sábado, 25 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 4




“El ojo que ves no es
ojo porque tú lo veas;
es ojo porque te ve.”
Antonio Machado (1875-1939), poeta español


Bienvenidas y bienvenidos a la cuarta clase del curso.
Ésta será una clase diferente a las anteriores, pues estará dedicada a la exposición de los textos de la bibliografía obligatoria. Las clases anteriores constituyeron una introducción al curso, más allá de que en la última hicimos referencia a varios temas tratados por el profesor Pardo en el artículo “La verdad como método” [1]. En la clase de hoy, en cambio, nos dedicaremos a exponer de modo sistemático ese texto, así como también el Manifiesto del Círculo de Viena. [2] El tema central de este encuentro será, pues, la CH.

La CH fue durante la mayor parte del siglo XX la corriente más influyente en el campo de la epistemología (o filosofía de la ciencia) [3]; de hecho, también se la ha denominado concepción estándar de la ciencia. Esta afirmación tiene que ser matizada, pues la epistemología anglosajona, de la que es expresión la CH, es una de las corrientes epistemológicas que se disputan el campo de la filosofía de la ciencia. De manera que la historia que narramos en esta clase abarca una parte de las peripecias de la epistemología.
La CH surgió como reacción al auge de las filosofías irracionalistas en Europa occidental, el cual se produjo luego de la finalización de la PGM (1918). El siglo XIX fue un largo período de expansión capitalista, iniciado a finales del siglo anterior con la Revolución Industrial. Fue en esta época cuando la ciencia se convirtió en una parte integrante del capital, y el momento en que se verificó el despegue de una nueva tecnología, asociada a los descubrimientos científicos. La filosofía procesó estas transformaciones pariendo una nueva corriente, el positivismo.
Los positivistas retomaron el viejo empirismo, cuyo núcleo era la idea de que nuestro conocimiento sobre el mundo provenía de la información proporcionada por los sentidos, y le agregaron la idea, característica de un mundo marcado cada vez más por la tecnología basada en la ciencia, de que la única forma válida de conocimiento era el CC. Esa validez se derivaba del hecho de que las ciencias podían someter a prueba sus hipótesis, por medio de observaciones y experimentos, y así saldar el conflicto entre dos posiciones contrarias. Los positivistas tenían en mente a las CN (básicamente a la física), en tanto que las flamantes CS debían adoptar el mismo método de las CN si querían tener éxito en el estudio de la sociedad. Por último pero no menos importante, los positivistas sostenían que los científicos eran los que estaban mejor calificados para resolver los problemas sociales, pues eran los únicos que contaban con un conocimiento objetivo. [4]
El positivismo compartió la confianza del paradigma moderno en que el progreso científico aseguraría mejores condiciones de vida para la humanidad. [5] La ciencia era la llave para terminar con el conflicto y la pobreza. El progreso científico era lineal e ininterrumpido. Luego de las dos Revoluciones (la Industrial y la Francesa), la ciencia había entrado en una fase de desarrollo acelerado, acelerando así las mejoras en la vida de los seres humanos.
La situación cambió radicalmente en 1914, cuando se inició la PGM. La guerra involucró a los países más civilizados, quienes tenían mayor desarrollo económico y cultural. Fue una matanza sin precedentes en la historia. Las ideas del progreso continuo de la humanidad y de la unión indisoluble entre la ciencia y ese progreso quedaron desacreditadas; muchos intelectuales europeos observaron que el desarrollo de la ciencia sólo había servido para perfeccionar las armas de destrucción masiva. El positivismo sufrió un duro golpe. Pero la PGM produjo otro cambio trascendental: la Revolución Rusa de 1917. Por primera vez en la historia la burguesía fue desplazada del poder por los trabajadores. El final de la guerra produjo, a su vez, una serie de revoluciones, insurrecciones y grandes huelgas que hicieron pensar a muchos políticos e intelectuales que las horas del capitalismo estaban contadas. Frente a ello, surgieron movimientos políticos que consideraban que era necesario suprimir la democracia y las libertades políticas para combatir mejor al comunismo: ése fue el origen del fascismo, que terminó por llegar al poder en Italia (1922) y Alemania (1933). [6]
La década de 1920 estuvo marcada, en el plano del pensamiento filosófico, por la influencia de los sucesos mencionados: la decadencia del positivismo y el ascenso del comunismo y de los movimientos fascistas. Muchos filósofos sostuvieron que la razón era responsable de los sucesos que habían llevado a la PGM y a la Revolución Rusa; consideraron que era necesario abandonar la razón. Ésa fue la cuna del pensamiento irracionalista, que sirvió de apoyatura filosófica a los diferentes fascismos.
