“El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.”
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.”
Antonio Machado (1875-1939), poeta
español
Bienvenidas
y bienvenidos a la cuarta clase del curso.
Ésta será
una clase diferente a las anteriores, pues estará dedicada a la exposición de
los textos de la bibliografía obligatoria. Las clases anteriores constituyeron
una introducción al curso, más allá de que en la última hicimos referencia a
varios temas tratados por el profesor Pardo en el artículo “La verdad como
método” [1]. En la clase de hoy, en cambio, nos dedicaremos a exponer de modo
sistemático ese texto, así como también el Manifiesto del Círculo de Viena. [2]
El tema central de este encuentro será, pues, la CH.
La CH fue durante la mayor parte del siglo
XX la corriente más influyente en el campo de la epistemología (o filosofía de
la ciencia) [3]; de hecho, también se la ha denominado concepción estándar de la ciencia. Esta afirmación tiene que ser
matizada, pues la epistemología anglosajona, de la que es expresión la CH, es
una de las corrientes epistemológicas que se disputan el campo de la filosofía
de la ciencia. De manera que la historia que narramos en esta clase abarca una
parte de las peripecias de la epistemología.
La CH
surgió como reacción al auge de las filosofías irracionalistas en Europa
occidental, el cual se produjo luego de la finalización de la PGM (1918). El
siglo XIX fue un largo período de expansión capitalista, iniciado a finales del
siglo anterior con la Revolución Industrial. Fue en esta época cuando la
ciencia se convirtió en una parte integrante del capital, y el momento en que
se verificó el despegue de una nueva tecnología, asociada a los descubrimientos
científicos. La filosofía procesó estas transformaciones pariendo una nueva
corriente, el positivismo.
Los
positivistas retomaron el viejo empirismo, cuyo núcleo era la idea de que nuestro
conocimiento sobre el mundo provenía de la información proporcionada por los
sentidos, y le agregaron la idea, característica de un mundo marcado cada vez
más por la tecnología basada en la ciencia, de que la única forma válida de
conocimiento era el CC. Esa validez se derivaba del hecho de que las ciencias
podían someter a prueba sus hipótesis, por medio de observaciones y
experimentos, y así saldar el conflicto entre dos posiciones contrarias. Los
positivistas tenían en mente a las CN (básicamente a la física), en tanto que
las flamantes CS debían adoptar el mismo método de las CN si querían tener
éxito en el estudio de la sociedad. Por último pero no menos importante, los
positivistas sostenían que los científicos eran los que estaban mejor
calificados para resolver los problemas sociales, pues eran los únicos que contaban
con un conocimiento objetivo. [4]
El
positivismo compartió la confianza del paradigma moderno en que el progreso
científico aseguraría mejores condiciones de vida para la humanidad. [5] La
ciencia era la llave para terminar con el conflicto y la pobreza. El progreso
científico era lineal e ininterrumpido. Luego de las dos Revoluciones (la
Industrial y la Francesa), la ciencia había entrado en una fase de desarrollo
acelerado, acelerando así las mejoras en la vida de los seres humanos.
La
situación cambió radicalmente en 1914, cuando se inició la PGM. La guerra
involucró a los países más civilizados, quienes tenían mayor desarrollo
económico y cultural. Fue una matanza sin precedentes en la historia. Las ideas
del progreso continuo de la humanidad y de la unión indisoluble entre la
ciencia y ese progreso quedaron desacreditadas; muchos intelectuales europeos
observaron que el desarrollo de la ciencia sólo había servido para perfeccionar
las armas de destrucción masiva. El positivismo sufrió un duro golpe. Pero la
PGM produjo otro cambio trascendental: la Revolución Rusa de 1917. Por primera
vez en la historia la burguesía fue desplazada del poder por los trabajadores. El
final de la guerra produjo, a su vez, una serie de revoluciones, insurrecciones
y grandes huelgas que hicieron pensar a muchos políticos e intelectuales que
las horas del capitalismo estaban contadas. Frente a ello, surgieron movimientos
políticos que consideraban que era necesario suprimir la democracia y las
libertades políticas para combatir mejor al comunismo: ése fue el origen del fascismo, que terminó por llegar al
poder en Italia (1922) y Alemania (1933). [6]
La
década de 1920 estuvo marcada, en el plano del pensamiento filosófico, por la
influencia de los sucesos mencionados: la decadencia del positivismo y el
ascenso del comunismo y de los movimientos fascistas. Muchos filósofos
sostuvieron que la razón era responsable de los sucesos que habían llevado a la
PGM y a la Revolución Rusa; consideraron que era necesario abandonar la razón.
