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lunes, 27 de febrero de 2023

RESEÑA: DURKHEIM, REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO, CAPÍTULO 6


Émile Durkheim y Marcel Mauss

La obra Reglas del método sociológico (1895) [1] representa el intento más serio de Émile Durkheim (1858-1917) para fundamentar los supuestos epistemológicos de la sociología. Es, además, uno de los primeros textos de sociología dedicados íntegramente a la cuestión del método. Los propósitos centrales de la obra son: a) construir una sociología científica, por oposición a las sociologías “ideológicas” de Auguste Comte (1798-1857) y de Herbert Spencer (1820-1903) [2]; b) establecer el campo específico de la sociología, demarcándolo de disciplinas como la psicología, la economía y la filosofía.

En el capítulo 6, Durkheim parte de la aceptación del hecho de que es imposible realizar experimentación en sociología. Afirma que, puesto que

“la explicación sociológica consiste exclusivamente en establecer relaciones de causalidad, trátese de vincular un fenómeno con su causa, o por el contrario una causa con sus efectos útiles. Como por otra parte los fenómenos sociales escapan evidentemente a la acción del experimentador, el método comparado es el único útil en sociología.” (p. 137).

En este sentido, sostiene que Comte no comprendió adecuadamente el valor del método comparativo y propuso completarlo con el método histórico; según Durkheim, esto tiene que ver con la orientación específica de la sociología comteana, concentrada en formular una explicación del curso general del desarrollo histórico.

En este punto, Durkheim se ve obligado a discutir la afirmación de John Stuart Mill (1806-1873) acerca de la inaplicabilidad de la experimentación (aún la indirecta o método comparativo) en la sociología. Hay que tener en cuenta que el argumento de Mill se basaba en la afirmación de que en los fenómenos sociológicos operaba siempre una multiplicidad de causas. Durkheim rechaza este postulado y sostiene que

“si se quiere utilizar el método comparado con criterio científico – es decir, ajustándose al principio de causalidad según se desprende de la ciencia misma – es necesario tomar como base de las comparaciones realizadas la siguiente proposición: A un mismo efecto corresponde siempre una misma causa.” (p. 140).

En esta posición de Durkheim se ve a las claras la fuerte influencia que ejercía sobre él el modelo de las ciencias naturales, sobre todo el de la biología.

En el apartado siguiente (pp. 140-146), Durkheim procura establecer la utilidad diferencial de los diversos procedimientos del método comparativo aplicados al estudio de la sociología. Así, afirma que el método llamado de los residuos “no tiene ninguna utilidad en el estudio de los fenómenos sociales” (p. 140-141). Esto es así porque los fenómenos sociales son demasiado complejos como para poder anular el efecto de todas las causas menos una.

En cuanto al método de la concordancia y el de la diferencia, sostiene que resultan de difícil utilización en la sociología. Esto es así porque, puesto que consisten en que los casos comparados concuerden en un solo punto o difieran en un solo punto, es muy difícil que puedan sortear el carácter complejo de lo social.

En cambio, se muestra partidario de la utilización del método de las variaciones concomitantes:

“En efecto, para que este método sea demostrativo, no es necesario que todas las variaciones diferentes de las que comparamos hayan sido rigurosamente excluidas. El simple paralelismo de los valores que se manifiesta en los dos fenómenos siempre que se lo haya definido en número suficiente de casos suficientemente variados, es la prueba de que existe entre ellos una relación. Este método debe dicho privilegio al hecho de que configura la relación causal, no desde afuera como los anteriores, sino desde dentro.” (p. 141-142).

Durkheim destaca que una de las ventajas de este método consiste en que, a diferencia de las otras variantes del método comparativo, “para que aporte resultados bastan algunos hechos” (p. 144). Durkheim sostiene que la sociología compensa la pobreza de los medios experimentales de que puede servirse con “la riqueza de las comparaciones del sociólogo y de las que no hallamos ningún ejemplo de los restantes reinos de la naturaleza” (p. 145).

Ahora bien, señala que para que las comparaciones sean fructíferas, es conveniente no contar sólo con variaciones aisladas, sino con “series de variaciones constituidas regularmente, cuyos términos se vinculan entre sí en una gradación tan continua como es posible, y que además poseen suficiente extensión” (p. 146). Por esto dedica el último apartado del capítulo (pp. 146-149) al análisis de los procedimientos para constituir dichas series. La cuestión fundamental radica en que las series se van a construir a partir de hechos tomados de una única sociedad o de varias especies sociales distintas (Durkheim trata la cuestión de las especies sociales en el capítulo 4 de la obra). En este punto hace una observación importante, “no es posible explicar un hecho social de cierta complejidad si no se sigue su desarrollo integral en todas las especies sociales” (p. 148-149). Sólo de este modo se logrará darle su pleno valor al método comparativo.

