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sábado, 2 de junio de 2012

PROUDHON, O EL DISCRETO ENCANTO DE LA PEQUEÑA BURGUESÍA: LA CARTA DE MARX A ANNENKOV (I)


 "La acción práctica y violenta de las masas es la única que
 puede resolver los conflictos de la sociedad moderna."
Karl Marx (1818-1883), 
versión modificada de un 
pasaje de la carta a P. V. Annenkov

Karl Marx (1818-1883) y Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) se querían poco y nada. A un breve período de amistad, cuando Marx emigró de Alemania y se radicó en París (1843), le siguió una larga historia de confrontación teórica y política, que se prolongó, por parte de Marx, hasta después de la muerte de Proudhon.

Marx y Proudhon eran personalidades bien diferentes, a punto tal que puede decirse que eran tan incompatibles como el agua y el aceite. También es cierto que Marx admiró inicialmente a Proudhon. Cuando se conocieron, Marx era un joven de 25 años, Doctor en Filosofía, un perfecto desconocido en Francia, que estaba completando su acercamiento al movimiento obrero y al socialismo. Proudhon, en cambio, tenía 35 años y ya había alcanzado la fama con su libro ¿Qué es la propiedad? (1840). En verdad, cabe decir que Proudhon mostró gran deferencia al acercarse a ese alemán ignoto, que conocía a la perfección el “oscuro” lenguaje hegeliano. Hegel y el movimiento obrero fueron los imanes que posibilitaron la aproximación de ambos intelectuales. Marx estaba ávido por conocer de primera mano al autor de una obra que había sometido a una crítica feroz a la institución de la propiedad y por tener noticias de primera mano del movimiento obrero francés; Proudhon, siempre dispuesto a conocer nuevas ideas en tanto autodidacta, sentía curiosidad por la filosofía hegeliana. Sin embargo, existían también fuertes motivos que tendían a alejarlos. Marx tenía una profunda aversión por el diletantismo intelectual, y Proudhon entraba con creces en esa calificación; además, Marx poseía un carácter irascible, cosa que no contribuía al mantenimiento de una amistad duradera con personas como el francés. Proudhon, por su parte, profesaba una desconfianza visceral hacia los intelectuales (en especial los egresados de las universidades), pues era un hombre que se había hecho a sí mismo. Como si esto no bastara, pensaba que los intelectuales eran incapaces para entender al pueblo.

La ruptura entre ambos era inevitable y, por supuesto, ocurrió. No obstante, el corte de la amistad entre ambos no produjo el olvido recíproco. Al contrario, los dos se ocuparon de recordarse constantemente la bronca que se tenían. Como era de esperarse, Marx llevó la delantera y se ocupó de cubrir la figura de Proudhon de una larga serie de epítetos descalificatorios.

Hasta aquí el costado anecdótico de la relación entre Marx y Proudhon. Todo esto tiene muy poca importancia desde el punto de vista de la crítica de la sociedad capitalista. A pesar de ello, puede afirmarse que Proudhon, de manera involuntaria, jugó un rol fundamental en el desarrollo de la teoría marxista. Lejos de un mundo cartesiano de jugadores de ajedrez, la confrontación Marx-Proudhon sirve para mostrar que la bronca puede jugar un papel en el desarrollo de las teorías sobre la sociedad.

Proudhon sirvió de estímulo negativo a Marx en dos momentos centrales de la producción intelectual del fundador del materialismo histórico: 

a) en 1846-1847, cuando la publicación del libro Sistema de las contradicciones económicas, o Filosofía de la Miseria (1846), obligó a Marx a poner por escrito, en un trabajo destinado a la publicación, sus concepciones sobre la sociedad, la economía y la dialéctica. Su Miseria de la filosofía (1847) constituye, a pesar de su formato polémico, la primera exposición sistemática de la teoría marxista de la sociedad que pudo ser conocida por el público. En este sentido, representa la síntesis del trabajo desplegado en multitud de manuscritos y artículo redactados en el período 1843-1846. Y fue Proudhon el promotor no querido de la elaboración de esta pequeña obra maestra;

b) en 1857-1858, cuando la crítica de la teoría de la moneda del proudhoniano Alfred Darimon condujo a Marx a emprender la redacción del manuscrito conocido como Grundrisse. Para esa época, Marx estaba convencido de que una crisis económica desataría una nueva revolución europea, y el estallido de la crisis comercial de 1857 lo puso en un estado febril, pues quería dotar al proletariado europeo de herramientas teóricas para afrontar los desafíos del período revolucionario. En ese contexto, Marx pensaba que era de vital importancia someter a una crítica implacable a las ideas de Proudhon, cuyas posiciones opuestas a la acción política de la clase trabajadora tenían una fuerte influencia sobre el proletariado francés. 

A despecho o a causa de su carácter pequeñoburgués, el proudhonismo se convirtió en la corriente ideológica más influyente entre la clase obrera francesa hasta la masacre que marcó el aplastamiento de la Comuna de París (1871). Ganar a los trabajadores franceses para el materialismo histórico implicaba necesariamente, hasta la década de 1870, confrontar con el proudhonismo. Si se tiene en cuenta que el marxismo era una corriente política revolucionaria y no un discurso teórico destinado a amenizar el té de la tarde, es clara la significación político-ideológica de la discusión con Proudhon y el proudhonismo.

