(Esta nota es la continuación de: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/05/historia-del-movimiento-socialista-13.html)
Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.
18. El movimiento obrero inglés en la 2° mitad de la década de 1820.
Este período está marcado por la transición de la larga hegemonía tory al gobierno whig. En esta época se produjo una agitación popular a favor de la reforma electorarl (la extensión del voto a los trabajadores).
Los hilanderos de algodón que empleaban la hilandera intermitente (un oficio especializado que se había originado en la Revolución Industrial) se organizaron en un sindicato general que pretendía abarcar a todo el país. Los obreros de la construcción se levantaron contra el sistema de los "grandes contratistas". Los trabajadores que fabricaban máquinas de vapor y otros nuevos grupos de obreros comenzaron a organizarse. (I: 108).
La mayoría de los obreros políticamente activos estaban preocupados, sobre todo, por la reforma del Parlamento: "...pero la demanda de una democracia política cada vez se iba combinando más con una denuncia del capitalismo y de los privilegios de la aristocracia y también con las ideas de un nuevo tipo de vida, debiéndose esto en gran parte a Owen mismo." (I: 110-111).
Hay que decir que esta es la primera referencia más o menos extensa - ¡8 líneas! - al movimiento obrero. ¡Justamente el actor social qué debería ser el centro de toda la historia del socialismo! Sin el movimiento obrero, sin la puesta en práctica de los proyectos de transformación de la sociedad capitalista, la historia del socialismo pierde toda sustancia, y corre el riesgo de transformarse en una estéril "historia de la filosofía". Esto último no sucede con el libro de Cole, pero la escasa atención dedicada al movimiento obrero constituye el principal defecto del libro - por lo menos en sus primeras 100 páginas - ).
19. El origen del movimiento cooperativista en Gran Bretaña.
Para la 2° mitad de la década de 1820 se produjo un incremento del cooperativismo práctico. En Escocia y en otros lugares se crearon tiendas cooperativas, donde las provisiones se vendían a reciprocidad. En sus orígenes no estaban vinculadas con Robert Owen (1771-1858) o con el owenismo, y su única aspiración era "la de obtener artículos mejores y más baratos comprándolos a precios de mayores y repartiéndolos" (I: 109).
El papel más destacado correspondió al Dr. William King (1786-1865), de Brighton, quien dirigió el periódico THE CO-OPERATOR (1828-1830). En otro periódico cooperativista, el CO-OPERATIVE MAGAZINE, apareció impresa por primera vez la palabra socialista, empleada para designar a los partidarios de las nuevas ideas. (I: 108-109).
En 1829 fue creada la Asociación Británica para el Fomento de la Doctrina Cooperativa, con sede en Londres. Sus miembros más activos fueron Henry Hetherington (1792-1849) y William Lovett (1800-1877).
El incipiente movimiento cooperativista fue cambiando de carácter gracias a la acción de pequeños grupos owenistas, que tambíén actuaban sobre el movimiento obrero. Para estos grupos las tiendas cooperativas eran un primer paso para la constitución de comunidades cooperativas autónomas.
Owen, quien en 1829 había regresado a Inglaterra, debió tomar nota del crecimiento del movimiento cooperativista. "Los cooperativistas y los miembros de los sindicatos que le escuchaban de ningún modo estaban inclinados a poner su confianza en el gobierno o en las autoridades de la beneficencia, o en empresas filantrópicas dirigidas por ricos. En lo que pensaban era en una nueva clase de estructura democrática que les emanciparía de la opresión de los capitalistas y de la clase media, y les permitiría dirigir sus propios asuntos; y Owen tuvo que acomodar su propaganda a estas aspiraciones." (I: 109).
20. Los "ricardianos de izquierda" y el movimiento socialista.
David Ricardo (1772-1823), el gran economista clásico, contribuyó inconscientemente al desarrollo teórico del socialismo. A este respecto, los puntos fundamentales fueron los siguientes:
a) El trabajo como medida natural del valor de las mercancías.
b) La teoría de la distribución de los ingresos en la que el capital y el trabajo aparecían como antagonistas directos (cuanto más obtuviese uno, menos recibiría el otro).
