lunes, 27 de abril de 2020

EPISTEMOLOGÍA DE LAS CIENCIAS SOCIALES CURSO 2020 – CLASE N° 5


“Usted es una persona capaz. De una tenacidad innata,
y al parecer está animado de buenos deseos.
Necesita usted estudiar, pero de manera que
los libros no le impidan ver la gente.
Máximo Gorki (1868-1936), escritor ruso.


Bienvenidas y bienvenidos a la quinta clase del curso.
Hoy nos concentraremos en la exposición de la teoría de la dinámica de la ciencia desarrollada por el epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), tal como fue expuesta en su obra La estructura de las revoluciones científicas (1962). En especial, nos ocuparemos de la noción de paradigma, uno de los principales aportes de Kuhn a la filosofía de la ciencia. La exposición se apoya en el artículo del profesor Palma, “La ciencia como proceso”, que ustedes tienen como bibliografía obligatoria. [1]
La obra de Kuhn marca el pasaje de la concepción de la ciencia como producto (propia de la CH) a la de la concepción de la ciencia como proceso. En otras palabras, se quiebra la distinción entre contextos desarrollada por el Círculo de Viena y se somete a una profunda crítica la idea de la epistemología prescriptiva, cuya función era prescribir el método correcto a los científicos. Esto nos llevará a repasar algunos conceptos de la CH que hemos trabajado en clases anteriores.
Al final de la clase de hoy dedicaremos un espacio a sus consultas y a las respuestas tentativas que les fui enviando por correo electrónico.

