“Es verdad que, mientras no hacía otra cosa que considerar
las costumbres de las demás personas, no encontraba en ellas
casi nada seguro, y hallaba en ellas casi tanta diversidad como
había encontrado antes entre las opiniones de los filósofos. “
René Descartes (1596-1650), filósofo francés.
Bienvenidas y bienvenidos a la undécima clase del curso.
El encuentro de hoy es una continuación del anterior, pues
desarrollaremos mi artículo sobre la ideología [1], del que ya presentamos su
objetivo y estructura. El tema de hoy es la objetividad. Para ello
examinaremos algunas de las teorías de la ideología.
Vayamos a la clase propiamente dicha.
El supuesto
fundamental del empirismo consiste en la afirmación de que el
conocimiento surge de la información proporcionada por los sentidos. Los datos
brindados por nuestros sentidos provienen directamente de las cosas, sin la
mediación de teorías o conceptos previos. Los conceptos, las definiciones, las teorías
nacen a partir de los datos de los sentidos, no son previos a la percepción.
Los
empiristas sostienen que en el proceso de conocimiento existe una etapa de
recolección de información, donde la mente humana actúa como una hoja en blanco
en la que se inscriben los datos. La existencia de esa etapa es la base en que
se apoya la noción de objetividad defendida por la CNE de las CS. Más todavía,
esa base es la justificación última de todas las teorías tecnocráticas,
que sostienen que los problemas sociales pueden ser resueltos por la ciencia y
la tecnología, puesto que ambas tienen un punto de partida neutral, objetivo.
Por ejemplo,
cuando un economista quiere justificar un plan de ajuste que reducirá los
ingresos de los asalariados, se escuda en que ese plan expresa los postulados
de la ciencia económica, y esos postulados son objetivos pues se apoyan en
datos que son imparciales. En las CS la afirmación de la neutralidad de la
ciencia permite justificar la intervención de los científicos en defensa de
determinados intereses de clase. Esa intervención se presenta como
indiscutible, pues está “blindada” bajo el paraguas de la ciencia “neutral”.
[2]
Para la CNE, la
ciencia se define a sí misma como incondicionada, en el sentido de que
sus datos y sus teorías no se hallan condicionados por el contexto histórico y
social en que son producidos. Según esta perspectiva, el científico social se
halla por encima de los intereses de los grupos sociales enfrentados. El
conocimiento que produce es superior al producido por esos grupos sociales
porque tiene carácter “neutral”.
Ahora bien,
las cosas son bien diferentes en el mundo de la ciencia real. Como hemos visto
en clases anteriores, la filosofía política utilizó la noción de NH para
justificar determinadas relaciones de poder en la sociedad (por ejemplo, el
esclavismo). También analizamos cómo la CNE de las CS se dio en el marco del
desarrollo de las RS capitalistas y cómo esas CS contribuyeron al desarrollo y
estabilización de la sociedad capitalista. Si bien se trata de ejemplos muy
esquemáticos, sirven a los fines de mostrar que las CS se hallan condicionadas
por el ambiente histórico y social en que son producidas.
La teoría
de la ideología proporciona nuevos elementos para la comprensión del
carácter condicionado de las CS. En este punto es necesario aclarar que bajo la
denominación “teoría de la ideología” agrupo un conjunto de teorías (muchas de
ellas enfrentadas entre sí) que intentan explicar la ideología. Como habrán
observado, en el artículo que estamos analizando no se formula ninguna
definición definitiva del concepto de ideología, sino que se hace referencia a
las definiciones elaboradas por varios autores. Para facilitar la lectura, voy
a proporcionar aquí una definición provisional.
La
noción de ideología designa al conjunto de ideas y representaciones acerca del
mundo y de la sociedad, desarrolladas por un grupo de personas que comparten
entre sí condiciones similares de vida.
Así, por
ejemplo, cabe hablar de una ideología de los empresarios, de los trabajadores,
de los campesinos, etc.