"Para los lectores obreros de Ricardo, y para quienes estuviesen del lado del obrero, parecía muy claro que, en opinión del economista, nunca serían los obreros los que recibiesen el beneficio de la mejora económica." (I: 110). Se apoyaron en la teoría del valor expuesta en los Principios de economía política (1817) de Ricardo. Así, "cierto número de economistas radicales tomaron esta teoría del valor y la emplearon para apoyar la conclusión de que el trabajo, siendo la fuente del valor de cambio, debiera reconocérsele como el único factor de producción con derechos a adueñarse del producto, y que toda apropiación por los dueños de otros factores de producción se basaba, de una u otra forma, en un monopolio ilegítimo: en su forma más sencilla, el monopolio de la tierra, pero también, en las sociedades más desarrolladas, el monopolio de la propiedad del capital." (I: 112). También atacaron la transformación del trabajo humano en una mercancía, pues ello traía como consecuencias: a) destruir la calidad del mismo; b) reducir el salario al nivel de subsistencia; c) reemplazar a los trabajadores por máquinas. (I: 112-113).
Cole resume así la crítica de los ricardianos de izquierda al capitalismo: [Refiriéndose a la ley descubierta por Ricardo sobre la reducción del salario al nivel de subsistencia] "Esto, decían, es lo que sucede bajo el sistema malo y artificial del capitalismo; pero no es lo que debería suceder o lo que sucedería bajo un orden económico más natural. Sucede bajo el capitalismo, porque el capitalismo convierte al trabajo en una mercancía, cuyo valor es medido mediante las leyes de un mercado de competencia, y no por la norma de la justicia natural. Las leyes injustas de distribución bajo el capitalismo, manteniendo el consumo de la mayor parte del pueblo al nivel de subsistencia, e incluso reduciéndolo cuando los negocios marchan mal, fatalmente limitan el mercado. Son causa de que no se utilicen constantemente y por completo las grandes y crecientes fuerzas de producción de que dispone la humanidad; y dan lugar a crisis periódicas de lo que parece 'sobreproducción', pero que realmente es consumo deficiente debido a las restricciones en el poder de compra de los obreros. Dése al obrero aquello a que justamente tiene derecho, el producto completo de su trabajo, y las crisis desaparecerán, y la producción aumentará mucho, porque aumentará el mercado." (I: 113). [Se trata de una posición que reproduce, cual espejo, los puntos de partida de la economía clásica. Frente a la naturalización de las relaciones sociales capitalistas efectuada por los economistas clásicos, los ricardianos de izquierda oponen otra naturalización, ya no de las relaciones capitalistas, sino de las "leyes de la justicia ´natural'". Es decir, una naturalización al cubo. Pero, con un defecto mucho mayor que el de los economistas clásicos, pues éstos naturalizan las relaciones sociales concretas, empíricas, realmente existentes, mientras que los "izquierdistas" naturalizan sus propias creencias sobre la "justicia". Atacan al capitalismo (y hay que atacarlo, por cierto), pero desde una posición falsa, la de la justicia. Como si la justicia fuera un absoluto desde el que se puede condenar definitivamente al capitalismo. Como si la concepción de la justicia de los ricardianos de izquierda no fuera en sí misma una concepción de clase, ideológica. No se puede negar al capitalismo (o a cualquier otra relación social desde lo absoluto -éste siempre es abstracto, unilateral -). Mientras que los economistas se atienen a las relaciones sociales existentes y no ven más que ellas, los ricardianos se atienen a las normas gaseosas de la justicia para combatir estas relaciones sociales. Además de todo esto, está la cuestión del derecho del obrero al producto completo de su trabajo. Se ignora aquí la división del trabajo y el carácter eminentemente social del proceso de trabajo en el modo de producción capitalista. Parece haber una concepción todavía artesanal del proceso de producción. (1)]