La CH predominó en la epistemología anglosajona hasta la década de 1960, a punto tal que se la conoce también como concepción estándar de la ciencia. Las críticas formuladas en la clase anterior no deben hacernos olvidar que los empiristas lógicos supieron construir un edificio conceptual sólido, sustentado en dos ideas básicas: a) el CC requiere de verificación empírica; b) el CC tiene un carácter esencialmente provisional, es decir, se encuentra en un proceso de construcción permanente. La primera idea pertenece al Círculo de Viena, que supo retomar y enriquecer los aportes del viejo empirismo y del positivismo; la segunda idea fue elaborada por Karl Popper (1902-1994), quien planteó que los científicos se dedicaban a falsar las teorías existentes proponiendo nuevas hipótesis.
También es cierto que la CH supo construir respuestas efectivas a las críticas que se le formularon. Así, los empiristas lógicos moderaron el inductivismo, al afirmar que el conocimiento obtenido por medio de la aplicación del método inductivo tenía validez estadística, no absoluta. En otras palabras, la acumulación de enunciados de nivel 1 permitía formular una ley científica (un enunciado de nivel 2), que era válida para todos los casos conocidos o, en su defecto, para la mayoría de éstos. De este modo reconocían el valor estadístico de la inducción, sin abrir juicio sobre su valor absoluto. [2]
Popper, por su parte, reformuló su MHD, aceptando la complejidad de la refutación de una hipótesis. Mientras que en las primeras formulaciones del MHD toda vez que una consecuencia observacional no coincidía con los hechos los científicos debían declarar refutada la hipótesis, en las formulaciones posteriores Popper planteaba que era preciso determinar qué era lo que se estaba refutando (la hipótesis principal, las hipótesis secundarias, las hipótesis auxiliares, etc.). De modo que la falta de coincidencia entre la consecuencia observacional y los hechos no obligaba a la refutación de la hipótesis. [3]
Sin embargo, los cambios introducidos en las versiones originales del empirismo lógico y del falsacionismo no modificaron los postulados fundamentales de la CH. Se mantuvo la distinción entre contextos y, por ende, la rígida división del trabajo entre historia y sociología de la ciencia, por un lado, y filosofía de la ciencia, por el otro. [4] De esta manera, la historia quedaba excluida del campo de estudio de la epistemología. El CC era transhistórico, es decir, se hallaba más allá de la historia y podía ser aislado de ésta. Como ya señalamos, esta concepción permitía defender la neutralidad política e ideológica de la ciencia, a la que se atribuía un carácter desinteresado.
Ahora bien, la CH comenzó a resquebrajarse en la década de 1950. El desarrollo de la historia de la ciencia proporcionó nueva información, que contrastaba con la imagen positivista de un progreso continuo del CC. Los historiadores de la ciencia demostraron que los científicos no habían producido nuevo conocimiento apelando a los métodos prescriptos por la filosofía de la ciencia. Todo lo contrario. Muchas veces las nuevas hipótesis y teorías carecían de base empírica adecuada, o sea, los datos disponibles no coincidían con las nuevas hipótesis. Esto ocurrió, por ejemplo, con la teoría heliocéntrica en astronomía, formulada por Copérnico (1473-1543) y que sirvió de puntapié inicial de la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII.
Si los científicos no habían procedido como prescribían los epistemólogos, ¿correspondía seguir aceptando la validez del empirismo lógico y del falsacionismo?
Pero no se trataba únicamente de la evidencia histórica. Una nueva sociología de la ciencia, surgida en la década de 1950, comenzó a interesarse en el trabajo concreto de los científicos, es decir, en las formas en los que éstos producían CC y los mecanismos de aceptación de las nuevas hipótesis y teorías. Esos trabajos mostraron que los científicos procedían de manera muy diferente a la imagen proyectada por la CH. En vez de emplear un método canónico, muchas veces se veían obligados a elaborar métodos específicos para dar respuesta a un problema determinado. En este sentido, Paul Feyerabend (1924-1994), epistemólogo y discípulo de Popper, llegó a plantear la tesis del anarquismo metodológico, esto es, el rechazo de la existencia de un único método científico y el reconocimiento de la que había tantos métodos como problemas científicos a resolver.
Todo lo anterior permite comprender que existía un terreno abonado cuando Kuhn publicó ERS. Kuhn se formó como físico y por razones fortuitas debió ocuparse de la historia de la ciencia. Llegó a la epistemología a partir de la historia, y no a la inversa; sus labores como historiador lo convencieron de que era erróneo separar la historia de la ciencia de la filosofía, pues la práctica de los científicos era incomprensible si se desconocían los factores económicos, sociales y culturales en los que se desenvolvía. Dicho de otro modo, la ciencia no era una actividad transhistórica, sino que era profundamente histórica. Esto lo llevó a quebrar la escisión entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación; la validación de las hipótesis obtenidas por los científicos era incomprensible si se ignoraba el contexto histórico, pues cada época (cada sociedad) tenía criterios diferentes en lo que hace a la validez del conocimiento.
Kuhn llegó a la conclusión de que la epistemología tenía que dejar de enseñarles el método “correcto” a los científicos. Por el contrario, debía ocuparse de estudiar cómo obtenían conocimiento los científicos, los métodos que iban elaborando en su actividad.
Dicho de un modo burdo, propuso pasar de una epistemología prescriptiva a una epistemología descriptiva. Kuhn pensaba que la ciencia es lo que los científicos hacen.
Ahora bien, lo anterior conllevaba una modificación radical de los problemas y de las tareas de la filosofía de la ciencia. Ante todo, la erosión de la distinción entre contextos obligaba a los epistemólogos a ocuparse seriamente de la historia de la ciencia. Ya no podían dejar esa labor en manos de los historiadores. Pero la atención en la historia implicó un desplazamiento del núcleo de interés de la epistemología.
Como ya indicamos, la CH afirmaba que la filosofía de la ciencia tenía que ocuparse del contexto de justificación, es decir, “la cuestión de cómo se fundamenta o valida una hipótesis.” [5] Desde esta perspectiva, la historia de la ciencia era concebida como un progreso lineal desde inferior a lo superior, y ese progreso se aceleraba en la medida en los científicos utilizaban el método correcto, que no era otro que el proporcionado por la epistemología. Kuhn, al romper la división entre contextos, se vio obligado a concentrarse en el problema del progreso científico o, mejor dicho, en la construcción de una teoría que explicara la dinámica del desarrollo científico. La ERC contiene esa teoría.
La CH consideraba al CC como producto, es decir, como algo acabado, estático; no le preocupaban los problemas de su desarrollo histórico; mejor dicho, no era de la incumbencia de la epistemología. Kuhn, en cambio, se dedicó a explorar la dinámica del desarrollo de la ciencia. En el centro de su reflexión está la noción de paradigma.
Ante todo hay que decir que Kuhn, a diferencia de la CH, no considera que las teorías o los enunciados sean las unidades de análisis de la epistemología; ésta tiene que ocuparse de estudiar los paradigmas y las comunidades científicas que aceptan los paradigmas.
En ERC se afirma que cada ciencia particular (por ejemplo, la física) se desarrolla pasando de un paradigma a otro paradigma. Pero, ¿qué es un paradigma?
Kuhn tuvo dificultades para establecer una noción unívoca de paradigma. Sus críticos le reprocharon haber presentado varias definiciones de dicho concepto en ERC. Esto es parcialmente correcto. El profesor Palma dedica especial atención al tema y describe varias acepciones de paradigma, todas las cuales están presentes en ERC:
·         Un paradigma es “una manera de ver las cosas” [6]. Adherir a un paradigma implica ver los hechos de una manera específica, diferente a otras. Por ejemplo: cualquiera de nosotros se desconcierta al ver una radiografía. No vemos en ella más que un montón de manchas. Pero un médico entrenado puede formular un diagnóstico en base a ellas. El médico y nosotros contemplamos cosas distintas al ver la misma radiografía.