La carta dirigida por Marx al intelectual ruso Pável Vasilievich Annenkov (1812-1887), fechada en Bruselas el 28 de diciembre de 1846, representa la primera crítica de conjunto de las concepciones de Proudhon. Marx residía por entonces en Bruselas (había sido expulsado de París por el gobierno francés) y acababa de leer el Sistema de contradicciones económicas. Annenkov, como todo intelectual ruso con simpatías por el liberalismo, se hallaba interesado en todas las novedades intelectuales, y había escrito a Marx preguntándole su opinión sobre dicha obra. Ni lerdo ni perezoso, Marx aprovechó la ocasión para despacharse a fondo. Y como suele suceder con las cartas y los escritos periodísticos de Marx, la profundidad del análisis excede largamente los marcos iniciales del trabajo.

Desde el punto de vista analítico, podemos distinguir dos momentos en la carta: uno negativo, en el que Marx somete a crítica las concepciones de Proudhon, y uno positivo, donde despliega sus ideas sobre la dialéctica, sobre el papel de las fuerzas productivas en la historia y hace una reivindicación de la política de masas como respuesta de la clase trabajadora al capitalismo. 

Marx plantea que la concepción de Proudhon adolece de tres defectos fundamentales: 

1) Idealismo.

2) Carácter a-histórico.

3) Carácter pequeñoburgués, que se manifiesta en el doctrinarismo y el apoliticismo de sus teorías.

Veamos cada uno de estos puntos.

La caracterización de Proudhon como idealista no es un tema menor. Marx sostiene que “el señor Proudhon no nos ofrece una crítica falsa de la economía política porque sea la suya una filosofía ridícula; nos ofrece una filosofía ridícula porque no ha comprendido la situación actual de nuestros días en su engranaje.” (p. 147). El idealismo de Proudhon no es una cuestión académica, sino que constituye la base para comprender la naturaleza de sus teorías. 

¿En qué consiste el idealismo proudhoniano?

Consiste en que, “a su modo de ver, el hombre no es más que un instrumento del que se vale la idea o la razón eterna” (p. 150). Según esta concepción, los seres humanos son títeres de las ideas, y esas ideas que los manipulan no son otra cosa que la ideología dominante (la ideología burguesa), convertida por Proudhon en expresión de la Razón eterna, de la Justicia, etc., etc. 

¿Cuál es la fuente del idealismo proudhoniano?

Marx indica dos fuentes, una de carácter gnoseológico, y otra referida a la condición de clase de Proudhon. Según la primera, atribuye a la “falta de conocimientos históricos” del francés la incapacidad de éste para ver que “las categorías económicas no son más que abstracciones de estas relaciones reales [que entablan los seres humanos al desarrollar sus fuerzas productivas] y que únicamente son verdades mientras esas relaciones subsisten. Por consiguiente, incurre en el error de los economistas burgueses, que ven en esas categorías económicas leyes eternas y no leyes históricas, que lo son únicamente para cierto desarrollo histórico, para un desarrollo determinado de las fuerzas productivas.” (p. 153). En otras palabras, la concepción idealista de Proudhon es producto de la ignorancia de la historia. Se trata de un razonamiento simplista, poco digno de Marx. Si se es consecuente con esta explicación, Marx, en vez de dedicarse a criticar a Proudhon, debería haberle dado clases de historia, para disipar sus errores en el campo de la teoría social. El conocimiento no nos hace libres… Sin quererlo, Marx incurre en otra variante del idealismo que tanto reprocha a Proudhon.

Pero en la misma carta, Marx esboza otra explicación del idealismo proudhoniano, la que resulta mucho más fructífera que la anterior, pues permite poner en relación las ideas (el idealismo) con una determinada posición social (la pequeña burguesía) que, a su vez, genera una praxis particular: “El señor Proudhon es de pies a cabeza un filósofo y un economista de la pequeña burguesía. En una sociedad avanzada, el pequeño burgués, por virtud de la posición que en ella ocupa, se hace socialista de una parte y economista de la otra, es decir, se siente deslumbrado por la magnificencia de la gran burguesía y experimenta a la vez simpatía por los sufrimientos del pueblo. Es al mismo tiempo burgués y pueblo. En su fuero interno se ufana de ser imparcial, de haber encontrado el justo equilibrio, que tiene la pretensión de distinguirse del término medio. Ese pequeño burgués diviniza la contradicción, porque la contradicción constituye el fondo de su ser. El no es otra cosa que la contradicción social en acción.” (p. 158). El idealismo ya no es un error (el producto del error), sino una manifestación de una determinada posición de clase. El idealismo proudhoniano surge en la condiciones de vida de la pequeña burguesía y no en los cielos platónicos. 

¿Qué consecuencias lleva aparejado el idealismo de la teoría social de Proudhon?

El idealismo hace que Proudhon sea incapaz de ver la naturaleza de la sociedad moderna, en el sentido de que sirve de barrera para percibir la relación entre las ideas económicas y sociales y la forma en que los seres humanos producen su existencia. Peor aún, la existencia práctica de los hombres (que es, a la vez, el único ambiente en que pueden desarrollarse las ideas – los académicos también tienen que ganar dinero para poder ir de compras al supermercado - ) queda reducida a una cáscara que envuelve a las ideas, que son concebidas como lo único verdaderamente importante: “Cuando el señor Proudhon reconoce que no comprende en absoluto el desarrollo histórico de la humanidad – como lo hace al emplear las palabras rimbombantes de razón universal, Dios, etc. -, ¿no reconoce también implícita y necesariamente que es incapaz de comprender el desarrollo económico? (p. 148). La industria, la fábrica, eran terra incognita para Proudhon. Sólo si se ignora, por ejemplo, el contenido de la relación asalariada se puede llegar a pensar que la explotación asalariada de los trabajadores es producto de la injusticia social.

