“La
teoría se desarrolla libremente,
pero
la práctica se pliega a las necesidades.”
Aristóteles,
Política
La Política de Aristóteles (384-322 a.n.e.)
es una de las obras más importantes de la filosofía
política. Como todo clásico, la mejor presentación es la lectura directa de
la obra, sin recurrir a terceros. Por ello, la presente ficha tiene por
objetivo presentar algunos aspectos que considero centrales del texto, pero de
ningún modo reemplaza el abordaje vis a
vis del propio Aristóteles.
Desde el punto
de vista temático, el Libro Primero puede dividirse en tres partes: 1)
exposición de los principios teóricos y metodológicos en los que se basa la
obra; 2) el argumento en defensa de la esclavitud; 3) la economía política de
la polis.
Nota bibliográfica:
Para la
redacción de esta ficha utilicé la traducción española de Manuela García
Valdés: Aristóteles. (1988). Política.
Madrid, España: Gredos. El Libro Primero está comprendido en las pp. 44-85. En
las citas empleo la notación marginal, complementada con la paginación de la
edición Gredos.
La cuestión del método: los supuestos de la
filosofía política aristotélica
El objeto de
estudio de la filosofía política es la polis [1]
“[Puesto
que] toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida
con miras a algún bien, es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero
sobre todo tiende al supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las
demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad cívica.” (1252a; 45-46)
La polis es la comunidad superior, pues
tiende al bien supremo e incluye a todas las otras comunidades: la casa, la
aldea (formada por varias casas). La polis es la “comunidad perfecta de varias
aldeas (…) que tiene el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a causa de
las necesidades de la vida, pero subsiste para el vivir bien.” (1252b; 49).
Aristóteles
concibe a la polis como una comunidad
unida en torno al propósito de lograr una vida buena. Dejando de lado las
finalidades éticas y morales, lo cierto es que la comunidad pretende lograr esa
vida buena en un sentido material. De ahí la centralidad de la noción de
autosuficiencia (la polis perfecta es
aquella que se basta a sí misma en lo que hace a proveer lo necesario para
satisfacer sus necesidades) y por ende el interés, (expresado en el tercer tema
del Libro Primero) por las cuestiones materiales que requiere esa
autosuficiencia. En otras palabras, la economía adquiere una importancia
fundamental para la concreción de la vida buena. Es verdad que la polis excluye a los esclavos, las
mujeres y los extranjeros. Pero, desde la perspectiva aristotélica, esto no
implica ruptura de la unidad, pues son grupos inferiores en relación a los
hombres libres y necesitan ser tutelados por éstos, debido a que carecen de
autonomía (esta cuestión es desarrollada en el segundo tema del Libro Primero).
Las cosas son bien distintas en el capitalismo, donde la unidad se encuentra
desgarrada en clases sociales con intereses antagónicos. En la sociedad
capitalista la unidad consiste en la imposición del dominio de una clase y, si
se permite la aplicación de la expresión, la polis son varias polis:
la polis de los capitalistas y la polis de los pobres.
Aristóteles se
propone refutar la afirmación de que entre el gobierno de una polis (ejercido, por ejemplo, por el
rey) y el administrador de una casa o el amo de sus esclavos hay sólo una
diferencia cuantitativa; en otras palabras, discute la concepción de que la
diferencia entre esas formas se deriva de la cantidad de personas que caen bajo
su gobierno. Para encarar la tarea recurre a dos métodos: análisis, “dividir lo compuesto hasta sus elementos más simples”
(1252a, 3; 46); historia, “si se observa desde su origen la evolución de las cosas”
(1252a, 3; 46).
El punto de
partida del filósofo griego es el reconocimiento de la existencia de un orden
natural [2], una jerarquía que ordena a todas las cosas:
“En efecto, el que es capaz de
pensar con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que
puede con su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza;
por eso al señor y al esclavo interesa lo mismo.” (1252a, 2; 47). [3]
Aristóteles
afirma que los seres humanos son desiguales por naturaleza: unos están
preparados para mandar, por ello tienen el saber y pueden obrar con autonomía;
otros están preparados para trabajar y carecen de autonomía. Por ende, amo y
esclavo están en una relación de mutua conveniencia. En otras palabras, ambos
se necesitan.
