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domingo, 5 de junio de 2016

FICHA: OSZLAK, OSCAR. (1982). "REFLEXIONES SOBRE LA FORMACIÓN DEL ESTADO Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA SOCIEDAD ARGENTINA (1982)




Noticia bibliográfica:

Para la redacción de esta ficha se utilizó: Oszlak, Oscar. (1982). “Reflexiones sobre la formación del Estado y la construcción de la sociedad argentina”. EN: DESARROLLO ECONÓMICO, vol.21, núm. 84, enero – marzo de 1982, pp. 531-548. (1) Agradezco la colaboración de mi compañera Pez López, quien me facilitó sus notas de lecturas.

Advertencia: Los textos que se encuentran entre corchetes se refieren a comentarios formulados por el autor de esta ficha.



Objetivo del artículo: “brindar una interpretación global del proceso de formación del Estado nacional argentino” (p. 531).
Perspectiva adoptada: se deja de lado la exposición cronológica de eventos y se pone el énfasis en “el análisis de algunas cuestiones centrales planteadas por el tema mismo. (…) el interés girará en torno a actores y no a personajes, en torno a procesos y no a sucesos.” (p. 531).



Estatidad: (pp. 531-532)

La formación del Estado es un aspecto constitutivo del proceso de construcción social. El Estado es producto de un juego dialéctico y simultáneo de factores estructurales y superestructurales. (p. 531-532).

“La formación del Estado nacional supone a la vez la conformación de la instancia política que articula la dominación en la sociedad, y la materialización de esa instancia en un conjunto interdependiente de instituciones que permiten su ejercicio. La existencia del Estado se verificaría entonces a partir del desarrollo de un conjunto de atributos que definen la estatidad – la condición de ser Estado -, es decir, el surgimiento de una instancia de organización del poder y de ejercicio de la dominación política. El Estado es, de este modo, relación social y aparato institucional.” (p. 532).

La estatidad supone la adquisición por el Estado de una serie de propiedades:
1)    “capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales;
2)    “capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo una estructura de relaciones de poder que garantice su monopolio sobre los medios organizados de coerción”;
3)    “capacidad de diferenciar su control, a través de la creación de un conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer establemente recursos de la sociedad civil, con cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y cierta medida de control centralizado sobre sus variadas actividades;
4)    “capacidad de internalizar una identidad colectiva, mediante la emisión de símbolos que refuerzan sentimientos de pertenencia y solidaridad social y permiten, en consecuencia, el control ideológico como mecanismo de dominación.” (p. 532).



Nación y Estado: (pp. 532-535).

Ni la formación del Estado ni el surgimiento de la nación argentinos fueron consecuencia automática de la guerra emancipadora contra España.

1810 = La estructura política heredada de la Colonia y su aparato burocrático continuaron proporcionando un elemento aglutinante básico. Para escindirse hacía falta tener viabilidad política y económica: Paraguay lo hizo rápidamente, más tarde la Banda Oriental y finalmente el Alto Perú. (p. 533). Buenos Aires procuró constituir un Estado unificado bajo su hegemonía; debido a la fortaleza de la provincia porteña fracasaron todos los intentos posteriores de secesión, incluido el caso límite de la Confederación Argentina, que reunió a todas las provincias contra Buenos Aires. (p. 533).

Mientras que en Europa la construcción del Estado se dio a partir de la absorción de otras unidades (ciudades libres, principados, obispados), en Argentina los constructores del Estado “no buscaron formar una unidad política mayor o más fuerte, sino evitar la disgregación de la existente y producir una transición estable de un Estado colonial a un Estado nacional.” (p. 533). Por ello procuraron transformar un movimiento revolucionario local en una acción que abarcara todo el territorio del ex virreinato y pasar a controlar así todo el territorio heredado de la Colonia. (p. 533).

Puesto que la construcción del Estado nacional se concretó recién en 1861, ¿Por qué no obraron plenamente las tendencias centrífugas?, ¿qué mantuvo la unidad de la sociedad argentina?