Lo
fundamental en esta manera de definir la ideología consiste en comprender que
las ideas y representaciones son el resultado de la vida social y no a la
inversa. Parafraseando a Karl Marx (1818-1883), el ser social determina la
conciencia.
A poco que
reflexionemos sobre lo dicho hasta aquí, se comprende que la teoría de la
ideología asesta un golpe decisivo a la concepción de una ciencia
incondicionada, neutral y objetiva. De ahí se deriva la importancia del
conocimiento de esa teoría para encarar el problema de la objetividad de las
CS.
No vamos a
repetir aquí lo dicho en el artículo, pues ello sería redundante. Pero sí es
conveniente comentar los puntos fundamentales del texto, pues eso reforzará la
crítica del carácter incondicionado de las CS y, por ende, de la concepción de
objetividad propuesta por la CNE.
Los primeros
en abordar científicamente el estudio de la ideología fueron los “ideólogos”.
Este término es utilizado por los historiadores para denominar a un grupo de
filósofos franceses que participaron en la Revolución de 1789. Ellos adherían
al pensamiento de la Ilustración, que defendía la igualdad de los
SH y consideraba que el feudalismo y la monarquía absoluta eran instituciones
que iban en contra de la NH. Los “ideólogos” ocuparon cargos en el sistema
educativo construido por la Revolución. Se concentraron en la tarea de eliminar
los residuos del pensamiento aristocrático y feudal mediante el desarrollo de
un programa educativo centrado en las ideas de igualdad y libertad. Pero pronto
tropezaron con la gran resistencia opuesta por el pensamiento antiguo a las
ideas revolucionarias. Eso los llevó a preocuparse por el estudio de las ideas,
concibiendo el proyecto de una nueva ciencia, la “ideología”. Su razonamiento
era sencillo: si podíamos conocer el origen de las ideas, sería posible crear
nuevas formas de pensar y nuevos conceptos, adecuados a las condiciones
sociales del período posrevolucionario.
Napoleón
Bonaparte (1769-1821), quien asumió el título de emperador en 1804, despojó de
sus cargos a los “ideólogos” y persiguió sus ideas. El nuevo gobernante afirmó
que la ciencia de la ideología ponía en riesgo la creencia en el carácter
sagrado de las instituciones, pues mostraba el origen de esas instituciones. Un
dios que tiene fecha de nacimiento deja de ser dios, por la sencilla razón de que
hubo un período de tiempo en que no existió.
La primera de
las teorías de la ideología surgió, pues, en el contexto de la Revolución
Francesa, cuando la burguesía arrebató el poder político a la nobleza. Algo
semejante ocurrió con el marxismo, que retomó y desarrolló una nueva
teoría de la ideología en el marco del surgimiento del movimiento obrero
moderno.
Karl Marx y Friedrich Engels
(1820-1895) contribuyeron de modo decisivo al desarrollo de la teoría
socialista. [3] Ambos retomaron la noción de ideología, caída en el olvido
luego de la derrota de los “ideólogos”, en un extenso manuscrito titulado
precisamente La ideología alemana, redactado entre 1845 y 1846. [4]
Ese texto ocupa un lugar importante en el desarrollo de la teoría marxista, dado
que representó los resultados de una larga evolución intelectual.
Marx y Engels militaron inicialmente en
las filas del liberalismo (tal como era entendido en Alemania en la década de
1840). En esa época un grupo de seguidores de la filosofía de Georg Hegel (1770-1831),
los Jóvenes hegelianos, utilizaban las ideas de dicho filósofo para
el combate contra el absolutismo reinante en Prusia, el más importante de los
numerosos Estados en que se dividía el territorio alemán.
Marx y Engels integraron durante un
tiempo el grupo de los Jóvenes hegelianos. Sin embargo, terminaron por
convencerse de la impotencia del liberalismo alemán y fueron acercándose al
movimiento obrero, que estaba dando los primeros pasos en Alemania, pero que ya
tenía un desarrollo importante en Gran Bretaña y Francia. En este
sentido, La ideología alemana expresa el ajuste de cuentas con
el idealismo dominante en la filosofía alemana de la época. A su vez, la
obra constituye la primera presentación de los fundamentos de la teoría
marxista de la sociedad.
