Aclaración
previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de:
Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los
precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La
traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y
en arábigos la página.
a) Corrientes del socialismo alemán en la década de 1840.
En los orígenes del socialismo alemán encontramos dos vertientes. De una
parte, el socialismo surgido entre los artesanos y los obreros, principalmente
emigrados, cuyo exponente más notable fue Wilhelm Weitling (1808-1871). De otra
parte, el socialismo de matriz filosófica, desarrollado entre los Jóvenes
Hegelianos. En esta nota voy a dedicarme al segundo, haciendo la salvedad de
que no examinaré ni la filosofía hegeliana ni su crítica a Feuerbach, porque
ambas exceden largamente el límite de estas notas. En cambio, me concentraré en
el desarrollo de los elementos socialistas entre los Jóvenes Hegelianos, pues
este proceso dio origen a la variante más exitosa del socialismo del siglo XX,
esto es, el marxismo.
El punto de partida para el desarrollo del socialismo en el seno de la
izquierda hegeliana fue la crítica de Ludwig Feuerbach (1804-1872) al idealismo
hegeliano. El “grito de guerra” feuerbachiano puede resumirse en la frase “el
ser precede a la conciencia”. A la distancia, es fácil perder de vista la significación
que tuvo la obra de Feuerbach para los Jóvenes Hegelianos. Cabe decir que les
abrió un mundo nuevo y sentó las bases para que algunos de ellos hicieran el
pasaje de la crítica de la religión a la crítica de la política y de las
instituciones sociales existentes.
Marx jugó un papel fundamental al marcar los límites de Feuerbach. Ha
llegado hasta nosotros el núcleo de su crítica, un breve escrito al que se ha
titulado Tesis sobre Feuerbach,
redactado en 1845. “Marx completó la nueva doctrina [la de Feuerbach]
introduciendo al hombre mismo como actor dentro de la esfera de la existencia
material para considerarlo, no sólo como contemplador de la realidad, sino como
agente activo, no fuera, sino dentro del mundo de la realidad material. La
verdadera filosofía, decía, tiene que ocuparse no sólo de la mera
contemplación, sino también de la unidad del pensamiento y de la acción. (…)
Marx no trata de aceptar la opinión de que el hombre es mero resultado de las
circunstancias externas: insistía en que el hombre mismo es parte de la
naturaleza, a diferencia de la fuerza de la Idea de Hegel, en la formación de
la historia humana. Esto lo lleva a afirmar la unión fundamental de pensamiento
y acción.” (I: 236).
La reivindicación de la praxis
permitía superar, en el sentido dialéctico, tanto el materialismo mecanicista
como el idealismo que dejaba de lado las condiciones existentes. Así, mientras
que la filosofía idealista alemana en todas sus vertientes (incluidos también
los Jóvenes Hegelianos) desdeñaba la acción política y prefería concentrarse en
la crítica de las ideas (sobre todo de las ideas religiosas) (1), Marx
consideraba que esta acción era esencial para transformar el mundo. El énfasis
en la transformación del mundo ya prefigura el interés posterior de Marx en el
proceso de producción.
Marx no estuvo solo en el proceso que condujo a parte de la izquierda
hegeliana hacia el socialismo. Varios Jóvenes Hegelianos siguieron en esa
dirección, aunque la mayoría terminó por distanciarse más o menos pronto. Los
más destacados fueron Bruno Bauer (1809-1882) (2), Moses Hess (1812-1875), Karl
Grün (1813-1887) y Arnold Ruge (1802-1880). “Iniciado como crítico «realista» o
«materialista» de la religión y de la establecida filosofía idealista alemana,
este hegelianismo de «izquierda», bajo el influjo del cual se formó Marx, amplió
su modo de pensar, bajo la influencia francesa, hasta internarse en el
«socialismo científico».” (I: 237-238).
La evolución de Marx hacia el socialismo inicialmente estuvo marcada por la
superación del idealismo. Cole distingue dos etapas:
a) la etapa signada por la influencia de Feuerbach y plasmada en La sagrada familia, un escrito redactado
por Marx y Engels contra los hermanos Bruno y Edgard Bauer (1820-1886);
b) la etapa de elaboración de una concepción propia, a partir de la
superación de la filosofía de Feuerbach, expresada en el manuscrito La ideología alemana y en textos como Miseria de la filosofía (1847) y el Manifiesto comunista (1848).
