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domingo, 11 de septiembre de 2022

HOBSBAWM SOBRE LA REVOLUCIÓN FRANCESA DE 1789-1799

 

Sans-culottes bailando


La obra La era de la revolución (1962), del historiador británico Eric Hobsbawm (1917-2012), abre su ciclo de grandes síntesis dedicado a la historia contemporánea. No soy historiador y por lo tanto no me atrevo a chapucear en un terreno en el que soy apenas un lector desprolijo. Sin embargo, como sociólogo corresponde hacer notar que las ciencias sociales surgieron como respuesta a las dos revoluciones, la Revolución Industrial y la Revolución Francesa. De ahí que La era de la revolución resulte de lectura ineludible para todas las personas interesadas en comprender el proceso que dio origen a la sociología. Al margen de estas consideraciones, leer a Hobsbawm siempre es un placer, entre otras cosas por la manera en que combina la historia económica y social con las transformaciones en la vida cotidiana de los hombres y las mujeres comunes.

Referencia bibliográfica:

Hobsbawm, E. J. (2009). La era de la revolución: 1789-1848. Buenos Aires, Argentina: Crítica. 344 p. (Biblioteca E. J. Hobsbawm de Historia Contemporánea). Traducción de Felipe Ximénez de Sandoval.

Abreviaturas:

GB= Gran Bretaña / RF= Revolución Francesa / RI= Revolución Industrial


Capítulo 3: La Revolución Francesa (pp. 61-83)

La presente ficha aborda el capítulo 3 de la obra, que está dedicado a la Revolución Francesa. No tiene más pretensiones que proporcionar un resumen y formular algunos comentarios que pueden resultar útiles para el lector interesado en el libro.

Desde el punto de vista de su estructura, el capítulo 3 se divide en cuatro apartados: el primer apartado (pp. 61-72) caracteriza a la RF, señala su influencia a nivel mundial e indica cuáles fueron sus causas; el segundo apartado (pp. 72-75) relata de manera sucinta las alternativas de la RF entre 1789 y 1793; el tercer apartado (pp. 75-79) desarrolla la experiencia de la República jacobina (1793-1794); el cuarto apartado (pp. 79-83)

La Revolución Industrial modeló la economía del mundo en el siglo XIX; la Revolución Francesa, en cambio, contribuyó decisivamente a formar la política y la ideología de ese siglo.

Hobsbawm sintetiza la influencia de la RF:

“Entre 1789 y 1917, las políticas europeas (y las de todo el mundo) lucharon ardorosamente en pro o en contra de los principios de 1789 o los más incendiarios todavía de 1793. Francia proporcionó el vocabulario y los programas de los partidos liberales, radicales y democráticos de la mayor parte del mundo. Francia ofreció el primer gran ejemplo, el concepto y el vocabulario del nacionalismo. Francia proporcionó los códigos legales, el modelo de organización científica y técnica y el sistema métrico decimal a muchísimos países. La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las antiguas civilizaciones, que hasta entonces habían resistido a las ideas europeas, a través de la influencia francesa. Esta fue la obra de la Revolución Francesa.” (p. 61)

Es cierto que la RF formó parte de un período de crisis para los regímenes políticos europeos y para sus sistemas económicos, que incluyeron movimientos secesionistas en algunas de sus regiones y colonias[1]. Pero la RF fue mucho más profunda que cualquiera de los movimientos anteriores por tres razones principales:

a) Francia era el más populoso de los Estados europeos (uno de cada cinco europeos era francés en 1789);

b) fue una “revolución social de masas, e inconmensurablemente más radical que cualquier otro levantamiento” (p. 62);

c) fue la única revolución ecuménica. Su influencia indirecta fue universal, brindó el patrón para todos los movimientos revolucionarios subsiguientes.

Hobsbawm se pregunta por los orígenes de la RF. Éstos deben buscarse en la específica situación del Estado francés; a pesar de su desarrollo económico y colonial, Francia no era una potencia como GB, “cuya política exterior ya estaba determinada sustancialmente por los intereses de la expansión capitalista” (p. 63) Francia era la más poderosa de las viejas monarquías absolutistas y aristocráticas de Europa. Por lo tanto, en Francia era más agudo el conflicto entre las fuerzas del Antiguo Régimen [la nobleza feudal] y las nuevas fuerzas sociales en ascenso [la burguesía].