En las primeras décadas de vida independiente, la unidad nacional argentina se basó sobre todo en “elementos expresivos y simbólicos”, antes que en “vínculos materiales plenamente desarrollados.” (p. 533-534). Contra esa unidad simbólica conspiraban: a) la inexistencia de un territorio “nacional” que fuera una unidad inseparable (Mesopotamia, Banda Oriental y Paraguay, separados por ríos de Buenos Aires; el Alto Perú, separado de Jujuy por la altiplanicie, los territorios indígenas que aislaban las pequeñas poblaciones de la llanura); b) intereses económicos contradictorios; c) carencia de una total homogeneidad étnica; d) ausencia de un andamiaje institucional colonial desarrollado (p. 534).

Las instituciones heredadas de la Colonia alcanzaron para sustituir al Estado desaparecido constituyendo las provincias, pero de ningún modo fueron capaces de constituir una unidad centralizada.

“El caudillismo fue un sustituto de la democracia asociada al movimiento libertario. Fue la modalidad que asumió localmente la representación del pueblo, en un pueblo que desconocía la práctica democrática.” (p. 534; el resaltado es mío – AM -).

La paradoja radica en que fueron precisamente el aislamiento y el localismo los factores que impidieron el definitivo desgajamiento del territorio argentino: “la formalización de un funcionamiento autónomo – que de hecho ya existía – no aparejaba mayores ventajas. En cambio, la posibilidad latente de negociar desde una posición de al menos formal paridad, la constitución de un Estado nacional sobre bases más permanentes que las ofrecidas por los diversos pactos federativos, resultaba siempre más atractiva y conveniente que el horizonte de miseria y atraso que la gran mayoría de las provincias podía avizorar de persistir el arreglo institucional vigente.” (p. 534).

Los factores que debilitaron el aislamiento: a) intensificación del comercio exterior, que dio origen a nuevos intereses y sectores de actividad locales, integrados al circuito mercantil-financiero que se desarrollaba a impulso del comercio exterior; b) mejoramiento de las comunicaciones; c) creación de un mercado interno, que hizo que las producciones de lnterior dejaran de orientarse hacia los países limítrofes; d) la experiencia comparada, sobre todo el caso de los EE.UU. (p. 535).



Orden y progreso: (p. 535-537)

El aspecto fundamental a tener en cuenta para comprender el proceso de construcción del Estado nacional es:

“…sólo a partir de la aparición de condiciones materiales para la estructuración de una economía de mercado se consolidan las perspectivas de organización nacional; y sólo en presencia de un potencial mercado nacional – y consecuentes posibilidades de desarrollo de relaciones de producción capitalistas – se allana el camino para la formación de un Estado nacional.” (p. 535).

El crecimiento de la economía exportadora, motivado por una ascendente demanda externa (consecuencia de la Segunda Revolución Industrial), no se tradujo inmediatamente en la definitiva consolidación de un Estado nacional. Las guerras civiles persistieron, amenazando la propiedad y aún la vida de los capitalistas. (p. 535).

Los políticos e intelectuales que promovieron un reordenamiento de las relaciones sociales favorable a las nuevas condiciones económicas no buscaban retornar a un orden anterior, “sino imponer un nuevo marco de organización y funcionamiento social, coherente con el perfil que iban adquiriendo el sistema productivo y las relaciones de dominación.” (p. 536).

El orden era la cuestión dominante en la época, pues se trataba de constituir un Estado capaz de aprovechar la nueva coyuntura internacional. “El «orden» aparecía así como la condición de posibilidad del «progreso», como un marco dentro del cual, librada a su propia dinámica, la sociedad encontraría sin grandes obstáculos el modo de desarrollar sus fuerzas productivas. Pero a la vez, el «progreso» se constituía en condición de legitimidad del «orden».” (p. 536).

El orden excluía a todos los elementos relacionados con la organización social anterior (por ejemplo, los indios o las montoneras, etc.). Por eso, su puesta en práctica suponía una definición de ciudadanía, no en el sentido de definir los miembros de la comunidad política, sino “de quienes eran considerados miembros de la nueva sociedad, es decir, de quienes tenían cabida en la nueva trama de relaciones sociales.” (p. 536).

