“Usted
es una persona capaz. De una tenacidad innata,
y
al parecer está animado de buenos deseos.
Necesita
usted estudiar, pero de manera que
los
libros no le impidan ver la gente.
Máximo
Gorki (1868-1936), escritor ruso.
Bienvenidas
y bienvenidos a la quinta clase del curso.
Hoy
nos concentraremos en la exposición de la teoría de la dinámica de la ciencia
desarrollada por el epistemólogo estadounidense Thomas Kuhn (1922-1996), tal
como fue expuesta en su obra La
estructura de las revoluciones científicas (1962). En especial, nos
ocuparemos de la noción de paradigma, uno de los principales aportes de Kuhn a
la filosofía de la ciencia. La exposición se apoya en el artículo del profesor
Palma, “La ciencia como proceso”, que ustedes tienen como bibliografía
obligatoria. [1]
La
obra de Kuhn marca el pasaje de la concepción de la ciencia como producto (propia de la CH) a la de la concepción de la
ciencia como proceso. En otras
palabras, se quiebra la distinción entre contextos desarrollada por el Círculo de Viena y se somete a una
profunda crítica la idea de la epistemología
prescriptiva, cuya función era prescribir el método correcto a los científicos.
Esto nos llevará a repasar algunos conceptos de la CH que hemos trabajado en
clases anteriores.
Al
final de la clase de hoy dedicaremos un espacio a sus consultas y a las
respuestas tentativas que les fui enviando por correo electrónico.
La CH
predominó en la epistemología anglosajona hasta la década de 1960, a punto tal
que se la conoce también como concepción
estándar de la ciencia. Las críticas formuladas en la clase anterior no
deben hacernos olvidar que los empiristas lógicos supieron construir un
edificio conceptual sólido, sustentado en dos ideas básicas: a) el CC requiere
de verificación empírica; b) el CC tiene un carácter esencialmente provisional,
es decir, se encuentra en un proceso de construcción permanente. La primera
idea pertenece al Círculo de Viena, que supo retomar y enriquecer los aportes
del viejo empirismo y del positivismo; la segunda idea fue elaborada por Karl
Popper (1902-1994), quien planteó que los científicos se dedicaban a falsar las
teorías existentes proponiendo nuevas hipótesis.
También
es cierto que la CH supo construir respuestas efectivas a las críticas que se
le formularon. Así, los empiristas lógicos moderaron el inductivismo, al
afirmar que el conocimiento obtenido por medio de la aplicación del método
inductivo tenía validez estadística, no absoluta. En otras palabras, la
acumulación de enunciados de nivel 1 permitía formular una ley científica (un enunciado
de nivel 2), que era válida para todos los casos conocidos o, en su defecto,
para la mayoría de éstos. De este modo reconocían el valor estadístico de la
inducción, sin abrir juicio sobre su valor absoluto. [2]
Popper,
por su parte, reformuló su MHD, aceptando la complejidad de la refutación de
una hipótesis. Mientras que en las primeras formulaciones del MHD toda vez que
una consecuencia observacional no coincidía con los hechos los científicos
debían declarar refutada la hipótesis, en las formulaciones posteriores Popper
planteaba que era preciso determinar qué era lo que se estaba refutando (la
hipótesis principal, las hipótesis secundarias, las hipótesis auxiliares,
etc.). De modo que la falta de coincidencia entre la consecuencia observacional
y los hechos no obligaba a la refutación de la hipótesis. [3]
Sin
embargo, los cambios introducidos en las versiones originales del empirismo lógico y del falsacionismo no modificaron los
postulados fundamentales de la CH. Se mantuvo la distinción entre contextos y,
por ende, la rígida división del trabajo entre historia y sociología de la
ciencia, por un lado, y filosofía de la ciencia, por el otro. [4] De esta
manera, la historia quedaba excluida del campo de estudio de la epistemología. El
CC era transhistórico, es decir, se hallaba más allá de la historia y podía ser
aislado de ésta. Como ya señalamos, esta concepción permitía defender la
neutralidad política e ideológica de la ciencia, a la que se atribuía un
carácter desinteresado.