Bruno Bauer fue, pues, una figura central en el pasaje de Marx desde el
hegelianismo de izquierda hacia el socialismo. Cole expone del siguiente modo
la concepción de los hermanos Bauer: “Habían recibido de Hegel la creencia en
la fuerza dominadora de la pura razón; y no podían aceptar ningún intento de
mejorar la situación recurriendo al interés egoísta de los hombres, o, incluso,
poniéndose ellos mismos al lado de movimientos que estaban influidos por
motivos interesados. Esto condujo a los Bauers, y a los que pensaban como
ellos, a mantenerse alejados del movimiento obrero, en cuanto animados por esos
motivos, y a desdeñar la democracia, al representar una fuerza guiada, no por
la razón o una concepción filosófica, sino por divisas que ocultaban objetivos
materialistas e intereses egoístas. De aquí se sigue que, en la medida en que
eran socialistas, su concepción del avance hacia el socialismo implicaba una
conversión de los hombres para buscarlo en un espíritu purgado de toda
aspiración egoísta. Su llamamiento, en la medida en que tenía un lado práctico,
iba dirigido por completo a los hombres de voluntad ilustrada y racional. Era
parte de su credo el pensar que un obstáculo importante para esta ilustración
lo constituía el poder de la religión sobre las mentes de los hombres. De
acuerdo con esto, se dedicaron a interpretar la religión como una superchería
clerical impuesta a los hombres con la ayuda de poder secular; pero, a
diferencia de Feuerbach, no trataron de buscar las causas de la creencia
religiosa en el medio ambiente material de los pueblos. Marx, por otra parte,
halló en la teoría materialista de Feuerbach acerca de la religión a la vez un
arma con que combatir a los idealistas y un punto de partida general para su
concepción materialista de la historia.” (I: 239).
b) Moses Hess.
Moses Hess ejerció una importante influencia en el desarrollo del socialismo
entre la izquierda hegeliana. Cole sostiene que Hess fue el creador del “Verdadero Socialismo (corriente
criticada por Marx y Engels en el Manifiesto
comunista). “Su punto de vista fundamental era esencialmente ético. Hess
era un pensador profundamente honesto, y un hombre incapaz de animosidad, que
gozaba de simpatía y respeto universales, una especie de santo judío que había
caído entre los revolucionarios.” (I: 240).
El socialismo de Hess fue originalmente filosófico (Hess era lector de las
obras de Spinoza, Fichte, Hegel y Feuerbach), “sin reconocimiento alguno de los
factores económicos y sin ningún conocimiento de la clase obrera.” (I: 240).
El socialismo de Hess experimentó un cambio radical cuando debió exiliarse
en Francia. Allí se relacionó con los grupos de obreros alemanes que residían
en París. (I: 240). Hess fue uno de los fundadores y directores, y luego
corresponsal en París, de la RHEINISCHE ZEITUNG (1842-1843) (3). En este
periódico aparecieron la mayor parte de sus escritos.
Hacia 1842 el socialismo de Hess tenía las siguientes características:
a) “se basaba en la concepción de la solidaridad humana como una gran
fuerza natural, que no podía
manifestarse en una estructura adecuada de las relaciones sociales a causa de
las malas instituciones sociales.” (I: 240-241);
b) la competencia en todas sus formas (no sólo la competencia económica)
era la raíz de todos los males de la sociedad, “porque favorece los impulsos
egoístas de los hombres, y de este modo lo aparta de su fraternidad natural”
(I: 241);
c) una teoría ética elaborada en base a la influencia de Rousseau. Según
esta teoría, en los seres humanos existían dos impulsos principales (egoísmo y
amor fraternal), y era el amor quien representaba lo fundamental de la
naturaleza humana;
d) el amor fraternal no conseguía predominar en la sociedad porque la
estructura social era inadecuada;
e) el comunismo era la estructura social capaz de garantizar el predominio
del amor fraternal en la sociedad.
Desde el principio existió una diferencia central entre el Hess y el grupo
de Bruno Bauer: Hess “era esencialmente activista. No estaba dispuesto sólo a
denunciar todas las instituciones sociales existentes sin intentar alterarlas;
se daba cuenta de que no podían ser alteradas sino mediante la acción unida de
todos los que creían en un orden social radicalmente nuevo, basado en la
fraternidad y en la justicia” (I: 241). El activismo de Hess tenía, no
obstante, un impedimento que obturaba sus posibilidades de desarrollo:
rechazaba toda acción basada en motivos egoístas, la acción transformadora sólo
debía fundarse en una moralidad más elevada. Esto le impedía acercarse tanto al
movimiento obrero como a la burguesía liberal. (I: 241).
Hess se negó a apoyar las demandas liberales a favor de reformas
constitucionales, pues pensaba que ellas tendrían por resultado el
afianzamiento de la competencia y, por ende, del egoísmo. Entró en
confrontación con Marx, quien lo acusó de “carecer de sentido de la realidad”
(I: 242). Hess, tocado, se puso a estudiar el movimiento obrero. Finalmente,
terminó por apoyar las demandas del proletariado, a pesar de los móviles
egoístas que animaban a los proletarios. “Lo que no pudo hacer fue apoyar la
opinión de Marx de que los socialistas debían ayudar a que la burguesía alemana
llegase al poder y destronase a las antiguas clases gobernantes privilegiadas,
porque seguía pensando en el afianzamiento de la competencia, que consideraba
sería el resultado de una victoria burguesa, que reforzaría con seguridad el
egoísmo en el alma tanto de los capitalistas como de los obreros, envenenando a
la sociedad más aún.” (I: 242).