Villa del Parque, lunes 27 de febrero de 2023


NOTAS:

[1] Todas las citas corresponden a: Durkheim, E. [1° edición: 1895]. (1976). Las reglas del método sociológico. Buenos Aires, Argentina: Editorial La Pléyade.

[2] En otra parte del libro, Durkheim las califica de sociologías “ideológicas” porque parten de las ideas y no de los hechos.

domingo, 29 de enero de 2023

RESEÑA: DURKHEIM. PRIMER Y SEGUNDO PREFACIOS A LAS REGLAS DEL MÉTODO SOCIOLÓGICO

 



La obra Las reglas del método sociológico (1895) constituye el intento más elaborado de parte de Emile Durkheim (1858-1917) por sentar las bases epistemológicas y metodológicas de su teoría sociológica.

Durkheim comienza señalando su preocupación por transformar a la sociología en una disciplina científica, que tenga el mismo estatus que ciencias naturales tales como la física y la biología. Para hacer eso es imprescindible sentar las bases del método con el que va a examinar la realidad social, así como también establecer en qué consiste su objeto de estudio. En este camino, Durkheim va a proponer la construcción de una sociología que incorpore elementos conceptuales y metodológicos de las ciencias naturales. En este sentido, el prefacio a la 1º edición marca el carácter fundacional de su tentativa, pues insiste en marcar la escasa reflexión metodológica existente hasta ese momento sobre la sociología. Durkheim abriga un propósito netamente fundacional, pues determinando el objeto y los métodos propios de la nueva disciplina, se encuentra en condiciones de establecer su demarcación de otras ciencias cercanas tales como la psicología.

En el prólogo a la 2º edición, Durkheim se dedica a contestar a los críticos de la obra. En este sentido, cada uno de los tres apartados en los que está dividido el prefacio constituye la refutación de alguna de las críticas recibidas. Antes de entrar a desarrollar estas críticas, corresponde hacer notar que Durkheim remarca que el desarrollo de la sociología (y de la reflexión metodológica en el marco de esta) le ha permitido a la nueva disciplina deslindarse de manera creciente de la filosofía, dejando de constituir una de sus ramas (p. 12).

La primera de las críticas examinadas por Durkheim es la que se encuentra concentrada en el rechazo de la proposición de que es necesario tratar los hechos sociales como si fueran cosas. Durkheim señala que dicho rechazo obedece a un equívoco motivado por la mala comprensión de su afirmación. Así, el objetivo de la afirmación

“no es reducir las formas superiores del ser a las formas inferiores, sino por el contrario reivindicar para las primeras un grado de realidad por lo menos igual al que todo el mundo concede a las últimas. En efecto, no afirmamos que los hechos sociales son cosas materiales, sino que son cosas con iguales títulos que las cosas materiales, aunque de distinto modo.” (p. 12-13).

La confusión de sus críticos consiste, por tanto, en postular que la frase durkheimiana es una manifestación de reificación de los fenómenos sociales. Durkheim muestra que el sentido de su expresión no hay que buscarlo tanto en los objetos estudiados, sino en el investigador que los estudia; de esta manera, Durkheim dice expresamente que

“tratar los hechos de cierto orden como a cosas, no implica clasificarlos en tal o cual categoría de lo real; significa adoptar frente a ellos cierta actitud mental. Implica abordar el estudio de los mismos partiendo del principio de que se ignora absolutamente lo que son, y de que sus propiedades características, como las causas desconocidas de las cuales dependen, no pueden develarse apelando a la introspección, por minuciosa que ésta sea” (p. 13).

Puede observarse aquí como Durkheim establece, implícitamente, una divisoria de aguas respecto a la sociología comprensiva de Max Weber (1864-1920). Durkheim afirma que para constituir la objetividad de su disciplina, el sociólogo va a tener que realizar un esfuerzo constante por desechar todas las representaciones que ha ido forjando acerca de los fenómenos sociales a lo largo de su vida. En este sentido, cabe decirse que la ciencia se construye a partir de un arduo trabajo de eliminación de las prenociones de los individuos. De esta manera,

“nuestra regla no implica ninguna concepción metafísica, ninguna forma de especulación sobre el fondo de los seres. A lo sumo exige que el sociólogo asuma el estado de espíritu que caracteriza a los físicos, los químicos, los fisiólogos, cuando se internan en una región aún inexplorada de su dominio científico.” (p. 15).