Ahora
bien, la CH comenzó a resquebrajarse en la década de 1950. El desarrollo de la
historia de la ciencia proporcionó nueva información, que contrastaba con la
imagen positivista de un progreso continuo del CC. Los historiadores de la ciencia
demostraron que los científicos no habían producido nuevo conocimiento apelando
a los métodos prescriptos por la filosofía de la ciencia. Todo lo contrario.
Muchas veces las nuevas hipótesis y teorías carecían de base empírica adecuada,
o sea, los datos disponibles no coincidían con las nuevas hipótesis. Esto
ocurrió, por ejemplo, con la teoría heliocéntrica en astronomía, formulada por
Copérnico (1473-1543) y que sirvió de puntapié inicial de la Revolución
Científica de los siglos XVI y XVII.
Si
los científicos no habían procedido como prescribían los epistemólogos, ¿correspondía
seguir aceptando la validez del empirismo lógico y del falsacionismo?
Pero
no se trataba únicamente de la evidencia histórica. Una nueva sociología de la
ciencia, surgida en la década de 1950, comenzó a interesarse en el trabajo
concreto de los científicos, es decir, en las formas en los que éstos producían
CC y los mecanismos de aceptación de las nuevas hipótesis y teorías. Esos
trabajos mostraron que los científicos procedían de manera muy diferente a la
imagen proyectada por la CH. En vez de emplear un método canónico, muchas veces
se veían obligados a elaborar métodos específicos para dar respuesta a un
problema determinado. En este sentido, Paul Feyerabend (1924-1994), epistemólogo
y discípulo de Popper, llegó a plantear la tesis del anarquismo metodológico, esto es, el rechazo de la existencia de un
único método científico y el reconocimiento de la que había tantos métodos como
problemas científicos a resolver.
Todo
lo anterior permite comprender que existía un terreno abonado cuando Kuhn
publicó ERS. Kuhn se formó como físico y por razones fortuitas debió ocuparse
de la historia de la ciencia. Llegó a la epistemología a partir de la historia,
y no a la inversa; sus labores como historiador lo convencieron de que era
erróneo separar la historia de la ciencia de la filosofía, pues la práctica de
los científicos era incomprensible si se desconocían los factores económicos,
sociales y culturales en los que se desenvolvía. Dicho de otro modo, la ciencia
no era una actividad transhistórica, sino que era profundamente histórica. Esto
lo llevó a quebrar la escisión entre contexto de descubrimiento y contexto de
justificación; la validación de las hipótesis obtenidas por los científicos era
incomprensible si se ignoraba el contexto histórico, pues cada época (cada
sociedad) tenía criterios diferentes en lo que hace a la validez del
conocimiento.
Kuhn
llegó a la conclusión de que la epistemología tenía que dejar de enseñarles el
método “correcto” a los científicos. Por el contrario, debía ocuparse de
estudiar cómo obtenían conocimiento los científicos, los métodos que iban
elaborando en su actividad.
Dicho
de un modo burdo, propuso pasar de una epistemología
prescriptiva a una epistemología
descriptiva. Kuhn pensaba que la ciencia es lo que los científicos hacen.
Ahora
bien, lo anterior conllevaba una modificación radical de los problemas y de las
tareas de la filosofía de la ciencia. Ante todo, la erosión de la distinción
entre contextos obligaba a los epistemólogos a ocuparse seriamente de la
historia de la ciencia. Ya no podían dejar esa labor en manos de los
historiadores. Pero la atención en la historia implicó un desplazamiento del núcleo
de interés de la epistemología.
