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martes, 29 de marzo de 2022

DESCARTES, O EL ENTUSIASMO DE LA RAZÓN: APUNTES SOBRE EL DISCURSO DEL MÉTODO



 

“No basta tener un buen entendimiento, 

sino que lo principal es aplicarlo bien”.

René Descartes


René Descartes (1596-1650) es uno de los filósofos más importantes de la Modernidad. El conocimiento de sus obras, en especial las dedicadas al método, puede ser considerado como una propedéutica indispensable para toda persona interesada en dedicarse a la ciencia de la sociedad. Esta afirmación, lanzada sin mayor preámbulo, resulta abstracta. Para demostrar su validez no encuentro mejor camino que pasar a comentar el trabajo más conocido del filósofo francés, haciendo hincapié en algunas cuestiones que interesan especialmente a los científicos sociales.

Discurso del método no requiere presentación. [1] A lo sumo, pueden formularse unas pocas referencias para poner en contexto al lector. En este sentido, hay dos cuestiones que no pueden soslayarse: a) la crisis del pensamiento medieval [2], producto del efecto combinado de desarrollo de la economía mercantil, el surgimiento de los Estados nacionales y la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII; b) el clima de miedo y persecución generado por la Contrarreforma y el juicio al físico y astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642).

Descartes trabajó en elaborar una respuesta a la crisis de la filosofía medieval. Esa respuesta fue el racionalismo; sus resultados (aplicación del método al estudio de la Naturaleza) y se plasmaron en un manuscrito que iba a ser publicado. Pero el proceso a Galileo cambió radicalmente las cosas. Descartes tuvo miedo y optó por un silencio prudente. [3]

Pero el poder de la Iglesia tenía límites. Descartes decidió salir del closet y presentar las conclusiones de su labor. Lo hizo por medio de una obra sobre el método. Vistas las cosas desde la distancia fue una excelente decisión. El manuscrito sobre el mundo envejeció rápido debido al progreso científico; el método, en cambio, mantuvo su frescura porque expresó con nitidez el corte con la antigua forma de pensar.

El Discurso es el grito de juventud de la razón, donde esta manifiesta una confianza ilimitada en su poder para conocer y transformar el mundo. [4] A pesar del miedo a la censura (y la consiguiente prudencia cartesiana), la obra constituye el elogio de la razón, que es puesta por encima de cualquier otro instrumento conocido, hasta tal punto que ella se atreve a concebir el funcionamiento del mundo despojado de la intervención divina. [5]

La estructura de la obra es sencilla. Descartes narra las peripecias de su viaje de descubrimiento, para luego describir las características del método hallado y algunas aplicaciones del mismo. [6]

La bibliografía sobre el método cartesiano es inmensa; por ello es innecesario desarrollar aquí lo expuesto infinitamente mejor por otros. Basta con indicar un par de cosas. 

En primer lugar, la crisis del pensamiento medieval ocasionó una profunda desconfianza hacia los caminos para llegar a la verdad; la autoridad de los libros sagrados y de los autores reconocidos perdió fuerza y, a la vez, se exaltó la observación, lo empírico. Pero Descartes notó que los sentidos podían engañarnos y que el conocimiento empírico presentaba fallas. De ahí su búsqueda de un conocimiento cierto, del no que no podía dudarse, la cual lo condujo a la conclusión célebre: “Je pense, donc je suis” [7], idea núcleo del racionalismo.

En segundo lugar, transforma la debilidad en fortaleza y eleva a la duda al lugar de principio fundamental del método para llegar a la verdad. El cambio respecto al pensamiento medieval es notorio; mientras que los medievales postulaban la fe para alcanzar la verdad, Descartes recomienda dudar de todo y poner a prueba lo sabido hasta llegar a demostrar que es indudablemente cierto. De este modo lleva al proceso de secularización iniciado en el siglo XV a su conclusión lógica. No importa que luego intente probar la existencia de Dios o defienda el dualismo cuerpo-alma; la duda, convertida en sistema, socava los cimientos de la ideología medieval. 

El uso de la duda como herramienta metodológica abrió las puertas para la construcción de una ciencia de la sociedad libre de las ataduras religiosas. Sin embargo, abrir la puerta no implica necesariamente entrar. En la práctica Descartes fue extremadamente renuente a aplicar su método a las cuestiones sociales y políticas. 

Ahora bien, el nuevo método no tenía por objetivo la búsqueda de la verdad en sentido abstracto. Si bien Descartes enaltece repetidamente los goces que provoca encontrar la verdad, su propósito no es la contemplación de lo hallado. En este punto se observa otra de las rupturas con el pensamiento medieval. Para los modernos, el conocimiento es una herramienta para mejorar las condiciones materiales de la vida humana; por ejemplo, Descartes confía en poder encontrar los medios para preservar la salud y prolongar la existencia de las personas. En pocas palabras, el conocimiento está ligado a la acción. [8]

Por último, el Discurso presenta otro aspecto interesante para la ciencia de la sociedad. El racionalismo no fue la primera tentativa de resolución de la crisis de la filosofía medieval; el empirismo primereó en la formulación de un método para obtener nuevo conocimiento. Los empiristas, con su defensa de la validez de los sentidos para conseguir un saber verdadero, parecían haber descubierto la respuesta a todas las dificultades. ¿Cómo dudar de lo que ven nuestros ojos, de lo que escuchan nuestros oídos, etc.? Sin embargo, Descartes se atrevió a dudar y demostró que el empirismo es incapaz de garantizar una certeza infalible. 

Mostrar los límites del empirismo no equivale a rechazar el conocimiento empírico; nada de eso. Significa desacralizar lo existente, pues lo asequible a los sentidos es el último bastión de lo sagrado, dado que reviste la fortaleza de lo que podemos ver y tocar, de lo que no exige esfuerzo para ser conocido. El rey y la Iglesia existen, pero eso no garantiza que sean infalibles. Dudar de lo empírico es un paso necesario para construir la ciencia de la sociedad, liberándola de la adoración de lo que existe. Descartes dio ese paso y, sin quererlo, despejó el terreno para edificar la ciencia de la sociedad.


Villa del Parque, martes 29 de marzo de 2022



NOTAS:

[1] La obra, cuyo título original es Discours de la méthode, pour bien concluire sa raison et chercher la vérité dans les sciences, plus La Dioptrique, Les Météores, La Géométrie qui sont des Essais de cette Méthode, se publicó por primera vez en Leyden en 1637, sin indicación de autor. Contra la costumbre de la época, la obra vio la luz en francés, algo que Descartes justificó así al final de la obra: “Y si escribo en francés, que es la lengua de mi país, más bien que en latín, que es la de mis preceptores, es porque espero que quienes sólo se sirven de su razón natural toda pura, juzgarán mejor de mis opiniones que quienes no creen más que en los libros antiguos. Y respecto de aquellos que unen el buen sentido al estudio, que son los únicos que deseo por jueces, estoy seguro de que no serán tan parciales en favor del latín que se nieguen a escuchar mis razones por el hecho de que las explique en lengua vulgar.” (p. 118).