·         Un paradigma es “una concepción del mundo”, es decir, “un conjunto de valores y creencias que determinan la forma de producir taxonomías, es decir, de estructurar, categorizar y clasificar el mundo.” [7] Aquí se observa una ruptura importante con la CH, sobre todo con el empirismo lógico, pues para éste la metafísica (y esta incluía los valores y las creencias) quedaba fuera del CC.

·         Un paradigma está constituido por las realizaciones universalmente reconocidas por la comunidad científica, los “modelos a seguir”. [8]

·         Un paradigma es una matriz disciplinar. [9] Entre sus componentes están las partes metafísicas, es decir, ciertos supuestos sobre el funcionamiento del universo o sobre la porción de éste que estudia una ciencia determinada.
A estas cuatro definiciones de paradigma cabe agregarle una quinta, según la cual los paradigmas funcionan más como lenguajes que como miradas acerca del mundo.
Pero la noción de paradigma no agota las herramientas conceptuales con las que Kuhn examina la dinámica de las ciencias. Junto a ella se encuentra el concepto de comunidad científica, compuesta por todos los individuos que practican una disciplina científica determinada.
¿Cómo se define una comunidad científica? En términos de Kuhn la cuestión es sencilla: una comunidad científica está compuesta por todos los individuos que adhieren a un paradigma determinado. A su vez, un paradigma funciona como tal si es aceptado por una comunidad científica. En pocas palabras, los conceptos de paradigma y comunidad científica son inseparables.
Una vez formuladas las nociones mencionadas, podemos pasar a describir cómo concibe Kuhn el desarrollo científico. En primer lugar, toda ciencia pasa por un período pre-científico, en el que no existe una comunidad científica unificada, puesto que hay distintos candidatos a paradigma que se disputan el campo científico en cuestión. Más todavía, en este período no existe un objeto de estudio definido y bien delimitado, pues cada cuerpo de ideas que aspira a ser paradigma concibe ese objeto de estudio de manera diferente. [10]
En segundo lugar, se produce la unificación de la comunidad científica en torno a uno de los aspirantes a paradigma. En ese proceso quedan fuera de la flamante disciplina todos aquellos que se niegan a aceptar el nuevo paradigma. En el caso de la astronomía, la combinación de la física de Aristóteles (384-322 a. C.) con la teoría heliocéntrica de Tolomeo (c. 100 – c. 170) dieron origen a un paradigma que perduró hasta el siglo XVI; durante todo este período eran astrónomos quienes aceptaban el paradigma.
En tercer lugar, la adopción de un paradigma y la conformación de una comunidad científica (como dijimos, ambas cosas son inseparables), determinan una forma específica de trabajar para quienes practican esa disciplina; Kuhn designa a este período con el término de ciencia normal. Los científicos se dedican a resolver problemas que tienen solución dentro de ese paradigma. Kuhn denomina enigmas a esos problemas, que pueden ser resueltos aplicando el instrumental teórico y práctico del paradigma.
La mayor parte de la historia de una ciencia transcurre en períodos de ciencia normal. En cada uno de esos períodos el trabajo de los científicos es rutinario, pues se ocupan de completar los “casilleros vacíos” del paradigma, esto es, de resolver los enigmas. Kuhn indica que los científicos “saben” que los enigmas tienen solución, pues confían en los procedimientos y en las herramientas teóricas del paradigma para resolverlos. En estas épocas los científicos aparecen como figuras conservadoras, poco proclives a modificar sus métodos y sus conceptos. Esta imagen contrasta con la concepción de Popper, quien considera que los científicos dedican su vida a refutar las hipótesis vigentes mediante conjeturas cada vez más audaces.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la ciencia normal. Eventualmente aparecen problemas que se resisten a ser resueltos con la aplicación de las herramientas provistas por el paradigma. Si estos problemas persisten se convierten en anomalías y terminan por generar incertidumbre entre los miembros de la comunidad científica. Este malestar no se traduce inmediatamente en desconfianza en el paradigma, pues los científicos son personas conservadoras, en el sentido de que se muestran reacios a tirar por la borda al paradigma que les permitió resolver tantos enigmas.
Pero si la anomalía persiste en el tiempo termina por erosionar la confianza de algunos miembros de la comunidad científica en ese paradigma. Kuhn apunta que se trata, generalmente, de los miembros más jóvenes, quienes tienen menos compromisos con el paradigma existente. En este punto hay que decir que Kuhn sostiene que la comunidad científica funciona también como un campo político, en el que existen instituciones (universidades, organismos estatales, revistas, etc.) cuyo control otorga beneficios y recompensas. Los científicos más viejos ocupan posiciones en esas instituciones y no quieren perder sus privilegios cuestionando al paradigma existente. Los más jóvenes, en cambio, todavía no disfrutan de los beneficios de “pertenecer” a ese sistema de recompensas, por lo que tienen una mente más abierta a los cuestionamientos e innovaciones.
La continuidad de la anomalía y la desconfianza creciente en el paradigma terminan por generar una crisis. Algunos científicos pasan a cuestionar abiertamente al paradigma vigente y proponen alternativas al mismo. Se produce una lucha violenta entre los partidarios del viejo paradigma y los impulsores del nuevo paradigma. Kuhn sostiene que esa lucha no se limita al campo estrictamente científico; no se combate únicamente con argumentos y pruebas científicas. La disputa asume formas políticas; se pelea por el control de las instituciones que otorgan poder, beneficios y recompensas. Se trata de persuadir a los oponentes; en esa tarea de persuasión se recurre a todo tipo de argumentos, que van más allá del campo científico en cuestión.
Si los partidarios del nuevo paradigma logran imponerse, persuadiendo a muchos partidarios del viejo paradigma y conquistando las instituciones del campo en cuestión, se produce una revolución científica, esto es, el desplazamiento del viejo paradigma por el nuevo. En ERC se concibe a las revoluciones científicas como revoluciones políticas, que implican luchas por el poder entre grupos rivales. Aquí también se observan los efectos de haber dejado de lado la distinción entre contextos propia de la CH; por ejemplo, los empiristas lógicas jamás habrían aceptado que las luchas entre científicos pueden resolverse recurriendo a argumentos extra-científicos, que van más allá de los límites del contexto de justificación.
Las revoluciones científicas se saldan con la adopción del nuevo paradigma y la reconfiguración de la comunidad científica; algunos defensores del viejo paradigma no aceptan el nuevo y son excluidos de la comunidad. Da comienzo un nuevo período de ciencia normal y paulatinamente los revolucionarios se vuelven conservadores, dedicándose a resolver enigmas y a ocupar posiciones en el sistema institucional de la ciencia.
Hasta aquí hemos desarrollado de modo muy esquemático las líneas generales de la concepción de la dinámica de la ciencia tal como aparece en ERC. En nuestro próximo encuentro abordaremos la cuestión del progreso científico, a través de una comparación entre los empiristas lógicos, Popper y Kuhn.

Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el intercambio.
Ø  Quería consultarle sobre 2 conceptos que no comprendí de los textos de Pardo y CARNAP respectivamente.
Mi primera duda es en cuanto a las críticas al inductivismo en la justificación. No entiendo el concepto que sostiene que la inducción sostiene un círculo vicioso.
Mi otra duda es sobre el sistema o teoría de constitución, lo cual en primer lugar no entendí si apuntan a ser el mismo concepto, y por otra parte no lo entiendo como para poder rebajarlo a una explicación simple.
Respecto a la cuestión del círculo vicioso de la inducción. Hay que tener presente que la inducción es una forma inválida de razonamiento. Esto significa que se trata de un razonamiento en el que la conclusión no conserva la verdad de las premisas; dicho de otro modo, si las premisas son verdaderas podemos tener, sin embargo, una conclusión falsa. Éste es el significado de la noción de invalidez. 
Cuando se habla del "círculo vicioso de la inducción" significa que los inductivistas defienden una inducción determinada argumentando que el método inductivo fue efectivo en otras oportunidades. O sea, se justifica una inducción con otra inducción. Pero justamente se trata de demostrar la validez de la inducción, y eso no se logra recurriendo al mismo método que se quiere demostrar. Además, como ya se indicó, el razonamiento inductivo es inválido; por tanto, aun cuando su utilización haya sido efectiva en otras ocasiones, eso no garantiza que su utilización actual arroje conclusiones verdaderas. 
Respecto a la segunda consulta. Ella se refiere a la posición del Círculo de Viena, concretamente a las afirmaciones del Manifiesto. Allí se indica que el significado de una proposición es el método de su verificación. En otras palabras, ese enunciado (uso los términos proposición y enunciado como sinónimos) tiene sentido si es posible reducirlo a una proposición que pueda contrastarse con lo empírico. Por ejemplo: el enunciado 'El fin de la vida humana es la felicidad' carece de sentido para los empiristas lógicos porque no existe forma de verificarlo empíricamente. En cambio, el enunciado 'El coronavirus provoca una pandemia' tiene sentido porque puede verificarse. La expresión "sistema de sustitución" se refiere a que se sustituye el enunciado inicial por otro u otros, derivado de él, que permite la verificación empírica.
Ø  Quiero preguntarle algo que no entiendo sobre el Paradigma Premoderno, ¿por qué al saber empírico no se lo considera un conocimiento supremo?
En el paradigma premoderno se desdeñaba la demostración empírica de una teoría o explicación. Se prefería, por el contrario, la demostración teórica, al estilo de los teoremas de la geometría. ¿Por qué? Ante todo porque la ciencia antigua se daba en un contexto social en el que el trabajo era realizado por las personas consideradas inferiores (esclavos, siervos, mujeres, extranjeros, etc.) y el trabajo es la forma más clara de experiencia empírica. En el trabajo se manipulan y transforman los elementos materiales, se observa su comportamiento, se los somete a prueba, se modifican las condiciones de producción. Como el trabajo era desdeñado por las clases dominantes (por ejemplo, los nobles en la sociedad feudal), ese desprecio se transmitía hacia la experiencia empírica, que pasaba a ser considerada como indigna de formar parte de la ciencia. Esta explicación es sociológica y reduce la complejidad del problema de la desconfianza hacia los métodos empíricos, pero resulta de utilidad para comprender la mentalidad propia del paradigma premoderno.

