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lunes, 22 de marzo de 2021

SOBRE EL MÉTODO EN POLÍTICA COMPARADA



Nota bio-bibliográfica:

Aníbal Pérez Liñán es un politólogo argentino que reside en Estados Unidos. Cursó la licenciatura en Ciencia Política en la Universidad del Salvador (1988-1993) y se doctoró en la University of Notre Dame (EE. UU., 2001). Desde 2001 es profesor en la Universidad de Pittsburgh (EE. UU.); en 2018 fue designado profesor en la Universidad de Notre Dame (EE. UU.). Se especializó en política comparada.

En 2008 el Boletín de Política Comparada (n° 1, junio de 2008, pp. 4-8) publicó su artículo “Cuatro razones para comparar”. La presente ficha expone las ideas principales de dicho texto. Todas las citas bibliográficas pertenecen a la mencionada edición.


Pérez Liñán aborda la cuestión de los problemas metodológicos de la política comparada. Este campo de la ciencia política alcanzó su forma actual a partir de la publicación del artículo del cientista político holandés Arend Lijphart (n. 1936), “La política comparada y el método comparativo” (1971). [1]

Lijphart afirmó que la comparación tiene el estatus de estrategia de prueba de la hipótesis, junto al estudio de caso, el análisis estadístico y el método experimental. Frente al estudio de caso, la comparación posee la ventaja de observar cierta diversidad en el fenómeno estudiado; en relación con el análisis estadístico, permite un mayor conocimiento de los casos históricos. Al lado de estas ventajas, la comparación presenta una debilidad, que ha sido denominada “síndrome de muchas variables y pocos casos”: el análisis de pocos casos impide eliminar explicaciones alternativas que compiten con la hipótesis principal. En síntesis, Lijphart estableció dos principios fundamentales: a) la comparación tiene una función explicativa, no meramente descriptiva; b) la comparación pertenece al contexto de justificación de las hipótesis, no meramente al contexto de descubrimiento. [2]

Pérez Liñán señala que la importancia fundacional del artículo de Lijphart ha llevado a ignorar otras buenas razones para comparar. Dedica su ensayo a describir cuatro de esas razones y a justificar su relevancia.

1) Formación de conceptos:

La literatura metodológica se concentró en las propiedades lógicas de las definiciones antes que en el proceso cognitivo por medio del cual se identifican nuevas categorías teóricas. [3] Sin embargo, “la articulación de componentes o dimensiones en una definición es el paso final en una larga secuencia creativa” (p. 5). Dicha secuencia consta de tres momentos: a) el investigador observa el mundo en forma no estructurada y percibe (intuye) que ciertos objetos tienen similitudes que permiten identificarlos como miembros de la misma clase; b) el investigador concentra su atención sobre estos objetos e identifica las propiedades compartidas, las cuales pasan a ser los atributos constitutivos del concepto; c) los atributos son articulados en una definición abstracta con ciertas propiedades lógicas.

En síntesis, la comparación está presente en el momento inicial de toda conceptualización: “es a través de la observación comparativa que identificamos nuevas categorías para pensar el mundo” (p. 5).

2) Inferencia descriptiva:

La función primordial de la comparación, distintiva e irreemplazable, consiste en “su utilidad para calibrar nuestras percepciones del mundo” (p. 5). Sólo la observación de otros casos determina nuestra capacidad para justificar la descripción de un caso. La información proveniente de dicha observación es organizada de manera sistemática en una matriz de datos, que permite comparar la información sobre una misma variable en múltiples casos. Esta organización es imprescindible para demostrar “(a) que un caso se ubica en una determinada posición en relación con otros casos, y (b) que la población de interés tiene ciertas propiedades que pueden describirse a partir de los casos observados.” (p. 6). Sólo a partir de este ordenamiento comparativo de la información es posible llegar a la inferencia descriptiva.

3) Formulación de hipótesis:

Es habitual que los cursos de metodología se concentren en los mecanismos de prueba de las hipótesis; en cambio, dedican poca atención a la cuestión de cómo producir hipótesis (despachan el problema afirmando que no existe ningún procedimiento establecido para orientar la formulación de ellas).

El autor plantea que “las proposiciones teóricas que realizan una mayor contribución al debate suelen estar fundadas en un extenso conocimiento comparativo de los casos” (p. 6).  Es por ello que sugiere el estudio de los casos, aunque sean poco, como paso previo a la construcción de hipótesis. Hay que tener presente lo siguiente:

“Si todos los casos que presenta un mismo resultado de interés (un cierto comportamiento de la variable dependiente) poseen además cierta característica, estamos frente a una posible relación de necesidad (la característica es necesaria, pero tal vez no suficiente para obtener el resultado). Si, por el contrario, todos los casos con cierto tratamiento de una variable independiente (por ejemplo, la adopción de una misma política pública), presentan un mismo resultado, este tratamiento podría ser suficiente (aunque nada indica que sea necesario) para lograr el efecto de interés” (p. 6).

4) Prueba de hipótesis:

En el análisis histórico-comparativo de pocos casos se trata de (1) establecer si todas las unidades con cierto resultado presentan la causa (hipótesis de necesidad), o (2) si todas las unidades con cierta causa presentan el mismo resultado (hipótesis de suficiencia).

El problema aquí radica “en que no se debe formular una hipótesis a partir de la observación de unos pocos casos, y luego sostener que la hipótesis ha sido demostrada a partir de la evidencia presentada por esos mismos casos” (p. 7). Este tipo de prueba es “circular” y tiene que ser descartada; “para probar una hipótesis inspirada por la comparación, en realidad es necesario observar nuevos casos” (p. 7).

A lo anterior se agrega la dificultad de generalizar para toda una población a partir de las conclusiones observadas en unos pocos casos. Pérez Liñán sugiere que la mejor estrategia analítica es la formulación de hipótesis cuidadosas a partir de la observación sistemática de pocos casos (codificación del contexto de descubrimiento); luego, se pone esa hipótesis a prueba con un análisis estadístico basado en datos más superficiales, pero empleando una muestra más amplia.

 

 

Villa del Parque, lunes 22 de marzo de 2021


NOTAS:

[1] Título original: “Comparative Politics and the Comparative Method”. American Political Science Review, 65 (3): 682-693.

[2] La distinción entre ambos contextos fue introducida por el físico y filósofo alemán Hans Reichenbach (1891-1953) en su libro Experiencia y predicción (1938). En toda idea o teoría científica podemos distinguir entre el contexto de descubrimiento, en el que “importa el hallazgo, la producción, sea de una hipótesis o de una teoría; corresponde por tanto al ámbito de la génesis histórica. Aquí entran en juego todas las circunstancias societales, políticas o económicas que influyen o determinan la aparición o gestación de un descubrimiento.”; y el contexto de justificación, que agrupa a “todos aquellos elementos que hacen a la validación de las teorías. Aquí se abordan las cuestiones atinentes a la estructura lógica de las teorías y su posterior puesta a prueba.” Ambas citas están tomadas de: Palma, H. (2012). La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto. En Palma, H. y Pardo, R., (eds.). Epistemología de las ciencias sociales. Buenos Aires, Argentina: Biblos, p. 47-48.

[3] La publicación en 1970 del artículo “Concept Misinformation in Comparative Politics” (American Political Science Review, 64 (4): 1033-1053) del politólogo italiano Giovanni Sartori (1924-2017) inauguró la reflexión sobre la construcción de conceptos y el estiramiento conceptual.

 

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