Para la redacción de esta ficha utilicé la traducción española de José Rovira Armengol (1903-1970): Descartes, R. [1° edición: 1637]. (1977). Discurso del método. Buenos Aires, Argentina: Losada. 120 p. (Biblioteca clásica y contemporánea; 284). La edición incluye una introducción redactada por el filósofo argentino Francisco Romero (1891-1962), titulada “Descartes y el Discurso del método” (pp. 7-24) y una orientación bibliográfica (p. 25)

[2] Utilizo el término “pensamiento medieval” y no “filosofía medieval” para destacar que la crisis abarcó el conjunto del pensamiento, tanto el de los eruditos e intelectuales, como el del resto de las personas.

[3] El tratado titulado  El Mundo, o Tratado de la luz (en francés: Le Monde / Traité du monde et de la lumière) fue redactado por Descartes entre 1629 y 1633. Pretendía reunir en una única obra el conjunto de la filosofía cartesiana, así como también su física y su biología. El autor desistió de publicarlo cuando tuvo noticia del proceso seguido a Galileo. El Mundo sólo vio la luz de manera póstuma, siendo publicado de manera completa en 1677.

[4] La razón es definida como “la potencia de juzgar bien y distinguir lo verdadero de lo falso” y “es por naturaleza igual entre todos las personas” (p. 28) [El traductor escribe “los hombres”, me permití modificar ligeramente el texto - AM-]

[5] El pasaje crucial se encuentra en la Quinta parte del Discurso, dedicada a la naturaleza: “Yo no quería inferir de todo eso que este mundo haya sido creado del modo que yo proponía, pues es mucho más verosímil que desde el principio lo hiciera Dios tal como debía ser. Pero es seguro - y opinión comúnmente aceptada entre los teólogos - que la acción mediante la cual él lo conserva, es exactamente la misma mediante la cual lo creó; de suerte que aunque al principio no le hubiera dado otra forma que la del caos, con tal de que, habiendo establecido las leyes de la naturaleza, le prestara todo su concurso para obrar como ella tiene por costumbre, puede creerse sin menoscabo del milagro de la creación que por esto sólo todas las cosas que son puramente materiales habrían podido con el tiempo llegar a ser en ella tal como nosotros las vemos actualmente. Y su naturaleza es mucho más fácil de concebir cuando se las ve nacer poco a poco de esta suerte que cuando solamente se las considera ya hechas del todo.” (p. 82; el resaltado es mío - AM-). 

[6] Descartes dividió el discurso en seis partes. En la primera “se hallarán diversas consideraciones acerca de las ciencias”. En la segunda, “las principales reglas del método”. En la tercera, las reglas de la moral obtenidas a partir del método. En la cuarta, la prueba de la existencia de Dios y del alma humana, “que son los fundamentos de la metafísica”. En la quinta se encuentra “el orden de las cuestiones de física”. En la sexta indica las cosas requeridas para desarrollar la investigación de la naturaleza (p. 27)

[7] Cogito, ergo sum, en latín. Puede traducirse al español como Yo pienso, luego soy

[8] “Es posible llegar a conocimientos que sean muy útiles para la vida, y que, en lugar de esa filosofía especulativa que se enseña en las escuelas es posible encontrar una práctica mediante la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, el agua, el aire, los astros, los cielos y todos los demás cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conocemos los diversos oficios de nuestros artesanos, los podríamos emplear del mismo modo para todos los usos que se prestan y convertirnos así en una especie de dueños y poseedores de la naturaleza. Lo cual no es sólo de desear para la invención de una infinidad de artificios que harían que sin esfuerzo alguno se disfrutara de los frutos de la tierra y de todas las comodidades que en ella se encuentran, sino principalmente también para la conservación de la salud, que sin duda en el primer bien y fundamento de todos los demás bienes de esta vida.” (p. 101)


lunes, 27 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 5


“Usted es una persona capaz. De una tenacidad innata,
y al parecer está animado de buenos deseos.
Necesita usted estudiar, pero de manera que
los libros no le impidan ver la gente.
Máximo Gorki (1868-1936), escritor ruso.


Bienvenidas y bienvenidos a la quinta clase del curso.
Hoy nos concentraremos en la exposición de la teoría de la dinámica de la ciencia desarrollada por el epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), tal como fue expuesta en su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962). En especial, nos ocuparemos de la noción de paradigma, uno de los principales aportes de Kuhn a la filosofía de la ciencia. La exposición se apoya en el artículo del profesor Palma, “La ciencia como proceso”, que ustedes tienen como bibliografía obligatoria. [1]
La obra de Kuhn marca el pasaje de la concepción de la ciencia como producto (propia de la CH) a la de la concepción de la ciencia como proceso. En otras palabras, se quiebra la distinción entre contextos desarrollada por el Círculo de Viena y se somete a una profunda crítica la idea de la epistemología prescriptiva, cuya función era prescribir el método correcto a los científicos. Esto nos llevará a repasar algunos conceptos de la CH que hemos trabajado en clases anteriores.
Al final de la clase de hoy dedicaremos un espacio a sus consultas y a las respuestas tentativas que les fui enviando por correo electrónico.

