Loris Zanatta es un historiador italiano, profesor de Historia de América Latina en la Facultad de Ciencias Políticas "R. Ruffili" de la Universidad de Bologna, Italia. Es autor de una obra importante acerca del papel de la Iglesia y del Ejército en los comienzos del peronismo, Perón y el mito de la Nación Católica: Iglesia y Ejército en los orígenes del peronismo, 1943-1946 (Buenos Aires: Sudamericana, 1999).
El autor se propuso escribir un libro que presentara de manera breve y sencilla la historia del peronismo desde su etapa fundacional en 1943-1945 hasta el derrocamiento de Perón (1955). Desde este punto de vista, cabe decir que se trata de una iniciativa interesante, pues permite sintetizar en un único volumen, la múltiple producción de las dos últimas décadas sobre la primera etapa de la historia del movimiento peronista. El profesor Zanatta eligió para la obra un formato narrativo, en el que están presentes los análisis económicos y sociales y en el que, sin embargo, no abundan las fechas. El autor prescindió de las notas y de las referencias a las fuentes, así como también de las citas de otros textos, limitándose a indicar en la bibliografía (pp. 217-220) una selección de las obras que considera más relevantes para el estudio del período analizado. Zanatta se propuso escribir un libro que conjugara la divulgación con la profundidad del análisis. Es oportuno señalar que, a nuestro juicio, ambos objetivos están logrados a medias, pues la lectura de la obra no puede encararse sin algunos conocimientos mínimos de historia argentina, que la breve extensión del libro impide desarrollar, y algunas de las incursiones en los debates acerca de la naturaleza del peronismo tienen el defecto de presentar una visión unilateral (esto se vuelve especialmente evidente en la cuestión del papel jugado por el movimiento obrero en los orígenes del peronismo).
A diferencia de otros autores, Zanatta otorga un papel secundario a la clase trabajadora en particular, y la lucha de clases en general, en el peronismo del período examinado en el libro. Tampoco concede a la problemática de la industrialización el lugar central en su análisis. El autor prefiere ubicar al peronismo en un plano más general, que subsume a los dos problemas mencionados. Este enfoque aparece expuesto en el siguiente párrafo: "Lo que ester librito al término de su veloz recorrido propone del peronismo, de ese ente tan ambiguo (...) es una intepretación: una clave que, en definitiva, sirva para procurar arrancarle sus secretos (...) lo que esa clave trata de indagar del peronismo es su nexo antropológico con la historia argentina(...) Esa clave busca (...) indagar el nexo del peronismo con ciertos importantes rasgos de la cultura política argentina, hijos, a su vez, de un imaginario social y religioso antiguo. Y lo intenta procurando despojar al advenimiento de Perón de cualquier imprudente determinismo, a fin de poder comprender su éxito y su vitalidad a la luz de la capacidad del hombre y de su movimiento político, para introducir ese antiguo imaginario al contexto de un país en rápida y convulsiva transformación." (p. 11). Detrás de una prosa proclive a abusar de los adjetivos, se encuentra la tendencia a plantear el problema de los orígenes del peronismo de manera abstracta.
Al hacer referencia al "imaginario", el profesor Zanatta sostiene que "el peronismo es situado aquí en la encrucijada entre la expansión de la sociedad liberal, burguesa, capitalista, y las reacciones que generó , en este caso, en un país periférico de cultura latina, en especial durante el prolongado período del pasaje del liberalismo a la democracia, del elitismo de los «notables» a la moderna sociedad de masas. En tal encrucijada, el peronismo se erigió en vehículo de esa modalidad muy peculiar de ingreso a la modernidad: ni liberal ni burguesa, sino, por el contrario, antiliberal y antiburguesa. Esa modalidad se remitía de manera expresa a la naturaleza orgánica y corporativa de aquel imaginario antiguo, plasmado en siglos de catolicidad, y estaba enfrentado con la otra, de matriz liberal, , que a sus ojos era hija de la Reforma protestante y de la cultura anglosajona. Así fue como el peronismo, en cuanto heredero de un imaginario que postulaba al mismo tiempo la armonía social y la unanimidad política, para dar forma a lo durante tanto tiempo ha parecido constituir su «misterio», y que tanto ha dividido los ánimos de las personas: el granítico amasijo de integración social y autoritarismo político, popularidad y monopolio del poder, consenso y pulsión totalitaria, nacionalismo y socialismo." (p. 12).
