Vistas de página en total

jueves, 19 de septiembre de 2013

INDUSTRIALIZACIÓN Y TRANSFORMACIÓN DE LAS CONDICIONES POLÍTICAS EN LA EUROPA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX: EL “TESTAMENTO POLÍTICO” DE ENGELS



Para mi hijo Nicolás.

Este texto continúa el artículo publicado aquí el viernes 13 de septiembre. Prosigo el comentario de la “Introducción” de Friedrich Engels a Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850”, de Karl Marx (1).

El desarrollo del capitalismo en Europa con posterioridad a 1848 es el segundo momento en el que Engels aplica la tesis del condicionamiento de la política por la economía. En su opinión, son las condiciones económicas las que permiten comprender tanto el crecimiento del movimiento socialista como los rasgos que asume la política obrera y socialista. Hay que insistir nuevamente en que Engels no plantea que existe una única política posible, derivada de las condiciones económicas, sino que las opciones posibles están limitadas por esas condiciones.

El crecimiento del capitalismo a partir de 1848 puso en primer plano el antagonismo burguesía – trabajadores. Engels justifica esta afirmación mediante la constatación de tres transformaciones fundamentales: en el plano económico, la concreción de una revolución industrial capitalista; en el plano social, y como consecuencia de lo anterior, el ascenso al centro del escenario “de una verdadera burguesía y de un proletariado auténtico, producto de la mayor industrialización” (p. 19). En el plano político, el reemplazo de la multitud de socialismos existentes antes de 1848 por el socialismo marxista, plasmado sobre todo en el crecimiento de la socialdemocracia alemana y en la II Internacional. 

Industrialización, simplificación de la estructura de clases (burguesía – proletariado), expansión del socialismo marxista: he aquí, según Engels, las condiciones de la política europea post 1848. Según su concepción, la expansión del marxismo es imposible sin la industrialización. Este es el núcleo del argumento “determinista” de Engels.

La industrialización y la aparición de un proletariado masivo modificaron las condiciones de la política en Europa occidental. Esto, sumado a la implementación de las revoluciones desde arriba, que llevaron adelante la instauración de regímenes parlamentarios y el sufragio universal masculino, y los efectos de la Comuna de París (más adelante volveremos sobre este punto), generaron la necesidad de una nueva política del movimiento obrero.

El “testamento político” de Engels no es, pues, otra cosa que sus reflexiones acerca de la política obrera en las nuevas condiciones imperantes a partir del auge de la industrialización, la extensión del sufragio y la derrota de la Comuna. No es una receta universal ni el descubrimiento de los medios definitivos para llegar al socialismo. Al leer las reflexiones de Engels hay que tener presente, en todo momento, su análisis de las condiciones económicas de la Europa post 1848. En vez de hablar de determinismo económico, tal vez sea mejor emplear la expresión “realismo revolucionario” para caracterizar a la posición de Engels.

Como ya indicamos, la base de su análisis es el proceso de industrialización. Es este proceso el que creó las nuevas condiciones sociales: 

“Ha sido precisamente esta revolución industrial la que ha puesto en todas partes claridad en las relaciones de clase, la que ha eliminado una multitud de formas intermedias, legadas por el período manufacturero y, en la Europa oriental, incluso del artesanado gremial, creando y haciendo pasar al primer plano del desarrollo social a una verdadera burguesía y a un proletariado auténtico, producto de la mayor industrialización.” (p. 19).

La industrialización engrosó los efectivos de la clase obrera, transformando a campesinos, artesanos e inclusive pequeños burgueses en trabajadores asalariados. Sin embargo, esto no significa que la clase obrera tenga la victoria al alcance de la mano por el mero transcurso del tiempo y el aumento de su número. En el pasaje siguiente vemos que la interpretación mecanicista de la industrialización no calza con las opiniones de Engels:

“Si incluso este potente ejército del proletariado [se refiere al partido socialista alemán] no ha podido alcanzar todavía su objetivo, si, lejos de poder conquistar la victoria en un gran ataque decisivo, tiene que avanzar lentamente, de posición en posición, en una lucha dura y tenaz…” (p. 20).