La CH predominó en la epistemología anglosajona hasta la década de 1960, a punto tal que se la conoce también como concepción estándar de la ciencia. Las críticas formuladas en la clase anterior no deben hacernos olvidar que los empiristas lógicos supieron construir un edificio conceptual sólido, sustentado en dos ideas básicas: a) el CC requiere de verificación empírica; b) el CC tiene un carácter esencialmente provisional, es decir, se encuentra en un proceso de construcción permanente. La primera idea pertenece al Círculo de Viena, que supo retomar y enriquecer los aportes del viejo empirismo y del positivismo; la segunda idea fue elaborada por Karl Popper (1902-1994), quien planteó que los científicos se dedicaban a falsar las teorías existentes proponiendo nuevas hipótesis.
También es cierto que la CH supo construir respuestas efectivas a las críticas que se le formularon. Así, los empiristas lógicos moderaron el inductivismo, al afirmar que el conocimiento obtenido por medio de la aplicación del método inductivo tenía validez estadística, no absoluta. En otras palabras, la acumulación de enunciados de nivel 1 permitía formular una ley científica (un enunciado de nivel 2), que era válida para todos los casos conocidos o, en su defecto, para la mayoría de éstos. De este modo reconocían el valor estadístico de la inducción, sin abrir juicio sobre su valor absoluto. [2]
Popper, por su parte, reformuló su MHD, aceptando la complejidad de la refutación de una hipótesis. Mientras que en las primeras formulaciones del MHD toda vez que una consecuencia observacional no coincidía con los hechos los científicos debían declarar refutada la hipótesis, en las formulaciones posteriores Popper planteaba que era preciso determinar qué era lo que se estaba refutando (la hipótesis principal, las hipótesis secundarias, las hipótesis auxiliares, etc.). De modo que la falta de coincidencia entre la consecuencia observacional y los hechos no obligaba a la refutación de la hipótesis. [3]
Sin embargo, los cambios introducidos en las versiones originales del empirismo lógico y del falsacionismo no modificaron los postulados fundamentales de la CH. Se mantuvo la distinción entre contextos y, por ende, la rígida división del trabajo entre historia y sociología de la ciencia, por un lado, y filosofía de la ciencia, por el otro. [4] De esta manera, la historia quedaba excluida del campo de estudio de la epistemología. El CC era transhistórico, es decir, se hallaba más allá de la historia y podía ser aislado de ésta. Como ya señalamos, esta concepción permitía defender la neutralidad política e ideológica de la ciencia, a la que se atribuía un carácter desinteresado.
Ahora bien, la CH comenzó a resquebrajarse en la década de 1950. El desarrollo de la historia de la ciencia proporcionó nueva información, que contrastaba con la imagen positivista de un progreso continuo del CC. Los historiadores de la ciencia demostraron que los científicos no habían producido nuevo conocimiento apelando a los métodos prescriptos por la filosofía de la ciencia. Todo lo contrario. Muchas veces las nuevas hipótesis y teorías carecían de base empírica adecuada, o sea, los datos disponibles no coincidían con las nuevas hipótesis. Esto ocurrió, por ejemplo, con la teoría heliocéntrica en astronomía, formulada por Copérnico (1473-1543) y que sirvió de puntapié inicial de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Si los científicos no habían procedido como prescribían los epistemólogos, ¿correspondía seguir aceptando la validez del empirismo lógico y del falsacionismo?
Pero no se trataba únicamente de la evidencia histórica. Una nueva sociología de la ciencia, surgida en la década de 1950, comenzó a interesarse en el trabajo concreto de los científicos, es decir, en las formas en los que éstos producían CC y los mecanismos de aceptación de las nuevas hipótesis y teorías. Esos trabajos mostraron que los científicos procedían de manera muy diferente a la imagen proyectada por la CH. En vez de emplear un método canónico, muchas veces se veían obligados a elaborar métodos específicos para dar respuesta a un problema determinado. En este sentido, Paul Feyerabend (1924-1994), epistemólogo y discípulo de Popper, llegó a plantear la tesis del anarquismo metodológico, esto es, el rechazo de la existencia de un único método científico y el reconocimiento de la que había tantos métodos como problemas científicos a resolver.
Todo lo anterior permite comprender que existía un terreno abonado cuando Kuhn publicó ERS. Kuhn se formó como físico y por razones fortuitas debió ocuparse de la historia de la ciencia. Llegó a la epistemología a partir de la historia, y no a la inversa; sus labores como historiador lo convencieron de que era erróneo separar la historia de la ciencia de la filosofía, pues la práctica de los científicos era incomprensible si se desconocían los factores económicos, sociales y culturales en los que se desenvolvía. Dicho de otro modo, la ciencia no era una actividad transhistórica, sino que era profundamente histórica. Esto lo llevó a quebrar la escisión entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación; la validación de las hipótesis obtenidas por los científicos era incomprensible si se ignoraba el contexto histórico, pues cada época (cada sociedad) tenía criterios diferentes en lo que hace a la validez del conocimiento.
Kuhn llegó a la conclusión de que la epistemología tenía que dejar de enseñarles el método “correcto” a los científicos. Por el contrario, debía ocuparse de estudiar cómo obtenían conocimiento los científicos, los métodos que iban elaborando en su actividad.
Dicho de un modo burdo, propuso pasar de una epistemología prescriptiva a una epistemología descriptiva. Kuhn pensaba que la ciencia es lo que los científicos hacen.
Ahora bien, lo anterior conllevaba una modificación radical de los problemas y de las tareas de la filosofía de la ciencia. Ante todo, la erosión de la distinción entre contextos obligaba a los epistemólogos a ocuparse seriamente de la historia de la ciencia. Ya no podían dejar esa labor en manos de los historiadores. Pero la atención en la historia implicó un desplazamiento del núcleo de interés de la epistemología.
Como ya indicamos, la CH afirmaba que la filosofía de la ciencia tenía que ocuparse del contexto de justificación, es decir, “la cuestión de cómo se fundamenta o valida una hipótesis.” [5] Desde esta perspectiva, la historia de la ciencia era concebida como un progreso lineal desde inferior a lo superior, y ese progreso se aceleraba en la medida en los científicos utilizaban el método correcto, que no era otro que el proporcionado por la epistemología. Kuhn, al romper la división entre contextos, se vio obligado a concentrarse en el problema del progreso científico o, mejor dicho, en la construcción de una teoría que explicara la dinámica del desarrollo científico. La ERC contiene esa teoría.
La CH consideraba al CC como producto, es decir, como algo acabado, estático; no le preocupaban los problemas de su desarrollo histórico; mejor dicho, no era de la incumbencia de la epistemología. Kuhn, en cambio, se dedicó a explorar la dinámica del desarrollo de la ciencia. En el centro de su reflexión está la noción de paradigma.
Ante todo hay que decir que Kuhn, a diferencia de la CH, no considera que las teorías o los enunciados sean las unidades de análisis de la epistemología; ésta tiene que ocuparse de estudiar los paradigmas y las comunidades científicas que aceptan los paradigmas.
En ERC se afirma que cada ciencia particular (por ejemplo, la física) se desarrolla pasando de un paradigma a otro paradigma. Pero, ¿qué es un paradigma?
Kuhn tuvo dificultades para establecer una noción unívoca de paradigma. Sus críticos le reprocharon haber presentado varias definiciones de dicho concepto en ERC. Esto es parcialmente correcto. El profesor Palma dedica especial atención al tema y describe varias acepciones de paradigma, todas las cuales están presentes en ERC:
·         Un paradigma es “una manera de ver las cosas” [6]. Adherir a un paradigma implica ver los hechos de una manera específica, diferente a otras. Por ejemplo: cualquiera de nosotros se desconcierta al ver una radiografía. No vemos en ella más que un montón de manchas. Pero un médico entrenado puede formular un diagnóstico en base a ellas. El médico y nosotros contemplamos cosas distintas al ver la misma radiografía.

