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sábado, 2 de agosto de 2025

EL LARGO CAMINO HACIA LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA: NOTAS SOBRE RUPERT HALL

 



Sistema, poeta, sistema.

Empieza por contar las piedras,

luego contarás las estrellas.


León Felipe (1884-1968), poeta español



Ariel Mayo (ISP Dr. J. V. González / UNSAM)


El conjunto de disciplinas, organizaciones e instituciones de enseñanza que conforman en la actualidad la ciencia es, en términos históricos, muy reciente, pues no se remonta más atrás de mediados del siglo XVIII. Ahora bien, es claro que había conocimiento científico antes de 1750. En principio, limitándonos al ámbito europeo, podemos observar la existencia de matemática, lógica y física en la Grecia antigua. De este modo, cabe hablar de la existencia de una ciencia premoderna anterior a la ciencia moderna, que es la que se practica en nuestros días. Esto supone la existencia de un pasaje de una a otra. Los historiadores de la ciencia denominan revolución científica a este proceso y la sitúan en el período comprendido entre 1543 y 1687.

El historiador inglés Rupert Hall (1920-2009) se especializó en la historia de la Revolución Científica. Su obra The scientific revolution, 1500-1800 constituye un material imprescindible para comprender la naturaleza de esa revolución. El autor sintetiza su enfoque del proceso afirmando que “el presente libro trata sobre la victoria de la racionalidad sobre la racionalidad” (p. 17). Más en particular, caracteriza así a la RC:

“...a un nivel la revolución científica es el fenómeno del desplazamiento - todavía parcial, es decir, incompleto - de una idea de la naturaleza por otra idea; de una ≪visión del mundo por otra. La teología - la creencia de que la naturaleza de una cosa hay que explicarla por su excelencia en ser lo que es - se ve debilitada; la significación de los fenómenos que surge de la estructura del universo y las ≪leyes de la naturaleza≫ se ve reforzada.” (p. 12)

El presente texto no tiene mayor pretensión que presentar lo expuesto por Hall en la introducción de la obra. Corresponde advertir que el autor no desarrolla allí los pormenores de la RC, sino que presenta un panorama general tanto de sus antecedentes como de sus orígenes y resultados. Con ello Miseria de la Filosofía persiste en la publicación de materiales sobre temas epistemológicos y de historia de la ciencia.

Abreviaturas:

BEM= Baja Edad Media / RC= Revolución científica.

Información para bibliófilos:

1° edición: The scientific revolution, 1500-1800: The formation of the modern scientific attitude. Londres, UK: Longmans, Green, 1954.

La presente ficha de lectura se limita a la introducción de la obra  (pp. 9-37) y fue confeccionada utilizando la traducción española de Jordi Beltrán: Hall, R. (1985). La revolución científica, 1500-1750. Barcelona, España: Crítica. 549 p. 


Preludio: ¿qué es la ciencia moderna?

Si cabe hablar de ciencia moderna a partir de 1750, ¿qué tipo de ciencia había antes? ¿Qué transformaciones experimentó para convertirse en la ciencia que conocemos en nuestros días?

Para responder a estas preguntas hay que empezar por enumerar las características específicas de la ciencia moderna, para distinguir a esta última de las formas científicas anteriores. Hall enumera las siguientes características, que se establecieron recién a fines del siglo XIX: 1) criterios rigurosos de observación y experimentación; 2) exclusión de la acción de agentes espirituales; 3) aceptación de un materialismo puro. A estas características hay que agregar algunas más: 4) la distinción entre teorías confirmadas, hipótesis plausibles y especulaciones tentativas (tres grados diferentes de confianza); 5) el carácter matemático de su estructura y argumentos; 6) una buena teoría es general, pero también precisa (la mejor prueba de una teoría es la verificación de las conclusiones extraídas de ella).

Dicho de otro modo, el consenso acerca de los rasgos principales que conformaban la ciencia moderna se consolidó mucho después de la RC. Hall, incluso, se permite señalar que la ciencia de 1750 “era aún rudimentaria, pero también podía describir y explicar racionalmente muchos más acontecimientos naturales que las ciencias de 1500” (p. 13).


La Baja Edad Media: entre el dominio de la autoridad religiosa, las dudas y las búsquedas

Una vez enumeradas las características de la ciencia moderna, surge la pregunta: ¿cómo era el conocimiento científico hacia 1500?