Como
ya indicamos, la CH afirmaba que la filosofía de la ciencia tenía que ocuparse
del contexto de justificación, es decir, “la cuestión de cómo se fundamenta o
valida una hipótesis.” [5] Desde esta perspectiva, la historia de la ciencia
era concebida como un progreso lineal desde inferior a lo superior, y ese
progreso se aceleraba en la medida en los científicos utilizaban el método
correcto, que no era otro que el proporcionado por la epistemología. Kuhn, al
romper la división entre contextos, se vio obligado a concentrarse en el
problema del progreso científico o, mejor dicho, en la construcción de una
teoría que explicara la dinámica del desarrollo científico. La ERC contiene esa
teoría.
La CH
consideraba al CC como producto, es decir, como algo acabado, estático; no le
preocupaban los problemas de su desarrollo histórico; mejor dicho, no era de la
incumbencia de la epistemología. Kuhn, en cambio, se dedicó a explorar la dinámica
del desarrollo de la ciencia. En el centro de su reflexión está la noción de paradigma.
Ante
todo hay que decir que Kuhn, a diferencia de la CH, no considera que las
teorías o los enunciados sean las unidades de análisis de la epistemología;
ésta tiene que ocuparse de estudiar los paradigmas y las comunidades
científicas que aceptan los paradigmas.
En
ERC se afirma que cada ciencia particular (por ejemplo, la física) se
desarrolla pasando de un paradigma a otro paradigma. Pero, ¿qué es un
paradigma?
Kuhn
tuvo dificultades para establecer una noción unívoca de paradigma. Sus críticos
le reprocharon haber presentado varias definiciones de dicho concepto en ERC.
Esto es parcialmente correcto. El profesor Palma dedica especial atención al
tema y describe varias acepciones de paradigma, todas las cuales están
presentes en ERC:
·
Un
paradigma es “una manera de ver las cosas” [6]. Adherir a un paradigma implica
ver los hechos de una manera específica, diferente a otras. Por ejemplo:
cualquiera de nosotros se desconcierta al ver una radiografía. No vemos en ella
más que un montón de manchas. Pero un médico entrenado puede formular un
diagnóstico en base a ellas. El médico y nosotros contemplamos cosas distintas
al ver la misma radiografía.
·
Un
paradigma es “una concepción del mundo”, es decir, “un conjunto de valores y
creencias que determinan la forma de producir taxonomías, es decir, de
estructurar, categorizar y clasificar el mundo.” [7] Aquí se observa una
ruptura importante con la CH, sobre todo con el empirismo lógico, pues para
éste la metafísica (y esta incluía los valores y las creencias) quedaba fuera
del CC.
·
Un
paradigma está constituido por las realizaciones universalmente reconocidas por
la comunidad científica, los “modelos a seguir”. [8]
·
Un
paradigma es una matriz disciplinar. [9] Entre sus componentes están las partes
metafísicas, es decir, ciertos supuestos sobre el funcionamiento del universo o
sobre la porción de éste que estudia una ciencia determinada.
A
estas cuatro definiciones de paradigma cabe agregarle una quinta, según la cual
los paradigmas funcionan más como lenguajes que como miradas acerca del mundo.
Pero
la noción de paradigma no agota las herramientas conceptuales con las que Kuhn
examina la dinámica de las ciencias. Junto a ella se encuentra el concepto de
comunidad científica, compuesta por todos los individuos que practican una
disciplina científica determinada.
¿Cómo
se define una comunidad científica? En términos de Kuhn la cuestión es
sencilla: una comunidad científica está compuesta por todos los individuos que
adhieren a un paradigma determinado. A su vez, un paradigma funciona como tal
si es aceptado por una comunidad científica. En pocas palabras, los conceptos
de paradigma y comunidad científica son inseparables.