·         Un paradigma es “una concepción del mundo”, es decir, “un conjunto de valores y creencias que determinan la forma de producir taxonomías, es decir, de estructurar, categorizar y clasificar el mundo.” [7] Aquí se observa una ruptura importante con la CH, sobre todo con el empirismo lógico, pues para éste la metafísica (y esta incluía los valores y las creencias) quedaba fuera del CC.

·         Un paradigma está constituido por las realizaciones universalmente reconocidas por la comunidad científica, los “modelos a seguir”. [8]

·         Un paradigma es una matriz disciplinar. [9] Entre sus componentes están las partes metafísicas, es decir, ciertos supuestos sobre el funcionamiento del universo o sobre la porción de éste que estudia una ciencia determinada.
A estas cuatro definiciones de paradigma cabe agregarle una quinta, según la cual los paradigmas funcionan más como lenguajes que como miradas acerca del mundo.
Pero la noción de paradigma no agota las herramientas conceptuales con las que Kuhn examina la dinámica de las ciencias. Junto a ella se encuentra el concepto de comunidad científica, compuesta por todos los individuos que practican una disciplina científica determinada.
¿Cómo se define una comunidad científica? En términos de Kuhn la cuestión es sencilla: una comunidad científica está compuesta por todos los individuos que adhieren a un paradigma determinado. A su vez, un paradigma funciona como tal si es aceptado por una comunidad científica. En pocas palabras, los conceptos de paradigma y comunidad científica son inseparables.
Una vez formuladas las nociones mencionadas, podemos pasar a describir cómo concibe Kuhn el desarrollo científico. En primer lugar, toda ciencia pasa por un período pre-científico, en el que no existe una comunidad científica unificada, puesto que hay distintos candidatos a paradigma que se disputan el campo científico en cuestión. Más todavía, en este período no existe un objeto de estudio definido y bien delimitado, pues cada cuerpo de ideas que aspira a ser paradigma concibe ese objeto de estudio de manera diferente. [10]
En segundo lugar, se produce la unificación de la comunidad científica en torno a uno de los aspirantes a paradigma. En ese proceso quedan fuera de la flamante disciplina todos aquellos que se niegan a aceptar el nuevo paradigma. En el caso de la astronomía, la combinación de la física de Aristóteles (384-322 a. C.) con la teoría heliocéntrica de Tolomeo (c. 100 – c. 170) dieron origen a un paradigma que perduró hasta el siglo XVI; durante todo este período eran astrónomos quienes aceptaban el paradigma.
En tercer lugar, la adopción de un paradigma y la conformación de una comunidad científica (como dijimos, ambas cosas son inseparables), determinan una forma específica de trabajar para quienes practican esa disciplina; Kuhn designa a este período con el término de ciencia normal. Los científicos se dedican a resolver problemas que tienen solución dentro de ese paradigma. Kuhn denomina enigmas a esos problemas, que pueden ser resueltos aplicando el instrumental teórico y práctico del paradigma.
La mayor parte de la historia de una ciencia transcurre en períodos de ciencia normal. En cada uno de esos períodos el trabajo de los científicos es rutinario, pues se ocupan de completar los “casilleros vacíos” del paradigma, esto es, de resolver los enigmas. Kuhn indica que los científicos “saben” que los enigmas tienen solución, pues confían en los procedimientos y en las herramientas teóricas del paradigma para resolverlos. En estas épocas los científicos aparecen como figuras conservadoras, poco proclives a modificar sus métodos y sus conceptos. Esta imagen contrasta con la concepción de Popper, quien considera que los científicos dedican su vida a refutar las hipótesis vigentes mediante conjeturas cada vez más audaces.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la ciencia normal. Eventualmente aparecen problemas que se resisten a ser resueltos con la aplicación de las herramientas provistas por el paradigma. Si estos problemas persisten se convierten en anomalías y terminan por generar incertidumbre entre los miembros de la comunidad científica. Este malestar no se traduce inmediatamente en desconfianza en el paradigma, pues los científicos son personas conservadoras, en el sentido de que se muestran reacios a tirar por la borda al paradigma que les permitió resolver tantos enigmas.
Pero si la anomalía persiste en el tiempo termina por erosionar la confianza de algunos miembros de la comunidad científica en ese paradigma. Kuhn apunta que se trata, generalmente, de los miembros más jóvenes, quienes tienen menos compromisos con el paradigma existente. En este punto hay que decir que Kuhn sostiene que la comunidad científica funciona también como un campo político, en el que existen instituciones (universidades, organismos estatales, revistas, etc.) cuyo control otorga beneficios y recompensas. Los científicos más viejos ocupan posiciones en esas instituciones y no quieren perder sus privilegios cuestionando al paradigma existente. Los más jóvenes, en cambio, todavía no disfrutan de los beneficios de “pertenecer” a ese sistema de recompensas, por lo que tienen una mente más abierta a los cuestionamientos e innovaciones.
La continuidad de la anomalía y la desconfianza creciente en el paradigma terminan por generar una crisis. Algunos científicos pasan a cuestionar abiertamente al paradigma vigente y proponen alternativas al mismo. Se produce una lucha violenta entre los partidarios del viejo paradigma y los impulsores del nuevo paradigma. Kuhn sostiene que esa lucha no se limita al campo estrictamente científico; no se combate únicamente con argumentos y pruebas científicas. La disputa asume formas políticas; se pelea por el control de las instituciones que otorgan poder, beneficios y recompensas. Se trata de persuadir a los oponentes; en esa tarea de persuasión se recurre a todo tipo de argumentos, que van más allá del campo científico en cuestión.
Si los partidarios del nuevo paradigma logran imponerse, persuadiendo a muchos partidarios del viejo paradigma y conquistando las instituciones del campo en cuestión, se produce una revolución científica, esto es, el desplazamiento del viejo paradigma por el nuevo. En ERC se concibe a las revoluciones científicas como revoluciones políticas, que implican luchas por el poder entre grupos rivales. Aquí también se observan los efectos de haber dejado de lado la distinción entre contextos propia de la CH; por ejemplo, los empiristas lógicas jamás habrían aceptado que las luchas entre científicos pueden resolverse recurriendo a argumentos extra-científicos, que van más allá de los límites del contexto de justificación.
Las revoluciones científicas se saldan con la adopción del nuevo paradigma y la reconfiguración de la comunidad científica; algunos defensores del viejo paradigma no aceptan el nuevo y son excluidos de la comunidad. Da comienzo un nuevo período de ciencia normal y paulatinamente los revolucionarios se vuelven conservadores, dedicándose a resolver enigmas y a ocupar posiciones en el sistema institucional de la ciencia.
Hasta aquí hemos desarrollado de modo muy esquemático las líneas generales de la concepción de la dinámica de la ciencia tal como aparece en ERC. En nuestro próximo encuentro abordaremos la cuestión del progreso científico, a través de una comparación entre los empiristas lógicos, Popper y Kuhn.

Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el intercambio.
Ø  Quería consultarle sobre 2 conceptos que no comprendí de los textos de Pardo y CARNAP respectivamente.
Mi primera duda es en cuanto a las críticas al inductivismo en la justificación. No entiendo el concepto que sostiene que la inducción sostiene un círculo vicioso.
Mi otra duda es sobre el sistema o teoría de constitución, lo cual en primer lugar no entendí si apuntan a ser el mismo concepto, y por otra parte no lo entiendo como para poder rebajarlo a una explicación simple.
Respecto a la cuestión del círculo vicioso de la inducción. Hay que tener presente que la inducción es una forma inválida de razonamiento. Esto significa que se trata de un razonamiento en el que la conclusión no conserva la verdad de las premisas; dicho de otro modo, si las premisas son verdaderas podemos tener, sin embargo, una conclusión falsa. Éste es el significado de la noción de invalidez. 
Cuando se habla del "círculo vicioso de la inducción" significa que los inductivistas defienden una inducción determinada argumentando que el método inductivo fue efectivo en otras oportunidades. O sea, se justifica una inducción con otra inducción. Pero justamente se trata de demostrar la validez de la inducción, y eso no se logra recurriendo al mismo método que se quiere demostrar. Además, como ya se indicó, el razonamiento inductivo es inválido; por tanto, aun cuando su utilización haya sido efectiva en otras ocasiones, eso no garantiza que su utilización actual arroje conclusiones verdaderas. 
Respecto a la segunda consulta. Ella se refiere a la posición del Círculo de Viena, concretamente a las afirmaciones del Manifiesto. Allí se indica que el significado de una proposición es el método de su verificación. En otras palabras, ese enunciado (uso los términos proposición y enunciado como sinónimos) tiene sentido si es posible reducirlo a una proposición que pueda contrastarse con lo empírico. Por ejemplo: el enunciado 'El fin de la vida humana es la felicidad' carece de sentido para los empiristas lógicos porque no existe forma de verificarlo empíricamente. En cambio, el enunciado 'El coronavirus provoca una pandemia' tiene sentido porque puede verificarse. La expresión "sistema de sustitución" se refiere a que se sustituye el enunciado inicial por otro u otros, derivado de él, que permite la verificación empírica.
Ø  Quiero preguntarle algo que no entiendo sobre el Paradigma Premoderno, ¿por qué al saber empírico no se lo considera un conocimiento supremo?
En el paradigma premoderno se desdeñaba la demostración empírica de una teoría o explicación. Se prefería, por el contrario, la demostración teórica, al estilo de los teoremas de la geometría. ¿Por qué? Ante todo porque la ciencia antigua se daba en un contexto social en el que el trabajo era realizado por las personas consideradas inferiores (esclavos, siervos, mujeres, extranjeros, etc.) y el trabajo es la forma más clara de experiencia empírica. En el trabajo se manipulan y transforman los elementos materiales, se observa su comportamiento, se los somete a prueba, se modifican las condiciones de producción. Como el trabajo era desdeñado por las clases dominantes (por ejemplo, los nobles en la sociedad feudal), ese desprecio se transmitía hacia la experiencia empírica, que pasaba a ser considerada como indigna de formar parte de la ciencia. Esta explicación es sociológica y reduce la complejidad del problema de la desconfianza hacia los métodos empíricos, pero resulta de utilidad para comprender la mentalidad propia del paradigma premoderno.

Villa del Parque, lunes 27 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / ERC= La estructura de las revoluciones científicas / MHD = Método hipotético deductivo

NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 77-102).
[2] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. Ver la referencia a la probabilidad de las hipótesis, p. 59.
[3] El profesor Pardo examina esta cuestión en “La verdad como método”, op. cit., p. 70-71.
[4] El profesor Palma expone los lineamientos principales de la sociología de la ciencia construida en base a la mencionada división del trabajo. El sociólogo estadounidense Robert Merton (1910-2003) es el exponente más destacado de esta corriente, cuyo núcleo es la tesis de que la ciencia es autónoma respecto a las influencias directas de las ideologías e intereses de clase. Ver Palma, op. cit., pp. 90-92.
[5] R. Pardo, “La verdad como método”, p. 50.
[6] H. Palma, op. cit., p. 81.
[7] H. Palma, op. cit., pp. 81-82.
[8] H. Palma, op. cit., p 82.
[9] H. Palma, op. cit., pp. 82-85.
[10] Veamos un ejemplo tomado de una situación en la que ya existe un paradigma aceptado por la comunidad científica. Kepler (1571-1630)) fue uno de los físicos y astrónomos más notables de la historia. En su tarjeta de presentación, si la hubiera tenido, figuraría “astrónomo y astrólogo”. En su época la astrología era considerada una ciencia y, para muchos, era parte integrante de la astronomía. El descubrimiento de la ley de gravitación universal por Newton (1647-1727) y, más en general, de las leyes de la mecánica (el movimiento en el universo) reconfiguró el campo de estudio de la astronomía y dejó afuera de ella a la astrología, pues dichos logros disiparon la creencia en que los astros influían en la vida de las personas (la disiparon a nivel científico y no a nivel popular, por supuesto). La mecánica newtoniana produjo una nueva manera de ver los fenómenos astronómicos, que pasaron a ser considerados en términos de relaciones matemáticas; en este sentido, puede ser considerada un nuevo paradigma. La paradoja de todo esto reside en que Kepler contribuyó decisivamente a la formulación de las leyes del movimiento de los astros y, de ese modo, a la erosión del carácter científico de la astrología.

sábado, 25 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 4




“El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.”
Antonio Machado (1875-1939), poeta español


Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta clase del curso.
Ésta será una clase diferente a las anteriores, pues estará dedicada a la exposición de los textos de la bibliografía obligatoria. Las clases anteriores constituyeron una introducción al curso, más allá de que en la última hicimos referencia a varios temas tratados por el profesor Pardo en el artículo “La verdad como método” [1]. En la clase de hoy, en cambio, nos dedicaremos a exponer de modo sistemático ese texto, así como también el Manifiesto del Círculo de Viena. [2] El tema central de este encuentro será, pues, la CH.