El idealismo proudhoniano tiene su correlato en el carácter a-histórico del pensamiento del francés. Proudhon opone los buenos principios de la organización social a los malos principios, y puede hacer esto precisamente porque deja de lado la historia que hacen y viven los seres humanos. “El señor Proudhon sólo puede hacer una crítica dogmática, pues no concibe nuestras instituciones sociales como productos históricos y no comprende ni su origen ni su desarrollo.” (p. 153). Dicho de otro modo, Proudhon puede dedicarse a inventar una historia de los principios morales y éticos porque deja de lado la historia que crean y sufren los mortales con el sudor de sus frentes.

Dejar de lado la historia es coherente con la concepción proudhoniana de la propiedad y de la producción mercantil. A despecho de su famosa frase “la propiedad es un robo”, Proudhon fue un celoso defensor de la pequeña propiedad de campesinos, artesanos y tenderos. Su rechazo iba dirigido contra la gran propiedad y el monopolio. Proudhon quería la producción mercantil, pero ajustada a los pequeños productores. En lo posible, nada de fábricas, ninguna concentración de los medios de producción. Ahora bien, la producción capitalista no nace de un repollo. En el mundo occidental, la economía mercantil fue una condición necesaria para el desarrollo del capitalismo. De modo que no puede afirmarse que la economía mercantil sea un camino alternativo al capitalismo ni que el pequeño propietario constituya el sujeto de la revolución socialista. Pero este es el camino elegido por Proudhon. Para ello, se ve obligado a transformar al capitalismo en un problema moral (carácter injusto del monopolio) y a ignorar la historia, pues esta última muestra con claridad la falacia de las morales absolutas (del tipo de la “Justicia Eterna”).

El idealismo y la a-historicidad del planteo proudhoniano tienen sus raíces en la posición social y el comportamiento político de la pequeña burguesía francesa. Proudhon expresa la disconformidad de ese sector social ante la expansión del capitalismo. Marx señala que el doctrinarismo y el rechazo de la política son rasgos en los que se plasma esa visión pequeñoburguesa. Proudhon “hace lo que hacen todos los buenos burgueses. Todos ellos nos dicen que la competencia, el monopolio, etc., en principio, es decir, considerados como ideas abstractas, son los únicos fundamentos de la vida, aunque en la práctica dejan mucho que desear. Todos ellos quieren la competencia, sin sus funestos efectos. Todos ellos quieren lo imposible, a saber: las condiciones burguesas de vida, sin las consecuencias necesarias de estas condiciones. (…) para ellos, el hombre burgués es la única base posible de toda sociedad (…), no pueden imaginarse un estado social en que el hombre haya dejado de ser burgués.” (p. 156). 

Marx sostiene que el carácter pequeñoburgués de Proudhon se manifiesta en el doctrinarismo de sus teorías. En este punto, idealismo y mentalidad pequeñoburguesa van de la mano. Si la realidad social aparece como un misterio y/o el producto de la maldad de los monopolios, es comprensible que se la piense con frases y que se la resuelva también con frases. Así, Proudhon puede oponer la idea de justicia a la idea de injusticia. La pequeña burguesía no tiene una alternativa real a la organización capitalista de la sociedad; desde el punto de vista material, y librada a sus propias fuerzas, no puede hacer mucho más que rezongar contra la gran propiedad y proponer paliativos para las crisis periódicas de la pequeña propiedad (crisis que, por supuesto, acompañan el desenvolvimiento del ciclo económico). Las únicas clases que pueden dar respuesta a los problemas del capitalismo son la gran burguesía y la clase obrera. Proudhon, pequeño burgués por antonomasia, ni puede ir más allá del horizonte de su clase social: “El señor Proudhon es, pues, necesariamente, un doctrinario. El movimiento histórico que está revolucionando el mundo actual se reduce, para él, al problema de encontrar el verdadero equilibrio, la síntesis de dos ideas burguesas.” (p. 156).

Buenos Aires, sábado 2 de junio de 2012


NOTA:

Todas las citas de la carta a Annenkov han sido tomadas de la traducción española incluida en Marx, Karl. (1981). Miseria de la Filosofía: Respuesta a la 'Filosofía de la Miseria' del señor Proudhon. Moscú: Progreso (pp. 147-159).

sábado, 31 de marzo de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (28): PROUDHON (1809-1865). TERCERA PARTE.



El índice completo de esta serie se encuentra disponible en: http://miseriadelasociologia.blogspot.com.ar/2011/06/historia-del-movimiento-socialista.html

Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

La exaltación del individuo por Proudhon y su rechazo hacia el Estado tenían como correlato una opinión negativa sobre la democracia representativa: "Negaba que la multitud pudiese adivinar los méritos de los candidatos que se presentasen en una elección o que exista ningún 'principio especial de justicia en lo colectivo que pueda ser elegido mediante el voto secreto'." (I: 214).