En la Baja Edad Media (período comprendido entre los siglos XIV y XV) la visión del mundo y, por ende, del conocimiento científico, tenía cuatro componentes, cuyos orígenes se remontan al mundo antiguo (griego y romano): 1) técnico, dominio de fuerzas y materiales, donde se habían hecho recientemente progresos muy rápidos y efectivos; 2) filosófico (incluye la medicina), abordaba los problemas más generales sobre la naturaleza del mundo en que vivimos, se basaba en libros de autores griegos, latinos e islámicos; 3) matemático (incluye astronomía), menos prestigioso que la filosofía y limitado en sus ramas más avanzadas a grupos reducidos de expertos; 4) artes herméticas o mágicas, temidas por casi todas, conocidas por muchos, profesadas abiertamente por unos pocos.

En la BEM, como en toda la Edad Media en general, la autoridad suprema en el terreno del conocimiento era la religiosa, tal como se expresaba en la Biblia (Viejo y Nuevo Testamento), las obras de los Padres de la Iglesia, las proclamas de los pontífices y los concilios.

La autoridad religiosa se basaba en una serie de acuerdos en torno a ciertas afirmaciones: la salvación era el único objetivo importante del ser humano; el mundo era antiguo (unos miles de años) si se lo comparaba con la duración de la vida humana, pero tenía poco futuro, dada la supuesta cercanía de la 2° venida del Cristo; el mundo había sido creado perfecto, pero se había deteriorado por los años, la terquedad y la codicia de las personas; era absurdo concebir el mundo sin el ser humano e impío concebirlo sin Dios.

El dominio de la autoridad religiosa distaba de ser completo. Y no solo eso. También la autoridad escrita “distaba mucho de ser unánime” (p. 16). En la BEM convivían la “fertilidad y riqueza de ideas” con la “confusión”. Por ejemplo, un argumento acerca de la naturaleza de las cosas podía depender tanto de: 1) una cita de alguna autoridad antigua; 2) una supuesta muestra de experiencia común, de testimonios de viajeros de supuestos experimentadores; 3) una demostración geométrica. Además, era difícil llegar a conclusiones sólidas.

Entre los múltiples problemas de la ciencia anterior al 1500 se encontraba la ausencia de una distinción clara entre un acontecimiento natural (por ejemplo, el rayo) y la intervención divina: “Incluso el intento de distinguir un acontecimiento natural de una intervención divina llevaba aparejadas consideraciones teológicas y no podía haber nada de ciencia hasta que se hubiese establecido esta distinción.” (p. 17)

Retrocediendo un poco más en el tiempo, encontramos que en los siglos XIII-XIV se produjo un renacer de la cultura antigua. En este período, la racionalidad y pericia intelectual precristiana (más mucha información objetiva) se injertaron en la teología cristiana, a punto tal que cabe hablar de una síntesis, cuya expresión más significativa fue la obra de Tomás de Aquino (1224-1274). Se trataba, según Hall, de una síntesis imposible, pues “las epistemologías griega y cristiana eran, y son, irreconciliables” (p. 17). Las tensiones entre ambas reaparecieron a mediados del siglo XV, con el resurgir del platonismo.

Una característica central de la ciencia de la BEM radicaba en que el conocimiento científico no era buscado por su utilidad práctica. De todas las ramas del saber únicamente la medicina reconocía la distinción entre episteme y techné, esto es, entre conocimiento teórico y habilidad práctica

La forma predominante del conocimiento científico durante la BEM era la filosofía o, mejor dicho, la teología. La primera era una sabiduría secular, es decir, saber acerca de este mundo temporal. La teología, en cambio, era la sabiduría del mundo eterno. El predominio de la filosofía era notorio en las universidades: allí constituía, por lejos, la disciplina más importante. [2] La mayoría de los interesados en la filosofía procuraban responder a la pregunta: ¿cómo pueden los hombres formarse una imagen coherente, racional del mundo externo siendo éste tan enorme y en parte inaccesible, y hallándose en constante proceso de cambio? (p. 19)

La investigación filosófica se caracterizaba por ser libresca y literaria, llevada a cabo por académicos con fines didácticos. Por lo general, el punto de partida era algún autor griego o árabe: “Todos los hechos, argumentos y principios de explicación eran de prestado y todo el saber era en esencia un comentario y una elucidación de lo que habían escrito anteriormente los hombres doctos de mayor talento.” (p. 20) En otras palabras, los filósofos no veían el mundo real desde una perspectiva nueva. La “filosofía natural” se ocupaba de experimentos relacionados con el pensamiento; había una falta casi total de interés por las cosas vivas.


