Lenin (1870-1924) es
conocido como líder revolucionario y organizador. Su fama como dirigente del
partido bolchevique eclipsó sus cualidades como como teórico social (me resisto
a utilizar la palabra “sociólogo). Es claro que Lenin no era un sociólogo
profesional y que, seguramente, habría rechazado esta caracterización. No
obstante, fue un fino analista de la realidad social rusa en particular, y del
capitalismo en general. El artículo “Sobre las huelgas” (1), escrito en 1899,
sirve de ejemplo para exponer las virtudes del Lenin “sociólogo”. Además, este
artículo es interesante porque propone una concepción del origen de la
conciencia de clase del movimiento obrero un tanto diferente a la expuesta en
su célebre obra ¿Qué hacer?
Lenin examina el significado
de las huelgas para el movimiento obrero. Su descripción de las etapas de la
lucha de los trabajadores contra el capital se asemeja a la formulada por Marx
y Engels en el Manifiesto Comunista
(1848). Lenin sostiene que en las condiciones del capitalismo el antagonismo
entre empresarios y trabajadores es inevitable:
“Entre patrones y trabajadores se
libra una lucha constante por el salario (…) Que el obrero trabaje en el campo
o en la ciudad, que sea contratado por un gran terrateniente, un campesino
rico, un comerciante o en una fábrica, siempre está luchando contra él con
respecto a su salario.” (p. 136).
Los trabajadores son
impotentes frente al capital si lo enfrentan como individuos aislados. Es por
ello que se organizan colectivamente, para contrapesar la dispersión y la
competencia en la que se encuentran sumidos bajo el capitalismo.
“Si el salario del obrero se determina
(…) por un contrato entre el patrón y el obrero, y si el obrero aislado es
totalmente impotente, es evidente que los obreros deben necesariamente defender
juntos sus reivindicaciones, deben necesariamente organizar huelgas para
impedir que los patrones rebajen el salario o para lograr un salario más alto.”
(p. 137).
La organización colectiva de
los obreros aparece, pues, como una necesidad económica, como un medio para
obtener mejores condiciones en la venta de la fuerza de trabajo. Pero Lenin va
más allá de esto y pasa a examinar la cuestión de las huelgas desde el punto de
vista de la constitución de los trabajadores como clase.
Las huelgas marcan el
comienzo de la lucha de los trabajadores como clase, superando el estadio del
individuo aislado. Ahora bien, es importante enfatizar que la clase se
constituye en la lucha:
“Las huelgas, por dimanar de la propia
naturaleza de la sociedad capitalista, significan el comienzo de la lucha de la
clase obrera contra esta organización de la sociedad. (…) Cuando los obreros
aislados se relacionan con los patrones, permanecen como verdaderos esclavos
condenados a trabajar eternamente en beneficio de otro por un pedazo de pan, a
permanecer enteramente como mercenarios sumisos y silenciosos. Pero cuando los obreros proclaman juntos sus
reivindicaciones y se niegan a obedecer a los que tienen la bolsa de oro,
entonces dejan de ser esclavos, se convierten en seres humanos y comienzan
a exigir que su trabajo no sólo sirva para enriquecer a un puñado de parásitos,
sino que permita a los trabajadores vivir como personas. Los esclavos comienzan a exigir transformarse en dueños: a trabajar
y vivir no como quieren los grandes terratenientes y capitalistas, sino como
quieran los propios trabajadores. Si las huelgas infunden siempre tal espanto a
los capitalistas es porque comienzan a hacer vacilar su dominio.” (p. 138; el
resaltado es mío).
Es la acción colectiva de la
clase trabajadora, manifestada en la huelga, la que convierte a los obreros en
una clase consciente de sus derechos. Lenin expresa esto al decir que los
obreros dejan de ser esclavos y se convierten en personas. El esclavo es, por
su condición, incapaz de llevar adelante una acción autónoma; para hacerlo,
debe romper con la relación de esclavitud. El trabajador, al protestar
colectivamente en la huelga contra los capitalistas, deja de ser esclavo y se
convierte en persona, es decir, en alguien capaz de acciones autónomas. En
Lenin esta transformación se verifica por medio de la participación en la
acción colectiva.
Lenin examina los mecanismos
por medio de los cuales la huelga incide sobre la conciencia de los
trabajadores. En primer lugar, está la cuestión del reconocimiento del papel
que juega la clase obrera en el proceso productivo:
“Cuando los obreros se niegan a
trabajar, todo este mecanismo [la producción capitalista] amenaza con
paralizarse. Cada huelga recuerda a los
capitalistas que los verdaderos dueños no son ellos, sino los obreros, que
proclaman cada vez más sus derechos con creciente fuerza. Cada huelga recuerda
a los obreros que su situación no es desesperada, que no están solos.” (p. 139;
el resaltado es mío).