Sólo cuando la sociología pueda adoptar esta actitud mental podrá transformarse efectivamente en una disciplina científica.

En el segundo apartado se dedica a discutir la crítica que rechaza su afirmación de que “los fenómenos sociales son exteriores a los individuos” (p. 16). En este punto cabe decir que Durkheim polemiza contra la posición individualista metodológica sostenida por los economistas y por sociólogos como Spencer (1820-1903). Para estos, la sociedad está formada por una suma agregada de individuos, y no puede sostenerse de ningún modo que constituya un sustrato independiente de los individuos que la componen. Durkheim sostiene que esta concepción es falsa y que la sociedad manifiesta su realidad independiente de los individuos cuando éstos intentan llevar a cabo conductas que no cuentan con la sanción del colectivo social. En este caso, el individuo tropieza con una coerción, y es justamente esta coerción la que permite afirmar la autonomía de la sociedad.

Durkheim tiene presente en todo momento que la aceptación de la tesis individualista supone cerrar el camino para la construcción de una sociología independiente de la psicología: “Los hechos sociales no difieren de los hechos psíquicos solo por la calidad; tienen otro substrato, no evolucionan en el mismo medio, no dependen de las mismas condiciones.” (p. 17). Las relaciones que entablan los individuos entre sí los llevan a constituir, sin que ellos mismos lo sepan, una mentalidad colectiva que es muy diferente a la mentalidad individual, y que crea normas y pautas de conducta que no están en los individuos. Esto le permite, otra vez, separar los tantos respecto a la psicología: “La mentalidad de los grupos no es igual a la de los individuos; tiene sus propias leyes. Por lo tanto, las dos ciencias son tan diferentes como pueden serlo dos ciencias…” (p. 18). Para plasmar conceptualmente las diferencias entre los hechos individuales (estudiados por la psicología) y los hechos sociales (campo de estudio de la sociología), Durkheim elabora el concepto de representación colectiva.

En el tercer apartado se dedica a abordar los distintos aspectos implicados en la definición del concepto de hecho social. Aquí Durkheim se preocupa por despejar las equivocaciones que consisten en atribuir a la sociología las formas del pensamiento filosófico (p. 21). Así, Durkheim responde a los críticos que sostenían que su elaboración de la sociología se apoyaba en postular la centralidad de principio de imposición (al igual que Tarde lo hacía con el principio de la imitación). En este punto Durkheim se propone deslindar el significado de su concepción de la imposición social (la coerción).

Finalmente, Durkheim insiste en la centralidad de “nuestro principio fundamental: la realidad objetiva de los hechos sociales. Así, pues, en definitiva todo descansa sobre este principio, y todo se reduce a él.” (p. 24). Una afirmación tan fuerte se explica si se tiene en cuenta que Durkheim se hallaba disputando terreno con el individualismo metodológico (economistas) y con la psicología.

 

Villa del Parque, domingo 29 de enero de 2023


NOTA (para bibliófilos):

Todas las citas corresponden a Durkheim, E. (1976). Las reglas del método sociológico. Buenos Aires, Argentina: Editorial La Pléyade.

viernes, 16 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 15: DURKHEIM

 


“Hay que renunciar a la costumbre, muy extendida, de juzgar una institución, una práctica o una máxima moral, como si fuesen buenas o malas en sí mismas y por sí mismas, para todos los tipos sociales sin distinción.”

Emile Durkheim (1858-1917)

 

Bienvenidas y bienvenidos a la decimoquinta clase del curso.

En esta clase concluiremos la presentación de la teoría del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917). Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1] En clases anteriores desarrollamos los conceptos de hecho social y de prenociones; hoy abordaremos la cuestión de la distinción entre lo normal y lo patológico; para ello trabajaremos con la introducción y el primer apartado del capítulo III de la obra mencionada.

Dejemos la presentación y pasemos a la clase.


Cabe recordar que Durkheim dedica el capítulo I de Las reglas del método sociológico a establecer qué son los HS, esto es, el objeto de estudio de la sociología. Luego pasa a esbozar en el capítulo II cuál es el método para estudiarlos, además de formular los rasgos principales de la teoría de las prenociones (el conocimiento de sentido común de los fenómenos sociales).