Proudhon consideraba que la política llevaba a la centralización: "Significa una concentración de poder y una pérdida correspondiente de libertad en el individuo, que puede encontrar su libertad sólo si se ve libre de autoridad y de una situación legal para decidir sus propios asuntos mediante contratos libres. Creía firmamente en la capacidad creadora del individuo; pero creía que esta capacidad podía ejercerse mejor en pequeña escala, en cuestiones en que el indivjiduo mismo podía manejar y controlar, y acerca de lo que, por consiguiente, era de esperar que juzgase racionalmente." (I: 214-215).
[Proudhon estaba influido fuertemente por las ideas liberales acerca de la política, aunque de ningún modo se lo pueda considerar un liberal ortodoxo. Su defensa del individuo, de la libertad individual y del contrato, su desconfianza haca la política y el Estado, permiten situarlo en las coordenadas del pensamiento liberal. En este punto, cabe decir que su oposición al monopolio también forma parte del núcleo del liberalismo. Proudhon pensaba que la reforma de la sociedad pasaba por la creación de condiciones que permitieran la libre acción del individuo; una vez establecidas dichas condiciones, serían los propios individuos los que modelarían una sociedad justa. Pero las condiciones que promovía Proudhon no eran otra cosa que el ordenamiento jurídico favorable a la producción de mercancías. Su defensa de la pequeña propiedad y su convicción de que era preciso tomar medidas para preservarla de los monopolios iban en contra de la sacrosanta iniciativa individual alabada por los teóricos del liberalismo; sin embargo, no puede considerarse que represente una ruptura con la matriz liberal. El anarquismo de Proudhon era mucho más burgués que proletario.]

Como era de esperarse, el individualismo de Proudhon lo llevó a oponerse a la acción política de los trabajadores: "La desconfianza de Proudhon hacia la política le condujo más tarde a negar la doctrina marxista; según la cual el proletariado puede emanciparse por sí mismo mediante una acción política o revolucionaria. El proletariado, dice, carece de directivos de la capacidad requerida para elegir entre ellos, excepto para asuntos de poca importancia, ni puede tener esperanza de adueñarse de la dirección de la sociedad, a menos que consiga aliarse con los aldeanos y los maestros artesanos, que son sus aliados naturales contra los políticos y los grandes financieros." (I: 215).

Proudhon era partidario de la conciliación entre la pequeña burguesía y la clase obrera, y era a la primera a la que correspondía el papel dirigente en esa alianza política. Su defensa de las condiciones de la producción mercantil iba de la mano con el apoyo a la pequeña burguesía como clase dirigente de la reforma de la sociedad.

La posición pequeñoburguesa de Proudhon se refleja en sus opiniones sobre la religión y sobre la familia.

Respecto a la religión, "toda su vida fue decididamente contrario a la Iglesia católica, oponiendo a la concepc,ión eclesiástica de justicia con la idea de justicia social que, según él, está representada por la gran Revolución Francesa." (I: 215). "Le parecía que todas estas religiones nuevas y antiguas defendían un principio de autoridad que negaba a las personas el derecho y la capacidad para decidir su propia forma de vida mediante sus esfuerzos personales y su colaboración voluntaria en fines comunes. (...) no negó a Dios, aunque atacó a la religión organizada. Consideraba a las iglesias, como al Estado, como imposiciones ilegítimas sobre la libertad humana, y que embaucaban la credulidad humana para sus propios fines. Creía que la verdadera religión es asunto personal, que no exige ni autoridad ni organización, sino únicamente el servicio voluntario del espíritu humano individual." (I: 215-216).

La oposición de Proudhon a las religiones organizadas fue un elemento importante en el desarrollo del laicismo francés del siglo XIX. Hay que tener presente que el laicismo fue instrumental a la lucha de los intelectuales orgánicos de la burguesía contra los intectuales tradicionales. En este caso, como en tantos otros, Proudhon no trasciende el horizonte intelectual de la burguesía.

En el caso de la familia, "Proudhon no compartía la opinión de muchos de sus contemporáneos socialistas acerca de la emancipación de la mujer. Para él, el lugar de la mujer era el hogar, es decir, el hogar campesino en el cual la mujer desempeñaba una parte principal como compañera, aunque compañera inferior, de su marido en el trabajo de la tierra y con el ganado y en las muy diversas actividades del gran hogar. Sobre esta base afirmaba la supremacía del varón como cabeza del grupo familiar." (I: 216).

Buenos Aires, sábado 31 de marzo de 2012

domingo, 4 de marzo de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (27): PROUDHON (1809-1865). SEGUNDA PARTE.

Esta nota es la continuación de: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2012/01/historia-del-movimiento-socialista-26.html


Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página.

La teoría social de Proudhon se apoya en dos supuestos básicos:

a) La sociedad es concebida "como si se tratase de una actividad económica en pequeña escala y de pequeños grupos sociales. En realidad pensaba especialmente en familias aldeanas que cultivaran pequeñas granjas, o en artesanos individuales dedicados a la producción en pequeña escala, y consideraba la tendencia hacia una organización industrial en gran escala como el resultado principal de una desigualdad económica y de condiciones sociales injustas." (I: 210-211). [La caracterización de la gran industria se comprende porque al concentrar los medios de producción creaba un monopolio que aplastaba a los pequeños productores.] as

b) La reforma de la sociedad es posible porque "existe una economía natural basada en el cambio mutuo, que aseguraría un equilibrio de intereses, mientras no interviniesen en ella ni el Estado ni los monopolios." (I: 213).

