidad de un riesgo social se distribuye de manera desigual entre las distintas clases y/o grupos sociales. Hay tres modelos de solidaridad del EB: 1) planteamiento residual, que limita su ayuda a unos estratos de riesgo específico (ejemplo: madres solteras, discapacitados, etc.) y divide a la sociedad entre un “ellos” quienes son autosuficientes, y un “nosotros” (la minoría que depende de dicha ayuda); 2) planteamiento corporativista, los riesgos se comparten en función de la pertenencia a un estatus; 3) planteamiento universalista, basado en la idea de compartir todos los riesgos individuales, aceptables o inaceptables, bajo una sola cobertura (implica la solidaridad de todo el pueblo).

El riesgo de trayectoria vital remite a que los riesgos se distribuyen de manera desigual a lo largo de la trayectoria vital. La familia ha sido el lugar donde se han compartido los riesgos derivados de la trayectoria vital. En el contexto del EB clásico, estos riesgos se distribuían en dos etapas: la infancia y la vejez. En el contexto de la sociedad posindustrial, con inestabilidad familiar, desempleo generalizado, mayor inseguridad profesional, los riesgos se concentran en la juventud y los inicios de la vida adulta.

El riesgo intergeneracional implica que los riesgos derivados de desigualdades sociales son heredados por ciertos grupos. Así, por ejemplo, la pobreza se transmite de generación en generación; la discriminación resultante de la pertenencia a una etnia determinada, etc. Las desigualdades heredadas se convierten en desigualdades de “capital social”. Estas desigualdades se producen en la familia y son reproducidas por el mercado; de allí la necesidad de la intervención del EB.

Mientras que los riesgos de clase y de trayectoria vital constituyen una cuestión de protección social y de seguridad de los ingresos[2], el riesgo intergeneracional demanda un compromiso con el igualitarismo, esto es, la implementación depolíticas de igualdad de oportunidades.

La igualdad de oportunidades tiene dos interpretaciones, a saber: a) la interpretación minimalista, que se aproxima a la noción de “equidad” (o de justicia) y que se apoya en la idea de que la sociedad discrimina sistemáticamente a ciertos grupos; b) la interpretación maximalista, que parte de la concepción de que no hay que hacer frente a tal o cual discriminación, sino que es necesario atacar las fuentes de la reproducción sistemática de las desigualdades. Esta última interpretación fue la adoptada en los países nórdicos y abogaba por poner a disposición de la gente todos los recursos sociales necesarios para funcionar de manera óptima.

El concepto de desmercantilización alude al grado en que los EB debilitan el nexo monetario al garantizar unos derechos independientes de la participación en el mercado. Parte del supuesto de que los individuos ya están mercantilizados. Sus críticos niegan que eso sea completamente así, puesto que buena parte de las mujeres se encuentran confinadas en el hogar y que, por ende, se hallan desmercantilizadas. Para los reformistas católicos o confucianos, la desmercantilización resulta deseable si fomenta la piedad familiar y la interdependencia. La noción de desmercantilización tiene relevancia para los individuos que se hallan incorporados de manera plena e irreversible a una relación asalariada.

El término familiarismo alude a un EB que asigna un máximo de obligaciones de bienestar a la unidad familiar. En cambio, la desfamiliarización designa a las políticas que reducen la dependencia del individuo respecto a la familia, que maximizan la disponibilidad de recursos económicos por parte del individuo, independientemente de las reciprocidades familiares o conyugales. En relación con esta última cuestión, cabe decir que los EB nórdicos son los únicos que están diseñados para maximizar la independencia económica de la mujer.

 

Balvanera, martes 4 de febrero de 2025


NOTAS:

[1] Cuanto más generalizados son los riesgos, más probable es que la familia y el mercado “fallen”.

[2] El principal tipo de igualdad implicado en ellos es el de la universalización de derechos.