Al observar los HS, se plantea el problema de la distinción entre: a) “los que son todo lo que debe ser” (fenómenos normales); b) “los que deberían ser diferentes a como son” (fenómenos patológicos) (p. 102). Durkheim formula el problema en los términos siguientes: “¿Dispone la ciencia de los métodos que permiten establecer esta distinción?” (p. 102)

A partir de la respuesta a dicho interrogante, es posible establecer el papel que corresponde a la ciencia (en especial, a las CS). Nuestro autor comienza por distinguir la siguiente postura:

La ciencia no enseña nada sobre lo que debemos ser. Su objeto son los hechos. Todos ellos tienen el mismo valor e interés. Observa los hechos y no los explica; no los juzga. “A sus ojos el bien y el mal no existen. Ciertamente, puede decirnos como ciertos efectos, pero no qué fines son los que hay que perseguir.” (p. 103).

Como corolario de lo anterior, se desprende que la ciencia pierde eficacia práctica:



“Siempre hay varios caminos que llevan a una determinada meta, por tanto, hay varios caminos que elegir entre ellos. Ahora bien, si la ciencia no puede prestarnos ayuda en la elección del mejor fin, ¿cómo podrá enseñarnos cuál es el mejor camino para alcanzarlo? ¿Por qué habrá de recomendarnos el más rápido más bien que el más económico, el más seguro más bien que el más sencillo o al revés? Si no puede guiarnos en la determinación de los fines superiores, no es menos importante cuando se trata de fines secundarios o subordinados que llamamos medios.” (p. 103).

Durkheim omite señalar que la ciencia gana su mayor eficacia práctica al servicio de la acumulación de capital. Dicho de manera burda: sirve para que los empresarios ganen dinero. La ciencia no es una actividad ajena a la lógica del capital. Suponer que se encuentra desconectada de dicha lógica implica romper la totalidad dialéctica que es la sociedad, y que constituye la base del método marxista. No existen fines desinteresados para la práctica científica.

La sociología ideológica, cuyos máximos exponentes fueron Auguste Comte (1798-1857) y Herbert Spencer (1820-1903), era consciente del problema. Si la ciencia no puede determinar qué fines son más valiosos, la fijación de estos fines se llevaba a cabo por medios extra científicos (por ejemplo, la religión). Pero los cultores del “método ideológico” (ver el capítulo 2 de Las reglas)

“Eran demasiado racionalistas como para admitir que la conducta humana no tuviese necesidad de ser dirigida por la reflexión; y sin embargo, no verían nada en los fenómenos - considerados en sí mismos y con independencia de todo dato subjetivo - que permitiese clasificarlos de acuerdo con su valor práctico. Parecía, por tanto, que el único medio de juzgarlos era referirlos a algún concepto que lo dominase; de este modo, el empleo de nociones que rigiesen el cotejo de los hechos, en lugar de derivar de ellos, se convertía en algo indispensable en toda sociología racional; pero sabemos que, si en estas condiciones la práctica se convierte en algo reflexivo, la reflexión así utilizada no es algo científico.” (p. 103-104).

El problema es más amplio de lo que plantea Durkheim. No se trata sólo de establecer una jerarquía entre los fines (los valores), sino también de formular criterios de distinción entre los fenómenos significativos (que deben ser estudiados) y aquellos que son irrelevantes. De este modo, al fijar dichos criterios la teoría estará en condiciones de guiar la observación.

 

Durkheim quiere resolver el problema reivindicando los derechos de la razón y desechando la ideología. Para ello tiene que encontrar “un criterio objetivo, inherente a los hechos”, que permita distinguir la salud (“buena y deseable”) de la enfermedad (“cosa mala, que debe ser evitada”) en los fenómenos sociales. De este modo la ciencia proporcionará un criterio para decidir en la vida práctica y mantendrá, a la vez, el método científico (“tratar los hechos como cosas”). (p. 104)

Aclara que el estado de “salud” se establece para el conjunto, no para el individuo, porque la ciencia todavía no puede decir nada de éste. Pero ese estado será “punto de referencia para orientar la conducta” (p. 104

Durkheim dedica el primer apartado del capítulo III (p. 105-114) a establecer ese criterio. Para ello aplica el método presentado en el capítulo II. En concreto, la regla enunciada en p. 90: mediante signos exteriores, distingue entre los fenómenos normales y los fenómenos patológicos.

Utiliza un criterio “estadístico” para establecer la demarcación entre ambos tipos de hechos. Aquí corresponde indicar que presenta a la sociología como continuación de la biología, pero sin justificar esto de modo convincente.