El programa de la burguesía consistía en: eficaz explotación de la fuerza, libertad de empresa y de comercio, administración estatal eficiente de un territorio nacional único y homogéneo, abolición de las restricciones y desigualdades sociales que obstaculizaban el desenvolvimiento de los recursos nacionales, tributación equitativa. Pero su implementación resultaba imposible por la oposición de los intereses tradicionales. En Francia estaba cerrado el camino para la reforma desde arriba.

La estructura social del país permite comprender la dinámica de las fuerzas en conflicto.

Hacia 1789 Francia tenía una población total de 23 millones de personas.

La nobleza (el “primer estado”) estaba constituida por unas 400 mil personas; gozaba de considerables privilegios (que incluían la exención de varios impuestos) y el derecho a cobrar tributos feudales. Pero su situación política era débil en relación a la monarquía; los nobles carecían de independencia y responsabilidad políticas; sus instituciones representativas (estados y parlements) languidecían, con sus atribuciones cercenadas por la monarquía. Desde el punto de vista económico, la nobleza estaba excluida oficialmente del ejercicio del comercio o de cualquier otra profesión; por ende, los nobles dependían de las rentas de sus propiedades o, si pertenecían a la minoría cortesana, de los matrimonios de conveniencia, pensiones regias, donaciones o sinecuras. Sus propiedades estaban, por lo general, mal administradas. Los gastos de los nobles eran elevados y sus ingresos (fijos) se veían afectados por la inflación. Para salir del atolladero económico, los nobles recurrían a sus privilegios: acaparaban los puestos estatales, cerrando el camino a la burguesía[2]; en el campo, la nobleza más pobre aumentaba la explotación de los campesinos, “resucitando” viejos derechos feudales para obtener más dinero y servicios. En suma, la nobleza irritaba a la burguesía y al campesinado, y debilitaba la eficacia de la administración estatal.

El campesinado constituía el 80% de la población. Sus componentes eran libres en general; entre ellos había terratenientes. La mayor parte eran pobres o con recursos insuficientes. El aumento de la población y el incremento de la presión de la nobleza (la ya mencionada exigencia de mayores tributos en dinero y servicios) generaban un ascenso de miseria general. Sólo unos pocos campesinos disponían de un excedente para vender. La situación del campesinado empeoró en los veinte años anteriores a la RF.

La monarquía experimentaba problemas financieros. El fracaso de las reformas de 1774-1776, impulsadas por el ministro Turgot (1727-1781) y boicoteadas por los intereses tradicionales, y la participación en la guerra de independencia estadounidense, dejaron exhausto al Tesoro francés. Los gastos superaban a los ingresos en un 20 %. “Guerra y deuda - la guerra norteamericana y su deuda - rompieron el espinazo de la monarquía” (p. 66)[3].

La crisis fiscal de la monarquía abrió el camino para que la burguesía hiciera un intento de recuperar sus privilegios. Las convocatorias a una Asamblea de Notables (1787) y a los Estados Generales[4] (1789). “Así, pues, la revolución comenzó como un intento aristocrático de recuperar los mandos del Estado.” (p. 66)

La RF no fue hecha por un partido o un movimiento político con un programa sistemático. “No obstante, un sorprendente consenso de ideas entre un grupo social coherente dio unidad efectiva al movimiento revolucionario.” (p. 66) Este grupo era la burguesía; sus ideas eran las del liberalismo clásico, formuladas por los “filósofos” y los “economistas”. Los filósofos pueden ser considerados:

“Los responsables de la revolución. Ésta también hubiera estallado sin ellos; pero probablemente fueron ellos los que establecieron la diferencia entre una simple quiebra de un viejo régimen y la efectiva y rápida sustitución por uno nuevo.” (p. 67)

La ideología de los revolucionarios de 1789 era la masónica. Las peticiones del burgués que hizo la RF están expresadas en la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, manifiesto contra la sociedad jerárquica y los privilegios de los nobles, pero no a favor de una sociedad democrática o igualitaria. Propiedad privada derecho natural, sagrada e inviolable. Los burgueses liberales querían una monarquía constitucional basada en una oligarquía de propietarios, los cuales se  se expresarían a través de una asamblea representativa. Constitucionalismo + Estado secular con libertades y garantías civiles para la iniciativa privada + gobierno de contribuyentes y propietarios.

El rey dejaba de serlo por gracia de dios y pasaba a representar la voluntad general de la nación, es decir, del pueblo. La fuente de la soberanía era la nación. El pueblo, identificado con la nación, era un concepto revolucionario.

