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lunes, 23 de septiembre de 2019

LA CONCEPCIÓN DE DURKHEIM SOBRE LA RELACIÓN ENTRE DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LA MORAL


Benito Quinquela Martín (1890-1977)


La división del trabajo social es la tesis doctoral del sociólogo Emile Durkheim (1858-1917), uno de los mayores exponentes de la llamada sociología clásica. Publicada en 1893, ha ejercido (y ejerce) gran influencia en el desarrollo de la teoría social. No dispongo de tiempo para explicar las razones de esa influencia, basta con señalarla. En todo caso, el lector interesado puede dedicar tiempo a la lectura de la obra, y así se hará un panorama de primera mano de la importancia de la misma. Como siempre, es preferible un abordaje directo de los clásicos a las interpretaciones de segunda mano.
La presente ficha de lectura está dedicada a la Conclusión de la obra.
Nota bibliográfica:
En la elaboración de esta ficha trabajé con la traducción española de Rocío Annunziata: Durkheim, E. (2008). La división del trabajo social. Buenos Aires: Gorla. La Conclusión se encuentra en pp. 429-440.
Abreviaturas empleadas:
DT = División del trabajo / DTS = La división del trabajo social / SM = Solidaridad mecánica / SO = Solidaridad orgánica


Ante todo, corresponde recordar que DTS es “un esfuerzo por considerar los hechos de la vida moral según el método de las ciencias positivas” (p. 117). En especial, Durkheim examina la cuestión de la DT, con el objetivo de mostrar que, lejos de profundizar la separación entre los seres humanos y, en el límite, provocar la disgregación de la sociedad, ella constituye un poderoso medio de unificación de los individuos. Además, es preciso tener en cuenta que Durkheim desarrolla su análisis de la DT en el marco del pasaje de las sociedades precapitalistas (caracterizadas por un tipo especial de lazo social, la solidaridad mecánica) a la sociedad capitalista (centrada en la solidaridad orgánica). En otros términos, el sociólogo francés aborda el problema desde una perspectiva dinámica (histórica) de los fenómenos sociales.
La Conclusión de la obra está dividida en tres apartados. En el primero (pp. 429-434), explica en qué consiste la moral y en qué medida la DT es un hecho moral, en el sentido de que contribuye a mantener unida a la sociedad.
Durkheim afirma que la moral consiste en la realización en nosotros de “la conciencia colectiva del grupo del que formamos parte” (p. 430). Ese grupo no es la humanidad entera, colectivo demasiado abstracto e imposible de aprehender por el individuo, sino la sociedad concreta de la que formamos parte. [1] En consecuencia, cada pueblo en cada época determinada tiene su moral propia.
Ahora bien, si se considera la cuestión desde el punto de vista histórico, existen dos grandes formas de lazos morales. En las sociedades premodernas, la conciencia individual procura identificarse completamente con la conciencia colectiva, es decir, con las ideas y valores aceptados por la comunidad en su conjunto. Se trata de la solidaridad mecánica. Las sociedades modernas, en cambio, “sólo pueden mantenerse en equilibrio si el trabajo está dividido” (p. 430); se genera así la solidaridad orgánica, que enlaza a individuos muy diferentes unos de otros.
Durkheim afirma que tanto los lazos que unen a individuos que se parecen entre sí (SM), como los que unifican a individuos bien diferentes (SO), cumplen la misma función: lograr la “cohesión de las sociedades”.
En palabras de Durkheim,
“La característica de las reglas morales es que enuncian las condiciones fundamentales de la solidaridad social. El derecho y la moral son el conjunto de los lazos que nos unen unos a otros y con la sociedad, que hacen de la masa de los individuos un agregado y un todo coherente. Es moral, puede decirse, todo aquello que es fuente de solidaridad, todo lo que fuerza al ser humano a contar con otro, a regular sus movimientos de acuerdo con algo más que los impulsos de su egoísmo, y la moralidad es tanto más sólida cuanto más numerosos y fuertes son estos lazos. Se ve cuán inexacto es definirla (…) por la libertad, ya que consiste más bien en un estado de dependencia. Lejos de servir para emancipar al individuo, para desprenderlo del medio que lo envuelve, tiene por función esencial, por el contrario, hacer de él la parte integrante de un todo y, por consiguiente, quitarle algo de la libertad de sus movimientos.” (p. 431; el resaltado es mío – AM-).
La moral nace de la sociedad, no de los individuos.
El ser humano sólo es un ser moral porque vive en sociedad, puesto que la moralidad consiste en ser solidario de un grupo y varía como esta solidaridad. Haced desaparecer toda vida social, y la vida moral se desvanece al mismo tiempo, no teniendo ya objeto al que adherirse.” (p. 431; el resaltado es mío – AM-). [2]
El pasaje de la SM a la SO es resultado del desarrollo histórico. Durkheim apunta que “a medida que se avanza en la evolución, los lazos que unen al individuo a su familia, al suelo natal, a las tradiciones que le ha legado el pasado, a los usos colectivos del grupo, se distienden.” (p. 432). La DT viene a reemplazar parcialmente a dichos lazos, generando la SO.
“He aquí lo que constituye el valor moral de la DT. Es que, a través de ella, el individuo toma conciencia de su estado de dependencia frente a la sociedad; de ella provienen las fuerzas que lo retienen y lo contienen. En una palabra, puesto que la DT se transforma en la fuente eminente de la solidaridad social, se vuelve al mismo tiempo la base del orden moral.” (p. 433).
Si la DT es la base de la cohesión social en las sociedades modernas, cada individuo está obligado a especializarse, pues contribuye con ello al bien común. En este punto, Durkheim critica al diletante y a los individuos que rechazan la especialización, pues actúan de ese modo en contra de la sociedad.