Ricardo, que no era, por cierto, un economista anticapitalista, creía en la propiedad privada y pensaba que el capitalista tenía que recibir una retribución por el uso de su propiedad de los medios de producción. (I: 114). Jean-Baptiste Say (1767-1832), un economista liberal francés, modificó la teoría clásica de la distribución (tierra, capital, trabajo) al introducir un cuarto factor, la "empresa": "aportación en forma de gerencia, iniciativa y riesgos, de los hombres activos de negocios, como distinta de la aportación hecha por quien invierte capital, que, por supuesto, puede ser la misma persona." (I: 115). Los ricardianos de izquierda, que tenían en vista el ejemplo de la Revolución Industrial, en la que los patrones individuales llevaban adelante la producción, consideraban al capitalista como un monopolizador de los medios de producción. [¡Otra vez el "espejo"!. Recordar los ataques de los economistas clásicos al monopolio.], sin decir nada de su función como gerente y organizador. [Cole acepta aquí el argumento de Say]. "En cuanto al elemento de riesgo, la mayor parte de ellos creían que podía y debía de hecho eliminarse al aumentar el poder de compra de las masas, de modo tal que quedase asegurada una demanda sin límites." (I: 115).
Los ricardianos de izquierda emplearon el utilitarismo en contra del capitalismo. La búsqueda de la mayor felicidad del mayor número debía lograrse por medio de: a) la concesión de derechos políticos; b) una nueva ordenación de la economía en beneficio del pueblo; c) el ataque contra el sistema monetario (rechazo del patrón oro después de 1819). (I: 115-116).
NOTAS:
(1) Cole hace en este punto una interesante observación: "incluso ellos [los ricardianos de izquierda] y en realidad también Ricardo, todavía basaban gran parte de sus argumentos en la tierra y en sus productos directos." (I: 113).
Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.
18. El movimiento obrero inglés en la 2° mitad de la década de 1820.
Este período está marcado por la transición de la larga hegemonía tory al gobierno whig. En esta época se produjo una agitación popular a favor de la reforma electorarl (la extensión del voto a los trabajadores).
Los hilanderos de algodón que empleaban la hilandera intermitente (un oficio especializado que se había originado en la Revolución Industrial) se organizaron en un sindicato general que pretendía abarcar a todo el país. Los obreros de la construcción se levantaron contra el sistema de los "grandes contratistas". Los trabajadores que fabricaban máquinas de vapor y otros nuevos grupos de obreros comenzaron a organizarse. (I: 108).
La mayoría de los obreros políticamente activos estaban preocupados, sobre todo, por la reforma del Parlamento: "...pero la demanda de una democracia política cada vez se iba combinando más con una denuncia del capitalismo y de los privilegios de la aristocracia y también con las ideas de un nuevo tipo de vida, debiéndose esto en gran parte a Owen mismo." (I: 110-111).
Hay que decir que esta es la primera referencia más o menos extensa - ¡8 líneas! - al movimiento obrero. ¡Justamente el actor social qué debería ser el centro de toda la historia del socialismo! Sin el movimiento obrero, sin la puesta en práctica de los proyectos de transformación de la sociedad capitalista, la historia del socialismo pierde toda sustancia, y corre el riesgo de transformarse en una estéril "historia de la filosofía". Esto último no sucede con el libro de Cole, pero la escasa atención dedicada al movimiento obrero constituye el principal defecto del libro - por lo menos en sus primeras 100 páginas - ).
19. El origen del movimiento cooperativista en Gran Bretaña.
Para la 2° mitad de la década de 1820 se produjo un incremento del cooperativismo práctico. En Escocia y en otros lugares se crearon tiendas cooperativas, donde las provisiones se vendían a reciprocidad. En sus orígenes no estaban vinculadas con Robert Owen (1771-1858) o con el owenismo, y su única aspiración era "la de obtener artículos mejores y más baratos comprándolos a precios de mayores y repartiéndolos" (I: 109).