Todo hecho social puede presentar dos tipos de formas:

1) “Unas son generales en toda la extensión de la especie, se encuentran si no en todos los individuos al menos en la mayor parte de ellos y si no se repiten de idéntico modo en todos los casos en que se observan, sino que varían de un sujeto al otro, esas variaciones están comprendidas dentro de límites muy próximos.” (p. 110-111).

2) “Hay otras formas que son excepcionales; no sólo se encuentran en menos casos, sino que incluso cuando se producen lo más frecuente es que no duren toda la vida del individuo. Son una excepción tanto en el tiempo como en el espacio.” (p. 111).

A partir de allí construye el tipo medio = “ser esquemático que se formaría reuniendo en un mismo todo, en una especie de individualidad abstracta, a los caracteres más frecuentes en la especie junto con sus formas más frecuentes.” (p. 111).

El tipo medio es una construcción y constituye “el objeto de estudio inmediato de la ciencia y viene a ser el mismo que el tipo genérico.” (p. 111).

Agrega que las condiciones de salud y enfermedad no pueden ser definidas en abstracto ni son válidas para todos los HS. Cada tipo social tiene formas normales y patológicas de los HS que les son propios.


El corolario de lo anterior es:

“Así, pues, un hecho social sólo puede ser llamado normal en una especie social determinada en relación con una fase igualmente determinada de su desarrollo; por consiguiente, para saber si tiene derecho a recibir esta denominación, no basta con observar bajo qué forma se presenta en la generalidad de las sociedades que pertenecen a esta especie, sino que hay que tener cuidado también con considerarlos en la fase correspondiente de su evolución.” (p. 113).

La normalidad no es una esencia abstracta que define de una vez y para siempre a la cosa. Es histórica y, por tanto, mutable. Este rasgo de la sociología de Durkheim impide hacer “la fácil” de clasificarla como una variante del funcionalismo - entendiendo por éste una concepción estática de la sociedad -.

Ahora bien, la anormalidad no puede ser el rasgo de una especie. No puede concebirse una especie cuyo carácter definitorio fuese la enfermedad. En consecuencia, “la especie es la norma por excelencia y, por consiguiente, no podría ser anormal bajo ningún concepto.” (p. 113).

Los caracteres que constituyen el tipo medio son los más frecuentes porque son los más ventajosos para la conservación de la especie. La mayor frecuencia estadística - criterio para seleccionar los caracteres que forman el tipo medio - es producto de la utilidad. Detrás está el supuesto de la sociedad concebida como organismo, es decir, la idea de que la sociedad es naturalmente armónica. Pero si se concibe la sociedad como una totalidad contradictoria, este tipo medio es funcional a la conservación de esas contradicciones. El tipo medio es el conjunto de caracteres propio de una sociedad de clases antagónicas. La normalidad expresa la relación de fuerzas entre las clases propia de una determinada distribución del poder social (ante todo, de la propiedad de los medios de producción). Pero esto excede largamente los límites de esta clase.

La próxima clase estará dedicada al sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), otro de los exponentes de la sociología clásica.

Les agradezco la paciencia y atención.

 

 

Villa del Parque, viernes 16 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CS = Ciencias sociales / HS = Hechos sociales (o hecho social)


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

 


lunes, 12 de octubre de 2020

INTRODUCCIÓN A LA SOCIOLOGÍA CURSO 2020 – CLASE N° 14: DURKHEIM

 

“El ser humano no puede vivir en medio de las cosas

sin forjarse ideas, de acuerdo con las cuales regula su conducta.”

Emile Durkheim (1858-1917), sociólogo francés.

 


Bienvenidas y bienvenidos a la decimocuarta clase del curso.

Por lo pronto, en esta clase continuaremos el análisis de la teoría del sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917). Para ello utilizaremos su trabajo Las reglas del método sociológico (1895). [1] En el encuentro pasado desarrollamos el concepto de hecho social; hoy presentaremos el de prenociones. Ambas cuestiones son fundamentales para la comprensión de la sociología clásica en su variante francesa. Más adelante abordaremos la vertiente alemana, cuyo máximo exponente es Max Weber (1864-1920).

Sin más, pasemos a la clase.


A modo de preámbulo:

Luego de establecer en el capítulo I de Las reglas del método sociológico (1895) qué son los HS, Durkheim pasa a estudiar cuál es el método para estudiarlos. A los fines de la exposición, dividiré así los temas del texto:

1) Las prenociones y su papel en la sociología.

2) Crítica de la sociología ideológica.

3) El método de “tratar los HS como si fuesen cosas”.

4) Corolarios del método adoptado.