Al paralizar la producción,
los trabajadores toman conciencia de que son el motor del proceso productivo.
Vacila la creencia de sentido común acerca del carácter imprescindible de los
empresarios en la organización de la producción.
En segundo lugar (aunque no
en orden de importancia), está la cuestión fundamental de que la huelga hace
que los trabajadores se vean a sí mismos como colectivo, como clase.
“Durante una huelga el obrero proclama
en voz alta sus reivindicaciones, recuerda a los patrones todos los atropellos
de que ha sido víctima, proclama derechos, no piensa solo en sí mismo ni en su
paga, sino también en todos sus camaradas, que han abandonado el trabajo junto
con él y que defienden la causa obrera sin temer las privaciones.” (p. 139).
Para Lenin, la clase obrera
no es una cosa preexistente a la lucha contra el capital. Sin acciones
colectivas, los trabajadores existen como sujetos explotados, como un grupo de
individuos que se encuentran en la misma situación respecto a los medios de
producción. Pero son individuos aislados, que viven la explotación capitalista
como un fenómeno natural. Es por ello que remarca que la huelga constituye una
medida central en la constitución de la clase trabajadora, pues hace que cada
trabajador vea al otro huelguista como su compañero, como alguien con quien
comparte un destino común. El aislamiento de los trabajadores reproduce las
condiciones necesarias para la naturalización de la explotación capitalista; la
acción colectiva, en cambio, quiebra esa naturalización, pone las cosas del
revés, poniendo en discusión aunque sea por un rato el dominio de los
capitalistas sobre los trabajadores.
Por último, la huelga opera
también desarrollando la conciencia política de los trabajadores, tanto al
interior de la fábrica como hacia fuera de ella.
“La huelga enseña a los obreros a
comprender dónde radica la fuerza de los patrones y dónde la de los obreros,
enseña a pensar no sólo en su patrón ni en sus camaradas más cercanos, sino en
todos los patrones, en toda la clase capitalista y en toda la clase obrera. (…)
los obreros ven con claridad que la clase capitalista en su conjunto es enemiga
de toda la clase obrera y que los obreros pueden confiar tan sólo en sí mismos
y en su unión.” (p. 139-140).
En el interior de la fábrica
(el ámbito de las relaciones políticas de la producción), los trabajadores
dejan de verse a sí mismos como individuos aislados. Esto tiene su correlato en
la percepción que tienen del empresario de la fábrica en que trabajan. Ya no lo
ven como un propietario aislado, sino como un miembro de un colectivo, la
burguesía, cuyos intereses chocan con los de los trabajadores.
Hacia el exterior de la
fábrica, los trabajadores tropiezan con el carácter de clase del Estado:
“El obrero comienza a comprender que
las leyes se dictan en beneficio exclusivo de los ricos, que también los
funcionarios defienden los intereses de los ricos, que la clase obrera es
silenciada y que no se le permite expresar sus necesidades (…) Cada huelga
afirma y desarrolla en los obreros la conciencia de que el gobierno es su
enemigo y de que la clase obrera debe prepararse para luchar contra él por los
derechos del pueblo.” (p. 141).
Este avance en la concepción
del Estado por los trabajadores, es otra muestra del papel que Lenin atribuye a
la acción colectiva de los obreros en la constitución de la clase en tanto
colectivo capaz de actuar de manera autónoma frente a la burguesía.
Villa del Parque,
martes 14 de octubre de 2014
NOTAS:
(1) Redactado
a fines de 1899, mientras se encontraba confinado en Siberia por orden del
gobierno zarista. Es contemporáneo de su obra El desarrollo del capitalismo en Rusia. “Sobre las huelgas” iba a
estar dividido en tres partes, de las que sólo se ha conservado la primera, que
ha llegado hasta nosotros gracias a la copia manuscrita de Nadezna Krupskaia.
Fue publicado por primera vez en 1924, en la revista PROLETARSKAYA REVOLIÚTSIA,
núms. 8 y 9. Utilizo la traducción española de Rossana Córtez y Alejandra Ríos,
incluida en: Trotsky, León. (2010). Los
sindicatos y las tareas de los revolucionarios. Buenos Aires: Ediciones
IPS. (pp. 135-142).
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