En el segundo apartado (pp. 434-437) examina la relación entre la DT y el desarrollo de la personalidad individual. Intenta dar respuesta a la objeción habitual, que afirma que la especialización de los individuos disminuye su personalidad, los convierte en apéndices de una tarea determinada.
Durkheim aborda el problema desde una perspectiva histórica. Niega la existencia de una naturaleza humana ahistórica.
“Se parte [los críticos de la DT] de que el ser humano debe realizar su naturaleza de ser humano (…). Pero esta naturaleza no permanece constante en los diferentes momentos de la historia; se modifica con las sociedades.” (p. 435; el resaltado es mío – AM-).
Si se acepta esta perspectiva, es posible comprender que tanto la SM como la SO responden a tiempos históricos diferentes:
“En los pueblos inferiores, lo propio del ser humano es parecerse a sus compañeros, realizar en sí todos los rasgos del tipo colectivo, que se confunde entonces, más aún que hoy en día, con el tipo humano. Pero en las sociedades más avanzadas su naturaleza es, en gran parte, ser un órgano de la sociedad, y lo que le es propio, por consiguiente, es desempeñar su rol de órgano.” (p. 435).
Nuestro autor va más allá y plantea que la especialización contribuye al desarrollo de la personalidad individual, pues hace que el especialista domine un campo de actividad, por más parcial que sea, y ese dominio le pertenece, siendo esta pertenencia la característica que lo distingue de los demás, la afirmación de su personalidad.


Por último, en el tercer apartado (pp. 438-440), Durkheim se dedica a mostrar que la DT tiene que ser considerada como “un sistema de derechos y de deberes” que ligan a las personas, y no sólo en un sentido económico (como un medio para incrementar la productividad del trabajo).
La crítica de Durkheim a los economistas se basa en que éstos conciben a la DT como una relación entre individuos. Nuestro autor, en cambio, afirma el punto de vista sociológico:
“La DT no pone frente a frente a individuos sino funciones sociales. Y la sociedad está interesada en el juego de estas últimas: dependiendo de que éstas converjan regularmente o no, será sana o enferma.” (p. 438).
En otras palabras, Durkheim confronta el individualismo metodológico de los economistas, que explican la sociedad a partir de los individuos, con la concepción sociológica de la sociedad, que postula que los individuos son moldeados por la sociedad, creando así las condiciones para el desarrollo de la personalidad individual.
Sobre el final, Durkheim reconoce que la moral atraviesa una profunda crisis, y que ésta es producto del pasaje de las sociedades premodernas a la sociedad moderna, de la SM a la SO: “nuestra fe se ha visto perturbada; la tradición ha perdido su imperio; el juicio individual se ha emancipado del juicio colectivo.” (p. 439). Se da una situación de anomia, en la que las normas morales propias de la SM no sirven para nuestra sociedad, pero todavía no se han desarrollado las normas adecuadas al nuevo estado social.
Dada la situación descripta en el párrafo anterior:
“Nuestro primer deber hoy es construirnos una moral. Una obra semejante no puede improvisarse en el silencio del gabinete; sólo puede elevarse por sí misma, poco a poco, bajo la presión de causas internas que la vuelven necesaria. Pero para lo que la reflexión puede y debe servir es para señalar el fin que hay que alcanzar. Eso es lo que hemos tratado de hacer.” (p. 440).
La tarea de la sociología consiste en estudiar el estado de la sociedad e indicar el tipo de moral que requiere. Pero la reforma moral (la elaboración e implementación de nuevas normas morales) es una tarea que compete a los prácticos, es decir, a las personas que viven en esa sociedad.
Parque Avellaneda, lunes 23 de septiembre de 2019


NOTAS:
[1] Durkheim critica aquí al “moralista que cree poder, por la fuerza del pensamiento, sustraerse a la influencia de las ideas que lo rodean, (…) [y no puede lograrlo] pues está impregnado de ellas por completo y, haga lo que haga, es a éstas que encuentra al cabo de sus deducciones.” (p. 430).
[2] En otro pasaje es todavía más enfático: “La moral, en todos sus grados, no se ha encontrado nunca más que en el estado de sociedad, no ha variado nunca más que en función de condiciones sociales. Es, pues, salirse de los hechos y entrar en el dominio de las hipótesis gratuitas y de las imaginaciones inverificables preguntarse qué podría ocurrir si la sociedad no existiera.” (p. 432).

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