El peronismo es concebido, por tanto, como el producto de la acción de un imaginario católico, antiliberal y corporativo, sobre las condiciones específicas del pasaje de la sociedad tradicional a la modernidad en la Argentina. Tanto el uso de la noción de "imaginario" (nunca definido por el autor) como la recurrencia ala transición sociedad tradicional- modernidad, muestran el carácter abstracto del enfoque adoptado por el profesor Zanatta. En este punto, así como también en el tratamiento del papel del movimiento obrero en la aparición del peronismo, el autor se acerca a las posiciones defendida por el sociólogo italiano de destacada actuación en Argentina, Gino Germani (1911-1979).
A partir del énfasis puesto en la influencia del imaginario católico, Zanatta incluye al peronismo "en el nutrido y heterogéneo álbum de familia de las reacciones antiliberales, nacionalistas y corporativas, que en el período entre las dos guerras mundiales y aun después se propagaron con tanta fuerza por el mundo latino y católico de Europa y América." (p. 12). De este modo, el peronismo pasa a ser definido como una manifestación ideológica y política ligada al pensamiento católico y antimodernista, y no como expresión de la lucha de clases en la Argentina de comienzos de la década de 1940. Más allá de la importancia que tienen el catolicismo y el nacionalismo en la conformación de la ideología peronista, es innegable que el peronismo nunca habría llegado a ser sin el aporte decisivo de la clase obrera. En este sentido, cabe afirmar que la clase obrera creó al peronismo; es por esto que el enfoque adoptado por el autor, al esfumar esa centralidad de la clase trabajadora, tiende a oscurecer la comprensión de la naturaleza del movimiento peronista.
La concepción abstracta y esencialista del peronismo esbozada por el profesor Zanatta en la introducción, es desarrollada con mayor profundidad en el epílogo (p. 205-216). Es significativa la forma en que Zanatta caracteriza la "pretendida singularidad" del peronismo. Esta singularidad "revela (...) en todo caso, el universo ideal en el que se funda, ocupado por un sentimiento nacionalista profundo y por la convicción de encarnar una mancomunidad de historia y destino, cuya más íntima esencia es impermeable al transcurso de las épocas y a la influencia del mundo exterior." (p. 208). El peronismo no es, desde esta perspectiva, un movimiento policlasista en el que la clase obrera jugó un papel importante, plasmado al calor de una coyuntura especial de la lucha de clases; se trata, por el contrario, de la expresión de una "esencia" ahistórica e inmutable, cuyo contenido es nacionalista, antimodernista y católico, y que se expresa en una "atávica intolerancia por los límites que imponen a su poder el Estado de derecho liberal y el pluralismo político típico de las sociedades modernas." (p. 207). El punto tiene una significación teórica fundamental, porque apunta a la discusión acerca de los fundamentos del desarrollo histórico. Para el marxismo, la historia es esencialmente abierta, puesto que la lucha de clases no tiene un resultado determinado de antemano. Para Zanatta, y esto a despecho de sus reclamos a favor de una historia que rechace "cualquier imprudente determinismo" (p. 11), son las esencias las que marcan el desarrollo del curso histórico.
El peronismo, convertido en un esencia preexistente desde lo más recóndito del pasado argentino, pasa a ser incluido "como ciudadano de pleno derecho, si bien con notables singularidades, de una heterogénea familia histórica [la de los fascismos] en la que cada uno de los miembros exhibe un carácter específico, pero todos, al fin, presentan algo profundo que los mancomuna." (p. 209; el resaltado es mío).
¿En qué consiste este "algo profundo" que tienen en común el peronismo y los fascismos?
La respuesta de Zanatta es especialmente clara aquí: "si es verdad que lo que resalta en el peronismo es su sólido anclaje a la clase obrera, que le confirió un carácter popular muy especial (...) no hay duda de que con mayor o menor intensidad atesora en sí la esencia de los fenómenos fascistas, comenzando por su intrínseca pulsión totalitaria, por más que no haya llegado a manifestarse por completo a causa de la resistencia corporativa, de un contexto internacional hostil, de los desequilibrios presentes en su base social y de los estrangulamientos que debió sufrir el modelo económico peronista." (p. 210; el resaltado es mío). Es curioso que una esencia tan fuerte y persistente, que ha perdurado inconmovible desde el principio de los tiempos, tenga tantas dificultades para salir plenamente a la luz. Pero el método de las esencias ignora este tipo de incongruencias.