Lograr el orden implicaba “dar vida real” al Estado nacional, concebido como “instancia articuladora de la sociedad civil” (p. 536).

Lograr el orden era en las condiciones de 1860:

“Soberanía externa indisputada, autoridad institucionalizada en todo el ámbito territorial, respaldada por el control monopólico de la coerción; diferenciación e integración del aparato institucional y centralización jurídico-legislativa; creación simbólica del consenso como fundamento legitimador de la supremacía del Estado sobre toda otra instancia de poder alternativo” (p. 537).



Dominium: (pp. 537-539)

1861 = Batalla de Pavón. Confirmación de la hegemonía de Buenos Aires sobre el resto del país. Comienzan a construirse las instituciones del Estado nacional.

Proceso de expropiación social = la creación y desarrollo de las instituciones nacionales “implican la conversión de intereses comunes de la sociedad civil en objeto de interés general y, por lo tanto, en objeto de la acción de ese Estado en formación. A medida que ello ocurre la sociedad existente va perdiendo competencias, ámbitos de actuación, en los que hasta entonces había resuelto – a través de diferentes instancias y mecanismos – las cuestiones que requieren decisiones colectivas de la comunidad. O sea, el Estado subroga – transformándolos en públicos y generales – intereses y funciones propias de los particulares, de las instituciones intermedias (como la Iglesia) o de los gobiernos locales. En ese marco, la sociedad va alterando sus referentes institucionales y el marco habitual para el desarrollo de la actividad social.” (p. 537).

El triunfo de Buenos Aires en 1861 fue el comienzo de un esfuerzo por materializar la acción estatal en instituciones. Los mayores esfuerzos del Estado nacional se dirigieron a la formación de un ejército y un aparato recaudador nacionales. (p. 538). Se avanzó sobre las provincias, pero también sobre instituciones y la costumbre. Una manifestación concreta de esa tendencia fue la elaboración de los códigos (por ejemplo, el Código Civil).

“En general, las actividades hasta ahora mencionadas fueron apropiadas por el Estado sustituyendo en su ejecución a otros agentes sociales. Esta sustitución, casi siempre imperativa, implicaba una transferencia y concentración de ámbitos funcionales cuyo control representaría, a la vez, una fuente de legitimación y de poder. (…) el Estado comenzaba a hallar espacio institucional y a reforzar los atributos que lo definían como sistema de dominación.” (p. 539).



Penetración estatal: (pp. 539-542)

El avance de Buenos Aires sobre el Interior generó fuertes resistencias, plasmadas en rebeliones que fueron sofocadas por el flamante ejército nacional. Pero los líderes políticos del nuevo Estado comprendieron que la sola fuerza militar no era suficiente: “debía ser acompañada por una descentralización del control, es decir, por una «presencia» institucional permanente que fuera anticipando y disolviendo rebeliones interiores y afirmando la suprema autoridad del Estado nacional.” (p. 539).

Era crucial la creación de “bases consensuales de dominación” = constitución de una alianza política estable + presencia articuladora (material e ideológica) que soldara relaciones sociales y afianzara los vínculos de la nacionalidad. (p. 539).

El Estado utilizó diversas modalidades de penetración:

a)    Modalidad represiva = “organización de una fuerza militar unificada y distribuida territorialmente, con el objeto de prevenir y sofocar todo intento de alteración del orden impuesto por el Estado nacional.” (p. 540). Su especificidad radica en que se sustenta en el control de la violencia, “a diferencia de lo que ocurre con las otras formas de penetración, en que el orden se conforma y reproduce a partir de «contraprestaciones» o beneficios que crean vínculos de solidaridad entre las partes que concurren a la relación, consolidando intereses comunes y bases de posibles alianzas.” (p. 540).