La CH fue durante la mayor parte del siglo XX la corriente más influyente en el campo de la epistemología (o filosofía de la ciencia) [3]; de hecho, también se la ha denominado concepción estándar de la ciencia. Esta afirmación tiene que ser matizada, pues la epistemología anglosajona, de la que es expresión la CH, es una de las corrientes epistemológicas que se disputan el campo de la filosofía de la ciencia. De manera que la historia que narramos en esta clase abarca una parte de las peripecias de la epistemología.
La CH surgió como reacción al auge de las filosofías irracionalistas en Europa occidental, el cual se produjo luego de la finalización de la PGM (1918). El siglo XIX fue un largo período de expansión capitalista, iniciado a finales del siglo anterior con la Revolución Industrial. Fue en esta época cuando la ciencia se convirtió en una parte integrante del capital, y el momento en que se verificó el despegue de una nueva tecnología, asociada a los descubrimientos científicos. La filosofía procesó estas transformaciones pariendo una nueva corriente, el positivismo.
Los positivistas retomaron el viejo empirismo, cuyo núcleo era la idea de que nuestro conocimiento sobre el mundo provenía de la información proporcionada por los sentidos, y le agregaron la idea, característica de un mundo marcado cada vez más por la tecnología basada en la ciencia, de que la única forma válida de conocimiento era el CC. Esa validez se derivaba del hecho de que las ciencias podían someter a prueba sus hipótesis, por medio de observaciones y experimentos, y así saldar el conflicto entre dos posiciones contrarias. Los positivistas tenían en mente a las CN (básicamente a la física), en tanto que las flamantes CS debían adoptar el mismo método de las CN si querían tener éxito en el estudio de la sociedad. Por último pero no menos importante, los positivistas sostenían que los científicos eran los que estaban mejor calificados para resolver los problemas sociales, pues eran los únicos que contaban con un conocimiento objetivo. [4]
El positivismo compartió la confianza del paradigma moderno en que el progreso científico aseguraría mejores condiciones de vida para la humanidad. [5] La ciencia era la llave para terminar con el conflicto y la pobreza. El progreso científico era lineal e ininterrumpido. Luego de las dos Revoluciones (la Industrial y la Francesa), la ciencia había entrado en una fase de desarrollo acelerado, acelerando así las mejoras en la vida de los seres humanos.
La situación cambió radicalmente en 1914, cuando se inició la PGM. La guerra involucró a los países más civilizados, quienes tenían mayor desarrollo económico y cultural. Fue una matanza sin precedentes en la historia. Las ideas del progreso continuo de la humanidad y de la unión indisoluble entre la ciencia y ese progreso quedaron desacreditadas; muchos intelectuales europeos observaron que el desarrollo de la ciencia sólo había servido para perfeccionar las armas de destrucción masiva. El positivismo sufrió un duro golpe. Pero la PGM produjo otro cambio trascendental: la Revolución Rusa de 1917. Por primera vez en la historia la burguesía fue desplazada del poder por los trabajadores. El final de la guerra produjo, a su vez, una serie de revoluciones, insurrecciones y grandes huelgas que hicieron pensar a muchos políticos e intelectuales que las horas del capitalismo estaban contadas. Frente a ello, surgieron movimientos políticos que consideraban que era necesario suprimir la democracia y las libertades políticas para combatir mejor al comunismo: ése fue el origen del fascismo, que terminó por llegar al poder en Italia (1922) y Alemania (1933). [6]
La década de 1920 estuvo marcada, en el plano del pensamiento filosófico, por la influencia de los sucesos mencionados: la decadencia del positivismo y el ascenso del comunismo y de los movimientos fascistas. Muchos filósofos sostuvieron que la razón era responsable de los sucesos que habían llevado a la PGM y a la Revolución Rusa; consideraron que era necesario abandonar la razón. Ésa fue la cuna del pensamiento irracionalista, que sirvió de apoyatura filosófica a los diferentes fascismos.
El Círculo de Viena, cuyo manifiesto original data de 1929, representó una reacción contra las corrientes irracionalistas. La “militancia anti metafísica”, propuesta en el Manifiesto, debe interpretarse en este sentido. Sus autores comienzan señalando que “el pensamiento metafísico y teologizante está creciendo hoy de nuevo, no sólo en la vida diaria, sino también en la ciencia” [7]. Precisamente para confrontar que esa influencia creciente del pensamiento metafísico es que se constituyó el Círculo de Viena. Todo esto permite comprender que su conformación no fue una iniciativa académica o limitada al mundo filosófico, sino que se trató también de una iniciativa política.
La CH fue elaborada como una defensa de los ideales del paradigma moderno de ciencia, en especial de la creencia en la razón como herramienta de conocimiento. [8] En el Manifiesto se dice expresamente que esa corriente encarna “el modo de pensar fundado en la experiencia y contrario a la especulación”. [9]
Ahora bien, ¿qué es lo novedoso del empirismo lógico, aquello que lo distingue del viejo empirismo o del positivismo del siglo XIX? El énfasis en el lenguaje, derivado del llamado giro lingüístico, una innovación en el análisis filosófico del lenguaje. Los empiristas lógicos pusieron el acento en el análisis lógico de los enunciados (o proposiciones), con el objetivo de determinar si éstos tenían significado. En este sentido, los partidarios del empirismo lógico pensaban que un enunciado tenía significado si podía reducirse a otro enunciado susceptible de verificación empírica. Si esto no era posible, dicho enunciado carecía de significado y era descartado del pensamiento científico. De esta manera, los empiristas lógicos se concentraron en el análisis lógico del lenguaje científico, entendido como una tarea de depuración de elementos o resabios metafísicos.
El núcleo de la propuesta del empirismo lógico está contenido en el segundo apartado del Manifiesto, titulado “La concepción científica del mundo”. Allí se describe en qué consiste el método del análisis lógico y de qué manera constituye una herramienta en la lucha contra la metafísica. La concepción científica del mundo es caracterizada como empirista y positivista, pero también se remarca que otro de sus rasgos centrales es la utilización de un método específico, el análisis lógico.
El Círculo de Viena se plasmó en una corriente conocida como inductivismo, que es analizada por el profesor Pardo en su artículo. [11]
El inductivismo es la variante más conocida de la CH. Su origen es muy anterior al Círculo de Viena. De hecho, científicos tan destacados como Charles Darwin (1809-1882) declararon haber utilizado la inducción en sus investigaciones.
El razonamiento inductivo es conocido desde muy antiguo por los lógicos. Según éstos, un razonamiento es una estructura compuesta por proposiciones o enunciados redactados en lenguaje informativo. Simplificando al extremo (al fin y al cabo éste no es un curso de lógica), puede decirse que una proposición es una oración que nos dice algo acerca del mundo, y que ese algo puede ser sometido a alguna forma de verificación, pudiendo establecerse si el contenido de esa proposición es verdadero o falso. Esta propiedad de las proposiciones permite que sean el medio privilegiado para expresar el CC, pues son susceptibles de verificación empírica.
El profesor Pardo distingue tres tipos de enunciados: los enunciados de nivel 1, que son afirmaciones empíricas particulares (ejemplo: “esta mesa es de madera”); los enunciados de nivel 2, que son afirmaciones empíricas de nivel general (ejemplo: “todas las mesas son de madera”); los enunciados de nivel 3, de nivel teórico. Esto significa que al menos uno de los términos que lo componen son conceptos (ejemplo: “Los movimientos de los astros se explican por la ley de la gravitación universal”). Esta distinción es importante para comprender mejor tanto el inductivismo como el falsacionismo. [12]
Como ya se indicó, las proposiciones pueden articularse en razonamientos. En un razonamiento, algunos enunciados (denominados premisas) sirven de base para otro enunciado (la conclusión).
Existen varias formas de razonamiento; las dos más importantes son los deductivos y los inductivos. En los primeros la conclusión se deriva necesariamente de las premisas, como el ejemplo clásico: Todos los seres humanos son mortales. (P1) Sócrates es un ser humano. (P2). Por ende, Sócrates es mortal. (C) P1 y P2 son premisas, C es la conclusión.
En los razonamientos inductivos, las premisas están conformadas por enunciados de nivel 1. Cuando se acumula una cantidad suficiente de enunciados de nivel 1 puede pasarse a una conclusión (un enunciado de nivel 2).