El Círculo de Viena, cuyo manifiesto original data de 1929, representó una reacción contra las corrientes irracionalistas. La “militancia anti metafísica”, propuesta en el Manifiesto, debe interpretarse en este sentido. Sus autores comienzan señalando que “el pensamiento metafísico y teologizante está creciendo hoy de nuevo, no sólo en la vida diaria, sino también en la ciencia” [7]. Precisamente para confrontar que esa influencia creciente del pensamiento metafísico es que se constituyó el Círculo de Viena. Todo esto permite comprender que su conformación no fue una iniciativa académica o limitada al mundo filosófico, sino que se trató también de una iniciativa política.
La CH fue elaborada como una defensa de los ideales del paradigma moderno de ciencia, en especial de la creencia en la razón como herramienta de conocimiento. [8] En el Manifiesto se dice expresamente que esa corriente encarna “el modo de pensar fundado en la experiencia y contrario a la especulación”. [9]
Ahora bien, ¿qué es lo novedoso del empirismo lógico, aquello que lo distingue del viejo empirismo o del positivismo del siglo XIX? El énfasis en el lenguaje, derivado del llamado giro lingüístico, una innovación en el análisis filosófico del lenguaje. Los empiristas lógicos pusieron el acento en el análisis lógico de los enunciados (o proposiciones), con el objetivo de determinar si éstos tenían significado. En este sentido, los partidarios del empirismo lógico pensaban que un enunciado tenía significado si podía reducirse a otro enunciado susceptible de verificación empírica. Si esto no era posible, dicho enunciado carecía de significado y era descartado del pensamiento científico. De esta manera, los empiristas lógicos se concentraron en el análisis lógico del lenguaje científico, entendido como una tarea de depuración de elementos o resabios metafísicos.
El núcleo de la propuesta del empirismo lógico está contenido en el segundo apartado del Manifiesto, titulado “La concepción científica del mundo”. Allí se describe en qué consiste el método del análisis lógico y de qué manera constituye una herramienta en la lucha contra la metafísica. La concepción científica del mundo es caracterizada como empirista y positivista, pero también se remarca que otro de sus rasgos centrales es la utilización de un método específico, el análisis lógico.
El Círculo de Viena se plasmó en una corriente conocida como inductivismo, que es analizada por el profesor Pardo en su artículo. [11]
El inductivismo es la variante más conocida de la CH. Su origen es muy anterior al Círculo de Viena. De hecho, científicos tan destacados como Charles Darwin (1809-1882) declararon haber utilizado la inducción en sus investigaciones.
El razonamiento inductivo es conocido desde muy antiguo por los lógicos. Según éstos, un razonamiento es una estructura compuesta por proposiciones o enunciados redactados en lenguaje informativo. Simplificando al extremo (al fin y al cabo éste no es un curso de lógica), puede decirse que una proposición es una oración que nos dice algo acerca del mundo, y que ese algo puede ser sometido a alguna forma de verificación, pudiendo establecerse si el contenido de esa proposición es verdadero o falso. Esta propiedad de las proposiciones permite que sean el medio privilegiado para expresar el CC, pues son susceptibles de verificación empírica.
El profesor Pardo distingue tres tipos de enunciados: los enunciados de nivel 1, que son afirmaciones empíricas particulares (ejemplo: “esta mesa es de madera”); los enunciados de nivel 2, que son afirmaciones empíricas de nivel general (ejemplo: “todas las mesas son de madera”); los enunciados de nivel 3, de nivel teórico. Esto significa que al menos uno de los términos que lo componen son conceptos (ejemplo: “Los movimientos de los astros se explican por la ley de la gravitación universal”). Esta distinción es importante para comprender mejor tanto el inductivismo como el falsacionismo. [12]
Como ya se indicó, las proposiciones pueden articularse en razonamientos. En un razonamiento, algunos enunciados (denominados premisas) sirven de base para otro enunciado (la conclusión).