A pesar de lo indicado al final del párrafo anterior, hay que insistir en remarcar que el autor es claro en el planteo. Para poder definir al peronismo como una esencia y como un miembro de la familia de los fascismo, es preciso dejar de intentar al movimiento peronista "remitiéndose estrictamente a las características estructurales, en particular forma a sus bases sociales y a su modelo económico."(p. 209). En cambio, el profesor Zanatta propone concentrar las investigaciones sobre el peronismo en "los elementos ideológicos, culturales, antropológicos, institucionales, que constituyeron su tramado."(p. 209), dejando de lado (o colocando en un lugar secundario respecto a las prioridades) a los estudios sobre el movimiento obrero, la industrialización y la política del bloque dominante.
¿Cuáles son los elementos de esa "pulsión totalitaria" presente en la "esencia" del peronismo?
Ante todo, hay que decir que el autor entiende por "pulsión totalitaria" a "la vocación de saturar de sí a la sociedad en cada uno de sus ámbitos y aspectos ideológicos, y de construir con ella, y en todo caso a reconstruir, una comunidad orgánica; vale decir, una comunidad unida en su «argentinidad», en conformidad con las leyes naturales y en acatamiento de las divinas, y en la que cada grupo debía cumplir funciones específicas, dirigidas a alcanzar la armonía y el equilibrio del organismo en su conjunto." (p. 210).
Zanatta deriva de esa "pulsión totalitaria" a "los restantes elementos que permiten, según él, ubicar al peronismo en la familia de los "fascismos genéricos". Estos elementos son: a) nacionalismo, junto con el antiimperialismo; 2) "su instintiva aversión por el pluralismo, en el que el peronismo vio siempre emboscada la artificial división del cuerpo orgánico de la nación, la enfermedad que atentaba contra la salud y la armonía del organismo social."(p. 210); 3) el énfasis puesto en la representación corporativa, "estructurada en torno del Estado, el partido y el líder, fundidos en un único haz y, con el tiempo, cada vez menos diferenciables, lo cual implica una representatividad «de hecho» que en el régimen peronista pesó siempre mucho más que la representatividad formal, expresada a través del voto."(p. 210-211); 4) la tendencia a suprimir las divisiones entre los poderes del Estado, "para imponer el dominio de un movimiento nacional que, si nunca llegó a cristalizar en verdadero partido único, en los hechos actuó como si lo fuera y asumió actitudes correspondientes, negando a la oposición la posibilidad de competir en condiciones de mínima igualdad" (p. 211); 5) la "genética vocación por la regeneración de la nación y la «redención» del pueblo"(p. 211); 6) "la condición profundamente religiosa del pensamiento, no solamente en sus ritos y en la estética de su simbología, deudora en tantos aspectos de la liturgia católica, sino en su misma esencia, es decir, en la concepción orgánica de la sociedad, hija indiscutida y directa del nacionalismo católico." (p.211).
La concepción del fascismo que formula el autor es discutible. Para no extendernos demasiado, basta decir que adolece del mismo defecto que tiene su manera de concebir al peronismo. Zanatta construye un concepto esencialista del fascismo, dejando de lado la lucha de clases. A nuestro juicio, no se trata de ratificar la validez de la distinción entre las "democracias pluralistas" y los "fascismos totalitarios",sino de examinar las condiciones específicas de la lucha de clases que engendran los diversos regímenes democráticos y los fascismos. Guste o no, democracia y fascismo brotan del mismo terreno, y no pueden contraponerse tan sencillamente como lo hace el autor. Para evitar confusiones, hay que aclarar que aquí hacemos referencia a la democracia tal como se desarrolla en la sociedad capitalista. Zanatta parece olvidar que en Argentina la democracia en su forma capitalista no existió hasta que el peronismo aprobó el voto femenino (1947). Hasta ese momento, y aún durante el radicalismo (1916-1930), existió una democracia restringida.
Zanatta considera, pues, que el peronismo posee una "vocación tendencialmente totalitaria", y que esto se expresa en "el hecho de que se lo pueda interpretar desde la derecha y desde la izquierda, como restauración y como revolución, en sentido nacionalista o socialista, jerárquico o igualitario. Reflejo de esa vocación totalitaria es el ilimitado campo que abarcan sus estructuras corporativas, verdadero sistema venoso de la regenerada comunidad organizada nacional." (p. 212). Aquí, como en los párrafos anteriores, cabe decir que la concepción esencialista a la que adhiere el autor priva a su trabajo de la flexibilidad necesaria para captar un fenómeno tan complejo como el peronismo. La "vocación totalitaria", el "totalitarismo", expresan, más que una "esencia inmutable", la forma que adoptó la lucha de clases en la Argentina en la década de 1940. El "peronismo clásico", para usar la expresión de nuestro autor, es el producto de la confluencia de intereses y proyectos del movimiento obrero, del ejército, de una parte del empresariado y de los grupos nacionalistas, siendo Perón el árbitro del movimiento. Es el análisis pormenorizado de la coyuntura de la lucha de clases en 1943-1945 el que aporta la clave para comprender la naturaleza del peronismo. Hablar de "fascismo", de "totalitarismo", etc., es embarrar la cancha.