La reunión de los Estados Generales aceleró el estallido revolucionario. La clase media (líder del 3° estado, que contenía al 95% de la población francesa) luchó para lograr una representación igualitaria respecto a la nobleza (1° estado) y la Iglesia (2° estado). Luego impulsó que las votaciones se realizaran en conjunto y no por estados separados. Finalmente, se reunió aparte, en una Asamblea Nacional, a la que se unieron algunos nobles y clérigos.

“El tercer estado triunfó frente a la resistencia unida del rey y de los órdenes privilegiados, porque representaba no sólo los puntos de vista de una minoría educada y brillante, sino los de otras fuerzas mucho más poderosas: los trabajadores pobres de las ciudades, especialmente de París, así como el campesinado revolucionario.” (p. 68)

La agitación reformista de la burguesía liberal se convirtió en una verdadera revolución por la profunda crisis económica y social. Malas cosechas, encarecimiento de los precios del grano, hambre entre los campesinos pobres y aumento de los precios de los alimentos en las ciudades, combinada con reducción de las compras de productos manufacturados, desocupación y hambre entre los trabajadores urbanos. En ese marco, la campaña de propaganda electoral desarrollada entre 1788 y 1789 dio a “la desesperación del pueblo una perspectiva política al introducir en sus mentes la tremenda y trascendental idea de liberarse de la opresión y de la tiranía de los ricos. Un pueblo encrespado respaldaba a los diputados del tercer estado.” (p. 69)

La contrarrevolución, que intentó suprimir el intento de los diputados del 3° estado, transformó “a una masa en potencia en una masa efectiva y actuante” (p. 68) La reacción popular se hizo efectiva en la toma de la Bastilla[5] (14 julio 1789). Hobsbawm anota “en época de revolución nada tiene más fuerza que la toma de los símbolos” (p. 69; el resaltado es mío - AM-)

El acto siguiente de la RF fue el Grande Peur (Gran Miedo, finales de julio - principios de agosto de 1789), una serie de revoluciones campesinas que abarcaron buena parte del país y que combinaron insurrecciones en ciudades provincianas y una oleada de pánico masivo que se extendió por toda Francia. Consecuencias: la estructura social del feudalismo francés y la máquina estatal de la monarquía francesa quedaron destruídas. La aristocracia y la clase media aceptaron lo inevitable: la Asamblea abolió los privilegios feudales, aunque imponiendo montos elevados para la redención de las cargas feudales (el feudalismo sólo fue abolido en 1793).

Fines agosto 1789: Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, manifiesto formal de la RF.

El proceso que culminó en la sanción de la Declaración fue la primera manifestación de un ciclo que se repitió en las revoluciones subsiguientes (siglos XIX y XX) y cuyos movimientos fueron: 1) los reformistas moderados de la clase media movilizan a los sectores populares para quebrar la resistencia de la contrarrevolución; 2) las masas movilizadas van más allá del programa de los reformistas moderados e inician su propia revolución social; 3) los moderados se escinden en un grupo conservador que se une a los contrarrevolucionarios, y un ala radical decidida a llevar adelante el programa inicial del reformismo moderado con ayuda de las masas, aun con el riesgo de perder el control sobre éstas. El proceso culmina de dos maneras diferentes: el grueso de la clase media se pasa al bando conservador o es derrotado por la revolución social.

La peculiaridad de la RF reside en que “una parte de la clase media liberal estaba preparada para permanecer revolucionaria hasta el final sin alterar su postura: la formaban los jacobinos” (p. 70)

El radicalismo de los jacobinos se explica porque: (a) los revolucionarios de 1789 no tenían a la mano el antecedente de lo ocurrido en la … RF; (b) no existía una clase social que pudiera proporcionar una alternativa por izquierda al radicalismo jacobino. Los trabajadores no representaban todavía una clase social independiente; seguía a líderes no proletarios. El campesinado tampoco proporciona una alternativa política.