Las prenociones y su papel en la sociología:

Durkheim comienza el capítulo constatando que las CS son precedidas por una forma de conocimiento más simple, las prenociones. En otras palabras, la reflexión sobre los fenómenos sociales es anterior a las modernas ciencias sociales. No puede ser de otro modo. La sociedad no está constituida únicamente por “imágenes sensibles” (la información percibida por medio de los sentidos), sino que incluye también representaciones (conceptos), de esas imágenes. Esas representaciones son imprescindibles para vivir en sociedad, pues las personas necesitamos conocer el suelo que estamos pisando, el entorno que nos rodea. Por tanto, existan o no las CS, siempre construiremos conceptos que expliquen lo que sucede a nuestro alrededor.

“La reflexión es anterior a la ciencia, que no hace sino servirse de ella con más método. El hombre no puede vivir en medio de las cosas sin forjarse ideas, de acuerdo con las cuales regula su conducta.” (p. 69).

Ahora bien, como nuestra experiencia de los fenómenos sociales es muy limitada [2], las prenociones [3] terminan por reemplazar a esa experiencia.

“Como estas nociones nos son más próximas y están más a nuestro alcance que las realidades a que corresponden tenemos una tendencia natural a sustituir a éstas por aquéllas y a hacer de ellas el tema mismo de nuestras especulaciones. Entonces, en lugar de observar las cosas, de descubrirlas y de compararlas nos contentamos con tomar conciencia de nuestras ideas, con analizarlas y combinarlas.” (p. 69-70).

El sociólogo francés describe así la función de las prenociones:

“Estas nociones o conceptos (...) no son los legítimos sustitutos de las cosas. Productos de la experiencia vulgar tienen por objeto, ante todo, el poner a nuestras acciones en armonía con el mundo que nos rodea; están formados por la práctica y para ella.” (p. 70).

Si bien las prenociones se encuentran presentes en toda actividad humana, es en el campo de las CS donde su acción es más poderosa. Durkheim explica del siguiente modo la razón de este predominio:

“Los hombres no han esperado al advenimiento de la ciencia social para forjarse ideas sobre el derecho, la moral, la familia, el Estado o la propia sociedad, pues no podían prescindir de ellas para vivir. Ahora bien, es sobre todo en la sociología donde estas prenociones (...) están en situación de dominar a las inteligencias y de sustituir a las cosas. Las cosas sociales sólo se realizan por medio de los hombres: son el producto de la actividad humana. Así pues, parece que no son otra cosa que la puesta en ejecución de ideas, innatas o de otro tipo, que llevamos dentro de nosotros, que su aplicación a diversas circunstancias que se dan en las relaciones mutuas entre los hombres. De este modo, la organización de la familia, del contrato, de la represión, del Estado y de la sociedad parecen ser algo así como un mero desarrollo de las ideas que tenemos sobre la sociedad, el Estado o la justicia. Por consiguiente, estos hechos y los que son semejantes a ellos parece que no tienen realidad más que en y por las ideas en las que están en germen y que, por tanto, se convierten en el objeto de estudio propio de la sociología.” (p. 72-73; el resaltado es mío - AM-).

De este modo, la puesta en marcha de una sociología científica requiere, en primera instancia, la superación de las prenociones. Pero antes de examinar cómo lleva adelante esa superación, es preciso prestar atención a la manera en que salda cuentas con la sociología anterior.


Crítica de la “sociología ideológica”:

Para construir su sociología científica, Durkheim comienza por romper con la sociología anterior. Luego de formular su teoría de las prenociones (que es el conocimiento de sentido común sobre la sociedad, desarrollado por las personas que no hacen de la sociología su medio de vida), sostiene que toda la sociología anterior a la suya comenzó por las ideas (los conceptos) y no por los HS.

Pone como ejemplos de esa forma de hacer sociología a Auguste Comte (1798-1857), de quien afirma que “lo que constituye el tema principal de su sociología es el progreso de la humanidad en el tiempo” (p. 74); y a Herbert Spencer (1820-1903), quien postulaba que la esencia de la vida social era “el principio de la cooperación” (p. 75). En ambos casos, se confunde el desarrollo histórico con la noción que se tiene de él y se hace desaparecer la cosa de la que se habla para poner en su lugar a la prenoción que tiene el autor de la teoría (p. 74-75). Durkheim resume así el método de estos autores: se “enuncia como una cosa lo que no es sino una concepción intelectual (...) es (...) un cierto modo de concebir la realidad social, que sustituye a la realidad.” (p. 76).