Renacimiento: crujen las estructuras mentales bajomedievales

El panorama del saber medieval cambió en el Renacimiento, esto es, el período comprendido entre los siglos XV-XVI. Ante todo, se produjeron una serie de cambios significativos en la base cultural. Los intelectuales renacentistas resucitaron la lengua griega en Europa occidental: salieron a la luz los escritos de Arquímedes (c. 287-c. 212 a. C.), Galeno (129-c. 210/216), Ptolomeo (c. 100 d. C. - c. 170 d. C.), Platón (c. 427-c. 347 a. C.), Lucrecio (c. 99 a. C.-c. 55 a. C.). [4] En cambio, los autores árabes, considerados con reverencia durante la BEM, pasaron a ser tildados de “simples chapuceros” (p. 22).

“Los filósofos renacentistas coincidían plenamente con los medievales en que el hombre moderno debía buscar una base firme en las enseñanzas de la antigüedad, pero debía buscarla directamente, haciendo caso omiso de todo lo escrito entre medias, y de una manera menos restringida.” (p. 22)

La influencia de Platón hizo que la gente se volcara hacia las matemáticas: “no saber geometría era una vergüenza” (pp. 22-23). Ello condujo a un redescubrimiento de las antiguas matemáticas puras y aplicadas. Las matemáticas y la astronomía florecieron con “rapidez insólita” en Europa. 

El impulso renacentista tuvo dos consecuencias principales en el pensamiento científico:

A] Se afianzó la idea “de que las matemáticas ofrecen una clave sin igual para comprender la naturaleza de las cosas” (p. 23). Esta idea se dividía en dos nociones principales: 1) convencimiento de que la “naturaleza es inherentemente matemática, porque Dios geometriza eternamente” (p. 23); 2) convencimiento “puramente lógico de que el razonamiento matemático es el más seguro de que disponemos” (p. 23). Ninguna de estas dos ideas era aceptada en la Antigüedad. El Renacimiento rechazó la tesis de los antiguos de que ninguna teoría sobre la realidad podía existir en forma matemática; era una empresa útil “buscar teorías matemáticas a las que también - en virtud de criterios metafísicos - pudiera suponerse ≪reales≫.” (p. 25)

B] El interés de los intelectuales se volcó hacia el estudio de la naturaleza, que era el “teatro de Dios” (p. 26). En otras palabras, “todo lo que hay en la Naturaleza lo había creado Dios para el uso o la instrucción del hombre, estos ≪mensajes≫ solo debía descifrarlos (...) aquellos que entendieran la naturaleza y, por ende, la ciencia puede y debería mejorar la utilidad de la naturaleza para el hombre, cumpliendo así la intención provisional de Dios.” (p. 27)

A los cambios intelectuales hay que sumar una serie de innovaciones técnicas: la pólvora, la brújula y las gafas. Como es sabido, la pólvora y la brújula se originaron en China y fueron incorporadas al bagaje militar y técnico europeo en la BEM. Las gafas fueron el resultado exitoso del interés de los filósofos europeo por la luz y la visión. Su invención fue atribuida al inglés Roger Bacon (c. 1214-1292).

Revolución Científica: una evaluación general
Hubo otros factores que influyeron en los orígenes de la RC. En la segunda mitad del siglo XV Portugal y España iniciaron una serie de exploraciones geográficas que culminaron en la expansión territorial (sobre todo en el continente americano). Los europeos demostraron su superioridad técnica en el arte de la guerra, gracias al uso de la pólvora, la caballería y la organización militar. Ello hizo que “el europeo empezó a verse a sí mismo como el gran inventor práctico que había adquirido poder y riqueza gracias a la combinación de destreza manual, sentido común y conocimiento natural.” (p. 28) [3]

Los cambios se fueron acumulando. En los siglos XV-XVI se dio un nuevo fenómeno: por primera vez hubo interés literario consciente por los oficios y la tecnología. Así, “los autores insistieron en que el aprovechamiento de la naturaleza por el hombre es casi tan maravilloso como la naturaleza misma” (p. 28) Muchos de estos expertos técnicos tenían fe en el saber abstracto o académico; incluso se burlaban del conocimiento basado en los libros. [5]

La importancia concedida a la RC en la actualidad no debe hacernos olvidar que los descubrimientos científicos que se sucedieron a partir de Copérnico no se tradujeron inmediatamente (incluso mediatamente) en grandes cambios tecnológicos. Antes de 1660, los beneficios directos del renacer científico eran “escasos o dudosos”. [6] Más aun, la magia era considerada como la clave para conseguir el control de la naturaleza; se pretendía emular a los magos de la Antigüedad.