A partir de estos supuestos, Proudhon edificó su concepción de las vías para lograr la transformación de la sociedad. Es a partir de ellas que cobran sentido tanto el papel que asigna al Estado como el énfasis en la creación de un sistema de crédito gratuito.

En su opinión, la instauración de un sistema de cambio libre de los monopolios permitiría aprovechar los beneficios de la división del trabajo que, en las condiciones del capitalismo, degradaba a los trabajadores. En un régimen de cambio libre y de producción individual, la división del trabajo produciría abundancia, pues por medio de ella se potenciarían las capacidades individuales. Lo mismo ocurriría con la competencia que, de fuente de opresión para los obreros en la sociedad actual, "sería un bien bajo las condiciones del cambio libre, porque entonces estaría abierta a todos y no limitada a aquellos que tuviesen un monopolio de la propiedad del capital y del acceso a los mercados." (I: 213).

La supresión del monopolio se hallaba en estrecha relación con la concepción del valor sustentada por Proudhon. Según él, "no existe  verdadera diferencia económica entre la producción, distribución y cambio. Todas ellas no hacen más que cambiar la forma de las cosas. (...) todo trabajo útil crea valor, y merece retribución en la medida en que lo estime el comprador.  Las oscilaciones de un mercado verdaderamente asegurarán a cada hombre el equivalente del valor que haya creado, ya sea como productor directo o porque ayude al consumidor a obtener  lo que necesita. Todo trabajador útil tiene derecho en justicia a recibir el valor que su trabajo tenga para los otros hombres." (I: 214). Para Proudhon, las clases productoras se componían de obreros asalariados, artesanos maestros de pequeños talleres y los comerciantes, pues todos ellos efectuaban un trabajo útil. Los detentores de monopolios, en cambio, se aprovechaban de su posición privilegiada (obtenida generalmente por medios políticos) para apropiarse del valor generado por los productores. De ahí se deriva la necesidad de eliminar los monopolios, para encauzar el sistema económico a su funcionamiento "natural", esto es, la producción mercantil.


La posición de Proudhon frente al tema de la propiedad se deriva de sus concepciones económicas. A pesar de que en su obra más famosa, Qu' est-ce que la propriété, definió a la propiedad como un robo, "no quería decir con esto que toda la propiedad privada debiera terminar. Se oponía a ella únicamente cuando adquiría la forma de una propiedad absoluta, de tal modo que implicaba la negación de la existencia de interés social (...) Deseaba asegurar a cada hombre la posesión privada de la propiedad que necesitase la producción, y durante todo el tiempo que él y sus herederos la utilizasen, pero no más tiempo. Pensaba que esto podía hacerse en el caso de los campesinos entregando la propiedad de la tierra a las comunidades, pero reconociendo de una manera completa el deseo de asegurar la posesión como un medio necesario para asegurar los frutos de su trabajo. De ahí que propusiese un sistema de derecho garantizado a ocupar la tierra,siempre que fuese utilizada de una manera productiva, incluyendo el derecho del campesino a transmitir la tierra a sus herederos con las condiciones de que pudiesen continuar cultivándola." (I: 212-213).


[Proudhon se manifiesta en todo momento como un celoso defensor de la pequeña propiedad. Su defensa de los trabajadores se apoya en la idea de que la sociedad tiene que garantizar la propiedad del producto del trabajo a los obreros. Como ya señalamos varias veces, Proudhon se mueve dentro de órbita intelectual de la producción mercantil, cuyo eje es la propiedad privada de los medios de producción y cuya consecuencia es el capitalismo. Hay que decir que Proudhon nunca llegó a comprender la fuerza de la gran propiedad capitalista, y quedó encerrado en la dicotomía monopolio vs propiedad individual.]

La desconfianza de Proudhon hacia el Estado se derivaba de su teoría política. Su ideal era la gran Revolución Francesa de 1789, que había dado a luz las concepciones de justicia social y de libertad individual. En su opinión, justicia y libertad eran inseparables, y la expansión de las funciones del Estado conspiraba contra la libertad individual. Proudhon pensaba que "todas las formas de gobierno son injustas, porque todas se basan en la negación de la igualdad humana, y establecen una relación injusta entre los hombres. (...) aspiraba a que al fin los hombres se viesen completamente liberados del gobierno; y a que la futura organización de la sociedad se redujese a las relaciones entre hombre y hombre en circunstancias de libertad mutua completa." (I: 210). 

[Esta concepción de la política va de la mano con su defensa de la pequeña propiedad y de la producción en pequeña escala. Proudhon concibe al Estado en términos precapitalistas (es decir, el Estado anterior al surgimiento de la gran industria). De este modo, define la opresión estatal de manera abstracta, como una coerción ejercida sobre el individuo mpas que como un órgano de opresión de clase. Dado el punto de partida de Proudhon, las clases sociales quedan relativamente invisibilizadas, en detrimento de los individuos, que pasan a ocupar el centro de la escena. En este sentido, cabe decir que Proudhon está muy cercano al liberalismo.]

