Atilio Borón dedicó tres
artículos en su blog a las elecciones presidenciales del pasado 25 de octubre (1).
Su preocupación principal no es tanto el
análisis de los resultados como polemizar con la izquierda que llama a votar en
blanco en el balotaje del 22 de noviembre. El núcleo de su argumento consiste
en la afirmación de que el triunfo de Macri representaría una victoria decisiva
del imperialismo, que pondría en jaque a los gobiernos “progresistas” y de
“izquierda” de la región. Según Borón, Macri es un peón del imperialismo
norteamericano. En cambio, Daniel Scioli, condicionado por su base electoral
(remarca el apoyo a su candidatura de organizaciones sociales y movimientos
populares), no podría llevar adelante la política exigida por el Imperio. Por
esto, votar en blanco significa un acto de “irresponsabilidad política” que favorece a la derecha.
La posición de Borón no es
novedosa ni original. No obstante, sus artículos son una buena excusa para
discutir algunas cuestiones fundamentales para la izquierda revolucionaria.
En primer lugar, Borón hace
de la lucha contra el imperialismo la tarea principal de la izquierda en
América Latina. Por ello, en los tres artículos no se encuentra una sola
referencia a la lucha de clases entre capital y trabajo. La explotación de los
trabajadores, cuya expresión concreta es la apropiación por el capitalista del
trabajo no pagado (plusvalor), no merece la atención de nuestro “marxista
latinoamericano”, quien prefiere orientar su mirada a la “alta política”,
plasmada en la confrontación con el “imperio” norteamericano. El efecto
principal de la concepción de Borón sobre el imperialismo es paradójico. Puesto
que el enemigo primordial es el Imperio (hay que decir que reduce la cuestión
del imperialismo a la influencia de los EE.UU. sobre la región), es preciso
apoyar a los gobiernos latinoamericanos que “enfrentan” los intentos
hegemónicos del gobierno norteamericano. O sea, hay que aliarse con las
burguesías que manifiestan alguna voluntad de enfrentar al imperialismo. Como
estas burguesías viven de la explotación de los trabajadores, es preciso
silenciar toda referencia al conflicto entre empresarios y trabajadores para mantener
la alianza contra el Imperio. Por eso carece de importancia que muchas de estas
burguesías hayan mantenido la legislación laboral heredada del neoliberalismo
que promueve la flexibilización, la tercerización y la precarización de los
trabajadores, permitiendo así que las empresas del Imperio puedan radicarse en
la región para aprovechar la perspectiva de grandes ganancias.
Ahora bien, la conformación
de una alianza estratégica con la burguesía en pos de enfrentar al Imperio tiene
un precio elevado para la izquierda. En términos generales, es contraproducente
apoyar tal o cual huelga porque podría erosionar las bases de dicha alianza. Es
cierto que de seguir a rajatabla esta política propuesta por Borón, la
izquierda perdería toda base de sustentación (allí donde la tuviera) en el
movimiento obrero. Pero esto es un problema menor para nuestro marxista, quien
considera irrelevante en la práctica al conflicto de los trabajadores con la
burguesía (así sea este de carácter meramente económico). En términos de coyuntura política, el planteo
de Borón va dirigido a proponer el voto a Daniel Scioli en el balotaje del 22
de noviembre. Al hacer esto, invita a la izquierda al suicidio político.
Para justificar esta última
apreciación es conveniente traer a colación las palabras del mismo Borón. Así,
en el artículo “El imperio necesita que gane Macri”, puede leerse el siguiente
pasaje: “Los sectores más concentrados
del capital extranjero también lo apoyan [se refiere a Macri], si bien estos, al igual que los anteriores,
hicieron muy buenos negocios durante los años del kirchnerismo.” (El
resaltado es mío – AM-). No hacen falta muchas palabras para marcar lo
disparatado de la posición de Borón. Los “sectores más concentrados del capital
extranjero” (pertenecientes al Imperio) obtuvieron enormes ganancias durante el
kirchnerismo (la fuerza política a la que responde Scioli). Perón dijo alguna
vez que “el bolsillo era la víscera más sensible”; de ser así, los capitalistas
extranjeros no sintieron ningún dolor particular durante el kirchnerismo. Es
verdad que el gobierno argentino se opuso al ALCA, pero esto no tuvo en la contabilidad
de las empresas del Imperio. De manera que Borón nos convoca a apoyar al
candidato de un gobierno que ha promovido que el capital extranjero obtenga
grandes beneficios para evitar que triunfe Macri, el candidato que promete que
el capital extranjero obtendrá grandes beneficios. Parafraseando a Goya, el
abandono de la lucha de clases engendra monstruos.