Ésa fue la cuna del pensamiento
irracionalista, que sirvió de apoyatura filosófica a los diferentes
fascismos.
El
Círculo de Viena, cuyo manifiesto original data de 1929, representó una
reacción contra las corrientes irracionalistas. La “militancia anti metafísica”,
propuesta en el Manifiesto, debe interpretarse en este sentido. Sus autores
comienzan señalando que “el pensamiento metafísico
y teologizante está creciendo hoy de nuevo, no sólo en la vida diaria, sino
también en la ciencia” [7]. Precisamente para confrontar que esa influencia
creciente del pensamiento metafísico es que se constituyó el Círculo de Viena.
Todo esto permite comprender que su conformación no fue una iniciativa
académica o limitada al mundo filosófico, sino que se trató también de una
iniciativa política.
La CH
fue elaborada como una defensa de los ideales del paradigma moderno de ciencia,
en especial de la creencia en la razón como herramienta de conocimiento. [8] En
el Manifiesto se dice expresamente que esa corriente encarna “el modo de pensar
fundado en la experiencia y contrario a la especulación”. [9]
Ahora
bien, ¿qué es lo novedoso del empirismo lógico, aquello que lo distingue del
viejo empirismo o del positivismo del siglo XIX? El énfasis en el lenguaje, derivado
del llamado giro lingüístico, una
innovación en el análisis filosófico del lenguaje. Los empiristas lógicos
pusieron el acento en el análisis lógico de los enunciados (o proposiciones),
con el objetivo de determinar si éstos tenían significado. En este sentido, los
partidarios del empirismo lógico pensaban que un enunciado tenía significado si
podía reducirse a otro enunciado susceptible de verificación empírica. Si esto
no era posible, dicho enunciado carecía de significado y era descartado del
pensamiento científico. De esta manera, los empiristas lógicos se concentraron
en el análisis lógico del lenguaje científico, entendido como una tarea de
depuración de elementos o resabios metafísicos.
El
núcleo de la propuesta del empirismo lógico está contenido en el segundo
apartado del Manifiesto, titulado “La concepción científica del mundo”. Allí se
describe en qué consiste el método del análisis lógico y de qué manera constituye
una herramienta en la lucha contra la metafísica. La concepción científica del mundo es caracterizada como empirista y
positivista, pero también se remarca que otro de sus rasgos centrales es la
utilización de un método específico, el análisis
lógico.
El
Círculo de Viena se plasmó en una corriente conocida como inductivismo, que es analizada por el profesor Pardo en su
artículo. [11]
El
inductivismo es la variante más conocida de la CH. Su origen es muy anterior al
Círculo de Viena. De hecho, científicos tan destacados como Charles Darwin (1809-1882)
declararon haber utilizado la inducción en sus investigaciones.
El razonamiento inductivo es conocido
desde muy antiguo por los lógicos. Según éstos, un razonamiento es una
estructura compuesta por proposiciones
o enunciados redactados en lenguaje
informativo. Simplificando al extremo (al fin y al cabo éste no es un curso de
lógica), puede decirse que una proposición es una oración que nos dice algo
acerca del mundo, y que ese algo puede ser sometido a alguna forma de
verificación, pudiendo establecerse si el contenido de esa proposición es
verdadero o falso. Esta propiedad de las proposiciones permite que sean el
medio privilegiado para expresar el CC, pues son susceptibles de verificación
empírica.
El
profesor Pardo distingue tres tipos de enunciados: los enunciados de nivel 1,
que son afirmaciones empíricas particulares (ejemplo: “esta mesa es de madera”);
los enunciados de nivel 2, que son afirmaciones empíricas de nivel general
(ejemplo: “todas las mesas son de madera”); los enunciados de nivel 3, de nivel
teórico. Esto significa que al menos uno de los términos que lo componen son conceptos (ejemplo: “Los movimientos de
los astros se explican por la ley de la gravitación universal”). Esta
distinción es importante para comprender mejor tanto el inductivismo como el falsacionismo. [12]
Como
ya se indicó, las proposiciones pueden articularse en razonamientos. En un
razonamiento, algunos enunciados (denominados premisas) sirven de base para otro enunciado (la conclusión).
