En los años ‘60 del siglo pasado se
publicaron una serie de importantes trabajos sobre la historia de la sociología
en particular, y sobre la historia de la teoría social en general. Entre ellos se encuentran The sociological Tradition (1966), de
Robert Nisbet (1913-1996); Ideology and the Development of Sociological Theory (1968), de Irving Zeitlin (n. 1928); The Coming Crisis of Western Sociology (1970), de Alvin Gouldner (1920-1980).
Irving Zeitlin (n.
1928) es un sociólogo estadounidense y es conocido sobre todo por la obra
mencionada en el párrafo anterior. Göran Therborn se refiere a ella afirmando
que Zeitlin adopta la tesis de los orígenes conservadores de la sociología,
enunciada por Nisbet. [1]
El presente trabajo
es el primero de una serie de fichas dedicada a comentar la Opus magnum de Zeitlin. Utilicé la
traducción española, realizada por Néstor A. Míguez: Ideología y teoría sociológica. Buenos Aires, Amorrortu, 1997.
Estructura de la obra y prefacio:
El libro está
constituido por “una serie de ensayos” y “ha sido concebido como un examen
crítico del desarrollo de la teoría sociológica, en particular de sus elementos
ideológicos” (p. 10). Cabe acotar que Zeitlin se concentra en el estudio de la
sociología europea, sin hacer referencia a la sociología estadounidense. Sigue
en esto la línea de la mayoría de las obras sobre historia de la teoría social,
que dejan de lado la reconstrucción de los orígenes y desarrollo de la
sociología en EE. UU. Este es un “olvido” significativo, pues la sociología
estadounidense alcanzó desde muy temprano un alto grado de institucionalización
y una gran influencia tanto sobre las políticas públicas como sobre las grandes
empresas. [2] No es este el lugar para dar cuenta de las razones de este “olvido”.
El autor enuncia los
varios propósitos que motivaron la redacción del texto:
“brinda
una crítica elaborada del pensamiento social de Marx; indica la medida en que
los supuestos y las teorías del pensamiento posterior se formaron en el debate
con el marxismo; finalmente, pone de relieve los aspectos polémicos y los
elementos ideológicos de la teoría sociológica clásica.” (p. 10).
En el Prefacio (pp.
9-10) Zeitlin expone su tesis principal sobre los orígenes de la sociología:
“Buena
parte de la sociología clásica nació en el contexto de un debate, primero con
el pensamiento del siglo XVIII, el Iluminismo, y luego con el verdadero
heredero de aquel en el siglo XIX: Karl Marx.” (p. 9).
Zeitlin considera que
el estudio del surgimiento de la sociología tiene que comenzar por el análisis
del Iluminismo.
Hay tres razones principales
para justificar esta afirmación:
a)
“Con
mayor coherencia que cualquiera de sus predecesores, los pensadores del siglo
XVIII comenzaron a estudiar la condición humana de una manera metódica,
aplicando conscientemente principios que ellos consideraban científicos al
análisis del ser humano, de su naturaleza y de la sociedad.” (p. 9).
b)
“Ellos
consideraron a la razón como la
medida crítica de las instituciones sociales y de su adecuación a la naturaleza
humana. El ser humano, opinaban, es esencialmente racional y su racionalidad
puede llevarlo hacia la libertad.” (p. 9).
c)
“Creían
en la perfectibilidad del ser humano. El hecho de ser infinitamente perfectible
significaba que criticando y modificando las instituciones sociales, el ser
humano podía conquistar grados cada vez mayores de libertad; lo cual, a sus
vez, le permitiría realizar de manera creciente sus facultades creadoras
potenciales.” (p. 9).
Pero la posición de
los filósofos iluministas no se limitaba a la ciencia. También eran críticos de
las instituciones políticas de la época. Éstas eran irracionales, pues el
absolutismo no contemplaba ni la igualdad ni la libertad de los seres humanos,
cualidades innatas de los seres humanos según los iluministas. Además, es
sabido que los iluministas compartían la posición de los filósofos
contractualistas, quienes afirmaban que las instituciones sociales eran
producto de un pacto entre los seres humanos. Ninguna institución era natural.
Dicho de otro modo, nadie podía aducir el carácter natural de la monarquía para
salir en defensa del rey. Este argumento se extendió a la religión, aunque aquí
la posición de los iluministas distó mucho de ser unánime. Los más consecuentes
adhirieron al ateísmo y negaron, por ende, que la monarquía y el feudalismo
pudieran justificarse con el argumento de que habían sido creadas por dios.
La crítica de los
Iluministas sirvió de inspiración a los revolucionarios franceses de 1789. Es
sabido que Robespierre (1758-1794), el líder jacobino, era admirador de J.J.