Los filósofos idealistas, entre los
que se contaban los Jóvenes hegelianos, pensaban que las ideas creaban la
sociedad. [5] Por lo tanto, si esas ideas se modificaban, la sociedad cambiaba.
En el caso concreto del régimen absolutista imperante en Prusia, había que
criticar la idea del absolutismo, demostrar que iban en contra del desarrollo
pleno de la personalidad humana, para deshacerse de ese régimen político.
Marx y Engels adoptaron un punto de
partida diferente. Para ellos, el ser social determina la conciencia. Esto
significa que nuestro modo de vida condiciona las ideas con que pensamos ese
modo de vida. [6]
La realidad material condiciona la
realidad espiritual.
La afirmación anterior es la base de
la crítica a las concepciones idealistas, pero también a las empiristas, de la
ciencia. El científico social no se encuentra por encima de la realidad social
de su tiempo. Todo lo contrario. Sus ideas y sus teorías se encuentran
condicionadas por las relaciones sociales en que se hallan insertos los
científicos. En este punto podemos relacionar el planteo de Marx y Engels con
la teoría del epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), que acuñó la
noción de paradigma.
Sin embargo, Marx y Engels no se
limitan a señalar que las ideas se hallan condicionadas por el contexto
histórico y social. Al examinar las características de las diversas formas de
organización social que se dieron a lo largo de la historia, encontraron que en
cada una de ellas existía una clase dominante y unas clases dominadas. [7] Como
es lógico, la clase dominante buscaba perpetuar su dominación; para lograrlo,
cada clase dominante procuró difundir su ideología al conjunto de la sociedad.
La tesis de la ideología dominante
plantea que las ideas dominantes en cada sociedad son las ideas de la clase
dominante.
Esto requiere de un trabajo
específico: una parte de los integrantes de la clase que ejerce la dominación
se dedican a desarrollar las ideas de su clase y a difundirlas a las otras
clases de la sociedad. Son los intelectuales de la clase
dominante.
La ideología dominante se difunde en
el interior de las clases dominadas, adoptando la forma de falsa
conciencia. Esto significa que la experiencia de vida de esas clases es
deformada por la ideología. Repito un ejemplo: los empresarios aparecen como el
“sector productivo” en la sociedad, en tanto que los trabajadores, quienes
producen efectivamente, se ven a sí mismos como un sector subordinado. [8]
La “falsa conciencia” es presentada
en La ideología alemana como un efecto de la tarea de los
intelectuales. De ese modo, parece ser que basta con revelar la falsedad de la
ideología, con mostrar cómo funciona efectivamente la realidad, para disipar
los efectos de la “falsa conciencia”. El planteo de Marx y Engels se asemeja al
de los filósofos de la Ilustración, quienes sostenían que el conocimiento
liberaba a los SH. Este es el punto más débil de la teoría de la ideología
esbozada en La ideología alemana. El problema con esa teoría es el
siguiente: a) la ideología se deriva de las condiciones de vida de los SH, pero
b) la ideología se erradica informando sobre cuáles son las condiciones reales
de vida de esos SH. Entre a y b existe una contradicción, pues la información,
el conocimiento, no erradican las condiciones materiales de vida que originan a
la ideología. Es cierto que Marx y Engels proponen en La ideología
alemana otra forma de terminar con la ideología de la burguesía:
la revolución socialista, que elimina la propiedad privada de los
medios de producción y, con ello, las condiciones que producen la ideología
burguesa. Pero persiste la dificultad planteada por la concepción de la
ideología como “falsa conciencia”.
A la dificultad mencionada hay que
agregarle otra cuestión, estrechamente relacionada con aquella. Si bien Marx y
Engels afirman que la ideología es producto del ser social, parece desprenderse
del texto la afirmación de que los intelectuales de la clase dominante son los
principales productores de la ideología dominante. En otras palabras, la
ideología es una creación de los intelectuales. Pero si esto es así, la
concepción materialista de la ideología, (el reconocimiento de que ésta se
origina en las condiciones sociales) se ve debilitada.