La única alternativa al radicalismo burgués eran los sans-culottes, “movimiento informe y principalmente urbano de pobres trabajadores, artesanos, tenderos, operarios, pequeños empresarios, etc. Estaban organizados en las “secciones” de la ciudad de París y otras ciudades, y constituyeron la fuerza de choque de la RF. A través de periodistas como Jean-Paul Marat (1743-1793) y Jacques-René Hébert (1757-1794) formularon una política cuyos componentes eran: respeto a la pequeña propiedad + odio a los ricos + trabajo garantizado por el gobierno, seguros y seguridad social para el pobre. Democracia libertaria e igualitaria, localizada y directa. Pero su ideal político (un áureo pasado de aldeanos y pequeños artesanos, o un futuro venturoso de pequeños granjeros y artesanos no perturbados por los millonarios y banqueros) era irrealizable. Entre 1793-1794 lograron poner obstáculos al desarrollo de la economía francesa, pero no pudieron ir más allá.

1789-1791= Burguesía moderada, Asamblea Constituyente. Se pone en marcha la obra de racionalización y reforma de Francia. La mayoría de las realizaciones duraderas de la RF datan de esta época. Política económica liberal: cercado de las tierras comunales y estímulo de los empresarios rurales; proscripción de los gremios; abolición de las corporaciones. Además, secularización y venta de las tierras de la Iglesia y de la nobleza emigrada. Constitución de 1791, monarquía constitucional. Pero la contrarrevolución no cedió; huida del rey y captura en Varennes (junio 1791). El republicanismo se convirtió en una fuerza masiva; “los reyes tradicionales que abandonan a sus pueblos pierden el derecho a la lealtad de los súbditos.” (p. 72)

Abril 1792= Estallido de la guerra contra las monarquías europeas. Las derrotas iniciales fueron achacadas al sabotaje real y a la traición. Nueva radicalización de las masas.

Agosto y septiembre 1792= La monarquía es derribada por los sans -culottes de París; proclamación de la República; año I del calendario revolucionario. Matanza de los presos políticos. Elección de la Convención Nacional y convocatoria a la guerra total contra los invasores. Encarcelamiento del rey. La invasión es detenida en el cañoneo de Valmy (20 septiembre 1792).

Segunda revolución (República jacobina del año II). La guerra fue promovida y dirigida inicialmente por los girondinos, partido dominante en la Convención, belicosos en el exterior y moderados en el interior. Pero la guerra revolucionaria tenía su propia lógica: era o la victoria total de la revolución o el triunfo completo de la contrarrevolución. No era una guerra limitada, había que movilizar a toda la nación. La joven República francesa descubrió cómo vencer: la guerra total, movilización de los recursos de la nación mediante el reclutamiento en masa, racionamiento, economía de guerra y abolición dentro del país de la distinción entre civiles y soldados. Los sans - culottes apoyaron la guerra, porque pensaban que con ella se derrotaba a la contrarrevolución y se instauraba la justicia social. Los girondinos vieron pronto que no podían controlar la movilización de las masas que habían provocado y tuvieron que competir contra la izquierda (los jacobinos).

2 junio 1793= Golpe de los sans-culottes. Caen los girondinos. Se inicia la República jacobina.

El Terror, tan denostado por muchos historiadores, fue el medio que encontró la República para sobrevivir. Para comprender el contexto: en junio de 1793, 60 de los 80 departamentos de Francia estaban sublevadas contra París; los ejércitos de los príncipes alemanes invadían el país por el norte y por el este; los ingleses atacaban por el sur y por el mar; el país estaba desamparado y en quiebra. Catorce meses después el país estaba firmemente gobernado y los ejércitos invasores habían sido rechazados más allá de las fronteras de Francia. Para la Convención, el dilema era: o el Terror con todos sus defectos para la clase media, o la destrucción de la Revolución y la desintegración del Estado nacional. Las perspectivas de la clase media francesa dependían “en gran parte de las de un Estado nacional unificado y fuertemente centralizado” (p. 77)

Los jacobinos movilizaron a las masas contra la disidencia de los girondinos y de los notables provinciales. Se aliaron para ello con los sans-culottes, cuyas exigencias relativas a la guerra coincidían con el sentido común jacobino. Se promulgó la Constitución de 1793, muy radical, que instauraba el sufragio universal, el derecho de insurrección, trabajo y alimento, la declaración de que el bien común era la finalidad del gobierno y que los derechos del pueblo eran operantes y no meramente asequibles. Fue la primera constitución democrática promulgada por un Estado moderno.

Los jacobinos tomaron otras medidas que dan cuenta de su radicalismo: a) la abolición sin indemnización de los derechos feudales todavía existentes; b) aumentaron las posibilidades de los pequeños cultivadores de explotar las tierras abandonadas por los emigrados; c) abolieron la esclavitud en las colonias francesas.