Proudhon propone al contrato como forma de organización capaz de resolver las dificultades planteadas por el Estado. "La esencia del 'contrato' (...) es que cada hombre debe ser libre para hacer los arreglos que le plazcan con otros hombres, bajo condiciones que garanticen que todos pueden contratar libremente, y que ningún monopolio de poder o de la riqueza altera la justicia del contrato. 'Contrato', para Proudhon, es esencialmente el hecho de contraer libremente una obligación por parte de un individuo responsable, por consiguiente, la forma necesaria de actuar de los hombres que viven en una sociedad libre. Llegan a esta concepción del 'contrato' hasta el punto de desconfiar de todas las formas de asociación que requieren la renuncia de los hombres a la acción directa de su capacidad individual, en favor de una acción mediante cualquier clase de agente colectivo o representativo que les prive de su responsabilidad personal. Admitía que cuando, por razones técnicas, es necesario organizar las industrias y los servicios en gran escala, la asociación no puede evitarse, pero quería que se redujese a un mínimo. Creía que la mayor parte de la labor de la sociedad podía realizarse a base de la acción individual sin necesidad de organización colectiva." (I: 210).


[Como se indicó anteriormente, la concepción política de Proudhon no roza la problematica del Estado moderno. Se trata de una teoría política propia de un período de transición, en el cual la mayor parte de la producción gira en torno a relaciones sociales que han quedado desfasadas frente a nuevas formas organizativas. Proudhon representa la fuerza de la pequeña propiedad en Francia, y su resistencia frente a la expansión de las relaciones capitalistas, que amenazaban a muchoes de los pequeños propietarios con el deslizamiento hacia las filas del proletariado. Esto no debe llevar a pensar que Proudhon era un sentido burgués en sentido peyorativo. No debe olvidarse que los pequeños propietarios que defendía eran mayoritariamente productores directos (campesinos y artesanos), no rentistas ni explotadores de la fuerza de trabajo ajena.]

Buenos Aires, domingo 4 de marzo de 2012

lunes, 30 de enero de 2012

HISTORIA DEL MOVIMIENTO SOCIALISTA (26): PROUDHON (1809-1865). PRIMERA PARTE.

Esta nota sigue en la serie a la que figura en: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2012/01/historia-del-movimiento-socialista-25.html


Aclaración previa. Todas las citas provienen, salvo indicación en contrario, de: Cole, G. H. D. (1980). Historia del pensamiento socialista. I: Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. La traducción es de Rubén Landa. En números romanos indico el número de volumen, y en arábigos la página. Lamennais (1782-1854).

40. Pierre-Joseph-Proudhon (1809-1865) (1)

De entrada, Cole se refiere a Proudhon como uno de los "profetas" del socialismo. Esta afirmación suscita confusión, pues si bien el movimiento socialista presenta componentes de "profetismo", de milenarismo y otras yerbas, es indudable que su formación y su ideología responden a pautas más modernas, ligadas justamente al desarrollo del capitalismo. Por supuesto, aclarar esto no implica afirmar que el socialismo es un movimiento puramente racionalista, ni tampoco implica abrir juicio sobre el papel de las elementos milenaristas en la historia de los movimientos populares. Se trata, simplemente, de enfatizar la ligazón entre el socialismo y las condiciones sociales propias del capitalismo.

El origen social de Proudhon era humilde. Su padre era un tonelero y cervecero modesto, que vivía cerca de Besancon; su madre era una aldeana. Proudhon nunca renegó de su origen social; al contrario, siempre manifestó orgullo por el medio en que había nacido. (I: 202). Autodidacta, fue aprendiz de impresor y llegó a corrector de pruebas (como curiosidad, cabe mencionar que leyó muchos libros de teología en su oficio). Toda su vida fue un gran lector. "De sus compañeros 'socialistas' y 'radicales' fue casi siempre un crítico más bien desdeñoso, especialmente si eran intelectuales, que no tenían sus raíces en la clase baja y que, por lo tanto, no llegaron a comprenderle." (I: 202).

Se opuso a los constructores de sistemas utópicos porque: a) no sabían nada de la naturaleza humana; b) se oponía a la reglamentación de la vida humana. (I: 202). Sus ideales eran la libertad, a la que concebía como la posibilidad de los seres humanos para hacer lo que quisieran; justicia, definida como reciprocidad. Todos los hombres debían gozar de la libertad en forma recíproca (libertad igual a la de los demás). Justicia y libertad, entendidas de este modo, debían convertirse en los fundamentos del sistema social. (I: 203).

Proudhon introdujo la palabra anarquismo en el vocabulario político. Si bien se definía a sí mismo como "socialista", hay que subrayar que esta palabra no tenía, hacia 1840, las connotaciones posteriores en cuanto a la necesidad de acción política y al Estado. (I: 203). Cole indica que el Estado en la primera mitad del siglo XIX "era concebido, por la mayoria de los partidarios de un cambio social, como un poder externo superpuesto a sus súbditos, y no como un organismo que representara a la amplia mayoría de los ciudanos." (I: 203). 

[El punto es interesante, porque permite pensar una especie de sucesión de "ciclos" de difusión del anarquismo en el movimiento obrero y en las corrientes de izquierda. En tanto el Estado estuvo controlado exclusivamente por las clases dominantes (tanto en lo que respecta a su función - reproducción y defensa de las relaciones de poder existentes, en especial de la propiedad privada - como en la correspondiente a la composición de su personal), una parte importante de los dirigentes y militantes obreros y populares concibieron la política por fuera del Estado. Así, los socialistas utópicos - con excepción de Saint-Simon - se dirigieron a los empresarios y a los trabajadores para poner en marcha la reorganización de la sociedad, y no al Estado. También una parte importante de la militancia obrera promovió la autoorganización de los trabajadores, rechazando toda intervención estatal. El cartismo fue la excepción (cosa que lo hace todavía más importante).