Villa del Parque, lunes 27 de abril de 2020

ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CH = Concepción heredada / ERC= La estructura de las revoluciones científicas / MHD = Método hipotético deductivo

NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 77-102).
[2] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La concepción heredada y la ciencia como producto”, en  Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. Ver la referencia a la probabilidad de las hipótesis, p. 59.
[3] El profesor Pardo examina esta cuestión en “La verdad como método”, op. cit., p. 70-71.
[4] El profesor Palma expone los lineamientos principales de la sociología de la ciencia construida en base a la mencionada división del trabajo. El sociólogo estadounidense Robert Merton (1910-2003) es el exponente más destacado de esta corriente, cuyo núcleo es la tesis de que la ciencia es autónoma respecto a las influencias directas de las ideologías e intereses de clase. Ver Palma, op. cit., pp. 90-92.
[5] R. Pardo, “La verdad como método”, p. 50.
[6] H. Palma, op. cit., p. 81.
[7] H. Palma, op. cit., pp. 81-82.
[8] H. Palma, op. cit., p 82.
[9] H. Palma, op. cit., pp. 82-85.
[10] Veamos un ejemplo tomado de una situación en la que ya existe un paradigma aceptado por la comunidad científica. Kepler (1571-1630)) fue uno de los físicos y astrónomos más notables de la historia. En su tarjeta de presentación, si la hubiera tenido, figuraría “astrónomo y astrólogo”. En su época la astrología era considerada una ciencia y, para muchos, era parte integrante de la astronomía. El descubrimiento de la ley de gravitación universal por Newton (1647-1727) y, más en general, de las leyes de la mecánica (el movimiento en el universo) reconfiguró el campo de estudio de la astronomía y dejó afuera de ella a la astrología, pues dichos logros disiparon la creencia en que los astros influían en la vida de las personas (la disiparon a nivel científico y no a nivel popular, por supuesto). La mecánica newtoniana produjo una nueva manera de ver los fenómenos astronómicos, que pasaron a ser considerados en términos de relaciones matemáticas; en este sentido, puede ser considerada un nuevo paradigma. La paradoja de todo esto reside en que Kepler contribuyó decisivamente a la formulación de las leyes del movimiento de los astros y, de ese modo, a la erosión del carácter científico de la astrología.

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