El papel más destacado correspondió al Dr. William King (1786-1865), de Brighton, quien dirigió el periódico THE CO-OPERATOR (1828-1830). En otro periódico cooperativista, el CO-OPERATIVE MAGAZINE, apareció impresa por primera vez la palabra socialista, empleada para designar a los partidarios de las nuevas ideas. (I: 108-109).
En 1829 fue creada la Asociación Británica para el Fomento de la Doctrina Cooperativa, con sede en Londres. Sus miembros más activos fueron Henry Hetherington (1792-1849) y William Lovett (1800-1877).
El incipiente movimiento cooperativista fue cambiando de carácter gracias a la acción de pequeños grupos owenistas, que tambíén actuaban sobre el movimiento obrero. Para estos grupos las tiendas cooperativas eran un primer paso para la constitución de comunidades cooperativas autónomas.
Owen, quien en 1829 había regresado a Inglaterra, debió tomar nota del crecimiento del movimiento cooperativista. "Los cooperativistas y los miembros de los sindicatos que le escuchaban de ningún modo estaban inclinados a poner su confianza en el gobierno o en las autoridades de la beneficencia, o en empresas filantrópicas dirigidas por ricos. En lo que pensaban era en una nueva clase de estructura democrática que les emanciparía de la opresión de los capitalistas y de la clase media, y les permitiría dirigir sus propios asuntos; y Owen tuvo que acomodar su propaganda a estas aspiraciones." (I: 109).
20. Los "ricardianos de izquierda" y el movimiento socialista.
David Ricardo (1772-1823), el gran economista clásico, contribuyó inconscientemente al desarrollo teórico del socialismo. A este respecto, los puntos fundamentales fueron los siguientes:
a) El trabajo como medida natural del valor de las mercancías.
b) La teoría de la distribución de los ingresos en la que el capital y el trabajo aparecían como antagonistas directos (cuanto más obtuviese uno, menos recibiría el otro).
"Para los lectores obreros de Ricardo, y para quienes estuviesen del lado del obrero, parecía muy claro que, en opinión del economista, nunca serían los obreros los que recibiesen el beneficio de la mejora económica." (I: 110). Se apoyaron en la teoría del valor expuesta en los Principios de economía política (1817) de Ricardo. Así, "cierto número de economistas radicales tomaron esta teoría del valor y la emplearon para apoyar la conclusión de que el trabajo, siendo la fuente del valor de cambio, debiera reconocérsele como el único factor de producción con derechos a adueñarse del producto, y que toda apropiación por los dueños de otros factores de producción se basaba, de una u otra forma, en un monopolio ilegítimo: en su forma más sencilla, el monopolio de la tierra, pero también, en las sociedades más desarrolladas, el monopolio de la propiedad del capital." (I: 112). También atacaron la transformación del trabajo humano en una mercancía, pues ello traía como consecuencias: a) destruir la calidad del mismo; b) reducir el salario al nivel de subsistencia; c) reemplazar a los trabajadores por máquinas. (I: 112-113).