Una
vez formuladas las nociones mencionadas, podemos pasar a describir cómo concibe
Kuhn el desarrollo científico. En primer lugar, toda ciencia pasa por un
período pre-científico, en el que no existe una comunidad científica unificada,
puesto que hay distintos candidatos a paradigma que se disputan el campo
científico en cuestión. Más todavía, en este período no existe un objeto de
estudio definido y bien delimitado, pues cada cuerpo de ideas que aspira a ser paradigma
concibe ese objeto de estudio de manera diferente. [10]
En
segundo lugar, se produce la unificación de la comunidad científica en torno a
uno de los aspirantes a paradigma. En ese proceso quedan fuera de la flamante
disciplina todos aquellos que se niegan a aceptar el nuevo paradigma. En el caso
de la astronomía, la combinación de la física de Aristóteles (384-322 a. C.)
con la teoría heliocéntrica de Tolomeo (c. 100 – c. 170) dieron origen a un
paradigma que perduró hasta el siglo XVI; durante todo este período eran
astrónomos quienes aceptaban el paradigma.
En
tercer lugar, la adopción de un paradigma y la conformación de una comunidad
científica (como dijimos, ambas cosas son inseparables), determinan una forma
específica de trabajar para quienes practican esa disciplina; Kuhn designa a
este período con el término de ciencia
normal. Los científicos se dedican a resolver problemas que tienen solución
dentro de ese paradigma. Kuhn denomina enigmas
a esos problemas, que pueden ser resueltos aplicando el instrumental teórico y
práctico del paradigma.
La
mayor parte de la historia de una ciencia transcurre en períodos de ciencia
normal. En cada uno de esos períodos el trabajo de los científicos es
rutinario, pues se ocupan de completar los “casilleros vacíos” del paradigma,
esto es, de resolver los enigmas. Kuhn indica que los científicos “saben” que
los enigmas tienen solución, pues confían en los procedimientos y en las
herramientas teóricas del paradigma para resolverlos. En estas épocas los
científicos aparecen como figuras conservadoras, poco proclives a modificar sus
métodos y sus conceptos. Esta imagen contrasta con la concepción de Popper,
quien considera que los científicos dedican su vida a refutar las hipótesis
vigentes mediante conjeturas cada vez más audaces.
Sin embargo,
no todo es color de rosa en la ciencia normal. Eventualmente aparecen problemas
que se resisten a ser resueltos con la aplicación de las herramientas provistas
por el paradigma. Si estos problemas persisten se convierten en anomalías y
terminan por generar incertidumbre entre los miembros de la comunidad
científica. Este malestar no se traduce inmediatamente en desconfianza en el
paradigma, pues los científicos son personas conservadoras, en el sentido de
que se muestran reacios a tirar por la borda al paradigma que les permitió
resolver tantos enigmas.
Pero
si la anomalía persiste en el tiempo termina por erosionar la confianza de
algunos miembros de la comunidad científica en ese paradigma. Kuhn apunta que
se trata, generalmente, de los miembros más jóvenes, quienes tienen menos
compromisos con el paradigma existente. En este punto hay que decir que Kuhn
sostiene que la comunidad científica funciona también como un campo político, en
el que existen instituciones (universidades, organismos estatales, revistas,
etc.) cuyo control otorga beneficios y recompensas. Los científicos más viejos
ocupan posiciones en esas instituciones y no quieren perder sus privilegios
cuestionando al paradigma existente. Los más jóvenes, en cambio, todavía no
disfrutan de los beneficios de “pertenecer” a ese sistema de recompensas, por
lo que tienen una mente más abierta a los cuestionamientos e innovaciones.
La
continuidad de la anomalía y la desconfianza creciente en el paradigma terminan
por generar una crisis. Algunos
científicos pasan a cuestionar abiertamente al paradigma vigente y proponen
alternativas al mismo. Se produce una lucha violenta entre los partidarios del
viejo paradigma y los impulsores del nuevo paradigma. Kuhn sostiene que esa
lucha no se limita al campo estrictamente científico; no se combate únicamente
con argumentos y pruebas científicas. La disputa asume formas políticas; se
pelea por el control de las instituciones que otorgan poder, beneficios y
recompensas. Se trata de persuadir a los oponentes; en esa tarea de persuasión se
recurre a todo tipo de argumentos, que van más allá del campo científico en
cuestión.