En segundo lugar, al dejar
de lado la lucha entre capital y trabajo, Borón sostiene implícitamente que el
horizonte político e ideológico de la izquierda es el capitalismo. El
reconocimiento de que la clase obrera tiene intereses diferentes a los de la
burguesía, que el poder de esta última se basa en la explotación de la
primera, y que el antagonismo entre
ambas clases es irreconciliable, constituye el ABC de la izquierda
revolucionaria. Si se dejan de lado estas cuestiones (y Borón hace esto al
postular que el antagonismo principal es la lucha contra el Imperio), ¿qué
significado político tiene la izquierda? Ante todo, ser la pata reformista (o
“progresista”) de la burguesía en alguno de los armados políticos de ésta. La
izquierda no debe proponerse confrontar con el capital, sino que tiene que apoyar
a la burguesía en su lucha contra el Imperio. Este es el núcleo de la sabiduría
de Borón. Y lo expresa claramente en el artículo mencionado: “Scioli, con las
contradicciones que representa su heterogénea fuerza social, abre una pequeña
ventana de oportunidades para el accionar de la izquierda. Con Macri esa
ventana estará herméticamente sellada.” No podemos ni siquiera pensar en combatir
al capitalismo, pero si estamos en condiciones de luchar por alguna reforma
(siempre y cuando no toque la relación capital – trabajo) dentro de los límites
del capitalismo. A esto se reduce todo.
Como consecuencia de lo
anterior, la izquierda queda condenada a ser eternamente el furgón de cola de
la burguesía. En sus artículos, Borón plantea la necesidad de construir una
izquierda diferente. Pero no dice una palabra acerca de cuál es el camino para
emprender esta construcción; por el contrario, dedica largos párrafos a
criticar al trotskismo por no entender que votar en blanco es estar a favor del
imperialismo. ¿Es posible construir una izquierda revolucionaria apoyando a un
candidato de la burguesía contra otro candidato de la burguesía? Borón
argumenta que es preciso tener en cuenta las diferencias entre Macri y Scioli,
sobre todo en lo que hace a la base social de uno y otro. Borón escribe lo
siguiente: “Su candidatura [la de Scioli] ha sido respaldada por los sectores
empresariales menos concentrados, las pymes, sectores medios vagamente
identificados con el “progresismo”, una multiplicidad de organizaciones y
movimientos sociales –inconexos y heterogéneos pero aún así arraigadas en el
suelo popular- y estos apoyos hacen que suscite una cierta desconfianza de los
poderes mediáticos y el bloque capitalista dominante porque es obvio que no
podrá gobernar sin atender a los reclamos de su base social.”
Ahora bien, si algo precisa
la clase obrera en esta coyuntura es abandonar las ilusiones en la existencia
de soluciones mágicas para los problemas cotidianos. Borón nos propone confiar en que la base
social de Scioli evitará que lleve adelante el ajuste o reprima al movimiento
obrero; con esto, vuelve a darse de lleno contra el principio de realidad. Néstor
Kirchner y Cristina Fernández tuvieron una base social semejante a la de
Scioli, y durante ambos gobiernos los empresarios la “levantaron con pala”, el
capital extranjero obtuvo enormes ganancias, las protestas sociales fueron
reprimidas (en muchos casos apelando a la tercerización, a través de “barras
bravas” de clubes de fútbol) y se mantuvo la legislación laboral heredada del
neoliberalismo. Además, ¿acaso la base social de Macri es tan diferente? Más
claro, si Macri pudo crecer tanto en términos electorales es porque una parte
importante de los trabajadores y demás sectores populares lo votaron en las
elecciones del 25 de octubre pasado. En vez de analizar la realidad, Borón se
deja llevar por sus ilusiones. Al hacer esto muestra que ha abandonado completamente
el método de análisis marxista (no entro a discutir aquí si alguna vez lo
aplicó). En vez de machacar con el Imperio, Borón debería haber comenzado por
explicar cuál es la situación actual de la acumulación capitalista en
Argentina, partiendo del hecho de que la economía se halla estancada desde hace
cuatro años. Sólo a partir de esta constatación es posible examinar de manera
concreta la cuestión del balotaje. Al adoptar el enfoque marxista, pierden
importancia cuestiones tales como “el mal menor” o la “diferente base social” y
cobra significación primordial el problema de cuáles son las tareas que debe
encarar la burguesía para relanzar la acumulación capitalista. Curiosamente, el
“marxista” Borón ignora olímpicamente la cuestión.
Por último, la propuesta de
votar por el “mal menor” (la candidatura de Scioli) va en contra de la
construcción de la autonomía política de la clase obrera. Para decirlo con
todas las letras, la izquierda revolucionaria en Argentina se encuentra en una
situación muy difícil. A modo de ejemplo, los resultados electorales del FIT
dan la pauta de lo escaso de su influencia política. Frente a esto, Borón nos
propone seguir a un candidato como Scioli argumentando que tal vez su base
social le impida seguir una política de ajuste. Si esto es lo máximo a lo que
podemos aspirar, lo mejor es bajar la persiana y dedicarnos a otra cosa. Este
no puede ser el camino. Construir una izquierda revolucionaria exige, cuanto
menos, responsabilidad política. Y el primer paso es retomar el principio de
realidad en el análisis de la coyuntura política, remarcando en todo momento la
necesidad de la autonomía de la clase obrera frente a la burguesía.
Villa del Parque, jueves
19 de noviembre de 2015
NOTAS:
Los artículos en
cuestión son: “Un balotaje crucial para América Latina” (viernes 29 de
octubre); “Argentina: El voto en blanco es un voto por el imperialismo” (lunes
9 de noviembre); “El Imperio necesita que gane Macri” (jueves 12 de noviembre).
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