Cole resume así la crítica de los ricardianos de izquierda al capitalismo: [Refiriéndose a la ley descubierta por Ricardo sobre la reducción del salario al nivel de subsistencia] "Esto, decían, es lo que sucede bajo el sistema malo y artificial del capitalismo; pero no es lo que debería suceder o lo que sucedería bajo un orden económico más natural. Sucede bajo el capitalismo, porque el capitalismo convierte al trabajo en una mercancía, cuyo valor es medido mediante las leyes de un mercado de competencia, y no por la norma de la justicia natural. Las leyes injustas de distribución bajo el capitalismo, manteniendo el consumo de la mayor parte del pueblo al nivel de subsistencia, e incluso reduciéndolo cuando los negocios marchan mal, fatalmente limitan el mercado. Son causa de que no se utilicen constantemente y por completo las grandes y crecientes fuerzas de producción de que dispone la humanidad; y dan lugar a crisis periódicas de lo que parece 'sobreproducción', pero que realmente es consumo deficiente debido a las restricciones en el poder de compra de los obreros. Dése al obrero aquello a que justamente tiene derecho, el producto completo de su trabajo, y las crisis desaparecerán, y la producción aumentará mucho, porque aumentará el mercado." (I: 113). [Se trata de una posición que reproduce, cual espejo, los puntos de partida de la economía clásica. Frente a la naturalización de las relaciones sociales capitalistas efectuada por los economistas clásicos, los ricardianos de izquierda oponen otra naturalización, ya no de las relaciones capitalistas, sino de las "leyes de la justicia ´natural'". Es decir, una naturalización al cubo. Pero, con un defecto mucho mayor que el de los economistas clásicos, pues éstos naturalizan las relaciones sociales concretas, empíricas, realmente existentes, mientras que los "izquierdistas" naturalizan sus propias creencias sobre la "justicia". Atacan al capitalismo (y hay que atacarlo, por cierto), pero desde una posición falsa, la de la justicia. Como si la justicia fuera un absoluto desde el que se puede condenar definitivamente al capitalismo. Como si la concepción de la justicia de los ricardianos de izquierda no fuera en sí misma una concepción de clase, ideológica. No se puede negar al capitalismo (o a cualquier otra relación social desde lo absoluto -éste siempre es abstracto, unilateral -). Mientras que los economistas se atienen a las relaciones sociales existentes y no ven más que ellas, los ricardianos se atienen a las normas gaseosas de la justicia para combatir estas relaciones sociales. Además de todo esto, está la cuestión del derecho del obrero al producto completo de su trabajo. Se ignora aquí la división del trabajo y el carácter eminentemente social del proceso de trabajo en el modo de producción capitalista. Parece haber una concepción todavía artesanal del proceso de producción. (1)]
Ricardo, que no era, por cierto, un economista anticapitalista, creía en la propiedad privada y pensaba que el capitalista tenía que recibir una retribución por el uso de su propiedad de los medios de producción. (I: 114). Jean-Baptiste Say (1767-1832), un economista liberal francés, modificó la teoría clásica de la distribución (tierra, capital, trabajo) al introducir un cuarto factor, la "empresa": "aportación en forma de gerencia, iniciativa y riesgos, de los hombres activos de negocios, como distinta de la aportación hecha por quien invierte capital, que, por supuesto, puede ser la misma persona." (I: 115). Los ricardianos de izquierda, que tenían en vista el ejemplo de la Revolución Industrial, en la que los patrones individuales llevaban adelante la producción, consideraban al capitalista como un monopolizador de los medios de producción. [¡Otra vez el "espejo"!. Recordar los ataques de los economistas clásicos al monopolio.], sin decir nada de su función como gerente y organizador. [Cole acepta aquí el argumento de Say]. "En cuanto al elemento de riesgo, la mayor parte de ellos creían que podía y debía de hecho eliminarse al aumentar el poder de compra de las masas, de modo tal que quedase asegurada una demanda sin límites." (I: 115).
Los ricardianos de izquierda emplearon el utilitarismo en contra del capitalismo. La búsqueda de la mayor felicidad del mayor número debía lograrse por medio de: a) la concesión de derechos políticos; b) una nueva ordenación de la economía en beneficio del pueblo; c) el ataque contra el sistema monetario (rechazo del patrón oro después de 1819). (I: 115-116).
Buenos Aires, viernes 3 de junio de 2011
NOTAS:
(1) Cole hace en este punto una interesante observación: "incluso ellos [los ricardianos de izquierda] y en realidad también Ricardo, todavía basaban gran parte de sus argumentos en la tierra y en sus productos directos." (I: 113).
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