Consecuencias de largo plazo del gobierno jacobino:

“En Francia establecieron la inexpugnable ciudadela de los pequeños y medianos campesinos, artesanos y tenderos, retrógrada desde el punto de vista económico, pero apasionadamente devota de la revolución y la República, que desde entonces domina la vida del país. La transformación capitalista de la agricultura y las pequeñas empresas, condición esencial para el rápido desarrollo económico, se retrasó, y con ello la rapidez de la urbanización, la expansión del mercado interno, la multiplicación de la clase trabajadora e, incidentalmente, el ulterior avance de la revolución proletaria. Tanto los grandes negocios como el movimiento obrero se vieron condenados a permanecer en Francia como fenómenos minoritarios, como islas rodeadas por el mar de los tenderos de comestibles, los pequeños propietarios rurales y los propietarios de cafés.” (p. 77-78)

El centro del gobierno, conformado por una alianza entre jacobinos y sans-culottes, se inclinaba hacia la izquierda. En términos sociales, era una alianza entre la clase media y las masas obreras; dentro de ella, los jacobinos de clase media constituían la fuerza decisiva. Su centro era el Comité de Salud Pública (un subcomité de la Convención), verdadero gabinete de guerra. Allí la figura más descollante era Maximilien Robespierre (1758-1794). Su poder era el del pueblo (las masas de París); su terror, el de esas masas.

La dinámica de la guerra fue separando a los jacobinos de sus apoyos sociales. La confrontación bélica exigía la centralización; ello perjudicaba la democracia directa de los comités de sans-culottes; además, si bien éstos se beneficiaron con el racionamiento y las tasas de precios, se vieron afectados por el tope a los salarios. En el campo, las requisas de alimentos provocaron el enojo de los campesinos.

Abril 1794= Los jacobinos eliminaron a la oposición de derecha, encabezada por Georges-Jacques Danton (1759-1794), y a la oposición de izquierda (Hébert); pero en ese momento se encontraron aislados.

Junio 1794= Los ejércitos de la República ocupan Bélgica. Eso alejó la amenaza exterior. El gobierno jacobino perdió su finalidad (ganar la guerra).

27/07/1794 (9 termidor)= La Convención derribó a Robespierre, quien fue ejecutado al día siguiente junto a otros dirigentes jacobinos.

El cuarto apartado (pp. 79-83) aborda el final del período revolucionario (1794-1799).

El problema central para la clase media francesa consistía en conciliar estabilidad política y progreso económico, en base al programa liberal de 1789-1791. Había que evitar el doble peligro de la república democrática jacobina y de la restauración del Antiguo Régimen.

El régimen termidoriano, que había derribado a los jacobinos, era débil. Estaba jaqueado por derecha (los monárquicos) y por izquierda (los sans-culottes). El Directorio, forma política adoptada desde 1795, dependía cada vez más del ejército para mantenerse en el poder. Finalmente, el más notable de los generales de la República, Napoleón Bonaparte (1769-1820) terminó derrocando al Directorio.

 

Villa del Parque, domingo 11 de septiembre de 2022


NOTAS:

[1] Menciona, entre otros ejemplos, el movimiento de independencia de Estados Unidos (1776-1783).

[2] Hacia 1780 se necesitaban cuatro cuarteles de nobleza para conseguir un puesto en el ejército, todos los obispos eran nobles y las intendencias (cargo clave en la administración) eran acaparadas por los nobles.

[3] En 1788 la deuda consumía el 50% del presupuesto total; la guerra, la escuadra y la diplomacia el 25%; los gastos de la Corte, el 6%.

[4] La Asamblea feudal del reino, en la que participaban representantes de todos los Estados (nobleza, iglesia y el 3° Estado, que agrupaba al resto de la población del país y en el que dominaba la clase media - burguesía-), que no se convocaba desde 1614.

[5] La Bastilla era una fortaleza ubicada en París, utilizada durante mucho tiempo como prisión. El pueblo la asaltó buscando armas para hacer frente a la intentona contrarrevolucionaria.


4 comentarios:

Damian38 dijo...

interesante, muchas gracias

Ariel Mayo (1970) dijo...

Damián, gracias por comentar. Saludos,

Anónimo dijo...

Gracias. Un saludo desde la Ciudad Blanca de Perú, Arequipa

Ariel Mayo (1970) dijo...

Un saludo desde el Rio de la Plata