Si
los partidarios del nuevo paradigma logran imponerse, persuadiendo a muchos
partidarios del viejo paradigma y conquistando las instituciones del campo en
cuestión, se produce una revolución científica,
esto es, el desplazamiento del viejo paradigma por el nuevo. En ERC se concibe
a las revoluciones científicas como revoluciones políticas, que implican luchas
por el poder entre grupos rivales. Aquí también se observan los efectos de
haber dejado de lado la distinción entre contextos propia de la CH; por
ejemplo, los empiristas lógicas jamás habrían aceptado que las luchas entre
científicos pueden resolverse recurriendo a argumentos extra-científicos, que
van más allá de los límites del contexto de justificación.
Las
revoluciones científicas se saldan con la adopción del nuevo paradigma y la
reconfiguración de la comunidad científica; algunos defensores del viejo
paradigma no aceptan el nuevo y son excluidos de la comunidad. Da comienzo un
nuevo período de ciencia normal y paulatinamente los revolucionarios se vuelven
conservadores, dedicándose a resolver enigmas y a ocupar posiciones en el
sistema institucional de la ciencia.
Hasta
aquí hemos desarrollado de modo muy esquemático las líneas generales de la
concepción de la dinámica de la ciencia tal como aparece en ERC. En nuestro
próximo encuentro abordaremos la cuestión del progreso científico, a través de
una comparación entre los empiristas lógicos, Popper y Kuhn.
Preguntas, respuestas, intercambios varios:
Arrancamos con el intercambio.
Ø Quería consultarle
sobre 2 conceptos que no comprendí de los textos de Pardo y CARNAP
respectivamente.
Mi primera duda es en cuanto a las críticas al inductivismo en la
justificación. No entiendo el concepto que sostiene que la
inducción sostiene un círculo vicioso.
Mi otra duda es sobre el sistema o teoría de constitución, lo cual
en primer lugar no entendí si apuntan a ser el mismo concepto, y por otra parte
no lo entiendo como para poder rebajarlo a una explicación simple.
Respecto a la cuestión del círculo
vicioso de la inducción. Hay que tener presente que la inducción es una forma
inválida de razonamiento. Esto significa que se trata de un razonamiento en el
que la conclusión no conserva la verdad de las premisas; dicho de otro modo, si
las premisas son verdaderas podemos tener, sin embargo, una conclusión falsa.
Éste es el significado de la noción de invalidez.
Cuando se habla del "círculo
vicioso de la inducción" significa que los inductivistas defienden una
inducción determinada argumentando que el método inductivo fue efectivo en
otras oportunidades. O sea, se justifica una inducción con otra inducción. Pero
justamente se trata de demostrar la validez de la inducción, y eso no se logra
recurriendo al mismo método que se quiere demostrar. Además, como ya se indicó,
el razonamiento inductivo es inválido; por tanto, aun cuando su utilización
haya sido efectiva en otras ocasiones, eso no garantiza que su utilización
actual arroje conclusiones verdaderas.
Respecto a la segunda consulta. Ella
se refiere a la posición del Círculo de Viena, concretamente a las afirmaciones
del Manifiesto. Allí se indica que el significado de una proposición es el
método de su verificación. En otras palabras, ese enunciado (uso los términos proposición
y enunciado como sinónimos) tiene sentido si es posible reducirlo a una
proposición que pueda contrastarse con lo empírico. Por ejemplo: el enunciado
'El fin de la vida humana es la felicidad' carece de sentido para los
empiristas lógicos porque no existe forma de verificarlo empíricamente. En
cambio, el enunciado 'El coronavirus provoca una pandemia' tiene sentido porque
puede verificarse. La expresión "sistema de sustitución" se refiere a
que se sustituye el enunciado inicial por otro u otros, derivado de él, que
permite la verificación empírica.
Ø Quiero preguntarle algo que no entiendo
sobre el Paradigma Premoderno, ¿por qué al saber empírico no se lo considera un
conocimiento supremo?