Existen
varias formas de razonamiento; las dos más importantes son los deductivos y los
inductivos. En los primeros la conclusión se deriva necesariamente de las
premisas, como el ejemplo clásico: Todos los seres humanos son mortales. (P1)
Sócrates es un ser humano. (P2). Por ende, Sócrates es mortal. (C) P1 y P2 son
premisas, C es la conclusión.
En
los razonamientos inductivos, las premisas están conformadas por enunciados de
nivel 1. Cuando se acumula una cantidad suficiente de enunciados de nivel 1
puede pasarse a una conclusión (un enunciado de nivel 2).
En el
lenguaje de los lógicos se dice que los razonamientos deductivos son válidos, esto es, que dadas
determinadas premisas no cabe otra posibilidad que una conclusión determinada y
no otra, como se ve en el ejemplo antes mencionado de “Sócrates es mortal”. Que
un razonamiento sea válido significa que posee una estructura tal que si sus
premisas son verdaderas la conclusión también lo será. En cambio, los
razonamientos inductivos son inválidos,
es decir, que aun con premisas verdaderas no puede asegurarse que la conclusión
también sea verdadera. Más sencillo, mientras que los razonamientos deductivos
garantizan la conservación de la verdad de las premisas en la conclusión. Por
el contrario, los razonamientos inductivos no garantizan conservación de la
verdad, o sea que aún teniendo premisas verdaderas no tenemos ninguna seguridad
de que la conclusión también lo sea.
El
profesor Pardo describe el inductivismo en dos niveles. Por un lado, en el
contexto de descubrimiento; por otro, en el contexto de justificación. En ambos
casos presenta las principales críticas que se han hecho a esta corriente
epistemológica. No voy a abundar aquí en la descripción realizada en el texto,
pues ello extendería excesivamente esta clase. Sin embargo, es conveniente subrayar
dos temas importantes, que se encuentran estrechamente relacionados.
a) El inductivismo
parte de la acumulación de datos (enunciados de nivel 1) realizada por los
científicos. En esta etapa, y siempre siguiendo la concepción inductivista, el
investigador es un ente meramente pasivo, que recolecta la información ya
existente en la naturaleza o en la sociedad. Los datos preexisten a la labor
científica, que consiste en un poner al descubierto lo ya existente. Ahora
bien, y esto lo desarrollaremos más adelante, la tarea científica, la
producción de conocimiento, implica una labor activa de los investigadores,
quienes construyen sus objetos de estudio mediante una serie de procedimientos
específicos. E
b) El inductivismo
requiere de la existencia de observadores objetivos, que se limiten a registrar
los datos, sin dejar de lado ninguno de ellos. Esto presupone la inexistencia
de consideraciones filosóficas, ideológicas, culturales, en la observación. Más
específicamente, ignora que el investigador posee una carga teórica, es decir,
que observa aquello que puede ver en función de su marco teórico, que es previo
a la observación. Como ya dijimos en una clase anterior, esta forma de concebir
la objetividad es insostenible si analizamos la práctica de los científicos, y
esta afirmación es más válida todavía en el campo de las CS. En un sentido
fuerte, los científicos ven lo que su marco teórico les permite ver.
A
esta altura corresponde decir unas palabras sobre el marco teórico. Con este
término se designa al equipamiento teórico y conceptual con que cuenta el
científico al comenzar su investigación. Este equipamiento está constituido
tanto por teorías científicas (algo que resulta obvio) como por convicciones
políticas y religiosas, etc. La mente del científico jamás es una hoja en
blanco en la que se acumulan los datos. Para nosotros es especialmente
importante tomar nota de la influencia de la ideología en la ciencia, pues ésta
aparece a cada rato en las CS.
El
inductivismo (recordemos que se trata de una variante del empirismo) fue
sometido a múltiples críticas. Algunas de ellas son de larga data. Por ejemplo,
el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) realizó una propuesta de
superación del empirismo en su Crítica de
la razón pura. En ella se reconoce que nuestro conocimiento proviene de los
sentidos, pero se indica que nuestro conocimiento sería un puro caos (una
multitud de sensaciones que llegan simultáneamente a nosotros en todo momento)
si no existieran formas previas a la sensación y que modelan a ésta (como las
nociones de tiempo y espacio).