La actitud más ecléctica y menos desdeñosa ante el conocimiento del mundo natural surtió efecto en la historia natural y despertó el interés por las curiosidades. Pero este soplo de empirismo no fue la única causa de la introducción de la experimentación sistemática en la ciencia. La observación y la experimentación conscientes y controladas se emplearon por primera vez en las ciencias tradicionales (astronomía, óptica, anatomía, fisiología).

Hall no se entusiasma por los logros de la ciencia renacentista (s. XV-XVI), pues las ciencias más rigurosas en el recurso a los hechos, y más precisas en su articulación teórica, eran las que ya tenían esas características en la Antigüedad y en la Edad Media. En cambio, los temas y áreas de investigación creados o resucitados por el Renacimiento (química, ciencias de la Tierra, la mayor parte de la biología) seguían siendo primitivos a finales del siglo XVIII, desde el punto de vista de la estructura. O sea, las nuevas ciencias del Renacimiento fueron “las últimas en hacer su crítica transición al modernismo, siguiendo el camino marcado por las ciencias matemáticas o académicas.” (p. 32)

Hall establece una distinción entre dos tipos de ciencia, que recién lograron integrarse en el siglo XIX. Se trata del newtonismo y del baconismo. El primero se volcó al estudio y explicación del movimiento macroscópico (el de los cuerpos grandes o, mejor dicho, aquellos que son observables a simple vista); el segundo, se concentró en el estudio del movimiento microscópico (es decir, los movimientos normalmente indetectables en la estructura de las cosas). [7]

El movimiento es algo comprensible para la mente (occidental), en parte porque es posible asociarlo al número. El movimiento macroscópico es “relativamente fácil de entender”, por eso ha sido el principal campo de estudio de la física, desde Aristóteles (384-322 a. C.) hasta Albert Einstein (1879-1955). En cambio, el movimiento microscópico es mucho más difícil de estudiar, en especial matemáticamente. Por ello la tradición newtoniana, abocada al estudio del movimiento macroscópico, fue la dominante. En cambio, el baconismo, centrado en los movimientos microscópicos, quedó marginado.

Hall señala que la victoria del newtonismo no se basó exclusivamente en cuestiones estrictamente científicas. El baconismo tenía claras implicaciones sociales. Bacon creía “que el mejoramiento de la condición humana era un objetivo benemérito y alcanzable, y medía el conocimiento de acuerdo con un criterio práctico además de estético” (p. 35). Bacon se proponía una revolución filosófica que permitiera realizar plenamente el potencial de los seres humanos. En cambio, la ciencia newtoniana carecía de todo compromiso social, “capaz de cualquier tipo de colonialismo” (p. 36), se adaptaba a cualquier situación social.

En otras palabras, la Revolución Científica tuvo como resultado la hegemonía del newtonismo. Hubo que esperar al siglo XIX, cuando se produjo la Segunda Revolución Científica, para que se explorara la senda de la unificación de los mundos microscópico y macroscópico.


Palabras finales:

En el panorama presentado aquí quedan fuera muchas cuestiones importantes. Aquí quiero mencionar dos de ellas, contribuyeron centralmente a forjar el clima de época que permitió la emergencia de la RC. 

En primer lugar, el desarrollo sin prisa pero sin pausa de la economía mercantil, cuyos indicadores más notorios fueron la expansión del comercio y el crecimiento de las ciudades. Los comerciantes fueron una punta de lanza que mostraba la nueva actitud de los europeos, decididos a romper los estrechos límites del campo y los castillos medievales. Por supuesto, no se trató de un proceso ni rápido ni lineal. Pero el aliento de los comerciantes a los viajes de descubrimiento y la expansión territorial fue importante para mostrar que el mundo era mucho más grande que lo indicado en los textos de los filósofos y los Padres de la Iglesia. La variedad de nuevas especies animales y vegetales, las necesidades de la navegación ultramarina, la incorporación de nuevos materiales y materias primas provenientes de otros continentes, ejerció un efecto de retroalimentación sobre el renovado interés por lo práctico que marcó el final del período bajomedieval.

En segundo lugar, la consolidación de los primeros Estados nacionales (Inglaterra, Francia, España) incrementó el interés por el conocimiento aplicado. Los nuevos Estados requerían nuevas técnicas y materiales para potenciar su poder militar, herramienta básica de su control del territorio nacional y de la expansión exterior. Pero también precisaban de conocimientos en los terrenos económico, administrativo y organizativo. Ello derivó en la aparición de un nuevo campo científico, el de las ciencias sociales, todavía muy incipiente a comienzos del siglo XVI, pero que no dejó de crecer en los siglos posteriores.