Existen
distintos tipos de comunidades: la casa,
la aldea (formada por varias casas),
la ciudad. Esta última es “la
comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene (…) el nivel más alto de
autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste
para vivir bien” (1252b, 8; 49). Campea
la teleología:
“Toda
ciudad es por naturaleza, si también lo son las comunidades primeras. La ciudad
es el fin de aquéllas, y la naturaleza es el fin. En efecto, lo que la cosa es,
una vez cumplido su desarrollo, decimos que es su naturaleza, así de un hombre,
de un caballo o de una cosa. Además, aquello por lo que existe algo y su fin es
lo mejor, y la autosuficiencia es, a la vez, un fin y lo mejor.” (1252b, 8-9, 2; 49-50).
En el pasaje
anterior, Aristóteles presenta los fundamentos de su filosofía política. La
naturaleza presenta dos características: es inmutable (estática) y jerárquica.
Cada cosa en el mundo natural y en el mundo social tiene un fin determinado,
que existe de antemano (teleología). Todas las cosas están ordenadas en una
jerarquía, que también es estática. La teleología suprime la evolución,
entendida en el sentido darwiniano del término.
A
continuación, presenta su tesis de más amplio alcance en la teoría social, que
plantea que el ser humano es un animal social
por naturaleza:
“La
ciudad es una de las cosas naturales, (…) el ser humano es por naturaleza un
animal social [4], y que el insocial por naturaleza y no por azar es un ser
inferior o un ser superior al ser humano.” (1252b, 9;)
No hay manera
de minimizar el significado de la tesis aristotélica. Ella expresa de manera
clara una de las principales divisiones de aguas en el terreno de la teoría
social. De un lado están aquellos que pensamos que la sociedad es la forma
natural de existencia de los seres humanos; del otro, quienes sostienen que la
sociedad es artificial y que sólo existen de manera natural los individuos. A
esta última corriente de pensamiento se la denomina individualismo metodológico y surgió con los filósofos contractualistas
de los siglos XVII y XVIII.
¿Por qué el
ser humano es un animal social por naturaleza?
“La
razón por la cual el ser humano es un ser social, más que cualquier abeja y que
cualquier animal gregario, es evidente: la naturaleza, como decimos, no hace
nada en vano, y el ser humano es el único animal que no tiene palabra. Pues la
voz es signo del dolor y del placer, y por eso la poseen también los demás
animales, porque no naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer
e indicársela unos a otros. Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y
lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio del ser
humano frente a los demás animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del
mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación
comunicativa de estas cosas constituye la casa y la ciudad.” (1252b, 10-12)
Aristóteles
justifica la condición social del ser humano sosteniendo que la palabra lo
distingue de los demás animales, y la palabra es esencialmente un medio de
comunicación. Existe porque los seres humanos se relacionan entre sí y, a la
vez, la palabra profundiza las relaciones entre las personas, hace que el mismo
pensamiento de cada individuo adquiera un carácter relacional. Pero además hay
otro argumento a favor de la condición social del ser humano: “la ciudad es
anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente
anterior a la parte.” (1252b, 13; 51) En otras palabras, Aristóteles postula
una especie de “colectivismo” metodológico, es decir, considera que el todo es
anterior a las partes y por eso el todo es la clave para la explicación de la
parte.
Aristóteles
complemente el principio metodológico de la prioridad del todo sobre las partes
con el que afirma que las cosas se definen por su función:
“Todas
las cosas se definen por su función y por sus facultades, de suerte que cuando
éstas ya no son tales no se puede decir que las cosas son por sí mismas, sino
del mismo nombre.” (1252b, 13-14; 52)
Afirmar que no
se puede hacer teoría social sin haber leído y comprendido a Aristóteles es,
sin duda, una exageración, pero no por ello deja de ser válida. Una página del
Estagirita vale más que muchos libros. Aquí, en pocas líneas, expone el
carácter social de los seres humanos, el papel del lenguaje en la humanización
esos seres humanos, la preeminencia de la totalidad sobre la parte. Cuando se
piensa en ello, en la enormidad del aporte aristotélico, uno se siente abrumado
y con razón.