Existen varias formas de razonamiento; las dos más importantes son los deductivos y los inductivos. En los primeros la conclusión se deriva necesariamente de las premisas, como el ejemplo clásico: Todos los seres humanos son mortales. (P1) Sócrates es un ser humano. (P2). Por ende, Sócrates es mortal. (C) P1 y P2 son premisas, C es la conclusión.
En los razonamientos inductivos, las premisas están conformadas por enunciados de nivel 1. Cuando se acumula una cantidad suficiente de enunciados de nivel 1 puede pasarse a una conclusión (un enunciado de nivel 2).
En el lenguaje de los lógicos se dice que los razonamientos deductivos son válidos, esto es, que dadas determinadas premisas no cabe otra posibilidad que una conclusión determinada y no otra, como se ve en el ejemplo antes mencionado de “Sócrates es mortal”. Que un razonamiento sea válido significa que posee una estructura tal que si sus premisas son verdaderas la conclusión también lo será. En cambio, los razonamientos inductivos son inválidos, es decir, que aun con premisas verdaderas no puede asegurarse que la conclusión también sea verdadera. Más sencillo, mientras que los razonamientos deductivos garantizan la conservación de la verdad de las premisas en la conclusión. Por el contrario, los razonamientos inductivos no garantizan conservación de la verdad, o sea que aún teniendo premisas verdaderas no tenemos ninguna seguridad de que la conclusión también lo sea.
El profesor Pardo describe el inductivismo en dos niveles. Por un lado, en el contexto de descubrimiento; por otro, en el contexto de justificación. En ambos casos presenta las principales críticas que se han hecho a esta corriente epistemológica. No voy a abundar aquí en la descripción realizada en el texto, pues ello extendería excesivamente esta clase. Sin embargo, es conveniente subrayar dos temas importantes, que se encuentran estrechamente relacionados.
a)   El inductivismo parte de la acumulación de datos (enunciados de nivel 1) realizada por los científicos. En esta etapa, y siempre siguiendo la concepción inductivista, el investigador es un ente meramente pasivo, que recolecta la información ya existente en la naturaleza o en la sociedad. Los datos preexisten a la labor científica, que consiste en un poner al descubierto lo ya existente. Ahora bien, y esto lo desarrollaremos más adelante, la tarea científica, la producción de conocimiento, implica una labor activa de los investigadores, quienes construyen sus objetos de estudio mediante una serie de procedimientos específicos. E
b)   El inductivismo requiere de la existencia de observadores objetivos, que se limiten a registrar los datos, sin dejar de lado ninguno de ellos. Esto presupone la inexistencia de consideraciones filosóficas, ideológicas, culturales, en la observación. Más específicamente, ignora que el investigador posee una carga teórica, es decir, que observa aquello que puede ver en función de su marco teórico, que es previo a la observación. Como ya dijimos en una clase anterior, esta forma de concebir la objetividad es insostenible si analizamos la práctica de los científicos, y esta afirmación es más válida todavía en el campo de las CS. En un sentido fuerte, los científicos ven lo que su marco teórico les permite ver.
A esta altura corresponde decir unas palabras sobre el marco teórico. Con este término se designa al equipamiento teórico y conceptual con que cuenta el científico al comenzar su investigación. Este equipamiento está constituido tanto por teorías científicas (algo que resulta obvio) como por convicciones políticas y religiosas, etc. La mente del científico jamás es una hoja en blanco en la que se acumulan los datos. Para nosotros es especialmente importante tomar nota de la influencia de la ideología en la ciencia, pues ésta aparece a cada rato en las CS.
El inductivismo (recordemos que se trata de una variante del empirismo) fue sometido a múltiples críticas. Algunas de ellas son de larga data. Por ejemplo, el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) realizó una propuesta de superación del empirismo en su Crítica de la razón pura. En ella se reconoce que nuestro conocimiento proviene de los sentidos, pero se indica que nuestro conocimiento sería un puro caos (una multitud de sensaciones que llegan simultáneamente a nosotros en todo momento) si no existieran formas previas a la sensación y que modelan a ésta (como las nociones de tiempo y espacio).