b)    Modalidad cooptativa = “incluyó la captación de apoyo entre los sectores dominantes y los gobiernos del interior, a través de la formación de alianzas y coaliciones basadas en compromisos y prestaciones recíprocas.” (p. 540). Moviliza el afán de poder.

c)    Modalidad material = “presupuso diversas formas de avance del Estado nacional a través de la localización en territorio provincial de obras, servicios y regulaciones indispensables para su progreso económico.” (p. 540). Moviliza el interés materia.

d)    Modalidad ideológica = “creciente capacidad de creación y difusión de valores, conocimientos  símbolos reforzadores de sentimientos de nacionalidad que tendían a legitimar el sistema de dominación establecido.” (p. 540). Moviliza la convicción ideológica.

1861-1880 = La intervención estatal en las provincias fue básicamente represiva, pero también se dieron otras formas de penetración, como la material. Mediante ella se dio la provisión de recursos financieros y técnicos para la ejecución de obras de infraestructura o suministro de servicios; dictado de reglamentos para volver regulares y previsibles las relaciones de producción; concesión de beneficios y privilegios para que empresarios privados desarrollaran actividades lucrativas; acuerdo de garantías sobre la rentabilidad de los negocios emprendidos con el patrocinio estatal. (p. 540). La cooptación sirvió para ganar aliados entre las fracciones burguesas del Interior y gobiernos provinciales; el instrumento fue la concesión de beneficios que permitieron incorporar nuevos grupos a la coalición dominante. (p. 540).



Resistencias: (pp. 542-544)

1810 = El comienzo de la guerra de emancipación estuvo marcado por el intento porteño de transformar una revolución local en un movimiento nacional. El intento fracasó y se inició un largo período de guerras civiles.

La incapacidad de constituir un liderazgo nacional durante el período de lucha fratricida llevó a pensar en la existencia de un empate entre Buenos Aires y el Interior. La realidad es que Buenos Aires prosperó económicamente mucho más que el resto del país.

1852 = Luego de la caída de Rosas, el Litoral (con el apoyo del Interior) intentó liderar el proceso de organización nacional. Enfrentó la oposición del Estado de Buenos Aires.

1861 = Triunfo de Buenos Aires. Se abren nuevas líneas de conflicto. A la resistencia de los indios y de los caudillos del Interior, se sumó paulatinamente al de fracciones de la clase dominante de Buenos Aires, para quienes la existencia de un Estado nacional generaba contradicciones. Oszlak menciona dos motivos de esa oposición: a) a través del Congreso Nacional y del Poder Ejecutivo, muchos legisladores y funcionarios oriundos del Interior, sostenían posiciones no siempre favorables a los intereses porteños; b) buena parte de las posiciones de poder fueron ocupadas por los miembros de una casta político-militar, que constituían un verdadero patriciado burocrático, y que no tenían un compromiso incondicional con los intereses porteños. (p. 542-543).

El autor remarca que hubo resistencias que no se dieron en la experiencia argentina, y que sí se verificaron en otros lugares. Se trata de los campesinos y los obreros. La dispersión y disgregación de los sectores populares, el estado de guerra permanente y el acceso a una alimentación barata y abundante (pues los cereales y la carne todavía no se exportaban) fueron factores que contribuyeron a facilitar el control de las clases subalternas. (p. 543).



Estado y clases:

El autor llama la atención sobre el vínculo entre el proceso de formación estatal y la constitución de clases sociales. Señala que la historiografía argentina dedicó poco espacio a esta cuestión [El texto fue escrito en 1981]. Por esto formula algunas observaciones. Empieza por destacar dos aspectos: 1) la composición y transformación de la clase dominante; 2) el papel del Estado en la estructura de clases sociales. (p 544).

Gaetano Mosca (La clase gobernante, 1939) sostuvo que en las sociedades primitivas es el valor militar la cualidad que permite acceder al gobierno. Esta situación se mantiene durante la etapa agraria, hasta que el incremento de la productividad del suelo va desplazando a los militares y consagrando a los ricos en el gobierno. La tesis de Mosca sólo tiene aplicación parcial en el caso argentino. La clase dominante argentina se constituyó a partir de miembros de distintas clases sociales; es claro el liderazgo ejercido por la casta militar en los esfuerzos de centralización, pero también jugaron un papel importante los comerciantes criollos y los hacendados e intelectuales. (p. 544).