En base a lo
anterior, puede escribir que “la justicia (…) es un valor cívico, pues la
justicia es el orden de la comunidad civil” (1252b, 16; 52-53). Coincide con el
filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1677), quien decía que fuera de la sociedad
no existe lo justo y lo injusto. [5] En otras palabras, el orden social, su
plasmación en la legislación y en una moral determinada, son una construcción
social. El esencialista Aristóteles, para quien, como ya se indicó, los seres
humanos son desiguales por naturaleza, explora aquí las fronteras de ese
esencialismo; la justicia es un determinado orden de la polis. Si bien el filósofo griego insiste una y otra vez que ese
orden obedece a un orden jerárquico y teleológico existente en el cosmos, es
posible recorrer otro camino a partir del reconocimiento aristotélico del
carácter social de la justicia: concebir a esa justicia como el resultado de la
lucha de clases.
El argumento en defensa de la esclavitud
Aristóteles
comienza su argumento explicando en qué consiste la administración de la casa,
pues la polis se compone de casas.
Enseguida nos
encontramos con un primer llamado de atención: “La casa perfecta la integran
esclavos y libres.” (1253b, 1; 53). Las partes de la casa son: amo y esclavo,
marido y esposa, padre e hijos. Se trata de tres relaciones: heral [6],
conyugal y procreadora. Los tres casos son definidos como relaciones
jerárquicas, de dominación. En todos ellos el que manda es el varón. Además, y
eso es algo que corresponde enfatizar, rige la desigualdad como rasgo propio de
la esencia de los seres humanos. [7]
A
continuación, Aristóteles desarrolla la cuestión de la necesidad de la propiedad: “sin las cosas necesarias es
imposible tanto vivir como vivir bien.” (1253b, 4; 54). Por ello,
“Las
posesiones son un instrumento para la vida y la propiedad es una multitud de
instrumentos; también el esclavo es una posesión animada, y todo subordinado es
como un instrumento previo a otros instrumentos.” (1253b, 2: 54).
El amo manda
sobre el subordinado (el esclavo), quien, a su vez, manda sobre los
instrumentos inanimados.
Aristóteles
reconoce que las cosas podrían ser de otra manera:
“Si
cada uno de los instrumentos pudiera cumplir por sí mismo su cometido
obedeciendo órdenes o anticipándose a ellos, si (…) las lanzaderas
tejieran solos y los plectros tocaran la cítara, los constructores no
necesitarían ayudantes ni los amos esclavos.” (1253b, 3 – 1254a, 1; 55 - el
resaltado es mío – AM- ).
La
automatización es concebida como liberación del trabajo manual. Ahora bien,
dada la existencia de clases sociales, el trabajo manual queda a cargo de los
“subordinados”, de los dominados. Aristóteles sugiere que la cuestión se
origina en un problema técnico (el bajo desarrollo de las fuerzas productivas).
Alguien tiene que hacer “el trabajo sucio”. Jamás se le ocurre – como hace
Thomas More en Utopía – abolir la propiedad privada y repartir el trabajo entre
todos. Hay que recordar que el argumento aristotélico pro-esclavitud se basa en
la desigualdad natural de los seres humanos.
Aristóteles
establece una distinción entre producción,
cuyo objetivo es producir un producto, que permanece luego de acabada la acción
de producir; y acción [praxis], cuyo
fin es la misma actividad y que no produce un resultado aparte.
“Los llamados instrumentos lo son de
producción, mas las posesiones son los instrumentos de acción. En efecto, la
lanzadera [instrumento] produce algo aparte, pero el vestido y el lecho
[posesiones], sólo su uso. (…) La vida es acción, no producción, y por ello el
esclavo es un subordinado para la acción.” (1254a, 4-5; 55).
De modo que la
condición del esclavo se ve rebajada radicalmente: no puede vivir su vida como
acción, sino que debe limitarse a producir para que los hombres libres gocen de
la acción.
“El amo es solamente dueño del
esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del
amo, sino que le pertenece enteramente.” (1254a, 5; 56).