Voy a concluir aquí la clase para no
hacerla demasiado extensa. En nuestro próximo encuentro continuaremos revisando
diferentes teorías de la ideología, comenzando por la teoría del fetichismo de
la mercancía.
Les agradezco mucho
su atención.
Villa del Parque, viernes 23 de octubre de
2020
ABREVIATURAS:
CNE = Concepción naturalista-empirista / CS = Ciencias sociales / NH = Naturaleza humana / RS = Relaciones sociales / SH
= Seres humanos
NOTAS:
[1] Mayo, A. (2012),
“La teoría de la ideología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las
ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas
de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 223-247).
[2] En esta clase
utilizo los términos “objetividad” y “neutralidad” como sinónimos.
[3] Aquí sólo es
posible hacer una presentación sumamente esquemática de la trayectoria
intelectual y política de Marx y Engels. Los interesados en profundizar esta
cuestión pueden consultar: Löwy, M. (2010). [1° edición: 1970]. La
teoría de la revolución en el joven Marx. Buenos Aires: Herramienta y El
Colectivo.
[4] La ideología
alemana no se publicó en vida de Marx y Engels. La primera edición de la
obra data de 1932.
[5] Todo lo dicho
aquí implica una visión muy esquemática del idealismo alemán, con el objetivo de
simplificar las cosas para su mejor comprensión en la clase. Los interesados en
esta corriente filosófica, cuyo principal exponente es Hegel, pueden consultar: Marcuse, H. (1986). Razón y revolución: Hegel y el
surgimiento de la teoría social. Madrid: Alianza.
[6] Marx y Engels sostienen que es el ser social (la forma en que
obtenemos lo que necesitamos para vivir, la manera en que nos relacionamos con
nuestros semejantes, etc.) quien determina la conciencia. En otras palabras,
nuestras ideas sobre el mundo y la sociedad surgen a partir del modo concreto
en que vivimos. Un empresario piensa a la sociedad de manera diferente a un
trabajador, y esa diferencia surge de que tienen modos diferentes de vivir.
Pero en la sociedad capitalista existe una clase dominante, la burguesía, cuya
dominación se deriva de que es propietaria de los medios de producción. Con la
tesis de la ideología dominante, Marx y Engels plantean que las ideas
dominantes en la sociedad son las ideas de la clase dominante. La clase que
tiene el poder económico ejerce también el poder ideológico en la sociedad; una
de las fuentes de ese poder es la propiedad privada de los medios de
comunicación, que son controlados por la burguesía. Mediante ese poder, la
clase dominante inculca una "falsa conciencia" a las otras clases
sociales. Es falsa en la medida en que distorsiona las condiciones reales de
vida, haciendo que sean percibidas de un modo conveniente a la clase dominante.
Por ejemplo: los trabajadores producen la riqueza de un país; sin embargo, es habitual
escuchar decir a trabajadores que los empresarios les dan trabajo. De ese modo
se ven a sí mismos como desempeñando un rol pasivo en el proceso productivo
[7] Excluyo de esta
caracterización a las sociedades de cazadores y recolectores, en las que no
existían clases sociales.
[8] La noción de "falsa conciencia", elaborada por Marx y Engels en su obra La ideología alemana. Ambos autores plantean que las ideas están condicionadas por la forma en que los individuos producen su existencia. De ese modo, las ideas no crean la realidad, sino que se hallan condicionadas por esa realidad. En toda sociedad dividida en clases sociales las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en la sociedad. Por eso Marx y Engels hablan de "ideología dominante" cuando se refieren a la ideología de la burguesía, que es la clase dominante en el capitalismo. La burguesía está interesada, para mantener su dominio sobre el resto de las clases de la sociedad, en presentar sus puntos de vista como naturales, como los únicos posibles, y de inculcarlos a las otras clases. De esta manera, las clases dominadas terminan adhiriendo a una ideología que presenta de manera falsa los motivos de su situación. A esto lo denominan "falsa conciencia".