El
profesor Pardo dedica especial atención a la crítica del inductivismo formulada
por Karl Popper (1902-1994), dado que éste fue el fundador de la segunda
variante de la CH, el falsacionismo.
Tampoco voy a explayarme demasiado en el tema, remito al estudiante a la
lectura del texto. [13] Sin embargo, cabe decir algunas palabras sobre un par
de cuestiones tratadas allí.
En
primer lugar, el falsacionismo (o racionalismo de Popper) es otra variante de
la CH. Esto significa que adhiere al postulado que afirma que la epistemología
tiene que ser prescriptiva, esto es, debe formular el método que los
científicos deben seguir para obtener conocimiento válido. Popper era muy
consciente de las limitaciones del empirismo y sus críticas al inductivismo dan
cuenta de ello. Esa crítica se apoyó, en parte, en razones lógicas [14], en
parte en un análisis de los caminos seguidos históricamente por los
científicos. Pero la alternativa popperiana al inductivismo sigue las líneas de
la CH: reconocimiento de la distinción entre contextos; carácter prescriptivo
de la epistemología.
En
segundo lugar, Popper reconoció la existencia de una carga teórica de la
observación. La mente del investigador no es una hoja en blanco en la que se
imprime la información que nos brindan los sentidos y los artefactos creados
por los científicos; por el contrario, el investigador construye sus datos
abstrayendo de la realidad aquella información que considera significativa a
partir de una teoría o de una hipótesis. Sin esa carga teórica, la ciencia
sería imposible, pues no podríamos recortar nada de lo que sucede a nuestro
alrededor.
En
tercer lugar, Popper indica que la búsqueda de conocimiento comienza por un problema.
De ese modo, pone el acento en la acción de los científicos, que se ven
obligados a elaborar algún tipo de explicación tentativa que dé respuesta a ese
problema. [15] Esto, que está en la base del MHD, representa un avance respecto
al inductivismo y su concepción pasiva de la actividad científica, y permite
una mejor comprensión de la labor de los científicos.
En
cuarto lugar, Popper enfatiza el carácter provisional de todo CC. Los
científicos buscan poner a prueba el conocimiento existente, mediante la
formulación de hipótesis más audaces que las existentes (aquellas que se
encuentran corroboradas provisionalmente), es decir, nuevas hipótesis que
establezcan prohibiciones más rigurosas que las existentes (las prohibiciones
son situaciones que no pueden ocurrir si la hipótesis es correcta). A mayor
prohibición, mayor posibilidad de falsación. Esto es, el CC se desarrolla por
medio del aumento de la posibilidad de falsar las hipótesis.
En
quinto lugar, el progreso científico
no es otra cosa que la formulación de hipótesis más falsables y su
corroboración provisional. Popper niega que las hipótesis propuestas para dar
respuesta a un problema puedan ser verificadas, esto es, que pueda demostrarse
que son verdaderas. Su análisis de los problemas de la inducción lo lleva a la
conclusión de que es imposible probar que una hipótesis es verdadera; una
hipótesis sólo puede ser corroborada, es decir, pasa provisionalmente la prueba
de la contrastación empírica, hasta que no se demuestre (cosa que ocurre más
tarde o más temprano) su falsedad. De este modo, Popper muestra que el CC no
puede ser un dogma, pues se
encuentra sometido a constante crítica y revisión. [16]
Por
último, Popper se dio cuenta de la complejidad del proceso de refutación de una
hipótesis científica. Esta percepción surgió de su análisis de los mecanismos
de falsación de una hipótesis, que lo llevó a visualizar la existencia de
varias hipótesis de distinto nivel al momento de proceder a la contrastación
empírica. Su distinción entre hipótesis principal, hipótesis auxiliares,
hipótesis ad hoc, es un ejemplo de las
dificultades para establecer qué hipótesis se está poniendo a prueba. Como
veremos en la próxima clase, la cuestión de la aceptación o no de una hipótesis
no depende exclusivamente de los procedimientos científicos, sino que entra a
jugar también el contexto histórico y social en el que trabajan los
científicos. Popper no llegó a tanto. No obstante, su crítica de las
limitaciones insalvables del inductivismo abrió el camino para demoler la
distinción entre contextos de descubrimiento y justificación.