El profesor Pardo dedica especial atención a la crítica del inductivismo formulada por Karl Popper (1902-1994), dado que éste fue el fundador de la segunda variante de la CH, el falsacionismo. Tampoco voy a explayarme demasiado en el tema, remito al estudiante a la lectura del texto. [13] Sin embargo, cabe decir algunas palabras sobre un par de cuestiones tratadas allí.
En primer lugar, el falsacionismo (o racionalismo de Popper) es otra variante de la CH. Esto significa que adhiere al postulado que afirma que la epistemología tiene que ser prescriptiva, esto es, debe formular el método que los científicos deben seguir para obtener conocimiento válido. Popper era muy consciente de las limitaciones del empirismo y sus críticas al inductivismo dan cuenta de ello. Esa crítica se apoyó, en parte, en razones lógicas [14], en parte en un análisis de los caminos seguidos históricamente por los científicos. Pero la alternativa popperiana al inductivismo sigue las líneas de la CH: reconocimiento de la distinción entre contextos; carácter prescriptivo de la epistemología.
En segundo lugar, Popper reconoció la existencia de una carga teórica de la observación. La mente del investigador no es una hoja en blanco en la que se imprime la información que nos brindan los sentidos y los artefactos creados por los científicos; por el contrario, el investigador construye sus datos abstrayendo de la realidad aquella información que considera significativa a partir de una teoría o de una hipótesis. Sin esa carga teórica, la ciencia sería imposible, pues no podríamos recortar nada de lo que sucede a nuestro alrededor.
En tercer lugar, Popper indica que la búsqueda de conocimiento comienza por un problema. De ese modo, pone el acento en la acción de los científicos, que se ven obligados a elaborar algún tipo de explicación tentativa que dé respuesta a ese problema. [15] Esto, que está en la base del MHD, representa un avance respecto al inductivismo y su concepción pasiva de la actividad científica, y permite una mejor comprensión de la labor de los científicos.
En cuarto lugar, Popper enfatiza el carácter provisional de todo CC. Los científicos buscan poner a prueba el conocimiento existente, mediante la formulación de hipótesis más audaces que las existentes (aquellas que se encuentran corroboradas provisionalmente), es decir, nuevas hipótesis que establezcan prohibiciones más rigurosas que las existentes (las prohibiciones son situaciones que no pueden ocurrir si la hipótesis es correcta). A mayor prohibición, mayor posibilidad de falsación. Esto es, el CC se desarrolla por medio del aumento de la posibilidad de falsar las hipótesis.
En quinto lugar, el progreso científico no es otra cosa que la formulación de hipótesis más falsables y su corroboración provisional. Popper niega que las hipótesis propuestas para dar respuesta a un problema puedan ser verificadas, esto es, que pueda demostrarse que son verdaderas. Su análisis de los problemas de la inducción lo lleva a la conclusión de que es imposible probar que una hipótesis es verdadera; una hipótesis sólo puede ser corroborada, es decir, pasa provisionalmente la prueba de la contrastación empírica, hasta que no se demuestre (cosa que ocurre más tarde o más temprano) su falsedad. De este modo, Popper muestra que el CC no puede ser un dogma, pues se encuentra sometido a constante crítica y revisión. [16]
Por último, Popper se dio cuenta de la complejidad del proceso de refutación de una hipótesis científica. Esta percepción surgió de su análisis de los mecanismos de falsación de una hipótesis, que lo llevó a visualizar la existencia de varias hipótesis de distinto nivel al momento de proceder a la contrastación empírica. Su distinción entre hipótesis principal, hipótesis auxiliares, hipótesis ad hoc, es un ejemplo de las dificultades para establecer qué hipótesis se está poniendo a prueba. Como veremos en la próxima clase, la cuestión de la aceptación o no de una hipótesis no depende exclusivamente de los procedimientos científicos, sino que entra a jugar también el contexto histórico y social en el que trabajan los científicos. Popper no llegó a tanto. No obstante, su crítica de las limitaciones insalvables del inductivismo abrió el camino para demoler la distinción entre contextos de descubrimiento y justificación.