En definitiva, la Europa de 1750 y las áreas controladas por ella, eran muy diferentes a la Europa de 1500. La Revolución Científica jugó un papel importante en ese proceso, pero para una comprensión más global hay que tener en cuenta los procesos económico (economía mercantil) y político (Estado nacional como nueva forma de organización política).


Balvanera, sábado 2 de agosto de 2025



NOTAS:

[1] En 1543 se publicó la primera edición de De revolutionibus orbium coelestium [Sobre las revoluciones de las esferas celestes], la obra en la que el astrónomo y matemático polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) postuló por primera vez el sistema heliocéntrico (en el que la Tierra dejaba de ser el centro del universo, posición que pasaba a ser ocupada por el Sol). En 1687 apareció la primera edición de Philosophiæ naturalis principia mathematica [Principios matemáticos de filosofía natural) de Isaac Newton (1643-1727), donde se enuncian la ley de la gravitación universal y las leyes de la mecánica clásica (las leyes de Newton).
[2] El predominio de la filosofía se explica, en parte, porque el cristianismo se convirtió muy temprano en una religión intelectual, gracias a los esfuerzos de san Pablo (5/10 d.C. - 58/67 d. C.) y los Padres de la Iglesia.

[3] El filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626) fue un exponente típico de este punto de vista.

[4] Es decir, se amplió el número de autores conocidos y estudiados: “Nuevos horizontes trajeron  nuevas variedades de pensamiento y nuevos problemas que desenmarañar.” (p. 22)

[5] Los que más celebraban el saber y la maestría de los artesanos eran quienes más se burlaban del saber basado en los libros.

[6]  “Se advierte más a menudo el deseo de resolver viejos problemas intelectuales que el deseo de resolver nuevos problemas técnicos. La mentalidad renacentista no creía necesario adquirir nuevos conocimientos nuevos para ejercer mayor control sobre la naturaleza.” (p. 29)

[7] Cuando deja de ser básicamente descriptiva, toda ciencia es básicamente un estudio del movimiento y del cambio, ya se llame ≪revolución biológica≫ o ≪la expansión del universo≫.” (p. 33).




martes, 10 de junio de 2025

APUNTES SOBRE LA ENTREVISTA EN PROFUNDIDAD

 


Lenin entrevistado por H. G. Wells


Ariel Mayo (ISP. Dr. J. V. González / UNSAM)


La entrevista es el método de recolección de datos más utilizado en las ciencias sociales, a punto tal que se estima que es utilizada en el 90% de las investigaciones empíricas. 

La masividad de su empleo va de la mano, sin embargo, con el relativo desconocimiento acerca de sus características. Por ello hemos optado por elaborar una ficha en la que se describen sus rasgos principales.

Referencia bibliográfica

Piovani, J. I. (2007). La entrevista en profundidad. En Marradi, A., Metodología de las ciencias sociales. (pp. 215-225). Buenos Aires, Argentina: Emecé. 

Noticia del autor:

Juan Ignacio Piovani, sociólogo argentino. Especialista en métodos y técnicas de investigación sociológica.


A diferencia de otros instrumentos de recolección de datos, la entrevista nos resulta familiar porque se halla entrelazada íntimamente con nuestras prácticas cotidianas. En la vida diaria, la conversación constituye uno de los principales métodos de interacción entre las personas. Más aun, “en la vida cotidiana estamos recurrentemente implicados en prácticas conversacionales que implican el intercambio de información” (p. 216). Al lado de las conversaciones informales, en lo cotidiano también existen intercambios más formalizados, que pueden ser caracterizados como entrevistas profesionales: la selección de personal, la entrevista médica, la sesión de terapia, etc. En otras palabras, poseemos una mayor sensibilidad hacia la entrevista porque la utilizamos a diario en forma de conversación. 

Ahora bien, la entrevista en profundidad puede ser definida como: 

“Una forma especial de conversación entre dos personas (...), dirigida y registrada por el investigador con el propósito de favorecer la producción de un discurso conversacional continuo y con cierta línea argumental por parte del entrevistado, acerca de un tema de interés definido en el marco de la investigación.” (p. 216)

Para precisar la definición anterior hay que tener en cuenta que existen diversos tipos de entrevista. Para clasificar esos tipos se emplean dos criterios: a) la presencia o ausencia de un contacto visual entre el entrevistador y el entrevistado; b) el grado de libertad concedido a los actores en la situación de entrevista, ya sea al preguntar o al responder. En definitiva, el segundo criterio es el más utilizado y en base a él se clasifican las entrevistas según su mayor o menor nivel de estructuración (tanto en lo que hace a la formulación de las preguntas como a las respuestas).