Ahora bien, en cuanto las luchas populares por el sufragio universal comenzaron a horadar los sistemas políticos excluyentes, muchos intelectuales empezaron a ver al Estado como una herramienta necesaria para lograr las transformaciones socialistas. De la hostilidad y el rechazo se pasó a la conciencia de la necesidad. Por supuesto, en este cambio de actitud influyó fuertemente la tradición marxista, que desde  el primer momento sostuvo que la clase obrera tenía que tomar el poder para llegar al socialismo. 

A lo largo del siglo XX, los regímenes democrácticos mostraron su impotencia para, siquiera, reducir las desigualdades sociales. Esto, sumado a la implosión del "comunismo soviético", generó una apatía generalizada hacia la política. El Estado volvió a ser concebido como un instrumento de los ricos, y los sectores populares se retrajeron dee la política. En este marco florecieron nuevas versiones del anarquismo, para las cuales la transformación social tenía que darse fuera del Estado, sin tomar el poder (John Holloway es el exponente más significativo de esta concepción).]


Proudhon consideraba que la Revolución Francesa habia quedado incompleta, pues la Constitución Republicana de 1793 nunca entró en vigencia. La historia francesa posterior a 1793 (Directorio, Consulado, Imperio, Restauración) mostraba al Estado como "una materialización del poder sobre el pueblo (...) poder coercitivo sobre el pueblo." (I: 203-204). En este punto, pensaba que era necesaria una nueva Constitución, "pero no debería haber un cuerpo permanente de delegados que creyesen representar al pueblo, o que tuviesen autoridad sobre éste. La autoridad permanente habría de ser (...) la ley misma, no un grupo de hombres que seguramente la pervertirían, y que serían víctimas del afán de poder sobre los demás." (I: 204). [Proudhon manifiesta aquí un doble fetichismo. De un lado, la ley adquiere propiedades humanas, puede sostenerse a sí misma; del otro, el poder hace malos a los hombres que gobiernan. Afirmar esto último equivale a no decir nada, pues en la historia ha habido muchas formas de poder, siendo justamente lo interesante el establecer las diferencias entre éstas.]


Rechaza el asociacionismo (2) como forma de organización de la nueva sociedad: "Desconfiaba del elemento de poder del asociacionismo, tanto como en el del Estado, desconfiaba de toda clase de organización que limitase la libertad del individuo más allá de lo que fuese absolutamente necesario para asegurar su carácter 'recíproco', es decir, que no negase la misma libertad a los demás hombres." (I: 205).


La clave de la nueva organización social estaba en la familia, a la que concebía "como un grupo patriarcal bajo un hombre, que era su cabeza, el padre. (I: 204-205). Rechazaba tanto los ataques al matrimonio como la herencia; en verdad, no era contrario a la herencia sino a sus perversiones bajo arreglos constitucionales injustos. (I: 206).

A partir de la familia, Proudhon proponía una reorganización del orden social, que contenía fuertes elementos de la ideología de los pequeños propietarios (campesinos y artesanos). Ya se ha indicado que concebía a la sociedad como una reunión de familias, cada una de las cuales perseguía fines propios. Según él, esto era una ley natural, pero no tenía que conducir necesariamente a la expansión de la discordia y del conflicto. Proudhon pensaba que "era posible conseguir que las discordias producidas de este modo [cada familia buscaba satisfacer sus propios fines] se armonizasen dentro de una amplia estructura social basada en la justicia recíproca." (I: 206). 


[En definitiva, Proudhon separaba a las leyes de la circulación mercantil, que establecían el intercambio de equivalentes - cantidades iguales - entre productores libres e iguales, de la producción capitalista, basada en la desigualdad inmanente entre capitalistas y trabajadores en el proceso de producción. Como tantos otros reformistas, Proudhon la circulación de mercancías sin los males producidos por la apropiación capitalista de los productos de la producción. Por lo tanto, se trata de corregir los inconvenientes de la circulación sin tocar la propiedad privada de los medios de producción (base de la producción capitalista).]


Proudhon rechaza las apelaciones a la igualdad económica formuladas por los socialistas utópicos tipo Cabet. (3) Promover la igualdad era, en su opinión, una locura, pues "hacer esto sería destruir todo eI todo estímulo de trabajo, porque el estímulo efectivo es el deseo de mejorar el grupo familiar." (I: 206). "Lo que es necesario abolir no es la desigualdad, sino la injusticia, es decir, no las desigualdades basadas en trabajos desiguales, sino las que nacen del privilegio y del monopolio. Cada individuo, cada familia, debe recibir todo el fruto de su trabajo de acuerdo con el principio del justo intercambio. Este principio es el que todos los proyectos económicos de Proudhon tratan de fomentar y de proteger." (I: 206). 


[Lejos de impugnar a la producción mercantil  - y la producción mercantil es la base del capitalismo -, Proudhon transforma el problema social en un problema moral. No se trata de eliminar las relaciones de producción capitalista, sino de establecer la justicia recíproca en los intercambios.]


