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Lenin entrevistado por H. G. Wells |
Ariel Mayo (ISP. Dr. J. V. González / UNSAM)
La entrevista es el método de recolección de datos más utilizado en las ciencias sociales, a punto tal que se estima que es utilizada en el 90% de las investigaciones empíricas.
La masividad de su empleo va de la mano, sin embargo, con el relativo desconocimiento acerca de sus características. Por ello hemos optado por elaborar una ficha en la que se describen sus rasgos principales.
Referencia bibliográfica:
Piovani, J. I. (2007). La entrevista en profundidad. En Marradi, A., Metodología de las ciencias sociales. (pp. 215-225). Buenos Aires, Argentina: Emecé.
Noticia del autor:
Juan Ignacio Piovani, sociólogo argentino. Especialista en métodos y técnicas de investigación sociológica.
A diferencia de otros instrumentos de recolección de datos, la entrevista nos resulta familiar porque se halla entrelazada íntimamente con nuestras prácticas cotidianas. En la vida diaria, la conversación constituye uno de los principales métodos de interacción entre las personas. Más aun, “en la vida cotidiana estamos recurrentemente implicados en prácticas conversacionales que implican el intercambio de información” (p. 216). Al lado de las conversaciones informales, en lo cotidiano también existen intercambios más formalizados, que pueden ser caracterizados como entrevistas profesionales: la selección de personal, la entrevista médica, la sesión de terapia, etc. En otras palabras, poseemos una mayor sensibilidad hacia la entrevista porque la utilizamos a diario en forma de conversación.
Ahora bien, la entrevista en profundidad puede ser definida como:
“Una forma especial de conversación entre dos personas (...), dirigida y registrada por el investigador con el propósito de favorecer la producción de un discurso conversacional continuo y con cierta línea argumental por parte del entrevistado, acerca de un tema de interés definido en el marco de la investigación.” (p. 216)
Para precisar la definición anterior hay que tener en cuenta que existen diversos tipos de entrevista. Para clasificar esos tipos se emplean dos criterios: a) la presencia o ausencia de un contacto visual entre el entrevistador y el entrevistado; b) el grado de libertad concedido a los actores en la situación de entrevista, ya sea al preguntar o al responder. En definitiva, el segundo criterio es el más utilizado y en base a él se clasifican las entrevistas según su mayor o menor nivel de estructuración (tanto en lo que hace a la formulación de las preguntas como a las respuestas).
De modo que las entrevistas se clasifican en: a) entrevista personal estructurada (es el caso de la encuesta); b) entrevista personal semiestructurada; c) entrevista personal no estructurada. Estas dos últimas pueden ser consideradas propiamente como entrevistas en profundidad.
Para caracterizar la entrevista en profundidad hay que destacar que se trata de relación social entre dos personas. Ello implica que el entrevistador debe tener la capacidad para guiar al entrevistado hacia las cuestiones que se desea indagar en el marco del problema de investigación; esto requiere habilidad y experiencia, pues en la entrevista no se pregunta acerca de cuestiones de hecho (aunque también pueden formularse preguntas sobre ellas), sino que se aborda todo lo referente a la subjetividad del entrevista. Dicho de otra manera, el entrevistador procura llevar al entrevistado acerca de los modos en que realiza “la apropiación individual de la vida colectiva” (p. 219) Por ejemplo: al entrevistador no le importa tanto a quíen va a votar el entrevistado en las próximas elecciones, sino los motivos que lo llevan a votar por el candidato x.
En definitiva, “cabe recordar que la entrevista se basa en la interacción verbal, y requiere por tanto una apertura a la comunicación tanto como la aceptación de sus reglas” (p. 220).
Llegados a este punto, corresponde preguntar por las ventajas y limitaciones de la entrevista en profundidad. Aquí la cuestión es relativamente sencilla: la principal ventaja de su uso radica en que mediante ella se puede acceder a la perspectiva de los actores, “para conocer cómo ellos interpretan sus experiencias en sus propios términos” (p. 220). Es por ello que el uso de la entrevista en profundidad se difundió en los estudios sobre el pasado próximo y sobre las formas de apropiación individual y colectiva (memoria) de este pasado. Además, posee la ventaja de que genera mayor intimidad y eso permite conocer cuestiones que el entrevistado no expresaría con otros tipos de instrumentos (por ejemplo: la encuesta).
Entre las limitaciones, pueden enumerarse las siguientes: a) la desventaja en términos de tiempo (la realización de entrevistas en profundidad demanda mucho tiempo tanto en su realización - una entrevista de este tipo puede durar entre 45 minutos y varias horas- como en la transcripción y análisis de lo obtenido); b) menor capacidad para detectar fenómenos con gran dispersión territorial y/o tipológica; c) menor capacidad para generalizar sus resultados.
La entrevista en profundidad no tiene reglas fijas, más allá de algunas generalidades; dado su carácter no estructurado o semiestructurado, depende en buena medida del conocimiento personal y de la experiencia del entrevistador.
Sin embargo, hay reglas generales que deben respetarse. En otras palabras, sin perjuicio de su carácter poco estructurado, corresponde elaborar una planificación que debe tomar en cuenta los siguientes aspectos:
1-La selección de las personas a entrevistar. Es claro que la entrevista no es un instrumento estandarizado dirigido a la obtención de datos cuantitativos. Por lo tanto, no entran aquí cuestiones estadísticas (caso del muestreo aleatorio simple). Se aplica el muestreo intencional, el investigador selecciona a los sujetos a entrevistar a partir de una serie de criterios relevantes (su relevancia se deriva del problema de investigación). En el caso de investigaciones donde es simple identificar a los entrevistados (por ejemplo, en estudios sobre inmigrantes ilegales), se recurre a la técnica de bola de nieve (snowball): “a partir de uno o unos pocos contactos iniciales, y valiéndose de las redes personales de los mismos, se busca ampliar progresivamente el grupo de potenciales entrevistados que comparten aquellas características que los hacen minoritarios o poco visibles y accesibles” (p. 222). También se emplea el llamado muestreo oportunista, que sirve para seleccionar “aquellos sujetos proclives a colaborar en el estudio a los cuales el investigador tiene garantizado el acceso” (p. 223)
En las encuestas el número de encuestados está establecido de antemano. En las entrevistas se procede por saturación, esto es, se realizan entrevistas hasta que no se obtiene nueva información sobre los temas estudiados.
En cuanto al contenido de la entrevista, debe confeccionarse una guía (o guión) que debe seguir el entrevistador. En este punto hay que señalar que debe evitarse que la guía se convierta en la base para un interrogatorio. Por eso, la guía tiene que constar de una serie de puntos a desarrollar a lo largo de la entrevista, no en una lista de preguntas a formular. La entrevista no es una encuesta (entrevista estandarizada). Inclusive, se sugiere que la entrevista se prolongue una vez concluida (cuando ya se agotaron los temas a indagar), en forma de charla informal, para distender el clima y, eventualmente, acceder a nueva información.
Por último, es particularmente conveniente la grabación de la entrevista, pues ello facilita el análisis de la información. Pero debe pedirse siempre el consentimiento al entrevistado. Hay que recordar que la confidencialidad de los datos, su carácter anónimo, es fundamental para garantizar la calidad de la información.
Balvanera, martes 10 de junio de 2025