Durkheim dice que este “carácter ideológico propio de las sociologías de Comte y Spencer es aún más acusado en las ramas especiales de la sociología” (p. 77). Realiza a continuación una breve descripción del estado de la moral (pp. 77-78) y de la economía política (pp. 78-81), que considero innecesario comentar aquí.


Método de “considerar a los hechos sociales como cosas”:

El punto de partida para una sociología científica debe ser diferente al de Comte o Spencer. El punto de partida no pueden ser las ideas que se tiene sobre los hechos, sino los hechos mismos. De ahí que Durkheim propone tratar a los HS como cosas [4]:

Los fenómenos sociales son cosas y deben ser tratados como cosas. (...) Basta con constatar que son el único datum que se ofrece al sociólogo. En efecto, es cosa todo lo que se da, se ofrece o, más bien, se impone a la observación. Tratar como cosas a los fenómenos es tratarlos en calidad de data que constituyen el punto de partida de la ciencia. Indudablemente los fenómenos sociales presentan ese carácter. Lo que nos es dado no es la idea que los hombres se hacen del valor, pues es inaccesible: son los valores que se intercambian realmente en el curso de las relaciones económicas. No es tal o cual concepción del ideal moral; es el conjunto de las reglas que determinan efectivamente la conducta. Es posible que la vida social no sea más que el desarrollo de ciertas nociones, pero, suponiendo que esto sea cierto, tales nociones no nos son dadas de modo inmediato. (...) tenemos que considerar a los fenómenos sociales en sí mismos, independientemente de los sujetos que se forman una representación de ellos; hay que estudiarlos desde fuera, como cosas exteriores o, pues es en calidad de tales como se presentan a nosotros.” (p. 82; el resaltado es mío - AM-).

El argumento durkheimiano está contenido en el párrafo anterior. Contiene una crítica del idealismo que lo aproxima al marxismo; también arremete contra el convencionalismo (las instituciones sociales son producto de convenciones establecidas entre los seres humanos) base de la filosofía política iusnaturalista: “Una cosa se reconoce principalmente por el hecho de que no puede ser modificada por un simple decreto de la voluntad.” (p. 83). Los HS tienen esta propiedad: “Lejos de ser un producto de nuestra voluntad la determinan desde fuera; vienen a ser como unos moldes en los que nos vemos obligados a vaciar nuestras acciones.” (p. 83).

Por eso la sociología debe abandonar el estadio subjetivo en que se encuentra (los casos de Comte y Spencer), y pasar a la fase objetiva, centrada en tomar a los HS (no a las ideas) como punto de partida.


Corolarios del método propuesto:

El conocimiento de la centralidad de los HS para la sociología no es condición suficiente para asegurar el establecimiento de la sociología objetiva. Es preciso que el sociólogo lleve adelante una rigurosa disciplina, cuyas reglas son enunciadas por Durkheim al final del capítulo II, a modo de corolarios del principio de tratar los HS como cosas.

1ª “Hay que desechar sistemáticamente todas las prenociones.” (p. 86; el resaltado es mío – AM-).



Durkheim plantea que no hay nada novedoso en este corolario. Es “la base de todo método científico” (p. 86). Tanto la duda metódica (Descartes) como la teoría de los idola (Bacon) están de acuerdo en este punto esencial de desechar a las prenociones. En otras palabras, racionalismo y empirismo coinciden en su posición respecto a las prenociones.

Despojarse de las prenociones es especialmente complicado para el sociólogo,

“dada la tendencia a ser parcial que con frecuencia afecta a los sentimientos. Nos apasionamos por nuestras creencias políticas y religiosas y por nuestras prácticas morales de modo bien distinto que por los objetos del mundo físico; a consecuencia de éstos ese carácter pasional se comunica al modo como concebimos y explicamos las primeras. Tenemos tanto apego a las ideas que nos formamos en estos campos, así como a los objetos a que se refieren estas ideas, que adquieren una tal autoridad que no admiten la contradicción.” (p. 87).

Al respecto, el sociólogo debe tener claro que “el sentimiento es objeto de estudio de la ciencia, no criterio de la verdad científica”. (p. 88).

2ª “No tomar nunca como objeto de nuestra investigación más que un grupo de fenómenos previamente definidos por ciertos caracteres exteriores que les son comunes e incluir en la misma investigación a todos aquellos que corresponden a esta definición.” (p. 90; el resaltado es mío – AM-).

La dificultad radica aquí en que el sociólogo casi siempre se encuentra con definiciones ya elaboradas sobre sus objetos de investigación. Son, por supuesto, definiciones de sentido común, que son formuladas por las personas para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana. Pero adoptar estas definiciones significa, para la ciencia, capitular ante las prenociones.