De modo que las entrevistas se clasifican en: a) entrevista personal estructurada (es el caso de la encuesta); b) entrevista personal semiestructurada; c) entrevista personal no estructurada. Estas dos últimas pueden ser consideradas propiamente como entrevistas en profundidad.

Para caracterizar la entrevista en profundidad hay que destacar que se trata de relación social entre dos personas. Ello implica que el entrevistador debe tener la capacidad para guiar al entrevistado hacia las cuestiones que se desea indagar en el marco del problema de investigación; esto requiere habilidad y experiencia, pues en la entrevista no se pregunta acerca de cuestiones de hecho (aunque también pueden formularse preguntas sobre ellas), sino que se aborda todo lo referente a la subjetividad del entrevista. Dicho de otra manera, el entrevistador procura llevar al entrevistado acerca de los modos en que realiza “la apropiación individual de la vida colectiva” (p. 219) Por ejemplo: al entrevistador no le importa tanto a quíen va a votar el entrevistado en las próximas elecciones, sino los motivos que lo llevan a votar por el candidato x

En definitiva, “cabe recordar que la entrevista se basa en la interacción verbal, y requiere por tanto una apertura a la comunicación tanto como la aceptación de sus reglas” (p. 220).

Llegados a este punto, corresponde preguntar por las ventajas y limitaciones de la entrevista en profundidad. Aquí la cuestión es relativamente sencilla: la principal ventaja de su uso radica en que mediante ella se puede acceder a la perspectiva de los actores, “para conocer cómo ellos interpretan sus experiencias en sus propios términos” (p. 220). Es por ello que el uso de la entrevista en profundidad se difundió en los estudios sobre el pasado próximo y sobre las formas de apropiación individual y colectiva (memoria) de este pasado. Además, posee la ventaja de que genera mayor intimidad y eso permite conocer cuestiones que el entrevistado no expresaría con otros tipos de instrumentos (por ejemplo: la encuesta). 

Entre las limitaciones, pueden enumerarse las siguientes: a) la desventaja en términos de tiempo (la realización de entrevistas en profundidad demanda mucho tiempo tanto en su realización - una entrevista de este tipo puede durar entre 45 minutos y varias horas- como en la transcripción y análisis de lo obtenido); b) menor capacidad para detectar fenómenos con gran dispersión territorial y/o tipológica; c) menor capacidad para generalizar sus resultados. 

La entrevista en profundidad no tiene reglas fijas, más allá de algunas generalidades; dado su carácter no estructurado o semiestructurado, depende en buena medida del conocimiento personal y de la experiencia del entrevistador. 

Sin embargo, hay reglas generales que deben respetarse. En otras palabras, sin perjuicio de su carácter poco estructurado, corresponde elaborar una planificación que debe tomar en cuenta los siguientes aspectos: 

1-La selección de las personas a entrevistar. Es claro que la entrevista no es un instrumento estandarizado dirigido a la obtención de datos cuantitativos. Por lo tanto, no entran aquí cuestiones estadísticas (caso del muestreo aleatorio simple). Se aplica el muestreo intencional, el investigador selecciona a los sujetos a entrevistar a partir de una serie de criterios relevantes (su relevancia se deriva del problema de investigación). En el caso de investigaciones donde es simple identificar a los entrevistados (por ejemplo, en estudios sobre inmigrantes ilegales), se recurre a la técnica de bola de nieve (snowball): “a partir de uno o unos pocos contactos iniciales, y valiéndose de las redes personales de los mismos, se busca ampliar progresivamente el grupo de potenciales entrevistados que comparten aquellas características que los hacen minoritarios o poco visibles y accesibles” (p. 222). También se emplea el llamado muestreo oportunista, que sirve para seleccionar “aquellos sujetos proclives a colaborar en el estudio a los cuales el investigador tiene garantizado el acceso” (p. 223)

En las encuestas el número de encuestados está establecido de antemano. En las entrevistas se procede por saturación, esto es, se realizan entrevistas hasta que no se obtiene nueva información sobre los temas estudiados. 