Hess nunca fue marxista, aunque aceptó la dirección de Marx durante la
Revolución de 1848. En la década de 1850 colaboró con Lassalle. En la I
Internacional volvió a chocar con Marx.
Las diferencias entre Hess y Marx expresan la distancia entre el llamado
“Socialismo Verdadero” y el marxismo. Hess “sentía una repugnancia y desconfianza
profundas por la violencia y sostenía que el empleo de la fuerza conduciría
inevitablemente a pervertir el fin, por muy valioso y deseable que éste fuera.”
(I: 242). En la posición frente a la cuestión del papel de la violencia en la
transformación social se resume toda una tradición del movimiento socialista,
que se remonta a Saint-Simon, Fourier y Owen. Esta corriente defendía la idea
de que el socialismo debía imponerse por la persuasión y no por la violencia.
Todos ellos descuidaban en papel del Estado y la acción política de la clase
obrera. Esto supone ignorar el rol del Estado como instrumento de dominación de
la burguesía. Implica adoptar, en el fondo, una concepción idealista de la
historia.
Hess postulaba que “los valores éticos son absolutos, y [temía] que la
imposición del socialismo mediante la fuerza lo convertiría en un nuevo
autoritarismo no menos opresor y egoísta que el antiguo.” (I: 243). Cole afirma
que las líneas divisorias entre Marx y el “socialismo verdadero” se perpetuaron
en la división “entre el comunismo y el socialismo democrático del Occidente”
(I: 243).
Si bien Hess sostuvo posiciones internacionalistas, se encontró entre los
precursores del sionismo. “Quería que el pueblo judío tuviese un lugar
nacional, e hizo propuestas para la colonización de Palestina, con el propósito
de establecer allí un centro de influjo judío que serviría no sólo como punto
de unión para todo el mundo judío, sino que permitiría también al pueblo judío
contribuir nacionalmente al desarrollo del socialismo.
Cole apunta que Hess “fue además el primer socialista que desarrolló una
teoría clara de la importancia de la nacionalidad en el movimiento socialista
mundial (…) Concebía la futura sociedad socialista como una federación de
grupos nacionales que cooperan, elaborando cada uno su forma especial de
socialismo de acuerdo con su tipo nacional de vida. En esta concepción acentuó
sobre todo las diferencias culturales más bien que las económicas, aunque en
sus últimos escritos dio a los factores económicos no poca importancia.” (I:
243).
c) Karl Grün.
El principal representante del “socialismo verdadero” era Karl Theodor
Ferdinand Grün. Esta influido por la teoría feuerbachiana de la religión.
“Decía que la propiedad es también algo que el hombre ha exteriorizado de la
comunidad a la cual naturalmente pertenece. Esta exteriorización ha destruido
la base de la fraternidad humana y de la comunidad; y la solución del problema
social se hallará volviendo a la propiedad común.” (I: 244).
“Grün, como Marx, aceptaba la naturaleza de la lucha de clases como la
clave para comprender la historia humana, que él consideraba como una serie de
luchas por la posesión de la propiedad privada. Aceptaba la necesidad del
desarrollo industrial y de la producción en gran escala, que esperaba hiciese
posible la abolición de la propiedad tan pronto como quedase bajo dominio y
dirección comunes.” (I: 244).
En sus análisis del capitalismo fue seguidor de Proudhon. Pensaba, como
Hess en sus comienzos, que el socialismo tendría que ser el resultado del
convencimiento de las personas, y rechazaba la acción política. También estaba
en contra de todo entendimiento con la burguesía liberal: “la tarea de los
socialistas era educar al pueblo, sin mezclarse en la política del día, hasta
que estuviese preparado para tomar el poder en sus manos.” (I: 245).
Villa del Parque, domingo 16 de diciembre de 2012
NOTAS:
(1) Aquí dejo de lado, deliberadamente, toda referencia a la complejidad
del pensamiento hegeliano sobre la polítca.
(2) Cabe decir que Marx y Bruno Bauer mantuvieron una estrecha amistad, que
se quebró luego del fracaso del liberalismo alemán en obtener reformas
constitucionales del rey de Prusia, Federico Guillermo IV.
(3) Marx fue jefe de Redacción de ese periódico de octubre de 1842 hasta
marzo de 1843.
2 comentarios:
Hermoso texto, de "el ser precede a la conciencia" deviene el resto
Con el reconocimiento de que la conciencia no era independiente de lo material empezó la aventura de Marx y Cia. También se abrió la posibilidad de construir una teoría social diferente de la elaborada por la burguesía y de la pregonada por los intelectuales tradicionales. El impacto de Feuerbach sobre Marx se encuentra expresado (por la negativa y con un fuerte tono crítico) en las "Tesis sobre Feuerbach", texto cuya lectura recomiendo fervorosamente, más allá de que es endemoniadamente complejo (tan complejo como rico en sugerencias, por cierto). Saludos,
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