Hasta
aquí llegamos en la clase de hoy. Antes de cerrar la exposición quiero hacer un
pequeña “reivindicación” de la CH, mejor dicho, de uno de sus aspectos. A pesar
de todas las críticas formuladas aquí contra las distintas variantes de la CH,
no podemos abandonar la idea de que el CC requiere de la contrastación
empírica. Si dejamos de lado a la confrontación con los hechos, con lo
empírico, salimos del terreno de la ciencia. En el campo de las CS, las últimas
décadas estuvieron marcadas por los avances de corrientes de pensamiento que
afirman que la ciencia es otro discurso más y que no posee especial relevancia
frente a las otras formas de conocimiento. Independientemente de la opinión que
nos hayamos forjado sobre el tema, hay que reconocer que la confrontación
constante con los hechos es el rasgo distintivo del CC. Utilizo la palabra “confrontación”
en su doble sentido de enfrentar, de rechazar el saber cotidiano, y de someter
a la prueba de los hechos a las hipótesis científicas.
Basta
por ahora.
En
nuestro próximo encuentro responderé una serie de preguntas formuladas por
ustedes y que por razones de tiempo no pude tratar hoy.
Villa
del Parque, sábado 25 de abril de 2020
ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / CN = Ciencias naturales / CS = Ciencias sociales / MHD = Método hipotético-deductivo / PGM = Primera Guerra Mundial.
NOTAS:
[1] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La
concepción heredada y la ciencia como producto”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales.
Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social,
Buenos Aires, Biblos. (pp. 43-76).
[2] Carnap, R., et al, “La concepción
científica del mundo: el Círculo de Viena”, en REDES N° 18, Buenos Aires,
Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
[3] Recordemos que en ese curso utilizamos los
términos “epistemología” y “filosofía de la ciencia” como sinónimos.
[4] La objetividad del CC era producto del hecho de
que los científicos recolectaban datos sin tener en cuenta sus preferencias o
su ideología. En este sentido, pensaban en un científico despojado de todo su
bagaje cultural. Esta concepción de la objetividad será discutida más adelante
en la cursada.
[5] Utilizo aquí la noción de paradigma en el sentido
que le da el profesor Pardo en su artículo “La invención de la ciencia”. Allí
define al paradigma como un gran modelo epocal. Ver: Pardo, R. (2012), “La
invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del
conocimiento científico”, en Palma, H. y
Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología
de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones
científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos, p. 26.
[6]
Se trata de una definición muy esquemática. En rigor, y esto es algo que
ustedes van a estudiar en Historia General, existen varias formas de fascismo:
una es la variante italiana, otra es la variante alemana, conocida como
nacionalsocialismo (o nazismo). Pero allí tampoco se agota el tema, pues
existieron otros fascismos en la Europa de la década de 1930.
[7] Carnap, R., et al, op. cit., p. 107.
[8] Se
trata del ideal de racionalidad plena, desarrollado por el profesor Pardo en su
artículo “La invención de la ciencia”, op. cit., p. 32. Allí se afirma que “uno
de los ideales esenciales en los que se funda el programa moderno de una
racionalidad plena es la creencia en el
progreso social como consecuencia inexorable del desarrollo de la ciencia”
(p. 34).
[9] Carnap, R., et al, p. 107.
[10] Carnap, R., et al, pp. 112-115.
[11] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 51-60.
[12] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 52-53.
[13] R. Pardo,”La verdad como método”, pp. 60-74. Como
en el caso del tratamiento del inductivismo, el profesor Pardo repite allí la
distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, atento
que Popper se mantuvo dentro de la CH.
[14] Popper retomó y desarrolló la cuestión de la
invalidez del razonamiento inductivo, mencionada más arriba. Sostuvo que no hay
ninguna posibilidad de justificar la inducción desde la lógica.
[15] Para una síntesis del MHD, ver el gráfico 2 en R.
Pardo, “La verdad como método”, p. 64.
[16] En la próxima clase volveremos sobre la cuestión
del progreso científico. Por el momento nos alcanza con decir que Popper
comparte con los inductivistas la creencia en el progreso de la ciencia,
difiriendo con éstos en que sostiene que ese progreso consiste en falsaciones (refutaciones de hipótesis)
y no en verificaciones (constatación
de la verdad de las hipótesis).
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