En cuanto al contenido de la entrevista, debe confeccionarse una guía (o guión) que debe seguir el entrevistador. En este punto hay que señalar que debe evitarse que la guía se convierta en la base para un interrogatorio. Por eso, la guía tiene que constar de una serie de puntos a desarrollar a lo largo de la entrevista, no en una lista de preguntas a formular. La entrevista no es una encuesta (entrevista estandarizada). Inclusive, se sugiere que la entrevista se prolongue una vez concluida (cuando ya se agotaron los temas a indagar), en forma de charla informal, para distender el clima y, eventualmente, acceder a nueva información.

Por último, es particularmente conveniente la grabación de la entrevista, pues ello facilita el análisis de la información. Pero debe pedirse siempre el consentimiento al entrevistado. Hay que recordar que la confidencialidad de los datos, su carácter anónimo, es fundamental para garantizar la calidad de la información.


Balvanera, martes 10 de junio de 2025



martes, 3 de junio de 2025

LA ENCUESTA EN VERSIÓN TE LO RESUMO ASÍ NOMÁS



George Gallup

Ariel Mayo (ISP Dr. Joaquín V. González / UNSAM)


El sondeo (más conocido como encuesta) constituye el instrumento de recolección de datos más conocido en el ámbito de las ciencias sociales. Utilizado para casi cualquier cosa, amado y odiado por los políticos, los periodistas y el público en general, resulta tan discutido como desconocido en su funcionamiento. Para contribuir a mitigar ese desconocimiento vaya este conjunto de apuntes cuya base es un artículo de la socióloga argentina Nélida Archenti (Buenos Aires, 1944).

Referencia para bibliófilos:

Archenti, N. (2007). “El sondeo”. EN: Marradi, A. (2007). Metodología de las ciencias sociales. Buenos Aires: Emecé. (pp. 71-85).


En el principio eran… algunas definiciones

Ante todo, hay que decir que el sondeo (también conocido popularmente como encuesta) corresponde a la etapa de recolección de datos de la investigación (esto, por supuesto, en las investigaciones que requieren datos que no sean de tipo bibliográfico o que no puedan recabarse de fuentes secundarias).

Sondeo= Método científico de recolección de datos, a través de la utilización de cuestionarios estandarizados, administrados por entrevistadores entrenados o distribuidos para su autoadministración a una muestra.

Sirve para relevar propiedades referidas a muchos individuos. Más específicamente, se emplea para recolectar datos sobre intenciones de votos en grandes poblaciones, pautas de consumo, hábitos y prejuicios predominantes, 

Sus ámbitos de aplicación son: la investigación académica, los estudios de opinión pública sobre temas políticos y económicos, las investigaciones de mercado.


Una breve excursión por la epistemología… 

El sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) plantea que las encuestas se basan en tres supuestos: 

1°- Todos los individuos tienen una opinión.

2°- Todos los individuos se cuestionan sobre los temas que se les pregunta.

3°- Todas las opiniones tienen la misma incidencia social.

Los dos primeros supuestos hacen alusión a la situación de encuesta que, no hay que olvidar, es un tipo de relación social entablada entre el encuestador y el encuestado. Así, el encuestado se siente obligado a contestar para no quedar como un ignorante en la cuestión sobre la que le pregunta el encuestador. Esto genera un problema referido a la veracidad de las respuestas (incertidumbre respecto a si las respuestas reflejan la opinión del encuestado o si son simplemente un recurso de este para evitar hacer notar su desconocimiento del tema). El procedimiento empleado por los investigadores para minimizar esta cuestión consiste en remarcar el carácter anónimo de la encuesta y la confidencialidad de la información proporcionada.

El tercer supuesto se apoya en las investigaciones sobre grandes poblaciones, donde cada individuo es considerado equivalente a los demás y, en consecuencia, unos son sustituibles por otros. Esto es lo que permite utilizar instrumentos estadísticos para el análisis de los datos obtenidos. Una consecuencia de este supuesto es que se pierde información referida a cada individuo en particular. 

Los sondeos tienen algunas limitaciones, que se presentan en las distintas etapas de la realización del sondeo: a) las referidas al cuestionario mismo, esto es, a la validez de los indicadores y la confiabilidad de las preguntas utilizadas; b) las referidas al trabajo de campo, es decir, a la aplicación de los formularios a los encuestados (por ejemplo: escaso entrenamiento de los encuestadores, bajo nivel de respuesta de los encuestados, etc.)

Tenés 5 minutos… es para una encuesta

Existen múltiples maneras de aplicar el cuestionario a los encuestados. Se denomina abordaje a la técnica que se utiliza para llegar a los sujetos que constituyen el target del estudio. 