El fin de la guerra de independencia dejó desocupados a muchos militares, quienes pasaron a enrolarse en los bandos de la guerra civil, “desdibujándose el papel de los militares como presencia corporativa dentro de la clase dominante.” (p. 544). Al mismo tiempo, el desarrollo económico generó una diferenciación al interior de la clase dominante (comerciantes, saladeristas, laneros). El poder económico de estos grupos hizo que tuvieran un papel protagónico en la escena política local y nacional. Posteriormente, se produjo una implantación de estos grupos en múltiples sectores de actividad. (p. 544).

1862 = la alianza que asumió el liderazgo de la organización nacional estaba integrada por diversas fracciones de una burguesía en formación, dedicada a las actividades mercantiles y agroexportadoras que conformaban la economía bonaerense + un grupo de intelectuales y militares que controlaban el aparato institucional (burocrático y militar) de la provincia porteña y que constituían una verdadera clase política + diversas fracciones burguesas del Litoral fluvial y del Interior. (p. 545).

La coalición fue inestable y recién en 1880 pudo consolidarse un pacto de dominación estable. (p. 545).

1862 – 1880 = El Estado nacional contribuyó a transformar la composición de la clase dominante y de la propia estructura social. (p. 545).

En este punto, plantea el problema del “rol del Estado en la construcción de la sociedad y el desarrollo del capitalismo argentino.” (p. 545). Sigue a O’Donnell, quien afirma que la esencia de la intervención estatal consiste en “la articulación y garantía de reproducción de relaciones sociales capitalistas”. Por tanto, hay que considerar aspectos cualitativos: “la apertura de oportunidades de explotación económica, la creación de valor, la provisión de insumos críticos para el perfeccionamiento de la relación capitalista o la garantía, material o jurídica, de que esta relación se reproducirá.” (p. 545).

Mediante los subsidios a las provincias, el Estado promovió la formación de un importante sector de profesionales y burócratas provinciales, encargados de actividades docentes, legales, administrativas y religiosas. Mediante la contratación directa y/o la garantía de las inversiones, contribuyó a formar un estrato de contratistas del Estado. Mediante la creación de un ejército nacional contribuyó a la institucionalización de las fuerzas armadas. Mediante la incorporación de nuevos territorios, la atracción de capital extranjero, la promoción de la inmigración y el establecimiento de colonias, creó condiciones propicias para el desarrollo y homogeneización de una burguesía implantada en diversos sectores. (2) Mediante el disciplinamiento y la capacitación de la fuerza de trabajo, elevó las calificaciones técnico-profesionales de diversos estratos de la clase asalariada. (p. 546).



Reflexiones finales:

El autor plantea una serie de preguntas que “no tienen fronteras disciplinarias ni se interesan demasiado por los eventos puntuales. Sirven más bien para estructurar un campo de indagación, suministrando los pilares que debe respetar toda construcción teórica o interpretativa sobre el tema explorado. Reúnen además la condición de ser universales, en tanto los fenómenos a los que se refieren han sido registrados en la experiencia histórica de otras sociedades.” (p. 546).

Pregunta central: “¿fue la construcción del Estado nacional argentino el resultado de la voluntad de hombres predestinados, de una lógica ineluctable del devenir histórico o de una azarosa combinación de fenómenos?” (p. 547).

Villa del Parque, domingo 5 de junio de 2016

NOTAS:

(1)  Trabajo presentado al XIV Congreso Latinoamericano de Sociología, San Juan, Puerto Rico, 5 al 9 de octubre de 1981. El documento es producto de una investigación que Oszlak dirigió en el CEDES, y que contó con la colaboración de Andrés Fontana y Leandro Gutiérrez.

(2)  Incluso propició la creación de sus entidades corporativas, como la Sociedad Rural Argentina. (p. 546):


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