Engels escribe como corolario:

“Esto demuestra de un modo concluyente cuán imposible era, en 1848, conquistar la transformación social simplemente de manera espontánea.” (p. 20).

O sea, ni en 1848 ni en 1895 el socialismo podía triunfar por decreto, por un acto de voluntad o por la mera acción de las fuerzas “económicas”. A nuestro entender, esto permite cerrar la discusión sobre el supuesto determinismo económico del texto.

Ahora bien, Engels apenas menciona que la industrialización conlleva también el desarrollo y el aumento del poder de la burguesía. Este punto es decisivo para la comprensión de las dificultades de la política obrera en las últimas décadas del siglo XIX.

La industrialización no sólo incrementa el número de trabajadores asalariados. También fortalece a la burguesía. Engels trata de un modo lateral la cuestión, a través del análisis de las perspectivas de la insurrección basada en la lucha de calles.

Engels toma nota de los cambios acaecidos tanto en la técnica militar como en el diseño y planificación urbanos, y comprende que la lucha callejera centrada en las barricadas ya no es viable en las condiciones de 1895.

“La rebelión al viejo estilo, la lucha de calles con barricadas, que hasta 1848 había sido decisiva en todas partes, estaba considerablemente anticuada.” (p. 27).

Las innovaciones en la tecnología militar (fusiles, artillería), en la táctica (utilización de la técnica de rodeo de las barricadas) y en la organización de los ejércitos (aumento del número de soldados en las grandes ciudades, uso del ferrocarril para transportar refuerzos) tuvieron como consecuencia la superioridad aplastante de las tropas sobre cualquier insurrección. Todas estas innovaciones son la aplicación de los logros de la industrialización a los asuntos militares.

La transformación del ejército se vio acompañada por una transformación del diseño de las grandes ciudades. Calles anchas y medios de comunicación modernos permitieron el mejor desplazamiento de las tropas y dificultaron la tarea de armar barricadas. Ahora bien, también la transformación de las ciudades es consecuencia de la industrialización.

Llegados a este punto, corresponde decir que nuestro autor aborda la cuestión de los cambios en la lucha de clases desde un punto de vista unilateral, como si se tratase únicamente del producto de transformaciones tecnológicas. Aquí, la técnica reemplaza a la política en el análisis engelsiano. Se deja de lado la relación entre la industrialización y el fortalecimiento político de la burguesía.

La hegemonía de la burguesía se muestra de soslayo en el examen del uso del sufragio universal masculino por la socialdemocracia alemana. Engels elogia la utilización del sufragio por el partido alemán, pero no dice una palabra sobre su empleo eficaz por la burguesía. Así, el sufragio, el voto de los sectores populares, lejos de ser una amenaza para la clase dominante, se convirtió en un elemento de legitimación para esta. De ahí la fortaleza del poder burgués, a pesar del crecimiento de los partidos socialistas.

En un artículo posterior examinaremos el análisis que hace Engels de la utilización del sufragio universal masculino por los socialistas alemanes.


Villa del Parque, jueves 19 de septiembre de 2013


NOTAS:

(1) Para la redacción de este trabajo utilicé la traducción española de la “Introducción” de Engels, incluida en la siguiente edición: Marx, Karl. (1973). Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Buenos Aires: Anteo. (pp. 9-38).

1 comentario:

Ektor Henrique Charkomen dijo...

En la actualidad, cuando tantos políticos e intelectuales progresistas consideran que el Estado es el remedio para los males de la sociedad, donde se pregona la consigna “más Estado” como antídoto frente a los estragos del “neoliberalismo”, es conveniente volver a los clásicos. El Estado es una herramienta de dominación aunque se vista de “nacional y popular”. El Estado capitalista es cada vez más un parásito aunque se pregone que es un instrumento de “liberación”. Engels sostiene que, en la medida en que se mantenga la dominación del capital sobre el trabajo, ninguna liberación puede venir por el lado del Estado. De ahí que la transformación de la estructura estatal y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción sean tareas que no pueden separarse. Ariel Mayo