El profesor Zanatta intenta explicar también la persistencia y vitalidad del peronismo, dado que la mayoría de los integrantes de la familia del "fascismo genérico" tendieron a colapsar al finalizar la Segunda Guerra Mundial (1945). Luego de reconocer que el éxito del peronismo "no se debió por cierto a la coacción que ejerció sobre todas las formas de disenso" (p. 213), ni tampoco al "extraordinario salto adelante que el peronismo pudo imprimir en las condiciones de vida de los trabajadores" (p. 213), Zanatta sostiene que el éxito del movimiento peronista se basa "en otras fuentes, de hecho más antiguas y hasta más profundas" (p. 213). Dichas fuentes son: a) "la familiaridad, la habituación de gran parte de los argentinos de la época con el organicismo social católico, del que el peronismo se erigió en devoto intérprete" (p. 213); b) "la tan defendida como insatisfecha ansia de integración, que dominaba a la sociedad argentina desde la época de la inmigración masiva" (p. 214); c) "el carácter periférico de la industrialización argentina (...) La modernización argentina fue periférica en el sentido de que gran parte de la población, en coincidencia con la lectura misma que de ella hizo el peronismo, la percibió como un proceso de disgregación de la comunidad organizada nacional inducida desde afuera." (p. 214).
Zanatta considera que detrás del "fascismo" del movimiento peronista, se encuentra "un núcleo ideológico y antropológico más sólido y antiguo: un núcleo «populista», cuyo centro estaba ocupado por la tonante reivindicación de la soberanía del pueblo, entendida como comunidad organizada, esto es, en oposición a la concepción liberal de esa soberanía, de matriz iluminista. Para el peronismo, ese pueblo ejercía la democracia en el plano social, no en el de los derechos civiles y políticos. Ese pueblo, en virtud de su histórica homogeneidad, no se expresaba a través de la representación política liberal, en la que creía ver la trampa que lo privaba de la soberanía, sino por medio de una democracia plebiscitaria, o a través de la afinidad encarnada en su líder, término natural de su unidad de historia y destino, y de su conformación homogénea. Era una concepción favorable a la integración social y a la nacionalización de las masas excluidas, pero también muy refractaria al pluralismo político e ideológico, y más todavía al respeto por reglas e instituciones estables y neutrales, orientadas a preservar la existencia de tal pluralismo; una concepción que, además, era intrínsecamente patrimonialista, es decir, proclive a no ver en el Estado una entidad política y jurídica permanente, sino un instrumento ético: el lugar en el que vive y se reproduce la eterna identidad nacional, y del cual, por lógica consecuencia, el movimiento que monopoliza esa identidad tiene absoluto derecho de posesionarse, como de una cosa propia. Fue esa visión del hombre, de la sociedad y de la creación entera, la que indujo a los peronistas a percibirse enteramente como una auténtica democracia, y a sus opositores, con igual grado y razón, a ver en él una dictadura totalitaria." (p. 216).
Desde una concepción centrada en la relevancia primordial de la ideología para comprender la naturaleza de los movimientos y de los partidos políticos, el profesor Zanatta ubica al peronismo en el campo de los enemigos de la democracia liberal y del pluralismo; según su opinión, el movimiento liderado por Perón estaba anclado firmemente en la familia de los "fascismos genéricos", siendo el nacionalismo, el catolicismo y el populismo las bases de ese fascismo. Como hemos intentado demostrar, Zanatta elabora esta caracterización a partir de un método esencialista, consistente en separar ciertas características del peronismo que fueron construidas (y/o tomadas de fuentes precedentes) a partir de las vicisitudes de la lucha de clases, y transformarlas en una esencia preexistente y ahistórica. De esta manera, el mérito principal de su libro, que reside en la preocupación por mostrar la importancia del papel jugado por el pensamiento católico y el nacionalismo en los orígenes del peronismo, se diluye y se convierte en un verdadero obstáculo epistemológico para la percepción del extraordinario papel que jugó el movimiento obrero en el período fundacional del peronismo.
Mataderos, domingo 21 de agosto de 2011
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