En el lenguaje de los lógicos se dice que los razonamientos deductivos son válidos, esto es, que dadas determinadas premisas no cabe otra posibilidad que una conclusión determinada y no otra, como se ve en el ejemplo antes mencionado de “Sócrates es mortal”. Que un razonamiento sea válido significa que posee una estructura tal que si sus premisas son verdaderas la conclusión también lo será. En cambio, los razonamientos inductivos son inválidos, es decir, que aun con premisas verdaderas no puede asegurarse que la conclusión también sea verdadera. Más sencillo, mientras que los razonamientos deductivos garantizan la conservación de la verdad de las premisas en la conclusión. Por el contrario, los razonamientos inductivos no garantizan conservación de la verdad, o sea que aún teniendo premisas verdaderas no tenemos ninguna seguridad de que la conclusión también lo sea.
El profesor Pardo describe el inductivismo en dos niveles. Por un lado, en el contexto de descubrimiento; por otro, en el contexto de justificación. En ambos casos presenta las principales críticas que se han hecho a esta corriente epistemológica. No voy a abundar aquí en la descripción realizada en el texto, pues ello extendería excesivamente esta clase. Sin embargo, es conveniente subrayar dos temas importantes, que se encuentran estrechamente relacionados.
a)   El inductivismo parte de la acumulación de datos (enunciados de nivel 1) realizada por los científicos. En esta etapa, y siempre siguiendo la concepción inductivista, el investigador es un ente meramente pasivo, que recolecta la información ya existente en la naturaleza o en la sociedad. Los datos preexisten a la labor científica, que consiste en un poner al descubierto lo ya existente. Ahora bien, y esto lo desarrollaremos más adelante, la tarea científica, la producción de conocimiento, implica una labor activa de los investigadores, quienes construyen sus objetos de estudio mediante una serie de procedimientos específicos. E
b)   El inductivismo requiere de la existencia de observadores objetivos, que se limiten a registrar los datos, sin dejar de lado ninguno de ellos. Esto presupone la inexistencia de consideraciones filosóficas, ideológicas, culturales, en la observación. Más específicamente, ignora que el investigador posee una carga teórica, es decir, que observa aquello que puede ver en función de su marco teórico, que es previo a la observación. Como ya dijimos en una clase anterior, esta forma de concebir la objetividad es insostenible si analizamos la práctica de los científicos, y esta afirmación es más válida todavía en el campo de las CS. En un sentido fuerte, los científicos ven lo que su marco teórico les permite ver.
A esta altura corresponde decir unas palabras sobre el marco teórico. Con este término se designa al equipamiento teórico y conceptual con que cuenta el científico al comenzar su investigación. Este equipamiento está constituido tanto por teorías científicas (algo que resulta obvio) como por convicciones políticas y religiosas, etc. La mente del científico jamás es una hoja en blanco en la que se acumulan los datos. Para nosotros es especialmente importante tomar nota de la influencia de la ideología en la ciencia, pues ésta aparece a cada rato en las CS.
El inductivismo (recordemos que se trata de una variante del empirismo) fue sometido a múltiples críticas. Algunas de ellas son de larga data. Por ejemplo, el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) realizó una propuesta de superación del empirismo en su Crítica de la razón pura. En ella se reconoce que nuestro conocimiento proviene de los sentidos, pero se indica que nuestro conocimiento sería un puro caos (una multitud de sensaciones que llegan simultáneamente a nosotros en todo momento) si no existieran formas previas a la sensación y que modelan a ésta (como las nociones de tiempo y espacio).
El profesor Pardo dedica especial atención a la crítica del inductivismo formulada por Karl Popper (1902-1994), dado que éste fue el fundador de la segunda variante de la CH, el falsacionismo. Tampoco voy a explayarme demasiado en el tema, remito al estudiante a la lectura del texto. [13] Sin embargo, cabe decir algunas palabras sobre un par de cuestiones tratadas allí.
En primer lugar, el falsacionismo (o racionalismo de Popper) es otra variante de la CH. Esto significa que adhiere al postulado que afirma que la epistemología tiene que ser prescriptiva, esto es, debe formular el método que los científicos deben seguir para obtener conocimiento válido. Popper era muy consciente de las limitaciones del empirismo y sus críticas al inductivismo dan cuenta de ello. Esa crítica se apoyó, en parte, en razones lógicas [14], en parte en un análisis de los caminos seguidos históricamente por los científicos. Pero la alternativa popperiana al inductivismo sigue las líneas de la CH: reconocimiento de la distinción entre contextos; carácter prescriptivo de la epistemología.
En segundo lugar, Popper reconoció la existencia de una carga teórica de la observación. La mente del investigador no es una hoja en blanco en la que se imprime la información que nos brindan los sentidos y los artefactos creados por los científicos; por el contrario, el investigador construye sus datos abstrayendo de la realidad aquella información que considera significativa a partir de una teoría o de una hipótesis. Sin esa carga teórica, la ciencia sería imposible, pues no podríamos recortar nada de lo que sucede a nuestro alrededor.
En tercer lugar, Popper indica que la búsqueda de conocimiento comienza por un problema. De ese modo, pone el acento en la acción de los científicos, que se ven obligados a elaborar algún tipo de explicación tentativa que dé respuesta a ese problema. [15] Esto, que está en la base del MHD, representa un avance respecto al inductivismo y su concepción pasiva de la actividad científica, y permite una mejor comprensión de la labor de los científicos.
En cuarto lugar, Popper enfatiza el carácter provisional de todo CC. Los científicos buscan poner a prueba el conocimiento existente, mediante la formulación de hipótesis más audaces que las existentes (aquellas que se encuentran corroboradas provisionalmente), es decir, nuevas hipótesis que establezcan prohibiciones más rigurosas que las existentes (las prohibiciones son situaciones que no pueden ocurrir si la hipótesis es correcta). A mayor prohibición, mayor posibilidad de falsación. Esto es, el CC se desarrolla por medio del aumento de la posibilidad de falsar las hipótesis.
En quinto lugar, el progreso científico no es otra cosa que la formulación de hipótesis más falsables y su corroboración provisional. Popper niega que las hipótesis propuestas para dar respuesta a un problema puedan ser verificadas, esto es, que pueda demostrarse que son verdaderas. Su análisis de los problemas de la inducción lo lleva a la conclusión de que es imposible probar que una hipótesis es verdadera; una hipótesis sólo puede ser corroborada, es decir, pasa provisionalmente la prueba de la contrastación empírica, hasta que no se demuestre (cosa que ocurre más tarde o más temprano) su falsedad. De este modo, Popper muestra que el CC no puede ser un dogma, pues se encuentra sometido a constante crítica y revisión. [16]
Por último, Popper se dio cuenta de la complejidad del proceso de refutación de una hipótesis científica. Esta percepción surgió de su análisis de los mecanismos de falsación de una hipótesis, que lo llevó a visualizar la existencia de varias hipótesis de distinto nivel al momento de proceder a la contrastación empírica. Su distinción entre hipótesis principal, hipótesis auxiliares, hipótesis ad hoc, es un ejemplo de las dificultades para establecer qué hipótesis se está poniendo a prueba. Como veremos en la próxima clase, la cuestión de la aceptación o no de una hipótesis no depende exclusivamente de los procedimientos científicos, sino que entra a jugar también el contexto histórico y social en el que trabajan los científicos. Popper no llegó a tanto. No obstante, su crítica de las limitaciones insalvables del inductivismo abrió el camino para demoler la distinción entre contextos de descubrimiento y justificación.
Hasta aquí llegamos en la clase de hoy. Antes de cerrar la exposición quiero hacer un pequeña “reivindicación” de la CH, mejor dicho, de uno de sus aspectos. A pesar de todas las críticas formuladas aquí contra las distintas variantes de la CH, no podemos abandonar la idea de que el CC requiere de la contrastación empírica. Si dejamos de lado a la confrontación con los hechos, con lo empírico, salimos del terreno de la ciencia. En el campo de las CS, las últimas décadas estuvieron marcadas por los avances de corrientes de pensamiento que afirman que la ciencia es otro discurso más y que no posee especial relevancia frente a las otras formas de conocimiento. Independientemente de la opinión que nos hayamos forjado sobre el tema, hay que reconocer que la confrontación constante con los hechos es el rasgo distintivo del CC. Utilizo la palabra “confrontación” en su doble sentido de enfrentar, de rechazar el saber cotidiano, y de someter a la prueba de los hechos a las hipótesis científicas.
Basta por ahora.
En nuestro próximo encuentro responderé una serie de preguntas formuladas por ustedes y que por razones de tiempo no pude tratar hoy.