Las encuestas se pueden clasificar en: 1) con participación del encuestador, cuyo exponente principal es la encuesta cara a cara o presencial (domiciliarias y coincidentales), y que incluyen también las telefónicas (hoy rápidamente en desuso); 2) sin participación del encuestador, como es el caso de las realizadas por internet, correo electrónico, telefónica automatizada).

Encuestas cara a cara

Son aquellas en las que el encuestador lee las preguntas al encuestado y anota sus respuestas. En las realizadas en la vía pública (método coincidental) es importante que el cuestionario sea breve, para evitar el fastidio y la dispersión de la atención del encuestado. En las efectuadas en el domicilio del encuestado, se pueden emplear cuestionarios más extensos, dado que la encuesta se realiza en condiciones confortables para la persona entrevistada.

Encuestas autoadministradas (sin encuestador)

Son encuestas en las que no participan encuestadores, sino que se provee el cuestionario al encuestado para que él complete los datos que se le solicitan. 

El procedimiento es sencillo. Primero, se selecciona una muestra potencial de la población a estudiar. Luego, se invita a participar a los integrantes de la muestra (a través de internet, empresa u organismo al que pertenezcan los entrevistados, etc.). 

La principal dificultad de las encuestas autoadministradas es la tasa de respuesta, dado que ésta puede ser baja.

Estudios longitudinales (o encuesta de panel)

Se trata de un estudio diacrónico. Su particularidad consiste en que el cuestionario se aplica a una misma muestra a lo largo del tiempo. Resulta útil para comprobar modificaciones en las opiniones y actitudes como efecto de la incidencia de un estímulo o factor determinado. Su principal defecto es la pérdida de elementos de la muestra (por mortalidad, traslado a otra región o país, etc.).


El discreto encanto de preguntar…

El cuestionario es el núcleo de la encuesta; en rigor, es el instrumento de recolección de datos utilizado en ella.

El cuestionario no es un mero revoleo de preguntas, confeccionado a las apuradas para sacarse de encima la tarea y poder pasar enseguida al trabajo de campo. Un mal cuestionario equivale a una mala encuesta, que incluso es peor que una encuesta no realizada. 

El cuestionario posee una lógica propia y constituye, en verdad, un arte que garantiza la confiabilidad de las respuestas y, por último pero no menos importante, que ellas brinden la información requerida por la investigación.

Algunos elementos a tener en cuenta al momento de redactar el cuestionario: a) las primeras preguntas deben ser sencillas y no remitir a cuestiones conflictivas, con el propósito de generar confianza; b) los temas que exigen mayor compromiso o apunten a los núcleos de mayor intimidad tienen que estar ubicados en el centro del cuestionario; c) las últimas preguntas deben ser fáciles y dar lugar a una despedida cordial, así el encuestado queda predispuesto a participar de nuevos sondeos; d) la cantidad de preguntas no debe ser excesiva, para no prolongar la duración de la encuesta (pues ello deriva en fastidio del encuestado y en el consiguiente deterioro de la información proporcionado).

Aquí hay que retomar la definición del sondeo y entender que la encuesta utiliza un cuestionario estandarizado. Esto significa, entre otras cosas, que las preguntas tienen que ser las mismas para todos los encuestados y formuladas en el mismo orden. En este sentido, es conveniente dividir el cuestionario en bloques temáticos, para asegurarse de no dejar afuera ninguna de las cuestiones indagadas.

Desde el punto de vista de su estructuración, los cuestionarios se dividen en: estructurados, en los que predominan las preguntas cerradas (un menú cerrado de respuestas precodificada); semiestructurados, semejantes a los anteriores, pero que incluyen preguntas abiertas, en las que el encuestado tiene libertad para formular la respuesta con sus propias palabras; no estructurados, en los que la mayoría de las preguntas son abiertas (más que en la encuesta, este tipo de cuestionario corresponde a la entrevista en profundidad).

Las preguntas cerradas presentan opciones de respuesta preestablecidas por el investigador. Se clasifican en a) dicotómicas, en las que las respuestas posibles son dos (si/no; de acuerdo/en desacuerdo). Sirven para dividir a la muestra en dos grupos en oposición, relativos a una temática; y b) de alternativa múltiple, en las que la pregunta presenta más de dos alternativas de respuesta entre las que el encuestado elegirá una (en este caso se dice que se trata de una pregunta de respuesta múltiple).


Balvanera, martes 3 de junio de 2025