Rousseau (1712-1778. Por su parte, los filósofos conservadores de las primeras
décadas del siglo XIX rindieron homenaje a los ilustrados, considerándolos
responsables de todos los males habidos y por haber. La respuesta a la
Ilustración es conocida bajo las denominaciones de Romanticismo y Reacción
Conservadora.
Zeitlin sostiene que
la sociología nació en este contexto general marcado por la Reacción Conservadora.
A su vez, Marx
representa la respuesta a la teoría social conservadora. En palabras de
Zeitlin:
“Tratamos
el pensamiento social de Marx como una especie de manantial intelectual, pues
aquel, más que cualquiera de sus contemporáneos, reavivó y sintetizó en su obra
ambas tendencias del pensamiento del Iluminismo: la revolucionaria-crítica y la
científica.
Sostendremos
que la contribución de Marx al pensamiento sociológico es una de las más
importantes de fines del siglo XIX, quizá la más importante. Esto es verdad,
según creo, no solo por las ideas enormemente ricas que expuso, sino también
porque su obra provocó una respuesta que explica, en gran medida, el carácter
de la sociología occidental. Mi exposición acerca de Marx prepara, pues, el escenario
para el intenso debate entre el fantasma de aquel y pensadores posteriores, lo
cual constituye el tema principal de este libro.” (p. 10).
Afirmar que la obra
de Marx representa una respuesta a la Reacción Conservadora es postular una
concepción unilateral sobre los orígenes del marxismo y conlleva un fuerte
matiz idealista, según el cual las ideas nacen como respuesta a otras ideas. La
historia intelectual pierde toda fuerza cuando se encierra sobre sí misma. El
marxismo forma parte del ascenso del movimiento obrero y debe estudiarse
teniendo a la vista las diferentes tentativas políticas e intelectuales
elaboradas por los trabajadores desde finales del siglo XVIII. Si bien es
necesario estudiar el Iluminismo, el Idealismo Alemán, la Reacción Conservadora
y la Economía Política, es imposible comprender una jota del marxismo si se lo
separa de los amplios cauces del movimiento socialista.
En cuanto a su
estructura, la obra está dividida en cuatro partes (de extensión muy despareja
entre sí), que reúnen un total de 16 ensayos:
Parte I: El Iluminismo (pp. 11-43)
Agrupa los ensayos 1.
El Iluminismo: sus fundamentos filosóficos (pp. 13-20); 2. Montesquieu
(1689-1755) (pp. 21-33); 3. Rousseau (1712-1778) (pp. 34-43).
Parte II: El
pensamiento posrevolucionario (pp. 45-94)
Reúne los ensayos 4.
La reacción romántica-conservadora (pp. 47-55); 5. Bonald y Maistre (pp. 56-69); 6. Saint-Simon (1760-1825) (pp. 70-84); 7.
Auguste Comte (1798-1857) (pp. 85-94).
Parte III: El
manantial marxista (pp. 95-123)
Conformada por los
ensayos 8. Orientaciones filosóficas (pp. 97-107); 9. De la filosofía social a
la teoría social (pp. 108-117); 10. La sociología marxista del trabajo alienado
(pp. 118-123).
Parte IV: El debate
con el fantasma de Marx (pp. 125-362)
La más extensa de
todas las partes que constituyen la obra. Integrada por los ensayos 11. Max
Weber (1864-1920) (pp. 127-180); 12. Vilfredo Pareto
(1848-1923) (pp. 181-220); 13. Gaetano Mosca (1858-1941) (pp. 221-246); 14.
Robert Michels (1878-1936) (pp. 247-264); 15. Emile Durkheim (1858-1917) (pp.
265-316); 16. Karl
Mannheim (1893-1947) (pp. 317-360).
La obra concluye con
un Epílogo (pp. 361-362).
La ficha siguiente
estará dedicada al capítulo 1, El Iluminismo.
Villa
del Parque, lunes 3 de diciembre de 2018
Bibliografía complementaria:
Coriat, B. (1992). El taller y el cronómetro: Ensayo sobre el
taylorismo, el fordismo y la producción en masa. México: Siglo XXI.
Therborn, G. (1980). Ciencia, clase y sociedad: Sobre la
formación de la sociología y del materialismo histórico. Madrid: Siglo XXI
de España.
Notas:
[1] Therborn (1980:
116).
[2] Henry Ford, al
implementar el five dollars day
(1914), promovió la utilización de la sociología en la industria: “Esta época (…)
marca el principio de la cooperación entre expertos de formación universitaria
(sociólogos, psicólogos, psicotécnicos, etc.) y hombres de negocios. Ford se
rodea muy pronto de un «departamento de sociología» y de un cuerpo de inspectores
y controladores. (…) Su misión esencial: controlar, desplazándose a los hogares
obreros y a los lugares que frecuentan, cuál es su comportamiento general y, en
particular, de qué manera gastan el
salario.” (Coriat, 1992: 57).
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