3ª “Cuando el sociólogo se propone explorar un orden cualquiera de hechos sociales debe esforzarse por considerarlos desde un ángulo en que se presentan aislados de las manifestaciones individuales.” (p. 100; el resaltado es mío – AM-).

La razón de ser de esta regla es que los individuos utilizamos la sensación para conocer el mundo social. Ahora bien, en este punto de partida (la sensación) coinciden tanto la ciencia como el sentido común:

“Es por medio de la sensación como no es dada la parte externa de las cosas (...) para ser objetiva, la ciencia debe partir de la sensación, y no de conceptos que se ha formado de ella. Debe tomar directamente de los datos sensibles los elementos de sus definiciones iniciales. (...) Es de la sensación de donde resultan todas las ideas generales, verdaderas o falsas, científicas o no científicas. El punto de partida de la ciencia o conocimiento especulativo no podría ser, pues, distinto del del conocimiento vulgar o práctico. Es sólo más adelante, en el modo como es elaborada esta materia común, cuando surgen las divergencias.” (p. 98).

Pero la sensación acarrea una serie de problemas, derivados de su condición de subjetiva. Es por eso por lo que “es requisito indispensable en las ciencias de la naturaleza el dejar de lado los datos sensibles que podrían depender excesivamente de la persona del observador, y retener exclusivamente los que presentan un grado suficiente de objetividad.” (p. 98).

El sociólogo está obligado a ejercer una vigilancia implacable sobre sus sensaciones, para evitar que éstas introduzcan a las prenociones en la investigación. De este modo, la construcción de la sociología científica descansa en la subjetividad de los sociólogos, en su voluntad de dejar fuera de la ciencia a sus prenociones. Señalo este punto porque resulta problemático. Por el momento nos vemos obligados a dejar inconclusa la discusión de este punto. En la próxima clase concluiremos la revisión de la sociología durkheimiana con la exposición de la distinción entre lo normal y lo patológico.

Les agradezco la paciencia y atención.

 

 

Villa del Parque, domingo 11 de octubre de 2020


ABREVIATURAS:

CS = Ciencias sociales / HS = Hechos sociales (o hecho social)


NOTAS:

[1] Durkheim, Emile. (1998). Las reglas del método sociológico. Barcelona: Altaya. Traducción española de Santiago González Noriega. Todas las citas utilizadas en la clase corresponden a esta edición.

[2] La extensión de la división del trabajo determina que la esfera de actividad de cada individuo sea cada vez más limitada, más reducida. Salvo excepciones (por ejemplo, los artesanos), las personas ni siquiera producen un objeto completo. Todo lo que hacen es fragmentario. Esto limita extraordinariamente su área de conocimiento directo, de primera mano. Durkheim escribe: “como los detalles de la vida social exceden ampliamente el poder de la conciencia, ésta no los percibe de forma lo suficientemente fuerte como para sentir su realidad. Al no estar unidos a ellos por vínculos lo suficientemente sólidos y próximos, es muy fácil que nos dé la impresión de que todo eso no depende de nada y flota en el vacío, como si fuese algo irreal y dotado de una plasticidad infinita. (...) Pero, aunque los detalles - las formas concretas y particulares de la existencia colectiva - se sustraen a nuestro conocimiento, al menos nos hacemos una idea de los aspectos comunes de la misma, en líneas generales y de modo aproximado, y es precisamente de esas representaciones esquemáticas y sumarias de las que nos servimos para los problemas corrientes de la vida. (...) No sólo están en nosotros, sino que, como son un producto de experiencias repetidas, reciben de la repetición y de la costumbre producida por ella, una especie de ascendiente y autoridad. (...) Todo contribuye, pues, a hacernos ver estas representaciones como la verdadera realidad social.” (p. 73).

[3] Durkheim toma el término prenociones del filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), quien lo empleaba para describir una forma errada de proceder en el terreno de las ciencias físicas, practicada por los estudiosos de su época. En su obra Novum Organum, Bacon sostenía que las notiones vulgares o praenotiones se hallaban en el origen de todas las ciencias y que venían a ocupar el lugar de los hechos. Son los idola, una especie de fantasmas que desfiguran las cosas y que terminar por ocupar el lugar de ellas. (p. 72).

[4] El primer párrafo del capítulo II dice: “La primera regla, y la de carácter más fundamental, es la de considerar a los hechos sociales como cosas.” (p. 69).