El amo es el
todo – su naturaleza puede ser todo -; el esclavo es la parte, sólo puede
llevar a cabo su producción para otros. Por ende, la esclavitud lo es por naturaleza:
“Cuál
es la naturaleza del esclavo y cuál su facultad resulta claro de lo expuesto;
el que, siendo ser humano, no se pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a
otro, ese es por naturaleza esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre,
es una posesión. Y la posesión es un instrumento activo y distinto.” (1254a, 6;
56)
¿La esclavitud
va contra la naturaleza?, ¿es mejor y justo para alguien ser esclavo o no?
La respuesta
es contundente:
“Mandar
y obedecer no sólo son cosas necesarios, sino también convenientes, y ya desde
el nacimiento algunos están destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay
muchas formas de mandar y obedecer, y siempre es mejor el mando sobre
subordinados mejores.” (1254a, V2; 56).
Todo proceso
de trabajo implica divisiones funcionales: alguien que dirija una acción
determinada; otros que ejecuten las órdenes de esa persona. Pero Aristóteles
transforma la dominación en un atributo de la naturaleza humana.
“Dondequiera
que uno manda y otro obedece, hay una obra común. (…) En todo lo que consta de
varios elementos y llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o
separados, aparecen siempre el dominante y el dominado.” (1254 a, 5, 3-4; 56-57)
Para
justificar la existencia de la desigualdad natural entre las personas, el
Estagirita recurre a la distinción entre alma
y cuerpo. Ésta se da, según el
filósofo, en todos los seres vivos. Según esta distinción, “uno manda por
naturaleza y el otro es mandado.” (1254a, 5, 4; 57). El filósofo establece las
siguientes distinciones: el alma gobierna al cuerpo, dominio señorial; la
inteligencia gobierna al apetito, dominio político y regio; el hombre gobierna
a los animales domésticos; el macho gobierna a la hembra por naturaleza, “uno
es superior y otro inferior, uno manda y otro obedece.” (1254b, 8, 7; 57-58).
Sobre el final
del Libro Primero, vuelve a insistir en la idea de que las relaciones de
subordinación se originan en la diferente participación de las personas en las “virtudes
morales”: “todos deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino
sólo en la medida en que es preciso a cada uno para su función.” (1260a, 8; 82). Desde su nacimiento, cada
individuo está encadenado a una función en la sociedad; las diferencias entre
las personas son naturales y obedecen a un orden que abarca todo el universo.
¿Qué es, pues,
un esclavo?
“Todos
los seres que se diferencian de los demás tanto como el alma del cuerpo y como
el ser humano del animal (se encuentran en esta relación todos cuantos su
trabajo es el uso del cuerpo, y esto es lo mejor de ellos), estos son esclavos
por naturaleza, para los cuales es mejor estar sometidos a esta clase de mando
(…) Pues es esclavo por naturaleza el
que puede ser de otro (y por eso precisamente es de otro) y el que participa de
la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla, pues los demás
animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus instintos.”
(1254b, 8-9; 58 – el resaltado es
mío- AM).
Entre el amo y
el esclavo la diferencia es esencial: sólo el primero puede ser autónomo (no
depender de otro), puesto que posee la Razón. Como ocurre en la crítica de
Platón a la democracia, el peso del argumento está puesto en el conocimiento
(los que saben o los que tienen la razón), no en la relación. Esa diferencia de
conocimiento se origina en la naturaleza humana, está inscripto en ella.
“Así, pues, está claro que unos
son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el ser esclavos es
conveniente y justo.” (1255a; 59)
Como el
esclavo por naturaleza sólo alcanza a percibir la razón, pero no la posee,
necesita de un amo que vele por sus intereses. A cambio, el esclavo realiza el
trabajo físico. La esclavitud, lejos de ser una imposición por la violencia, es
una relación de beneficio para ambas partes.