En el
paradigma premoderno se desdeñaba la demostración empírica de una teoría o
explicación. Se prefería, por el contrario, la demostración teórica, al estilo
de los teoremas de la geometría. ¿Por qué? Ante todo porque la ciencia antigua
se daba en un contexto social en el que el trabajo era realizado por las
personas consideradas inferiores (esclavos, siervos, mujeres, extranjeros,
etc.) y el trabajo es la forma más clara de experiencia empírica. En el trabajo
se manipulan y transforman los elementos materiales, se observa su
comportamiento, se los somete a prueba, se modifican las condiciones de
producción. Como el trabajo era desdeñado por las clases dominantes (por
ejemplo, los nobles en la sociedad feudal), ese desprecio se transmitía hacia
la experiencia empírica, que pasaba a ser considerada como indigna de formar
parte de la ciencia. Esta explicación es sociológica y reduce la complejidad
del problema de la desconfianza hacia los métodos empíricos, pero resulta de
utilidad para comprender la mentalidad propia del paradigma premoderno.
Villa
del Parque, lunes 27 de abril de 2020
ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico /
CH = Concepción heredada / ERC=
La estructura de las revoluciones científicas / MHD = Método hipotético deductivo
NOTAS:
[1] Palma, H. (2012), “La ciencia como proceso: de la
filosofía de la ciencia a los estudios sobre la ciencia y la tecnología”, en
Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología
de las ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones
científicas de lo social, Buenos Aires, Biblos. (pp. 77-102).
[2] Pardo, R. (2012), “La verdad como método: La
concepción heredada y la ciencia como producto”, en Palma, H. y Pardo, R. (edit.) (2012), Epistemología de las ciencias sociales.
Perspectivas y problemas de las representaciones científicas de lo social,
Buenos Aires, Biblos. Ver la referencia a la probabilidad de las hipótesis, p.
59.
[3] El profesor Pardo examina esta cuestión en “La
verdad como método”, op. cit., p. 70-71.
[4] El profesor Palma expone los lineamientos
principales de la sociología de la ciencia construida en base a la mencionada
división del trabajo. El sociólogo estadounidense Robert Merton (1910-2003) es
el exponente más destacado de esta corriente, cuyo núcleo es la tesis de que la
ciencia es autónoma respecto a las influencias directas de las ideologías e
intereses de clase. Ver Palma, op. cit., pp. 90-92.
[5] R. Pardo, “La verdad como método”, p. 50.
[6] H. Palma, op. cit., p. 81.
[7] H. Palma, op. cit., pp. 81-82.
[8] H. Palma, op. cit., p 82.
[9] H. Palma, op. cit., pp. 82-85.
[10] Veamos un ejemplo tomado de una situación en la
que ya existe un paradigma aceptado por la comunidad científica. Kepler (1571-1630))
fue uno de los físicos y astrónomos más notables de la historia. En su tarjeta
de presentación, si la hubiera tenido, figuraría “astrónomo y astrólogo”. En su
época la astrología era considerada una ciencia y, para muchos, era parte integrante
de la astronomía. El descubrimiento de la ley de gravitación universal por
Newton (1647-1727) y, más en general, de las leyes de la mecánica (el
movimiento en el universo) reconfiguró el campo de estudio de la astronomía y
dejó afuera de ella a la astrología, pues dichos logros disiparon la creencia
en que los astros influían en la vida de las personas (la disiparon a nivel
científico y no a nivel popular, por supuesto). La mecánica newtoniana produjo
una nueva manera de ver los fenómenos astronómicos, que pasaron a ser
considerados en términos de relaciones matemáticas; en este sentido, puede ser considerada
un nuevo paradigma. La paradoja de todo esto reside en que Kepler contribuyó
decisivamente a la formulación de las leyes del movimiento de los astros y, de
ese modo, a la erosión del carácter científico de la astrología.
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