¿Cómo asegurar la vigencia de la justicia recíproca en los intercambios? Como dijimos, Proudhon consideraba que era necesario remover los monopolios y los privilegios para asegurar la justicia. Además, era preciso asegurar a los productores (que Proudhon equiparaba a los campesinos, artesanos, pequeños propietarios) las condiciones para que pudieran desarrollar sin trabas ni limitaciones su trabajo. En este punto, su principal propuesta era la instauración de un sistema de crédito gratuito: "Esto (...) es lo que se necesita a fin de permitir que los productos del trabajo sean cambiados equitativamente, y para que la propiedad individual quede asegurada (...) censuraba el patrón oro como el instrumento según el cual los monopolistas podían negar el derecho de producir riqueza. No se necesitaba otro patrón o norma, sostenía, que el proporcionado por los artículos mismos, como productos del trabajo de los hombres. Un sistema de crédito que pusiese el dinero al alcance de todos en proporción a su capacidad para producir, aseguraría trabajo para todos y producción abundante sin necesidad de ningún sistema estatal de 'talleres nacionales' (4) o cuaquier otra estructura elaborada de asociaciones. El crédito gratuito (5), y limitado sólo por la capacidad de producción, aseguraría amplios mercados y la retribución de todo productor con arreglo al valor social de su producto. Asegurado esto, nada más había que hacer por el Estado o por cualquier otra autoridad dotada de poder coactivo. Los productores individuales, empleando sólo las formas de asociación voluntaria que las condiciones de producción requiriesen, harían lo demás por sí mismos." (I: 207).

[Para Proudhon los males de la sociedad moderna residen en la esfera de la circulación de mercancías, donde el monopolio coarta los sanos esfuerzos de los productores. En este punto, Proudhon aparece como la versión pequeñoburguesa del liberalismo de Adam Smith. Proudhon no ataca la apropiación privada de los frutos del trabajo ni la división de la sociedad en individuos atomizados ("recíprocamente indiferentes", diría Marx). El trabajo sobre la base de la propiedad privada es visto como natural, y sólo es censurable en la medida en que adquiriere el carácter de monopolio. Ahora bien, el punto de vista de Proudhon surge del ambiente social de las pequeñas ciudades de Francia en la primera mitad del siglo XIX, pero se muestra incompatible con las condiciones de la gran industria (aún con el nivel de desarrollo alcanzado por ésta a mediados del siglo XIX). Proudhon no comprende el capitalismo, ni el papel que juega en este el Estado.]

La instauración de un sistema de crédito gratuito requiere, a pesar de los reparos de Proudhon, de la intervención del Estado. Pero ésta debe ser limitada: "Corresponde al Estado declarar cuáles son las relaciones económicas justas, no determinar las manifestaciones de la libertad." (I: 206) (6). El resto tenía que ser reservado a la libre actividad de los productores. Proudhon confiaba en "la capacidad inherente en la clase obrera para su propia expresión y su propia organización. Siendo un autodidacta, estaba convencido de que la sagacidad natural del aldeano le permitía dominar fácilmente cualquier rama del saber que le interesase." (I: 207) (7). 

Buenos Aires, miércoles 1 de febrero de 2012

NOTAS:

(1) Cole dedica a Proudhon el capítulo XIX de su obra (I: 202-219). 
Las obras principales de Proudhon son: 

Qu'est-ce que la propriété? (1840). La edición de 1849 se encuentra disponible online en: http://www.archive.org/stream/questcequelapro02prougoog#page/n8/mode/2up


Avertissment aux propriétaires (1842)


Système de contradictions économiques, ou philosophie de la misère (1846). Ver online la primera edición en: http://www.archive.org/stream/systmedescontra00prougoog#page/n13/mode/2up


(2) Bajo este rótulo incluía tanto al sansimonismo ortodoxo (sociedades anónimas dirigidas por sabios e industriales) como las escuelas de Blanc, Fourier, Owen, Buchez. 

(3) Para una exposición general de las ideas de Cabet, ver  http://miseriadelasociologia.blogspot.com/search/label/Cabet%20Etienne

(4) Para la propuesta de los Talleres Nacionales (1848), impulsada por el socialista francés Louis Blanc, puede consultarse: http://miseriadelasociologia.blogspot.com/2011/09/historia-del-movimiento-socialista-21.html

(5) El crédito gratuito era un proyecto que consistía en proporcionar capital a todos los productores dispuestos a producir bienes y servicios. El capital sería proporcionado por un banco nacional, cuyos fondos iniciales serían reunidos mediante una contribución impuesta a los capitalistas y latifundistas, más una deducción sobre los salarios de los empleados públicos. El banco debía ser una entidad autónoma (no dependiente del Estado).Daría crédito a productores individuales y, de ser necesario, a asociaciones obreras. Por sus créditos, el banco cobraría un pequeño interés, destinado a cubrir sus gastos de administración. Proudhon llamó mutualismo a este sistema.


(6) "No concebía la abolición del Estado en el sentido de implicar la falta de una constitución o de una base legal para la nueva sociedad. El Estado al que se oponía era el que llamaba Estado de la 'política', en oposición a la estructura constitucional requerida para proporcionar una base adecuada a la organización del trabajo." (I: 213). Las tareas fundamentales del nuevo "Estado" consistirían en garantizar el sistema reformado de propiedad y el banco de crédito gratuito. (I: 213).


(7) Proudhon tenía facilidad para aprender. Fue un "hombre de negocios sumamente competente". Tomó parte en varios negocios, incluyendo la gerencia de una empresa de transportes. (I: 208).