Villa del Parque, sábado 25 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / CN = Ciencias naturales / CS = Ciencias sociales / MHD = Método hipotético-deductivo / PGM = Primera Guerra Mundial.

NOTAS:
[1] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 43-76).
[2] Carnap, R., et al, “La concepción científica del mundo: el Círculo de Viena”, en REDES N° 18, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
[3] Recordemos que en ese curso utilizamos los términos “epistemología” y “filosofía de la ciencia” como sinónimos.
[4] La objetividad del CC era producto del hecho de que los científicos recolectaban datos sin tener en cuenta sus preferencias o su ideología. En este sentido, pensaban en un científico despojado de todo su bagaje cultural. Esta concepción de la objetividad será discutida más adelante en la cursada.
[5] Utilizo aquí la noción de paradigma en el sentido que le da el profesor Pardo en su artículo “La invención de la ciencia”. Allí define al paradigma como un gran modelo epocal. Ver: Pardo, R. (2012), “La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento científico”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos, p. 26.
[6] Se trata de una definición muy esquemática. En rigor, y esto es algo que ustedes van a estudiar en Historia General, existen varias formas de fascismo: una es la variante italiana, otra es la variante alemana, conocida como nacionalsocialismo (o nazismo). Pero allí tampoco se agota el tema, pues existieron otros fascismos en la Europa de la década de 1930.
[7] Carnap, R., et al, op. cit., p. 107.
[8] Se trata del ideal de racionalidad plena, desarrollado por el profesor Pardo en su artículo “La invención de la ciencia”, op. cit., p. 32. Allí se afirma que “uno de los ideales esenciales en los que se funda el programa moderno de una racionalidad plena es la creencia en el progreso social como consecuencia inexorable del desarrollo de la ciencia” (p. 34).
[9] Carnap, R., et al, p. 107.
[10] Carnap, R., et al, pp. 112-115.
[11] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 51-60.
[12] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 52-53.
[13] R. Pardo,”La verdad como método”, pp. 60-74. Como en el caso del tratamiento del inductivismo, el profesor Pardo repite allí la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, atento que Popper se mantuvo dentro de la CH.
[14] Popper retomó y desarrolló la cuestión de la invalidez del razonamiento inductivo, mencionada más arriba. Sostuvo que no hay ninguna posibilidad de justificar la inducción desde la lógica.
[15] Para una síntesis del MHD, ver el gráfico 2 en R. Pardo, “La verdad como método”, p. 64.
[16] En la próxima clase volveremos sobre la cuestión del progreso científico. Por el momento nos alcanza con decir que Popper comparte con los inductivistas la creencia en el progreso de la ciencia, difiriendo con éstos en que sostiene que ese progreso consiste en falsaciones (refutaciones de hipótesis) y no en verificaciones (constatación de la verdad de las hipótesis).