Hasta aquí llegamos en la clase de hoy. Antes de cerrar la exposición quiero hacer un pequeña “reivindicación” de la CH, mejor dicho, de uno de sus aspectos. A pesar de todas las críticas formuladas aquí contra las distintas variantes de la CH, no podemos abandonar la idea de que el CC requiere de la contrastación empírica. Si dejamos de lado a la confrontación con los hechos, con lo empírico, salimos del terreno de la ciencia. En el campo de las CS, las últimas décadas estuvieron marcadas por los avances de corrientes de pensamiento que afirman que la ciencia es otro discurso más y que no posee especial relevancia frente a las otras formas de conocimiento. Independientemente de la opinión que nos hayamos forjado sobre el tema, hay que reconocer que la confrontación constante con los hechos es el rasgo distintivo del CC. Utilizo la palabra “confrontación” en su doble sentido de enfrentar, de rechazar el saber cotidiano, y de someter a la prueba de los hechos a las hipótesis científicas.
Basta por ahora.
En nuestro próximo encuentro responderé una serie de preguntas formuladas por ustedes y que por razones de tiempo no pude tratar hoy.

Villa del Parque, sábado 25 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / CN = Ciencias naturales / CS = Ciencias sociales / MHD = Método hipotético-deductivo / PGM = Primera Guerra Mundial.

NOTAS:
[1] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 43-76).
[2] Carnap, R., et al, “La concepción científica del mundo: el Círculo de Viena”, en REDES N° 18, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2002.
[3] Recordemos que en ese curso utilizamos los términos “epistemología” y “filosofía de la ciencia” como sinónimos.
[4] La objetividad del CC era producto del hecho de que los científicos recolectaban datos sin tener en cuenta sus preferencias o su ideología. En este sentido, pensaban en un científico despojado de todo su bagaje cultural. Esta concepción de la objetividad será discutida más adelante en la cursada.
[5] Utilizo aquí la noción de paradigma en el sentido que le da el profesor Pardo en su artículo “La invención de la ciencia”. Allí define al paradigma como un gran modelo epocal. Ver: Pardo, R. (2012), “La invención de la ciencia: La constitución de la cultura occidental a través del conocimiento científico”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos, p. 26.
[6] Se trata de una definición muy esquemática. En rigor, y esto es algo que ustedes van a estudiar en Historia General, existen varias formas de fascismo: una es la variante italiana, otra es la variante alemana, conocida como nacionalsocialismo (o nazismo). Pero allí tampoco se agota el tema, pues existieron otros fascismos en la Europa de la década de 1930.
[7] Carnap, R., et al, op. cit., p. 107.
[8] Se trata del ideal de racionalidad plena, desarrollado por el profesor Pardo en su artículo “La invención de la ciencia”, op. cit., p. 32. Allí se afirma que “uno de los ideales esenciales en los que se funda el programa moderno de una racionalidad plena es la creencia en el progreso social como consecuencia inexorable del desarrollo de la ciencia” (p. 34).
[9] Carnap, R., et al, p. 107.
[10] Carnap, R., et al, pp. 112-115.
[11] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 51-60.
[12] R. Pardo, “La verdad como método”, pp. 52-53.
[13] R. Pardo,”La verdad como método”, pp. 60-74. Como en el caso del tratamiento del inductivismo, el profesor Pardo repite allí la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación, atento que Popper se mantuvo dentro de la CH.
[14] Popper retomó y desarrolló la cuestión de la invalidez del razonamiento inductivo, mencionada más arriba. Sostuvo que no hay ninguna posibilidad de justificar la inducción desde la lógica.
[15] Para una síntesis del MHD, ver el gráfico 2 en R. Pardo, “La verdad como método”, p. 64.
[16] En la próxima clase volveremos sobre la cuestión del progreso científico. Por el momento nos alcanza con decir que Popper comparte con los inductivistas la creencia en el progreso de la ciencia, difiriendo con éstos en que sostiene que ese progreso consiste en falsaciones (refutaciones de hipótesis) y no en verificaciones (constatación de la verdad de las hipótesis).


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