Aristóteles
también examina la cuestión de las diferencias entre los esclavos y los
artesanos:
“Pues
mientras el esclavo participa de la vida de su amo, el artesano está más alejado,
y sólo le concierne la virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el
obrero manual tiene una especie de servidumbre limitada, mientras el uno es
esclavo por naturaleza, no así el zapatero ni ningún otro artesano.” (1260a, 13 – 1260b, 14; 83-84)
Sobre el final
del argumento sobre la esclavitud se encuentra un pasaje que muestra la
diferencia entre la mentalidad del amo en Atenas y la del empresario
capitalista. Aristóteles se está refiriendo a la ciencia del amo, que es la de
saber mandar a los esclavos, decirles a éstos lo que tienen que hacer. Y
concluye: “por eso todos los que tienen la posibilidad de evitar personalmente
sufrir malos ratos confían este cargo a un administrador, y ellos se dedican a
la política y a la filosofía.” (1255b, 7, 5; 63)
La diferencia
con el comportamiento y los ideales del empresario capitalista es abismal. El
amo tiene que limitarse a recibir la renta, el excedente generado por los
campesinos, ya sean éstos libres, siervos, esclavos, etc.).
La economía política de la polis
Dado que esta
nota está centrada en el examen de la filosofía política aristotélica,
dedicaremos poco espacio a la última parte del Libro Primero, dedicada
precisamente a la economía de la polis.
Esto no implica, de ningún modo, minimizar el aporte del Estagirita al estudio
científico de la economía. Karl Marx (1818-1883) afirmó que Aristóteles fue el “gran
investigador que analizó por vez primera la forma de valor, como otras tantas
formas del pensar, de la sociedad y de la naturaleza.” [8]
Aristóteles
distingue entre la economía, que es
el arte de la utilización; y la crematística,
el arte de la adquisición. (1256a, 8,
2; 65).
Al examinar
los temas económicos, el Estagirita piensa teleológicamente. Un ejemplo: afirma
que la naturaleza produjo todos los seres para que fueran utilizados por los
humanos. (1256b, 12; 67).
Una vez
planteado el punto de partida metodológico, Aristóteles da cuenta de su
concepción de la riqueza. Concibe a
ésta como “la suma de instrumentos al servicio de una casa y de una ciudad.”
(1256b, 15; 68). Es decir, la piensa
como suma de valores de uso, cuyo
propósito es satisfacer necesidades. Y esta riqueza siempre es limitada, “pues
la provisión de esta clase de bienes para vivir no es ilimitada.” (1256b, 14; 67)
Aristóteles
trata específicamente de la crematística a partir de 1257a, 9,1; 68. La define
como un “arte adquisitivo (…) para el cual parece no existir límite alguno de
riqueza y propiedad.” (1257a, 9, 1; 68)
Para
fundamentar la distinción entre economía y crematística, desarrolla las
diferencias entre valor de uso y valor de cambio. (1257a, 9, 2). No podemos desarrollar su
tratamiento de la cuestión, basta con indicar que se trata de una cuestión
primordial para la ciencia económica. [9]
La
crematística es el arte de producir bienes mediante el comercio; se centra en
el dinero, etc. En otras palabras, se ocupa de la circulación y no de la
producción de bienes. Trata del dinero, no del capital.
En medio del
análisis se encuentra esta perla: “la teoría se desarrolla libremente, pero la
práctica se pliega a las necesidades.” (1258b,
11; 75).
Para
finalizar, el Libro Primero de la Política
reúne los elementos metodológicos fundamentales para la comprensión de la
filosofía política de Aristóteles. Estudia a la polis (la sociedad griega) como
una totalidad; en ello reside uno de los mayores méritos de la obra.
Parque
Avellaneda, viernes 3 de enero de 2019
NOTAS:
[1] Respecto a
la definición del concepto de polis: “Cuando
se habla de la polis (o
ciudad-estado) no se debe perder de vista el hecho de que ella constituía el
centro principal de la vida social de los griegos en la Antigüedad, corporación
compuesta por un núcleo urbano (ásty)
circundado por los campos de labor que constituían el territorio (khóra) de la polis conformando así una
entidad indivisible. En dicho territorio, tenían sus parcelas los miembros
reconocidos por la comunidad, siendo la apropiación privada de las tierras de
cultivo en el marco de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos primordiales de su organización económica.
Por otra parte, la ciudad era el marco de existencia permanente de las
instituciones de gobierno, pero dentro de un esquema en el que no se daba un
dominio de la ciudad sobre el campo sino un modo de articulación de las
relaciones sociales en el que ciudad y campo no podían ser divorciados. Esto
comportaba la constitución de una colectividad política, un Estado que puede
definirse como un gobierno sin burocracia debido a la participación directa de
los ciudadanos en los asuntos públicos. Entre las cuestiones centrales que
debía regular se encontraba el acceso a los miembros de la comunidad a las
parcelas de tierra a través de mecanismos relativamente igualitarios ligados a
dicho marco político participativo. Por lo tanto, para poder acceder a la
tierra resultaba necesario ser reconocido como integrante de la organización
social, lo cual implicaba la existencia de prerrogativas reservadas
exclusivamente para los miembros de la comunidad.” (Gallego, J., El campesinado en la Grecia Antigua,
Buenos Aires, Eudeba, 2009, p. 31-32).
[2] “La
naturaleza no hace nada con mezquindad (…) sino cada cosa para un solo fin.”
(1252b 3; 47). En otras palabras,
tiene una concepción teleológica de la naturaleza y la sociedad.
[3] Aristóteles
se preocupa por dejar en claro la desigualdad natural entre el hombre y la
mujer. “Por naturaleza está establecida una diferencia entre la hembra y el
esclavo (…) Pero entre los bárbaros, la hembra
y el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello es que no tienen el
elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad resulta de esclavo y
esclava.” (1252b, 4; 47). Más
adelante: “El hombre es por naturaleza más apto para mandar que la mujer – a no
ser que se de una situación antinatural -, y el de más edad y maduro más que el
más joven e inmaduro.” (1259b, 12, 1;
79).
[4] La
expresión griega es politikón zôion.
Más adelante se encuentra una justificación del carácter social del ser humano:
“es evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque
si cada uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera
semejante a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad, o no necesita nada por su propia
suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.”
(1252b, 14; 52; el resaltado es mío – AM-). Más todavía, el ser humano
“apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos [los animales]. La
injusticia más insoportable es la que posee armas, y el ser humano está
naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero
puede utilizarlos para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser
más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad.” (1252b, 15-16; 52)
[5] Es curioso
y alentador que dos filósofos tan opuestos entre sí en su concepción de la
sociedad lleguen, sin embargo, a conclusiones semejantes. Hobbes afirma lo
siguiente: “En esta guerra de todos contra todos, se da una consecuencia: que
nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e ilegalidad, justicia e
injusticia están fuera de lugar. (…) Justicia e injusticia no son facultades ni
del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran, podrían darse en un hombre que
estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus sensaciones y pasiones.
Son, aquéllas, cualidades que se refieren al hombre en sociedad, no en estado
solitario.” (Hobbes, Thomas, Leviatán, México D. F., Fondo de Cultura
Económica, 1998, p. 104).
[6] Derivado
de heril: 1. Adj. Perteneciente o relativo al amo. [Real Academia Española
online].
[7]
Aristóteles indica al pasar que algunos consideraban que la esclavitud no era
natural, “que la dominación es contra naturaleza, pues el esclavo y el libre lo
son por convención, pero en nada difieren por naturaleza. Por esta razón
tampoco es justa, ya que es violenta.” (1253b,
4; 54). El punto es importante. No todos estaban de acuerdo con la esclavitud
en el mundo griego. En Atenas, por ejemplo, Solón (c. 638-c. 558 a. C.) debió
abolir la esclavitud por deudas, debido a los conflictos que generaba y que
ponían en riesgo la estabilidad de la polis.
[8] Marx, K. (1996).
El capital: Crítica de la economía política.
México: Siglo XXI, p. 72.
[9] El valor
de uso es la cualidad que tiene un producto de satisfacer alguna necesidad
humana. El valor de cambio surge del intercambio con otros productos; indica la
proporción en que cada producto se cambia por otros. Ver Gastiazoro, E. (1978).
Léxico de economía. Buenos Aires:
Centro Editor de América Latina, p. 118-119.
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